SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.25 issue3The international cooperation in helth I: Tunupa or the architecture of links with developmentInadequately employed terms in leprosy author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Acta Médica Peruana

On-line version ISSN 1728-5917

Acta méd. peruana vol.25 no.3 Lima July/set. 2008

 

ARTÍCULO HISTÓRICO

 

El Dr. Lino Alarco y su época

The Dr. Lino Alarco and his time

 

Alejandro Graña Aramburú1

1 Ginecólogo Oncólogo, Miembro Asociado SPOG, Miembro Titular Asociación para la Historia de la Medicina.

 


RESUMEN

El Dr. Lino Alarco fue un destacado pionero de las intervenciones quirúrgicas temerarias y hasta impensables de la época.
Adelantado a su época emitió célebres opiniones sobre la exploración clínica y la frecuencia de los tumores benignos y malignos.
El 12 de junio de 1878 realizó Lino Alarco el acto más osado de su carrera. Operó a domicilio un quiste tumoral de ovario, convirtiéndose en el primer cirujano en realizar la cirugía intraperitoneal en el Perú1

Palabras clave: cirugia, intraperitonial, Lino Alarco ginecoobstetricia.

 


ABSTRACT

The Dr. Lino Alarco was a distinguished surgeon who was a pioneer in performing advanced, daring, and even unthinkable surgical procedures during the second half of the 19th century in Peru. Lino Alarco was ahead of his time, and he made precise descriptions of both benign and malignant tumors. On June 12th, 1878, Dr. Alarco performed the most daring procedure in his career. He excised a tumoral ovarian cyst in the patient’s home, and he became the very first surgeon in performing intraperitoneal surgery in Peru1.

Key words: surgery, intraperitoneal, Lino Alarco, obstetrics and gynecology.

 


Los esbozos de la cirugía científica empiezan definitivamente a mediados del siglo XIX, tanto en Europa como en América y también en el Perú1-23. Existen innumerables ejemplos de cirugía practicada antes de esta etapa “científica”, como la famosa histerectomía vaginal realizada por Sorano de Efeso en el siglo II y aquellas practicadas por renacentistas como Carpi y Della Croce18 y las trepanaciones y sangrías en el antiguo Perú23. Vale recordar las cesáreas de la época romana con fines de salvar al bebé de madre fallecida, y aquellas durante el coloniaje en Perú, para suministrar el bautizo1. Robert Houston, en Glasgow, reportó una histerectomía vaginal en 17265,7, y Baudeloque, en Francia, describió más de veinte hacia 180015. No obstante, el hito absoluto lo marca la primera ovariectomía hecha por Ephraim McDowell en 1809 en Kentucky1,15,18 extirpando un tumor gigante de ovario, primera cirugía intraperitoneal de la era moderna, sin uso de anestesia o antisépsia.

Pero no es hasta el advenimiento de los célebres descubrimientos realizados por el brillante químico francés Louis Pasteur en 1856, sobre la contaminación y transmisión de seres vivos denominados microbios1,10,15,18; los trabajos de Lister en 1864 sobre la antisépsia con el ácido fénico en heridas infectadas1,15,18; y la aplicación de la anestesia inhalada de éter por el dentista norteamericano William Morton, en 18461,17,18 y del cloroformo por el obstétra inglés James Simpson1,17,18, que la cirugía avanza un gran paso hacia la era moderna y se vuelve científica.

En el Perú la cirugía se inclina hacia la modernidad con las figuras que nacieron entre 1831 y18453,8, lideradas por D´Ornellas y Odriozola, y por la egregia personalidad de Lino Alarco, discípulo de ambos1,8,14,23. Maestro destacado, catedrático de Anatomía, de Clínica Externa o Quirúrgica, fundador del Hospital Dos de Mayo, Vicerector de San Marcos, fundador de la Academia Libre de Medicina de Lima22, escritor médico descollante, Senador y Vice- Presidente de la República, cargo último que no llegó a desempeñar por su inesperado fallecimiento en 19032,14.

Eminentes personalidades de esta generación fueron Celso Bambarén; Rafael Benavides, pionero de la Obstetricia; Juan Cancio, Antonio Morales, José María Romero y José Anselmo de los Ríos1,2,8,14. Los hombres célebres aparecen siempre agrupados en ramilletes, como una inteligencia genética que se da cita en un mismo tiempo y lugar.

