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Letras (Lima)

versión impresa ISSN 0378-4878versión On-line ISSN 2071-5072

Letras vol.91 no.134 Lima jul-dic 2020

http://dx.doi.org/10.30920/letras.91.134.10 

Comunicaciones cortas y avances de investigación

La construcción del narrador en Rubem Fonseca. Análisis del cuento "El cobrador"

The construction of the narrator in Rubem Fonseca. Analysis of the story "The collector"

Jeovanny Moisés Benavides Bailón 1  
http://orcid.org/0000-0002-7606-2131

1 Universidad Técnica de Manabí, Portoviejo, Ecuador. Contacto: jbenavides@utm.edu.ec

Resumen

La narrativa de Rubem Fonseca está marcada por la búsqueda constante del destino y la condición humana. En sus cuentos y novelas se abordan temas cuyas perspectivas se orientan hacia la violencia; además, su estilo, directo y sin ambages lo ha convertido en un escritor muy popular en el ámbito de la literatura latinoamericana contemporánea. En muchas de sus obras, este escritor crea y recrea un mundo de ficción de la mano de un narrador que se encuentra alejado de los convencionalismos sociales, un marginal que actúa desvinculado de la ley y que pretende subvertir los roles sociales, como ocurre en su cuento "El cobrador". En tal sentido, el presente documento se propone indagar, mediante postulados literarios teóricos clásicos, el modo en que Rubem Fonseca construye esta figura en uno de sus textos más emblemáticos.

Palabras claves Rubem Fonseca; Construcción; Narrador; Ficción; Literatura latinoamericana

Abstract

Rubem Fonseca's narrative is marked by the constant search of destiny and the human condition. His stories and novels deal with topics whose perspectives are oriented towards violence; in addition, his direct and unambiguous style has made him a very popular writer in the field of contemporary Latin American literature. In many of his works, this writer creates and recreates a fictional world by the hand of a narrator who is far from social conventions, a marginal who acts disassociated from law and pretends to subvert social roles, as it happens in his story "The Collector". In this sense, this document aims to investigate, through classical theoretical literary postulates, the way in which Rubem Fonseca constructs this figure in one of his most emblematic texts.

Keywords Rubem Fonseca; Construction; Narrator; Fiction; Latin American literature

A Rubem Fonseca

1. Introducción

Rubem Fonseca, el autor brasileño fallecido el 15 de abril de 2020, se ha caracterizado por contar relatos en los que imperan la maldad, el crimen, las infidelidades, la locura, el amor, la lujuria y las más bajas pasiones del ser humano. Los mundos de ficción de este escritor poseen infinidad de aristas y facetas; una de ellas es la construcción del narrador que es, precisamente, el aspecto que se analiza en el presente documento.

Autor y narrador, como se sabe, no es lo mismo ni mucho menos se trata de sinónimos. Ya Barthes (1998), con la sapiencia que lo caracterizaba, mencionaba una afirmación contundente y explicativa al respecto: "Quien habla (en el relato) no es quien escribe (en la vida) y quien escribe no es quien existe" (p. 34). Esta distinción es clave para entender los entramados literarios, porque entonces la pregunta que, inevitablemente, surge es: ¿quién es la voz que cuenta la historia?

Según Ricoeur (2005), esta figura clave y elemental es el narrador, a quien identifica como el dador del relato y como una construcción del autor; es decir, de la persona de carne y hueso que concibe el texto. Para Alvarado (2016), en cambio, el narrador es un elemento importante porque sirve para generar diversos tipos de atmósferas en el relato de ficción y es imprescindible por cuanto "sobre él descarga el escritor la responsabilidad de verosimilitud del relato" (p. 60).

El narrador es, por tanto, quien dispone de las acciones de sus personajes y quien brinda una serie de directrices para fortalecer el inicio, el desarrollo y el desenlace de una historia. Además, es quien se desliza por los tiempos que modelan la trama y ofrece las diversas perspectivas que conforman un relato. Desde el abordaje de Montes (2015), la construcción del narrador es un artificio que le permite al autor proyectar su voz como un ardid o una estratagema con el propósito de hablar y persuadir al lector. De este recurso se valen autores como Rubem Fonseca para dotar de verosimilitud sus historias. Para ello se analiza en este texto el cuento "El cobrador", que se encuentra en el libro del mismo nombre, pero antes de entrar en detalles se brinda una perspectiva de los estudios literarios sobre las tipologías del narrador que se consideran más pertinentes para este trabajo.

