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Letras (Lima)

versión On-line ISSN 2071-5072

Letras vol.86 no.123 Lima ene./dic. 2015

 

RESEÑAS

Mabel Moraña. Bourdieu en la periferia. Capital simbólico y campo cultural en América Latina. Santiago de Chile, Editorial Cuarto Propio, 2014; 202 pp.

 

Carlos García Bedoya


En este libro, Mabel Moraña incursiona en un campo de investigación poco transitado, pero sin duda crucial para la afirmación de un pensamiento latinoamericano autónomo: el estudio de la recepción en América Latina de un teórico europeo, en este caso, Pierre Bourdieu. Con esa apuesta por la afirmación autonómica del pensamiento de Nuestra América, Mabel Moraña está y ha estado a lo largo de su trayectoria intelectual plenamente comprometida. Esto se hace evidente al revisar su nutrida producción bibliográfica, que cubre ámbitos muy diversos de nuestras literaturas, desde el barroco colonial hasta la narrativa contemporánea, desde su nativo Uruguay hasta México, pasando por el Perú y el área andina, y que además no se queda en estrechos marcos disciplinarios, sino que los desborda hacia la crítica cultural (en ese ámbito, cabe destacar un volumen que ella coordinó: Nuevas perspectivas desde/sobre América Latina: el desafío de los estudios culturales). Esa vocación de autonomía intelectual se hace quizá más evidente en su labor editorial, muy en especial a través de la imprescindible serie "Críticas" que promovió desde el Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, en la que se dedicaron volúmenes de balance a figuras clave de nuestra tradición, como Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, José Carlos Mariátegui, Antônio Cândido, Ángel Rama, Roberto Fernández Retamar y Antonio Cornejo Polar.

No cabe pues duda de su profundo compromiso con el proyecto de afirmación autonómica del pensamiento latinoamericano. Hablar, en especial en los campos de la literatura y la cultura, de un pensamiento autónomo en América Latina (un pensamiento autocentrado, lo denominó también Françoise Pérus), no significa en modo alguno propiciar una suerte de autismo intelectual, un gesto de repliegue identitario sobre "lo propio" y de rechazo a lo "foráneo". Por el contrario, la autonomía implica el diálogo con otras tradiciones de pensamiento, la asimilación productiva de sus aportes, desde nuestras peculiares urgencias y tradiciones. En ese esfuerzo se inscribe el libro de Mabel Moraña.

Cuestionando la imprecisa noción de influencia, la autora se propone rastrear la apropiación latinoamericana de los aportes del sociólogo francés Pierre Bourdieu. La recepción de Bourdieu en América Latina presenta matices singulares. Más que la mera divulgación o aplicación mecánica de sus planteamientos, interesa a Moraña la recepción productiva de sus ideas, la digestión antropofágica de sus propuestas en nuestro espacio cultural.

La obra de Bourdieu ha tenido un muy amplio impacto en los diversos espacios académicos e intelectuales de la región, muy en especial, como es lógico, en su propia disciplina, la sociología. Destaca Moraña que el enfoque de Bourdieu combina sugestivamente la investigación empírica con la elaboración teórico-conceptual. Interesa en este libro examinar prioritariamente el impacto de sus propuestas en las problemáticas de la cultura, con especial atención a nociones como las de campo (ya sea intelectual o literario), habitus, capital simbólico, violencia simbólica o distinción, que permiten explorar las relaciones entre cultura y poder, poniendo en evidencia la definitiva pérdida del "aura" del arte y la literatura, desmitificando los procesos de producción y recepción de los bienes simbólicos.

Moraña pone en diálogo los planteamientos de Bourdieu con las ideas de estudiosos latinoamericanos que han incorporado directa o indirectamente sus aportes, o cuyos recorridos intelectuales trazan, desde sus propios caminos, analogías con los desarrollos del pensador francés. Si bien la incidencia de Bourdieu en América Latina no fue tan gravitante como la de pensadores marxistas (Althusser, Gramsci) o post-estructuralistas (Foucault), Moraña destaca la temprana recepción de Bourdieu en la región, pues fue traducido desde fines de los 60 y comienzos de los 70 en Brasil, Argentina y México, y contrasta esta recepción bastante favorable con la más tardía (casi 20 años después) y más bien desfavorable que concitó la obra de Bourdieu en Estados Unidos.

