INTRODUCCIÓN
El género Campylobacter es parte de la familia Campylobacteriaceae, y contiene 22 especies, siendo C. jejuni y C. coli las más comprometidas con enfermedades gastroentéricas de importancia en salud pública (Damborg et al., 2016; Facciola et al., 2017). Son bacterias comensales en humanos y animales domésticos, son bacilos delgados, curvados en espiral, gramnegativos, no formadoras de esporas y de dimensiones variables (Silva et al., 2011). Son bacterias microaerófilas, que sobreviven y crecen especialmente en ambientes de baja tensión de oxígeno (5% O2, 10% CO2, 85% N2) (Facciola et al., 2017).
Especies de Campylobacter spp son consideradas como los agentes principales de enteritis bacteriana en humanos, causantes de enfermedades transmitidas por alimentos (ETA) y se les considera como la causa principal de intoxicación alimentaria en Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia (Whiley et al., 2013; Damborg et al., 2016). El contagio es principalmente por consumo o manipulación de carne cruda o poco cocida (Fredriksson-Ahomaa et al., 2017). Se tienen reportes de 8.1 y 92.9% de prevalencias de Campylobacter en Estonia y Argentina, respectivamente, en carne de aves y subproductos. En Perú, Lucas et al. (2013) encontraron 16.7% de canales de pollos y 26.7% de los ciegos positivos a Campylo- bacter spp.
El alimento BARF (Biologically Appropiate Raw Food) puede contener productos y subproductos de animales crudos como carne, huesos carnosos, vísceras y huevos, así como verduras y granos (Freeman et al., 2013), reportándose como una adecuada opción nutricional para los perros (Runesvard et al., 2020). En los Estados Unidos se realizó un estudio en 2018 sobre el consumo de estos alimentos en perros y gatos, evidenciando la mejora de la piel, el pelaje y el fortalecimiento del sistema inmune (Morgan et al., 2017), siendo reconocido por la Raw Feeding Veterinary Society (RFVS, 2021) como una dieta estándar que no contiene suplementos sintéticos añadidos, aditivos o conservantes.
La producción, distribución y consumo de los alimentos BARF está aumentando en forma considerable; destacando los beneficios en una reducción de enfermedades dentarias, mejora en la piel y pelaje (Fredriksson- Ahomaa et al., 2017). Por otra parte, la carne y las menudencias pueden contener una alta carga microbiológica debido a que no han pasado por procesos para reducir o eliminar los patógenos (Hellgren et al., 2019), habiéndose aislado diversos microorganismos patógenos (Strohmeyer et al., 2006; Fredriksson-Ahomaa et al., 2017; Hellgren et al., 2019). Se han encontrado niveles peligrosos de bacterias como Salmonella, Campylobacter y Escherichia coli en estos alimentos, demostrando, además, la asociación entre perros aparentemente sanos que consumían alimentos crudos y la presencia de Campylobacter spp (Runesvard et al., 2020).
En Nueva Zelanda se ha reportado una prevalencia de 28% Campylobacter spp en alimentos BARF, confirmado por técnicas de PCR (Bojanic et al., 2016), y de 73.2% en el Reino Unido, al analizar 489 muestras de carne cruda provenientes de pollo, ovino, porcino y res (Kramer et al., 2000). Es así que, mascotas alimentadas con BARF pueden representar un riesgo de infección al hombre por Campylobacter (Gras et al., 2013); pudiendo adquirir estas infecciones de forma accidental al manipular el alimento contaminado (LeJeune y Hancock, 2001). A partir de esto, Public Health England publicó una guía acerca del manejo y prevención de alimentos crudos para mascotas contra este riesgo sanitario (PHEAPHA, 2018).
En el Perú no existe una legislación específica para la producción y comercialización de alimentos BARF, de allí la importancia de considerar su análisis y conocer los riesgos asociados al uso de estos alimentos, tanto como para la salud animal como para la salud pública (LeJeune y Hancock, 2001; Campagnolo et al., 2018). Por ello, el presente estudio tuvo como objetivo determinar la frecuencia de Campylobacter spp en dietas BARF (Alimento crudo biológicamente apropiado) para perros en Lima, Perú.
MATERIALES Y MÉTODOS
El análisis microbiológico se llevó a cabo en el Laboratorio de Microbiología y Microscopía de la Universidad Científica del Sur, ubicada en el distrito de Villa El Salvador, Lima, Perú. Las muestras fueron de alimento BARF fueron obtenidas de diversos puntos de venta directa de los productores, localizados en la ciudad de Lima.
Se utilizó la fórmula para calcular el tamaño de muestra de poblaciones infinitas, tomando como referencia el 5% de prevalencia según el estudio de WHO (2013) en Suecia, con un 95% de confiabilidad y 5% de error. Se trabajó con 100 muestras.
