INTRODUCCIÓN
Se estima que a nivel mundial alrededor de 700 000 personas cometen suicidio cada año, siendo una de las 4 principales causas de muerte en personas en el tramo de edad entre 15 y 29 años. El último reporte de la OMS (2021) da cuenta de que la tasa estandarizada mundial de suicidio para el 2019 fue de 9 por cada 100 000 habitantes, mientras que para Chile fue de 8 por cada 100 000 habitantes, ubicándolo en la posición 85 de los 183 países incluidos (posiciones más altas indican tasas más altas) (MINSAL, 2022; OMS, 2021; Rojas et al., 2013).
Chile presentó en 2019 tasas estandarizadas de suicidios comparables a la de otros países de la región de las Américas, ubicándose en el rango de 5.0 a 9.9 muertes por cada 100 000 habitantes, siendo la edad promedio de personas que se suicidan de 43 años (44 años para hombres y 40 años para mujeres), mayormente en el grupo etario de 25 a 29 años, seguido por el grupo de 20 a 24 años (Rojas et al., 2013; MINSAL, 2013). En este sentido, la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2021) indica que un gran número de personas fallece por suicidio y, mayoritariamente, lo hace en forma temprana y en edad laboral. El comportamiento suicida tiene un amplio espectro de conductas que van desde la ideación suicida hasta el acto consumado (Araya Álvarez y Vargas Gallegos, 2019; Hernández y Villarreal, 2015; Martínez, 2005), aunque solo el acto consumado es considerado como conducta suicida letal (Silva et al., 2013).
En el caso de médicos veterinarios, Tomasi et al. (2019) indica que la tasa de suicidio en estos profesionales en el periodo 1979-2015 fue 3.5 veces más alta que en la población general. Dicho estudio encontró que, de 11 620 casos de suicidio, 398 (3%) correspondieron a médicos veterinarios, donde 79% tenía como trabajo principal el área clínica y las razones del suicidio estaban vinculadas a altos niveles de estrés laboral, largas horas de trabajo, equilibrio deficiente entre la vida personal y el trabajo, alta deuda estudiantil, quejas de los clientes, y procedimientos de eutanasia, entre otros.
Diversas investigaciones dan cuenta de que los médicos veterinarios presentarían altos índices de suicidio comparado con la población general (Roberts et al., 2013). La mayor parte de los suicidios son cometidos con armas de fuego y envenenamiento, pero en el caso de médicos veterinarios es con barbitúricos (Acero-Plazas, 2009; Platt et al., 2010). En 2012 en Alabama, Estados Unidos, se reporta que 66% de 701 médicos veterinarios presentaba diagnóstico de depresión y 24% había pensado en el suicidio, y 67% tenía signos de agotamiento o fatiga por compasión (Skipper y Williams., 2012).
En Chile no existen datos sobre tendencia suicida en la población de médicos veterinarios. Sin embargo, existe evidencia de un alto índice de Burnout (BO) en esta población (24%), existiendo una relación significativa entre BO y las variables años de trabajo y salario mensual (Weinborn et al., 2019). La relación entre depresión, estrés y suicidio, síntomas centrales del BO en la muestra de médicos veterinarios chilenos está ampliamente descrita en la literatura como vinculado a las conductas suicidas (Bartram y Baldwin, 2010). Las personas con trastornos mentales presentan un riesgo de suicidio 10 veces mayor (Rojas et al., 2013). Se ha demostrado que cerca del 90% de los suicidas padecían de una enfermedad mental (Rojas et al., 2013). Con estos antecedentes, la presente investigación analizó la posible relación entre Burnout y conductas suicidas en médicos veterinarios chilenos.
MATERIALES Y MÉTODOS
El estudio fue cuantitativo, exploratorio y descriptivo, con el fin de identificar la existencia de tendencia suicida en médicos veterinarios en la Región de Valparaíso, Chile. Los criterios de inclusión fueron firmar un consentimiento informado, ser médico veterinario que ejerza asociado a la profesión en la región de Valparaíso, pudiendo ser de cualquier edad, sexo, estado civil, años de ejercicio laboral y sueldo. Se excluyeron aquellos con antecedentes de terapias psicológicas asociado a su trabajo actual.
