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Letras (Lima)

Print version ISSN 0378-4878On-line version ISSN 2071-5072

Letras vol.92 no.135 Lima Jan./Jun 2021

http://dx.doi.org/10.30920/letras.92.135.12 

Estudios

Las influencias y huellas de la cultura china en Cuba: 1847-1959

The Influences and Traces of Chinese Culture in Cuba: 1847-1959

1Universidad de Granada, Andalucía, España. Contacto: leichunyi@ugr.es

Resumen

Con la llegada de los inmigrantes chinos hace más de 150 años, la comunidad cubana ha heredado en cierta medida elementos de esta civilización. Con el tiempo, las tradiciones y costumbres de la cultura china se han incorporado en dicha isla, formando así parte de su identidad multicultural. En este trabajo, desde una perspectiva sociocultural, hacemos un recorrido por la presencia de la comunidad china en Cuba desde el siglo XIX hasta 1959, y analizamos algunas de las huellas más destacadas, a través de los siguiente siete indicadores: el plano culinario, la medicina, la religión, las festividades, la música, los deportes y juegos de azar, así como su función en la conformación de la identidad local en la comunidad de Cuba. En esta investigación, observamos las migraciones chinas desde la óptica del migrante, teniendo en cuenta la protección y conservación de sus tradiciones, la evolución de su inserción dentro de la sociedad dominante, tales como la integración y la asimilación, durante el proceso de lucha y adaptación en una tierra extraña. Hemos notado que, por un lado, la cultura china ha dejado una huella imborrable en Cuba, y por el otro, muchos elementos culturales chinos han evolucionado en cierto grado durante el proceso de transmisión, y se han visto influenciados por la cultura nativa cubana.

Palabras clave: Inmigrantes; Cultura; China; Cuba; Influencia

Abstract

Chinese immigration to Cuba has a history of over 150 years. Under the influence of these migrants, the Cuban community has inherited some elements of this culture to some extent. Over time, the Chinese traditions and customs have been incorporated into the island of Cuba, forming part of its multicultural identity. In this paper, from a sociocultural perspective, we present an analysis about the Chinese community in Cuba from the 19th century to 1959, and explore some prominent traces in the following seven aspects: cuisine, medicine, religion, festivals, music, sports and games of chance, as well as their roles in the formation of the local identity in the Cuban society. In this investigation, we observe this Chinese community from the standpoint of immigrants, taking into account the protection and conservation of their traditions, the evolution of their insertion into mainstream society, such as integration and assimilation, during the process of struggle and adaptation in a foreign land. We have found that, on the one hand, Chinese culture has left an indelible mark on the Cuban society, and, on the other hand, many Chinese cultural elements have evolved to some degree during the transmission process, influenced by the native Cuban culture.

Keywords: Immigrants; Culture; China; Cuba; Influence

1. Introducción

Cuba fue el primer país de América Latina que recibió un flujo migratorio masivo desde China (Fernández y González, 2008, p. 139). La migración china a Cuba se produjo debido a la escasez de mano de obra desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX (Hearn, 2012, p. 111). De esta manera, podemos identificar cuatro momentos. El inicio de la migración, que se registró en 1847 y se prolonga hasta 1874, comprende a la primera generación de quienes formalmente fueron llamados culíes. Mientras que el segundo momento sucedió entre 1900 y 1910, el tercer grupo llegó unos veinte años más tarde; finalmente el cuarto impulso corresponde a los años 1950 (Zapata, 2019, p. 132). Según Yanet Jiménez Rojas (2019), no hay consenso entre autores en cuanto a las cifras relativas a su llegada y asentamiento. Juan Pérez de La Riva estima que, entre 1847 y 1874 arribaron a Cuba unos 150.000 chinos (2002, pp. 16-17). Concretamente, entre las décadas de 1920 y 1930, fueron unos 30.000 chinos los que arribaron a la isla (cfr. Jiménez, 2019, p. 105).

En los siglos pasados, Cuba ha recibido diferentes migraciones de distintas envergaduras, las cuales han condicionado su identidad desde el punto de vista cultural. Como se ha dicho anteriormente, las manifestaciones culturales chinas en Cuba han dejado huella en la religión, las costumbres y hasta en los productos y alimentos; numerosos aspectos culturales se hibridaron1 y sincretizaron en el mestizaje de la formación cultural cubana. Por ello, sus representaciones socioculturales están marcadas, sea explícita o implícitamente, por las características de estos inmigrantes (Estupiñán y González, 2011, pp. 2, 6). Debido a las condiciones en las que se desarrollaron y por las circunstancias en que se produjeron, las inmigraciones de chinos han jugado un papel importante en la sociedad cubana y han tenido repercusiones históricas.

