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Letras (Lima)

versión On-line ISSN 2071-5072

Letras vol.86 no.124 Lima jul./dic. 2015

 

RESEÑAS

Douglas Rubio Bautista. Narrativa de la víctima: Fantasía y deseo en “Lima, hora cero”. Lima: Pakarina Ediciones, 2015; 148 pp.

 

Edwin Angulo Quiroz


Una de las actividades fundamentales para el desarrollo de la crítica literaria es el cuestionamiento constante de sus propios postulados. En los estudios literarios, no puede haber tótem ni tabú. Tenerlos supondría no solo el estancamiento de esta disciplina, sino el de la comprensión general de nuestra tradición y cultura. En este sentido, deben ser de especial interés, más allá de posibles acuerdos o discrepancias, los trabajos que busquen replantear supuestos que han permanecido fijos por demasiado tiempo. Es en este sentido que debe radicar, para la comunidad académica, la importancia de Narrativa de la víctima. Fantasía y deseo en “Lima, hora cero” de Douglas Rubio Bautista.

El libro propone una nueva comprensión de la validez y vigencia del relato de Enrique Congrains. Para Rubio, Congrains, lejos de haber comprendido y representado fielmente a la Lima marginal de la década de los 50, habría, más bien, reproducido la ideología criolla que buscó justificar la situación de marginalidad de los nuevos ciudadanos a partir de la negación de sus posibilidades de agencia, lo que los relegaba al plano de víctimas irremediables del sistema. En tal sentido, la condición de pobreza y exclusión de los sectores subalternos respondería a su incapacidad para ordenar y planificar su futuro a partir del cuestionamiento y renegociación de las reglas impuestas por la clase dominante en la urbe, con lo cual el migrante sería nada más que una inevitable víctima del poder del Otro.

Con respecto a la estructura del trabajo, este se compone, básicamente, de tres apartados: Antecedentes, marco teórico y conceptual, y hermenéutica. En el primero, el autor repasará el estado de la cuestión del relato con la intención de situar su planteamiento como una clara contrargumentación a la generalizada opinión de que “Lima, hora cero” compone un relato, sino fidedigno, representativo de la problemática que les tocó vivir a los nuevos habitantes de la Lima marginal de los 50. En tal sentido, serán de especial interés, para Rubio, las investigaciones de Duilio Carrera, Boniface Ofogo, Susti y Güich, y Abanto Rojas.

Asimismo, en el primer apartado, se abordarán la condición realista del relato y el lugar de enunciación del mismo. En cuanto al primero, el autor propondrá, siguiendo lo planteado por Roberto Reyes Tarazona, que la representación problemática de estos sectores sociales de Lima no será inaugurada por Congrains, sino que, por el contrario, esta se correspondería con toda una escuela que se desarrolló en paralelo a los movimientos de vanguardia e indigenistas: la narrativa urbana social de 1920. Esta narrativa, asimismo, para Rubio, se corresponderá con la ideología criolla gestada en el s. XIX, lo cual explicaría el porqué de la visión paternalista, romántica e idealizada del nuevo ciudadano. Por otro lado, referente al lugar de enunciación, el autor sustentará que la visión que Congrains tuvo acerca de las barriadas se corresponderá, a pesar de su vigente marxismo, con la ideología criolla. Esta aparente paradoja se debería a que este autor de la Generación del 50 asumió la perspectiva expuesta por las revistas Pan y ¡Ya!, las cuales exponían notas sensacionalistas que definían al nuevo actor limeño a partir de su victimización; valga decir, a partir de su imposibilidad de cambiar su destino como consecuencia de su papel de víctimas del establishment.

En el segundo apartado, el autor definirá sus principales categorías de análisis, las cuales se adscribirán, básicamente, al psicoanálisis lacaniano y el marxismo. En tal sentido, el autor de Paul Newman y otros relatos hará confluir los postulados de ambos referentes para establecer una serie de herramientas sintéticas afines a su objetivo hermenéutico, tales como transgresión, ideología y discurso, y la fantasía y lo real del antagonismo. De tal forma, por ejemplo, para el investigador la transgresión será entendida como “la práctica informal económica-social del excluido urbano” que “tapa lo real del antagonismo de la sociedad capitalista limeña” (87).

Por último, el tercer apartado, correspondiente a la hermenéutica, demostrará cómo las acciones de los personajes los consignan a un espacio de resignación y total sumisión ante el Otro (la ley oficial). Con esto, Rubio demostraría que Congrains no veía en los individuos de las barriadas a aquellos que lograrían domesticar a la gran Lima a partir de su capacidad de negociar con la ley e imponerla cuando sea necesaria, sino que, por el contrario, la estructura del relato revelaría a sujetos incapaces de convertir sus necesidades y derechos en exigencias. Esto a partir de su inquebrantable anhelo de ser incluidos por los otros (los limeños de siempre) como a iguales, a partir de su aprobación, y nunca a partir del conflicto.

Este es el eje central de la narrativa de la víctima, un discurso que configura a los habitantes de la Lima marginal como sujetos culpables de su propia situación en cuanto son ellos mismos quienes se subordinan al discurso oficial. Inconscientemente, Congrains, según Rubio, definía, pues, a sus personajes como una colectividad que ni siquiera constituiría una clase social, pues “los grupos subprivilegiados no son clases sociales. Tampoco representan potencialmente nunca a la masa de la población. (…) En todo caso, pueden representar una fase pasada de la explotación. Pero las aspiraciones que legítimamente sustentan no las pueden valer amenazando con retirar su cooperación; por eso mantienen un carácter apelativo o testimonial” (Rubio,131). Esta cita de Habermas por Rubio es fundamental, además, porque da muchas luces acerca del porqué el autor de No una, sino muchas muertes excluyó en el relato la presencia de la pujante clase obrera de aquellas dé- cadas. Él, también, era un participante de la fantasía criolla.

Por lo expuesto, entonces, cabe saludar el trabajo de Douglas Rubio, así como la incansable labor que Pakarina ediciones viene desarrollando en estos últimos años. La publicación de Narrativa de la víctima. Fantasía y deseo en “Lima, hora cero” supone una notable vuelta de tuerca al discurso oficial que habíase asumido, en muchos aspectos, incuestionable con respecto a la obra de Enrique Congrains. Esperemos que el debate que necesariamente debe suscitar esta publicación no se haga esperar y retroalimente la comprensión de uno de los autores más importantes de nuestra tradición narrativa de la segunda mitad del s. XX (Edwin Angulo Quiroz).