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Liberabit

versión impresa ISSN 1729-4827

liber. vol.20 no.2 Lima jul./dic. 2014

 

 

Estilos culturales vs. estilos contraculturales en universitarios y su relación con la crianza

Cultural styles vs. counter-cultural styles in university students and its relation with upbringing

 

Pedro Solís-Cámara*, Carlos Arámbula**, Daniel Íñiguez*** y Ricardo Vargas****

Universidad de Guadalajara, México.

 


RESUMEN

Se establece como primer objetivo analizar los estilos de confrontación cultura-contracultura para comprobar su evolución con el paso del tiempo entre universitarios de hace 18 años y contemporáneos; como segundo objetivo, conocer las relaciones entre estilos y actitudes hacia la crianza de universitarios mexicanos. Para tal efecto se eligió una muestra de conveniencia (N = 213) y se evaluaron estilos culturales (obediencia, control externo, cautela, interdependencia y amor), así como contraculturales (autoafirmación, control interno, audacia, autonomía y poder); también, las expectativas, y las prácticas disciplinarias y de crianza. Mediante pruebas de medias se halló que los universitarios contemporáneos apoyaron los estilos de autoafirmación y autonomía, pero también al amor. Por medio de estadísticas no paramétricas se encontró que los grupos de obediencia y de poder presentaron las prácticas disciplinarias más severas; el grupo de control externo presentó las expectativas y prácticas de crianza más pobres y el grupo de audacia tuvo también expectativas muy pobres. Estos resultados indican que el apoyo a las creencias tradicionales se ha modificado y se discute su relevancia para la crianza.

Palabras clave: Universitarios, estilos, confrontación, filosofía de vida, crianza.

 


ABSTRACT

It is set as the first objective to analyze the styles of confrontation culture and counter-culture to check its evolution with the passage of time between university students from 18 years ago and contemporary students; as a second objective, to know the relationships between styles and attitudes toward raising Mexican university students. For such purpose they chose a convenience sample (N = 213), and cultural styles were evaluated (obedience, external control, caution, interdependence and love), as well as counter-cultural styles (assertiveness, self control, boldness, independence and power); also, expectations, and disciplinary practices, and of child-rearing. Through tests of means it was revealed that the contemporary university students supported the styles of assertiveness and autonomy, but also of love. By means of non-parametric statistics it was found that the obedience and power groups presented the most severe disciplinary practices; the external control group presented the poorest expectations and upbringingpractices, and the boldness group also had very poor expectations. These results indicate that support for traditional beliefshave been modified and questionsits relevance for upbringing.

Key words: University students, styles, confrontation, philosophy of life, upbringing.

 


Díaz-Guerrero (1982), a partir de sus estudios sobre la psicología del mexicano, señaló que «la cultura tradicional es el ecosistema de los seres humanos» (p. 277), y que las socioculturas poseen normas intrínsecas que, cuando son aceptadas por la mayoría de la población, se pueden considerar como premisas cardinales. Dichas normas fueron incluidas en un constructo que llamó Premisas Histórico Socioculturales (PHSC). Condujo los primeros estudios sobre las premisas en la década de los años cincuenta del siglo pasado; en ellos descubrió, entre otras cosas, dos premisas cardinales: la supremacía del hombre sobre la mujer y la abnegación y el sufrimiento de las mujeres (Díaz-Guerrero, 1982, pp. 268-271). La importancia de las premisas se fundamentó en múltiples estudios que demostraron relaciones significativas entre las PHSC y variables de la personalidad, cognitivas y psicopatológicas (Díaz-Guerrero, 1984a).