Además, Cuba es una nación con una historia particular, con muchas influencias de otras culturas y una mezcla visible de ellas en cualquier ámbito. Los chinos son reconocidos en Cuba como uno de los cuatro componentes básicos que constituyeron la nación. Entre estas influencias, la de china tiene una contribución innegable y llamativa (Fernández y González, 2008, p. 139). El 2 de enero de 1847, 300 trabajadores chinos contratados (o culíes) abordaron la fragata española Oquendo en el puerto de Amoy (actual Xiamen), con destino a Cuba (Hearn, 2012, p. 117). El 3 de junio de 1847 los primeros culíes chinos arribaron a La Habana, y junto con los que llegaron más tarde, se integraron progresivamente a la sociedad cubana, contribuyendo a su patrimonio con aspectos culturales propios. La civilización china, con más de cinco mil años de historia, llegó y se quedó en la isla (Crespo, 2016). Los culíes chinos que llegaron a Cuba fueron llevados principalmente a las zonas de los ingenios azucareros, cafetales y vegas de tabaco para realizar faenas agrícolas. Cuando los chinos lograron liberarse de las contratas en 18772, un gran número de ellos se dedicó, por su cuenta, al comercio y otros oficios manuales (Bai, 2016, p. 112). Además, debido a la creciente mecanización de la producción azucarera y a la guerra hispano-cubano-norteamericana (1895-1898), los inmigrantes chinos se extendieron por toda Cuba, trabajando en labores en el puerto y los muelles, al igual que en oficios de la construcción, como carpinteros y herreros, dedicándose a los negocios de comestibles, lavanderías y restaurantes, entre otros. Así, se estructuraron zonas urbanas como el barrio chino en La Habana o toda una serie de organizaciones asociativas de distintas tipologías e incluso actividades artísticas (Checa, 2007).

2. Antecedentes

Es cada vez más frecuente ver investigaciones y publicaciones sobre la historia y el rol de la presencia china en Cuba. Dicha influencia ha sido corroborada por múltiples estudios en las últimas décadas (Baltar, 1997; Checa, 2007; Crespo, 2016; Goma, 2007; Hearn, 2012; Hu Dehart, 2012; López, 2013; Manke, 2015; Pérez Chang, 2019; Pong, 2019; Zapata, 2019). Estos trabajos, desde perspectivas distintas, han contribuido en gran medida al tema de la investigación sobre inmigración china en esta isla caribeña.

Entre ellos destaca el libro de Kathleen López (2013), Chinese Cubans: A Transnational History, donde la autora, desde un enfoque transnacional y una mirada microhistórica, analiza los factores que desde dentro y fuera de Cuba han influido en la formación de una identidad de comunidad china. Este trabajo es un gran aporte para los estudios sobre los vínculos entre estas dos culturas, pues examina con detalle el complejo e importante rol que la comunidad china ha tenido en Cuba desde el siglo XIX “hasta la segunda década del siglo XXI, cuando se observa una revitalización del barrio chino en La Habana” (Montt, 2015, p. 150).

3. Métodos y objetivos

Nuestra investigación es de tipo descriptivo-explicativo, e incluye trabajo de campo. Presenta una mirada de la comunidad china en Cuba desde el siglo XIX, cuando arribaron los primeros trabajadores, hasta 1959. Hemos limitado el análisis a la franja entre 1847 y 1959 por varios motivos; por un lado, la situación (v. g. económica y política) de los inmigrantes chinos en Cuba varía en diferentes etapas históricas. Además, en 1959 empezó la Revolución cubana que alteró el escenario de los asiáticos en la isla y los procesos de integración, trayendo consigo muchos cambios, los cuales merecen otro estudio. Por otro lado, al comenzar el año 1960, la comunidad chino-cubana empezó a desvanecerse. Para comprender mejor la situación de los inmigrantes chinos a partir de esta etapa, hace falta focalizar el análisis en determinados aspectos desde la perspectiva histórica o incluso política. Este no es, sin embargo, el objetivo de nuestro trabajo, en el cual se adopta la perspectiva sociocultural.

Lo cierto es que la inmigración china y su influencia en Cuba podrían ser tratadas y abordadas desde muchas perspectivas y con enfoques diferentes, tales como estudios de género o de discriminación. Todas estas cuestiones requieren un análisis detallado y profundo que queda fuera del ámbito de este trabajo. El objetivo de nuestra investigación es enriquecer los contenidos que aún no se han discutido detallada y sistemáticamente, concentrándose en la penetración cultural de la inmigración china y sus efectos en la sociedad cubana, así como las huellas dejadas por esta comunidad asiática. En ese sentido, tratamos de responder a preguntas tales como: ¿cuáles son las huellas chinas más destacadas y populares que se han dejado en Cuba?; ¿cómo se han formado a lo largo de la historia? Para responderlas analizaremos la influencia cultural de inmigración china a través de diferentes indicadores: cultura culinaria, medicina, religión, festividades, música, deportes y juegos de azar, así como su función en la conformación de la identidad local en la comunidad de Cuba. El diseño de investigación se basa en la perspectiva sociocultural, que algunos autores (Crespo, 2016; López, 2013; Manke, 2015; Pérez Chang, 2019; Pong, 2019) también han usado en sus trabajos. Observamos las migraciones chinas desde la óptica del migrante, teniendo en cuenta la protección y conservación de sus tradiciones, la evolución de su inserción dentro del núcleo social, tales como la integración y la asimilación, durante el proceso de lucha y adaptación en una tierra extraña.