2. Tipologías del narrador

Diversas investigaciones han pretendido explicar la clasificación del narrador de ficción. Para este análisis consideramos tres propuestas de estudiosos y teóricos literarios. Desde la perspectiva de Turco (1989) son cinco los elementos que configuran la situación narrativa y que determinan las condiciones de los narradores construidos por los autores de ficción, a saber:

  1. Orientación: aquí se contemplan dos posibilidades principales; la de narrador no identificado que cuenta la historia desde afuera; y la de personaje, donde quien narra es el protagonista, el antagonista o un personaje secundario.

  2. Persona gramatical: primera, segunda, tercera, ya sea singular o plural. Esta elección tiene consecuencias para las posteriores decisiones en el relato.

  3. Aspecto: se trata de un narrador que tiene acceso exterior y que solo da cuenta de las acciones de los personajes, sin intervenir; también puede presentarse el aspecto de la reflexión, aquel que se obtiene de los sentimientos y pensamientos que tiene el narrador respecto de sus personajes y de las situaciones que dan forma a la historia.

  4. Ángulo: en el ángulo simple, se siguen las acciones de un personaje y solo se narra lo que él presencia. En el ángulo múltiple se narra lo que ocurre en presencia de dos o más personajes. Y en el ángulo omnipresente, el narrador puede estar en todos los lugares necesarios para el relato, incluso simultáneamente.

  5. Acceso: el narrador puede tener solo acceso exterior a los acontecimientos observables por cualquier ser humano; o interior, es decir, además puede conocer y narrar los pensamientos y sentimientos de los personajes.

Una de las tipologías del narrador más aceptadas es la que brinda Genette (1989), y es la siguiente:

  1. Autodiegéticos: es quien relata experiencias como si fuera un personaje central y se encuentra en un momento posterior a la historia.

  2. Homodiegéticos: es quien participa en la historia y la narra al mismo tiempo.

  3. Heterodiegéticos: se trata de un narrador que se encuentra fuera del relato y no participa en la historia. Aquí se pueden encontrar rasgos de omnisciencia.

En tal sentido, también se considera que el punto de vista se encuentra estrechamente relacionado con la tipología del narrador que se decida utilizar en la historia. Una de las clasificaciones más aceptadas al respecto es la que brinda Friedman (1975) y que resumimos a continuación:

  1. Omnisciencia editorial: el narrador se inmiscuye en la historia.

  2. Omnisciencia neutral: el narrador utiliza la tercera persona de un modo impersonal, no interviene directamente.

  3. El Yo como testigo: un personaje narra en primera persona, apenas conoce los pensamientos de los demás personajes.

  4. El Yo como protagonista: también llamado narrador protagonista. Habla de sus pensamientos, etc.

  5. Omnisciencia multiselectiva: la historia llega directamente a través de la conciencia de los personajes.

  6. Omnisciencia selectiva: el punto de vista gira en torno a un único personaje.

  7. Modo dramático: el lector debe deducir lo que piensan los personajes por sus palabras y gestos. Se busca objetividad absoluta.

  8. Cámara: se intenta presentar una historia tal como lo haría una cámara fotográfica.

De acuerdo con estas tipologías, el narrador es una figura que se constituye en tanto y en cuanto es un enunciador de un acto discursivo. Para Chatman (1990), al relatarse una percepción se presupone necesariamente otro acto de observación con un punto de vista independiente, es decir, el del narrador. Así se concluye que el narrador ya no percibe, sino que concibe. Este es un criterio fundamental en el relato. El mundo narrado está integrado por la historia y el discurso, mientras que el acto de la narración propiamente dicho es asumido por el narrador. Estos tres elementos (historia, discurso y narración) están estrechamente vinculados. De esta forma, en un relato el narrador es la voz que construye el mundo y se convierte en alguien que media entre ese mundo y el lector, porque, según Stanzel (1984), "la mediación es la característica genérica que distingue la narración de otras formas de arte literario" (p. 5).

Las tipologías propuestas pretenden, entre otras cosas, según Saavedra (1999), ampliar notoriamente las prerrogativas cognoscitivas del narrador de tal forma que en la construcción textual puede acceder a los estados de conciencia más íntimos de sus personajes. Ello, precisamente, es lo que ocurre en el cuento de Rubem Fonseca que se analizará a continuación.

