Diversidad y Conservación de Orquídeas en el Mundo
La familia de las orquídeas, u Orchidaceae, es la segunda familia de plantas con flores más diversa del mundo, presentando alrededor de 28000 especies descritas (Fay 2018, Willis 2017). Cada año se describen docenas de nuevas especies alrededor del mundo a medida que nuevos descubrimientos, exploraciones y revisiones taxonómicas son llevadas a cabo. A pesar de esto, es posible que nunca lleguemos a describir y conocer todas las orquídeas actualmente existentes debido a la pérdida de su hábitat (e.g. deforestación, cambio de uso, expansión agrícola y construcción de vías de comunicación) y su sobreexplotación para el comercio como uso ornamental, medicinal o alimenticio (Gale et al. 2018). Así, el 56% de alrededor de 1000 especies evaluadas por la Lista Roja Global de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (International Union for Conservation of Nature, IUCN) han sido incluidas en alguna categoría de amenaza (Fay 2018, Gale et al. 2018, IUCN 2017). Sin embargo, muchas de las restantes 27000 especies aún no evaluadas por la IUCN deberían ser incluidas en alguna categoría de amenaza debido a sus estados de vulnerabilidad. Por ello, los listados de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies en Peligro de Fauna y Flora (Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora, CITES) incluyen casi la totalidad de taxa de orquídeas que comprenden alrededor del 84% de todas las especies de flora CITES (Willis 2017).
Las Metas de Aichi y el desarrollo del conocimiento de las Orquídeas
Los países firmantes de la Convención sobre Diversidad Biológica (Convention on Biological Diversity, CBD) integran la conferencia de las partes (Conference of the Parties, COP), la cual se encarga de dirigir la CBD. La COP exige a sus países miembros, entre los que se encuentra el Perú, implementar el Plan Estratégico para la Biodiversidad (2011-2020) y alcanzar las metas Aichi para la Biodiversidad (de aquí en adelante referido como ‘Metas de Aichi’). Bajo la Meta 12 de Aichi, se exige a los países miembros a prevenir la extinción de especies amenazadas para el año 2020. Independiente de la fecha límite, esta meta no es posible de alcanzar si no se conocen, ni se han evaluado los estados de conservación de las especies. Así, solo una fracción de las especies conocidas de orquídeas ha sido evaluada para su inclusión en la Lista Roja de la IUCN (Fay 2016, 2018, Gale et al. 2018, Willis 2017). El incremento en el conocimiento de las orquídeas es un factor clave para la toma de decisiones y el desarrollo de estrategias útiles para su conservación, tal como lo identifica la Meta 19 de Aichi.
Mediante la búsqueda de cinco objetivos, la Estrategia Global para la Conservación Vegetal (Global Strategy for Plant Conservation, GSPS) busca conservar las plantas. Los objetivos 1 y 2 de la GSPS buscan la producción de floras digitales y una evaluación del estado de conservación de todas las plantas conocidas, respectivamente. Sin embargo, estos objetivos son poco realistas en un corto y mediano plazo, ya que sin conocer cuántas especies tenemos y como ellas deben ser circunscritas en relación a su estado de conservación (i.e. Meta 12 de Aichi), ninguno de estos objetivos es alcanzable (Fay 2016). Además, la sola categorización dentro de listados de las plantas, y en especial la de orquídeas, no es suficiente para promover su conservación ya que pueden presentar biología compleja. En particular, las orquídeas presentan una biología compleja (e.g. interacciones altamente especializadas con sus polinizadores, asociaciones de especificidad con micorrizas) que hacen a las orquídeas particularmente difíciles de conservar (Fay et al. 2015, Gale et al. 2018).
De no mejorar e incrementar el conocimiento sobre las orquídeas (no cumplir con el objetivo de la Meta 19 de Aichi), no será posible cumplir el objetivo de prevenir las extinciones en este grupo (Meta 12 de Aichi). Es así que el desarrollo de la Meta 19 de Aichi es vital para cumplir los objetivos de conservación. Así, estudios sobre los procesos de reproducción, como la polinización, son vitales para la conservación y manejo de las orquídeas (Fay 2018, Willis 2017). Sin el servicio de la polinización, no habría producción de frutos que contengan las semillas que renueven las poblaciones de orquídeas. Sin conocimiento de los polinizadores no se podrían reintroducir exitosamente orquídeas a nuevos lugares y no se podrían manejar satisfactoriamente las áreas naturales o de cultivo (Fay 2018, Gale et al. 2018), tomando en cuenta que hay orquídeas cultivadas para uso agrícola u ornamental, que es lo que busca también la Meta 7 de Aichi. Si los polinizadores no están presentes en suficiente número, la producción de frutos puede ser limitada, y esto tendría impactos mayores sobre la selección de sitios en programas de reintroducción (Reiter et al. 2017). El desarrollo del conocimiento no se limita a la presencia de polinizadores, ya que es necesario conocer la complejidad de estas interacciones para predecir los efectos de potenciales cambios en el ambiente, como los cambios climáticos pueden modificar el acoplamiento de la fenología del polinizador-orquídea, generando fallas en la reproducción de la orquídea (Hutchings et al. 2018).
