Español (pdf)
Articulo en XML
Referencias del artículo
Traducción automática
Enviar articulo por email
Citado por SciELO 
Similares en
SciELO 
Permalink
Desde 2018, la prevalencia del hambre ha aumentado significativamente a nivel mundial y en América Latina y el Caribe debido a eventos climáticos extremos, conflictos bélicos y la pandemia. La seguridad alimentaria y nutricional en la región está amenazada por estos factores y por crisis globales recientes que han incrementado los precios de los alimentos. En 2022, el hambre afectó al 9,2% de la población mundial (735 millones de personas) y al 6,5% en América Latina y el Caribe (43,2 millones de personas) 1, incluyendo al 7% en Perú (2,4 millones de personas) 2. Las dietas saludables en la región son cuatro veces más costosas que las dietas energéticamente eficientes, con un costo promedio de 3,89 USD por persona y día en 2020, frente a un promedio global de 3,54 USD, lo que resultó en que 131 millones de personas (22,5% de la población de la región) no pudieran costear una dieta saludable 1.
El bajo crecimiento macroeconómico, la alta inflación y la elevada deuda en América Latina y el Caribe limitan las inversiones públicas y agravan la desigualdad, la pobreza y el hambre, dificultando la meta de erradicar el hambre para 2030 3. Entre 2019 y 2022, la tasa de pobreza en la región aumentó del 30,4% al 32,3%, y la pobreza extrema del 11,4% al 13,1% 4. En Perú, en 2023, la pobreza monetaria afectó al 29% de la población y la pobreza extrema al 5,7% 5. Entre mayo de 2020 y junio de 2022, la inflación anual en América Latina y El Caribe alcanzó el 9,7%, la más alta desde 2005 3, con una inflación de alimentos del 12,7% en marzo de 2022, superando el promedio mundial 1. Esta inflación afecta principalmente a la población de ingresos más bajos, aumentando la inseguridad alimentaria y el riesgo de hambre y malnutrición. Sin medidas de protección social, la inflación de alimentos podría incrementar la pobreza en la región en más del 2,4% 6.
Los eventos climáticos extremos y los cambios en la estacionalidad están deteriorando el sistema alimentario, aumentando los precios y exacerbando la vulnerabilidad de ciertos grupos. La competencia por recursos naturales limitados provoca degradación y escasez, afectando negativamente los medios de vida y la seguridad alimentaria. Hay poco margen para expandir tierras agrícolas para satisfacer la demanda futura de alimentos. Se proyecta un aumento del 20% en la demanda de alimentos en los próximos 15 años, requiriendo un incremento del 70% en la producción agrícola 7.
En resumen, la combinación de factores económicos, climáticos y sociales está amenazando la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina, el Caribe y Perú, subrayando la urgencia de invertir en esta área para mitigar sus efectos.
¿En qué invertir y cuánto cuesta eliminar el hambre?
Centrar los recursos en garantizar la seguridad alimentaria y nutricional es crucial para abordar la pobreza, mitigar el impacto del cambio climático y promover el desarrollo sostenible. Un estudio de la FAO, IFAD y PMA 8 destaca que, para erradicar el hambre mundial, que afectará a 650 millones de personas en 2030, se necesitan $265 mil millones adicionales anuales, con $198 mil millones destinados a reducir la pobreza, especialmente en zonas rurales. Las organizaciones recomiendan una combinación estratégica de inversiones públicas en protección social y aumentos en la productividad e ingresos agrícolas. Para América Latina y el Caribe, se requieren $8 mil millones anuales adicionales, distribuidos en $6 mil millones para infraestructura rural y agricultura, y $2 mil millones para programas de protección social.
Aunque estas inversiones son costosas, su importancia es innegable, ya que el costo de la inacción es aún mayor. En esta edición de la revista Anales de la Facultad se presentan estimaciones de los costos anuales necesarios para implementar intervenciones efectivas que pueden erradicar el hambre a nivel mundial y en Perú, basadas en revisiones de la evidencia disponible. En el artículo se seleccionaron 10 intervenciones efectivas de los estudios revisados y que pueden ser implementadas en Perú, agrupadas en cuatro áreas clave: transformación de sistemas alimentarios, resiliencia climática, protección social e infraestructura rural. Según ello, se requiere una inversión anual de $393,3 millones para sacar del hambre a 2,4 millones de personas en Perú.
¿Por qué y en qué invertir en sistemas alimentarios?