3. Metodología

El abordaje metodológico de este trabajo se fundamenta en los estudios clásicos sobre la construcción del narrador de ficción. Además, se elabora un análisis textual de carácter cualitativo, una técnica que hace hincapié en el sentido del texto. A criterio de Vasilachis (2006), este enfoque es riguroso y flexible al mismo tiempo, porque se fundamenta exclusivamente en la interpretación. Según Rossman y Rallis (1998), este tipo de análisis es sistemático porque aborda categorías predeterminadas. En el caso de este trabajo, las categorías se circunscriben al análisis del narrador utilizado en el cuento "El cobrador" de Rubem Fonseca. Se ha escogido este texto para el presente análisis porque es una de sus obras más representativas y porque es ejemplificadora y útil para indagar en la construcción del narrador del mundo de ficción de este escritor brasileño. La siguiente tabla explica la caracterización de este cuento de acuerdo con los abordajes teóricos descritos en el anterior apartado.

Tabla 1 Caracterización del narrador de acuerdo con estudios literarios planteados 

Cuento "El cobrador" Situación narrativa (Turco, 1989) Tipología narrador (Genette, 1989) Punto de vista (Friedman, 1975)
Descripción Orientación desde la perspectiva de un personaje. Empleo de la primera persona. Aspecto reflexivo con ángulo simple y acceso interior. Narrador autodiegético porque relata experiencias como personaje central. Al mismo tiempo es homodiegético, porque participa de la historia y la narra de forma simultánea. Manejo de la omnisciencia editorial y selectiva, porque el narrador se inmiscuye en la historia y el punto de vista es de solo un personaje. Empleo del Yo como protagonista.

Fuente: elaboración propia.

4. Resultados y discusión

El cobrador es uno de los libros más populares de Rubem Fonseca. Fue escrito en 1979 y ha sido considerado como su respuesta a la censura de sus obras precedentes. Está integrado por diez cuentos; varios de ellos, según explican teóricos como Tello (2004), son auténticas obras maestras del género del cuento.

Desde la perspectiva de Gómez (2011), El cobrador es, en cierta manera, un desafío a los convencionalismos literarios, pues reta al poder instituido al "tomar distancia frente a los códigos ético y estético de ese poder, y pone en entredicho la lógica del sentido común sobre la que se soporta su ideal de normalidad" (p. 13). El cuento que se analizará para determinar e identificar la construcción del narrador que emplea Rubem Fonseca es, precisamente, el que le da título al libro: "El cobrador".

5. Tiempo de cobrar las cuentas pendientes en la narrativa de Fonseca

La escena transcurre en un consultorio médico. Un hombre va al dentista, le sacan una muela y el doctor le dice el precio por sus servicios: cuatrocientos cruceiros. El paciente le explica que no tiene el dinero y se dispone a irse como si nada. El médico le cierra el paso y le exige el pago, pero el sujeto se pone violento, saca un revólver y pregunta:

-¿Qué tal si te meto esto en el culo?

Se quedó blanco, retrocedió. Apuntándole al pecho con el revólver empecé a aliviar mi corazón: arranqué los cajones de los armarios, lo tiré todo por el suelo, la emprendí a puntapiés con los frasquitos, como si fueran balones; daban contra la pared y estallaban. Hacer añicos las escupideras y los motores me costó más, hasta me hice daño en las manos y en los pies. El dentista me miraba, varias veces pareció a punto de saltar sobre mí, me hubiera gustado que lo hiciera, para pegarle un tiro en aquel barrigón lleno de mierda. ¡No pago nada! ¡Ya me harté de pagar!, le grité, ¡ahora soy yo quien cobra! Le pegué un tiro en la rodilla. Tendría que haber matado a aquel hijo de puta. (Fonseca, 2018, p. 463)

La construcción del narrador de Rubem Fonseca en este célebre cuento es laboriosa. El narrador es un marginal que no solo es un salvaje; su apariencia también lo muestra así. Para Gama (2012), un símbolo de esa marginalidad, precisamente, son los dientes que en la historia desencadenan el conflicto y constituyen un eje articulador de la trama. Además, a este narrador se lo puede definir como un intelectual en decadencia que denuncia el temor de su clase. Según López (2008), refiriéndose a este texto, su desprecio por la ley "busca transformarse en nueva ley y la violencia es sólo lucha por alcanzar un objetivo más allá, por encontrar un paraíso habitable. Pero hay más: el deseo de recuperar el edén está expresado por un inocente" (p. 121).

