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Acta Médica Peruana

On-line version ISSN 1728-5917

Acta méd. peruana vol.24 no.1 Lima Jan./abr. 2007

 

ARTÍCULO DE REVISIÓN

Vacunas y timerosal: ¿riesgo de autismo y desórdenes neurológicos?

Thimerosal and vaccines: ¿austims and neurological disorders?

Herminio R. Hernández Díaz1.

1 Profesor Principal de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, Médico Pediátra: Hospital Nacional Cayetano Heredia


RESUMEN

Con el avance de la ciencias médicas numerosas enfermedades han podido ser prevenidas antes de que se produzcan gracias a las vacunas. De este modo se han evitado millones de muertes reduciéndose la mortalidad y morbildad por dichas enfermedades inmunoprevenibles, en aquellas poblaciones en donde las campañas de vacunación se realizan. Sin embargo las vacunas pueden presentar efectos o eventos no deseados relacionados con la aplicación de la mismas, los cuales aunque infrecuentes en su mayoría han sido muchas veces magnificados. Últimamente se ha venido tratando de implicar a un preservante de las vacunas el timerosal como el posible causante de autismo, atrubuyéndosele un efecto neurotóxico. Debido a que los grados de evidencia con las que se trata de sustentar dichas aseveraciones no son los adecuados, y que a la luz del conocimiento actual, los estudios no demuestran una asociación entre vacunas que contienen timerosal y desórdenes del espectro autístico; se concluye que las evidencias actuales señalan que no existe una relación causal entre un tipo de vacunas (SRP) o si éstas contienen timerosal y el desarrollo de autismo o un desorden del espectro autístico.

Palabras Clave: vacunas, espectro autístico, timerosal, autismo.

ABSTRACT

It has been possible to prevent many diseases thanks to the advance of the medical sciences and the development of effective vaccines. Millions of deaths have been avoided, and the mortality and morbidity of vaccine-preventable diseases have been drastically reduced, in the populations where vaccine campaigns are carried out. Vaccines, nevertheless, can present undesirable effects or events related to their application, which despite their rarity have been grossly exaggerated. Lately there are attempts to imply thimerosal, a vaccine preservant, as the possible cause of autism, attributing to it a neurotoxic effect. The present evidences of many different kinds do not support a neurotoxic role for thimerosal. The statements on thimerosal neurotoxicity are not supported by evidence; the studies show no association between vaccines containing thimerosal and disorders of the autistic spectrum. The conclusion is that there is no causal effect between a type of vaccines or whether they contain thimerosal and the development of a neurological disorder of the autistic spectrum.

Key words: vaccines, autistic spectrum, thimerosal, autism.


En la medida que las enfermedades inmunoprevenibles se han logrado controlar y erradicar con el adecuado uso de las vacunas disponibles, “ aparecen “ y en algunos casos se magnifican los efectos u eventos no deseados relacionados con la aplicación de las mismas. Es asi, como a partir de una publicación de un artículo en la revista Lancet1, la vacuna de sarampión se relacionó con el desarrollo de autismo, posteriormente cuando ya no era la vacuna de sarampión, se atribuyó a uno de los preservantes utilizados en las vacunas, el derivado mercurial timerosal, como el posible causante de autismo o de un trastorno del desarrollo del niño ( espectro autístico ).

En la presente revisión, daremos algunas evidencias para determinar y precisar si el riesgo de desarrollar autismo o un trastorno del espectro autístico , realmente se relaciona o se asocia con la aplicación de alguna vacuna. Epidemiológicamente se entiende el término riesgo como una probabilidad de que se produzca un hecho o daño que puede ser una enfermedad, una muerte ú otros eventos en un grupo de personas y en un periodo determinado del tiempo; esto es básicamente la probabilidad estadística de un suceso futuro, frecuentemente se expresa como una tasa y debemos recordar que al ser una probabilidad, nos dice cuanto de esa población frente a una determinada exposición va a tener el evento desagradable, pero no nos dice quien2. Entonces, cuando se tiene cierta característica o exposición que para el presente análisis, es la aplicación de una vacuna es un factor de riesgo para desarrollar autismo, vamos a ver cuanta asociación hay entre esta exposición de recibir la vacuna y el desarrollo de un evento malo, mórbido que sería autismo.