4. Los elementos centrales de las huellas culturales chinas en Cuba

Desde el punto de vista demográfico, la mayoría de estos emigrantes orientales provino del sur de China, sobre todo, de Cantón y Fujian. El 87% tenía entre 11 y 30 años y promediaba una edad de 21 años (Zapata, 2019, p. 133). De este modo, cuando llegaron a Cuba, ellos ya traían cierta cultura basada en las tradiciones milenarias de su país, por lo que sus creencias y costumbres se han reflejado ampliamente en esta tierra de América Latina. Al mismo tiempo, estos componentes culturales chinos han evolucionado en cierto grado, por su propia singularidad. El legado que la cultura china ha dejado en Cuba a finales del siglo XIX y al principio de siglo XX, antes de 1959, es un claro ejemplo de ello.

Al hablar de la influencia de los inmigrantes chinos en Cuba podemos enumerar muchos factores, abarcando diversas áreas. Con el motivo de poder sopesar el peso de cada influencia y dar una interpretación más profunda y completa, en este trabajo intentamos observar algunos elementos notables. En cierta medida, podemos considerar que estas influencias son las más evidentes y significantes en la sociedad cubana. En el desarrollo del análisis, los indicadores de las huellas se ordenan según la importancia relativa y el grado de prioridad en la vida china.

4.1. Culinaria

Los inmigrantes chinos han influenciado los ingredientes y métodos culinarios locales de Cuba, modificando los hábitos alimenticios del país (cfr. Fernández Montie, 1996; Pong, 2019). Se ha importado, por ejemplo, el contraste de sabores, muy importante para la cocina oriental. Así, muchas de las tradiciones de los culíes chinos que procedían principalmente del sur del país, sobre todo de la provincia de Cantón, también se ven reflejadas en Cuba. Hoy en día, gran cantidad de familias de descendientes chinos todavía mantienen algunas de estas tradiciones culinarias importadas de China y que han sido transmitidas de generación en generación. Por ejemplo, se consumen abundantes verduras y frutas en su dieta diaria, y en la preparación de la comida se usa poca cantidad de aceite; además, se emplean palillos en lugar de los cubiertos occidentales.

Según Teresa Li, directora de la Casa de Artes y Tradiciones Chinas, el típico plato “arroz congrí”, una mezcla de arroz blanco con frijoles colorados, tiene su origen en la cocina china. A los ojos de un cubano, en la mesa no puede faltar el arroz blanco, cocinado de una manera muy similar a como lo preparan los chinos, o las verduras y vegetales, o la preparación de la carne de cerdo con la impronta oriental (Sputnik Mundo, 2019). Asimismo, las deliciosas sopas chinas, el arroz frito, las frituras, los dulces, el Chop Suey (“trozos mezclados”, originario de Cantón), las maripositas, los rollitos de primavera (originario de Zhejiang), y las salsas agridulces ya forman parte de la culinaria cubana. Uno de los más conocidos platos de la comida china son las maripositas (conocidas en Perú como wantán frito). Siempre se piden como inicio de la comida, aunque hay variantes de acuerdo con los restaurantes que las ofrecen (Pérez Chang, 2019). Otro es el arroz frito, aunque no viene directamente de China, sino que fue creado por algunos cocineros chinos de San Francisco durante la construcción del ferrocarril Este-Oeste que atravesaba todo el conteniente norteamericano. A principios del siglo XX, llegaron a Cuba unos 5000 chinos procedentes de San Francisco. El arroz frito se transformó adaptándose a las costumbres y las condiciones cubanas. En Cuba la abundancia del marisco hizo que el arroz frito creado en San Francisco evolucionara a un plato más sofisticado y complejo. Entre sus ingredientes podrían incluirse tiritas de huevo, carne de langosta y camarones, carne de cerdo ahumada, butifarras chinas, jamón de pierna, carne de pechuga de pollo, cebollinos, frijolitos chinos, etc. (Pong, 2019, p. 94).

