Introducción
La categorización social es un proceso básico de la cognición social que, a su vez, representa un capítulo esencial de la psicología social cognitiva (Prati et al., 2021). La cognición social se refiere tanto a la manera de percibir y representar la realidad social (objetos sociales), como a la construcción colectiva de esa realidad en el marco de la interacción social (Bocanegra Vergara, 2017). Sin duda, fue el constructivismo social (Berger y Luckmann, Gergen) la corriente sociológica que puso el acento en esta función constructora de la intersubjetividad.
La categorización social es el proceso primordial de toda cognición social, ya que alude a las categorías cognitivas a través de las cuales se percibe la realidad social. En efecto, la realidad se percibe mediante categorías clasificatorias que permiten ordenar y sistematizar los objetos del mundo en una suerte de reducción fenomenológica. En rigor, la categorización de la realidad abarca tanto objetos sociales como objetos del mundo físico; por ejemplo, llamar ave a todo animal que vuela, o vehículo a todo transporte de personas, remite a un uso cultural determi nado, como así lo sugieren las investigaciones de Vivas et al. (2020, 2021) sobre semántica social de conceptos. Con todo, la categorización referida específica mente a personas tiene una importancia teórica fundamental. En efecto, desde los estudios fundantes de Turner y Tajfel, la percepción de las personas pasó a ser un capítulo central de la psicología social cognitiva. Las personas suelen ser categorizadas a través de diversos descriptores: la edad, el sexo, el estatus social, la nacionalidad, la ocupación, entre otros. La importancia de tales asignaciones categoriales reside en que definen identidades, que no son so lamente individuales. La teoría de Tajfel-Turner (Hogg, 2016; Tajfel y Turner, 1989), retomada luego por Doise (1991) deja en claro que las asignaciones categoriales no son meros etiquetamientos inocuos, sino que definen pertenencias e identidades de grupo (Trepte & Loy, 2017). Pero no se trata solo de un proceso unidireccional; tan to la identidad de los otros, como la propia, se construye en un proceso interactivo entre la percepción que yo tengo de los demás y la percepción que los demás tienen de mí. Así, tanto mi propia identidad, como la que otorgo a los otros, resulta del intercambio social. Esto me permite tener conciencia de lo que soy y de lo que no soy, a partir de reconocer y diferenciar mis pertenencias grupales (endogrupos) de las pertenencias ajenas (exogrupos) (Kawakami et al., 2021).
De todas las categorizaciones que las personas hacen de los demás, la edad y el sexo son las más usuales (Roselli, 2018), aunque las asignaciones psicológicas (personalidad) y sociológicas (vestimenta, ocupación, estatus social) son también importantes. Precisamente, la presente investigación apunta a replicar dichos ha llazgos (registrados en población joven), extendiendo la indagación a muestras de otras edades (adultos y mayores). La idea teórica fundante es que la edad de los participantes es una variable fundamental a la hora de testear coincidencias y disidencias en la categorización de personas, sobre todo tratándose de personas de diferente edad. Estudios previos (Roselli, 2015, 2016) sugieren que los grupos etarios definen diferencias significativas en cuanto a la caracterización de perso nas de diferente edad. Resulta teóricamente plausible esperar que la diferencia que tienen los distintos grupos etarios para caracterizar a las personas se manifieste, sobre todo, en relación a personas de diferente edad. En otras palabras, es espera-ble que las pertenencias etarias determinen formas específicas de categorización de las personas para cada momento del ciclo vital (Rhodes & Baron, 2019). Esta es la razón por la cual se analizan los procesos de categorización en relación a personas de diferentes edades, básicamente a través de fotos de los rostros. El ros tro es la vía de acceso privilegiada para categorizar a las personas. La percepción del rostro es un fenómeno psicosocial, por cuanto implica la inferencia de rasgos psicológicos y sociales (Ito, 2011; Moya y Martínez, 2015). Por ello, en la presente investigación, la categorización de las personas se realiza a partir de la exhibición de diversos rostros, correspondiendo estos a edades distintas. En términos meto-dológicos, puede decirse que los distintos grupos etarios examinados constituyen la variable independiente, las fotos de personas de diferente edad la variable inter-viniente, y las categorías descriptivas la variable dependiente.