Los estudios epidemiológicos tienen diferente capacidad para demostrar la evidencia de una determinada relación causal entre una exposición y un resultado o efecto, considerándose a los ensayos clínicos como la mejor evidencia, luego jerárquicamente le siguen en orden descendente los estudios de cohortes, caso-control, ecológicos, transversales y serie de casos, siendo estos últimos, los mas débiles para demostrar causalidad3 (Tabla 1). La intención de la presente revisión es presentarles un grupo de estudios , teniendo en cuenta lo previamente citado y evaluando los resultados para poder obtener una conclusión. Si uno quisiera hacer una demostración de que efectivamente una determinada exposición termina en un evento final, en este caso aplicar una vacuna, da realmente autismo, se podría hacer mediante un ensayo clínico aleatorizado, pero este tipo de estudios han sido realizados para evidenciar eficacia de protección de la enfermedad a inmunizar, pero no han sido diseñados exprofesamente para medir efectos secundarios o efectos no deseados, por tanto debemos mirar los otros tipos de estudios, asimismo si se sospecha un efecto secundario por razones éticas no se acepta demostrarlo mediante un ensayo clínico aleatorizado ,de allí que la mayor parte de los estudios que miden riesgo, son fundamentalmente estudios de tipo observacional como son estudios de cohortes y caso- control .Así mismo como vamos a ver los resultados de algunos estudios, los que son expresados con medidas de asociación como son el riesgo relativo (R R ) y el odds ratio ( OR ) (Tablas 2 y 3) con sus respectivos intervalos de confianza del 95% (IC 95%), recordaremos que el riesgo relativo es el cociente entre la tasa de incidencia de un determinado evento, en este caso de autismo en los expuestos ( en los vacunados ), en comparación con la tasa de autismo en los no expuestos (no vacunados ).Si el RR relativo es 1, obviamente no hay ninguna diferencia entre expuestos y no expuestos , si es muy cerca de 1 esta asociación es débil y si es mayor de 3 es claramente un factor de riesgo, pero cuando este riesgo relativo es menor que 1 más bien hay un efecto protector del factor estudiado. La interpretación es similar también para los valores de OR, que como ustedes recuerdan es el cociente de posibilidades de exposición en los casos en comparación con los controles, cuando el odds ratio es mayor que 1, es claramente un factor de riesgo bajo el modelo del estudio caso control y cuando el odds ratio es menor que 1 es un factor de protección.

El intervalo de confianza del 95%, significa que si repitiéramos 100 veces el mismo estudio, los resultados se encontrarían dentro de este intervalo de valores con un 95% de confianza, cuando en este intervalo para el RR o el OR incluye el valor de 1, significa que no hay riesgo ni protección en la relación estudiada y si este intervalo es “estrecho” el tamaño muestral del estudio es bueno, en cambio si este intervalo de valores es “amplio” hay un problema del tamaño muestral.

Como mencionáramos previamente, un autor inglés publicó en 19981 en Lancet una serie de 12 niños que habían recibido la vacuna triple vírica (SRP) quienes desarrollaron un problema gastrointestinal y seguidamente la gran mayoría de estos 12 niños hicieron autismo, el autor relacionó al componente de sarampión de la vacuna triple vírica como el causante de la enfermedad inflamatoria intestinal y del autismo presentado en estos niños.

