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Liberabit

versión impresa ISSN 1729-4827

liber. v.18 n.2 Lima jul./dic. 2012

 

ARTÍCULOS

 

Evaluación de los aspectos emocionales de la comunicación en adultos: un análisis preliminar

Assessment of the emotional aspects of communication in adults: a preliminary analysis

 

Valeria Laura Guaita*

Universidad Católica, Argentina.

 


RESUMEN

Si bien se están realizando cada vez más trabajos a nivel mundial en relación a las emociones, muchos de los mismos se están trabajando con neuroimágenes. Dado la dificultad para poder llevar a cabo este tipo de estudios en Argentina, es que se pensó en construir un Inventario que permita hacer inferencias acerca del funcionamiento tanto conductual como neurocognitivo del adulto y establecer relaciones entre las emociones y otras funciones cognitivas que hacen a la conducta adaptativa de la persona frente a distintas situaciones. El objetivo del trabajo es presentar los resultados psicométricos preliminares de la administración piloto del instrumento. Se solicitó la respuesta de 30 empleados (15 hombres y 15 mujeres) de una empresa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Palabras clave: Comunicación emocional, neuropsicología, evaluación, adultez.

 


ABSTRACT

Although works at world-wide level in relation to the emotions are increasingly being made, many of them are taking place using neuroimaging. Given the difficulty to carry out these type of studies in Argentina, it was thought to build an Inventory which will hopefully allow us to make inferences about the behavioral and neurocognitive functioning of adults, as well as to establish relations between emotions and other cognitive functions that are involved in the adaptative response of a person under different circumstances. The aim of this work is to present the preliminary results of the administration of the mentioned Inventory. Thirty employees (15 men and 15 women) of a company located in Buenos Aires city were assessed.

Key words: Emotional Communication, Neuropsychology, Assessment, Adulthood.

 


Introducción

Desde muy temprano en la vida, los niños interactúan con sus cuidadores mediante «protoconversaciones». En estos encuentros sociales, el adulto y el bebé se miran, se tocan, se sonríen y vocalizan mutuamente en secuencias por turnos. Esta actividad co-regulada tiene su propio sentido de ritmo y movimiento. La dependencia es importante dentro de estas interacciones (Biguelow & Rochat, 2006). Pero lo más crítico es que los dos miembros de la díada están compartiendo afecto. El adulto y el bebé no se copian mutuamente ni responden al azar. Generalmente expresan la misma emoción pero en diferente modalidad (Por ejemplo, el adulto sonríe y el bebé se ríe a modo de respuesta), de manera coordinada. Este proceso de sintonización mutua, refleja el rol importantísimo de la emoción en la comunicación. Esta comunicación emocional, puede ser usada para compartir sentimientos con otros, para empatizar, para burlarse, para cambiar la intensidad de respuesta emocional en el otro, para cambiar el objetivo de la acción en los demás, para enseñar o para jugar (Walker-Andrews, 2008).

La comprensión de la emociones propias y ajenas, la regulación de la expresión emocional y de las emociones de los otros (habilidad para generar o modular las emociones de los otros consolando, animando, etc.) son claves para el establecimiento de vínculos y para el desarrollo de las competencias sociales. Estudios recientes destacan cada vez más la importancia del desarrollo de las competencias sociales para el éxito adulto y una vida en sociedad guiada por la prosocialidad (Richaud de Minzi, 2008).

En trabajos anteriores, señalé que estos patrones de comunicación emocional se aprenden en la primera infancia, a través de las interacciones que el niño tiene con sus padres o cuidadores (Guaita, 2007, 2009, 2010a). Se hipotetiza que los estilos de comunicación emocional se adquieren en la primera infancia y se mantienen hasta la adultez, siguiendo patrones similares.