Sobre los condimentos chinos en Cuba hay que mencionar la salsa de soja (salsa china o sillao en el Perú) que a los cubanos les encanta. Se utiliza para aderezar una amplia variedad de platos, por lo que es tan popular. La salsa de soya se origina en China y se remonta a fines de la dinastía Zhou (1046 a. C.-256 a. C.). Es la salsa más conocida de la gastronomía tradicional china y una de las más antiguas. Antes, se conservaban las carnes por salazón y el subproducto líquido que se obtenía se aprovechaba como condimento. Cuando el budismo se propagó hacia China, los monjes extendieron el vegetarianismo como forma de alimentación, lo que llevó a la población a buscar sustitutos vegetales para los antiguos condimentos que contenían carne. Uno de estos sustitutos fue una pasta salada y fermentada de granos de soja, que más tarde se convirtió en la salsa de soja (The Epoch Time, 2015).

De igual manera, la influencia china está incluso en los modos de cocinar. La forma preferida de cocción de los cubanos -lo frito- y su plato principal -el arroz- provienen en gran medida de la herencia culinaria de china. De acuerdo con Pérez Chang (2019), el arroz congrí no nació exclusivamente del influjo haitiano, sino que está relacionado estrechamente con la manera de los chinos de cocinar sus arroces y legumbres, aromatizados con especias al final de la cocción. Asimismo, los chinos de Cuba solían preparar las sopas de camarones secos como desayuno o agregar estos a la cocción de la harina de maíz, o al tamal en cazuela, en la comida de las tardes, sobre todo en las provincias orientales de Cuba (Pérez Chang, 2019).

Entre los restaurantes chinos más famosos de La Habana estaba El Pacífico3, que fue inaugurado en 1947. Había otros restaurantes chinos con mucha popularidad, aunque gran parte de sus platos eran adaptaciones al gusto local, como el arroz frito, el Chop Suey y los Chow mein (“fideos fritos”, 炒面) y Lo mein (“fideos revueltos”, 捞面) con sus respectivos caldos, carnes y verduras (Pong, 2019, p. 75). El Lo mein es un plato de origen cantonés hecho de unos fideos de huevo que se sofríen con salsa. Se suele acompañar de verduras, pollo, gambas o cerdo. Esta receta se creó hace 2000 años en China, elaborada con fideos de harina de trigo. La palabra Lo mein tiene origen cantonés lōu mihn que significa “fideos revueltos”. Al final de la década de 1950, la exquisitez y la variedad de la comida china habían conseguido la aceptación de los cubanos que extendieron su gusto por dicha comida asiática, enriqueciendo la gastronomía cubana. Gislania Bofill (2019) confirma que la cultura china logró ejercer un cambio en la cocina cubana. Si la comida cubana nace de la amalgama entre aborígenes, españoles y africanos, la migración china termina de definirla como una conjunción exótica de sabores (Bofill, 2019). Dicho esto, la gastronomía china ha tenido algún impacto entre los cubanos criollos. Con la llegada de los chinos californianos se amplió el menú de una cocina más sofisticada (Pong, 2013).

Gradualmente el pueblo cubano fue familiarizándose y adoptando las costumbres culinarias y hábitos alimenticios de los inmigrantes chinos. Estos eran mayoritariamente campesinos en su país de origen, además todos ellos eran jóvenes y varones, con edad y procedencia registrados (Bai, 2016, p. 109). Al principio, los chinos, en su mayoría, trabajaron en haciendas como peones agrícolas. Fueron la mano de obra en plantaciones del azúcar, tabaco y café. Se destacaron por su carácter metódico y sus conocimientos como agricultores (Zapata, 2019, p. 134). Al libertarse, muchos de ellos se dedicaban a la cultivación de arroz y verduras, hacían negocios y montaban restaurantes. Según la Cámara de Comercio de Cuba, en 1957 existían en toda la isla cerca de cuatro mil negocios cuyos dueños eran chinos (Pong, 2019, p. 191). Al principio, el alimento básico de los cubanos era el maíz y el trigo, sin embargo, bajo la influencia de los chinos, se empezó a consumir más arroz que en los países vecinos.

En este escenario, la comunidad cubana se acostumbró a comer verduras. Muchas de ellas introducidas en Cuba por los inmigrantes chinos, como la col china (大白菜), el kowchoi (韭菜)4 y el jengibre. Es igualmente necesario mencionar el cultivo de la naranja china y el mamoncillo chino como elementos que aportaron los horticultores culíes que se asentaron en la isla. Los culíes chinos principalmente provinieron de la provincia de Cantón y, con el paso del tiempo, la dieta cubana por lo general se acercó a las costumbres gastronómicas de los cantoneses: el arroz es imprescindible, el plato más valioso es el lechón asado, que sin duda también es la receta favorita en las fiestas de Navidad y Año Nuevo, aunque la forma de cocción ya se ha modificado, adaptándose a las costumbres criollas.