Desde el punto de vista epidemiológico, la pregunta sería: Es la administración de una vacuna como la triple vírica (SRP) un factor de riesgo para desarrollar autismo o un trastorno del desarrollo? En los años 90 en muchos países, sobre todo países desarrollados empezaron a preocuparse por algunos preservantes derivados de mercurio de las vacunas, porque la preocupación era por la cantidad de mercurio en el ambiente, por ende en las vacunas que tienen mercurio (etilmercurio), pero este derivado mercurial es un tipo de mercurio totalmente diferente al que es tóxico (metil mercurio ) éste en dosis altas produce un daño neurológico y renal, entonces la pregunta alrededor de esto, no es si un determinado tipo de vacuna (SRP), sino: si el timerosal, que es un derivado de mercurio utilizado como preservante en muchas de las vacunas, cuando son administradas en niños es un factor de riesgo para desarrollar autismo o un problema del desarrollo?. Primero citaremos algunos estudios y sus resultados en relación con la primera pregunta y seguidamente en relación ya específicamente con el derivado del mercurio, el timerosal.

A fines de 1998 en la misma revista Lancet4, se publicó un estudio realizado en Finlandia que relacionaba la vacuna triple vírica (SRP) con la posibilidad de autismo, se trata de una serie de casos a partir del reporte de efectos adversos después de haber recibido la vacuna triple vírica. En un periodo de 14 años se había administrado 3 millones de dosis de esta vacuna, a partir de esta base de datos se encontró 31 niños que desarrollaron síntomas gastrointestinales entre 1 ó 2 semanas después de haber recibido esta vacuna , síntomas que remitieron entre 2 a 7 días en la gran mayoría de ellos, en un seguimiento de 1 año 9 meses a 14 años de este grupo de niños con síntomas gastrointestinales, ninguno de ellos desarrolló un desorden de tipo autismo. Los autores concluyeron que sus datos no soportan la hipótesis que la vacuna SRP produzca un desorden del desarrollo o enfermedad inflamatoria intestinal. Este estudio es una evidencia débil por tratarse de una serie de casos y porque no tiene ningún grupo de comparación.

Posteriormente, en el año 2004 se publica un estudio caso control que utiliza una base de datos de investigación en la práctica en los hospitales del Reino Unido, con niños que habían nacido en 1973 y que tuvieran un registro del desorden del desarrollo entre los años 1987 y 2000, los aparearon por edad, sexo y por el tipo de práctica general.

En este periodo de tiempo se ubicó 1 294 casos de autismo o del espectro autístico y los aparearon con más de 4 000 controles, recordemos qué por tratarse de un estudio caso control , la medida de asociación es el OR, los autores presentan sus resultados con un odds ratio no ajustado y cuando hacen ajustes para algunos factores expresan los resultados con un odds ratio ajustado.

En este estudio independientemente de la edad en que el niño haya recibido la vacuna SRP ,el valor puntual del OR no ajustado es menor que 1, es decir como si vacunarlo fuera un factor de protección , su intervalo de confianza (IC95% ) también pasa por 1, pero el OR ajustado muestra un valor puntual menor de 1, pero su IC95% pasa por 1, significando que no hay riesgo ni protección (Tabla 4).

Cuando estos mismos autores hacen análisis estratificado, por ejemplo si el niño había recibido la vacuna antes o después de los 3 años ,o antes o después de los 18 meses, los valores de los OR no ajustados están dentro de lo que podrían llamarse protección, pero cuando uno mira los odds ratio ajustados en realidad el intervalo de confianza pasa por 1 , significando que la edad de la vacunación tampoco sería un factor determinante en el efecto de desarrollar autismo (Tabla 5). En el análisis de solo autismo o solo otro desorden del desarrollo, los resultados son también similares a los previos (Tabla 6) Los autores concluyeron que sus hallazgos no sugieren que la vacuna SRP está asociado con un riesgo incrementado de desórdenes neurológicos persistentes5. Nosotros diríamos que este estudio caso-control es una evidencia moderada.

Un estudio basado en el Registro Nacional de Dinamarca6, en el cual todo ciudadano desde que nace se le registra todos sus eventos, sobre todo en relación con salud, los autores construyen una cohorte retrospectiva con más de 500 000 niños nacidos entre el 91 y 98, en los cuales pueden identificar en este mismo registro quienes reciben la vacuna SRP, así como quienes no la reciben y en otro registro que es un registro central psiquiátrico danés pueden saber que niños tienen autismo y que niños tienen otros desórdenes del espectro autístico, ellos pueden realmente construir una cohorte expuesta (los que reciben la vacuna SRP) y una cohorte no expuesta ( los que no reciben la vacuna SRP).