Díaz-Guerrero (1984b) trabajó también sobre la conceptualización de premisas relacionadas con las maneras de enfrentar el estrés cotidiano, esas premisas fueron incluidas en el Cuestionario de Filosofía de Vida. Originalmente, el constructo de filosofía de vida era llamado dicotomía activo-pasiva, debido a que se descubrió en estudios transculturales entre los Estados Unidos de Norteamérica y México que las personas podían enfrentar el estrés ante los problemas de dos maneras: una activa (modificando al ambiente) y la otra pasiva (modificándose a sí mismos). Basándose en tales conceptos y múltiples evidencias empíricas (e.g., Holtzman, Díaz-Guerrero & Swartz, 1975), Díaz-Guerrero (1982) desarrolló ocho estilos de confrontación: obediencia afiliativa, autoafirmación activa, control externo, control interno, cautela, audacia, interdependencia y autonomía. Los estilos que abarcan a obediencia, control externo, cautela e interdependencia corresponden a un tipo de confrontación pasiva, que adopta una cantidad importante de personas en la sociocultura mexicana y, por ello, han sido considerados como estilos propios de la cultura. Los otros cuatro, por el contrario, se consideraron como propios de un estilo que no corresponde a la sociocultura tradicional mexicana, por lo cual, las personas que muestran ese estilo son rebeldes a ella y forman parte de un estilo de confrontación contracultural. Una descripción muy detallada de las características de estos estilos se puede revisar en otra parte (Díaz-Guerrero, 1994).

En 1984, Díaz-Guerrero e Iscoe publicaron una versión del Cuestionario de Filosofía de Vida (CFIV) con 28 reactivos y sus respectivos análisis factoriales, que indicaron que los estilos de confrontación se agrupaban en cuatro factores y que estos seguían el siguiente orden: obediente afiliativo vs. autoafirmativo activo, control externo vs. control interno, cauteloso vs. audaz e interdependiente vs. autónomo. Sin embargo, más recientemente Díaz-Guerrero (2003) descubrió otro factor conteniendo premisas cardinales que incluso tenía más peso factorial que el de la obediencia-afiliativa. Se trata del nuevo primer factor de filosofía de vida: el amor. El análisis de este factor fue propuesto porque Díaz-Guerrero creía que el mexicano tenía este particular estilo de confrontación para alcanzar el poder. Pero él fue más allá al explicar la importancia de este concepto: «El comportamiento humano, y no solo el mexicano, probablemente se comprenderán mejor a partir de las disyuntivas que frecuentemente plantean la búsqueda de la satisfacción de dos necesidades fundamentales, la del amor y la del poder» (Díaz-Guerrero, 2003, p. 173). En ese estudio se describe que, por ejemplo, cuando se le preguntaba a estudiantes de nivel educativo medio (9 a 12 años de estudio), si «la mayor riqueza es tener poder» o si «la mayor riqueza es tener amor», más del 85% de los cuestionados apoyaba al amor. Es decir, en este caso se trata de una premisa donde la población estudiada apoyaba a la sociocultura tradicional.

A simple vista podría parecer que las evidencias empíricas originales y los supuestos sobre los estilos de confrontación medidos con el CFIV (Díaz-Guerrero, 2000, 2003; Díaz-Guerrero, 1984b) ya no tienen validez; esto porque, aun cuando existen publicaciones recientes comentando la importancia de los conceptos de la filosofía de vida (Moreno-Cedillos & Gutiérrez-Cruz, 2010), no encontramos estudios empíricos con resultados actuales sobre los estilos de confrontación; esto es importante porque limita la interpretación de hallazgos recientes.

Sin embargo, un tema relacionado al apoyo o aprobación que reciben las premisas culturales vs. las contraculturales es la sensibilidad histórica y social de las mismas; se entiende por sensibilidad histórica y social o, para el caso, por evolución de las premisas, al hecho de que estas son afectadas por la influencia de la globalización, por la escolaridad formal y avanzada, etc., favoreciendo la rebeldía a los mandatos culturales tradicionales (Díaz-Guerrero, 2003). Por ejemplo, en un análisis transversal de dos muestras de diferente nivel socioeconómico (NSE), el NSE más alto mostraría puntuaciones más altas en confrontación autoafirmativa (Díaz-Guerrero, 1982). Pero la evolución de las premisas puede observarse también a través del tiempo debido a las mismas influencias señaladas antes. En un importante estudio, Díaz-Guerrero (2000) evaluó en estudiantes de nivel educativo medio la evolución del apoyo al estilo de confrontación obediencia afiliativa vs. autoafirmación, en los años 1959, 1970 y 1994, es decir a lo largo de 35 años. Los resultados indicaron que el apoyo a la obediencia decayó entre 10 y 30%, dependiendo de la premisa de que se tratase; aunque la premisa «una persona debe siempre respetar a sus padres», en general se mantuvo igual. En suma, se observa en ese análisis una caída sustancial de apoyo a la mayoría de las premisas de la obediencia tradicional.

