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Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Publica

Print version ISSN 1726-4634

Rev. perú. med. exp. salud publica vol.26 no.3 Lima July/set. 2009

 

Pedro Weiss, Biólogo del Perú

Pedro Weiss, Biologist of Peru

 

Uriel García1

1 Médico Patólogo, Doctor en Medicina. Academia Nacional de Medicina. Lima, Perú.  

 


 

 

 

Pedro Weiss estudió de manera permanente la realidad que le rodeaba. Fue un disconforme que atisbó todo lo que caía en sus manos, con curiosidad insaciable. Especialmente todo lo que tenía vida o lo que influía sobre ella. Se tratase de un cráneo pre-inca de Calca, de una momia de Ancón, las características del perro chino, los hematíes de la sangre de las lagartijas en los riscos desérticos de la costa, los cambios estructurales producidos en los tejidos y las células, de estimular la creatividad plástica en su discípula y compañera o de las creencias de las brujas de Coruca. Si todas estas inquietudes configuran a un biólogo, entonces, Pedro Weiss, fue el más sobresaliente. Además, si se considera su apasionado estudio por la realidad andina, con exaltación de los valores nacionales, entonces a él hay que decir, más que de ninguno, Pedro Weiss el biólogo del Perú.

Pero, no hay qué forzar el estudio de la personalidad de este hombre dentro del marco artificial de una disciplina. Si de lo que se trata es de y rememorar y catalogar su obra, tal como él la realizó, entonces lo que hay que hacer es simplemente buscar un denominador común o, mejor todavía, el estímulo único que sirvió de impulso para su múltiple y variada actividad. Así tendremos a Pedro Weiss libre de la atadura y de la formalidad artificial de una especialidad.

El escepticismo fue su estímulo. Toda su vida fue un inconforme. La verdad para él nunca fue absoluta, siempre había razones para dudar de lo que aparecía como inconmovible. Cuando sintió el final, del camino de su larga vida, garabateó varios pensamientos (aún inéditos) (a), sobre diversos tópicos. En uno de esos se puede encontrar la razón de su vida…Y puedo decir que me voy con la misma ignorancia con que llegué, en cuanto a: ¿de dónde re la realidad objetiva que me pueda dar luz sobre estos enigmas. Y en otra máxima, como aclarando ese móvil que lo inquietó constantemente, escribió: ¡Tanto interés tiene para mí la mosca impertinente que se escapa a la mano como el resto de la realidad en la que nos movemos!

 

Estos datan, aproximadamente, de los cinco últimos años de su vida; una buena parte son pensamientos de discursos de agradecimientos por los múltiples homenajes que recibió.

Estos pensamientos demuestran una inquietud filosófica de vuelo superior. Lo que sé mejor es que nada sé, dijo Sócrates (1). El inconformismo de Weiss, como el del maestro griego, no llegó a la negación escéptica de la verdad. Puede decirse en el caso de ambos, como dijo Platón sobre la duda de Sócrates: …El dictum es que no hay tal cosa como la falsedad; un hombre puede escoger entre decir lo que es cierto o no decir nada (2). Dentro de la angustia filosófica de don Pedro Weiss por buscar la verdad existe una voluntad por sujetarse a decir lo que era cierto o lo que él creía como tal o no decir nada. De esto podemos dar fe quienes lo conocimos en la intimidad de las tertulias peripatéticas, de las que gozamos quienes tuvimos el privilegio de su amistad.

Posible “tacha” de trasfondo político sobre su gestión como maestro universitario, en los años cuarenta, se fue a estudiar el Mal del Pinto y las creencias brujeriles sobre esa enfermedad a una apartada aldea de los andes, a Coruca, en las alturas del valle de Sama del departamento de Moquegua. De su deslenguada boca no salió sino una sonrisa irónica cuando se enteró que estaba en la lista de los tachados.

Antes de mencionar brevemente los logros de Weiss en su actividad de biólogo humanista, si cabe el título, hay que explicar el concepto que él tenía sobre los fenómenos naturales y la manera de abordar su estudio. El fue fundamentalmente un médico y como tal fue un patólogo; es decir un biólogo que estudió la amplia gama de factores que influyen sobre la vida. Desde las características socioculturales hasta los fenómenos celulares o moleculares.