Es necesario remarcar que el siglo XIX fue dominado por los influjos del romanticismo, movimiento que se prolongó hasta 187012 e incluyó las artes y la ciencia, aportando una especial actitud y forma de vida que exaltaba el emocionalismo y las pasiones extremas, en contraposición al racionalismo de la Ilustración11,12,13,21. Sentimientos como el horror, el triunfo, el fracaso y sobre todo el amor eran resaltados hasta sus propios límites, tomándose ejemplos como el de ¨Robin Hood¨, protagonismo del héroe desinteresado y noble. El “medievalismo emotivo” renacido, admitió la presencia de seres fantásticos o sobrenaturales que se hicieron presentes en obras como el ¨Fausto¨ de Goethe, protagonizando la figura del héroe triunfador en el drama humano. El romanticismo fue creativo, sensible y altamente irracional. Enaltecía fortísimas y profundas reacciones del espíritu humano, negando como reales los postulados de la razón seca y pura. Tal el caso Napoleón, destacado héroe del período12, o de Lord Byron respaldando en Grecia la rebelión contra el imperio Otomano12. Surgió luego el victorianismo, una forma de romanticismo social que estresaba la vorágine apasionada y erótica de las disposiciones humanas4,12.

No obstante, el evento más importante del siglo XIX fue la teoría de la evolución, expresada en los trabajos de Charles Darwin en su revolucionaria publicación “El Orígen de las Especies” por medio de la selección natural, en 1859, más tarde complementada por “Descendencia del Hombre”4,13,16,20. Afirmó la supervivencia del más fuerte o mejor adaptado a los retos naturales, algo revolucionario y escandaloso entonces, antagónico a los principios bíblicos del plan divino. El proceso evolutivo no quedó alli y fue sustentado en el plano filosófico y social por los postulados de Herbert Spencer(4,9,13,16,20, afirmando la ¨supervivencia de grupos humanos más aptos o individuos mejor dotados”. La evolución quedó ligada al progreso social13,16,20, en base a naturalezas mejor dispuestas y adaptadas a los retos, algo que se llamó Positivismo. Los positivistas creían ser poseedores de cualidades innatas que hacían valer por propio derecho y voluntad. La lucha individual del ¨mejor¨ o ¨los mejores¨ era considerada atributo o cualidad de excelencia para la transformación y el avance social. Evolución y progreso resultaron sinónimos16, algo dependiente de los más aptos que devino en llamarse Darwinismo Social9,16,20.

Tanto el romanticismo como la teoría evolutiva dotaron al siglo XIX con los caracteres encendidos de individualismo, pasión, sentimiento abnegado y por supuesto heroísmo como meta sublime. Atributos de lucha incesante en el amor por la vida y por el triunfo heroico, con un marcado sentimiento de competitividad por la excelencia.

En este contexto transcurre el escenario de la cirugía, tanto en Europa como en América. Ante el enorme reto de lo ignoto y lo insólito y el acentuado sentimiento de progreso en busca de la excelencia, multitud de abnegados investigadores se lanzaron en pro del descubrimiento y de la gloria. Fue época de grandes descubrimientos, del estudio minucioso de la enfermedad, de los trabajos celulares de Virchow15, la transmisión microbiana, la asepsia y la antisépsia, la anestesia, y la búsqueda del comportamiento fisiológico18.

Dotada de tales herramientas en manos de sus abnegados protagonistas, la cirugía avanzó a paso incontrolable. El contagio de los progresos en Europa y en Norteamérica contaminó irremediablemente las mentes y los espíritus de los médicos peruanos, que empezaron el gran salto hacia el otro lado del mundo en busca de frescos conocimientos8,14. El trabajo del ilustre maestro Cayetano Heredia fue decisivo y pionero en su estímulo para el ¨perfeccionamiento¨ de los egresados del Colegio de San Fernando, que enviaba a París, ciudad luminaria, en busca de progreso1,8,14,23. Néstor Corpancho, Denegri y Constantino T. Carvallo, por mencionar algunos pioneros de la ginecología5, hacen aportes valiosísimos, trayendo Carvallo los guantes de caucho de Halsted, los esterilizadores al seco de Poupinel, y el primer aparato de Rayos X1,7,14.

Lino Alarco fue un destacado pionero de las intervenciones quirúrgicas temerarias y hasta impensables de la época. En 1858 presentó su Tesis de Doctorado ¨Abscesos del Hígado¨ y postuló la necesidad de evacuar el pus ¨sin contaminación a la cavidad peritoneal¨ para evitar la temida peritonitis, y el mismo año resecó un maxilar inferior abscedado1. Un año antes había operado un neuroma del cubital con bastante éxito, que publicó en la Gaceta Médica. Emitió célebres opiniones sobre la exploración clínica y la frecuencia de los tumores benignos y malignos, y apreciaciones semiológicas sobre la consistencia, fibrosidad y movilidad o fijación de los mismos1. Describe y clasifica las alteraciones mórbidas vasculares, ordenando con lucidez la etiología y clínica de los aneurismas.1. Fue uno de los cirujanos más renombrados, siendo sus opiniones respetadas y hasta concluyentes en los casos que debían intervenirse, y variadísimas las operaciones que realizaba. Incurrió en la oftalmología con una técnica personal para la remoción del pterígion, y en la urología con la talla vesical. Al igual que D´Ornellas, Dounglas y Grau, brillantes cirujanos de entonces, no se detuvo ante los mayores retos que representaba la patología quirúrgica del momento y los afrontó con conocimiento y extremo coraje.

