INTRODUCCIÓN
Una neoplasia puede ser definida como el crecimiento descontrolado y anormal de un grupo de células en un tejido u órgano determinado (Weinberg, 2013). Si esta proliferación continua y se extiende a otros tejidos puede conllevar a un proceso de metástasis con consecuencias fatales (Klein, 2008). El considerable incremento de la calidad de vida en animales domésticos ha llevado a una mayor atención en la ocurrencia del cáncer espontáneo durante las últimas décadas, llamando la atención ya que comparten muchos factores de riesgo de su presentación con el humano (Breen, 2009; Bravo et al., 2010).
Diversas organizaciones lideradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Instituto de Patología de las Fuerzas Armadas (AFIP) y la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC-TNM) han trabajado conjuntamente para llegar a un acuerdo internacional para la clasificación histológica en neoplasias de animales domésticos (Meuten, 2002). Se han publicado dos ediciones desde la convención de Ginebra en 1980, donde la más reciente se inició en 1994 con la publicación de «Histological classification of bone and joint tumors of domestic animals» (Slayter et al., 1994) y finalizó con la publicación de «Histological classification of endocrine tumors of domestic animals» (Kiupel et al., 2008).
Se han propuesto nuevas clasificaciones basándose en marcadores hormonales y moleculares por medio de técnicas inmunohistoquímicas, habiéndose desarrollado una clasificación más detallada para cada tipo de neoplasia (Goldschmidt et al., 2011). Este esfuerzo ayuda a plantear un mejor pronóstico y terapéuticas adecuadas en los pacientes que presentan determinadas neoplasias (Meuten, 2002). De esta manera, el objetivo del presente estudio fue caracterizar la frecuencia de neoplasias caninas diagnosticadas por histopatología en la Universidad Peruana Cayetano Heredia durante el periodo comprendido entre 2003 y 2015.
MATERIALES Y MÉTODOS
El estudio fue de carácter retrospectivo-descriptivo. Se analizaron un total de 2620 informes de casos clínicos provenientes de muestras recepcionadas por el Laboratorio de Histología y Patología de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (2003-2015), de las cuales solo 1214 informes (46.3%) determinaron la población de estudio ya que cumplieron con los criterios de inclusión, que eran ser de un paciente canino y ser diagnosticado morfológicamente como neoplasia.
Los datos recopilados de los informes fueron distribuidos en dos grupos. El primero incluyó las variables: sexo, raza, grupo etario, características patológicas y ubicación anatómica, donde en la Edad se consideraron tres grupos etarios (Jóvenes: <2 años,Adultos: >2 y < 9 años; Gerontes: >9 años) según Henry y Higginbotham (2010). En la categoría Raza se consideraron animales de raza pura y cruzados. En el segundo grupo se incluyeron las variables referentes al diagnóstico histopatológico de la neoplasia: origen embrionario, naturaleza de la neoplasia y asociación a inflamación.
Se evaluaron 1214 láminas histopatológicas. Los diagnósticos morfológicos fueron reclasificados a la nomenclatura propuesta en Animals (OMS-AFIP) a excepción de las neoplasias de origen mamario, las cuales fueronclasificadas segúnlanomenclaturapropuesta por Goldschmidt et al. (2011). El técnico responsable fue capacitado para el estudio, y en caso de láminas dudosas se contactó con un patólogo experto para la evaluación.
Se determinó la frecuencia de las neoplasias diagnosticadas morfológicamente y su distribución según sexo, raza, grupo etario, características patológicas, ubicación anatómica, origen embrionario, naturaleza de la neoplasia y asociación a inflamación. Se aplicó la Prueba de Chi cuadrado para determinar la relación entre la malignidad de la neoplasia y su asociación a un proceso inflamatorio, con un nivel de confianza del 95%. Se usó el programa estadístico SPSS 20.0.
RESULTADOS
El 54.4% de los animales afectados fueron hembras y el 45.6% restante fue macho (Cuadro 1). Canes de razas puras tuvieron una mayor prevalencia (64.3%) frente a los cruzados. Las razas con mayor frecuencia de neoplasias fueron el Boxer (10.1%) y el Labrador (4.7%). Los pacientes geriátricos fueron los más afectados (60.7%) (Cuadro 1). La presentación más observada en las muestras remitidas al laboratorio fue de un tumor localizado en algún tejido u órgano (93.7% de los casos) (Cuadro 2).
