Editorial

 

Christian Miranda-Orrillo

Director general del Fondo Editorial y Comunicacional del CMP

Presidente de la Academia Peruana de Salud

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Al recordar la despedida al Maestro que nos honró y formó parte importante del Fondo Editorial, y releer el bello mensaje contenido en sus palabras, no pude dejar de recordar a nuestros queridos maestros que partieron a un mundo mejor este año y nos dejaron con la enorme tristeza de no poder seguir disfrutando de su sabia compañía e inagotables consejos…

Este año se fueron maestros de la talla de Don Guillermo Terry Valverde, Primo Pacheco Núñez, Luis Malca Cubas y Walter Chanamé Delgado.

Profesores han existido muchos y existirán más, pero maestros muy pocos y son aquellos que dejan huella imperecedera en el alma y los corazones de sus discípulos. A ellos pertenece la inmortalidad…

Con su producción intelectual y el saber de un maestro tiene en realidad la fuerza y el poder para transformar la vida de un niño, un adolescente y hasta un adulto. Sólo se le ha concedido el honor de enseñar a un ser capaz, carismático e inteligente y un buen maestro sabe usar esa capacidad para utilizarla en beneficio de ese ser, de una comunidad y con ello impactar a toda la nación.

El maestro ama lo que hace y nos enseña como si fuera a un niño al que tiene al frente y con paciencia infinita, simplifica y repite cuantas veces sea necesario, con ese fervor del que habla Gabriela Mistral, quien nos hace recordar de que el oficio de Maestro, no es mercancía sino oficio divino.

Por ello la gratitud del discípulo, quien sabe lo que sufre el Maestro, lo que abandona en casa, para poder dedicarle más tiempo a sus alumnos, quien sabe su afán por preparar sus clases y estar siempre al día, por dar lo mejor de sí, aun descuidando su propio interés. Ese sentimiento de aprecio y agradecimiento por las bendiciones o los beneficios que hemos recibido de nuestros maestros, y al cultivar la actitud de agradecimiento, seremos más felices y más fuertes espiritualmente.

Finalmente solo podemos dar las gracias al Maestro, que alumbró nuestras vidas con su ejemplo y las llena de luces de esperanza e incita nuestras almas a alcanzar en una noche estrellada, a la estrella más hermosa y en un simbólico salto alcanzarla cual gigante capaz de hacer lo imposible realidad;