La investigación se propone comparar el uso que distintos grupos etarios (jóvenes, adultos y adultos-mayores) hacen de diversos descriptores: edad, sexo, características sociológicas (básicamente nivel social u ocupación), psicológicas (expresión de alegría o seriedad) y situacionales (comportamiento o actividad), a la hora de describir fotos de personas de diferentes edades (niña, joven, adulto, anciana). Particularmente, interesa indagar el peso otorgado a la edad en relación a otros descriptores. El objetivo es identificar coincidencias y diferencias entre los tres grupos etarios en lo que hace a las categorías descriptivas empleadas en cada foto. En otras palabras, se busca analizar coincidencias y diferencias de cada gru po etario en relación a cada foto (análisis intragrupo), y coincidencias y diferencias entre los tres grupos etarios (análisis intergrupos).
Método
Participantes
Las muestras fueron de 114 jóvenes, 134 adultos y 102 adultos-mayores, de nivel socio-educativo medio, de la ciudad de Buenos Aires. La colaboración aseguró el anonimato y el consentimiento voluntario. El acceso a la muestra de jóvenes (es tudiantes universitarios entre 18-25 años de una misma universidad privada) fue directo; el de las muestras de adultos (40-55 años) y adultos-mayores (65-85 años) fue indirecto, a través de la mediación de otros estudiantes-colaboradores, que de bían administrar el instrumento a una persona adulta o adulta-mayor de su entorno familiar. Este procedimiento aseguró la estabilidad socio-educativa (nivel medio y medio-alto) de todos los participantes. En cuanto a las diferencias de tamaño muestral (no significativas), se optó por conservarlas para no sacrificar la riqueza del material, por supuesto apelando a medidas de proporcionalidad (porcentajes) en el análisis.
Instrumento
Consistió en cuatro fotos de personas individuales: una niña, un adulto, un joven y una anciana, en ese orden. Se intercalaron dos fotos grupales distractoras para evitar que quedara evidente que las fotos individuales implicaban edades distintas. Además de la edad, las fotos (individuales y grupales) variaban en cuanto al sexo, el estado de ánimo-actitud (variable psicológica), la apariencia-rol social (variable sociológica), rasgos-características físicas, y situación-comportamiento.
La confiabilidad del instrumento fue testeada a través de un procedimien to de test-retest aplicado a submuestras reducidas (20 casos de cada muestra de grupo etario), con una diferencia de cuatro semanas. El test estadístico de Kuder-Richardson, especialmente apto para medir la estabilidad del instrumento en va riables categoriales, otorgó un índice de confiabilidad alto (0,81).
Procedimiento
La administración fue presencial e individual en todos los casos. Los participantes debían describir (decir libremente lo que veían) cada una de las fotos que les eran presentadas consecutivamente en un formulario impreso. Debajo de cada foto, el participante (o, en su defecto, el administrador) debía escribir la respuesta. No había un tiempo asignado.
Análisis de los datos
Las respuestas de los participantes fueron categorizadas sobre la base de un sistema de categorías reductivas unificado, que permitió una clasificación sistemática del material. La inclusión de las respuestas dentro de este sistema categorial se hizo con un procedimiento interjueces (dos) para asegurar el control intersubjetivo. El coe ficiente kappa, aplicado para medir dicha congruencia, otorgó valores altos (0,84).
El análisis tiene dos fases. La primera es un análisis interfotos al interior de cada grupo etario, lo cual implica una lectura independiente de cada tabla etaria en dos direcciones: por columna (lectura interdescriptores al interior de cada foto) y por fila (lectura interfotos de cada descriptor). La segunda fase implica una comparabilidad entre los tres grupos etarios (análisis intergrupos etarios), lo cual remite a una lectura integrada de las tres tablas etarias.