En este estudio nos preguntamos si el análisis por estilos de confrontación, más que por premisas específicas, mostrará una evolución hacia la contracultura en estudiantes universitarios. El cuestionamiento inicial que se antoja ante esta propuesta es ¿por qué en universitarios? Las razones son varias: en primer lugar porque la mayoría de los estudios realizados por Díaz-Guerrero (2000, 2003) fueron realizados en preadolescentes y adolescentes; en segundo lugar, porque parece necesario establecer una mayor generalización de los hallazgos. En tercer lugar, porque al revisar la literatura publicada con el CFIV que no fuese la de su propio autor, los autores de este estudio encontramos solo un estudio con el CFIV de 28 reactivos (Solís-Cámara, Gutiérrez & Lynn, 1994) y este fue realizado en universidades públicas de dos ciudades de México (Guadalajara y San Luis Potosí). Esto representaba una oportunidad porque, por una parte, se esperarían estilos contraculturales por el hecho de ser universitarios (mayor escolaridad formal) y, por otra, porque se esperaría una evolución de la cultura tradicional a la contracultura, que se podría demostrar al comparar a los universitarios de este estudio contra los de hace 18 años. Además, estas razones fueron señaladas recientemente por Alarcón (2011):

El fundamento teórico de las PHSC asume que las normas y creencias tienen validez para los individuos en una sociocultura específica; es decir, la diversidad cultural pone límite a la generalización de los hallazgos… esta limitación alcanza a los resultados obtenidos con muestras tomadas en el Distrito Federal [México];… se sugiere que los nuevos trabajos… incluyan muestras de diversas zonas o regiones de México… los hallazgos obtenidos con las premisas… se basan en muestras de adolescentes de educación secundaria. Podrían ampliarse las exploraciones futuras tomando muestras de sujetos de mayores edades, por ejemplo, de 18 a 30 años. (p. 147)

Por lo tanto, el primer objetivo de este estudio es analizar los estilos de confrontación cultura versus contracultura con el propósito de comprobar su evolución con el paso del tiempo; se esperaba que los universitarios actuales mostraran mayor apoyo a los cuatro estilos contraculturales revisados antes. Sin embargo, en cuanto al nuevo factor de amor, permanecía la interrogante de si los universitarios apoyarían mayoritariamente al amor sobre el poder, dados los argumentos indicando que las premisas de este estilo son cardinales.

Por otra parte, otra pregunta que se plantea en este estudio es: ¿cuál será la relación entre los estilos culturales vs. contraculturales y las prácticas de crianza de universitarios? Pero ¿por qué es importante analizar tales relaciones? Un tema que dejamos de lado hasta ahora en este estudio es el del propio nicho donde se gestan las premisas; es decir, la familia. Desde sus primeras conceptualizaciones, Díaz-Guerrero le dio un lugar central a la familia al referirse al patrón familiar dominante en México (Díaz-Guerrero, 1982). Él señaló que ese patrón familiar se fundamenta en dos aseveraciones: «a) La supremacía indiscutible del padre y b) el necesario y absoluto sacrificio de la madre» (p. 34). El lector posiblemente notará que estas tempranas aseveraciones corresponden a las dos premisas cardinales señaladas al inicio de este estudio y donde padre y madre fueron sustituidos por hombre y mujer, respectivamente. Anteriormente, Díaz-Guerrero e Iscoe (1984) se refirieron también al desarrollo de las sociedades, contextualizado como industrialización y urbanización de las ciudades, donde el apoyo social tradicional de las familias despojaría a las familias de las creencias y valores tradicionales bajo la influencia de otras fuerzas. Además, si se acepta que cada cultura tiene su propia filosofía de vida, se puede argumentar que cada cultura también provee pautas de crianza propias y distintivas para sus niños; ya que la cultura dicta las pautas o normas de crianza que los adultos deben seguir para educar a los niños (Izzedin & Pachajoa, 2009). En Perú, Majluf y Ojeda (2006) encontraron que las personas con un mayor tradicionalismo, en términos de las PHSC, tienden a ejercer un estilo de crianza autoritario y los factores de tradicionalismo se relacionan de manera negativa con un estilo de crianza democrático.

