INTRODUCCIÓN
La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) es causada por el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2). Desde el reporte del primer caso, la COVID-19 se ha diseminado rápidamente por varios países y se ha convertido en una emergencia de salud pública. El 11 de marzo del 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaró una pandemia 1,2,3. El SARS-CoV-2 ha sido considerado como el virus que tiene el mayor riesgo de infección y de fallecimiento en todo el mundo 1,2, lo cual está relacionado a su forma de transmisión entre las personas: a través de gotitas aerosolizadas y por el contacto con superficies contaminadas 4,5. Los factores relacionados con el control de la propagación de la enfermedad se refieren, sobre todo, al distanciamiento físico, al uso de mascarilla y a una higiene adecuada de las manos 3,4,5.
Los principales síntomas de la COVID-19 son fiebre, tos seca, fatiga, mialgia y disnea leve, y con menor frecuencia cefalea, dolor de garganta, congestión nasal, náusea, vómitos y diarrea 6,7. Entre el 80 y 90 % de las personas desarrollan cuadros leves; en el 10%, los casos son moderados y se manifiestan con disnea, hipoxemia y con compromiso pulmonar mayor del 50 %; y en 5 %, los casos pueden ser graves y cursar con neumonía, insuficiencia respiratoria, shock, falla multiorgánica, trastornos de la coagulación, y llegar a la muerte 4,7. Los resultados de los exámenes para diagnosticar la COVID-19, tales como las pruebas serológicas, la prueba de reacción de la polimerasa transcriptasa reversa (RT-PCR, del inglés Reverse transcription polymerase chain reaction), deben interpretarse de acuerdo con los factores epidemiológicos, clínicos y radiológicos 4. Hasta la fecha, no existe un tratamiento eficaz para la COVID-19 3. El índice de letalidad es variable (entre 2 % y 12,8 %) y puede incrementarse con el aumento de la edad y la presencia de comorbilidades 4,8,9.
Existen múltiples factores asociados a complicaciones por COVID-19, como la edad de 65 años a más, obesidad, hipertensión arterial, diabetes tipo 2, asma moderada a grave, las enfermedades cardiovasculares severas, enfermedad pulmonar crónica, insuficiencia renal crónica y enfermedad o tratamiento inmunosupresor 10,11.
Existen pocos estudios realizados sobre la infección por el SARS-CoV-2 en ciudades situadas en zonas de altitud y en su población nativa, la que ha desarrollado cambios fisiológicos adaptativos para sobrevivir en un ambiente con niveles de presión atmosférica baja y con valores de saturación de oxígeno (SatO₂) menores en comparación con los habitantes de ciudades ubicadas a nivel del mar. Es conocido que el SARS-CoV-2 afecta los pulmones, en primer lugar, y con menor frecuencia, los demás órganos. En estas condiciones, es posible que pudiera existir variabilidad en los aspectos epidemiológicos, en la presentación clínica, en las variables sociodemográficas, etc. En ese contexto, se diseñó un estudio con el objetivo de determinar las características clínicas y epidemiológicas de los pacientes con COVID-19 que viven en una zona de altura y que acuden a un hospital público.
MATERIALES Y MÉTODOS
Diseño y población de estudio
Estudio de tipo observacional, transversal y analítico realizado en el Hospital Regional Docente Clínico Quirúrgico Daniel Alcides Carrión (HRDCQ DAC) de Huancayo, del 27 de marzo al 31 de julio del 2020. La población (N) fue de 2248 personas, quienes fueron evaluadas para diagnosticar COVID-19. Se aplicaron criterios de inclusión y exclusión para determinar a los pacientes portadores de la enfermedad. El criterio de inclusión fue ser un paciente con prueba serológica y/o prueba molecular (PCR-RT) positiva para COVID-19 atendido en el hospital RDCQ DAC. Se excluyeron a los pacientes que procedían de lugares ubicados en zonas de altura menores que 3000 m s. n. m., de la selva o de la costa, y también los registros con datos incompletos. La muestra final fue de 760 pacientes con diagnóstico positivo de COVID-19.