Resultados
Las tablas 1, 2 y 3 presentan los valores de las categorías descriptivas empleadas por los tres grupos etarios para cada una de las fotos, es decir, las frecuencias de uso de tales categorías. Además de los valores absolutos, se incluyen los valores relativos (porcentajes), por filas y columnas, para facilitar la comparabilidad. La lectura de los resultados apunta a detectar tanto tendencias descriptivas, como diferencias estadísticamente significativas cuando estas diferencias lo ameritan, y en este caso se recurre a la prueba de chi-cuadrado, apta para variables nominales en muestras independientes. La aplicación de esta prueba estadística se limita a los primeros dos descriptores mencionados en cada foto, ya que los mencionados en tercer y cuarto lugar registraron una baja frecuencia (menos del 40% de los participantes proporcionaron más de dos respuestas para cada foto).
A los fines de facilitar la comparabilidad inter-grupos etarios, la tabla 4 pre senta los valores relativizados de los descriptores de tres de las cuatro fotos en función del respectivo tamaño muestral (114, 134 y 102). Se incluyen solo tres fotos por ser las que registran las mayores diferencias, tanto al interior de cada grupo etario, como en la comparación intergrupos. Además, porque las tres fotos se corresponden con los tres grupos etarios comparados, lo que permite la identi ficación con su propio grupo etario (endogrupo) y la diferenciación o contraidentificación con los grupos etarios no-propios (exogrupos).
Es importante señalar que es difícil separar sexo de edad, ya que normalmen te el sexo no se utiliza como categoría autónoma (varón, mujer) para identificar una persona; en general se emplean categorías mixtas sexo-edad: niña-o, nene-a, chico-a, muchacho-a, señor-a, anciano-a. Solo cuando se hace referencia a los años de vida de una persona se puede hablar de una categoría pura de edad (per sona joven, persona mayor), al igual que cuando se emplean palabras afectuosas que son exclusivas de un particular grupo etario (por ejemplo; “viejita” o “abuelo”, con un matiz afectuoso).
De acuerdo con el sistema categorial elaborado para codificar las respuestas (cfr. lo expresado en el apartado de metodología), el descriptor actitud psicológica alude al estado de ánimo: serio-sonriente, alegre, preocupado, pensativo. La catego ría situación-acción hace referencia a posibles acciones que realiza o situaciones en las que se encuentra una persona. El rol profesional-ocupación es una categoría emi nentemente sociológica: estudiante, actor, persona importante. Vestimenta incluye accesorios (anteojos, aros). Característica objetiva-rasgo físico incluye la mención a elementos objetivos de las fotos y rasgos físicos de los personajes. Familia incluye menciones relativas a la inserción de las personas en contextos familiares.
En general, sexo-edad, actitud psicológica, edad y situación-acción son las categorías más populares, aunque hay variaciones importantes según las fotos al interior de cada grupo etario (intragrupo) y entre los tres grupos (intergrupos).
En los jóvenes, sexo-edad tiene valores altos en foto-niña, valores medios en foto-joven y foto-adulto, y valores mucho más bajos en foto-anciana (chi* p=0,02). Casi lo opuesto ocurre con edad, que registra valores significativamente más altos en foto-anciana (chi* p<0,05). Actitud psicológica tiene valores altos en todas las fotos, aunque más bajos en foto-joven. A su vez, profesión-ocupación y vestimen ta-accesorio son importantes en foto-joven y foto-adulto, pero no en foto-niña y foto-anciana. Situación-acción tiene valores medios en todas las fotos.
En los adultos, sexo-edad tiene valores decrecientes entre las cuatro fotos y crecientes en cuanto a edad (excepto foto-adulto). Actitud psicológica tiene valores altos en general, aunque menores en foto-joven. Profesión-ocupación y vestimen ta-accesorio son especialmente importantes en las dos fotos de edad intermedia, pero no en las fotos extremas. Situación-acción registra valores medios en todas las fotos, aunque algo menores en foto-adulto y foto-anciana.
