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Revista de Gastroenterología del Perú

versión impresa ISSN 1022-5129

Rev. gastroenterol. Perú v.29 n.3 Lima jul./set. 2009

 

ARTÍCULO DE REVISIÓN

 

Manifestaciones extrahepáticas de la infección por el virus de la hepatitis C

Extrahepatic manifestations of infection with hepatitis C virus

 

Waldo O. García Ferrera1 ; Dr. Hugo Nodarse Cuní2 ; Dra. Edelisa Moredo Romo3

1 Dpto. Gastroenterologia. Hosp. Univ. Calixto Garcia. La Habana, Cuba
2 División de Ensayos Clínicos. Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. La Habana. Cuba
3 Dpto. Dermatología, Hosp. Pediátrico JM Marquez. La Habana. Cuba.

 


RESUMEN

Desde su identificación en 1989 el virus de la Hepatitis C ha sido muy estudiado, encontrando que además de su acción hepatotrópica presenta efectos extrahepáticos que tienen una relación directa a su gran afinidad linfotrópica que genera manifestaciones de naturaleza autoinmune ó de extensa estimulación inmunitaria que dan manifestaciones hematológicas, endocrinas, renales, dermatológicas, oculares y otras diversas que se describen en esta revisión.

PALABRAS CLAVE: Hepatitis C, enfermedades autoinmunes.

 


ABSTRACT

Since the identification of hepatitis C in 1989, it has been studied extensively. In addition to its hepatotropic; have extrahepatic effects that are directly related to extrahepatic replication with high affinity to lymphoid tissues. As a result of that characteristics, autoimmune manifestations or a widespread immune stimulation, hematological, endocrine, dermatological, Ophtalmic, salival and other miscellaneous problems can be presented in affected patients.

KEYWORDS: Hepatitis C, Autoimmune diseases.

 


INTRODUCCIÓN

Los conocimientos acerca del virus de la hepatitis C se han ido incrementando notablemente a partir del momento de su descripción inicial en el año 1989. Si bien es conocido que el sitio primario de replicación de este virus es el hepatocito, la identificación de partículas virales en linfocitos de sangre periférica y en células de las vías biliares, sentó las bases para la hipótesis que plantea la existencia de reservorios de replicación del virus en localizaciones extrahepáticas 1-2.

En la actualidad se reconocen como características fundamentales de la infección por el virus de la hepatitis C, las lesiones que directamente provoca en el hígado y su responsabilidad indirecta en la inducción de un grupo diverso de manifestaciones extrahepáticas (Tabla 1) en distintos órganos 3-7 Mucho tiene que ver con esta capacidad de replicación externa al sitio principal, su comportamiento tanto hepatotrófico como linfotrópico, confirmado este último por la naturaleza autoinmunitaria o de extensa estimulación inmunitaria que acompaña a las manifestaciones extrahepáticas, en su mayoría correspondientes al sistema linfoproliferativo 8-10.

 

 

MANIFESTACIONES HEMATOLÓGICAS

Crioglobulinemia mixta esencial

La crioglobulinemia mixta esencial es la manifestación extrahepática más común de la infección por el virus de la hepatitis C 11-13. Su nombre está relacionado con el fenómeno que describe la precipitación reversible de las inmunoglobulinas de la sangre al exponer el suero a temperaturas menores de 37ºC, provocando el depósito de los inmunocomplejos circulantes en los vasos sanguíneos de pequeño y mediano calibres. La crioprecipitación ocurre a temperaturas inferiores a 10ºC, aunque en algunos casos pueden hacerlo a 30ºC, de forma que si no se incuba inmediatamente a 37ºC, la precipitación puede ocurrir de forma masiva poco después de haber extraído la muestra de suero.

Este padecimiento implica un compromiso sistémico en el individuo y se caracteriza por episodios recurrentes de lesiones por vasculitis 14, expresada clínicamente a través de la presencia de una púrpura palpable 15 a nivel de los miembros inferiores y una artritis no deformante en los mismos 16, acompañadas de artralgia y astenia. En algunos pacientes es posible observar también otras manifestaciones clínicas como son las lesiones renales con proteinuria, hematuria e hipertensión provocadas por glomerulonefritis 17; la neuropatía periférica 18; urticaria 19, ulceras con componente necrótico, o sin él, y los síndromes de Raynaud 20 y Sjögren 21.