En las últimas décadas, se ha profundizado el estudio acerca de cómo la regulación emocional va cambiando a lo largo del ciclo vital. Al respecto, Magai (2008) realizó una reseña, en la que plantea que hay tres teorías principales acerca de los cambios emocionales a lo largo del desarrollo vital humano. La primera, llamada Teoría diferencial de las emociones, plantea que existe una diferencia cualitativa en la naturaleza de las emociones primarias: alegría, interés, sorpresa, enojo, desprecio, disgusto, miedo, tristeza, culpa y vergüenza, cada una con diferencias distintivas en cuanto a las motivaciones, la expresión y los aspectos fenomenológicos. Se plantea que para cada emoción primaria hay circuitos cerebrales fuertemente anclados que permanecen relativamente estables desde la niñez hasta la adultez. La constancia de la fenomenología emocional a lo largo de las distintas etapas del desarrollo vital, se atribuye al hecho de que las emociones tienen una función evolutiva adaptativa para la supervivencia como especie. Por ejemplo, el miedo se trata de una experiencia de amenaza y apela a la defensa, cualquiera sea la edad de la persona. De manera similar, la tristeza evoca a un sentimiento de pérdida independientemente de la edad, provocando un enlentecimiento de la respuesta motora, y una expresión facial particular (la boca arqueada hacia abajo y las cejas oblicuas). La conducta emocional en general, y las expresiones emocionales faciales en particular, se consideran como patrones fuertemente anclados. Esto es, los sustratos neurológicos básicos de las emociones, disparan patrones de expresiones faciales distintivos para cada emoción que son reconocidos universalmente, que actúan como signo para uno mismo (motivando conductas de adquisición, afiliativas o auto-protectoras) y como signo hacia el ambiente social (comunicando necesidades, deseos, miedos e intenciones). Los aspectos motivacionales y comunicativos críticos de la expresión emocional facial, están arraigados evolutivamente, y son básicos para la supervivencia y la adaptación del individuo al medio (Darwin, 1872). Los cambios que se dan a lo largo del ciclo vital, se explican desde el desarrollo de los sistemas cognitivos-conductuales que se van interconectando, lo que impacta en la habilidad para anticipar los estados emocionales en los demás, para reconocerlos, apreciarlos y responder a ellos, que se va complejizando y desarrollando. Asimismo, el desarrollo neuromuscular, junto a normas familiares y culturales, hace que la expresión facial se vaya modificando y modulando de acuerdo a los intercambios interpersonales que se van adquiriendo. De esta manera, a lo largo del desarrollo se crean circuitos de retroalimentación, que tienen impacto en las relaciones interpersonales, potencialmente facilitando el desarrollo, el mantenimiento y la protección de las relaciones sociales y los sistemas de apoyo social. A modo de resumen, esta teoría plantea que si bien los estados emocionales y los patrones de expresión emocional son innatos, hay un grado de plasticidad que resulta de la influencia cultural y los rasgos de personalidad. Debido a la interconexión intrínseca del sistema nervioso central con los subsistemas emocionales, cognitivos y conductuales (Izard, 1971, 1977), las experiencias emocionales a nivel individual van dando lugar, con el paso del tiempo, a una complejización en la forma de darse cuenta, de reconocer y de responder a las emociones de los demás. A medida que la persona envejece, debería ganar capacidad para experimentar y expresar emociones más complejas, demostrar mejores estrategias de regulación, experimentar y reflejar mayor empatía hacia el distrés emocional ajeno, así como enriquecer las experiencias interpersonales. De cualquier manera esta teoría sostiene que todo esto está supeditado a rasgos de personalidad.

La Teoría de Optimización y Selección de la emoción, sostiene que a medida que pasa el tiempo, los individuos se van poniendo cada vez más habilidosos como reguladores emocionales. Lawton (2001) propone que hay tres aspectos de la experiencia emocional que van sufriendo modificaciones: 1) la reactividad o respuesta a los estímulos emocionales, 2) las características dinámicas de los afectos (frecuencia con la que son experimentados, tiempo en el que se dispara la respuesta emocional (arousal), duración e intensidad de la emoción) y 3) los procesos regulatorios. Estos cambios se van dando en relación a la adaptación al cambio en contextos sociales y eventos vitales. Desde este punto de vista, los adultos ponen en juego su capacidad de regulación, deliberada y proactivamente, hacia el objetivo de la «optimización emocional». Esto es, buscan crear y mantener un ambiente social donde haya un balance entre lo emocionalmente estimulante y las características protectoras de la personalidad, en las que puedan evitarse los conflictos y las emociones negativas. Cartensen et al. (2003) plantean que hay tres motivaciones humanas principales: 1) la regulación emocional, 2) el desarrollo y mantenimiento del concepto de uno mismo y 3) la búsqueda de información. La prioridad de estas motivaciones va cambiando a lo largo del ciclo vital, como resultado de una disminución de los recursos cognitivos y psicológicos con el paso del tiempo. La búsqueda de información baja en importancia, y lo emocional pasa a primer plano, desde el mantenimiento de una regulación emocional que tiende a tener valencia positiva, logrando mayor satisfacción emocional en el marco de relaciones interpersonales gratificantes. Teniendo en cuenta que la mayoría de los conflictos en la edad adulta surgen por dificultades de comunicación interpersonal (Thomson, 2007), esta teoría marca un punto desde lo que idealmente debería alcanzarse, aportando un marco hacia donde apuntar los programas de intervención para desarrollar lo que ellos llaman un «envejecimiento exitoso».