Variables y mediciones
Las variables que intervienen en la categorización fueron sociodemográficas (edad, sexo, ocupación, procedencia), el antecedente de contacto, los síntomas y signos, hospitalización, comorbilidades, uso de ventilación mecánica y evolución.
El diagnóstico para un caso confirmado de COVID-19 se define como una persona asintomática o con infección respiratoria aguda que presenta tos o dolor de garganta y al menos uno o más de los siguientes síntomas y signos: fiebre, cefalea, dificultad para respirar y congestión nasal; y que tiene una prueba de laboratorio positiva para COVID-19, ya de reacción de la polimerasa transcriptasa reversa (RT-PCR) tomada de muestra nasofaríngea y orofaríngea y/o una prueba rápida de detección de IgM, IgG o IgG/IgM (10). Un contacto previo es una persona que ha estado en contacto durante los dos días anteriores y los 14 días posteriores a la aparición de síntomas con un caso probable o confirmado de COVID-19 12,13. La defunción por COVID-19 es la muerte resultante de una enfermedad clínicamente compatible en un caso confirmado de COVID-19 12.
La técnica de recolección de datos empleada fue el análisis documental, y como instrumento se utilizó un cuestionario denominado ficha de investigación clínica epidemiológica aplicado al ingreso al hospital para la atención médica y el seguimiento correspondiente. Se registraron los datos de las variables de estudio y el resultado de la prueba diagnóstica serológica y/o RT-PCR para COVID-19.
Análisis estadístico
Las variables categóricas se expresaron en frecuencias y porcentajes; y las variables numéricas, en promedios y desviación estándar. Para el análisis inferencial de los datos se emplearon las pruebas de X2 (para las variables categóricas,) y t de Student, (para las variables continuas por tener los datos una distribución normal). La asociación fue determinada con la logística bivariada y multivariada y para obtener la fuerza de asociación se utilizó el Odds ratio (OR) con intervalo de confianza al 95% (IC95%). El valor de p < 0,05 fue considerado significativo.
Consideraciones éticas
Este trabajo fue aprobado por el Comité de Ética en Investigación del HRDCQ DAC de Huancayo. Durante el desarrollo del estudio se han respetado los principios bioéticos de investigación en humanos. Tanto el procesamiento como el análisis de datos mantuvieron la reserva y la confidencialidad del caso.
RESULTADOS
De 2248 (100 %) personas que fueron evaluadas para diagnosticar COVID-19, 760 (33,81 %) presentaron los criterios de diagnóstico (promedio de edad = 49,00 ± 15,95 años y rango: 14 y 95) y 1488 (66,19 %) personas no lo presentaron (promedio de edad = 41,64 ± 14,93 años, y rango: 10 y 95) (p = 0,000). En el grupo de las 760 personas afectadas por la COVID-19 (100,00 %), el 62,36 % (474) fueron hombres y el 37,64 % (286), mujeres, en una proporción hombre/mujer de 1,65. Mientras que en el grupo de personas sin diagnóstico de COVID-19, que fueron 1488 (100,00 %), el 56,65 % (843) fueron mujeres y el 43,35 % (645), hombres.
En la Figura 1 se muestra que el porcentaje de casos de la COVID-19 (66,32 %) es mayor a partir de los 40 años de edad, sobre todo en el grupo etario entre 40 y 59 años X2 (38,82 %). Además, entre los 60 y 79 años se encontró un mayor porcentaje de casos confirmados de COVID-19 (24,21 %) que de personas sanas (11,97 %) (p = 0,000), mientras que en el grupo etario entre los 20 y 39 años de edad, hallamos más personas que no tuvieron la enfermedad frente a las que sí se infectaron (49,97 % vs. 32,63 %; p = 0,000).
El 86,00 % de las personas con COVID-19 provenían del cercado de Huancayo (49,25 %), de los distritos de El Tambo (19,73 %), Chilca (17,36 %) y de otros distritos y provincias (13,66 %): todos los lugares están ubicados a más de 3000 m s. n. m. En la tabla 1 se muestra la frecuencia de personas afectadas por COVID-19 de acuerdo a su ocupación. El 40,65 % de los casos corresponde a las amas de casa (21,44 %) y comerciantes (19,21 %). A continuación, el grupo que labora como conductor, chofer o transportista de vehículos (8,68 %); en cuarto lugar, los trabajadores de los establecimientos de salud (8,28 %), seguidos de los agricultores (3,55 %). En menor frecuencia se contagiaron los militares (2,36 %) y los policías (2,36 %) (Tabla 1).
