INTRODUCCIÓN
El tráfico de vida silvestre está dentro de los comercios ilícitos más lucrativos del mundo e incluye la captura, caza furtiva y contrabando de especímenes y sus derivados o productos (South y Wyatt, 2011). El Perú es uno de los países con mayor cantidad de tráfico ilegal de especies amazónicas. Según el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), las aves son la clase de vertebrados más traficadas, especialmente las psitácidas (SERFOR, 2017), lo cual aunado a la pérdida y degradación de su hábitat ha hecho que sean uno de los grupos de aves más amenazados.
Las condiciones en las que se capturan, transportan y comercializan los animales silvestres son las causas principales de lesiones y muerte de estos, por lo que se estima que los volúmenes extraídos son mucho mayores a los reportados. Aquellos animales que sobreviven son sujetos a técnicas de manejo que no alcanzan estándares mínimos de bioseguridad y bienestar animal. Por lo tanto, cuando son rescatados y enviados a centros autorizados por SERFOR, deben pasar por un examen veterinario para determinar su estado de salud y otorgarles el tratamiento necesario a sus lesiones (WCS y SERFOR, 2016). Estos exámenes deberían incluir pruebas radiológicas en animales con sospecha de fracturas; sin embargo, muchas veces este procedimiento no se puede realizar.
Los huesos de las aves son más ricos en sustancias inorgánicas que los de los mamíferos, llegando a contener hasta un 84% de estas sustancias (Doneley, 2016). Los huesos largos presentan una cortical muy fina y frágil; y la cavidad medular ancha que contiene una red de trabéculas que aumentan la resistencia del hueso; asimismo, algunos huesos pueden ser neumáticos. Estas circunstancias dan lugar a que los huesos de las aves sean más duros, pero a la vez más frágiles y menos elásticos que los de los mamíferos; siendo por lo tanto más susceptibles a sufrir f racturas (Donel ey, 2016; M cRee et al., 2017).
La radiología es un método de diagnóstico complementario para la evaluación de diversos sistemas, especialmente el esquelético (Doneley, 2016); permitiendo diagnosticar, evaluar y tomar decisiones médico-quirúrgicas de traumas, fracturas, luxaciones, anomalías del desarrollo, neoplasias óseas y cuerpos extraños, como balas o perdigones (Beregi et al., 1999). El esqueleto del ave, como en todo vertebrado, se divide en axial y apendicular, El axial esta conformado por el esqueleto cefálico y el raquis, que se divide en sus porciones cervical, torácica, lumbosacra y coccígea. El esqueleto apendicular esta conformado por el miembro anterior, torácico o ala; y por el miembro posterior, pélvico o pata (Cano, 2010; Silverman y Tell, 2010; Kilbourne, 2013; Chin et al., 2017).
Cada interpretación radiográfica debería incluir imágenes tomadas en al menos dos proyecciones, laterales y ventro-dorsales. El posicionamiento correcto es imprescindible para que los resultados radiográficos se evalúen adecuadamente (Krautwald-Junghanns y Schmidt, 2012); considerándose que los estudios de las extremidades o miembros torácicas consideren las proyecciones mediolateral y caudocranial. Se debe considerar que las técnicas de todo el cuerpo dan lugar a proyecciones ortogonales de las extremidades o miembros pélvicos, por lo que no se requieren técnicas de posicionamiento adicionales (Silverman y Tell, 2010).
Las fracturas en las aves con frecuencia son abiertas y conminutas debido a la cobertura mínima de los tejidos blandos que posee (Doneley, 2016); siendo el ala la parte más susceptible a las lesiones, que a menudo resultan fatales debido a las repercusiones negativas que producen sobre el vuelo. Las fracturas articulares se encuentran entre las más devastadoras de todas las lesiones de las alas, pues generan una discapacidad para el vuelo que hace difícil o imposible que las aves se alimenten adecuadamente (Bennett et al., 1997). Entre las principales complicaciones de las fracturas descritas en aves están la pseudoartrosis, la osteomielitis y la osteoartritis (Arnaut, 2006, Farrow, 2008; Doneley, 2016).
El propósito del presente estudio fue describir y caracterizar los hallazgos radiológicos sobre complicaciones de lesiones y secuelas clínicas de fracturas originados en psitácidos decomisados y mantenidos en un centro de rescate en Tingo María, Perú.
