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Liberabit

versión impresa ISSN 1729-4827

liber. v.18 n.1 Lima ene./jun. 2012

 

ARTÍCULOS

 

La percepción de la crianza en padres, madres e hijos adolescentes pertenecientes al mismo núcleo familiar

Perception of rearing in parents and adolescent children belonging to the same family nucleus

 

Hans Oudhof van Barneveld*, Brenda Rodríguez Aguilar** y Érika Robles Estrada*** Universidad Autónoma del Estado de México, México.

* Doctor en Ciencias Psicológicas, Pedagógicas y Sociológicas. Facultad de Ciencias de la Conducta de la Universidad Autónoma del Estado de México. hansovb@hotmail.com
** Doctora en Ciencias de la Salud. psiquebren@yahoo.com.mx
*** Doctora en Ciencias Sociales. erikarobles@yahoo.com

 


RESUMEN

Se investigó la percepción de la crianza en padres, madres e hijos adolescentes del mismo núcleo familiar, para detectar las similitudes y diferencias que presentan en su perspectiva acerca de la socialización familiar. Se trabajó con una muestra no probabilística intencional de 180 participantes (60 padres, 60 madres y 60 hijos) del municipio de Toluca, México. Se aplicó la Escala de Percepción de Crianza de Oudhof, González Arratia, Rodríguez y Unikel (2008), que consta de 32 ítems agrupados en tres factores: interés en las actividades del hijo, apoyo y orientación. Se encontraron medias altas en los tres grupos, indicando que tanto los padres como los hijos consideran que las actividades de crianza se realizan con frecuencia. Se concluye que predomina un alto grado de acuerdo entre los integrantes de las familias del estudio acerca de las características del proceso de socialización en el hogar.

Palabras clave: Adolescentes, crianza, familia, madres, padres.

 


ABSTRACT

The perception of upbringing in parents and adolescent children belonging to the same family nucleus was investigated to detect the similarities and differences in their perspectives concerning family socialization. The sample was non-probabilistic intentional type of 180 participants (60 mothers 60 fathers and 60 children) from Toluca’s municipality, Mexico. The Scale of Perception of Rearing developed by Oudhof, Gonzalez Arratia, Rodriguez and Unikel (2008) was applied, which consists of 32 items grouped into three factors: interest in children’s activities, support and guidance. High averages were found in all groups, indicating that both parents and children consider that rearing tasks are carried out frequently. It is concluded that agreement dominates among the family members of this study about the characteristics of socialization process at home.

Key words: Adolescents, Rearing, Family, Fathers, Mothers.

 


En décadas recientes la familia como institución social ha pasado por un proceso de evolución que puede caracterizarse como una combinación de cambio y continuidad. Por un lado, las transformaciones generadas en distintos ámbitos de la sociedad se reflejan en la familia a través de la creciente diversificación de las estructuras familiares, la reducción del número de hijos, el incremento del número de divorcios y la modificación de las relaciones entre sus miembros y de los roles que desempeñan (Poortinga & Georgas, 2006). Actualmente existe una gama muy amplia de arreglos familiares, y las formas de vida y convivencia familiar se caracterizan por una considerable complejidad, lo que hace más difícil establecer un concepto claro y bien definido de lo que es la familia (Flores, Cortés & Góngora, 2008); es por esto, y por la vigencia de distintos modelos y significados respecto a la familia, que hay cada vez más autores que plantean que sería más bien correcto referirse a «las familias» (Musitu & Cava, 2001).

Por otro lado, es innegable que existe continuidad en el cumplimiento de una serie de funciones reproductivas, económicas, sexuales y educacionales por la familia (Georgas, 2006) que no sólo son esenciales para la reproducción de la sociedad en su conjunto sino también para la sobrevivencia de la familia misma como institución. En este sentido, Iglesias de Ussel (2001) se refiere a la extraordinaria capacidad de adaptación que posee la familia para mantener su potencial de realizar sus actividades en un contexto cambiante. Entre las funciones que la familia ha logrado mantener a través del tiempo destaca la de agente socializador a través de la crianza y el cuidado de los hijos, que desde una perspectiva transcultural incluso puede considerarse como una tarea familiar de carácter universal (Poortinga & Georgas, 2006).