Categorización del estado de conservación de las orquídeas en el Perú
En el Perú, las orquídeas están representadas por alrededor de 2120 especies (Ulloa Ulloa et al. 2017); de las cuales, alrededor de una tercera parte son endémicas (Brako & Zarucchi 1993, Roque & León 2006). Las orquídeas son, además, el grupo de plantas con mayor control para su comercialización en el país, ya que casi todas las especies reportadas para Perú se encuentran en alguno de los apéndices CITES (MINAM 2019). Sin embargo, este número no se refleja en los listados producidos por el estado peruano, donde solo 301 especies de orquídeas han sido reconocidas dentro de alguna categoría de amenaza por el estado peruano (14.2% de las especies de orquídeas peruanas; ver DS N° 043-2006-AG), el cual no ha variado desde el 2006. Desde hace unos años se ha venido planeando un Plan de Conservación de las Orquídeas del Perú por SERFOR, pero, al parecer, aún no existe fecha para su elaboración y/o publicación. Un ejemplo de un taxón con especies que tienen representantes tanto en los apéndices nacionales CITES, como en la lista nacional de flora amenazada es el género Telipogon Kunth.
El caso del género Telipogon
El género Telipogon presenta alrededor de 245 especies que se distribuyen en Centro y Sudamérica (Martel & Nauray 2013, Pridgeon et al. 2009). En Perú, se han registrado 54 especies de Telipogon (Collantes & Martel 2015, Martel et al. 2017); de estas, el 80% (48 especies) son endémicas para el Perú (Collantes & Martel 2015, Martel et al. 2017, Nauray & Galán 2008, Roque & León 2006). De estas, muchas podrían ser catalogadas dentro de alguna categoría de amenaza, ya que sus hábitats se encuentran en constante reducción debido a las actividades antrópicas (Roque & León 2006) y a la extracción indiscriminada para su comercio (C. Martel obs. pers.). Otro factor que pone en riesgo a los taxa de Telipogon es que muchas de sus especies presentan rangos de distribución restringida, siendo algunas solo conocidas de una única colección, una localidad o unas pocas localidades (Martel 2016, Nauray & Galán 2008, Roque & León 2006).
A la fecha, tan solo tres especies de Telipogon están presentes en la lista roja de la IUCN, ninguna de las cuales se encuentra distribuida en el Perú. A pesar que alrededor de 50 especies de Telipogon (ca. 90% de las Telipogon reportadas para Perú) han sido incluidas en los listados de los apéndices nacionales de CITES (MINAM 2018), tan solo nueve especies (i.e. Telipogon alegriae D.E.Benn. & Christenson, T. atropurpurea D.E.Benn. & Ric.Fernández, T. campoverdei D.E.Benn. & Ric.Fernández, T. collantesii D.E.Benn. & Christenson, T. papilio Rchb.f. & Warsz., T. suarezii D.E.Benn. & Christenson, T. tayacajaensis D.E.Benn. & Christenson, T. tesselatus Lindl., T. vargasii C.Schweinf.) han sido incluidas por el estado peruano en la lista de flora amenazada (ver DS N° 043-2006-AG). Sin embargo, una de las especies listadas (T. tesselatus) no se encuentra reportada para el Perú y se conoce solo de Ecuador (Nauray & Galán 2008). De las ocho especies restantes, seis (T. alegriae, T. atropurpurea, T. campoverdei, T. collantesii, T. suarezii, T. tayacajaensis) presentan una distribución muy restringida a unas pocas localidades y son endémicas del Perú; mientras que las otras dos (T. papilio y T. vargasii [sinónimo de T. bowmanii]) presentan una distribución más amplia que las anteriores y han sido reportadas en otros países (i.e. T. papilio en Colombia y Ecuador, y T. bowmanii en Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela). La inclusión de estas dos últimas especies no sería discutible -sus poblaciones también se encuentran afectadas por reducción de hábitat- si es que también se incluyeran otras especies que presentan un mayor riesgo de extinción y son exclusivas de la flora peruana.
Así, la lista de flora amenazada elaborada por el estado peruano debe ser cuidadosamente revisada y mejorada, no solo para el caso de las Telipogon, sino para todas las Orchidaceae, ya que muchos taxa tienen un problema similar al mencionado para Telipogon. Una aproximación inicial puede realizarse basándose en la categorización propuesta en el Libro Rojo de las Plantas Endémicas del Perú (Roque & León 2006). Sin embargo, esta publicación está lejos de ser suficiente y es necesario una revisión de cada grupo taxonómico para proponer la categorización de las orquídeas para su posterior propuesta de inclusión en los listados de la IUCN.
Conclusiones finales
Es necesaria la generación de conocimiento básico para una mejor categorización y la elaboración de subsecuentes planes de conservación que eviten la desaparición de las orquídeas para alcanzar los objetivos de conservación de la Convención sobre Diversidad Biológica.
Además, es indispensable la revisión cuidadosa de los listados elaborados sobre las categorías de amenaza, con especial énfasis en los elaborados por el estado, ya que las especies incluidas en estos son los priorizados en las políticas y proyectos de conservación.