El segundo objetivo de este estudio es conocer las relaciones entre la crianza y los estilos culturales y los contraculturales de universitarios. El concepto de crianza que tomamos procede de Solís-Cámara y Díaz (2007), quienes describen a las prácticas de crianza como un constructo separado de otras prácticas utilizadas por los adultos para formar a los niños; se refieren a aquellas prácticas específicas que tienen los padres para guiar a sus hijos para que alcancen metas de socialización adecuadas, tal como leer un cuento al niño. Por otro lado, describen a las prácticas disciplinarias severas como aquellas que utilizan el castigo físico, la amenaza verbal o reprimendas. Además, describen a las expectativas del desarrollo como las creencias de los padres sobre lo que se debe esperar de los niños a cierta edad.

Es necesario aclarar que al planear estudiar la crianza de universitarios nos enfrentamos al problema de que la mayoría de ellos no tenían hijos; por ello, se planeó una estrategia empática (es decir, pedirles ponerse en el lugar de una madre o padre con una niña o niño de una edad específica) para que autocalifiquen sus supuestas prácticas de crianza. Acorde a las pocas evidencias publicadas sobre la relación entre tradicionalismo y prácticas autoritarias (Majluf & Ojeda, 2006), esperábamos que los universitarios que mostrasen apoyo a los estilos contraculturales originales calificaran con prácticas de crianza positiva, menor disciplina severa y expectativas más justas. Finalmente, hasta donde sabemos, este es el primer estudio relacionando crianza y amor vs. poder, por lo que desconocemos los resultados posibles.

Método

Se trata de un estudio descriptivo de corte transversal con una muestra de conveniencia, que incluye la comparación retrospectiva con los resultados obtenidos hace 18 años.

Participantes

Todos los estudiantes que se encontraban en su aula participaron. La carrera de Psicología del Centro Universitario de la Ciénega abarca ocho semestres, este se encuentra ubicado en la ciudad de Ocotlán (92,967 habitantes), forma parte de la red de Centros de la Universidad de Guadalajara, que es la universidad pública de Jalisco, México. La muestra inicial consistió en 226 estudiantes, con un número variable por semestre, pero no menor de 20; se descartaron nueve mujeres que estaban casadas y cuatro mujeres con edades que iban de los 30 a los 50 años, obteniendo una muestra más homogénea (N = 213). El 81.2% (n = 173) fueron mujeres con edades de 17 a 27 años (M = 19.9; DE = 1.66). Los hombres constituyeron el 18.8% de la muestra (n = 40) con edades comprendidas entre 18 y 29 años (M = 21.4; DE = 2.42). Los porcentajes señalados representan adecuadamente la distribución por género en esa carrera.

Instrumentos

  • Hoja de datos personales. En este formato se le pidió a cada estudiante que escribiera su edad en años, el semestre que cursaba, su estado civil y si tenía hijos o no.

