INTRODUCCIÓN
La demanda energética en una vaca recién parida se incrementa hasta en 2.5 veces con el fin de sostener la producción de leche (Bell, 1995; Reynolds et al., 2003) en tanto que los requerimientos minerales, en especial el calcio se incrementa en más de 65% (DeGaris y Lean, 2008). En las primeras 24 h del parto puede ocurrir una hipocalcemia subclínica (Goff, 2014), de allí que se presenta una mayor movilización y reabsorción de calcio (DeGaris y Lean, 2008; Goff, 2008; Martin-Tereso y Martens, 2014), restableciéndose los valores séricos normales de calcio en los días siguientes (Martinez et al., 2012; Chamberlin et al., 2013). Sin embargo, ante fallas en los mecanismos de adaptación aparecen disfunciones metabólicas posparto (LeBlanc et al., 2005; Ospina et al., 2010a; Chapinal et al., 2011), así como una menor producción de leche (Ospina et al., 2010b; Chapinal et al., 2011) y demoras en el reinicio de la actividad reproductiva (Ospina et al., 2010a; Chapinal et al., 2011).
Los casos de hipocalcemia en el ganado vacuno lechero son frecuentes (Goff, 2008), especialmente hipocalcemia subclínica (Reinhardt et al., 2011), habiéndose reportado hasta 73% de frecuencia en vacas multíparas en los primeros días del parto (Caixeta et al., 2015). La hipocalcemia subclínica usualmente se define cuando los niveles de calcio en sangre se encuentran por debajo de 8.0 mg/dl (DeGaris y Lean, 2008; Goff, 2008; Chapinal et al., 2011; Martinez et al., 2012, Reinhardt et al., 2011).
La hipocalcemia subclínica en la vaca lechera se le relaciona con un mayor riesgo de ocurrencia de metritis (Martinez et al., 2012) y de desplazamiento de abomaso (Chapinal et al., 2011), así como un incremento en la saca (Duffield et al., 1999; Seifi et al., 2011). Además, las vacas al pastoreo que tienen concentraciones bajas de calcio en la primera semana posparto tienen mayores posibilidades de desarrollar múltiples trastornos clínicos durante la lactancia (Sepulveda-Varas et al., 2015). Asimismo, la hipocalcemia subclínica se le asocia con el deterioro del rendimiento reproductivo (Jonsson et al., 1999; McNally et al., 2014; Heppelmann et al., 2015).
Por lo tanto, el objetivo del estudio fue determinar la posible asociación entre los niveles de calcio sérico (NCa) y la presentación de endometritis en vacas lecheras de crianza intensiva de la región de Lima, Perú.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional prospectivo en dos establos lecheros ubicados en Lima, Perú. Se seleccionó un grupo de 76 vacas Holstein preñadas próximas al parto. Se colectaron muestras de sangre en el día 7 del parto y se hizo una revisión ginecológica para determinar posible endometritis a los 35 ± 3 días posparto. Se excluyeron del estudio vacas que presentaron hipocalcemia clínica y aquellas que fueron tratadas con calcio intravenoso en la primera semana posparto.
Se determinaron los niveles séricos de calcio en las muestras de sangre (Mateus y Lopes da Costa, 2002; Chapinal et al., 2011). Las muestras fueron centrifugadas a 2000 g durante 15 minutos y el suero resultante se almacenó en crioviales para su traslado al laboratorio dentro de las 5 horas de colección en un envase térmico. Los niveles de calcemia fueron determinados mediante el kit de diagnóstico Ca Color AA (Wiener Lab), siguiendo las indicaciones del fabricante. La lectura de la absorbancia se realizó empleando un espectrofotómetro (20 Genesys, ThermoSpectronic) a 570 nm, respetando un periodo máximo de 20 minutos posincubación. El nivel de calcio se determinó mediante la fórmula: Calcio (mg/dl) = Absorbancia de la muestra (10 mg/dl) / Absorbancia del estándar.
El diagnóstico de endometritis se realizó mediante el método de McDougall, donde se evalúa el aspecto del flujo de fondo de vagina, proporcionando un puntaje según la coloración y olor del flujo (McDougall et al., 2007). Para esto, se empleó el dispositivo comercial Metricheck® (Simcro, Nueva Zelanda), que consiste en un capuchón de goma de 2.5 cm de diámetro unido a una barra de acero quirúrgico de 50 cm de largo y 0.8 cm de diámetro (Runciman et al., 2009). El dispositivo fue desinfectado antes y después de usarlo en cada animal (solución de agua y yodo povidona al 10%, dilución 1:10; Durani y Leaper, 2008). El dispositivo se introduce permitiendo que el capuchón de goma tome contacto con el fondo de la vagina y se retira en un ángulo de 45 °C para visualizar el contenido de la superficie cóncava del dispositivo.
Las vacas fueron consideradas con endometritis cuando las presentaron una puntación superior o igual a 2 y sin endometritis con una puntuación menor a 2 según la escala de McDougall et al. (2007). Asimismo, las vacas fueron clasificadas como normocalcémicas cuando presentaron valores de calcio séricos mayores o iguales a 8 mg/dl e hipocalcémicas subclínicas cuando presentaron valores menores a 8 mg/dl y no presentaron signos clínicos (Goff, 2008). La paridad fue clasificada en primíparas (vacas de primer parto) y multíparas (vacas con más de un parto).
Se calcularon los porcentajes de presentación de endometritis según paridad y calcemia, y se calculó el riesgo relativo con su respectivo intervalo de confianza. La prueba de Chi-cuadrado y la prueba exacta de Fisher se utilizaron para determinar la asociación entre la presentación de endometritis con la paridad y la calcemia. Asimismo, los promedios de los valores de calcio sérico e intervalos de confianza según paridad y presentación de endometritis fueron comparados mediante la prueba de t-Student.