Se han descrito tres tipos de crioglobulinemias. En el tipo I, las crioglobulinas están representadas por una sola inmunoglobulina monoclonal, principalmente de tipo IgM, por lo general relacionadas con mieloma múltiple o macroglobulinemia de Waldenströn 22. Las de tipo II o mixtas monoclonales, constituyen el 13 al 36 por ciento de todas las crioglobulinas y están compuestas por inmunoglobulinas monoclonales IgM, usualmente de tipo Kappa, y complejos de IgG policlonal. Por su parte, las denominadas como mixtas policlonales o tipo III, se integran por inmunoglobulinas de tipo IgM, IgG e IgA de carácter policlonal; constituyen alrededor del 50 por ciento de todas las crioglobulinas y pueden hallarse en todas las enfermedades que cursan con inmunocomplejos circulantes.

Las clases mixtas de las crioglobulinemias están relacionadas con un diverso grupo de de trastornos, como son las anormalidades linfoproliferativas, infecciones agudas y crónicas y enfermedades de origen autoinmune. Es muy frecuente que las crioglobulinas de tipo IgM e IgM incrementen la presencia de un factor reumatoideo positivo.

La infección por el virus de la hepatitis C ha sido demostrada en asociación muy fuerte con las crioglobulinemias mixtas tipo II y III 23, 24. Según los datos de varios autores, entre el 50 y 90% de los individuos con crioprecipitación de inmunoglobulinas es, a su vez, portador del virus, cuya naturaleza linfotrópica y estimulación persistente del sistema inmune condicionan su desempeño etiopatogénico en esta manifestación extrahepática 25, 26. No obstante lo anterior, se requiere la detección del anticuerpo contra el virus C como parte de los complejos inmunitarios del crioprecipitado, así como la presencia de partículas virales en el mismo, para poder confi rmar la ocurrencia de este fenómeno en el paciente.

Los estudios realizados en este sentido no han demostrado una relación directa del genotipo viral y el desarrollo o no de crioglobulinemias 27, 28. En cambio, han reportado que en los pacientes con presencia de esta asociación activa, entre el 80 al 95% cuentan con genomas virales como una parte del crioprecipitado, aunque solo el 50% muestra crioglobulinas circulantes 29, 30.

Se considera que durante el curso del tratamiento con interferón se logra la remisión de las lesiones cutáneas producidas por las crioglobulinas 31, 32.

Trombocitopenia idiopática

La trombocitopenia idiopática se caracteriza por la aparición de autoanticuerpos contra la membrana plaquetaria. Este es un síndrome mediado por un componente inmunológico de origen desconocido que se relaciona con la infección por el virus de la hepatitis C hasta en el 10% de los casos 33, 34. Esta asociación debe ser considerada en aquellos individuos infectados y presentando una plaquetopenia de origen desconocido. Su diagnóstico se realiza mediante la detección de los mencionados anticuerpos antiplaquetarios, utilizando un ensayo antigeno específico. El tratamiento efectivo para contrarrestar esta manifestación extrahepática se basa en el empleo de corticoides.

Linfoma no Hodgkin de células B

La ocurrencia de esta manifestación en pacientes con hepatitis C se describió por vez primera en casos en los que se estaba descartando la presencia de crioglobulinemia mixta esencial de tipo II 35, 36. Este hallazgo, fundamentado por el descrito linfotropismo de este virus, y la unión de las partículas virales a la proteína CD81 de la membrana linfocitaria, representan elementos de apoyo a la hipótesis que supone una estimulación prolongada de las células B por parte del virus, resultando en una proliferación clonal y subsecuente malignización en los individuos genéticamente predispuestos 37, 38. Su ocurrencia no responde a ninguna asociación con alguno de los genotipos del virus y se caracteriza por el predominio de linfomas de bajo grado de malignidad y una frecuente afectación de localizaciones extraganglionares 39, 40.