En los adultos-mayores, sexo-edad predomina en foto-niña, siguiendo una tendencia decreciente (Chi* p=0,01 entre foto-niña y foto-anciana). Edad tiene va lores bastante más altos en foto-anciana respecto de las restantes (chi* p=0,03 en tre foto-anciana y foto-niña), aunque los de foto-joven también registran frecuen cias a señalar. Actitud psicológica es la categoría más mencionada, con presencia importante en todas las fotos. Profesión-ocupación registra valores de cierta en vergadura solo en foto-joven y foto-adulto. Vestimenta-accesorio recibe algunas menciones solo en foto-joven y foto-adulto. Situación-acción recibe menciones medias en todas las fotos.
El análisis comparativo entre los tres grupos etarios (intergrupos) muestra coincidencias y disidencias. En general, hay coincidencia en que las fotos de los extremos generacionales difieren sustancialmente de las fotos de las edades me dias. Así, sexo-edad predomina para todos en foto-niña y edad en foto-anciana, es decir, hay una relación inversa entre estas dos fotos; también hay coincidencia en otorgar cierta importancia a edad a foto-joven, lo cual habla de un énfasis de la edad tanto en foto-anciana, como en foto-joven.
También hay coincidencias entre los tres grupos etarios en cuanto a la notable importancia de profesión-ocupación (y en menor medida de prenda + vestimenta) en foto-joven y foto-adulto, no así en las otras fotos.
Pero hay disidencias en intergrupos etarios que deben señalarse, sobre todo de los adultos-mayores respecto de los otros grupos. Sexo-edad, edad y situación + acción tienen en esta menos importancia a la hora de describir a las personas. Más específicamente, mientras que sexo-edad tiene en el grupo de mayores va lores parejos en las fotos de joven, adulto y anciana, en el grupo de jóvenes y de adultos esta categoría disminuye notablemente en la foto de anciana (chi* p<0,05). Con edad ocurre lo contrario: las referencias a edad en foto-anciana aumentan significativamente en estos dos grupos (chi* p<0,05). En otras palabras, la rela ción inversa señalada entre sexo-edad y edad se hace más evidente en los grupos de jóvenes y adultos respecto de foto-anciana, pero es menos pronunciada en el grupo de adultos-mayores. Esto significa que, comparativamente con los otros grupos, para los mayores el sexo importa más en la caracterización del propio grupo, y la edad menos. A su vez, los adultos-mayores asocian a la foto-anciana con familia en una proporción significativamente más baja que los jóvenes y los adultos. Los jóvenes y adultos apelan a situación-acción, en todas las fotos, más que los adultos-mayores. En cuanto a vestimenta-accesorio, si bien los tres grupos etarios coinciden en registros más altos en foto-joven y foto-adulto (y mínimos en las fotos de los extremos etarios), en general, los jóvenes son más proclives a recurrir a este descriptor y los adultos- mayores menos. Dentro de la relativa baja frecuencia de característica objetiva-rasgo físico en los tres grupos etarios, esta es más pronunciada en los mayores.
Discusión/Conclusiones
El análisis interfotos al interior de cada grupo etario muestra que el sexo-edad, la edad y la actitud psicológica son los descriptores más importantes a la hora de categorizar a las personas. Lo que varía entre las fotos de las distintas edades es la relación recíproca existente entre sexo-edad y edad. Esto se ve con toda claridad en la comparación entre las fotos de los extremos generacionales. Allí se observa que la relación entre sexo-edad y edad es claramente inversa, lo que significa que el sexo importa más como descriptor en la foto-niña que en la foto-anciana, y viceversa. En otras palabras, la edad gana prioridad respecto del sexo a la hora de percibir a las personas conforme se avanza en el ciclo de vida. En esto hay coincidencia con los datos de la investigación de Roselli (2018), limitada solo al segmento etario de los jóvenes.
También la comparación entre las fotos de los extremos etarios y las de las edades intermedias permite sacar conclusiones interesantes. En este sentido, co rresponde destacar el mayor peso que los descriptores sociológicos (profesión-ocupación) tienen en las fotos de joven y adulto. Se diría que la inserción social importa, sobre todo, en relación a los jóvenes y los adultos, pero no en relación a los niños y ancianos. También en esto hay coincidencia con otras investigaciones (Roselli, 2015; Vivas et al., 2020). Esto se puede relacionar con la importancia que se otorga en los segmentos etarios intermedios a vestimenta-accesorio, que también habla de una visualización de la inserción social, es decir, de la persona como actor social.