Desde el enfoque de Turco (1989), Fonseca emplea la primera persona y con un ángulo simple pone de manifiesto las acciones de un personaje y cuenta en el relato solo lo que él va presenciando o haciendo. Eso se evidencia en el siguiente fragmento:

La calle llena de gente. Digo, dentro de mi cabeza y a veces para afuera, ¡todos me las tienen que pagar! Me deben comida, coños, cobertores, zapatos, casa, coche, reloj, muelas; todo me lo deben. Un ciego pide limosna agitando una escudilla de aluminio con monedas. Le pego una patada en la escudilla, el tintineo de las monedas me irrita. Calle Marechal Floriano, armería, farmacia, banco, putas, fotógrafo, Light, vacuna, médico, Ducal, gente a montones. Por las mañanas no hay quien avance camino de la Central, la multitud viene arrollando como una enorme oruga que ocupa toda la acera. (Fonseca, 2018, p. 464)

El narrador-protagonista del cuento se va abriendo paso con odio para instaurar una nueva realidad en la que él es el protagonista. Los hilos de la violencia se aperturan a la configuración del narrador que no se limita solo a observar ni a mostrar imágenes, sino que es capaz de cambiar su destino con las acciones que ejecuta a su paso, porque "nos encontramos una vez más con un asesino, que perdona la vida a los desafortunados y se la quita a quienes, según él, no se la merecen" (Suárez, 2010, p. 46).

La condición humana marginal es contada en toda su expresión. En la tipología de Turco (1989) también hay espacio para que la voz que cuenta esta historia tenga un acceso al interior del narrador que piensa que todo el mundo es ahora el que le debe cosas:

Me deben escuela, novia, tocadiscos, respeto, sángüich de mortadela en el bar de la calle Vieira Fazenda, helado, balón de futbol. Me quedo frente a la televisión para aumentar mi odio. Cuando mi cólera va disminuyendo y pierdo las ganas de cobrar lo que me deben, me siento frente a la televisión y al poco tiempo me vuelve el odio. (Fonseca, 2018, p. 465)

Más adelante, empleando el narrador autodiegético, según la tipología de Genette (1989), el mismo personaje cuenta a qué se dedica:

En casa de una mujer que me atrapó en la calle. Coroa, dice que estudia en la escuela nocturna. Ya pasé por eso, mi escuela fue la más nocturna de todas las escuelas nocturnas del mundo, tan mala que ya ni existe. La derribaron. Hasta la calle donde estaba fue demolida. Me pregunta qué hago, y le digo que soy poeta, cosa que es rigurosamente cierta. Me pide que le recite uno de mis poemas. Ahí va: A los ricos les gusta acostarse tarde / sólo porque saben que la chusma / tiene que acostarse temprano para madrugar. / Esa es otra oportunidad suya / para mostrarse diferentes: / hacer el parásito, / despreciar a los que sudan para ganar la comida, / dormir hasta tarde, / tarde / un día / por fortuna / demasiado tarde. (Fonseca, 2018, p. 465)

Para López (2008), se trata de un intelectual disfrazado que es siempre un francotirador, alguien que no acaba de encontrar su sitio en la sociedad y cuyo enfrentamiento tampoco sabe muy bien cómo encauzar. El narrador, que para muchos lectores y críticos no es más que un loco asesino, trata de justificar sus actos y pretende con ello renovar la sociedad en que se encuentra, pues hasta ahora solo le ha traído injusticias y sinsabores.

Rubem Fonseca atrajo la atención del mundo literario porque renovó la literatura brasileña en la forma de abordar sus cuentos y novelas. Para un autor, que vivió la férrea dictadura brasileña, no es difícil imaginar la terrible opresión que debía sentir. Por eso sus personajes trascienden y pretenden desbaratar el statu quo, obviando las consecuencias de sus actos.

Desde la perspectiva de Alves (2014), el personaje principal de "El cobrador" -y también narrador- mata a sus víctimas sin que haya de por medio ningún tipo de arrepentimiento o desasosiego en su conciencia. De hecho, tenemos ese "acceso interior" al que Turco (1989) se refiere y no existe en él nada que haga alusión a una forma de contrición o pesadumbre; al contrario, sus actos violentos y agresiones se justifican cada tanto. En cierta forma también asistimos en "El cobrador" al escenario de las luchas sociales en que los marginados quieren evitar la exclusión a toda costa.

