Introducción
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021), la adolescencia es un periodo que cronológicamente comprende entre los 10 y 19 años. Sin embargo, este periodo no está exento de problemas a nivel psicosocial. La aparición de conductas delictivas durante este periodo no es menospreciable, siendo tipificadas como parte y producto de la sociedad en la que ocurren (Thompson y Bynum, 2016).
Beaudry et al. (2020) recientemente han subrayado la estrecha relación que hay entre la conducta criminal y los trastornos mentales de adolescentes que están en conflicto con la ley. Esto también ya se venía precisando desde hace más de una década, donde se observaba que en ocasiones los jóvenes detenidos, tanto hombres como mujeres, mostraban trastornos mentales (Fazel et al., 2008). De esto, también se destaca la importancia de la detección de problemáticas clínicas para su posterior abordaje (Beaudry et al., 2020). Justamente, la falta de detección es lo que impide el tratamiento oportuno de las enfermedades mentales (Gottfried y Christopher, 2017).
La evaluación de sintomatología clínica privilegia el uso de la entrevista; sin embargo, no se descarta la utilidad de los instrumentos en modalidad de autorreporte (Stuart et al., 2014). Al respecto, en cuestiones de sintomatología clínica, en general, se debe destacar la relevancia de entrevistas semi estructuradas como el Kiddie Schedule for Affective Disorders and Schizophrenia (K-SADS-PL; Kauf-man et al., 1997), del Mini International Neuropsychiatric Interview for Children and Adolescent (MINI-KID; Sheehan et al., 2010) y, en cuestiones de psicopatía, el Psychopathy Checklist: Youth Versión (PCL:YV; Forth et al., 2003). Sin embar go, como menciona Baldwin (2000), el uso de los instrumentos de autorreporte también son de gran utilidad, ya que, al igual que cualquier otro instrumento de recolección de datos, presenta ventajas y desventajas.
Ante lo expuesto, se planteó como objetivo realizar una revisión sistemática de los instrumentos de autorreporte que evalúen sintomatología asociada a trastornos mentales en adolescentes en conflicto con la ley entre los años 2015 y 2021.
Método
Tipo y Diseño
El tipo de investigación fue básico, ya que procuró recopilar información sobre la problemática de estudio (Ñaupas et al., 2018). Además, se siguió el diseño teórico, ya que se organizó y sistematizó el proceso de revisión de estudios previos (Ato et al., 2013).
Participantes
La búsqueda inicial permitió identificar un total de 1065 documentos en las bases de datos Scopus, Web of Science, PubMed y SciElo, pero luego de las diversas etapas de filtrado, solo 30 artículos científicos cumplieron con todos los parámetros de la investigación.
Criterios de selección
En cuanto a los criterios de inclusión de los artículos, se requirió lo siguiente: a) los participantes debían ser adolescentes entre 10 y 19 años, b) los participantes debían tener probado conflicto con la ley, c) se debía haber utilizado como mínimo un instrumento de evaluación de por lo menos una sintomatología clínica de algún trastorno, d) el instrumento es susceptible de ser usado en la modalidad de autorreporte. Los criterios de exclusión fueron: a) estudios enfocados en la valoración de las propiedades psicométricas de los instrumentos y b) estudios sin datos empíricos.
Instrumentos
Se utilizaron las opciones de búsqueda y filtrado de las cuatro bases de datos seleccionadas para la investigación. Tomando en cuenta las sugerencias de Stapleton et al. (2020), fue necesario realizar la identificación y combinación de descriptores de investigación, además de utilizar operadores booleanos para orientar la búsqueda.