MATERIALES Y MÉTODOS
Lugar y Periodo
El estudio fue realizado en el centro de rescate «Mundo Natural», ubicado en la ciudad de Tingo María, provincia Leoncio Prado, departamento de Huánuco, Perú. Las radiografías fueron tomadas por el médico veterinario a cargo del centro, como parte de los controles sanitarios de recepción del animal y control sanitario de rutina. Las tomas realizadas corresponden al periodo de julio de 2016 a mayo de 2018.
El trabajo comprendió el estudio radiográfico de los siguientes especímenes: Ara chloropterus, Amazona farinosa, Ara macao y Pionus menstruus (uno por especie), dos Ara militatis y tres individuos de la especie Ara ararauna. Los nueve individuos se encontraban en edad adulta.
Procesamiento Radiográfico
La contención y sedación fue realizada por el médico veterinario del centro de rescate. Los animales fueron pesados y dosificados vía IM con midazolam a dosis de 2 mg/kg (Hawkins et al., 2013), obteniéndose una sedación completa por 20 minutos. Para las tomas radiográficas se utilizó el equipo de Rayos X MinXray HF 100 perteneciente al Zoológico Granja Villa y su Mundo Mágico. Se emplearon placas radiográficas Kodak Medical X-Ray Film General Purpose Green de 27.9 x 35.6 cm. Los valores de exposición empleados fueron de 20 mA, 65 kV y con tiempo de exposición de 0.045 s.
Se obtuvieron placas en posición ventro dorsal o lateral del cuerpo completo de cada ave. Las placas fueron reveladas manualmente utilizando los líquidos de revelado de Kodak GBX Developer and Replenisher por 30 s y de fijación de Kodak GBX Fixer and Replenisher por 2 min.
Las placas fueron revisadas con el uso del negatoscopio convencional. Se tomaron registros fotográficos de todas las radiografías para identificar y describir las lesiones, en tanto que la observación y el examen clínico permitió determinar las secuelas presentes. Las lesiones en huesos y articulaciones afectadas se determinaron y clasificaron según la región anatómica involucrada:
Miembro anterior o torácico: ala proximal: articulación humeral (hombro) y húmero; ala distal: articulación cubital (codo), radio, ulna, articulación radio carpiana (muñeca), hueso carporadial, hueso cubital del carpo, metacarpiano mayor y menor, álula, falanges del digital menor y falanges del digital mayor.
Miembro posterior o pélvico: pata proximal: articulación coxo-femoral y fémur; pata distal: articulación femorotibiotarsiana (rodilla), tibiotarso, fíbula, tarsometatarso, falanges y digitales I, II, III y IV.
Las complicaciones en la consolidación se clasificaron en: formación callosa exuberante, lesión sin consolidación, mala consolidación, osteomielitis, artrosis secundaria e inflamación del tejido blando. Asimismo, las secuelas clínicas causadas por las lesiones se clasificaron en: acortamiento del miembro afectado, desviación del eje del miembro, pérdida de la movilidad articular, claudicación y pérdida de la capacidad de vuelo. Los datos se presentan mediante estadística descriptiva.
RESULTADOS
Se evaluaron 25 radiografías de los nueve psitácidos considerados en el estudio. El resumen de las lesiones, complicaciones y secuelas halladas en cada espécimen se muestran en los Cuadro 1 y Cuadro 2. Los resultados de las lesiones según región anatómica se muestran en el Cuadro 3, donde se evidencia que el 77% de las lesiones se encontraron en los miembros torácicos, siendo más afectada la porción distal (44% del total de las lesiones). Tanto el radio y la ulna fueron los huesos más afectados y en la misma proporción.
Las complicaciones de las lesiones más comunes fueron la presencia de callo óseo exuberante, mala consolidación y osteomielitis. Tanto el callo óseo exuberante como la mala consolidación se presentaron en todas las lesiones de fracturas antiguas (Cuadro 4), en tanto que, con relación a las secuelas clínicas, todas las aves cuyas lesiones fueron a nivel del ala perdieron la capacidad de vuelo, y en aquellas con lesiones a nivel de miembros posteriores o pélvicos presentaban claudicación marcada. Varias aves perdieron la movilidad articular de las articulaciones afectadas (Cuadro 5). Las imágenes radiográficas más representativas de las lesiones en extremidades se muestran en las Figuras 1 y 2.