 

Después de ajustes potenciales, el riesgo relativo es 0,92 para autismo y 0,83 para otros desórdenes autísticos, con estos valores menores de 1 se diría que la vacuna SRP protege contra autismo, pero sus IC 95% pasan por 1 (Tabla 7). Asi mismo los análisis estratificados entre edad de vacunación, tiempo después de la vacunación y fecha de la inmunización con autismo ,no encuentran asociación después de realizar ajustes para edad, periodo del calendario de inmunización , sexo, educación de la madre y nivel socio económico familiar, en razón que todos los IC 95% pasan por 1, indicando que no hay protección ni riesgo (Tabla 7). Los autores concluyen que su estudio provee una fuerte evidencia, contra la hipótesis que la vacunación contra SRP cause autismo6. Si bien este es un estudio retrospectivo; pero su base de datos es buena, el Registro Civil danés, por tanto puede considerarse que sus resultados son válidos, de otro lado por tratarse de una muestra significativa, más de 500 000 niños, los IC 95% son estrechos, pero no muestran ni riesgo ni protección (pasan por 1).

Los estudios previos, demuestran que la vacuna de sarampión, rubéola y paperas, por ende el componente de sarampión no se asocia con el desarrollo de autismo u otro desorden de aspecto autístico en los niños que reciben esta vacuna7. Sin embargo, en los años 90 hubo una preocupación por el efecto de los metales pesados en el ser humano y se especuló si la presencia del derivado del mercurio (timerosal) presente en las vacunas no sería la causa de autismo, sobre todo porque en varias áreas del mundo se registró un mayor número de casos de autismo y coincidentemente se había incrementado el número de vacunas que recibían los niños y potencialmente el niño recibiría más mercurio que antes.

El timerosal es un compuesto orgánico que contiene etilmercurio, el cual ha sido usado como preservante de algunas vacunas, sobre todo en la presentación de multidosis desde los años 30. El etil mercurio es diferente del metil mercurio, este último si se conoce que es neurotóxico, sin embargo el metabolismo del etil mercurio es diferente del metil mercurio8.

En realidad se quiso inferir que la toxicidad del metil mercurio era similar al etil mercurio presente en el timerosal. En el año 2001, el informe del Comité de Seguridad de las Inmunizaciones de Estados Unidos de Norte América concluyó que las evidencias eran insuficientes para aceptar o rechazar la relación causal entre timerosal y los desórdenes neurológicos del desarrollo y que se requería de más investigaciones para definir esta posible asociación9. Estos estudios se han realizado en los últimos 4 años, algunos de los cuales vamos a citarlos a continuación.