  • Cuestionario de Filosofía de Vida. El CFIV de 28 reactivos (Díaz-Guerrero & Iscoe, 1984) incluye varias escalas: autoafirmación vs. obediencia-afiliativa (9 reactivos), con preguntas como: ¿Qué cree usted que es mejor, saber mandar que saber obedecer, o saber obedecer que saber mandar? («saber obedecer» = 0, «saber mandar» = 1). Control interno vs. control externo (11 reactivos), con premisas como: Una persona debe ser respetada por lo que tiene vs. una persona debe ser respetada por lo que ha logrado («por lo que tiene» = 0, por lo que ha logrado = 1). Cautela vs. audacia (4 reactivos), con premisas como: A usted ¿le gusta hacer las cosas con calma, o tan rápido como pueda? («con calma» = 0, «rápido» = 1). Y autonomía vs. interdependencia (4 reactivos), con premisas como: Yo necesito la aprobación de los demás vs. yo no necesito la aprobación de los demás («necesita aprobación» = 0, «no necesita» = 1). Al CFIV se le agregaron los reactivos con mayor peso: .67, .67, .66, .60, .59, .57 y .34 de la escala de poder vs. amor (Díaz-Guerrero, 2003; Núm. original de premisas: 47, 70, 27, 1, 87, 3 y 10); con premisas como: una vida llena de amor es felicidad vs. una vida llena de poder es felicidad «amor» = cultura (0 puntos), «poder» = contracultura (1 punto).

  • Escala de Comportamientos para Madres y Padres con Niños Pequeños - ECMP (Solís-Cámara, 2007). La ECMP valora los comportamientos de los padres de niños con edades de 1 a 5 años. Incluye las siguientes escalas: a) Expectativas del Desarrollo, con 48 reactivos, tal como: «Mi niño(a) usa pañales en la noche»; b) Prácticas Disciplinarias, con 31 reactivos, tal como: «Yo le grito a mi hijo(a) por tirar la comida»; y c) Prácticas de Crianza, con 20 reactivos, tal como: «Yo paseo con mi niño(a) una vez por semana». Los padres se autoevalúan de acuerdo con la siguiente escala: siempre/casi siempre (4), frecuentemente (3), algunas veces (2), nunca, casi nunca (1). Las calificaciones muy altas en expectativas se asocian con demandas excesivas de los padres respecto del desarrollo actual de sus hijos; en disciplina se asocian con el uso frecuente de castigos corporales o reprimendas verbales y en crianza indican actividades de los padres para promover el desarrollo psicológico y físico de sus hijos. Los coeficientes alfa de las escalas son .96, .89 y .80, respectivamente.

Procedimiento

Se siguieron estándares éticos como son: el anonimato de los participantes, la participación voluntaria y el permiso de las autoridades. El paquete con los cuestionarios se presentó en el siguiente orden: hoja de datos, el CFIV y la ECMP. La aplicación fue grupal y se dieron las siguientes instrucciones: por favor contesten sus datos personales, lean las instrucciones y contesten con lo primero que les venga a la mente; si tienen dudas pregunten. Y, al llegar a las instrucciones de la ECMP, se les pidió que contestaran sus respuestas como si fueran una mamá o papá con una niña o niño cuya edad estuviese entre uno y cinco años.

Resultados

En cuanto al primer objetivo se esperaba que los universitarios mostraran mayor apoyo a los estilos contraculturales y, en cuanto al nuevo factor de amor, permanecía la interrogante de si apoyarían mayoritariamente al amor sobre el poder. Para conocer si las puntuaciones de los universitarios mostraban dicho apoyo, se compararon los resultados del presente estudio con los obtenidos hace 18 años en las ciudades de San Luis Potosí y Guadalajara. En la Tabla 1 se muestran las medias, las desviaciones estándar y las probabilidades exactas de las comparaciones con la prueba de medias para cada uno de los cuatro estilos. No se consideraron diferencias por género porque los datos de hace 18 años no las contemplaron.

 

 

Como se puede observar en la Tabla 1, considerando que puntuaciones altas indican apoyo a las premisas contraculturales, los universitarios actuales mostraron mayor apoyo a la autoafirmación-activa (AA) y a la autonomía (Aut) que los estudiantes de hace 18 años. En contraste, los resultados de esos estudiantes indican más apoyo a las premisas contraculturales propias de la audacia (Aud). En el estilo control interno (CI) vs. control externo (CE), las puntuaciones fueron estadísticamente semejantes.

