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Letras (Lima)

versión On-line ISSN 2071-5072

Letras vol.87 no.126 Lima jul./dic. 2016

 

NOTAS

Antonio Melis (Vignola, Italia, 1942 – La Paz, Bolivia, 2016)

 

Juan Zevallos Aguilar

The Ohio State University

Contacto: zevallos-aguilar.1@osu.edu


Antonio se encontraba en la capital de Bolivia para leer su ponencia "Censo y buen gobierno, un cuento (casi)desconocido de Arguedas" en las Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana. Además iba a asistir a las reuniones de balance y coordinación de JALLA. Ejercía la secretaría de este colectivo en Italia. Lo vimos al mediodía en el hotel Camino Real donde se hospedaban los secretarios. Nos saludamos y prometimos conversar después de cenar. Bajamos a la recepción del hotel a las 8 PM para encontrarlo. No apareció. Antonio moría víctima de un ataque cardiaco en los brazos de su esposa Lucia Lorenzini, el 7 de agosto del 2016, a las 9 p.m.,en una clínica local. Sus restos, luego de haber sido sometidos a una autopsia, fueron cremados. Después de completar los trámites necesarios, sus cenizas fueron repatriadas a Siena, Italia.

La coordinación general de JALL A decidió darle un homenaje al secretario de italiano el 8 de agosto, día de inauguración del congreso. Escogió a Mauricio Ostria, Riccardo Badini y mi persona para que diéramos nuestros testimonios sobre Antonio Melis. Mauricio recordó la amistad que los unía. Tenían muchas afinidades por pertenecer a la misma generación y compartir similar concepción de intelectual comprometido. Riccardo tuvo la responsabilidad de dirigirse a los asistentes en calidad de discípulo. Estaba tan triste que sólo pudo decir algunas palabras. Luego empezó a leer la ponencia que Antonio iba a dar en un panel del congreso a manera de homenaje. A mí me asignaron la tarea de hablar sobre Antonio como peruanista. Todos sabían que gran parte de su obra está dedicada a la cultura peruana. En vez de hacer una larga enumeración de su contribuciones al estudio de las obras de César Vallejo, José Carlos Mariátegui, José María Arguedas y muchos más, preferí recordar su calidad humana, su multifacetismo y su profundo conocimiento de la cultura quechua. En este sentido, relaté la primera conversación que tuvimos a mediados de los ochenta en una de sus visitas a Lima. En la casa del psiquiatra Javier Mariátegui Chiappe, donde se alojaba, se dio tiempo para escuchar a un tímido estudiante sanmarquino de pregrado sobre sus avances de investigación acerca del Grupo Orkopata y Gamaliel Churata. Me recomendó revisar las cartas de Gamaliel Churata enviadas a José Carlos Mariátegui que acababan de ser publicadas en dos volúmenes: José Carlos Mariátegui. Correspondencia, 1915- 1930 (1984) coordinados por él. Luego me contó varias anécdotas sobre los sobrevivientes del Grupo Orkopata ocurridas en sus visitas a Puno.

Finalicé mi participación, destacando su faceta de amante de la música latinoamericana. En los ratos de ocio de los congresos de JALLA se organizaban tertulias donde los secretarios e invitados bebían, contaban chistes, cantaban y a veces se bailaba. Antonio siempre cantaba como solista o en dúo, con el acompañamiento ocasional de la guitarra de su esposa Lucia, piezas musicales del repertorio latinoamericano e italiano. Sabía de memoria innumerables canciones de varios países y géneros. A los peruanos de origen andino, nos desafiaba a cantar huaynos en runasimi. Siempre perdíamos en los mano a mano. Podíamos recordar algunos versos de las canciones. Antonio, en contraste, con su prodigiosa memoria entonaba larguísimas letras manteniendo la melodía.

En los últimos minutos del tiempo que me asignaron, hice leer en pantalla las letras y escuchar al público la versión del carnaval " Tambobambino maqtatas", cantada por José María Arguedas. Esta extensa pieza musical en quechua, que también le encantaba al autor de Yawar fiesta, era una de las preferidas de Antonio. La cantaba completa en todas las tertulias con mucha emoción.

No nos pongamos demasiado tristes. Creo que Antonio decidió terminar una vida en los Andes. A pesar de las recomendaciones de sus médicos, insistió en viajar a Bolivia. Su decisión era el resultado de su profundo conocimiento y compenetración con la cultura quechua. Estoy seguro que él compartía la creencia de los peregrinos al Santuario del Señor de Qoyllur Rit'i. Para ellos es un privilegio morir en sus inmediaciones. Creen que han sido escogidos por los Apus para hacerles compañía. Desde ese espacio sagrado traerán la prosperidad a su comunidad. En el caso de Antonio, él cuidará el bienestar y promoverá el avance de la comunidad andina y andinista.