En el grupo con COVID-19, se investigó sobre el lugar en el que hubo un contacto previo con un caso confirmado o sospechoso de COVID-19, por ser el posible foco de contagio, y encontramos que el 18,28 % (139) de los casos ocurrió en el entorno familiar y el 10,26 % (78), en el trabajo; en el 71,46 % (543), no se estableció si existió un contacto previo con caso de COVID-19. La tabla 2 muestra que los síntomas más comunes fueron tos (70,26 %), malestar general (57,63 %), fiebre (48,81 %), dificultad respiratoria (48,15 %) y dolor de garganta (44,21%). También observamos síntomas digestivos como diarrea (11,31 %), náuseas y/o vómitos (9,21 %) y dolor abdominal (4,07 %) en menor porcentaje (Tabla 2).
En la Tabla 3 se muestra que las comorbilidades más frecuentes en los pacientes con COVID-19 fueron la obesidad (4,47 %), diabetes mellitus (2,76 %) e hipertensión arterial (1,31%).
Las enfermedades respiratorias (1,30 %) y cardiovasculares crónicas (0,78 %) se presentaron en frecuencias bajas.
En el 48,02 % de los casos (365 pacientes) se indicó autoaislamiento en casa por no tener manifestaciones clínicas; en el 51,98 % (395), los pacientes fueron hospitalizados por presentar síntomas y gravedad moderada a severa. En el 7,36 % (56) el estado de gravedad era crítico, por lo que requirió manejo en la Unidad de Cuidados Intensivos y uso de ventilación mecánica. Un grupo de pacientes falleció en la Emergencia. En esta serie se encontró una frecuencia de letalidad del 14,21 %. El 69,44 % (75) fueron hombres, con una relación de 2,2 en comparación con las mujeres. El promedio de edad para los fallecidos fue mayor (60,82 ± 14.16 años), frente a la de los sobrevivientes (46,96 ± 15,33 años)(p < 0,000). En la tabla 4, según el análisis univariado, se muestra que la edad de 60 años a más, la dificultad respiratoria, la diarrea, la obesidad y el uso de terapia de ventilación mecánica estuvieron asociados a mayor frecuencia de mortalidad, mientras que la fiebre se consideró como un factor protector (Tabla 4).
En el análisis multivariado, la edad de 60 años a más (OR = 4,74), la dificultad respiratoria (OR = 2,38) y el uso de ventilación mecánica (OR = 8,75) estuvieron asociados a mayor riesgo de mortalidad (Tabla 5).
DISCUSIÓN
La COVID-19 es una enfermedad respiratoria aguda con repercusión sistémica, altamente transmisible y que es causada por el coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) 14. La pandemia de la enfermedad de la COVID-19 está ocasionando un gran perjuicio en las personas y en la sociedad; la respuesta conductual de la población cumple un papel importante en mitigar la propagación de la enfermedad 15. Según algunos estudios, el promedio de edad de los pacientes con COVID-19 oscila entre 45,7 y 55,6 años 16,17,18, y la frecuencia en hombres está entre entre 57,3 % y 72 % 16,17,18,19,20. En nuestra serie encontramos un promedio de edad de 49 años, y mayor frecuencia de presencia de la enfermedad en hombres que en mujeres.
La prevalencia de la COVID-19 por sexo difiere entre los países. En España, al inicio de la pandemia, fue más frecuente en los hombres y luego, en las mujeres; a fines de abril del 2020, la mortalidad era la misma en hombres (67 %) que en mujeres (66 %) 21. Otros reportes muestran que los hombres experimentan una mayor gravedad y mortalidad por la COVID-19 3,22,23,24,25. Las mujeres son más vulnerables a la infección por el SARS-CoV-2 entre los 30 y 60 años y la tasa de letalidad es más alta en hombres (hombres/mujeres entre 1,4 y 1,7) 26. En nuestra serie, la COVID-19 fue más frecuente en hombres que en mujeres, tanto en la prevalencia como en la mortalidad. Para explicar las diferencias atribuidas al sexo, existen múltiples factores de tipo genético, hormonal, inmunológico, molecular, social, conductual y de estilos de vida 24,25,27.