Al sistematizar la recepción y el impacto de las propuestas de Bourdieu en América Latina, Moraña traza una verdadera cartografía, organizada a partir de dos problemáticas que considera cruciales y de cinco espacios intelectuales nacionales o subregionales. La primera de las problemáticas abordadas es la de la historiografía literaria. Centra allí su atención en estudiosos que han trabajado desde una perspectiva histórica los campos intelectuales en América Latina: el colombiano Rafael Gutiérrez Girardot, con sus estudios sobre el Modernismo y los intelectuales latinoamericanos en el siglo XIX, y sobre todo Ángel Rama. Destaca el papel de Rama en el rescate de la tradición latinoamericana, tanto con sus investigaciones como con su labor editorial, muy en especial el impulso a la Biblioteca Ayacucho. La vasta influencia de los panoramas literarios por él trazados llevan a Moraña a proclamarlo como una suerte de "dueño del canon" latinoamericano. Algunos de sus principales estudios evidencian conexiones con las propuestas de Bourdieu. Así, Los gauchipolíticos rioplatenses revela, desde el propio título, las conexiones entre literatura y poder. En sus estudios sobre el Modernismo y sobre el boom, incide en el impacto del mercado y en la profesionalización del escritor en dos momentos históricos cruciales. En Transculturación narrativa explora los flujos de capital simbólico entre centro y periferia, entre la urbe y las trastierras rurales. Finalmente, La ciudad letrada historiza el desarrollo del campo intelectual y literario desde la colonia hasta la contemporaneidad, destacando la violencia simbólica que implicó la imposición de la letra.

La segunda problemática es la de la comunicación. Aborda la obra de Jesús Martín Barbero, que asimila explícitamente a Bourdieu, en especial su noción de habitus, para examinar el rol de los medios en la producción y circulación de saberes. Para Moraña, Néstor García Canclini es un autor en cuya obra el impacto de Bourdieu es aún más significativo, aunque critique sus opiniones a su entender mecánicas sobre el medio televisivo, que minimizarían las opciones de respuestas diferenciadas de los distintos sectores del público.

En cuanto a los casos nacionales, Brasil sería el espacio cultural que más prontamente recepcionó a Bourdieu, inicialmente a partir de sus propuestas sobre el sistema educativo. Ya en el campo de lo literario y lo cultural, Moraña destaca las convergencias con las propuestas más tempranas de Cândido (también sociólogo de formación) en torno a la noción de sistema literario, que permite diseñar los marcos institucionales de la vida literaria, al tiempo que dar cuenta de sus niveles de autonomía, en sintonía con la noción de campo literario de Bourdieu. Las reflexiones de otros teóricos brasileños, en cambio, evidencian en opinión de Moraña las limitaciones del pensamiento de Bourdieu para captar las dinámicas de las culturas periféricas. Esto ocurre con la noción de "entre lugar", elaborada por Silviano Santiago o las "ideas fuera de lugar" de Roberto Scvhwarz, así como la propuesta de transnacionalización inversa de Renato Ortiz, que proyectaría los aportes teóricos periféricos hacia los centros dominantes del saber.

México es, en opinión de Moraña, el ámbito intelectual en que se aprecia una apropiación más directa de las ideas de Bourdieu. Diversos trabajos de las dos últimas décadas aplican la noción de campo literario al caso mexicano, examinando por ejemplo al grupo Contemporáneos desde sus posicionamientos en la institucionalidad cultural (Palou), o el gradual proceso de autonomización del campo literario a lo largo de la primera mitad del siglo XX (Sánchez Prado). A ello cabe agregar, más allá de nuestro ámbito directo de interés, múltiples trabajos que aplican las propuestas de Bourdieu en la educación, la sociología o los estudios de género.