La mayor parte de los estudios que sustentan la relación entre el virus de la hepatitis C y las enfermedades linfoproliferativas provienen de Estados Unidos 41, 42 y el sur de Europa 43, 44, reportando hasta un 22% de prevalencia de linfomas no Hodgkin. No obstante, hallazgos muy disímiles a estos en poblaciones similares de Francia y Cánada, donde la prevalencia resultó solo de un 2% 45, aconsejan que se debe considerar la posibilidad de un linfoma y someter a diagnóstico diferencial a todo paciente infectado por el virus C y una anemia de origen desconocido y adenopatías.

MANIFESTACIONES ENDOCRINAS

Disfunciones tiroideas

Su aparición puede estar condicionada por la propia hepatopatía crónica o ser una consecuencia adversa del tratamiento antiviral de la misma.

Se plantea que un 30% de los portadores del virus de la hepatitis C presentan anticuerpos antitiroideos microsomales y antitiroglobulina, además de una alteración en los niveles normales de las hormonas tiroideas como manifestación de disfunción expresada como hipertiroidismo o hipotiroidismo 46-48.

El hipertiroidismo secundario al tratamiento antiviral empleando interferón alfa, es la disfunción menos frecuente y suele debutar en los primeros meses de tratamiento 49. Puede presentarse de manera subclínica o hacerlo con expresión clínica. Un comportamiento diferente ocurre en los casos de hipotiroidismo, característico de los meses finales del tratamiento y presente en un porcentaje mayor de pacientes50. Mucho más propensa a la muestra inmediata de signos y síntomas clínicos de su exacerbación, su aparición puede ocurrir, incluso, luego de concluida la terapia.

Se desconoce el mecanismo responsable de la ocurrencia de estas disfunciones tiroideas, sin embargo se atribuye un peso muy grande a la capacidad del efecto inmunomodulador del interferón alfa para agravar o desencadenar una anormalidad subyacente en el individuo 51. El componente autoinmune del virus de la hepatitis C es otro de los probables factores que incrementan la ocurrencia de estas alteraciones en las hormonas tiroideas 52.

Ambas disfunciones tiroideas, siempre y cuando sean inducidas por el interferón, son de carácter reversible, desapareciendo inmediatamente o paulatinamente según su intensidad, una vez interrumpido el tratamiento 53. Existe la posibilidad de suministrar, de manera concomitante con el interferón, el tratamiento específico indicado para contrarrestar una u otra disfunción, aunque es válido señalar que la mayor contribución se obtiene al retirar el tratamiento con el antiviral.

La frecuencia de aparición de la disfunción tiroidea o los autoanticuerpos tiroideos, o ambas cosas, durante la terapia con interferón oscila entre 9.5 y 12% 54, 55

Diabetes

Otra de las manifestaciones extrahepáticas asociadas al virus de la hepatitis C 56, 57. Su origen data de unas tres décadas atrás, cuando se planteaba que alrededor del 70% de los individuos con cirrosis hepática presentaban intolerancia a la glucosa, con el avance de los años y el incremento en los conocimiento de ambas enfermedades se pudo constatar que una buena parte de esa proporción nunca llega a desarrollar una diabetes, declarándose a la infección por el virus C un factor predictivo independiente 58, 59.

Esta asociación requiere de estudios más profundos para poder llegar a conclusiones definitivas.

MANIFESTACIONES RENALES

Glomerulonefritis membrano proliferativa

Es la manifestación extrahepática de tipo renal más frecuente en los pacientes con hepatitis C crónica, aunque no suele ser muy común su presencia. Cuando lo hace se manifiesta mediante proteinuria y alteración de las pruebas de función renal 60, 61.

Su patogénesis asociada al virus C no está del todo esclarecida. En algunos casos se ha planteado un vínculo con el depósito glomerular de inmunoglobulinas y proteínas del complemento, por lo que su aparición sería una consecuencia secundaria de una manifestación extrahepática primaria (crioglobulinemia) y no una lesión directa causada por las partículas virales 62, 63.

El tratamiento con el interferón suele erradicar la proteinuria, aunque pocas veces se logra una mejoría sostenida de este síntoma.

MANIFESTACIONES DERMATOLÓGICAS

Se puede observar que el mayor número de afectaciones independientes al hígado, está relacionado con las manifestaciones dermatológicas. La piel como órgano puede mostrar el compromiso hepático agudo o crónico a través de una variedad de lesiones que si bien no permiten efectuar el diagnóstico etiológico en todos los casos, implica al hígado como responsable de su expresión.