Por ejemplo, expuso con claridad el sesgo de sus investigaciones arqueológicas; y dijo:…los médicos guardamos y estudiamos como testimonios exclusivos de la Historia de la Medicina y la Patología documentos arqueológicos que en realidad tienen un interés más amplio, pues pertenecen y contienen informes de primera mano, cobre temas como son: historia de las creencias, hermenéutica y hasta “constitución biológica” y “psicosomática” del hombre de la pre-historia; pudiendo además proporcionarnos rasgos culturales, aun los más complejos, eficaces para rastear relaciones entre grupos humanos distantes. Material riquísimo, perdido en un campo de nadie, por el rigor de las especializaciones (3).

En ese campo de nadie, Weiss, con la visión integradora, se movió con fluidez. Fue así que produjo sus más sobresalientes contribuciones a la paleopatología, después de analizar órganos, tejidos, células, rasgos culturales o entornos ecológicos dedujo y demostró el dinamismo de los fenómenos, tal como trabaja todo buen patólogo.

Descubrió la trepanación ritual suprainiana, como un rasgo cultural en diversas civilizaciones precolombinas peruanas, mexicanas y guatemaltecas. Para esto estudió con ojo crítico, la famosa “fosita suprainiana” en el hueso occipital de los antiguos peruanos, que fue descrita, erróneamente, como una variante anatómica. Luego dedujo que no era posible que hubiese una huella ósea sin un correlato funcional de una inserción muscular o tendinosa en los cráneos de adultos, buscó las mismas lesiones en jóvenes y niños, siguiendo los consejos de Fernando Cabieses, para luego seguir toda una secuenciación de la trepanación ritual, recién practicada en cráneos de infantes de corta edad hasta la cicatriz que quedaba en los adultos. Esta última, como si fuese una fosita variante de lo normal (3-5).

El mismo rasgo de integración se nota en la demostración de la vinculación entre la papa, la fertilidad y la enfermedad representadas en los ceramios de varias de las culturas costeñas del Perú. Con el carácter de una primicia anotó que hay huacos en los que la papa está moldeada con rostros humanos mostrando lesiones de leishmaniasis, como saliendo de las hendiduras radiculares que tiene el tubérculo; y, además, falos y vulvas (6). La deidad papa era, en esos tiempos, vinculada con el piso ecológico: las mejores papas, hasta hoy día, son cultivadas en los valles interandinos, en los que la uta es prevalente y también las mejores papas producen un incremento del crecimiento poblacional por proporcionar mejor salud (7,b). Por eso la vinculación con la fertilidad. Esta asociación papa-fertilidad ha servido para que se atribuya a la papa propiedades afrodisíacas. Tal como ocurrió en Europa, donde dicen que trae buena suerte en el amor llevar en el bolsillo una raja de papa cruda.

Weiss creó el concepto de Osteología Cultural, precisamente en ese terreno de nadie, en el que tanto le agradó vivir, sin pisar los terrenos de nadie; pero, causando no pocas envidias. Allí con imaginación creativa superior estudió, del modo más coherente y sistematizado, el rico material de cráneos del Museo Nacional Antropológico, especialmente de la colección Tello. En la introducción de la primera parte de su libro “Osteología Cultural” (4) hace esta disquisición que bien vale repetirla: Formularemos presunciones, pero difícilmente llegaremos a dar una explicación cabal de la razón por la cual, las antiguas gentes que poblaron los Andes peruanos, extremaron como ninguna otra las prácticas cefálicas…y más adelante dice…Sólo tenemos que congratularnos de que por esta particularidad, los cráneos peruanos ofrezcan extraordinarias posibilidades. Al lado de las obras de arte de la artesanía antigua, los cráneos con deformaciones extremas y las pruebas asombrosas de la cirugía precolombina, atrajeron la atención mundial de los estudiosos sobre el pasado del Perú. Así parecía responder a la inquietud de Rudolf Virchow, otro gran biólogo, que varias décadas antes observó sobre las posibilidades de estudios de paleopatología entre nosotros: Ojalá futuros investigadores en el Perú obsequien mayor atención prestada hasta ahora a los huesos del esqueleto (8).