El tamaño de la muestra se determinó por conveniencia, producto de lo acontecido a nivel país, ya que a partir del 18 de octubre de 2019 se empezó a vivir una revolución social a nivel nacional y, posteriormente, la pandemia de COVID-19. Los médicos veterinarios fueron contactados por medio del Colegio Médico Veterinario de Chile (COLMEVET) y a través de redes sociales (correos electrónicos, publicaciones en foros de veterinarios chilenos). Los participantes contestaron una encuesta sociodemográfica (sexo, edad, salario, años de empleo, estado civil, y área laboral, entre otros), llegándose a trabajar con 102 personas que cumplieron los criterios de inclusión y exclusión.
Para la evaluación se utilizaron los instrumentos Inventario de Burnout de Maslach (MBI), SAD PERSONS y Columbia Suicide Severity Rating Scale (C-SSRS). El MBI se basa en la medición de tres aspectos: cansancio emocional; despersonalización, y realización personal, aspectos que abarcan 22 ítems y 6 posibilidades de respuesta según escala tipo Likert que van desde 0: Nunca y 6: todos los días (Cuadro 1), donde la puntuación total permite realizar la medición de BO. El primer aspecto tiene 9 ítems con puntuación máxima de 54, el segundo aspecto con 5 ítems y puntuación máxima de 30 y el tercer aspecto con 8 ítems y puntuación máxima de 48 puntos. Considerando esto, se califica como veterinarios con BO aquellos con altas puntuaciones en los dos primeros aspectos y bajas en el tercero, debiendo tener siempre los tres aspectos alterados (Cuadro 2; Cebrià et al., 2001).
Cuadro 2. Aspectos de la Encuesta de Maslash para la clasificación de Burnout
Ítems para evaluar | Indicios de Burnout | |||
---|---|---|---|---|
Alto | Medio | Bajo | ||
Agotamiento emocional | 1-2-3-6-8-13-14-16-20 | >26 | 19-26 | <19 |
Despersonalización | 5-10-11-15-22 | >9 | 6-9 | <6 |
Realización personal | 4-7-12-17-18-19-21 | <34 | 34-39 | >40 |
Existen varias escalas a nivel mundial y utilizadas en Chile para el análisis de conductas suicidas no letales. En esta investigación se utilizaron SAD PERSONS y C-SSRS, las cuales, como instrumentos, de manera independiente, sirven para medir la ideación suicida de los entrevistados (Columbia University, 2016; Abarca et al., 2018).
La escala SAD PERSONS busca evaluar 10 factores, en donde, por cada elemento seleccionado se suma un punto y se define conducta a seguir sobre la base del puntaje obtenido (Cuadro 3) (Abarca et al., 2018). Esta escala permite evaluar las condiciones de riego suicida como ser varón, menor de 19 o mayor de 45 años, con depresión, intentos de suicidios previos, abuso de alcohol, trastornos cognitivos, falta de red de apoyo, plan organizado de suicidio, sin pareja estable y enfermedad somática, otorgando 1 punto por cada respuesta afirmativa (Rangel-Garzón et al., 2015). Esta escala es utilizada en Chile como parte de protocolos de manejo de pacientes con intento de suicidio; sin embargo, la evidencia indica que sobrestima el riesgo suicida y la necesidad de hospitalización, por lo que no se recomienda como único instrumento (Abarca et al., 2018).
Cuadro 3. Interpretación del puntaje escala SAD PERSONS
Puntaje | Interpretación |
---|---|
0 - 2 | Sin riesgo. Seguimiento ambulatorio |
3 - 4 | Riesgo bajo. Seguimiento ambulatorio intensivo, considerar ingreso psiquiátrico |
5 - 6 | Riesgo medio (moderado). Si no hay apoyo familiar estrecho debe internarse |
7 - 10 | Riesgo alto. Ingreso, peligro de intento inminente |
C-SSRS es un instrumento validado que busca evaluar severidad de la ideación y de la conducta suicida durante el último mes en pacientes con 12 años o más. Evalúa la severidad de la ideación, intensidad de la ideación, comportamiento suicida y grado de letalidad del intento, asignando un puntaje variable a cada ítem. La versión abreviada (utilizada en este estudio), ha sido aplicada en profesionales de la salud y se describe que tiene una sensibilidad de 94%, especificidad de 97.9%, valor predictivo positivo 75.3% y valor predictivo negativo 94.7% para la predicción de intento de suicidio en adolescentes y adultos jóvenes hispanoparlantes (Abarca et al., 2018). En el caso de Chile, la escala se encuentra validada como parte de la estrategia nacional de prevención de suicidios por parte del Ministerio de Salud (Araya Álvarez y Vargas Gallegos, 2019).