Por último, la Teoría del Desarrollo Cognitivo-Afectivo, dentro del marco neopiagetiano, sitúa el desarrollo emocional dentro del contexto de la evolución en los procesos cognitivos y en el autoconcepto. Se sugiere que las experiencias emocionales se reestructuran cualitativamente, cuando a medida que el individuo que va madurando adquiere formas más complejas de cognición que le permiten evaluar el mundo y desarrollar un autoconcepto más integrado. Mientras que a edades tempranas la regulación emocional está centrada en las acciones de agentes externos, con el advenimiento de las operaciones formales en la adolescencia y adultez temprana, la regulación emocional comienza a centrarse en estándares culturales, debido al logro de la regulación interna. De cualquier manera, en estas etapas el individuo sigue muy apegado a las normas. Recién en la adultez media, la integración auto-reflexiva permite llegar a un balance entre lo culturalmente aceptado y lo individualmente deseable. Las reglas y los ideales dejan de ser vistos como absolutos. Esta reorganización cognitiva impacta en lo emocional, permitiendo una modulación de la expresión emocional. Labouvie-Vief (2003) plantea que el curso del desarrollo emocional implica cambios cualitativos, que se dan por modificaciones experienciales, en el autoconcepto y otros fenómenos cognitivos que actúan como agentes de cambio.

Si bien estos tres planteamientos tienen diferencias de énfasis, todos sugieren que: 1) la capacidad de regulación emocional mejora con el paso del tiempo, 2) las personas se deben orientar a los aspectos emocionales de las relaciones interpersonales, 3) los procesos emocionales básicos, como el reconocimiento emocional y la capacidad para percibir la emoción (arousal) y responder a estímulos emocionales se mantiene estable, 4) la experiencia emocional y su expresión deben enriquecerse, complejizarse y elaborarse progresivamente, y 5) los cambios en los niveles individuales de los modos de regulación emocional deben consistir en el logro de una cierta estabilidad en los patrones de control y expresión emocional, pero preservando la capacidad de cambio (Magai, 2008).

Hoy por hoy, diversos autores están trabajando sobre estos temas, teniendo en cuenta las bases neurofisiológicas de la emoción y apoyándose en los resultados de las evaluaciones mediante neuroimágenes. Tanto el reconocimiento de las emociones expresadas en humanos, como los estados emocionales están siendo estudiados por medio de neuroimágenes. Sin pretender entrar en una discusión acerca de las bases neurofisiológicas implicadas en el procesamiento emocional, trabajo que fue realizado recientemente (Guaita, 2010b), cabe señalar que los resultados de estudios realizados por diversos investigadores (Phan et al., 2004; Levav, 2005; Kandel et al., 2005; Damasio et al., 2000, entre otros) permiten afirmar que las siguientes regiones cerebrales se activan en situaciones emocionales: la Amígdala, la Corteza Prefrontal Media, la Corteza Paracingulada Anterior, la Ínsula, el Hipotálamo y el Cerebelo. La Hipófisis, que regula al sistema endocrino también tiene participación. Se cree que para cada emoción hay patrones variados de activación de estas zonas cerebrales, que proveen una «paisaje perceptual» del estado interno del organismo, y que las diferencias entre dichos paisajes constituyen la razón de que cada emoción sea sentida diferente (Damasio et al., 2000).

En los últimos años, se estuvieron realizando cada vez más estudios acerca del reconocimiento de la expresión emocional, esto es, cuáles son los canales comunicacionales que permiten reconocer las emociones. La evidencia hasta la fecha sugiere que algunas emociones se comunican preferentemente a través del canal auditivo, mientras que otras lo hacen por medio del canal visual (Finnegan, 2004).

Por otro lado, se están realizando estudios en Argentina, tratando de mejorar la comprensión de los procesos cognitivo-emocionales, entre ellos la empatía, construyendo instrumentos de evaluación de la misma que permitan hacer un diagnóstico válido y preciso (Richaud de Minzi, 2008).