4.2. Medicina

La antigüedad de la cultura china y su continuidad durante miles de años le da singular importancia a su medicina, que es uno de los sistemas médicos más complejos, detallados y milenarios, y que ha sido ejercida con éxito durante una larga historia (Wong, 2003, p. 19). Se constituye de este modo en uno de los grandes pilares en la historia de la medicina universal. El dicho popular “A ese no lo salva ni el médico chino” nació a mediados del siglo XIX en Cuba y se ha convertido en leyenda por los hablantes cubanos. Se utiliza cuando se está ante un mal irremediable y de gravedad extrema, o ante lo insoluble de un problema. Esta frase es resultado de un proceso de transculturación canario-cubano, reflejando el destacado comportamiento profesional en el siglo XIX de los notables médicos chinos: Kan Shi Kong, el capitán Wong Seng, Chang Bu Bian (Domingo Morales), Sián (Juan de Dios Siam Zaldívar), Ramón Lee y Chang Pon Piang (Alpizar, 2017). Aquí solamente mencionamos los más conocidos.

4.2.1. Médicos chinos

Cuando hablamos de la influencia de la medicina china en Cuba, por supuesto que no podemos dejar de mencionar a algunos de los médicos chinos de fama notoria en esta área. Cabe señalar que, con la llegada de los primeros culíes chinos, también arribaron médicos (generalmente practicantes de la medicina herbolaria). Sin embargo, solo existen referencias acreditadas sobre unos pocos que se destacaron por su exitoso desempeño médico. El primero del que se tiene noticias fue Kan Shi Kom, quien disfrutó de gran prestigio a mediados del siglo XIX en La Habana. Residía en la calle Rayo esquina con San José y a su muerte, en 1885, la gran pompa de sus funerales hizo historia en La Habana (Alpizar, 2017).

En Santiago de Cuba había otro médico botanista chino con un nombre hispanizado: Domingo Morales. Durante la última epidemia de cólera en Cuba (1867-1872) curaba a sus pacientes satisfactoriamente con masajes en las regiones axilares y gozó de enorme fama. Otro médico botánico registrado fue Wong Seng, quien vivía en las cercanías de Manzanillo, una ciudad del oriente cubano, y que también fue un héroe de la Guerra de los Diez Años entre 1868 y 1878 (Delgado, 2004). Aparte de ellos, también se tiene noticias de otros médicos chinos cuyas habilidades y conocimientos curativos fueron famosos en las regiones donde ejercían su profesión.

Sin duda, el médico chino que alcanzó máxima fama fue Cham Bom Biá, cuyo nombre verdadero era Chang Pon Piang, que usaba al llegar a Cuba. Era un hakka5, del sur de China. Chang Pon Piang llegó a La Habana en 1858 como miembro de una expedición de chinos culíes. Allí en la capital practicaba la medicina botánica tradicional utilizando productos preparados por él mismo con plantas cubanas, gracias a sus profundos conocimientos en la flora cubana y china, así como en las ciencias de Asia Oriental. Su sabiduría y éxitos en el tratamiento de los enfermos hicieron que fuera reconocido como un distinguido y célebre médico. Curaba no solo los males corporales, sino que también era capaz de tratar las aflicciones del alma. Atendía males corporales como disentería, fiebres coleriformes, asma, agotamiento, ceguera y otros padecimientos (Alpizar, 2017). Aparte de su inteligencia y habilidad en el diagnóstico clínico, Chang Pon Piang se caracterizó por su generosidad y desinterés económico en el ejercicio de la medicina, cobrando a los ricos mientras que a los pobres no les cobraba si no podían costear sus servicios. Se ganó un lugar único en la historia de la práctica médica empírica en Cuba, reflejando sus indiscutibles conocimientos medicinales y su profundo amor a la humanidad.

4.2.2. Medicamentos chinos

Aparte de los médicos chinos hay que mencionar las farmacias chinas, que expendían una extensa variedad de remedios naturales importados de Asia. Entre ellos, el más conocido y popular era el mentol chino, también se lo llamaba “pomada china” o “bálsamo del tigre”, envasado en una cajita roja de metal, con un tigre o un dragón de color amarrillo en la tapa. Se aplica en casos de dolores musculares y de cabeza, migrañas, tos y picaduras de mosquitos. A los ojos del pueblo cubano, este mentol les ha sido muy útil e incluso se ha convertido en panacea.

Su fórmula secreta era utilizada en la corte imperial china. El mentol chino fue creado en 1870 por Hu Ziqin (胡子钦), herborista de dicha corte, que era un hakka de la provincia de Fujian, al sur de China. Luego, este herbolario emigró a Rangoon, Birmania. Allí abrió una pequeña herboristería y comenzó a comercializar su producto. Tras su muerte, sus dos hijos Hu Wenhu (胡文虎) y Hu Wenbao (胡文豹) perfeccionaron este medicamento y empezaron a producirlo de manera industrial (Pong, 2019, p. 201). El “bálsamo del tigre” comenzó a exportarse a otros países como Malasia, China, Tailandia o Singapur, incluso se vende por toda América Latina, convirtiéndose en uno de los líderes de ventas internacionales. Y el tigre, que aparece en su nombre “Tiger Balm”, efectivamente simboliza la fuerza y la vitalidad en Oriente.