Los datos sugieren que los hombres sufren cuadros más severos que las mujeres, porque las comorbilidades asociadas a la COVID-19, como la hipertensión arterial, la enfermedad cardiovascular y la enfermedad pulmonar, son más prevalentes en ellos y, en muchos casos, se relacionan al hábito de fumar y al consumo de alcohol 28. Los aspectos inmunológicos explican esta diferencia. Asimismo, se considera que las mujeres tienen, aproximadamente, un 50 % más de probabilidades que los hombres de adoptar y practicar comportamientos adecuados de bioseguridad (lavarse las manos, usar mascarillas y evitar el transporte público) 15.
El periodo de incubación de la enfermedad fue de 5 días, en promedio; en todos los casos las manifestaciones se desarrollaron en los 12 días posteriores a la infección 22,23,29. Los síntomas de la COVID-19 son extremadamente heterogéneos y varían de cuadros muy leves a de extrema gravedad 23,30. Los adultos mayores presentan un mayor riesgo de enfermarse de forma severa 30, con hipoxia significativa y síndrome de distress de respiratorio 23.
Las principales manifestaciones clínicas de la COVID-19 son la fiebre (44 % a 98 %), tos (69 % a 82 %), disnea (19 % a 64 %), rinorrea (4 % a 24 %, dolor de garganta (5 % a 14 %), cefalea (5 % a 10 %), diarrea (2 % a 5 %), náusea y/o vómitos (1 % a 5 %) y mialgia (11 % a 15%) 7,17,19,31,32,33,34,35,36. También se describen perdida del olfato (40,0%) y del gusto (23,8%) 17,37. En nuestra serie los síntomas más frecuentes fueron similares a lo reportado: los pacientes presentaron tos (70,26 %), malestar general (57,63 %), disnea (48,81 %), fiebre (48,15 %), dolor de garganta (44,21 %), cefalea (26,44 %), mialgia (23,68 %), diarrea (11,31%) y náusea y/o vómitos (9,21 %). Algunos estudios señalan que los pacientes graves y críticos pueden presentar una fiebre baja o incluso no presentarla, lo que podría evidenciar un sistema inmunológico disminuido o deficiente 6,23, característica que también se pudo observar en nuestro estudio. Otro dato importante de nuestra casuística fue la disnea, que estaría relacionada con un daño pulmonar ocasionado por la COVID-19, provocando inadecuada oxigenación 23.
Tian et al. reportaron que el 73,3 % de los casos estudiados eran leves; el 17,6%, graves; y el 5,0 % eran asintomáticos 22. En nuestro estudio, casi la mitad de los casos fueron leves, y el 7,36 % fueron casos críticos. Los enfermos con cuadros leves se recuperaron en 2 semanas, aproximadamente; mientras que los cuadros severos o graves mejoraron en 3 a 6 semanas.
La presencia de comorbilidades asociadas a la COVID-19 oscila entre 16 % y 50,5 %, entre ellas están la obesidad, hipertensión arterial, diabetes, enfermedad cardiovascular y cerebrovascular, cáncer, enfermedad renal crónica, asma, antecedente de tuberculosis e hipotiroidismo 7,16,19,38,39,40. En los pacientes con COVID-19, la prevalencia de hipertensión arterial está entre 4,5 % y 30 % (según el grupo etario, y se incrementa con la edad); la diabetes, entre 5 % y 32 %; la enfermedad cardiovascular, entre 1 % y 18 % 8,16,35,41,42; la obesidad, en 42,5% 40; y el asma, en 6,5 % 40. En nuestra serie, las comorbilidades mostraron una baja frecuencia. Los antecedentes reportan que el 40 % de los enfermos requirió hospitalización, y en el 8 % necesitó internarse en la unidad de cuidados intensivos 20. Nosotros encontramos que casi la mitad de los pacientes fueron hospitalizados y 7,36 % ingresaron en cuidados intensivos.