Procedimiento
La búsqueda y selección de los artículos se ajustaron a las directrices de PRISMA (Page et al., 2021). Se consultaron las bases de datos Scopus, Web of Science, PubMed y SciElo. Se utilizaron descriptores en tres idiomas, inglés, español y portugués. En inglés, los descriptores fueron criminal, mental illness, adolescente instrument. Cada uno de ellos se acompañó de variaciones y se usó el * como comodín. Las variaciones del primer descriptor fueron criminal*, felon*, delinquen*, lawbreaking, offen*, detain*, prison* y judicial*. En el segundo, "mental illness*" y disorder*. En el tercero, adolescen*, teen*, yout*, youn*, juven* y minor*. En el cuarto, instrument*, scale*, inventor* y questionnair*. En español, los descriptores fueron criminal, enfermedad mental, adolescente e instrumento. Las variaciones fueron criminal*, delincuen*, infrac*, deten*, prision* y judicial* para el primer descriptor. Para el segundo, "enfermedad* mental*" y trastorno*. Para el tercero, adolescen*, puber* y joven*. Instrumento*, escala*, inventario* y cuestionario* fueron usados para el cuarto descriptor. En cuanto al portugués, los descriptores usados fueron criminal, doença mental, adolescente e instrumento. Las variaciones del primer descriptor fueron criminal*, delit*, delinquên*, infrator*, conflito*, detido*, prision* y judicial*. De segundo, "doença* ment*" y transtorno*. Del tercero, adolescen*, juven*, jove*, rapaz* y puber*. Del cuarto, instrumento*, questionário*, escala* e inventário*. En todos los casos, se usaron operadores booleanos OR entre las variaciones y AND entre los descriptores.
El proceso de búsqueda se ajustó a artículos publicados entre el año 2015 y el 2021. Los descriptores podían encontrarse en el título, resumen y palabras claves (excepto PubMed, cuya búsqueda fue ligada solo al título y resumen y SciElo solo a resumen). Posterior al rango de años, de forma sucesiva se continuó con el filtrado de documentos de acceso abierto, artículos de revistas científicas y el idioma inglés, español y portugués.
Inicialmente, la búsqueda permitió hallar un registro de 1065 documentos. Luego, se excluyó aquellos registros duplicados, quedando 813. Dos de los autores, de manera independiente, se encargaron de examinar los títulos de estos registros. Su propósito fue seleccionar los artículos que, con la información del título, cumplieran los criterios de selección. Dicha actividad dio como resulta do 370 artículos. Seguidamente, se examinaron los resúmenes y se descartaron aquellos que no cumplieron los criterios de selección establecidos, obteniéndose un total de 106 artículos. Estos artículos fueron revisados a texto completo, también de manera independiente por dos de los autores. Se tomaron en cuenta las recomendaciones de González et al. (2011) en este proceso, con el fin de aumentar la fiabilidad y la seguridad del proceso, llegando a un 94 % de acuerdo. Se analizaron y debatieron las discrepancias, seleccionándose finalmente 30 artículos (figura 1).
Resultados
Con base en el procedimiento descrito en el apartado anterior, finalmente, se seleccionaron 30 artículos (Tabla 1). De ellos, 16 evaluaron exclusivamente a adolescentes varones y 14 fueron de naturaleza mixta. En cuanto a la procedencia de los estudios, en Estados Unidos se desarrollaron 13, y fue marcada la diferencia con la frecuencia de 2 de estudios que se llevaron a cabo en Brasil, Inglaterra y Corea del Sur. Las otras investigaciones fueron de Alemania, Canadá, China, Escocia, Italia, Malasia, Países Bajos, Rusia, Taiwán y Turquía.
A continuación, se describe los diversos instrumentos más frecuentemente utilizados en la mensura de diferentes sintomatologías.