Imagen 1 Imagen de pomada china 

Basado en la medicina tradicional y natural, el bálsamo es efectivo contra numerosos tipos de dolencias, como las antes mencionadas, e incluso sirve como precalentamiento y masaje deportivo o terapéutico. Además, es conocido por sus efectos a nivel cervical, de activación sanguínea, para aliviar los dolores lumbares y la congestión nasal, el dolor de pies e incluso problemas como la tos y el resfriado (Del Río, 2020). Existen dos variedades principales de la pomada, una es roja y la otra blanca. Según la medicina tradicional china, el bálsamo de tigre rojo es yang, produce un efecto de calentamiento, especialmente para uso tópico y actúa como analgésico y antiinflamatorio, como por ejemplo, para aliviar dolores tras el ejercicio. En cambio, el blanco es yin, y por eso es refrigerante, se suele usar para aliviar las picaduras de insectos, pero también para los dolores de cabeza y tensiones, e incluso promete aliviar los problemas de flatulencias.

4.3. Religiones y creencias

Los inmigrantes chinos que llegaron a Cuba trajeron consigo un sistema de creencias basadas en la permanencia y vitalidad de las tradiciones clánicas. En esencia, sus prácticas religiosas se fundamentaban en el culto familiar-clánico a los antepasados, que había jugado un rol importante en la vida social de China y que aún hoy conserva una poderosa influencia (Baltar, 1997, p. 178). No podían romperse sus tradiciones clánicas, ni el culto a los antepasados, estrechamente vinculados a las doctrinas confucianas, taoísta y budista. Aunque estas creencias fueron enraizándose con el tiempo, sigue manteniéndose en cierto grado hasta hoy. Las principales divinidades chinas que trajeron los culíes el año 1847 fueron San Fan Con, Kuan Yin, Mazu, entre otros, las mismas que luego en su contacto con los esclavos negros se asumieron como dioses locales de Cuba.

4.3.1. San Fan Con

En Cuba se le llama San Fan Con, pero en China es Guan Gong (关公), nacido con el nombre Guan Yu (关羽, 160-220 d. C.). Es una de las figuras históricas más conocidas en la historia antigua. Fue un guerrero fuerte y un general victorioso de finales del siglo II d. C., famoso por su lealtad a Liu Bei (刘备), jefe militar y emperador del reino Shu (蜀国) durante la época de los Tres Reinos (Martín Nieto, s/f). En su vida como líder importante en los sangrientos conflictos de la caída del imperio Han, mostró audacia y justicia. Las hazañas de Guan Gong se recogen en El romance de los tres reinos, una de las cuatro novelas clásicas chinas. Tras su muerte, en 220 d. C., la figura de Guan Yu se divinizó como protector y defensor de las buenas causas, y se convirtió en el dios Guan Gong (Herraiz, s/f), que significa el “ancestro venerado Guan”. En general, las imágenes de Guan Gong se representan con el rostro pintado de rojo. Guan Gong es un guerrero viril, simboliza la lealtad, la disciplina y la generosidad, que son los ideales del buen guerrero. El rojo de su cara alude a la lealtad en la ópera tradicional china. Para los taoístas, Guan Gong es su dios de la guerra, mientras que los budistas le confieren un gran honor como su protector (Martín Nieto, s/f). Millones de chinos lo adoran y hacen esculturas de él para ponerlas en sus viviendas. Al salir a Cuba, los inmigrantes chinos llevaron unos ejemplares de Guan Gong, ya que sirve como santo patrón, para protegerse durante el viaje largo y peligroso, así como para bendecir su vida en una tierra desconocida y lejana. De tal forma, este dios pasó a ser protector de todos los emigrantes chinos y su veneración constituyó el factor ideológico que aglutinó a los fundadores de las primeras sociedades chinas en Cuba (Chávez, 2016).

Imagen 2 Imagen de San Fan Con en Cuba 

Con respecto a su nombre San Fan Con, en Cuba existen varias hipótesis. Según hace constar Chuffat (1927), San Fan Con fue la castellanización de la expresión cantonesa “生关公” que se pronuncia tal como Sāng Gwāan Gūng, literalmente significa “ancestro venerado Guan vivo” o “ancestro Guan venerado en vida”. Probablemente la castellanización de esta expresión ha provocado la alteración de la fonética original, sustituyendo finalmente la palabra Sang por la apócope de santo, y se convirtió en San. De este modo, San Fan Con penetra en la santería cubana, para el cual algunos practicantes reservan un espacio dentro de su mobiliario ritual (Baltar, 1997, p. 183). Es un reflejo de la integración de las religiones distintas, mezclando Santa Bárbara de la religión católica y el santo chino Guan Gong.