La patogénesis de estos cuadros cutáneos puede estar asociada directamente a la presencia viral, tal como ocurre en el eritema necrolítico acral, considerado actualmente como una patología específica del virus de la hepatitis C. Otros cuadros, como la crioglobulimenia mixta, el liquen plano, la sialoadenitis, la urticaria crónica, la enfermedad de Behcet, el eritema polimorfo y nodoso (entre otras patologías), responden a mecanismos inmunológicos. También debemos incluir como manifestaciones dermatológicas, las farmacodermias generadas por la terapia antiviral con interferón, que desencadena patologías como psoriasis, liquen plano, síndrome de Sjögren, y la asociación del interferón con ribavirina, responsables de reacciones fotoalérgicas 64.

Cabe destacar que la mayoría de las dermatosis asociadas o vinculadas a trastornos hepáticos pueden tener otras etiologías y no son exclusivas de esa enfermedad por lo cual su interpretación requiere una correlación clínico y laboratorial.

El prurito cutáneo es uno los pocos síntomas referidos por un gran número de pacientes con diagnóstico de hepatitis C, pero no podemos afirmar que es especifico de esta patología ya que esta presente en varias hepatopatías. En los pacientes con enfermedad crónica por el virus, aún cuando no existen manifestaciones hepáticas pueden evidenciarse alteraciones en el ámbito dermatológico debido a la presencia de complejos inmune circulantes formados por antígenos virales y anticuerpos que junto con complejos tienden a depositarse en los pequeños vasos sanguíneos provocando vasculitis a nivel de la piel, por lo que un examen minucioso nos pueden ayudar a sospechar la hepatitis C.

Cada vez son más las patologías dermatológicas asociadas ala infección por este virus, sin poder precisar hasta que punto esta relación es real, posible o solo anecdótica 65.

En la actualidad existen solo tres patologías dermatológicas donde está relativamente probada la asociación con la hepatitis C ellas son: crioglobulinemia mixta 66, la porfiria cutánea tarda 67 y el liquen plano 68.

Porfiria cutánea tarda

La Porfiria Cutánea Tarda es la más frecuente de las porfirias, se trata de una enfermedad hereditaria autonómica dominante, ésta enfermedad es causada por una reducción en la actividad de la enzima uroporfirinógeno descarboxilasa (URO-D), este defecto es necesario, pero no suficiente, para el desarrollo de de las manifestaciones clínicas, para ello es necesario la acción de factores exógenos como el alcohol, drogas, estrógenos, hexaclorobenceno, algunas infecciones, etc, que modulen la expresión fenotípica de las anomalías bioquímicas. En aproximadamente la mitad de los casos está desencadenada por el virus de la hepatitis C y es particularmente frecuente en pacientes con cirrosis hepática 69, 70.

Esta enfermedad clínicamente se expresa por una fragilidad cutánea con erosiones superficiales y una fotosensibilidad marcada provocada por cantidades importantes de porfi rinas, pueden verse bulas o ampollas subepidérmicas en áreas expuestas, las cuales pueden aparecer espontáneamente o ante traumatismos mínimos o tras una fotoexposición intensa; otros manifestaciones clínicas que pudieran estar presente son la hipertricosis facial, la hiperpigmentación, fotodaño y lesiones esclerodermiformes, los quistes milliun, entre otras.

Recientemente ha sido descrita la asociación de la Porfiria Cutánea Tarda con el virus de la hepatitis C. El desarrollo de técnicas para detectar anticuerpos anti VHC ha hecho posible evaluar la prevalencia de la infección por el virus en un porciento muy elevado de pacientes con diagnóstico de Porfiria Cutánea Tarda.

La hipótesis más aceptada vinculada al virus C como disparados de la Porfiria Cutánea Tarda es aquella que lo reconoce como inductor de de stress oxidativo, reduciendo a su vez el potencial redox de los hepatocitos y aumentando la posibilidad de desarrollo de la misma 71.

El uso del interferón y la ribavirina como tratamiento para la Porfiria Cutánea Tarda ha dado muy buenos resultados en un porciento considerable de pacientes, sin embargo sigue siendo la flebotomiaza el tratamiento más eficaz en esta enfermedad.

