INTRODUCCIÓN
La diabetes mellitus en una de las afecciones endocrinológicas que se presentan comúnmente en los caninos (Davidson et al., 2005). Es una enfermedad metabólica de origen multifactorial cuya principal característica en el canino es la disfunción en la capacidad del organismo para mantener las concentraciones de glucosa sanguínea (glicemia) y tisular en homeostasis, producto de una absoluta o relativa pérdida de la capacidad para sintetizar insulina o resistencia a ejercer su función (Kumar et al., 2014). Esta deficiencia de insulina puede ser producto de una pérdida progresiva de células pancreáticas, que se cree está asociada con algunas enfermedades, como las alteraciones endocrinas del páncreas, destrucción inmunomediada, e hipoplasia congénita de las células (Fall et al., 2007). En la diabetes mellitus canina (DMC), la glucemia se eleva (hiperglucemia) hasta alcanzar concentraciones nocivas para los sistemas fisiológicos, causando daño en el tejido nervioso, alteraciones de retina, riñón y prácticamente en todo el organismo (Cervantes y Presno, 2013).
Esta enfermedad afecta a caninos mayormente desde mediana edad a geriátricos, estimando una epidemiologia mundial de 0.2 a 1.2% (Davidson et al., 2005; Moshref et al., 2019), con una tasa de mortalidad de 43.5% en animales sin tratamiento; asimismo, se considera que, en casos de tratamiento adecuado, 64% de los caninos enfermos logran sobrevivir el primer año del diagnóstico y presentan una vida media de supervivencia con DMC de 17.3 meses después del diagnóstico (Mattin et al., 2014). Se observa una mayor prevalencia en hembras sin esterilizar y/o en periodo de diestro, en machos castrados (Catchpole et al., 2003), y en razas como Terrier Australiano, Poodle Minia- tura, Toy Poodle, Samoyedo, Keeshond, Bichon Frisé, Husky Siberiano, Fox Terrier y Schnauzer Miniatura, donde el rango de edad de aparición más frecuente se encentra entre 2 y 16 años (Davidson et al., 2005; Mattin et al., 2014).
El diagnóstico de la DMC se basa en el examen clínico, mediante la presencia de signos tales como poliuria, polifagia, polidipsia y pérdida repentina de peso corporal (Catchpole et al., 2013), además de los hallazgos de laboratorio en los que se pueden incluir la medición de glucosa sérica, test de tolerancia oral a la glucosa (Álvarez et al., 2017) y la determinación de enzimas glucosiladas como la hemoglobina glucosilada y la fructosamina que son útiles, tanto para el diagnóstico como para el control glucémico de la DMC (Cook, 2012; Goemans et al., 2017).
En Colombia son escasos los estudios y registros sobre de la prevalencia de esta enfermedad. Por lo tanto, el objetivo del presente estudio fue evaluar la utilidad de la medición de glucosa y fructosamina sérica como posibles biomarcadores indicativos para diagnóstico de DMC.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un estudio con un diseño analítico, descriptivo de corte transversal con el fin de determinar la utilidad de la glucosa y fructosamina sérica como marcadores indicativos de diagnóstico de DMC en una población de caninos. El proyecto fue avalado el 13 de octubre de 2020 por el Comité de Bioética de la Universidad de Boyacá.
La población de estudio estuvo compuesta por 3290 animales censados en el municipio de Cota (Minsalud, 2017), departamento de Cundinamarca, Colombia, con una prevalencia teórica de DMC de 1.2% (Davidson et al., 2005; Moshref et al., 2019), cuyo dato se usó para el cálculo del tamaño de muestra teniendo en cuenta que en Latinoamérica no se encontraron reportes de prevalencias de DMC. Se utilizó, además, un intervalo de confianza del 99% y un porcentaje de pérdida del 10% para un tamaño de muestra de 30 participantes que fueron seleccionados de un refugio de animales del municipio que contaba con 50 caninos. El muestreo se realizó a conveniencia, el criterio de inclusión consideró a caninos con permanencia de al menos dos meses en el refugio, excluyéndose cachorros y perros con DMC o hipoglicemia diagnosticada.
Luego de la firma del consentimiento informado de parte del director del refugio, se tomaron los datos de los animales: sexo, raza o grupo racial, edad, dieta, historia reproductiva, sintomatología relacionada con DMC y estado de vacunación. Se recolecta- ron muestras de sangre (5 ml) de la vena cefálica en tubos secos con gel separador y fueron centrifugadas de inmediato a 400 g por 10 minutos. El suero obtenido fue alma- cenado en tubos eppendorf de 1.5 ml y refrige rados para su traslado al laboratorio clínico.