Con todo, las conclusiones más relevantes se desprenden del análisis inter-grupos-etarios. Allí se observan significativas diferencias entre los tres segmen tos etarios, en especial de los adultos-mayores respecto de los demás. Ya se hizo referencia a que en los adultos- mayores sexo-edad tiene, respecto de los otros grupos etarios, más importancia en la caracterización del propio grupo (foto-an ciana), y la edad tiene menos relevancia. Para los jóvenes y adultos, los adultos-mayores tienden a ser percibidos no tanto por el género, sino por su condición etaria. También los jóvenes y adultos apelan más a la situación-acción, es decir, a una interpretación de las posibles acciones que realizan o situaciones en que se hallan las personas, lo que puede considerarse como otro indicador (además de profesión-ocupación) de una mayor visualización de la inserción social. A su vez, hay que destacar la menor alusión que hacen los adultos-mayores, en relación a los otros grupos, al descriptor familia en foto-anciana. Esto es consonante con otros estudios (Roselli, 2016) que constatan la negación que hacen los adultos-mayores de una inserción o rol social (abuelo/a) que es más asignado por los otros que asu mido como propio; podría decirse que hay una suerte de “naturalización” asignada que vincula a los mayores con el entorno familiar, y sobre todo con los nietos. Otra curiosa “naturalización”, aunque de otra índole y en este caso compartida por todos los grupos etarios (aunque estos datos no aparecen discriminados en las tablas), es no percibir los anteojos de la foto-anciana y sí explicitarlo en el caso de la foto-joven, cuando en realidad ambas personas lo tienen. Las diferencias señaladas remiten, en última instancia, a dos distintos sistemas perceptuales de personas: el de los jóvenes y el de los adultos-mayores, situándose el de los adultos en una posición intermedia, oscilando entre ambos.
La importancia de estos hallazgos radica en que permiten aclarar ciertos as pectos de la categorización social de las personas, proceso que está en la base de la interacción social intergeneracional. Entender este proceso implica poder com prender mejor el vínculo entre generaciones y las dificultades comunicacionales originadas en estructuras perceptuales distintas.
Una cuestión teórica que cabe plantear es la del alcance de los resultados obtenidos en términos de generalización. Si bien los datos recogidos son de la ciu dad de Buenos Aires, la índole de la problemática abordada (la categorización de personas concierne a una psicología general de procesos básicos) permite otorgar a las conclusiones una validez más extendida, por lo menos dentro de poblaciones culturalmente próximas. De todos modos, es recomendable ser cautelosos en esta materia, tanto respecto al instrumento como al sistema de categorías empleado.
Entre las limitaciones del estudio, hay que señalar las diferencias en el tama ño de las tres muestras que, si bien no son importantes, obligaron a una comparabilidad de los datos basados en valores de proporcionalidad (porcentajes). Ya se dijo que se prefirió esta opción al descarte de casos para igualar el tamaño muestral.
Quizás la limitación más importante tiene que ver con la selección de las fo tos utilizadas, en lo que hace a la dificultad del balanceo sistemático de las varia bles involucradas (solo se utilizaron cuatro fotos). Aunque se realizó un balance de las variables más importantes (sexo, edad, actitud psicológica, apariencia social), no se puede desechar completamente la posibilidad de sesgos. Sin embargo, se estima que los tamaños muestrales son lo suficientemente grandes para controlar eventuales sesgos.
Finalmente, hay una limitación que es intrínseca al dispositivo instrumental utilizado: fotos de personas individuales en situación estática. Pero todo dispositi vo implica opciones y recortes metodológicos.
En futuros estudios, sería deseable extender el abordaje de la categorización social de personas a poblaciones de otros contextos sociales, y no solamente diri gidos a una comparabilidad etaria.