Cabe señalar que, en la cultura china, Guan Gong no es solamente el protector que impide la entrada del mal, sino que también cuida y protege la prosperidad de los negocios y se considera como un poderoso “dios de la riqueza” (cái shén yé, 财神爷). En Cuba, la imagen de San Fan Con siempre se encontraba en las cafeterías, tiendas, restaurantes y todo tipo de negocios, siendo su busto, altar y oración vendidos en la tienda de efectos religiosos. La oración debe leerse tres veces y encenderse cada vez una velita de sándalo, colocándola en alto. La imagen de San Fan Con puede ser de madera o porcelana; estar a caballo o sentado en el trono, en este caso se le puede colocar la figura de un caballo a su lado. Debe ser ubicado hacia el noroeste, enfrentando la puerta para evitar los males, o detrás de la silla del creyente, para protegerle la espalda de los traidores (Crespo, 2016, pp. 61-62). Los creyentes ofrendan incienso y frutas de toda la liturgia de peticiones, mensajes a sus difuntos y preguntas a través de “bloques jiaobei” (筊杯), herramientas para taoístas chinos que buscan respuesta divina, redondeados por un lado, planos por el otro, que se usan en parejas y se lanzan para dar una respuesta afirmativa o negativa a una pregunta.

Cada Año Nuevo, más conocido en China como la Fiesta de la Primavera (chūn jié, 春节), los chinos en Cuba acudían a dejar sus mensajes y conversar con sus antepasados fallecidos, quemando los mensajes escritos en papel, junto a los inciensos puestos en la arena contenida en el pozuelo sagrado. Luego tenía la opción de iniciar el diálogo con sus muertos usando Kau Ching (求签) que es un método de adivinación que se originó en China. La práctica a menudo se llevaba a cabo en un templo taoísta o budista frente a un altar. En el barrio chino de La Habana esto se realizaba frente al altar de Guan Gong. Además, el Kao Ching también es conocido como el “Oráculo de Guan Yin” en las tradiciones budistas (Pong, 2019, p. 433).

4.3.2. Guan Yin (观音)

Otro culto traído por los chinos fue el de la diosa Guan Yin, el bodhisattva de la compasión, ampliamente venerado en el budismo. En sánscrito su nombre es Avalokitesvara. En chino se llama Guan Yin (观音), que significa “la que observa todos los sonidos del sufrido mundo” (Luis, 2001). Es una deidad importante venerada en China tanto por los taoístas como por los budistas. Cuenta la leyenda, que Guan Yin hizo voto de no entrar en los reinos celestiales hasta que todos los seres humanos hayan completado su proceso de iluminación y se liberen del ciclo de nacimiento, muerte y reencarnación (Mira, 2007). Sus cultos se encuentran frecuentemente en templos y monasterios budistas chinos, y su origen se remonta a varios siglos. Se la observa vestida de blanco, parada sobre un pedestal de flor de loto, con una rama de sauce en una mano y un jarrón con agua pura en la otra (Reid, 1997, p. 162).

En la devoción popular, Guan Yin rescata a quienes acuden a ella en momentos de dificultad, sobre todo ante los peligros producidos por el agua, el fuego o las armas. Vista como “Diosa de la Misericordia”, ha sido venerada por los chinos en Cuba como la Caridad del Cobre y sincretizada con Ochún. En el casino Chung Wah existe un pequeño recinto sagrado con un altar lateral dedicado a la deidad Guan Yin (Fernández y González, 2008, p. 143). Actualmente en la iglesia de la Caridad, en la calle Salud, también hay un cuadro con su imagen, traído de Hong Kong por sacerdotes franciscanos que difundían la religión católica a principios del siglo XX. La imagen está en un marco dorado y se puede apreciar la figura femenina cargando a un bebé, así como tres personas adorándola, entre ellas la figura de un sacerdote. Aparte de este cuadro, en la sociedad china de Caibarién había una imagen de ella y con frecuencia los chinos hacían peregrinaciones allí. También en Cimarrones, en Matanzas, se celebraban fiestas en su honor (Crespo, 2016, p. 63). La tradición en Cuba hacia Guan Yin era de carácter sentimental, generalmente entre las mujeres; se recurría a ella cuando existía un problema de amores, le tomaban la mano suelta y le pedían ayuda para resolverlo. Una vez resuelto, se devolvía la mano a su lugar. Esto se hacía en anonimato, aunque aún no se resolviera el problema, se debía devolver la pieza o enfrentarse a un castigo de la deidad (Pong, 2019, p. 438).

Imagen 3 Imagen de la diosa Guan Yin 

Al observar los principales dioses y deidades de origen asiático, confirmamos que los chinos y sus descendientes en Cuba han mantenido su espiritualidad y religiosidad que se muestran mediante la veneración a los antepasados y el culto a los dioses (Fernández y González, 2008, p. 143). Los inmigrantes chinos recurren a ellos fundamentalmente para pedir salud, protección y riqueza. En tal sentido, a través de los dioses poderosos y familiarizados que son de su propia tierra, buscan sustento para sus creencias religiosas. Este hecho ha sido de gran importancia, sobre todo, cuando se ven obligados a luchar duro y buscar una vida en una tierra lejana y desconocida.