C-SSRS consta de 10 categorías de las cuales todas tienen respuestas binarias (si/ no) con el fin de poder indicar presencia o ausencia del comportamiento. Las 10 categorías (Columbia University, 2016) incluidas son:
1: Deseo de estar muerto;
2: Pensamientos suicidas activos no específicos;
3: Ideación suicida activa con cualquier método (no planificado) sin intención de actuar;
4: Ideación suicida activa con alguna intención de actuar, sin un plan específico;
5: Ideación suicida activa con plan e intención específicos;
6: Actos o comportamiento preparatorio;
7: Intento cancelado;
8: Intento interrumpido;
9: Intento real (no fatal);
10: Suicidio completado.
La versión abreviada utilizada en este estudio consta de seis preguntas, que en caso de respuestas afirmativas, tendrán distinta coloración, la cual finalmente indicará la severidad del individuo ante sus respuestas (Cuadros 4 y 5).
Cuadro 5. Interpretación del puntaje de la escala C-SSRS
Color | Interpretación |
---|---|
Amarillo claro | Riesgo bajo |
Amarillo oscuro | Riesgo moderado |
Rojo | Riesgo alto |
Para el caso de la actual investigación se consideró a los sujetos positivos a tendencias suicidas cuando ambas escalas (SAD PERSONS y C-SSRS) se encontraban con riesgo bajo, moderado/medio o alto (Cuadro 6).
Cuadro 6. Interpretación combinada de ambas escalas de ideación y conductas suicidas los dependientes, 23.1% tenían un contrato definido.
Puntaje SAD Persons | Color C-SSRS | Interpretación combinada |
---|---|---|
0 - 2 | Sin color | Sin riesgo |
3 - 4 | Amarillo claro | Riesgo bajo |
5 - 6 | Amarillo oscuro | Riesgo moderado |
7 - 10 | Rojo | Riesgo alto |
Análisis Estadístico
Los datos se organizaron en tablas de distribución de frecuencias y porcentajes. Se utilizó la prueba exacta de Fisher, Chi cuadrado y análisis de varianza con Prueba Post hoc de Games Howell para determinar la asociación entre las variables y grupos e instrumentos analizados. Los softwares utilizados fueron GraphPad Prism 7 (GraphPad Software, USA) y R-Commander 3.4.4 (Bell Laboratories, USA). El estudio fue sometido a revisión por el Comité de Ética de la Universidad Viña del Mar. Además, a cada participante se le entregó un consentimiento informado que fue firmado cuando se realizó la encuesta online. Se cumplieron las normas nacionales e internacionales sobre el bienestar y bioética que implica este tipo de investigación (AMM, 2019). Se esperaba obtener una tendencia suicida no letal de 17% (Tomasi et al., 2019).
RESULTADOS
De los 102 profesionales encuestados, 51% fueron realizadas en 2019, 26.5% en 2020 y 22.5% en 2021. En total fueron 66 mujeres y 36 hombres. De estos, 25.5% eran menores de 30 años (26/102), 55.9% entre 30 y 45 años (57/102) y 18.6% (19/102) mayores de 45 años. El 49% convivía con pareja, 23.5% tenía convivencia de otro tipo y 27.5% no tenía convivencia. El 63.4% se encontraba colegiado. Respecto a la experiencia laboral, 69.9% tenía menos de 10 años de trabajo, 20.6% entre 10 y25 años y 9.8% más de 25 años de trabajo. El 80.4% se dedicaba a clínica (animales mayores o menores), 3.9% a producción animal, 9.8% en el sector público y 5.9% a otra área laboral. Con relación a la jornada laboral semanal, 8.8% trabajaba menos de 22.5 horas, 23,5% entre 22.5 y hasta 34 horas, 33.3% entre de 34 y hasta 55 horas, y 34.3% sobre 45 horas. Con relación al tipo de contrato laboral, 46.5% eran dependientes y 53.5% independientes; Entre los dependientes, 23.1% tenían un contrato definido.
En las consultas sobre conocimiento de alguna persona que haya intentado suicidarse, 58.8% indicaron que sí, siendo los periodos más críticos durante el trabajo activo (17.6%), en el pregrado (17.7%) o durante pregrado y en trabajo activo (17.6%), sin embargo, cuando se preguntaba sobre si conocían a alguien que se haya suicidado, las respuestas negativas bajaron a 30.4%, mientras que de los que afirmaron conocer a alguien que lo realizó, el porcentaje afirmativo subió a 69.6%, y de ellos, el periodo más crítico fue durante trabajo activo (35.3%), en el pregrado (16.7%) o en ambos periodos (13.7%).