El sistema tegumentario fue la localización más frecuente (51.2%), seguido de neoplasias ubicadas en la glándula mamaria (23.6%) (Figura 1). El carcinoma de células escamosas fue la neoplasia canina más frecuente (7.7%), seguido del melanoma maligno (5.2%), tumor venéreo transmisible (4.4%) y adenocarcinoma complejo mamario (Cuadro 3). El 56% del total de las neoplasias diagnosticadas fueron de origen epitelial, seguido de las de origen mesenquimal (41.1%). Las neoplasias de naturaleza maligna representaron el 72.1% del total de casos, seguido de las neoplasias de naturaleza benigna (27.9%). Se encontró asociación (p<0.001) entre la variable naturaleza de la neoplasia (maligna o benigna) y la presencia de un proceso inflamatorio, siendo la presencia de procesos inflamatorios un indicador de malignidad en proceso neoplásicos.
DISCUSIÓN
El sexo del perro afectó la frecuencia del diagnóstico, habiendo mayor número de casos en hembras, la cual coindice con estudios morbilidad y mortalidad canina llevado a cabo por Egenvall et al. (2000). González Chávez et al. (2015) afirman que estos resultados se deben a la mayor susceptibilidad de las hembras a desarrollar tumores mamarios, debido a factores hormonales ante la presencia de receptores, tanto de progesterona como de estrógenos, en el tejido neoplásico mamario. En lo que respecta a la variable raza, los más afectados fueron canes de raza pura, siendo el Bóxer la que obtuvo mayor proporción de neoplasia, resultados congruentes con el trabajo de Bonnett et al. (2005).
Los pacientes geriátricos resultaron más afectados seguido de los adultos, siendo el promedio de 10 años para su presentación. Estos resultados son similares con los reportado por diversos autores quienes afirman que la mayoría de las neoplasias ocurren en caninos dentro del rango de 7 a 12 años y que es una de las causas de muerte más común en perros geriátricos (Withrow y MacEwen, 2007; Elgue et al., 2012; Benavides-Melo et al., 2014).
Los resultados sobre la ubicación anatómica coinciden con estudios donde reportan una mayor prevalencia de neoplasias de origen cutáneo, seguidas de las neoplasias mamarias (Dobson et al., 2002; Vascellari et al., 2009; Benavides-Melo et al., 2014). Sin embargo, otros autores observaron que las neoplasias ubicadas en la glándula mamaria fueron más frecuentes que las neoplasias cutáneas (De Nardi et al., 2002; Merlo et al., 2008; Elgue et al., 2012).
El carcinoma de células escamosas representó el 7.74% de las neoplasias, muy similar a la frecuencia reportado por Silva-Hidalgo et al. (2015) y Bravo et al. (2010), quienes determinaron un aproximado de 5% de todas las neoplasias en caninos. Esto puede explicarse por la elevada exposición a los rayos UV, cancerígeno común que puede trasformar y suprimir el gen p53, causando mutaciones en el ADN y generando proliferación de células aberrantes que terminan transformándose en células neoplásicas (Silva-Hidalgo et al., 2015).
El mastocitoma cutáneo, melanoma maligno y el tumor venero transmisible (TVT) fueron otras neoplasias frecuentes. Este estudio coincidió con otros realizados en masas cutáneas que determinaron que el mastocitoma fue la neoplasia más frecuente (Pakhrin et al., 2007; Santos et al., 2013). Así mismo, Mukaratirwa et al. (2005) afirmaron que la alta prevalencia de mastocitomas se debe a factores medio ambientales y genéticos, donde existe una población de riesgo comprendida por de caninos Bóxer, Labrador y Golden Retriever.
El 72.1% del total de casos fueron neoplasias de naturaleza maligna, siendo la mayor parte de origen epitelial, tal y como se reporta en pacientes caninos y humanos (Dobson et al., 2002; Mendoza et al., 2010). Las neoplasias malignas son muy invasivas, donde el diagnóstico rápido y preciso es vital para su pronóstico y tratamiento; en cambio, las neoplasias benignas son de lenta progresión y que no representan mayor peligro para el paciente, de allí que su presencia suele pasar desapercibida (Mendoza et al., 2010)
CONCLUSIONES
Las neoplasias predominantes correspondieron al carcinoma de células escamosas (7.7%), melanoma maligno (5.2%) y tumor venéreo transmisible (4.4%).
Las neoplasias de origen epitelial se encontraron en mayor proporción (56%) frente a las de origen mesenquimal (41.1%).
De acuerdo con la naturaleza, las neoplasias malignas fueron predominantes en comparación con las benignas (27.9%).