Durante mucho tiempo la crianza fue vista como una actividad unilateral, que se llevaba a cabo de manera vertical desde los padres hacia los hijos; esta noción se asociaba claramente con una visión simplificada, sin tomar en cuenta la considerable diversidad de la vida familiar en términos de su organización, estructura y la interacción de sus miembros (Gracia & Musitu, 2000). En este modelo de interacción familiar los roles en el proceso de crianza estaban definidos con bastante claridad: el papel del padre era básicamente el de proveedor, aportando el sustento económico, la madre era la responsable de la educación y el cuidado de los hijos, así como de las labores domésticas (Palacios, Hidalgo & Moreno, 2001), mientras que los hijos eran vistos principalmente como receptores pasivos de los valores, actitudes y pautas de conducta transmitidos por sus padres (Ceballos & Rodrigo, 2001). Esta rigidez en los roles y las funciones de cada integrante corresponde a la familia que puede considerarse como «tradicional» (Esteinou, 2008).

En la actualidad la crianza en muchas familias ya no se lleva a cabo de acuerdo a esta división fija de roles y responsabilidades, lo que es resultado de diversas transformaciones que se han dado en las prácticas familiares y que se reflejan en una flexibilización de pautas y estilos de parentalidad. En lo que se refiere a la situación de la madre, se ha venido incrementando su participación en el mercado laboral y en el mundo público fuera del hogar, por lo que se ha modificado su relación con los hijos y su intervención en las actividades de crianza (Viguer & Serra, 1998; Iglesias de Ussel, 2001). Por otro lado, en el caso de los padres se ha observado una tendencia hacia una transformación en el ejercicio de la paternidad que consiste en un mayor involucramiento en el cuidado físico y emocional de los hijos, sobre todo en padres jóvenes (García & De Oliveira, 2006), más allá de su papel exclusivo de proveedor. De esta manera se han venido modificando las creencias sobre la participación de la madre y el padre en la socialización de los hijos y en la división del trabajo entre ambos en este proceso, traduciéndose en el desarrollo de diferentes prácticas de crianza en el hogar, generalmente menos autoritarias y más democráticas, orientadas más a sugerir, insinuar y tratar de convencer y no a dar órdenes e imponerse (Requeña, 2008).

Estas prácticas se relacionan también con las modificaciones respecto al papel de los hijos en su propia crianza y a la relación con sus padres, tanto en las interacciones como en las expresiones y experiencias afectivas, así como en el ámbito de la percepción y cognición (Ruano & Serra, 2001). Se ha llegado a enfatizar cada vez más la propia individualidad y subjetividad de los hijos, reconociendo que no sólo necesitan el ejercicio del control parental y el establecimiento de ciertos límites en el hogar, sino también el apoyo, la comprensión y la aceptación como personas con características propias que no necesariamente coinciden con el ideal de los padres. La búsqueda de una identidad propia y de cierta autonomía se manifiesta sobre todo en la etapa de la adolescencia, lo que también lleva a una mayor demanda de que sean tomadas en cuenta sus opiniones y puntos de vista sobre la dinámica familiar y las relaciones con sus padres. De acuerdo con Oliva (2006), los datos de diversos estudios han mostrado que los hijos de padres que promueven la autonomía y la capacidad de influencia en la toma de decisiones durante la adolescencia tienden a ser más individualizados y tener mejores niveles de ajuste y competencia social. Esto implica que es esencial una buena comunicación entre padres e hijos, sin dejar al lado el control, pero éste no debe ser establecido de manera unilateral.

Actualmente se tiende a ver al hijo más como un protagonista activo y no como mero receptor pasivo en el proceso de crianza, por lo que es importante conocer y analizar su comprensión, codificación e interpretación de los mensajes parentales. De hecho, recientemente se ha empezado a tomar en cuenta más sistemáticamente el punto de vista de los hijos, realizándose investigaciones sobre las representaciones que tienen acerca del ambiente familiar, las prácticas de crianza de sus padres y el manejo de los conflictos en el hogar (Simón, Triana & González, 2001). Márquez, Guzmán, Villalobos, Pérez y Reyes (2007) plantean que es necesario evaluar la crianza no sólo en el modo en que informan de ella los padres o desde el recuerdo retrospectivo de los adultos, sino también a partir de la percepción de los hijos. Rodríguez, Del Barrio y Carrasco (2009) subrayan la importancia que tiene la percepción de los hijos sobre los hábitos de crianza de sus padres, dado que la información obtenida por este medio se ha mostrado no sólo confiable sino también más coherente y menos sometida a la deseabilidad social que la suministrada por los padres.