En base a los datos del Registro Civil Danés, se construye nuevamente un estudio cohorte retrospectiva de niños nacidos entre los años 1991 al 1996, reuniéndose casi 500 000 niños, y a partir de registros psiquiátricos se identifican 440 casos de autismo y 787 casos de desórdenes del espectro autístico10. Hasta julio de 1992 en Dinamarca se había estado usando vacunas de pertusis con timerosal como preservante y después de esa fecha la vacuna pertusis no contiene timerosal , por tanto se tiene una cohorte de niños expuestos a timerosal y una cohorte de de niños no expuestos a timerosal. Después de realizar una serie de ajustes para edad, calendario de inmunización, sexo, peso al nacer, apgar a los 5 minutos y otras variables, el riesgo relativo entre los vacunados expuestos con pertusis con timerosal y la misma vacuna pertusis sin timerosal, en el caso de autismo pareciera ser protector (0,85) pero su intervalo de confianza pasa por 1 ( IC95% : 0,60-1,20), el RR para desórdenes del tipo autístico si pareciera un valor de riesgo porque es mayor de 11.12, sin embargo su IC 95% pasa por 1 y no es significativo ( 0,88- 1,43 ). (Tabla 8). Además se tiene el registro del número de dosis de pertusis que ha recibido cada niño, entonces después de la segunda y tercera dosis, obviamente ha recibido más cantidad de etilmercurio, cuando hacen un cálculo para un promedio de incremento de 25 microgramos de etilmercurio por dosis sucesivas, los riesgos relativos son muy parecidos a los anteriores, 0,98 para autismo y 1,03 para desórdenes del espectro autístico, pero los IC 95% pasan por 1, por tanto el incremento de cantidad de etilmercurio (mayor número de dosis) recibida no se asocia con un incremento del riesgo de desarrollar autismo. (Tabla 8).Los autores concluyen que los resultados no soporten una relación causal entre niños vacunados con vacunas que contienen timerosal y el desarrollo de desórdenes del espectro autístico10. La observación para este estudio de cohorte retrospectiva es que su comparación es histórica, porque comparan una población antes del 92 con una población después de este tiempo, sin embargo el número de participantes en cada cohorte es bastante grande.

Un estudio interesante también publicado por el grupo danés, es un estudio que utiliza el número de niños de 2 a 10 años de edad con el diagnóstico de autismo en un periodo de tiempo que va desde 1971 al 2000, en este intervalo de tiempo se registró más de 900 niños con este desorden y se relaciona con el periodo de tiempo en que se usa vacunas con timerosal en Dinamarca ( antes de julio de 1992) y el periodo posterior en que ya no se usa timerosal en las vacunas de dicho país. De acuerdo con los resultados mostrados gráficamente se puede ver que en el periodo en el cual se usaba las vacunas que contenían timerosal, la frecuencia de casos se mantenía relativamente estable y cuando se retira el timerosal de las vacunas en el año 92 comienza en todos los grupos etáreos ha incrementarse el diagnóstico de los casos de autismo. Los autores concluyen que la descontinuación de las vacunas conteniendo timerosal en Dinamarca en 1992 fue seguida por un incremento en la incidencia de autismo, por tanto los datos ecológicos no soportan la correlación entre vacunas conteniendo timerosal y la evidencia de autismo11. Es decir, ya no hay timerosal en las vacunas, sin embargo el número de casos se sigue incrementando. 

Finalmente , citaré un estudio de tipo cohorte prospectivo12 realizado al sur de Londres, Avon en el Reino Unido, en el cual se pudieron seguir a más de 14 000 niños, desde los 6 meses a 91 meses de edad, estimándose la cantidad de timerosal recibida en relación a las vacunas de 3, 4 y 6 meses de edad y se comparó con mediciones de nivel cognitivo y del desarrollo conductual en ese periodo de seguimiento, Empleando un modelo de análisis multivariado, el OR sin ajustes, sugirió un beneficio el recibir la vacuna que contenía timerosal en diferentes momentos del seguimiento, por ejemplo, había menos hiperactividad y problemas de conducta a los 47 meses de edad con la exposición a los 3 meses, menos problemas del desarrollo motor a los 30 meses y exposición a los 6 meses y otras relaciones similares. Cuando hacen ajustes citan hasta 69 estimaciones, solo en una de ellas después de hacer ajustes para diferentes variables (peso al nacer, gestación, género, educación materna, paridad y otras) que supuestamente tengan que ver también con autismo, se encontró un resultado en la dirección de la hipótesis, es decir, que la presencia de timerosal en las vacunas lleva a autismo y ésta es la pobre conducta social de este grupo de niños seguidos a los 47 meses de edad y la exposición a la primera vacuna, porque el odds ratio es de 1,12 , con un IC 95% de : 1,01-1,23, es decir es un factor de riesgo, sin embargo si ustedes se acuerdan de la interpretación tanto del riesgo relativo como del odds ratio, lo que está muy cerca de 1, su asociación es muy débil. Los autores de este estudio de cohorte prospectiva finalizan diciendo: “Nosotros no encontramos evidencia convincente que la exposición temprana a este derivado del mercurio timerosal, tenga un efecto deletéreo en un desorden neurológico o psicológico persistente”12.