DISCUSIÓN
Las lesiones observadas en aves asociadas al tráfico ilegal pudieron ocurrir durante su captura y transporte. Según WCS y SERFOR (2016), los psitácidos anidan en las cavidades de los troncos de los árboles, y son cazados mediante la tala de estos; lo que ocasiona golpes y caídas que pueden terminar en fracturas óseas. Las aves son usualmente transportadas en cajas de maderas o jaulas, en donde se encuentran hacinadas y propensas de sufrir traumas, ya sea por los movimientos bruscos y caídas durante el transporte, el intento de huida de ellas, o agresión entre ellas (Farrow, 2008).
La mayor frecuencia de lesiones fue en las alas (77%), lo cual concuerda con Farrow (2008), quién menciona que el ala es la parte más susceptible a las lesiones en aves silvestres. Al respecto, McRee et al. (2017) indican que las características de conformación de los huesos largos de las aves hacen que sean más duros, pero a la vez más frágiles y menos elásticos que los huesos de los mamíferos, de allí que sean más susceptibles a sufrir fracturas. Además, la poca masa muscular y piel delgada que cubre los huesos del ala (Doneley, 2016) limita la protección del tejido óseo.
Extremidad | Región | Articulación | ||
n | % | n | % | |
Ala distal Ala proximal Pata distal Pata proximal | 4 3 1 1 | 44.4 33.3 11.1 11.1 | 3 2 2 0 | 42.9 28.6 28.6 0.0 |
Total | 9 | 100 | 7 | 100 |
Complicaciones | n | % |
Callo exuberante Mala consolidación Osteomielitis Artrosis secundaria Sin consolidación Inflamación del tejido blando | 8 7 6 5 1 1 | 28.6 25.0 21.4 17.9 3.6 3.6 |
Total | 28 | 100 |
Secuelas clínicas | n | % |
Pérdida de la capacidad de vuelo Acortamiento del miembro afectado Pérdida de la movilidad articular Desviación del eje del miembro afectado Claudicación/dificultad para movilizarse | 7 6 6 4 2 | 28.0 24.0 24.0 16.0 8.0 |
Total | 28 | 100 |
La porción distal del ala fue la más afectada (44%), comprometiendo tanto al radio como la ulna, sin que exista un patrón particular para las fracturas radiales y cubitales (Farrow, 2008); asimismo, se presentaron muchas fracturas desplazadas, que según algunos autores ocurren con mayor frecuencia que las no desplazadas (Farrow, 2008; Doneley, 2016).
Las complicaciones observadas en el estudio pueden ser el resultado de retrasos en la recepción del ave después de la lesión e incluir la contaminación, el compromiso del suministro vascular, las lesiones en músculo, ligamentos o tendones, o la combinación de estos factores (Redig y Cruz, 2010). Tanto el callo óseo exuberante como la mala consolidación se presentaron en todas las lesiones. Según Jones y Redig (2001), la presencia de callo exuberante es un hallazgo consistente en fracturas aviares no tratadas y se producen como resultado directo de la inestabilidad en el sitio de la fractura; asimismo los músculos de vuelo pectorales grandes tienden a distender los extremos óseos del húmero después de una fractura, lo que produce una mala alineación y pérdida de la función del ala.
Es importante indicar que reducciones aparentemente insignificantes de la longitud ósea, por ejemplo, después de una cirugía (510%), o uniones defectuosas con reducción de pocos grados en el rango de movimiento de la articulación, resulta en un deterioro del vuelo, debido a la alteración en la mecánica de las alas y la interrupción del perfil aerodinámico del ala (Jones y Redig, 2001) de modo que el ave nunca podrá recuperar su nivel anterior de vuelo. Esto explica que las aves del estudio no puedan ser reintroducidas a la vida silvestre al presentar lesiones a nivel de las alas que han originado pérdida de la capacidad de vuelo. Algo similar sucedió con aquellas aves cuya lesión ocurrió a nivel de las patas, ya que los psitácidos usan los miembros pélvicos en su alimentación (Kavanagh, 1997).