De esta manera, se considera que para obtener una mejor comprensión y un panorama más amplio de las características del proceso de crianza es deseable analizar y contrastar el punto de vista de padres, madres e hijos. Esto significa que no se conciba a la familia como un espacio íntimo e integrado donde permanentemente existen armonía, satisfacción y unión, aceptando la posibilidad que sus miembros tengan diferentes necesidades, intereses y experiencias, como sucede en otros grupos y ámbitos sociales. Salles y Tuirán (1997) afirman que la realidad familiar es vivida y sentida de manera diferente según edad, género y posición en la relación de parentesco y que existe desigualdad entre sus miembros en la toma de decisiones y el ejercicio del poder. Por lo tanto, en la dinámica familiar también hay conflicto, tensiones, hostilidad y lucha.

Desde esta perspectiva, resulta interesante estudiar y comparar las diferencias y similitudes en la percepción de la dinámica familiar en padres, madres e hijos. Rodrigo, Máiquez, Padrón y García (2009) señalan que tanto padres y madres como sus hijos cuentan con representaciones situacionales propias que les permiten interpretar lo que ocurre en la familia y servir de guía a su propio comportamiento. Aguilar, Valencia y Sarmiento (2007), refiriéndose a los conflictos entre hijos adolescentes y sus padres, enfatizan precisamente la presencia de diferentes puntos de vista sobre la autoridad parental y la jurisdicción acerca de cuestiones como la forma de vestirse, la elección de amigos y la asistencia a eventos sociales. Los estudios de Smetana (1991, 1995) han demostrado que son comunes las diferencias de opinión y de definición sobre estos y otros problemas entre adolescentes en un rango amplio de edad y sus padres: aunque generalmente están de acuerdo en la identificación de los principales temas que causan conflicto, los construyen y los interpretan de maneras conceptualmente diferentes. Sin embargo, esto no significa que la hostilidad tienda a predominar en la interacción en el hogar; al contrario, padres e hijos generalmente mantienen relaciones cercanas durante la adolescencia, a pesar de las variaciones en su percepción.

El objetivo del presente estudio fue comparar la percepción de la crianza en madres, padres e hijos del municipio de Toluca pertenecientes al mismo núcleo familiar, para identificar las similitudes y diferencias en sus puntos de vista sobre la forma en la que se lleva a cabo la educación de los hijos.

Método

Participantes

Se trabajó con una muestra no probabilística intencional constituida por 60 familias biparentales con al menos un hijo o una hija adolescente. El tamaño de la muestra fue de 180 participantes: 60 madres, 60 padres y 60 hijos de la localidad de San Mateo Otzacatipan, ubicada en el municipio de Toluca. La edad de los padres y las madres oscila entre los 30 y 60 años de edad, y la de los hijos e hijas entre los 12 y 17 años.

Instrumento

A los adolescentes se les aplicó la Escala de Percepción de Crianza para Jóvenes desarrollada por Oudhof, González Arratia, Rodríguez y Unikel (2008). Consta de 32 reactivos, cada uno refiriéndose a una actividad específica que forma parte del proceso de crianza de los hijos. Para medir la percepción que tienen los hijos de la crianza parental, tienen que indicar con qué frecuencia consideran que cada actividad ha sido realizada por sus padres, en una escala de cinco puntos que va de nunca (1) a siempre (5). Los ítems se agrupan en tres factores: interés en las actividades del hijo, que consta de 16 ítems, apoyo hacia el hijo con 6 ítems y orientación hacia el hijo con 10 ítems. La validación del instrumento se llevó a cabo en una muestra de 727 estudiantes, obteniendo un Alfa de Cronbach total de 0,91 y con el 41% de la varianza explicada (Oudhof & Rodríguez, 2010).

Con el fin de identificar la percepción de los padres respecto a la crianza del adolescente, se aplicó el mismo instrumento a ambos pero adaptando la redacción de los reactivos a su rol en el proceso de socialización, para que pudieran contestar de manera adecuada. Sin embargo, para poder establecer comparaciones no se modificaron las actividades de crianza implicadas en los ítems de la escala.