Una revisión y análisis de la bibliografía existente sobre este tema concluye: “Los estudios no demuestran una asociación entre vacunas que contienen timerosal y desórdenes del espectro autístico”13.

Cuando se busca determinar la causalidad entre una determinada exposición (aplicación de un tipo de vacuna o una vacuna con timerosal) y un resultado ú efecto (autismo o un desorden del espectro autístico) no es suficiente cumplir con una asociación puramente estadística, sino fundamentalmente cumplir con los criterios de causalidad3 (Tablas 9 y 10 ).

Aplicaremos estos criterios a lo ya citado previamente, cuando hemos mencionado los diferentes tipos de estudios relacionados con vacunas y autismo. En cuanto a la relación temporal, la exposición debe preceder al efecto, en este sentido los estudios de tipo cohorte buscan cumplir este criterio, en razón a que en dicho tipo de estudio se parte de la exposición (vacunados o no vacunados) y se busca en el tiempo el efecto (autismo); como ya vimos los diferentes estudios de cohortes rechazan la asociación causal.

El criterio de verosimilitud, es decir es posible que de acuerdo a los conocimientos actuales se pueda explicar el efecto observado, en realidad se ha querido “trasladar” la toxicidad del metil mercurio al etil mercurio (timerosal) en base al conocimiento de la toxicidad neurológica del metil mercurio, sin embargo se conoce que la biodisponibilidad del etil mercurio es diferente, así mismo en la actualidad la etiología del autismo esta más relacionada en bases genéticas que del lado tóxico, por tanto tampoco se cumpliría este criterio.

Los diferentes estudios citados y realizados en diferentes lugares del mundo, coinciden en no encontrar asociación entre vacunación y autismo, por ende no se cumple el criterio de coherencia.

En lo relativo a la intensidad de la asociación entre la causa o factor de exposición (vacuna) y el efecto (autismo) hemos observado que tanto los RR o los OR no muestran asociación y sus IC 95% pasan por 1 (ni protección, ni riesgo), por ello tampoco se cumple este criterio de la intensidad de la asociación.

En uno de los estudios, se midió si con el mayor número de vacunas con timerosal (número de dosis de vacunas pertusis) la asociación debería hacerse más evidente, lo cual tampoco pudo observarse, no cumpliéndose con el criterio de relación dosis-respuesta.

El estudio ecológico de Dinamarca, en el cual se observa que al suspender la exposición (timerosal en las vacunas) no desaparece el efecto (autismo), todo lo contrario la frecuencia de autismo se incrementa, de lo cual se deduce que la exposición del timerosal en las vacunas no tiene nada que ver en el autismo, debe haber otras razones que permitan explicar este incremento de casos de autismo, que no se debería al timerosal, y en este sentido tampoco se cumple el criterio de reversibilidad.

Finalmente, respecto al criterio del tipo de diseño de estudios e interpretaciones de datos, los diferentes estudios: serie de casos, estudio ecológico, estudio caso control, cohortes retrospectivos y cohortes prospectivos, llevan a la misma conclusión: no existe asociación entre vacunación contra sarampión y autismo, ni existe asociación entre las vacunas con timerosal y autismo.

Como conclusión final diremos: las evidencias actuales, las diferentes evidencias, los diferentes niveles de evidencia coinciden, no existe una relación causal entre un tipo de vacunas (SRP) o si éstas contienen timerosal y el desarrollo de autismo o un desorden del espectro autístico.

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a la Sociedad Peruana de Pediátria y al autor por la autorización de reproducción total del artículo aparecido en la Revista Peruana de Pediatría 2005, 58(3): “Vacunas y timerosal: riesgo de autismo y desórdenes neurológicos?”.

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CORRESPONDENCIA

Herminio Hernández Díaz

herminiohd@yahoo.com