La frecuencia de mortalidad varía entre 2,3 % y 12,8 % en diferentes países 8,20, se incrementa al aumentar la edad del paciente, por lo que es un predictor de mortalidad, sobre todo para los hombres 43. La mortalidad es el marcador más simple de vulnerabilidad ante la COVID-19 43 y está incrementada en pacientes con comorbilidades (20,43). Asimismo, a medida que aumenta la edad, se observan formas más graves de enfermedad y con un riesgo mayor de mortalidad a partir de los 55 años 44, situación muy similar a nuestra casuística.
Se ha reportado que la altitud podría disminuir la tasa de infección y la mortalidad por la COVID-19 45,46. De acuerdo a Segovia-Juárez et al., a una gran altura, la infección por COVID-19 se reduce, mientras que la tasa de letalidad no depende de la altitud; además, no reportan diferencias significativas entre la frecuencia de letalidad entre varones y mujeres, según niveles de altitud 47. Cano-Pérez et al. sugieren que las grandes altitudes pueden inducir una disminución en la tasa de letalidad de la COVID-19 48. Por otro lado, Wolcott et al. han reportado un incremento de la mortalidad a más de 2000 m s. n. m. en varios condados de Estados Unidos de Norteamérica, así como en México, en comparación con lugares ubicados por debajo de los 1500 m s. n. m., lo que es más frecuente en hombres mexicanos menores de 65 años 49. Encontramos una tasa de letalidad más alta en los varones a partir de 50 años; sin embargo, en el análisis multivariado no hubo diferencia significativa entre varones y mujeres.
Existen factores de riesgo relacionados a la letalidad en la COVID-19 tales como la diabetes de inicio temprano, obesidad, enfermedad pulmonar obstructiva, edad avanzada, hipertensión arterial, inmunosupresión y enfermedad renal crónica 50. Se ha reportado un incremento de la mortalidad con la edad avanzada (OR = 2,15), sexo masculino (OR = 1,97) e historia de diabetes (OR = 2,34) 51. Zheng et al. reportan varios factores de riesgo asociados al pronóstico de la COVID-19 como hipertensión (OR = 2,72), diabetes (OR = 3,25), enfermedad cardiovascular (OR = 5,19) y enfermedad respiratoria (OR = 5,15). Asimismo, la edad mayor a 65 años (OR = 6,01), el sexo masculino (OR = 1,77) y el consumo de tabaco (OR = 2,04) se relacionan a un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad severa 52. La disnea (OR = 4,16) se asocia a la progresión de la enfermedad y a una elevada mortalidad 52,53, mientras que la presencia de fiebre (OR = 0,56) puede traducir una protección al paciente con COVID-19 para evitar el desarrollo de un cuadro grave 52. En nuestra serie encontramos hallazgos similares respecto a la disnea (OR = 2,38) y la fiebre (OR = 0,38).
Las limitaciones de este estudio fueron la falta de seguimiento de los pacientes con diagnóstico de COVID-19 por un periodo más prolongado, no haber contado con un grupo de estudio comparativo en ciudades situadas a menor altitud y no emplear las pruebas moleculares para identificar a los pacientes enfermos.
Se concluye que la enfermedad de la COVID-19 es más frecuente en los hombres que en las mujeres, y los grupos más afectados por esta enfermedad son las amas de casa y los comerciantes. Las características clínicas más frecuentes fueron tos, malestar general, fiebre, dificultad respiratoria y dolor de garganta. La obesidad, hipertensión arterial y diabetes mellitus fueron las comorbilidades más comunes, pero se encontraban en un porcentaje bajo; mientras que la edad avanzada, la dificultad respiratoria y el uso de ventilación mecánica se asociaron a mayor riesgo de letalidad. El mejor método de control de la propagación de la enfermedad es la prevención de la infección, la detección precoz del virus y la identificación de protocolos de tratamientos exitosos