Procedimiento

La aplicación de los instrumentos se llevó a cabo en el hogar de las familias participantes, procurando que cada integrante (padre, madre e hijo) contestara el instrumento por separado. La participación en el estudio fue de manera voluntaria y se garantizaron en todo momento el uso anónimo y la confidencialidad de la información proporcionada. Para el procesamiento de los datos se calcularon la media y la desviación estándar de los tres factores y se utilizó el análisis de varianza ANOVA para establecer las comparaciones entre los tres grupos.

Resultados

En la tabla 1 se observa que las medias obtenidas para cada uno de los grupos son superiores a cuatro en todos los factores, lo que indica que tanto las madres como los padres y los hijos se ubican en rango de «frecuentemente» a «siempre». Se puede apreciar que las medias para las madres son las más altas en cada uno de los tres factores: 4,60 para interés en las actividades del hijos, 4,54 en orientación al hijo y 4,37 en apoyo al hijo. En contraste, las medias de los hijos son las más bajas, oscilando entre 4,28 y 4,31, mientras que los padres se ubican en un punto intermedio (de 4,36 a 4,45). El análisis de varianza arrojó diferencias significativas en los factores de interés (p < ,001) y orientación (p < ,022), pero no en el factor apoyo.

 

 

Con el fin de detectar con mayor claridad las diferencias en la tabla 2. Se observa que únicamente existen diferencias entre los tres grupos, se llevó a cabo un análisis post hoc significativas entre madres e hijos en la percepción de los de Scheffé respecto a los factores en los que aparecieron factores de interés y apoyo, mientras que los padres no diferencias significativas, cuyos resultados se presentan presentan diferencias en su percepción respecto a las madres ni a los hijos.

 

 

Como cada reactivo del instrumento representa una actividad particular que forma parte de la crianza parental, y dado que las únicas diferencias significativas encontradas en los factores de la escala fueron entre las madres y los hijos, se aplicó una prueba t de Student por ítem entre estos dos grupos, con el fin de determinar las actividades donde aparecen mayores diferencias de percepción. En la tabla 3 se presentan aquellas acciones de crianza en las que se presentó el mayor grado de discrepancia entre el punto de vista de las madres y los hijos, siendo las siguientes: mostrar interés en lo que hace el hijo y sus experiencias, estar al pendiente de las cosas que hace, estar ahí cuando el hijo deja saber que lo necesita, tranquilizarlo cuando tiene miedo, prestarle atención cuando está triste y cuidar la seguridad en la casa. De acuerdo con las medias obtenidas en estos ítems para las madres, que oscilan entre 4,63 y 4,80, ellas consideran que casi siempre llevan a cabo estas acciones, mientras que los hijos perciben que las realizan frecuentemente, variando las medias de 4,12 a 4,43.

 

 

Discusión

Los índices obtenidos en la percepción de la crianza en padres, madres e hijos indican que los tres grupos consideran que las actividades relacionadas con el interés, el apoyo y la orientación se llevan a cabo en un rango que se ubica entre «frecuentemente» y «siempre». Autores como Rice (2000), Musitu y Cava (2001), Palacios y Rodrigo (2001) señalan que estos aspectos constituyen componentes básicos en el proceso de crianza, dado que es importante para los hijos sentir que los padres tienen interés en lo que hacen y piensan, y, que están al pendiente de sus necesidades, que les dan el apoyo a través de su aceptación como personas, mostrando comprensión y ayudándolos cuando así lo requieren. Adicionalmente, es esencial proporcionarles orientación mediante pláticas, información y enseñanza relacionadas con sus experiencias cotidianas y particularmente con ciertas conductas de riesgo propias de la adolescencia, como el uso de drogas y las enfermedades de transmisión sexual. En este sentido, se aprecia que los padres y las madres de la muestra en términos generales desempeñan estas funciones con bastante frecuencia, asumiendo su papel como educadores que es necesario para el cumplimiento de su papel socializador (Savater, 1997).