De cualquier manera, los estudios del funcionamiento de las habilidades relacionadas con la competencia emocional (reconocimiento, regulación y expresión de las emociones) en niños y adultos, tanto normales como con diferentes trastornos, son escasos (Albert, 2008). Los importantes hallazgos obtenidos por diferentes investigadores (Barkley, 1997; Rapport et al., 2002) que han sido corroborados por recientes estudios (Yuill y Lyon, 2007), permiten afirmar que en distintos trastornos, en los cuales se creía que el procesamiento emocional estaba intacto (por ejemplo, el Trastorno por déficit de atención), se observó que los sujetos tienen graves dificultades en el procesamiento de la información afectiva, no sólo por limitaciones cognitivas generales, sino también por una discapacidad primaria en el reconocimiento y en la comprensión de las expresiones faciales emocionales. Un estudio recientemente publicado por Williams et al. (2008) aporta datos especialmente valiosos, ya que es la primera investigación que explora los mecanismos neurales implicados en el procesamiento emocional en el TDAH. El crecimiento de este tipo de estudios está permitiendo, a partir de la comprensión de lo que sucede en diversos trastornos, llegar a conocer las áreas cerebrales implicadas en el procesamiento emocional, y el impacto que tiene en el desarrollo de las actividades cotidianas.

Evaluación de la comunicación emocional

La evaluación neuropsicológica tiene un impacto muy importante en muchos de los juicios emitidos por los profesionales, tanto a nivel de investigación como clínicos. Ayuda a obtener datos empíricos para los modelos causales de los desórdenes psicológicos, para el diseño de programas de intervención, para la predicción de conductas futuras y para la evaluación de los efectos del tratamiento. Por todas estas razones que hacen a la evaluación tan importante, es que resulta fundamental contar con instrumentos válidos y confiables.

A pesar de contar con estudios que se están desarrollando en otros países, todavía cuesta encontrar literatura organizada y detallada, sobre todo en nuestro país, de los principales enfoques e instrumentos para el estudio de las emociones, que sirvan de recurso para los investigadores proveyendo un acceso fácil a las escalas, estímulos, sistemas de codificación, herramientas de evaluación y metodologías nuevas. Es por ello que resulta importante seguir profundizando en el estudio de estos temas, tratando de aportar datos que aumenten la comprensión de los procesos mencionados en nuestra población.

En trabajos anteriores, se construyó una cédula de observación de los aspectos emocionales de la comunicación en niños, que permitió establecer tres estilos de comunicación emocional: a) con predominio de los componentes expresivos (estilo expresivo), b) con predominio del control emocional (estilo normativo) y c) con predominio en la regulación de la emoción (estilo asertivo). Se relacionaron los resultados de la cédula de observación con las zonas cerebrales involucradas en las emociones, y se hallaron importantes relaciones (Guaita, 2007). Se piensa que en los adultos también habría un estilo de comunicación emocional prevalente.

Método

Para evaluar los aspectos emocionales de la comunicación en adultos, se construyó un Inventario, teniendo en cuenta las competencias emocionales esperables en adultos, que incluyó reactivos relacionados a la expresión emocional (por ejemplo: soy capaz de expresar sentimientos de alegría), el control emocional (por ejemplo: cuando estoy triste o enojado por algo, me irrito con los demás) y la regulación emocional (por ejemplo: durante una conversación, trato de escuchar a los demás).

Considerando que la estructura o naturaleza de las relaciones está definida en gran parte por la forma en que se comunican las emociones dentro de dicha relación, se construyeron dos inventarios independientes. Uno para ser respondido por el sujeto teniendo en cuenta las relaciones laborales o con gente que no es muy cercana, de 43 reactivos (véase tabla 1), y el segundo, de 42 reactivos a ser respondido teniendo en cuenta las relaciones familiares, de pareja y/o de amistad (véase tabla 2), ya que se hipotetiza que la expresión, el control y la regulación emocional variarían de acuerdo al tipo de cercanía emocional que la relación implica. Se plantearon tres categorías de respuesta de acuerdo a la frecuencia que el sujeto considera que se comporta de la manera en que lo indica la afirmación: siempre, a veces o nunca.

En una primera instancia, se consultó con psicólogos, psicopedagogos y profesionales de la salud para evaluar si los reactivos resultaban comprensibles y el vocabulario accesible. Al mismo tiempo se les preguntó si consideraban que quedaban representados todos los aspectos emocionales de la comunicación, previa definición de qué se entiende por tal en este trabajo (validez de contenido), haciendo las modificaciones que correspondieron, especialmente en los reactivos que señalaron como lingüísticamente complejos.