El trabajo Ostelogía Cultural –publicado en dos partes, una dedicada a las trepanaciones y la segunda a las deformaciones– fue realmente una primicia (4,5). Allí, con enfoque totalmente distinto, hizo Weiss un análisis de las trepanaciones y de las prácticas de deformaciones craneanas en el antiguo Perú. Llegó, inclusive, con la colaboración de su esposa, la destacada escultora Amelia Weiss, a practicar, y otra vez una primicia, la reconstrucción facial. Esta técnica consiste en devolver la moldura de los tejidos blandos de la cara con material plástico pegado a los huesos del cráneo, cara y mandíbula; siguiendo tablas y reglas preestablecidas. El objetivo de este procedimiento es devolver la apariencia de las facciones que un individuo tuvo en vida. Así, Weiss y su esposa, tuvieron el privilegio de mostrar al mundo los retratos, en tercera dimensión, de los peruanos que poblaron estas tierras antes de lo que ahora se llama “el encuentro de dos mundos”. Es un testimonio gráfico más valioso que el de Huamán Poma de Ayala.

En lo que podríamos llamar la arqueología, en manos de un biólogo, Weiss tuvo siempre una visión por encima de la perspectiva de los ultra especialistas. A veces también se adentró en los terrenos de éstos. Por ejemplo el osteólogo MacCurdy de la expedición a Machu Picchu, de Hiram Bingham, diagnosticó un osteosarcoma del parietal izquierdo en un cráneo encontrado en una tumba cercana a la famosa ciudadela (9,c). Weiss corrigió esa presunción diagnóstica rectificando con el apropiado de meningioma perforante. Hoy día todos los especialistas coinciden con el maestro (10,d).

Lo mismo puede decirse de su trabajo sobre la lesión, misteriosa por cierto, de proliferación del tejido óseo y de médula ósea del periostio que le puso el nombre de espongiohiperostosis. Esta se encuentra con gran frecuencia en culturas costeñas. Dice Weiss: Fuere cual fuere la enfermedad que originó la espongiohiperostosis… por los porcentajes que se encuentra en los restos de algunas poblaciones, se puede presumir que debió ser una tara social grave, capaz de influir en la historia de las colectividades que la sufrieron (11). Weiss hace una interpretación correcta de estas lesiones como una proliferación reaccional de tejido hemapoyético que se aloja en los huesos esponjosos de causa aún desconocida, posiblemente una anemia crónica. Las lesiones recientes están presentes en niños y las cicatriciales en adultos (12,13).

Entre Quitum y Santo Domingo está lo más difícil del camino. Labrado en primera parte en roca, mirando desfiladeros y precipicios, estrecho y resbaloso, parece a ratos un camino de pesadilla. Hay sitios donde no cabe más que un caballo con su jinete y otros en donde es preciso desmontar. En una sección cavada en forma de medio túnel, el agua baja de las alturas, se filtra por la techumbre rocosa, cae sobre los transeúntes y corre por el piso legamoso (13). Escribe, Weiss, en uno de sus diarios de viaje, junto con el entonces estudiante de medicina Alberto Guzmán Barrón, cuando llegaban al río Inambari, en Madre de Dios. Caminaron desde las alturas del altiplano, en el límite entre Cusco y Puno. Se necesitaba ser un alucinado para aceptar una comisión, en 1924, para estudiar lo que quedó del rico territorio del Acre que fue cedido, sin gloria ni pena, por el gobierno de Leguía, a Brasil y Bolivia. Weiss aceptó ir a estudiar las condiciones sanitarias de la zona y elevar un informe. El relato de este viaje es el testimonio más elocuente del temple, el sentido de observación y la profundidad de sus conocimientos. Weiss tenía entonces 31 años. Como Raimondi sus expresiones al describir las peripecias del viaje tienen sobriedad; pero, no dejan, por eso, de tener la elocuencia de la aventura que abre caminos nuevos. Si el viaje de bajada siguiendo el curso del río es peligroso…cuando se va contra la corriente es además pesado, extremadamente rudo y, en todo sentido, peor. Por cada dos horas de bajada se emplea alrededor de día de subida… (14).

Estuvo en Manú, que en ese entonces era la única provincia del mundo que tenía un solo habitante registrado como ciudadano. Allí estudió la poliomielitis epidémica, conjuntivitis granulosa, Beri-beri, herpes zoster, Tripanosomiasis americana, pelagra, filariasis, etc. Mckurdy dice: Oseosarcoma…que ha producido una enorme excrescencia que va desde la eminencia frontal izquierda, invadiendo también parte del derecho…Por fuera de los límites del tumor canceroso el hueso ha sufrido modificaciones… (d) Dice : El Dr. Pedro Weiss, eminente antropólogo peruano y profesor de Patología de la Facultad de Medicina de Lima, disiente de la opinión de MacCurdy y ha hecho el diagnóstico de meningioma. El Dr. George H. Hamsey, profesor de Radiología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Rochester, está de acuerdo con Weiss.  