Se adquirieron alimentos BARF para caninos expendidos en bolsas de 1 kg de 10 marcas y de 10 lotes entre septiembre de 2020 a enero de 2021. Todos los productos fueron adquiridos dentro de las fechas previas a su vencimiento. Las muestras fueron seleccionadas al azar, encontrándose selladas, transportadas a 4 °C y conservadas a -18 °C hasta su procesamiento en el laboratorio. Las fuentes de proteína animal de estos alimentos fueron carne de res, pollo, cerdo, equino, cordero, pavo y pato. Algunas presentaciones contenían una sola fuente proteica y en otras había combinación de estas. Asimismo, algunas incluían vísceras (hígado, pulmón y corazón), además de zanahoria, col, apio, kion, cúrcuma, pepino, espinaca, betarraga y brócoli, entre otros.
Las muestras fueron analizadas de acuerdo con el método de presencia/ausencia ISO 10272-1:2017 con algunas modificaciones. Se utilizó como medio de enriquecimiento el caldo Bolton (Neogen, USA), donde se homogenizó por 1 min una muestra de 5 g de alimento BARF en 45 ml y se procedió a incubar a 37 °C entre 4 a 6 h, luego a 41.5 °C durante 48 h. El cultivo resultante del caldo Bolton se inoculó en la superficie del medio de aislamiento selectivo Charcoal Cefoperozone Deoxycholate Agar - CCDA (Neogen, USA) y se incubó a 41.5 ± 1 °C por 48 h.
Se procedió con un segundo sembrado en un medio de aislamiento selectivo de Campylobacter Karmali (Liofilchem, Italia). El caldo de enriquecimiento y las placas de agar se incubaron en una atmosfera microaerofílica (CampyGen). La identificación de Campylobacter se realizó según aspectos morfológicos, presentando colonias de coloración grisácea y con brillo metálico como principales características. Las colonias sospechosas se resembraron en Agar Sangre para su confirmación y se incubaron a 41.5 ± 1°C/ 24-48 h, confirmándose finalmente con la prueba de oxidasa (ISO, 2017).
Los resultados se presentan mediante una tabla de frecuencia, determinándose su intervalo de confianza con un 95% de confiabilidad y un 5% de error.
RESULTADOS
Campylobacter spp fue aislado en productos de cuatro de las 10 marcas evaluadas, dando como resultado 5% de muestras positivas (Cuadro 1). La presencia de pollo fue una constante en las muestras positivas (Cuadro 2)
DISCUSIÓN
El presente estudio halló una baja frecuencia de Campylobacter spp (5%, 5/100), resultado similar a otros estudios donde reportan la ausencia de Campylobacter spp en muestras de dietas crudas para perros (Weese et al., 2005) y en alimento con carne cruda (Lenz et al., 2009). La ausencia de Campylobacter fue asociada a las condiciones de almacenamiento. así como a la baja supervivencia de la bacteria en congelación (Suzuki y Yamamoto, 2009). Hellgren et al. (2019) reportaron, no obstante 5% (3/60) de muestras positivas, con una alta probabilidad de mayor presencia de Campylobacter antes del proceso de congelación, indicando la importancia del congelamiento, debido al posible daño sobre la estructura bacteriana. En este sentido, Fredriksson-Ahomaa et al. (2017) detectaron 15% de muestras con Campylobacter spp a través de PCR al analizar 88 muestras de alimento BARF; a pesar de que todas las muestras resultaron negativo al cultivo, reforzando el concepto del bajo nivel de supervivencia en alimentos congelados.
Las cinco muestras positivas en el estudio coincidentemente poseían como insumo la carne de pollo; lo cual tiene relación con lo mencionado por Kramer et al. (2000) donde las muestras de carne cruda de pollo representaron el 83.3% de la tasa de contaminación. En forma similar, Bojanic et al. (2017) encontraron en la carne de pollo la mayor positividad (73%), pudiendo este insumo representar un alto potencial riesgo de contaminación por Campylobacter spp (LeJeune y Hancock, 2001; Strohmeyer et al., 2006; Damborg et al., 2016). No obstante, Fredrikssoon-Ahomaa et al. (2017) reportaron el aislamiento de Campylobacter spp a partir de muestras de carne de res (21%), cerdo (16%) y pollo (11%). En la ciudad de Lima, Lucas et al. (2013); (Perú) reportaron Campylobacter spp en canales (16.7%) y ciegos de pollos (26.7%), reconociendo a la carne de pollo como sustrato potencial a ser contaminado y riesgo para la salud animal y salud humana (LeJeune y Hancock, 2001; Strohmeyer et al., 2006).
La comercialización de alimento BARF en el país es parcialmente formal, pues no todos cuentan con registro sanitario que certifique los procesos adecuados de manufactura y comercialización. El 50% (5/10) de las marcas presentaban empaques simples, pudiéndose presumir dentro de esta informalidad que los insumos tampoco estarían pasando por controles adecuados de inocuidad, poniendo en riesgo continuo la calidad sanitaria de los alimentos BARF comercializados.