El 12 de junio de 1878 realizó Lino Alarco el acto más osado de su carrera. Operó a domicilio un quiste tumoral de ovario, convirtiéndose en el primer cirujano en realizar la cirugía intraperitoneal en el Perú1,14. Se contaba con la anestesia general de cloroformo, desplazando al éter por su mejor tolerancia y versatilidad14,17. Fue el anestésico empleado en tan atrevida operación, bajo el celoso cuidado de los profesores Odriozola y Salazar.

La intervención fue un éxito y duró algo más de dos horas y media, dejándose drenaje para el retiro del asa metálica que sostuvo el pedículo ovárico por varios días, como se estilaba entonces1,15.

La cirugía intraperitoneal ya se practicaba en Europa y en Norteamérica por maestros como Koeberlé, Pean, Czerny, Billroth y otros, sin olvidar la pionera ovariectomía de McDowell en 1809, pero los avances en el Perú eran lentos y la prudencia y el temor por la afamada peritonitis seguía invadiendo el espíritu de los operadores. Koeberlé practicó una ovariectomía en 1862 y Pean la realizó en 186415,18. Entonces la operación era considerada de altísimo riesgo y existieron severos fracasos, mostrando las estadísticas alemanas que de 54 ovariectomías habían fallecido 51 pacientes, reportando Atlee en Norteamérica una mortalidad del 33%15. No obstante, la ovariectomía practicada por Lino Alarco fue tan exitosa que tomó fama, al punto que produjo una manifestación del Supremo Gobierno, solicitando un informe a la Facultad de Medicina para poner los nuevos avances al servicio de los pacientes necesitados1.

Decididamente la cirugía sufría un cambio científico revolucionario, pero puede adivinarse que fue fundamentalmente el espíritu temerario y heroico del siglo lo que condicionó el logro de tales hazañas, es decir la abnegación, el heroísmo y la búsqueda incesante del individualismo, motores propulsores de los pioneros del momento. El héroe social romántico y evolucionista volcado en pro de la medicina. Los impulsos que despertaron la abnegación, el deseo infatigable de servir, los sentimientos extremos de amor a la vida, la imparable curiosidad por lo desconocido y la búsqueda incesante del heroísmo debieron contribuír decididamente, sumados a la infatigable persecución de la meta de la excelencia, como lo prescribía la teoría de la Evolución Social16,20.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Alayza Escardó, F. Historia de la Cirugía en el Perú, Lima, Editorial Monterrico, 1992.

2. Alzamora, V. Mi Hospital, Lima, 1963.

3. Arias Schreiber, J. La Escuela Médica Peruana, 1811-1972, Lima, 1972.

4. Barnes, H.E. An Intellectual and Cultural History of the Western World, Vol.III, New York, 1965.

5. Bello, E. Historia de la Gincología en el Perú. Rev. Med. Pe ruana 1993; 53:816-26;54:863-74.

6. Busalleau, A. Eminente propulsor de la Ginecología en el Perú. Rev. Med. Peruana 1948; 237:561-79.

7. Carvallo, C.T. Nuevo Procedimiento: Histerectomía Subtotal. Cr. Med. 1914;609:125-32.

8. Facultad de Med. El Centenario de la Escuela de Medicina de Lima, UNMSM. 1911.

9. García-Cáceres, U. Daniel Alcides Carrión. Acta Méd Per, 2006,Vol.23 No 1 (Enero-Abril)

10. Graña, F. Homenaje de la Universidad de Lima a Pasteur. Lima, 1923.

11. Hauser, Arnorld Historia Social de la Literatura y el Arte, Tomo 2, Madrid.

12. Keats-Page Guide to the Study of Literature, Romanticism, Home Page, 2006.

13. Klimke-Colomer Historia de la Filosofía. Filosofía Labor, España.

14. Lastres, J.B. Historia de la Medicina Peruana, Tomo V, Vol III, Lima, 1951.

15. Leonardo R.A. History of Gynecology. New York, Froben Press, 1944.

16. Maclver, R.M. Page, Ch. Sociología. Edit. Tecnos, Madrid, 1963.

17. Robinson, V. Victory over Pain. New York:Henry Schuman, 1946.

18. Robinson, V. The Story of Medicine. New York, Home Library, 1944.

19.Sigerist, H. The Great Doctors, New York, 1958.

20. Timasheff, N. La Teoría Sociológica, México, 1965.

21. Ugarte Eléspuru, M. Lima y lo Limeño. Lima, Edit. Universitaria, 1967.

22. Ulloa, Casimiro, Barrios, M.C, Pérez Roca, A. Boletín de la Academia Libre de Medicina de Lima. Primer año, Tomo I, Lima, 1886.

23. Valdizan, H. La Facultad de Medicina de Lima, 1811-1911.

 

CORRESPONDENCIA

Alejandro Graña Aramburú
agrana1940@yahoo.com