RESULTADOS
No se encontró diferencia significativa en la presentación de endometritis entre vacas primíparas y multíparas (p=0.24; Cuadro 1). El riesgo relativo de las vacas primíparas en presentar endometritis fue mínimo (1.19). Por otra parte, las vacas con hipocalcemia subclínica presentaron más casos de endometritis en comparación con las vacas con normocalcemia (p<0.05; Cuadro 2). Las vacas con hipocalcemia subclínica tuvieron 1.36 veces más probabilidad de presentar endometritis comparándolo con las vacas con normocalcemia (IC 95%: 0.99-1.87).
1 Prueba exacta de Fisher (unilateral): 0.68; Riesgo relativo: 1.01 (0.67-1.53)
2 Prueba Chi-cuadrado de Pearson: 0.02; Riesgo relativo: 1.65 (1.26-2.17)
Al analizar en forma conjunta la presentación de endometritis con el estado de calcemia y paridad, no se encontraron diferencias significativas para el caso de las vacas primíparas y los niveles de calcio sérico (p=0.68). Sin embargo, se encontró que las vacas multíparas con hipocalcemia subclínica presentaron más casos de endometritis en comparación que las vacas multíparas con normocalcemia (p=0.02), lo cual significa que estas vacas con hipocalcemia subclínica presentan 1.65 veces más probabilidad de presentar endometritis que aquellas con normocalcemia (Cuadro 3).
En el Cuadro 4 se observa que las vacas primíparas tuvieron niveles de calcemia ligeramente superiores que las vacas multíparas (8.28 vs. 7.91 mg/dl) y que las vacas sin endometritis presentaron niveles de calcemia ligeramente mayores a las vacas con endometritis (8.30 vs. 7.88 mg/dl). Sin embargo, está tendencia solo se presentó en las vacas multíparas con endometritis, las cuales presentaron niveles más bajos que las vacas multíparas sin endometritis (8.28 vs. 7.70 mg/dl) (p<0.04).
DISCUSIÓN
En el presente estudio se encontró un riesgo significativo que vacas con hipocalcemia subclínica tienen 1.36 veces más probabilidad de presentar endometritis que las vacas con normocalcemia. Esta relación significativa entre la hipocalcemia subclínica y la endometritis se presentó principalmente en las vacas multíparas, las cuales tuvieron 1.65 veces más riesgo de presentar endometritis cuando presentaron hipocalcemia subclínica. En este sentido, Risco et al. (1994), reportaron que los periodos de involución uterina más prolongados (15-32 días adicionales) se presentan en vacas con niveles bajos de calcio sérico. Kamgarpour et al. (1999) y Martinez et al. (2012) determinaron, asimismo, una disminución del 22% del riesgo relativo de desarrollar metritis por cada aumento de 1 mg/dl de Ca sérico en las vacas recién paridas. Sin embargo, otros autores no encontraron este tipo de asociación (Dubuc et al., 2010; Cheong et al., 2011).
Si bien la endometritis es una enfermedad multifactorial y resulta de la interacción de diversos factores intrínsecos y extrínsecos, es muy importante la identificación de la hipocalcemia subclínica como factor de riesgo para su presentación (Esposito et al., 2014). La mayoría de los animales de primera lactancia son normocalcémicos, y solo el 6% de las vacas con paridad >3 presentan hipocalcemia clínica; sin embargo, la mayoría (60%) de los animales en este grupo de paridad experimentan hipocalcemia subclínica (Caixeta et al., 2015).
Las vacas sin endometritis presentaron niveles de calcio sérico mayores a las vacas con endometritis (8.22 vs. 7.86), siendo esta diferencia significativa en el caso de las vacas multíparas (8.28 vs. 7.70). El calcio es indispensable en la regulación de la respuesta inmune y la contracción muscular (Mateus y Lopes da Costa, 2002; Bisinotto et al., 2012; Hammon et al., 2006; Burgos et al., 2011), procesos fisiológicos que explican los resultados obtenidos en este estudio. Se ha demostrado que las concentraciones de calcemia en vacas con normocalcemia permiten una adecuada contracción del miometrio, lo cual promueve la eliminación de los loquios durante el posparto (Mateus y Lopes da Costa, 2002; Bisinotto et al., 2012). Así también, las concentraciones adecuadas de calcio permiten una eficiente activación de los neutrófilos, que son el mecanismo defensa predominante durante el proceso de involución (Hammon et al., 2006; Burgos et al., 2011).
La endometritis, como enfermedad multifactorial, resulta de la interacción de diversos factores (Esposito et al., 2014), habiéndose identificado en este estudio a la hipocalcemia subclínica como factor de riesgo. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los animales de primera lactancia son normocalcémicos, y solo el 6% de las vacas con tres o más partos presentan hipocalcemia clínica; sin embargo, el 60% de esos animales experimentan hipocalcemia subclínica (Caixeta et al., 2015).
Por otro lado, se reconoce que las vacas primíparas tienen mayor riesgo de presentar distocia que las vacas multíparas (Bruun et al., 2002), y que la distocia es un factor de riesgo para la presentación de endometritis (Sheldon y Dobson, 2004; Bell y Roberts, 2007, Adnane et al., 2017). Sin embargo, en este estudio no se pudo encontrar que las vacas primíparas presenten mayor probabilidad de presentar endometritis que la multíparas, posiblemente debido a que no se trabajó con vacas con partos distócicos.