El cuanto al segundo objetivo, uno de los argumentos para incluir a una muestra de universitarios fue porque facilitaba detectar si, en teoría, siendo un grupo con tendencia contracultural, habría una relación positiva con la crianza. Pero para poder realizar tales análisis era necesario formar grupos cultura versus contracultura. Para lograr este propósito se siguió una serie de estrategias metodológicas.

En primer lugar se analizaron las frecuencias de apoyo a cada estilo. Debido a su extensión no se presentan estas aquí; sin embargo, es necesario explicar cómo se determinó la división de las frecuencias para formar a los grupos que, en cada estilo, fue diferente. Para el estilo AA vs. la obediencia afiliativa (OA), con 9 reactivos, se podían obtener puntuaciones de 0 (totalmente cultura tradicional) hasta 9 (totalmente contracultura); en la distribución de sus puntuaciones se encontró que las puntuaciones de 0 a 5 incluían solo 39 estudiantes, distribuidos en muy pocos casos en esas celdas (o sea, de la celda 0 a la 5), dando un «salto» en el puntaje 6 con un buen número de casos (46), por lo que se seleccionó esta puntuación para la división; además, sobresalía que del puntaje 6 al 9 se localizaban 174 universitarios. Se siguió esta misma estrategia con cada estilo; para CI vs. CE, con 11 reactivos, la distribución de 0 a 7 incluía a 24 estudiantes, el salto ocurrió en el puntaje 8 (47 estudiantes) y de 8 a 11, incluía a 189. Para Aud vs. cautela (C), con 4 reactivos, las puntuaciones de 0 a 1 incluían a 55 universitarios, el salto ocurrió en el puntaje 2 (71 estudiantes), mientras que de 2 a 4 incluía a 158. Para Aut vs. interdependencia (I), con 4 reactivos, la distribución de 0 a 1 incluía a 22 universitarios, con un salto en el puntaje 2 (55 estudiantes) y del puntaje 2 al 4 incluía a 191. En cuanto al estilo poder vs. amor (PA), con 6 reactivos (M = 0.89; DE = 1.32), la distribución de puntuaciones de 0 a 2 incluía a 191 estudiantes, con un salto en el puntaje 3, pero en este caso hacía menor número de estudiantes (7) y con un total de 22 universitarios con puntajes del 3 al 6.

Las frecuencias de apoyo obtenidas fueron representadas en porcentajes de estudiantes en cada estilo por grupos (cultura versus contracultura). Cultura: OA (10.3); CE (11.3); C (25.8); I (10.3). Contracultura: AA (89.7); CI (88.7); Aud (74.2); Aut (89.7). Como se puede observar en los cuatro estilos originales, el apoyo a las premisas contraculturales fue mayoritario. En contraste, para el nuevo estilo de P-A, el apoyo mayoritario fue a la cultura tradicional, o amor (89.7) y para poder fue solo 10.3.

A continuación se analizaron las expectativas y las prácticas disciplinarias y de crianza; las puntuaciones de toda la muestra fueron 127.2 (DE = 28.2), 42.8 (DE = 8.85) y 64.2 (DE = 7.09), respectivamente. Para establecer las posibles relaciones entre estas puntuaciones y las de los estilos, se obtuvieron correlaciones Pearson. No se encontraron correlaciones entre las expectativas y los estilos. Sin embargo, para prácticas disciplinarias se encontró una correlación negativa con AA vs. OA, r = -0.19, p = .005, y otra con CI vs. CE, r = - 0.22, p = .001; ambas indicativas de que a prácticas disciplinarias más severas mayor apoyo a la obediencia afiliativa y a la externalidad. En contraste, prácticas disciplinarias correlacionó positivamente con P-A, r = 0.21, p = .002, indicando que a prácticas disciplinarias más severas mayor apoyo al poder. Una sola correlación se encontró para las prácticas de crianza y CI vs. CE, r = 0.15, p = .029, indicando que menor número de prácticas de crianza positiva se relacionan con la externalidad.