En cuanto a los ingresos percibidos, 3.9% (4/102) afirmó recibir d»100 000 pesos chilenos, 4.9% (5/102) entre 100 001 y 300 000, 19.6% (20/102) entre 300 001 y 500 000, 31.4% (32/102) entre 500 001 y 900 000, 17.6% (18/102) entre 900 001 y 1 200 000, y por último 22.5% (23/102) más de 1 200 000.
De los médicos veterinarios que mencionaron realizar eutanasias, 67.8% (59/87) declaró realizar menos de 5 al mes, 28.7% (25/87) entre 5 y 15 al mes y 3.4% (3/87) declaró hacer más de 15 al mes. En particular, al consultarles si estaban de acuerdo con realizarlas, 6.9% (6/87) declaró que estaba de acuerdo en menos del 25% de los casos, 5.7% (5/87) dijo estar de acuerdo entre 25<50% de los casos, 10.3% (9/87) dijo estar de acuerdo entre 50-<75% de las veces, y 77% (67/87) dijo estar de acuerdo entre 75100% de las veces que debía realizar el procedimiento. Por otra parte, a la muestra completa se consultó si consideraba estresante el procedimiento de eutanasia obteniéndose 91 respuestas; de ellos, 72.5% (66/91) declaró que lo era. Al consultar sobre las razones de por qué consideraban estresante realizar la eutanasia, 42.9% (42/101) declararon por factores laborales, 15.3% (15/101) por factores personales y 41.8% por ambos factores (41/101).
Los resultados de las encuestas indicaron una prevalencia de 23.5% (24/102) de BO y 63.7% (65/102) de sujetos con riesgo suicida no letal (bajo, medio, alto) entre ambas escalas, no evidenciándose diferencia significativa entre BO y tendencia suicida (p=0.67); sin embargo, al analizar las subescalas de BO y tendencias suicidas mediante el análisis de varianza, es factible de evidenciar que sujetos que presentan alteración en subescala de agotamiento emocional (Maslach) tienen mayores tendencias suicidas (p=0.039) (Figura 1). El análisis Post hoc arroja como resultado que la significación está provocada por un menor agotamiento emocional en el grupo sin riesgo en relación con el grupo de riesgo bajo (Cuadro 7).

Figura 1. Alteración en subescala de agotamiento emocional (Maslach) y SAD PERSONS de 102 médicos veterinarios con centros de trabajo en Valparaíso, Chile (2019-2021)
Cuadro 7. Prueba Post hoc de Games Howell sobre agotamiento emocional en médicos veterinarios de Valparaíso-Chile.

Respecto al resultado por componente del MBI, la mediana en el emocional fue de 31.5 puntos, en despersonalización de 12 puntos y en realización personal de 37 puntos. En la encuesta C-SSRS, 22.5% (23/102) fueron clasificados con riesgo bajo, 8.8% (9/102) con riesgo moderado y 18.6% (19/102) con riesgo alto. Por otra parte, en la encuesta SAD PERSONS, 20.6% (21/102) estaban en riesgo bajo, 4.9% (5/102) en riesgo medio, y ningún sujeto en riesgo alto. Al entrelazar ambas encuestas, 36.3% (37/102) de los sujetos estaban sin riesgo, 29.4% (30/102) en riesgo bajo 12.7% (13/102) en riesgo moderado y 21.6% (22/102) en riesgo alto.
DISCUSIÓN
El presente estudio indica que 63.7% de los médicos veterinarios encuestados en la región de Valparaíso presentan tendencias o conducta suicidas en el rango no letal, con una relación significativa con el agotamiento emocional vinculado al BO.
El comportamiento suicida es un problema complejo, de etiología multicausal. La conducta suicida describe un espectro de conductas también conocido como suicidalidad y que comprende desde la ideación suicida, la elaboración de un plan, obtención de los medios para realizarlo hasta el acto ya consumado (Rojas et al., 2013). Las tres primeras etapas corresponden a conducta suicida no letal y son las más prevalentes en la muestra de la presente investigación (Silva et al., 2013).