Se determinaron las concentraciones de glucosa sérica y fructosamina (Biosystems). El procesamiento se realizó en equipo automatizado de química sanguínea A15 (Biosystems). Los caninos con concentraciones de glucosa de 70-100 mg/dl se consideraron como normolucémicos (Álvarez et al., 2017), valores iguales o menores a 60 mg/dl como hipoglucemia (Idowu y Heading, 2018) y concentraciones mayores a 100 mg/dl como hiperglucemia.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Población de Estudio
De los 50 caninos presentes en el refugio, 32 cumplían con el criterio de inclusión, habiéndose seleccionado a 30 de ellos. De estos, 12 fueron hembras (40%) y 18 machos (60%), proporción similar reportada por Florez y Solano (2019) en Bucaramanga (Colombia). Los animales seleccionados eran de 10 grupos raciales: Pit Bull, Bernés, Lebrel Afgano, Fila Brasileiro, Bull Terrier, Schnauzer Estándar, Golden Retriever, Labrador, Border Collie y mestizo, siendo esta última la más común (60%) de la población de estudio. Soriano et al. (2017) hallaron un predominio de razas mestizas en su estudio de la población canina en Lima, Perú. Además, existen estudios que sugieren la raza como un factor predisponente al desarrollo de DMC; en este sentido, Catchpole et al. (2013) evidenciaron que 18.3% de los caninos diagnosticados con DMC eran caninos mestizos.
El 46.7% de los caninos participantes tenía 5 años, 33.3% entre 6 y 10 años y 20% más de 10 años, rangos de edades que coinciden con las reportadas por Catchpole et al. (2005) quienes encuentran que la edad media de diagnóstico de DMC es de 9 años. Asimismo, se reporta que la enfermedad es prevalente en caninos con edades entre los 5 a 15 años (Hoenig, 2002; Catchpole et al., 2013).
La dieta ofrecida a los caninos en el refugio fue enteramente a base de alimento concentrado. Pöppl et al. (2017) encontraron que una dieta no exclusivamente comercial o mixta se convierte en factor de riesgo de padecimiento de DMC, dado que este tipo de comidas se asocia con dietas hipercalóricas y con alto contenido lipídico que pueden aportar al desarrollo de obesidad y aunque el papel de la obesidad en el desarrollo de DMC no esté completamente dilucidado, es un factor de riesgo importante (Rand et al., 2004; Verkest et al., 2011).
El refugio tenía como política de trabajo la esterilización de las hembras y la castración de los machos al ingreso a las instalaciones. Esta variable ha sido asociada como un factor de riesgo por Mattin et al. (2014) y Heeley et al. (2020), quienes reportaron que los machos castrados tienen el doble de probabilidad de desarrollar DMC, mientras que las hembras enteras en periodo de diestro y en gestación también se encuentran en mayor riesgo. Esta relación se presenta debido a las hormonas de crecimiento y progesterona que contribuyen al desarrollo de resistencia a la insulina (Strage et al., 2014), y en los machos se relaciona con la disminución de testosterona (Mattin et al., 2014).
Ningún participante presentó alguna sintomatología común para DMC como poliuria, polidipsia o polifagia, dado que fue un criterio de inclusión. Sin embargo, un canino presentó opacidad en el cristalino y ceguera, siendo esto una de las complicaciones más comunes en perros diabéticos (Landry et al., 2004).
Glicemia Basal
Los valores de glicemia obtenidos en los 30 caninos se presentan en el Cuadro 1. El 30% de los participantes tuvo concentraciones superiores al Intervalo Biológico de Referencia (IBR) establecido. Caninos de las razas con valores elevados fueron Golden Retriever, Fila Brasileiro, Schnauzer y mestizo, siendo estos últimos los más afectados. De los casos de hiperglucemia, 66.7% fue macho; por otro lado, no se registraron casos con valores de hipoglucemia. Estos resultados difieren con el reporte de Tauk et al. (2015), quienes encontraron 73% de caninos con niveles >120 mg/dl y el 27% restante con valores <65 mg/d.
Fructosamina Sérica
Los valores de fructosamina sérica se presentan en el Cuadro 2. Todos los caninos presentaron valores por debajo del IBR de referencia establecido de 225 a 365 µmol/l. Es probable que otros factores tales como hipoalbuminemia, hiperlipidemia, azotemia, hemolisis de las muestras y las condiciones del animal antes de su ingreso al refugio ha- yan interferido con los resultados causando su disminución (Nelson, 2015). Contrario a estos resultados, Loste et al. (2001) reporta- ron en perros diabéticos un aumento de la concentración de este biomarcador, con una media de 454 µmol/l, en tanto que Sako et al. (2008) encontraron concentraciones de fructosamina de 140-151 µmol/l, con una media de 152 µmol/l en perros diabéticos, valores que se asemejan a los obtenidos en el presente estudio.
Reusch y Haberer (2001) analizaron las concentraciones de fructosamina en caninos con hipoproteinemia encontrando que los valores del biomarcador eran significativamente más bajos que los del control normal y que el IBR en un 66%. Esto indica la necesidad de correlacionar los niveles de proteínas séricas con la fructosamina para obtener resultados precisos en caso de que sea requerido realizar una corrección.
CONCLUSIONES
El 30% (9/30) de caninos de ambos sexos y esterilizados de un refugio en Cundinamarca, Colombia y sin signos clínicos de diabetes mellitus (DMC) presentaron concentraciones de glucosa mayores al IBR establecido. Asimismo, todos los caninos presentaron concentraciones de fructosamina por debajo del Intervalo Biológico de Referencia (IBR) establecido.