El mar le fascinaba a Weiss. Era un conocedor profundo de la vida marina. Fue un experto en el arte de la navegación, a penas pudo permitirle su condición económica adquirió un yate, y le puso el eufónico nombre de Taperibá, un vocablo shipibo, según creo. Hizo amistad imperecedera con las familias de apellido Manco, demostrando que son descendientes de la nobleza cuzqueña aplastada por Toledo después del levantamiento de Manco II (f). Fue compadre del patriarca de los pescadores de Pucusana, Don Timio Avalos. En esa caleta, ahora balneario, en casa de ese su compadre y gran amigo, pasó por más de 30 años las temporadas de verano. Recuerdo que Don Pedro me decía de Don Timio, que éste era un experto conocedor de la biología marina y que merecía ser profesor universitario. Los que conocimos a ambos podemos dar fe de la aguda observación del maestro (g).

A principios de la década del treinta, cuando Pedro Weiss además de profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, también lo era de la de Ciencias, sugirió a Enrique Del Solar que realizará, como trabajo de tesis, un estudio sobre la biología de la anchoveta. Tuvo que vencer la oposición de solemnes profesores que no ocultaban su extrañeza por que alguien se ocupase, de la importancia de ese estudio, sobre las características del contenido gástrico de un pececillo tan insignificante como la anchoveta. Don Pedro contaba, en los años sesenta cuando la pesca masiva e indiscriminada de ese insignificante pececillo contribuyó, de manera significativa, al progreso económico de todo un continente y miraba, con desconsuelo, la voracidad de los nuevos expertos en la anchoveta que depredaron el mar. Con ironía de haber sido, en cierta medida, un causante de la casi desaparición de las aves guaneras y de la anchoveta del litoral del Perú.

Este hombre que hoy recordamos abrió camino aun con sus fracasos. En 1930 creyó haber descubierto el hasta ahora ansiado reservorio natural de las Bartonellas. Junto con otros, como Maldonado y Mackehenie, encontraron bacterias con una morfología similar al microorganismo causante a la Enfermedad de Carrión en el látex lechoso de la Jathropa macrantha, vulgarmente conocida como Huanarpo. Todos, sus discípulos, recordamos que Weiss se mofó de esta suposición y contaba inclusive anécdotas sobre lo disparatado de esa idea, publicada por él en una revista médica nacional (15,h). Sin embargo, hoy se sabe lo que ocurre con una bacteria muy similar a la Bartonella bacilliformis, la Rochalimaea quintana la que produce la Enfermedad de las Montañas Rocosas y que es trasmitida por una garrapata, cuyo congénere macho se alimenta de el látex lechoso de un arbusto en el que existe una agrobacteria, cuya secuenciación de ácidos nucleicos demuestra un parecido genético muy grande con el mencionado germen patógeno (16).

El placer de investigar no es lo mismo que el de haber investigado, la obra en marcha es la que fascina, la realizada es apenas un recuerdo… otra alturada máxima garabateada en sus últimos días que bien puede desentrañarse el misterio del reservorio natural de la Bartonella bacilliformis si se llega a cultivar una agrobacteria que haga mutación a Bartonella. Para esto se debe utilizar métodos fitobacteriológicos, y no medios de cultivo para bacteriología humana, como ya se ha hecho, en el Huanarpo, con resultados lógicamente negativos (17). Hoy se sabe que el macho de la Lutzomyia, vector de la Enfermedad de Carrión, se alimenta del látex de plantas, como el Huanarpo.

El legado de Weiss es imperecedero. Para finalizar este elogio al hombre que durante su vida nos dejó tantos mensajes enaltecedores contenidos en sus obras, escritos, lecciones y conversaciones. He escogido para finalizar mi intervención una frase que resume su vocación docente; ojalá que todos podamos, algún día, repetir y ser merecedores de este bello mensaje: a mi me conforta desde mi posición de maestro tanto el haber sabido decir no sé, como el haber explicado lo que sabia. En ambas actitudes me he sentido maestro.  

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Pallares E. Escepticismo en diccionario de filosofía. México DF: Editorial Porrua; 1964.

2. Jovett B. Euthydemus. Chicago: Encyclopedia Britannica; 1952.

3. Weiss P. La trepanación ritual suprainiana. Bol Mex Hist Filos Med. 1981; 5: 193-211.

4. Weiss P. Osteología cultural. Prácticas cefálicas. Primera parte. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos; 1958.