En cuanto a síntomas en general, el Youth Self Report (YSR; Achenbach, 1991) fue el instrumento utilizado en 7 de los artículos (Koposov et al., 2021; Vitopoulos et al., 2019; Loyd et al, 2019; Lansing et al., 2018; Choi et al., 2017; Aghajani et al., 2016 y Margari, et al., 2015). Este instrumento consta de 122 ítems y está estructurado en dos partes. La primera incluye 10 preguntas, 7 semiestruc-turadas y 3 abiertas, las cuales evalúan las habilidades sociales. La segunda tiene 112 ítems de opción múltiple, 16 están orientadas a la evaluación de la frecuencia de conductas adaptativas o prosociales, mientras que las demás se ciñen a evaluar varios aspectos problemáticos, como problemas de pensamiento, quejas somáticas, ansiedad, depresión, agresividad, conducta delictiva, problemas de atención, problemas sociales y retraimiento social. Este instrumento fue desarrollado por Achenbach (1991) y está dirigido a niños y adolescentes entre 11 y 18 años. A nivel psicométrico, los valores de consistencia interna que se reportaron giraron entre .90 y .91 entre las sintomatologías internalizantes y externalizantes (Loyd et al., 2019 y Vitopoulos et al., 2019).
La sintomatología asociada al trastorno antisocial fue también abordada principalmente con cuatro instrumentos.
En primer lugar, el Youth Psychopathic Trait Inventory (YPI; Andershed et al., 2002) fue utilizado en cuatro artículos (Miron et al., 2020; Lansing et al., 2018; Kahn et al., 2016 y Aghajani et al., 2016). El YPI es un instrumento diseñado para evaluar los rasgos de personalidad psicopática en adolescentes y jóvenes de 12 años en adelante. La versión original consta de 50 ítems (Andershed et al., 2002). Los rasgos de personalidad que evalúa son 10 (grandiosidad, mentira, manipulación, insensibilidad, falta de emoción, impulsividad, irresponsabilidad, encanto deshonesto, falta de remordimiento y búsqueda de emociones), pero es común que sea trabajada con base en tres factores de orden superior: insensible - no emocio nal, grandioso - manipulador e impulsivo - irresponsable. El análisis psicométrico reportado indica que los factores de orden superior tenían valores de consistencia interna entre .73 y .93, mientras que la escala total estaba entre .94 y .95 (Miron et al., 2020; Lansing et al., 2018 y Kahn et al., 2016).
En tres artículos (Simmons et al., 2020; Kimonis et al., 2017 y Kahn et al., 2016) se priorizó el uso del Inventory of Callous-Unemotional Traits (ICU; Frick, 2004). Este instrumento tiene una versión de autoinforme que consta de 24 ítems. Está orientado a la evaluación de los rasgos callosos no emocionales, los cuales caracterizan de forma particular a un subgrupo de jóvenes con rasgos antisociales. Está compuesto por tres subescalas: ausencia de emociones, indiferencia e insen sibilidad (Frick, 2004). Los datos psicométricos informados indican que la consistencia interna del puntaje total gira entre .75 y .89 (Simmons et al., 2020; Kimonis et al., 2017 y Kahn et al., 2016).
Relacionado a los rasgos antisociales, se destacó la evaluación de dos instrumentos, el Strengths & Difficulties questionnaire (SDQ; Goodman et al., 1998) y el Self-Report of Offending ([SRO] Huizinga et al., 1991). El SDQ fue utilizado en tres artículos (Winstanley et al., 2019; Moran et al., 2017 y Pessoa e Silva et al., 2015). Este instrumento, en su versión para adolescentes de 11 a 16 años, tiene 25 ítems y evalúa síntomas emocionales, conducta prosocial, hiperactividad e inatención, problemas en la relación con los pares y problemas de conducta. Por otro lado, el SRO es un instrumento encontrado en tres artículos (Simmons et al., 2020; Kelly et al., 2019 y Feldstein et al., 2015) y está dirigido a la evaluación del involucramiento de los adolescentes en actividades ilegales. Está constituido por 24 ítems. En los artículos revisados, no se reportan valores directos de confiabi-lidad y validez, pero se citan estudios donde se ha encontrado buenos índices que reportan la pertinencia de su uso.