En el extremo sur de la región, el influjo de Bourdieu está muy ligado a la trayectoria de importantes revistas. En la Argentina, la emblemática Punto de vista (1978-2008), impulsada por Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano. Tanto en la labor intelectual de estos dos autores como en la acción de la revista, las ideas de Bourdieu desempeñan, según Moraña, un papel de primer orden, en convergencia con planteamientos de Raymond Williams y del culturalismo inglés. Trabajos como Historia de los intelectuales en América Latina, de Altamirano, se articulan con la problemática del campo intelectual, en tanto que un libro como Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930, de Beatriz Sarlo, pone en evidencia la compleja heterogeneidad del campo cultural argentino de la época. La propia trayectoria de Punto de vista resulta una patente ilustración del concepto de cultura en tanto campo de lucha en torno al poder, buscando contrarrestar el autoritarismo dictatorial mediante estrategias de resistencia y de apertura democrática.

En Chile, la recepción de Bourdieu está especialmente conectada, en opinión de Moraña, con la Revista de crítica cultural (1990-2008) y la obra de su directora, Nelly Richard, en la que se combinan los aportes de Bourdieu con enfoques de procedencia posestructuralista. Richard promueve, en sus escritos y en la revista, una perspectiva "desde los márgenes", nutrida por el feminismo y las prácticas artísticas contraculturales de la etapa dictatorial y posdictatorial. En contraposición a los saberes disciplinarios de las ciencias sociales, promueve Richard el conocimiento nómade de la crítica cultural. Otra importante línea de reflexión de Richard apunta a entender al latinoamericanismo como un campo transnacionalizado, marcado por las tensiones Norte/Sur, lo que la lleva a proponer un diálogo intelectual más igualitario y a valorar la importancia del lugar de enunciación de los discursos.

Por último, Moraña examina el impacto de los planteamientos de Bourdieu en el área cultural andina. El carácter fragmentado y desgarrado de esa región pone en cuestión la idea moderna de nación y problematiza la pertinencia de enfoques como los de Bourdieu, diseñados desde y para sociedades más homogéneas y culturas más institucionalizadas. Moraña pasa revista a las nociones de colonialidad del poder, del sociólogo peruano Aníbal Quijano, o de abigarramiento cultural, del sociólogo boliviano René Zavaleta Mercado, pero se centra principalmente en los planteamientos de Antonio Cornejo Polar. Aproxima la noción de sistema literario que trabaja Cornejo, a la de campo literario, diseñada por Bourdieu. Cornejo percibe que esos sistemas y las instancias que los configuran son internamente conflictivos, dando así a la teoría de la heterogeneidad la dimensión, en palabras de Moraña, de una verdadera teoría del conflicto. Luego traza Moraña analogías entre las reflexiones del crítico peruano sobre el sujeto migrante, marcado por subjetividades en pugna, y las planteadas por el sociólogo francés, que analiza la condición del migrante a partir de un desajuste entre campo y habitus. Concluye Moraña que, a su manera, Bourdieu problematiza, como lo hacen los pensadores andinos considerados, las fracturas que comprometen las supuestas totalidades de la modernidad.

Como conclusión de este amplio repaso del impacto de Bourdieu en la periferia latinoamericana, Moraña no solamente detecta los giros y los énfasis que caracterizan a la recepción de Bourdieu en la región, sino que arriba a una conclusión muy sugerente: las reflexiones de los pensadores latinoamericanos examinados brindan, a partir de su particular experiencia social y cultural, aportes de relevancia teórica que permitirían enriquecer la línea de pensamiento desarrollada por Bourdieu y sus seguidores. El diálogo intelectual no es, pues, unidireccional, del centro a la periferia, sino que también puede y debe ser bidireccional, complementado por un flujo teórico y conceptual desde la periferia hacia el centro. El pensamiento latinoamericano tiene mucho que aportar a los debates teóricos globales. Sólo desde ese tipo de perspectivas, apunta Moraña, es posible buscar un "verdadero universalismo intelectual" (Carlos García Bedoya).