Liquen plano

El Liquen plano es un desorden mucocutáneo crónico de origen desconocido, de carácter inflamatorio conformado por pápulas muy pruriginosas, planas poligonales, de color generalmente violáceas, que a veces pueden ser vesicoampollosas; cuando toma mucosa las lesiones toman un patrón reticular, atrófico, erosivo o ampollar. El cuero cabelludo y las uñas raramente están implicados.

El liquen Plano según algunos estudios es más frecuente en pacientes afectados por el virus de la hepatitis C que en la población general 72. esta asociación se ha relacionado en forma significativa y, aunque clínicamente las lesiones mucocutáneas del liquen no difieren, sí es más frecuente que los pacientes con hepatitis C desarrollen liquen plano erosivo en las mucosas 73, aunque este asociación no puede inferirse solo de acuerdos con datos epidemiológicos 74. Por otra parte se han descrito casos de liquen plano en pacientes afectados por la infección del virus C tras la aplicación del tratamiento con interferón 75.

Otras asociaciones

Otras asociaciones de patologías dermatológicas con la infección por virus C son, urticaria crónica inmunológicas, vasculitis cutánea necrozante, Necrosis lipoídica, eritema nudoso polimorfo, eritema anular centrífugo, paniculitis de Weber Christian, entre otras. Si bien todas tienen una causa inmunológica y una incidencia relativamente baja en pacientes afectados por el virus de la hepatitis C, su asociación no esta muy bien dilucidada.

Es conveniente recordar que durante el tratamiento con interferón y ribavirina las erupciones cutáneas son bastante frecuentes tales como el prurito y la miliaria rosada. El tratamiento estándar contra el virus de la hepatitis C tiende a provocar una xerodermia de piel y mucosas lo que hace que la piel se muestre irritable y sensible, una piel seca al rascarse puede escoriarse y convertirse en una puerta de entrada para gérmenes oportunistas.

También se ha demostrado que durante el tratamiento de interferón y ribavirina, el paciente experimenta una fotosensibilidad, pueden aparecer erupciones cutáneas psoriasiformes o Psoriasis, eczemas cutáneos, alopecia, prurito, reacción local en el sitio de la inyección, ente otras, también pueden exacerbarse los cuadros dermatológicos ya establecidos como la psoriasis.

MANIFESTACIONES EN GLANDULAS SALIVARES Y OCULARES

Algunos virus como los herpéticos y los retrovirus se han relacionado con el desarrollo de la enfermedad autoinmunitaria sistémica conocida como síndrome de Sjögren ya que suelen estimular la proliferación linfoide en las glándulas salivales, ocasionando síntomas de sequedad bucal y xerostomía. La infección por el virus de la hepatitis C provoca una sialoadenitis autoinmunitaria 76 de cuadro muy parecido al que acompaña a la enfermedad de Sjögren 77. Se desconoce el enlace entre la infección por el virus y la ocurrencia del síndrome. No obstante, se describe que, dependiendo de la localización geográfica, puede ocurrir entre hasta el 75% de los individuos infectados.

Las manifestaciones oculares del virus de la hepatitis C no son muy frecuentes y consisten fundamentalmente en uveitis 78, 79. Las lesiones que provoca esta asociación se caracterizan por ser crónicas y dolorosas, comprometiendo la circunferencia de la córnea y condicionando una paulatina pérdida de la visión. El tratamiento con interferón suele propiciar la remisión de éstas lesiones.

MANIFESTACIONES DIVERSAS

En la valoración del paciente con una hepatitis C crónica en un contexto de una infección de probable compromiso sistémico, además de las manifestaciones extrahepática de mayor repercusión y más frecuentes, existen otras que pueden originarse como resultado de mecanismos inmunológicos o ser consecuencia de la invasión y replicación viral en tejidos extrahepáticos.

Como manifestaciones del virus en otros órganos, se han reportado casos aislados de neuropatía periférica 80, vasculitis nerviosas centrales 81, cardiomiopatías hipertróficas 82 y cardiomiopatía dilatada83, fibromialgia 84, fibrosis pulmonares idiomáticas 85 y alteraciones reumatológicas como la monoartritis 86 o poliartritis 87.

A pesar del elevado número de éstas, ninguna constituye una manifestación en la cual la prevalencia de la infección supere su similar en la población sin infección por el virus de la hepatitis C.

 

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