Los médicos veterinarios tienen un alto riesgo de suicidio en comparación con el de la población general, situación que se repite en diversos países (Bartram y Baldwin, 2010; Tomasi et al., 2015). Dado su acceso y conocimiento sobre medios letales, los médicos veterinarios que presentan tendencias o conductas suicidas podrían tener más probabilidades de tener un resultado fatal para un intento de suicidio (Witte et al., 2019). De hecho, un estudio retrospectivo en Australia reveló que las personas cuyas ocupaciones se caracterizaban por un mayor acceso y familiaridad con los métodos letales tenían tasas generales de suicidio más altas que aquellas que no tenían acceso a estos (Milner et al., 2017). En este sentido, los médicos cirujanos que murieron por suicidio mostraron casi 40 veces más probabilidades de tener un resultado a barbitúricos y sobre 20 veces más probabilidades de tener un resultado positivo a benzodiacepinas en el informe de toxicología post mortem (Gold et al., 2013). Asimismo, es posible que los médicos veterinarios tengan aún más probabilidades que los médicos cirujanos de usar estas sustancias cuando intenten suicidarse, dado que es probable que tengan menos supervisión, en comparación con los segundos, con respecto al acceso a las sustancias controladas (Witte et al., 2019).
El empleo de intoxicación farmacéutica fue uno de los dos métodos más comunes de suicidio para médicos veterinarios estadounidenses (Miller y Beaumont, 1995; Bartram y Baldwin, 2010; Tomasi et al., 2019). En el estudio de Witte et al. (2019), el auto-envenenamiento, especialmente con barbitúricos, fue el método más común de muerte. El acceso a barbitúricos puede ayudar a explicar el alto riesgo de suicidio en esta profesión, y subraya la importancia de restringir el acceso a métodos letales, como veneno, para las personas en riesgo de suicidio. En este sentido, aunque los médicos veterinarios presentaban menos probabilidades de tener un historial de intentos de suicidio antes del incidente fatal, alrededor de una cuarta parte de los fallecidos habían revelado su intención suicida antes de su muerte, y solo la mitad tenían antecedentes de tratamiento de salud mental.
En la población general, el 27% de las personas que mueren por suicidio estuvieron en contacto con un profesional de la salud mental en los 2 meses previos a su suicidio (Jack et al., 2018). Dada la evidencia de que los médicos veterinarios tienen una mayor tasa de opiniones negativas sobre el tratamiento de la salud mental que la población general (Milner et al., 2017), es posible que las tasas de contacto con un profesional de la salud mental en profesionales veterinarios sean escasas. Los antecedentes que dan cuenta de la opinión negativa y la baja consulta a profesionales de la salud mental vuelven indispensable el diseño de intervenciones preventivas y de promoción de la salud, en el entendido de que estas ayudarían a reducir la necesidad de tratamiento, la emergencia de factores vinculados al suicidio como el estrés y, en última instancia, se vinculan con mejores índices de salud general y no requieren de la asistencia necesaria a centros de salud, ya que pueden ser adoptadas por las mismas instituciones y organizaciones en donde realizan su trabajo cotidiano las médicos veterinarios.
Los presentes resultados son mayores al reporte de Campillay (2019), donde 22% de los médicos veterinarios chilenos encuestados presentaba tendencias suicidas. Esto podría ser explicado considerando que el presente estudio se realizó durante el periodo del estallido social chileno y la pandemia (2019-2021). Por otro lado, los resultados son concordantes con otras investigaciones en salud mental en Chile, que dan cuenta de una prevalencia entre 45 a 57.6% (Silva et al., 2013), así como investigaciones que posicionan a Chile como uno de los países con peores índices en salud mental general (Aravena et al., 2018; Jorquera Gutiérrez y Herrera Gallardo, 2020; Urzúa et al., 2020; Alvarado et al., 2021; Carvacho et al., 2021; Reyes-Molina et al., 2022). En este mismo sentido, durante el año 2018, antes del estallido social y la pandemia por COVID 19, 38% de los chilenos mostraba índices medios de depresión y 12% con síntomas moderados o severos (Krause, 2021). Las evidencias del aumento del deterioro de la salud mental de la población, se asume que los médicos veterinarios tienen más probabilidades de experimentar angustia grave, mayor prevalencia de antecedentes de depresión y han experimentado ideación suicida de forma más recurrente que la población general (Nett et al., 2015).
CONCLUSIONES
Se acepta la hipótesis que indicaba una tendencia suicida no letal de 17% para los médicos veterinarios de la Región de Valparaíso, Chile, ya que la prevalencia a tendencias suicidas de médicos veterinarios que ejercen en la región de Valparaíso fue mayor a la esperada. Además, es factible evidenciar que sujetos que presentan alteración en subescala de agotamiento emocional (MBI) tienen mayores tendencias suicidas no letales, lo que permite colocar mayor énfasis de manera preventiva en los sujetos que tengan este tipo de resultados, permitiendo tener herramientas de contención psicológica y de terapia clínica asociada a este hallazgo.