En una segunda instancia, con el objetivo de hacer un análisis preliminar del instrumento, se procedió a la administración del inventario, solicitando la respuesta de 30 empleados de una empresa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (15 mujeres y 15 hombres).

Resultados

Las respuestas del inventario fueron codificadas y procesadas con el paquete SPSS versión 18.0.

Análisis de los reactivos

En 7 de los 43 reactivos del Inventario de relaciones laborales o con gente que no es muy cercana (específicamente los reactivos 1, 16, 23, 26, 34, 36 y 40; véase tabla 1) y en 8 de los 41 reactivos del Inventario de relaciones familiares, de pareja y/ o amistad (específicamente los reactivos 1, 16, 23, 26, 34, 36 y 40; véase tabla 2) se obtuvieron frecuencias altas (>75%) en una de las opciones de respuesta. Estos reactivos serán eliminados ya que implican una escasa variabilidad de respuesta.

Discriminación de reactivos

De acuerdo a este criterio, se eliminaron aquellos que no discriminaron significativamente entre el grupo bajo (>Q1) y grupo alto (>Q3). Seis reactivos del Inventario de relaciones laborales o con gente que no es muy cercana no discriminaron significativamente: 16, 19, 20, 21, 31 y 42. Cinco reactivos del Inventario de relaciones familiares, de pareja y/o amistad no discriminaron significativamente: 7, 15, 24, 95 y 41.

Teniendo en cuenta la cantidad de reactivos a eliminar es posible que las categorías de respuestas consideradas (Siempre, a veces, nunca) hayan resultado confusas. Por esta razón, se modificarán los rótulos a: Muy frecuentemente, frecuentemente y poco frecuentemente.

De esta manera, el Inventario queda constituido por dos escalas: una para ser respondida por el sujeto teniendo en cuenta las relaciones laborales o con gente que no es muy cercana, de 30 reactivos y la segunda, de 29 reactivos, a ser respondida teniendo en cuenta las relaciones familiares, de pareja y/o de amistad; con tres categorías de respuesta: muy frecuentemente, frecuentemente y poco frecuentemente.

Fiabilidad

Con el objeto de analizar la fiabilidad en cuanto a la consistencia interna, se ha calculado el coeficiente a de Cronbach. Se obtuvieron índices de ,772 para la Escala total; ,628 para la escala de relaciones laborales o con gente que no es muy cercana y ,707 para la escala de relaciones familiares, de pareja o de amistad.

 

 

 

 

Discusión

Teniendo en cuenta que el Cuestionario es una técnica de autoinforme, así como el tamaño muestral, los resultados aceptables en cuanto a la Consistencia interna convertirían al Inventario en una medida confiable de los estilos de comunicación emocional en adultos.

Estos resultados nos permiten seguir realizando avances en la validación de esta técnica. A partir de esta etapa preliminar, se procederá a analizar una muestra más amplia para obtener un perfil representativo de las competencias emocionales en la población en estudio. Como objetivo general, se espera que los resultados de la validación, permitan seguir aportando datos acerca de cómo se dan los procesos de comunicación en adultos y poder responder si hay un estilo de comunicación emocional prevalente que determine que una conducta sea o no funcional en un contexto dado.

Como objetivos específicos, se espera que la técnica permita caracterizar los niveles de funcionamiento de las distintas estrategias para regular, controlar y expresar emociones, así como inferir cuáles son las bases neuropsicológicas de los aspectos emocionales de la comunicación; es decir, analizar qué estructuras neurológicas le permiten a una persona poder comunicar lo que siente de una forma funcional, y cómo lo hacen. Y por último se espera que a partir de los resultados se puedan caracterizar las diferencias, si es que las hay, entre las distintas estrategias de comunicación emocional entre hombres y mujeres.

La prueba pretende ser un instrumento que aporte datos empíricos que ayuden a prevenir y predecir trastornos emocionales y conductuales, colaborando en el proceso diagnóstico, para poder diseñar de acuerdo a ello planes de intervención para mejorar las funciones cognitivas y emocionales.

 

Referencias

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* Doctora en Psicología, Universidad Nacional de San Luis. Licenciada en Psicopedagogía, Universidad Católica Argentina. Trabajo realizado en el marco de la Beca Postdoctoral otorgada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas Técnicas (CONICET) llevada a cabo en el Centro Interdisciplinario de Psicología Matemática y Experimental (CIIPME). valeria_guaita@uca.com.ar

 

Recibido: 11 de noviembre de 2010
Aceptado: 31 de octubre de 2011