Introducción
Las turberas contienen un tercio del carbono (C) orgánico global del suelo, cubriendo solo del 4 a 5% de la superficie terrestre, y son un componente importante del ciclo del C a nivel mundial (Waddington et al., 2003). Las turberas altoandinas, llamadas bofedales, son caracterizadas por la presencia de plantas en forma de cojines y son muy sensibles a los cambios climáticos que afectan, entre otros, sus regímenes hidrológicos, las condiciones redox y la geoquímica local (Schittek et al., 2016). Estos sistemas, característicos de los Andes, son poco explorados, a pesar de representar excelentes registros para estudios paleoclimáticos de alta resolución (Schittek et al., 2015).
Cambios climáticos (variaciones de temperatura y/o precipitación) a escala global durante el Holoceno Tardío, periodo correspondiente a los últimos 4 000 años antes del presente, indujeron respuestas significativas (avance y retroceso de los glaciares) en la Cordillera de los Andes centrales (Thompson et al., 1994; Thompson, 1995). Las turberas desempeñaron también un papel importante en el ciclo global del C durante el Holoceno Tardío, como lo reconoció el informe del IPCC (2013); sin embargo, todavía no comprendemos la sensibilidad de estos ecosistemas frente al cambio climático, especialmente a escala continental y regional.
Comprender la sensibilidad climática y la contribución de los depósitos de turba al ciclo global del C en el pasado, y también su influenza en las concentraciones de CO2 y CH4 en la atmósfera, es fundamental para proyectar su cambio en el futuro. La mayoría de los estudios acerca de la captura del C en los suelos en Perú se han enfocado en bosques y cultivos, a pesar de la importancia de los bofedales. El clima es el factor de control más importante de la distribución y extensión de las turberas a nivel mundial; en consecuencia, cualquier cambio climático futuro tendrá un impacto en su distribución y/o declino.
El objetivo de este trabajo fue evaluar el rol de las turberas altoandinas en la acumulación de C a lo largo de los últimos 2 500 años AP (Antes del Presente) y comprender de qué manera los cambios climáticos pasados impactaron estos sistemas.
Área de estudio
El área de estudio se localiza en un bofedal de la quebrada del río Apacheta de la cabecera de cuenca del río Cachi, en la Cordillera Central de los Andes Peruanos a 4 210 msnm donde se recolectó el testigo APA01 en la coordenada 13° 21’ 4.61’’ latitud sur y 74° 39’ 31.75’’ longitud oeste (Figura 1). El río Cachi es la principal fuente de recursos hídricos para el abastecimiento de la ciudad de Huamanga, capital de la provincia de Ayacucho.
Geológicamente, la cabecera de cuenca del río Cachi está situada en un área donde predomina la Andesita, que es una roca ígnea volcánica, y que corresponde a una zona de transición entre Puna húmeda y seca.
La precipitación en Sudamérica exhibe una marcada asimetría zonal, con condiciones muy húmedas (secas) al oeste (este) de la Cordillera de los Andes (Garreaud et al., 2009). Por lo que, en nuestra zona de estudio (Ayacucho) la precipitación proviene de las masas de aire húmedas del Océano Atlántico, que son transportadas hacia la cordillera de los Andes por el flujo oriental del nivel superior y esta a su vez es controlada en parte por el Fenómeno El Niño-Oscilación del Sur (ENOS).
Cerca del 90% del total de lluvia está concentrada durante los meses del verano austral que comprende desde Noviembre hasta Marzo (Garreaud, 2000). Esta variabilidad estacional de las lluvias está conectada con la ocurrencia del monzón sudamericano (Zhou & Lau, 1998), donde parte del vapor reciclado de la Amazonia es transportado hacia el sur-este de los Andes. Los veranos son cortos, húmedos y nublados, mientras que los inviernos también son cortos, secos y parcialmente nublados. Se le conoce como un clima de estepa local. De acuerdo con Köppen y Geiger, el clima se clasifica como BSk. Durante el año la temperatura varía de 8 °C a 22 °C y en ocasiones baja a menos de 5 °C, con una media anual de 15.4 °C y precipitaciones promedio de 575 mm.