Para erradicar el hambre, es crucial establecer un sistema alimentario que asegure acceso universal a alimentos, aumente ingresos para los desfavorecidos y promueva la gestión sostenible de recursos naturales. Es fundamental invertir en el sector agrícola, especialmente en la agricultura familiar, cadenas de valor, investigación y extensión agrícola, y apoyar a las PYMEs con mejor conectividad y apoyo financiero para transformar los sistemas alimentarios. Invertir en agricultura es tres veces más efectivo en aliviar la pobreza en países que dependen del sector agrícola, potenciando ingresos de comunidades vulnerables hasta cuatro veces más que otros sectores 7,9.
¿Por qué y en qué invertir en resiliencia climática?
El cambio climático junto con la escasez de recursos podría reducir los rendimientos de los cultivos hasta en un 15% a 20% si las temperaturas superan los 2°C 7. Esto presenta un desafío considerable para los pequeños productores. Los eventos climáticos extremos afectan la producción y disponibilidad de alimentos, elevan los precios y restringen el acceso, además de deteriorar infraestructuras clave, impactar la calidad del agua y la salud pública. Es urgente invertir en prácticas resilientes como la gestión eficiente de recursos, prevención de la erosión del suelo, conservación, agroforestería y desarrollo de cultivos resistentes al clima. La intensificación sostenible, la agricultura climáticamente inteligente y la mecanización agrícola son esenciales para aumentar la producción sin expandir la superficie cultivada y conservar los ecosistemas. También es crucial reducir el desperdicio de alimentos, mejorar la gestión postcosecha y facilitar el acceso a mercados para fortalecer la resiliencia climática.
¿Por qué y en qué invertir en protección social?
La protección social se ha consolidado como una estrategia eficaz para combatir el ciclo de pobreza y hambre 10. Los programas de protección social en América Latina y El Caribe, incluyendo transferencias monetarias condicionadas y no condicionadas, cupones alimentarios y programas de alimentación escolar, han probado su eficacia al incrementar el consumo alimenticio, la ingesta calórica y la diversidad dietética de los hogares beneficiarios 11, aumentando la ingesta calórica en un 7% y el consumo de alimentos en un 13% 12.
¿Por qué y en qué invertir en infraestructura rural?
La inversión en desarrollo rural y agricultura es imprescindible para combatir la pobreza, reducir la desigualdad y garantizar la seguridad alimentaria, respaldada por evidencias científicas y experiencias globales 13. Establecer infraestructura esencial como sistemas de almacenamiento, energía renovable descentralizada, carreteras rurales y sistemas de riego es vital para aumentar la producción de alimentos y mejorar los ingresos de las familias rurales, reforzando su lucha contra el hambre 14. Sin embargo, en América Latina y el Caribe, el 40% de la población carece de acceso cercano a carreteras pavimentadas 15, y solo el 43% de la población rural tiene servicios de conexión a Internet 16.
¿Cómo pasar de la evidencia a la acción para alcanzar la meta de Hambre Cero en el Perú?
La notable reducción de la desnutrición crónica infantil en Perú, que se redujo a la mitad en un periodo de ocho años hasta 2015, se atribuye a una combinación de factores, incluyendo mejoras económicas, reducción de la pobreza y una alianza multiactor que promovió políticas de Estado efectivas. Este éxito se logró mediante la implementación de un sistema de presupuesto por resultados, que financió intervenciones basadas en evidencia, junto con la mejora de los programas de protección social, el aseguramiento público en salud y una mayor inversión en salud y educación. Esta experiencia exitosa puede servir como modelo para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional en el país.
En primer lugar, es fundamental situar el problema del hambre como una prioridad nacional en la agenda pública. Para ello, se debe mejorar la gobernanza multisectorial mediante la creación de un ministerio encargado de la rectoría multisectorial, actualizar la política de seguridad alimentaria y nutricional, y garantizar su financiamiento a través de programas de presupuesto por resultados que respalden intervenciones efectivas.
Para enfrentar los desafíos de la seguridad alimentaria y optimizar la inversión pública, es esencial establecer marcos institucionales con capacidades legales, operativas y financieras adecuadas, que faciliten el diálogo y el diseño de estrategias conjuntas mediante una gobernanza multisectorial. Un marco institucional robusto permite diseñar, implementar y evaluar políticas públicas, distribuyendo estratégicamente recursos hacia áreas prioritarias como sistemas alimentarios, agricultura, protección social y desarrollo de infraestructura rural. La inversión en seguridad alimentaria requiere una coordinación efectiva de políticas multisectoriales, especialmente en zonas rurales con altos costos de implementación y dispersión geográfica.
Dada la escasez de recursos fiscales, es vital adoptar soluciones de bajo costo y alta eficiencia que fortalezcan las capacidades institucionales y mejoren la gestión del gasto público. Una gestión efectiva y transparente del presupuesto nacional es clave para alcanzar la meta Hambre Cero en 2030.