La similitud en la percepción de padres, madres e hijos corresponde con los hallazgos de un estudio realizado en el Estado de Yucatán por Flores et al. (2008), quienes encontraron un alto grado de coincidencia entre la crianza de los padres y las madres, y también que los niños de primaria perciben prácticas semejantes en sus papás y mamás. Los autores refieren que existen las mismas tendencias y una congruencia en la manera de llevar a cabo la crianza en los integrantes de la familia, que se inclinan a estar de acuerdo. Los datos del presente estudio también coinciden con una investigación entre adolescentes de Buenos Aires realizada por Casullo y Fernández (2008), en la que se verificó un grado considerable y significativo de consistencia en el ejercicio de la parentalidad en cuanto a los niveles de control, castigo y aceptación impartidos por los padres, así como estabilidad temporal de tales comportamientos en ambos progenitores.

En el caso particular de la percepción de los hijos, los datos de este estudio resultaron ser muy similares a los puntajes globales que se obtuvieron en otras investigaciones llevadas a cabo mediante la aplicación de la misma Escala de Percepción de Crianza para Jóvenes en muestras de estudiantes de la Universidad Autónoma del Estado de México (Oudhof & Rodríguez, 2010) y de adolescentes de una secundaria rural en la comunidad de San Pedro Abajo en el municipio de Temoaya (García, 2010).

De tal manera, se apreció que no existe una visión radicalmente distinta entre padres e hijos acerca de la crianza en el hogar, a pesar de que la entidad familiar no es un conjunto indiferenciado de individuos (Salles & Tuirán, 1997). Sin embargo, sí aparecieron algunas diferencias significativas, particularmente entre madres e hijos y en los factores de interés y orientación, donde los puntajes de las madres se acercan más a «siempre» y las de los hijos se ubican cercanas a «frecuentemente». Esto se relaciona probablemente con la posición de la madre en la familia, que a través del tiempo y en distintas culturas se ha mantenido como la piedra angular en la crianza, siendo la figura que tiene más cercanía con las hijos y fungiendo como la principal cuidadora (Poortinga & Georgas, 2006). Garduño y Cervantes (1995) afirman que la madre es la principal encargada de la educación de los hijos y en esta calidad tiene más comunicación y contacto con ellos. Updegraff, Delgado y Wheeler (2009) afirman, a partir de los resultados de un estudio en 162 familias biparentales de inmigrantes de origen mexicano con hijos adolescentes en Estados Unidos, que la madre es la que tiene mayores responsabilidades en el cuidado y la crianza, en comparación con el padre. Por lo tanto, las madres tienen mayor conocimiento de las actividades de los adolescentes y también pasan más tiempo con ellos. Desde esta perspectiva, las madres pueden suponer que siempre están atentas a las necesidades y las demandas de los hijos, pero éstos pueden tener una postura más crítica al respecto, sobre todo cuando se encuentran en la etapa de la adolescencia y están formando criterios y juicios propios acerca del funcionamiento familiar.

En este sentido también se explica la diferencia entre madres e hijos en la percepción de ciertas actividades específicas de crianza en este estudio, tales como el mostrar interés en las experiencias del hijo y estar al pendiente de las cosas que hace. Llama la atención que varias de estas actividades involucran sentimientos y aspectos emocionales como el miedo, la tristeza y la necesidad de cercanía de los padres cuando el hijo da a conocer que la necesita. Frecuentemente los hijos adolescentes consideran precisamente que la crianza debe orientarse más hacia el compartir estados emocionales y la comprensión y menos al cuidado (Triana & Simón, 1999), lo que aparentemente no siempre es reconocido por sus madres.

Entre las limitantes del estudio se menciona que se trabajó con una muestra intencional de una comunidad en particular que incluyó exclusivamente a familias biparentales, por lo que no se pueden generalizar los resultados obtenidos. Adicionalmente, se aplicó un instrumento que mide la percepción de la crianza únicamente en términos de la frecuencia con la que se realizan las actividades. En estudios posteriores sería interesante explorar la valoración que tienen los hijos, analizando en qué grado muestran aceptación o rechazo hacia las prácticas parentales de crianza, así como incluir otras estructuras familiares aparte de la biparental.

Se concluye que la socialización familiar es percibida de manera similar por los integrantes de las familias que participaron en esta investigación, y que el estudio del mismo núcleo familiar permite tener una visión más integral del significado que tiene la crianza para los padres, las madres y los hijos que son protagonistas en este proceso.

 

Referencias

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Recibido: 13 de julio de 2011
Aceptado: 29 de setiembre de 2011