En la cabecera de cuenca del río Cachi existen varias fuentes de agua que alimentan la turba minerotrófica del bofedal. El área de acumulación de turba se ve desde la parte superior del bofedal hasta su confluencia con el río tributario Apacheta (Figura 1). Los “cojines” que se encuentran en los bofedales a altas altitudes se encuentran a lo largo de la cordillera de los Andes con composición florística gradual cambiante (Squeo et al., 2006; Ruthsatz, 2008). Para el caso de la cabecera de cuenca del río Cachi, la Juncaceae Distichia muscoides es la planta predominante para la formación de cojines de turba en los bofedales. A menudo crecen tan densamente que pueden formar extensas alfombras, estables, que varían en forma desde casi planas a semiesféricas. Los brotes siguen creciendo en sus copas pero van muriendo en el fondo (Rauh, 1998).
Metodología
El trabajo de campo se llevó a cabo en abril del 2015. Para elegir el punto de ubicación del testigo APA 01 (Figura 1) se realizó un mapeo de los bofedales en la cabecera de cuenca a diferentes altitudes. El testigo fue recolectado manualmente en un tubo de PVC con un diámetro de 3 pulgadas, con una profundidad de 96 cm. Este fue abierto longitudinalmente en dos partes iguales utilizando una sierra circular. Después de la abertura, el testigo fue inmediatamente radiografiado (con un SCOPIX de la Universidad de Bordeaux, Francia) y descrito para evitar la alteración del sedimento por la oxidación y, al mismo tiempo, fue descrito según sus características sedimentológicas, macroscópicas (textura) y ópticas (color) con la ayuda de una tabla de colores de Munsell. Las muestras para las dataciones con carbono 14 (14C) fueron escogidas de acuerdo con las variaciones de textura y color que normalmente indican cambios en la sedimentación.
Para determinar la edad de los depósitos sedimentares, las muestras seleccionadas fueron secadas en un horno a 50 °C por algunos días hasta obtener peso constante (Andrejko et al., 1983). Seguido, las muestras fueron enviadas al Laboratorio de Medida de Carbono 14 (LMC14-Francia), donde fueron analizadas en un Espectrómetro de Masas con Acelerador de Partículas (AMS) para la estimación del isótopo 14C.
Las edades presentadas en este trabajo fueron debidamente calibradas, los rangos de edad calibrados se calcularon utilizando CALIB 7.10 (programa Calib 7.10 disponible en internet (http://calib.org/calib/calib.html) e Intel Cal 13.14c (Hua et al., 2013; Reimer et al., 2013). El modelo cronológico fue obtenido con el uso del paquete Clam 2.2 en el software R. Las edades obtenidas fueron expresadas en años AC y DC (Antes de Cristo y Después de Cristo, respectivamente).
Se fraccionó una de las mitades de estos testigos, con una separación de un centímetro entre cada corte, y se secaron las muestras resultantes en una estufa a una temperatura de 50 ºC. Con los datos de volumen húmedo y peso seco de esta parte del procedimiento se obtuvo la densidad aparente (g.cm-3). El análisis de carbono orgánico total (COT) fue realizado en un analizador elemental PDZ Europa ANCA-GSL.
La tasa de acumulación de carbono (TAC), o flujo de carbono, fue calculado a través de la multiplicación de la concentración de COT por la densidad aparente de cada muestra y éste resultado fue multiplicado por la tasa de sedimentación (cm·año-1) obtenido del modelo cronológico; de esta manera la TAC es expresada en g·m-2·año-1, representada por la Ecuación 1:
TAC=COT x Da x TS (Ecuación 1)
Donde:
TAC : Tasa de acumulación de carbono (g·m-2·año-1);
COT : Carbono orgánico total (%);
Da : Densidad aparente (g·cm-3); y
TS : Tasa de sedimentación (cm·año-1).
Resultados y discusión
Descripción litológica y cronología
La descripción litológica del testigo APA01, de acuerdo con su textura, características de color y sedimentológicas, reflejan una dominancia de arcilla orgánica y restos vegetales. Los restos vegetales disminuyen gradualmente con la profundidad mientras que la arcilla orgánica aumenta.
Nueve dataciones radiocarbono fueron realizadas para este estudio; los resultados de las edades (calibradas y no calibradas) son presentados en la Tabla 1.