Otro aspecto relevante que fue evaluado en los artículos fue las experiencias traumáticas acaecidas en la vida de los participantes. Aquí, resaltan el Childhood Trauma Questionnaire (CTQ; Bernstein et al., 2003) y el UCLA Post-Traumatic Stress Disorder Reaction Index (PTSD-RI; Rodriguez et al., 1999). El CTQ evalúa las experiencias de negligencia y abuso durante la infancia. Aquí se incluyen dimensiones como el abuso sexual, físico y emocional, además de negligencia física y emocional asociadas al entorno de la crianza. Si bien la versión original tiene 70 ítems, se prefiere utilizar la versión corta de 28 dirigida a adolescentes y adultos (Bernstein et al., 2003). En el soporte psicométrico se destaca los valores de consistencia interna reportados entre las diferentes dimensiones de .67 a .95 (Sevecke et al., 2016) y un total de .97 (Lansing et al., 2018). En cuanto al PTSD-RI, se describe al instrumento como útil para detectar la exposición a situaciones traumáticas y la evaluación de síntomas de trastorno por estrés postraumático (TEPT) en personas de 6 a 18 años (versión asociada al DSM IV). Consta de 22 ítems. La versión para el DSM 5 del PTSD-RI (PTSD-RI-5) es para 7 a 18 años, tiene 27 ítems e incluye la evaluación del subtipo disociativo del TEPT (Pynoos y Steinberg, 2015). La consistencia interna del PTSD-RI fue de .92 (Loyd et al., 2019) y .87 del PTSD-RI-5 (Koposov et al., 2021).
Otros aspectos de interés clínico que han sido frecuentes son la capacidad de adaptación y los síntomas depresivos. En cuanto al primero, sobresale el Wein-berger Adjustment Inventory (WAI; Weinberger y Schwartz, 1990), el cual se ha encontrado en 3 artículos (Simmons et al., 2020; Miron et al., 2020 y Ewing et al., 2015). Este instrumento es útil para mensurar la adaptación social y emocional en el contexto de las restricciones externas. Se compone de 4 dimensiones: templanza, control de los impulsos, consideración de los demás y supresión de la agresividad. En la consistencia interna y su mensura, se prioriza la confiabilidad por estabilidad de la dimensión de supresión de la agresión en tres momentos, siendo la correlación entre estas de .79, .78 y .82 (Miron et al., 2020). Por otro lado, la evaluación de la depresión de manera asilada fue realizada en dos artículos (Stein et al., 2020 y Kelly et al., 2019) a través del Center for Epidemiological Studies - Depression Inventory (CES-CD; Weissman et al., 1980). Este instrumento, si bien no tiene objetivos diagnósticos a nivel psiquiátrico, es útil en la mensura de manifestaciones depresivas. Está dirigido para niños y adolescentes que oscilen entre los 6 y 17 años, y consta de 20 ítems. A nivel psicométrico, se destaca una confiabilidad moderada por estabilidad temporal de .57 (Kelly et al., 2019).
Otras manifestaciones clínicas de frecuente interés en los artículos revisados son aquellos relacionados a las expresiones de agresión, cólera e ira (Shao et al., 2019; Kelly et al., 2019; Kimonis et al., 2017 y Aghajani et al., 2016), además del abuso de alcohol y drogas (Wahab et al., 202; Vilela et al., 2021; Stein et al., 2020 y Newbury-Birch et al., 2015). Sin embargo, ningún instrumento se ha erigido como de mayor frecuencia de uso. Diferente situación se presenta cuando se re quiere la valoración del nivel intelectual y de sintomatología asociada al trastor no por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). En el primero, las Escalas Wechsler cobran monopólica relevancia. Así, el Wechsler Intelligence Scale for Children-Fourth Edition (WISC-IV) fue utilizado en 3 artículos (Maurer et al., 2020; Thijssen y Kiehl, 2017 y Kahn et al., 2016) y el Wechsler Abbreviated Scale of Intelligence (WASI) en 2 (Winstanley et al., 2019 y Ewing et al., 2015). En el caso de la valoración de síntomas del TDAH, en dos artículos (Lim, Park y Kim, 2018 y Margari et al., 2015) que se propusieron evaluarlo usaron escalas de autorreporte de Conners.