En la Tabla 2 se presentan las medias y desviaciones de las puntuaciones de los grupos cultura versus contracultura en expectativas, disciplina y crianza. Debido a varias características de los grupos cultura versus contracultura recién formados (e.g., tamaño pequeño de algunos grupos, la desigualdad en el tamaño de las muestras, la distribución no normal, etc.), se optó por realizar estadísticas no-paramétricas para comparar las puntuaciones de la escala ECMP entre estos grupos (Statistica, 2010).

 

 

Como se puede observar en la Tabla 2, las comparaciones entre grupos (Prueba U de Mann-Whitney) indicaron que para AA vs. OA había diferencia estadísticamente significativa solo para prácticas disciplinarias, U = 2515.5, z = 2.52, p = .01, indicativa de prácticas más severas en universitarios que apoyan la obediencia. En CI vs. CE se encontraron diferencias significativas en expectativas, U = 1693.5, z = 2.01, p = .04) y en crianza, U = 1496.0, z = 2.17, p = .006, indicativas de que los estudiantes externalizadores tenían las expectativas más bajas y también el menor puntaje en prácticas de crianza positiva. En Aud vs. C se encontró diferencia significativa solo para expectativas, U = 3410.5, z = 2.37, p = .01, indicativa de que los estudiantes que apoyaron las premisas de cautela tenían expectativas muy bajas. En Aut vs. I no se encontraron diferencias. En P vs. A se encontró diferencia significativa en disciplina, U = 1470.0, z = 2.30, p = .02, indicativa de prácticas más severas en universitarios que apoyan al poder.

Discusión

En este estudio analizamos los estilos de confrontación entre estudiantes de universidades públicas de México. Comparamos los resultados obtenidos hace 18 años con los actuales y encontramos diferencias importantes que indican la evolución de la obediencia afiliativa y de la interdependencia como estilos de confrontación; en otras palabras, estos resultados apoyan las premisas contraculturales de autoafirmación activa y de autonomía, así como los hallazgos de Díaz-Guerrero (2000). Sin embargo, no se encontró diferencia en control interno vs. control externo y, en audacia vs. cautela, los universitarios de hace 18 años calificaron con mayor apoyo a la contracultura, o audacia.

El diseño del estudio no permite identificar con exactitud qué factores pueden ser responsables de la evolución o no de los estilos de confrontación. Por supuesto, podemos argumentar que un factor contextual responsable es el desarrollo de las ciudades, específicamente la industrialización (Díaz-Guerrero & Iscoe, 1984), pero otro más probable es el de la educación formal recibida por los universitarios. Como ha señalado Alarcón (2011) se requiere el estudio de otras regiones para acotar esta problemática. Precisamente, Majluf y Ojeda (2006) compararon a adolescentes de nivel socioeconómico bajo, pero de diferentes regiones de Perú, y encontraron que en algunas regiones había más apoyo a las premisas tradicionales que en otras.

Además, no resulta sencillo comparar estos resultados porque en la revisión de la literatura sobre el tema no encontramos publicaciones, aparte de lo ya citado. Sin embargo, comentaremos los resultados de otros autores, aún cuando no se hayan obtenido con el CFIV, o procedan de presentaciones en congresos. En este estudio encontramos que los universitarios mostraron apoyo mayoritario a las premisas contraculturales por arriba del 70% en los cuatro estilos originales. En contraste, Loroño-Pino, Farfán-Ale y Osés-Bargas reportaron en 1995 los siguientes porcentajes de apoyo a los estilos contraculturales por estudiantes de educación secundaria de Yucatán, México: el 69.8% apoyó la autoafirmación activa, el 50.2% el control interno, el 75.7% la cautela y el 62.6% la autonomía. Comparando ambos conjuntos de resultados, los actuales apoyan la noción de una evolución hacia los estilos contraculturales.