En lo que se refiere a la construcción del narrador, en la clasificación de Friedman (1975) se evidencia el manejo de la omnisciencia editorial y selectiva, porque quien narra se inmiscuye en la historia y el punto de vista es de solo un personaje. Veamos:

Desde la calle veo la fiesta en la Vieira Souto, las mujeres con vestido de noche, los hombres de negro. Camino lentamente, de un lado a otro, por la calle; no quiero despertar sospechas y el machete lo llevo por dentro del pantalón, amarrado; no me deja caminar bien. Parezco un lisiado, me siento como un lisiado. Un matrimonio de mediana edad pasa a mi lado y me mira con pena; también yo siento pena de mí, cojo, y me duele la pierna. (Fonseca, 2018, p. 466)

El punto de vista utilizado por Fonseca recae en lo que el mismo Friedman (1975) denomina "el Yo como protagonista" también llamado narrador protagonista. En palabras de Oviedo (2002), el mérito de Rubem Fonseca es que en su elaboración del narrador hay toda una estrategia que pretende hacer "creer lo increíble, inventar un mundo que se parece al nuestro pero que es, por alguna razón, del todo nuevo y fascinante" (p. 12). Además, el personaje narrador, como el protagonista de "El cobrador", es alguien que ve en la mujer a un mero objeto sexual, ya sea ramera o dama de alta sociedad; y siempre las relaciones dejan de ser amistosas y terminan en líos amorosos, como se hace evidente hacia el final del cuento:

Le leo a Ana lo que he escrito, nuestro mensaje de Navidad para los periódicos. Nada de salir matando a diestra y siniestra, sin objetivo definido. Hasta ahora no sabía qué quería, no buscaba un resultado práctico, mi odio se estaba desperdiciando. Estaba en lo cierto por lo que a mis impulsos se refiere, pero mi equivocación consistía en no saber quién era el enemigo y por qué era enemigo. Ahora lo sé, Ana me lo enseñó. Y mi ejemplo debe ser seguido por otros, sólo así cambiaremos el mundo. Ésta es la síntesis de nuestro manifiesto. Meto las armas en una maleta. Ana tira tan bien como yo, sólo que no sabe manejar el cuchillo, pero ésta es ahora un arma obsoleta. Le decimos adiós a doña Clotilde. Metemos la maleta en el coche. Vamos al Baile de Navidad. No faltará cerveza, ni pavos. Ni sangre. Se cierra un ciclo de mi vida y se abre otro. (Fonseca, 2018, p. 472)

El narrador que construye el autor brasileño pretende dotar de verosimilitud a su relato. Las muertes y ola de violencia que va dejando a su paso se reconfiguran en un transcurrir vertiginoso en el que el lector ignora cuál será el destino final. En varias partes del cuento la policía busca al cobrador, pero ni el inicio de una persecución o el riesgo de un inminente encierro logran amedrentar al narrador-protagonista del cuento. Según Gama (2012), la misión de este personaje tiene asidero en el hartazgo y el profundo rencor que ha germinado en su interior contra el sistema. Y esas marcas, el narrador las va dejando evidenciadas en los símbolos que emplea para contar su historia.

En este contexto, los símbolos que Rubem Fonseca va tejiendo en el relato se nutren de un irrefrenable deseo de encontrar las respuestas que nunca antes encontró ni nadie se ha tomado la molestia en dárselas. Por eso el narrador que se construye en el texto se dedica a contar y al mismo tiempo explica lo que pasa en su mundo, para revertir de alguna forma lo que asume que no marcha como debiera.

6. Conclusiones

En el cuento de Rubem Fonseca se evidencia una búsqueda constante para impregnar al texto de mayor sentido. Quien cuenta es parte de una historia que cree injusta y con su accionar, basado en el crimen y la violencia, pretende cambiar todo lo que ha pasado en su vida.

En tal sentido, las perspectivas teóricas literarias de Friedman (1975), Turco (1989) y Genette (1989) ayudan a comprender y explicar las situaciones y conflictos que atraviesan la obra, porque el narrador-protagonista es un intelectual marginal -un poeta, se dice- que narra todo en primera persona y explica los detalles de lo que pasa a su alrededor. Y en la descripción de lo que ocurre parece escupir el odio que siente por una sociedad que asume que nunca le dio las oportunidades que cree merecer. En ese transitar se sumerge en una omnisciencia de carácter selectivo y adopta una postura autodiegética para señalar sus inconformidades y justificar, sobre todo, cada uno de sus actos.

La construcción del narrador irrumpe con fuerza en la historia para seducir, con un estilo libre de convencionalismos, en un mundo de ficción en el que existe una infinidad de cuentas por cobrar.

Referencias bibliográficas

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Recibido: 09 de Julio de 2020; Aprobado: 02 de Septiembre de 2020

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