Código | Profundidad (cm) | Material | Delta C13 | pMC* | Edad C14 | 2σ edad calibrada AP (CALIBomb/Calib7.10) |
SacA43147 | 2-3 | Turba | -29.7 | 106.913 ± 0.328 | Posterior a 1950 | 2003 |
SacA43149 | 14-15 | Turba | -31.9 | 136.971±0.423 | Posterior a 1950 | 1976 |
SacA43148 | 14-15 | Planta | -32.6 | 104.549±0.322 | Posterior a 1950 | 1957 |
SacA43150 | 25.5-27 | Turba | -26.9 | 102.869±0.311 | Posterior a 1950 | 1957 |
SacA43151 | 32.5-33 | Turba | -28.9 | 98.585±0.31 | 115±30 | 148-(117)-12 |
SacA43152 | 50-51 | Turba | -27.1 | 95.915±0.311 | 335±30 | 476-(390)-309 |
SacA43153 | 62-63 | Turba | -30.6 | 87.437±0.29 | 1080±30 | 1013-(985)-932 |
SacA43154 | 79-80 | Turba | -27.5 | 78.737±0.267 | 1920±30 | 1947-(1868)-1812 |
SacA43155 | 95-96 | Turba | -25.8 | 74.306±0.267 | 2385±30 | 2492-(2410)-2345 |
El modelo cronológico edad-profundidad fue hecho con todas las dataciones radiocarbono. El testigo APA 01 presenta una edad aproximada de 2 500 años. La curva escogida para el modelo cronológico fue “spline suavizado” (Figura 2) que permite observar dos patrones de sedimentación muy pronunciados a lo largo de los últimos 2 500 años calibrados AC/DC. Las tasas de sedimentación fueran calculadas a partir de este modelo de sedimentación.
A través de la cronología establecida del testigo APA01 fue posible identificar variaciones en las tasas de sedimentación (más lentas o más rápidas) a lo largo de los últimos 2 500 años, ésta a su vez fue dividida en dos unidades sedimentarias (la Unidad 1 y 2). Un periodo (Unidad 2, Tabla 2) caracterizado por una tasa de sedimentación constante y relativamente lenta (0.027 cm·año-1) entre la base del testigo hasta el año 1600 DC, a 38 cm, que corresponde al comienzo de la Pequeña Edad del Hielo (PEH); y un segundo periodo (Unidad 1, Tabla 2) hasta la superficie donde la tasa de sedimentación es muy rápida (0.251 cm·año-1), con una pendiente muy pronunciada a partir de 1975, aproximadamente. También fue posible identificar algunos de los principales periodos de cambios climáticos a lo largo del Holoceno Tardío, como por ejemplo, la Anomalía Climática Medieval (ACM), entre el año 1000 y 1350 DC, y la Pequeña Edad del Hielo (PEH), entre el año 1600 y 1890 DC.
Testigo | Unidad/ profundidad | Edad (AC/DC) | Densidad (g.cm-3) | COT (%) | Tasa de sedimentación (cm·año-1) | TAC (g·m-2·año-1) | |
APA 01 | Unidad 1 (0-38) | 2015 -1795 DC | Mínimo | 0.008 | 11 | 0.07 | 24.4 |
Máximo | 0.31 | 44 | 0.41 | 173.4 | |||
Unidad 2 (39-96) | 1780 DC - 501 AC | Mínimo | 0.009 | 23 | 0.06 | 7.2 | |
Máximo | 0.32 | 41 | 0.01 | 35.1 | |||
AC/DC: Antes de Cristo / Después de Cristo. |
Variabilidad geoquímica del testigo
El análisis de la densidad, del material orgánico y de las tasas de acumulación de C del testigo APA01, nos permite observar variaciones marcadas a lo largo de los últimos 2 500 años (Figura 3).
De acuerdo al modelo cronológico (Figura 2), se dividió el testigo en dos unidades sedimentarias: la Unidad 2, de 96 a 38 cm, y la Unidad 1, de 38 cm hasta la superficie. En la Tabla 2 se muestran los valores máximos y mínimos de densidad, carbono orgánico total, tasas de sedimentación y tasas de acumulación de carbono para cada unidad sedimentaria. Hasta el año 1600 DC no observamos muchas variaciones en la acumulación de material orgánico ni de la densidad. La tasa de acumulación también es relativamente estable. Con el aumento de la tasa de sedimentación, a partir de 1600 AC, es que tenemos un rápido aumento de acumulación de material orgánico. En este estudio observamos que a lo largo de los últimos 2 500 años las tasas de acumulación de carbono variaron considerablemente (Figura 3), con tres periodos bien distintos (Figura 4). Un periodo de pequeñas variaciones que va de 515 AC hasta 1600 DC, donde tenemos la ACM y donde la media de la tasa de acumulación de carbono es de 16.7 g·m-2·año-1; un segundo periodo durante la PEH, donde observamos un aumento gradual durante 300 años, con algunos picos, y caracterizado por una tasa promedio de 41 g·m-2·año-1 de C.