Sin embargo, debe tenerse precaución al interpretar la evolución de los estilos tradicionales hacia los contraculturales como un signo positivo o de progreso. Tal como señaló Díaz-Guerrero «La rebelión a la autoridad y la autoafirmación serán saludables y bienvenidas en la medida que la madurez de los sujetos las acompañen» (2000, p. 482). Congruente con este argumento, en una presentación de congreso muy reciente se reportan relaciones negativas y altamente significativas entre la autoafirmación activa y la salud emocional, entre la audacia y la salud emocional y entre la autonomía y la sociabilidad afiliativa (Gutiérrez-Cruz & Contreras García, 2011). Por lo que es evidente la necesidad de estudios que analicen las consecuencias de la evolución de las premisas en el individuo y en las socioculturas.

En contraste con los estilos originales, los resultados con el nuevo factor de amor confirman que este estilo de confrontación representa premisas cardinales, tal como lo indicó Díaz-Guerrero (2003). Estos resultados parecen tener importantes implicaciones transculturales; por ejemplo, en Perú, Velásquez et al. (1999) adaptaron una versión del CFIV de 24 reactivos y por análisis factoriales encontraron dos factores: poder vs. amor y control interno vs. control externo. Al comparar a preadolescentes y adolescentes de 13 a 20 años de edad, que practicaban o no la violencia, encontraron que el comportamiento de los alumnos no violentos se orientaba por el amor y el de los violentos por el poder. Y, en otro estudio con adolescentes de México (Guerrero, Beltrán & Flores, 2007), se confirmó que el amor era apoyado mayoritariamente sobre el poder.

En suma, a pesar de los reportes sobre algunas relaciones negativas entre la salud emocional y el apoyo a las premisas contraculturales (Gutiérrez-Cruz & Contreras García, 2011), las relaciones encontradas en este estudio entre estilos de confrontación y crianza indican que los estilos propios de la cultura tradicional, o pasivos, presentan inconvenientes para la socialización de los niños. Así, la obediencia afiliativa y la externalidad se relacionaron con la disciplina severa, pero la externalidad se relacionó también con pocas prácticas de crianza positiva. Una excepción interesante fue la relación entre el estilo contracultural de poder y la disciplina severa. Al comparar los puntajes entre subgrupos por estilos (Tabla 2), es importante notar que las diferencias negativas reportadas, no solo lo fueron en comparación con el estilo contraparte, sino contra todos los subgrupos. De esta manera el subgrupo de obediencia y el de poder presentaron las prácticas disciplinarias más severas, el de control externo mostró las más pobres expectativas sobre el desarrollo de los niños y también las más pobres prácticas de crianza y el de audacia también tuvo expectativas muy pobres.

Finalmente, a pesar de la naturaleza exploratoria de este modesto estudio, los hallazgos probablemente provoquen la reflexión sobre la relevancia de los estilos culturales versus los contraculturales para favorecer un proceso de socialización adecuado para los niños. Sin embargo, se debe tener presente que la mayoría de la muestra de este estudio era de sexo femenino y es posible que los resultados reflejen muchas más diferencias de género de lo que aparentan. Por lo expuesto, se requieren estudios con muestras más grandes y que incluyan un mayor número de varones, así como estudios que incluyan diferentes carreras universitarias y no solo la de psicología. De igual manera se debe tener presente que los estudiantes no eran padres de familia por lo que también parece relevante señalar la necesidad de estudios con madres y padres, tanto como la necesidad de un estudio psicométrico para actualizar el CFIV. Los autores realizan actualmente varios estudios con algunos de estos propósitos.

 

Referencias

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Agradecimientos: A los psicólogos Martha Aguirre Becerra y Josué Castolo, por su colaboración en la aplicación de los instrumentos del presente estudio.

* Universidad de Guadalajara, México.
** Universidad de Guadalajara, México.
*** Universidad de Guadalajara, México.
**** Universidad de Guadalajara, México.
* psolis@mexis.com
** carlos.arambula.roman@hotmail.com
*** iniguez.daniel@hotmail.com
**** ricardo.udg@hotmail.com

Recibido: 05 de septiembre de 2013
Aceptado: 18 de febrero de 2014

 

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