Discusión
En este trabajo, se ha procurado realizar la exploración y análisis de los diversos instrumentos de autorreporte asociado a sintomatología clínica en adolescentes que presentan probado conflicto con la ley y que se han utilizado en artículos publicados desde el 2015. En los 30 artículos finalmente seleccionados, tal y como dice la literatura, permanece un interés por la valoración de aspectos ligados a la sintomatología clínica, la psicopatía y conducta delictiva. Aun cuando los instrumentos de evaluación principal continúan siendo las entrevistas semi estructuradas, los cuestionarios de autorreporte aún mantienen vigencia y utilidad (Baldwin, 2000).
En cuanto a la evaluación de sintomatología clínica, se debe destacar la relevancia del uso de los instrumentos de entrevista semiestructurada Kiddie Schedule for Affective Disorders and Schizophrenia (K-SADS-PL; Kaufman et al., 1997), del Mini International Neuropsychiatric Interview for Children and Adolescent (MINI-KID; Sheehan et al., 2010) y del Composite International Diagnostic Interview shortform (CIDI; Kessler et al., 2004). Sin embargo, no debe menoscabarse la utilidad del Youth Self Report (YSR; Achenbach, 1991), que fue el más frecuente en los artículos revisados. Si bien es un instrumento extenso, ha demostrado buena consistencia interna (Loyd et al., 2019 y Vitopoulos et al., 2019).
Con relación a la psicopatía, incluso en los artículos revisados, es notoria la presencia del Psychopathy Checklist: Youth Versión (PCL:YV; Forth et al., 2003), el cual es una entrevista semiestructurada dirigida a adolescentes de 12 a 18 años y que evalúa características psicopáticas. Sin embargo, el uso del Youth Psychopathic Trait Inventory (YPI; Andershed et al., 2002) como autorreporte también es frecuente, habiendo demostrado ser un instrumento con buenas evidencias de consistencia interna (Miron et al., 2020; Lansing et al., 2018 y Kahn et al., 2016). En la misma línea, se puede mencionar el uso del Inventory of Callous-Unemotional Traits (ICU; Frick, 2004), el cual tiene como función la valoración de rasgos callosos no emocionales, que está asociada a la manifestación de conductas delictivas, y que cuenta con buenas evidencias de confiabilidad (Simmons et al., 2020; Kimonis et al., 2017 y Kahn et al., 2016).
También debe destacarse que los resultados de este trabajo deben ser interpretados tomando en cuenta algunas limitaciones. En primer lugar, la frecuencia de uso de un instrumento no debe asumirse como de mayor evidencia psicométrica con relación a aquellos no reportados. Asimismo, la especificidad de la población de adolescentes en conflicto con la ley restringe la exploración de otros instrumentos en aquellos adolescentes que exhiben problemas de conducta sin que de por medio tengan un problema legal.
Finalmente, los hallazgos ofrecen a la literatura científica el conocimiento actualizado de instrumentos de autorreporte frecuentemente utilizados para explorar sintomatología clínica en adolescentes en conflicto con la ley. Empero, no debe dejarse de lado que futuras investigaciones deberán profundizar en la evaluación de los instrumentos en cuanto a sus evidencias psicométricas.
Conclusión
Se concluye reafirmando que los instrumentos de autorreporte de evaluación tienen un uso importante en la mensura de problemáticas asociadas a trastornos mentales en adolescentes en conflicto con la ley. Se destaca el Youth Self Report (YSR; Achenbach, 1991), el cual aborda diversos síntomas clínicos.