Finalmente, a partir de los últimos 100 años, la variabilidad es notoria, con una media de 85 g·m-2·año-1 de C y picos máximos de hasta 173 g·m-2·año-1 de C (Figura 4). Una de las principales causas de estas variaciones está relacionada a los cambios de las tasas de sedimentación (Tabla 2).
En cuanto a las concentraciones de C, disminuyen durante la ACM (Figuras 3 y 4) y la tasa de acumulación en este periodo no muestra alteración, siendo casi constante (Unidad 2), pudiendo ser un período más seco y prolongado (Apaéstegui et al., 2014). Este periodo corresponde a una fase climática más seca durante la ACM descrita por Apaéstegui et al. (2014). Este clima seco puede ser responsable de la reducción de la producción vegetal y/o el aumento de la degradación de la materia orgánica. Esta sequía culminó durante 1040-1100 DC, que es el periodo más seco de la ACM (Apaéstegui et al., 2014). Sin embargo, durante la PEH, el % COT varía considerablemente y la TAC deja de ser constante, presentando un pico muy resaltante alrededor del año 1845 (Unidad 1). Por esta transición, entre la Unidad 2 y 1, y considerando las concentraciones de C, podemos intuir que este periodo fue mixto (Frio/Seco y Frio/Húmedo). Respecto a los últimos 100 años, el C demuestra una clara tendencia a disminuir (Figura 4) desde 1900 DC. Sin embargo, observamos las mayores tasas de sedimentación y de acumulación de carbono, que son encontradas después de los 70’s (97 g·m-2·año-1). Estos resultados muestran claramente que las altas tasas de acumulación de carbono no están directamente relacionadas, en este periodo, con las concentraciones de carbono, porque estas disminuyeron de 35% en el año 1900 DC hasta un 10% en el 2015, pero sí con las tasas de sedimentación. Esto nos lleva a pensar que este aumento de la tasa de acumulación de carbono es producto, principalmente, de un gran aporte de material mineral, responsable de un aumento de las tasas de sedimentación, que podría estar relacionado al retroceso de los glaciares y que debe su máxima aceleración en los años 70’s (Rabatel et al., 2013).
Las altas tasas de acumulación de carbono encontradas en el bofedal están también relacionadas al tipo de vegetación de la turba, dominada en la mayor parte de los humedales alto andinos del Perú por la especie Distichia muscoides, cuyas plantas crecen formando una suerte de cojines (Schittek et al., 2015). Las plantas en forma de cojín son responsables de una alta acumulación de materia orgánica, promoviendo una alta diversidad local, así como, también, funcionan como reguladores hídricos, reteniendo agua sin sobresaturación.
Conclusión
Este estudio muestra que la acumulación de carbono a lo largo del tiempo no fue constante en los bofedales Andinos debido a que los últimos 2 500 años estuvieron marcados por periodos de muy fuerte acumulación de carbono y otros de menor acumulación debido a las alteraciones del clima. Sin embargo, en los últimos 50 años los bofedales parecen estar en condiciones muy sensibles a los cambios climáticos regionales que influyen su tasa de sedimentación y las características de esta sedimentación.
El análisis de la concentración de C en el testigo sedimentario pone en evidencia que los bofedales son sensibles a los cambios del clima, puesto que la concentración de C disminuye levemente en la ACM (periodo más caliente pero con glaciar permanente), y la variabilidad del COT en la PEH es muy alterada en este periodo, debido a diversos avances y retrocesos en los glaciares. El avance de los glaciares en la región fue relacionado con la disminución de las tasas de acumulación de material orgánico y viceversa. Actualmente, el drástico aumento de la tasa de sedimentación y la diminución de las concentraciones de carbono alerta un posible declino futuro de estos ecosistemas.