5. Weiss P. Osteología cultural. Prácticas cefálicas. Segunda parte. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos; 1961.

6. Weiss P. La asociación de la Uta y verruga peruana en mitos de la papa figurados en la cerámica Mochica y Chimú. Rev Museo Nacional. 1961; 30: 65-78.

7. Font Quer P. Plantas medicinales, el dioscórides renovado. Barcelona: Editorial Labor; 1981.

8. García Frías J. La tuberculosis en los antiguos peruanos. Actualidad Med Peru. 1940; 5: 274-91.

9. MacCurdy GG. Human skeletal remains from the highlands of Peru. Am J Phys Anthropol. 1923; 6(3). 264-85.

10. Zariquiey MO. Magicians and meningiomas. Med Radiogr Photogr. 1958; 34(3): 70-72.

11. Weiss P. Introducción a la paleopatología americana. En: Correa P, Arias Stella J, Tamayo Texto de Patología General de Tamayo, Correa y Arias Stella, Editorial Universo, p.22, Méjico 1968

12. Weiss P. Probable etiología palúdica de la espongiohiperostosis de los antiguos cráneos peruanos. An Fac Med (Lima). 1956; 39: 1027-36.

13. Hamperl H, Weiss P. (Spongius hyperostosis of skulls in Old-Peru). Virchows Arch. 1955; 327(6): 629-42. (Article in German)

14. Weiss P. Geografía médica, comisión médico-científica a Madre de Dios. Bol Soc Geogr Lima. 1925; 42: 67-100.

15. Weiss P. La verruga peruana y el huanarpo. Crónica Méd. 1930; 47: 382-84.

16. Weisburg WG, Woese CR, Dobson ME, Weiss E. A common origin of rickettsiae and plant pathogens. Science. 1985; 230: 556-58.

17. Herrer A. Carrion’s disease. I. Studies on plants claimed to be reservoirs of Bartonella bacilliformis. Am J Trop Med. 1953; 2(4): 637-42.

 

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(a) Pedro Weiss dejó pensamientos, máximos o ideas en cuadernos manuscritos, puño y letra, con bolígrafo. Estos datan, aproximadamente, de los cinco últimos años de su vida; una buena parte son pensamientos de discursos de agradecimientos por los múltiples homenajes que recibió.

(b) Allí (7) se lee entre otras cosas: Con razón se ha podido decir que la super población europea sólo ha sido posible gracias a la patata.

(c) Mckurdy dice: Oseosarcoma…que ha producido una enorme excrescencia que va desde la eminencia frontal izquierda, invadiendo también parte del derecho…Por fuera de los límites del tumor canceroso el hueso ha sufrido modificaciones…

(d) Dice : El Dr. Pedro Weiss, eminente antropólogo peruano y profesor de Patología de la Facultad de Medicina de Lima, disiente de la opinión de MacCurdy y ha hecho el diagnóstico de meningioma. El Dr. George H. Hamsey, profesor de Radiología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Rochester, está de acuerdo con Weiss.

(f) Con motivo de transacciones de compra y venta de tierras del valle Chilca, de propiedad de familias, que alternativamente son pescadores y agricultores se descubrió, en la titulación, el árbol genealógico de los Manco.

(g) Los que tuvimos el privilegio de contarnos entre sus discípulos gozamos de la hospitalidad fina y magnífica del maestro. Son incontables las tertulias que mantuvimos en Pucusana, en el verano; y, en el invierno en su casa campestre de Ñaña. Esa amistad y la admiración por él se prolongó, en los últimos tiempos hacia nuestros hijos.

(h) Entre las varias observaciones importantes que hizo Weiss en esta comunicación se lee:…En el año 1928 fui solicitado por el señor ingeniero Osmer, jefe de las obras hidráulicas que realiza Latina Lux en Auticia, para dar un informe sobre la mejor manera de luchar contra la verruga en aquella región (el valle de Santa Eulalia). En aquel informe que lleva fecha de 7 de diciembre de 1928, decía entre otras cosas: “La epidemiología de la verruga parece indicar que el insecto transmisor de la enfermedad no coge el microbio de un hombre enfermo, como en el caso del paludismo, sino en algún animal o en alguna planta propia de la región…Yo me inclino a pensar que el reservorio del (germen) radica en una planta: el Huanarpo.

 

 

Recibido: 30-04-09

Aprobado: 03-06-09  

 

 

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