4.4. Festividades

Parte de la tradición china que la comunidad cubana ha heredado son las celebraciones que se realizan con motivo del Nuevo Año Lunar. Igualmente, el horóscopo chino, los ciclos y elementos (fuego, tierra, metal, agua y madera), junto a su vinculación con el feng shui, son símbolos y creencias que actualmente se han propagado por la isla cubana.

4.4.1. La Fiesta de Primavera

La festividad del Año Nuevo Lunar del barrio chino forma parte de la tradición habanera. Las calles se llenan de luces y colores, sonidos de tamboriles, platillos, cornetas chinas y las figuras del dragón y el león. Se adornan las fachadas de las sociedades, de las viviendas de las familias chinas y los establecimientos comerciales (Crespo, 2016). Después de la década de 1930 se iniciaron los desfiles del león chino por las principales calles del barrio. No obstante, durante esta festividad, lo más importante es que los amigos y familiares se reúnen, comparten la comida, conversan y disfrutan felizmente su propia fiesta tradicional. Además, los inmigrantes chinos solían lanzar fuegos artificiales y petardos hechos por ellos mismos, y que más tarde los utilizarían los nativos cubanos también (Goma, 2007, p. 41). Con el tiempo, la fiesta del Nuevo Año Lunar continuó reflejando algunos de los elementos místicos y supersticiosos que la caracterizaban. Efectivamente, el barrio chino favoreció el surgimiento de actividades de la cultura china: el teatro tradicional y la ópera cantonesa6, y una vida muy activa donde participaban de costumbres y tradiciones de su lejana patria, como la celebración del Año Nuevo Lunar (Linares, 2000).

4.4.2. Danzas del león y del dragón

Las danzas del león y del dragón son parte fundamental de la Fiesta de Primavera. La danza del león surgió hace dos mil años durante la dinastía Han y constituye actualmente una tradición china que forma parte imprescindible de la enseñanza en las escuelas de artes marciales. Se realiza al iniciar festivales, bodas e inauguraciones con el propósito de brindar suerte y alejar a los malos espíritus.

En el barrio chino de La Habana, alrededor de 1930, se bailó la danza del león por los miembros de la Juventud Atlética de la Sociedad Chee Kung Ton, ahora Ming Chih Tang. En 1937 esta danza integró las fiestas del carnaval habanero, gracias a las gestiones del sabio don Fernando Ortiz. La danza del dragón se mostró en Cuba por primera vez en noviembre de 1941, con un gran dragón de 26 metros que había sido traído desde Nueva York. Actualmente la Asociación Cubana de Wushu ha incorporado ambas danzas en su programa de preparación de los nuevos practicantes para el desarrollo de las artes marciales (Crespo, 2016, pp. 159-160).

4.4.3. El Festival de Qingming (Día de los Difuntos)

El Festival de Qingming (清明), que significa “Día de la Claridad”, es el tradicional Día de los Difuntos en China, que tiene lugar 15 días después del equinoccio de primavera, generalmente se celebra el 4, 5 o 6 de abril. En esta fecha, los familiares y amigos del difunto se reúnen en los cementerios para darle un toque especial a la tumba de sus seres queridos. Se suele visitar los sepulcros para adecentar sus lápidas y hacer ofrendas. También existe la costumbre de rociar gotas de licor sobre las tumbas, quemar sándalo o incienso y dinero de papel, para que al muerto no le falte de nada en la otra vida. Desde 1946, esta celebración del culto a los antepasados eleva su dimensión al rango de honrar el monumento a la memoria de los chinos que combatieron por la independencia de Cuba (Crespo, 2016, pp. 161-162).

4.5. Música

Las influencias culturales trascendieron la actividad asociativa de la comunidad de inmigrantes chinos para formar parte del patrimonio cultural cubano. Ello se constata, por ejemplo, en ciertos instrumentos musicales que se han incorporado a la música popular cubana tradicional.

4.5.1. La corneta china

A la corneta china se le califica de pequeño y estridente oboe. Esta es en realidad la trompeta Suona (唢呐). Mejor dicho, es un hermoso híbrido de Suona, pero tiene un sonido aún más vibrante. En China, a esta corneta musical también se le llama del mandarín hǎi dí (海笛, “flauta de mar”) o jīn kǒu jiǎo (金口角, “cuerno de boca de oro”). En toda Cuba este instrumento se conoce popularmente como “corneta china”, especialmente en las provincias orientales, aunque en algunas ocasiones se le oye llamar “trompeta china” también en el occidente del país (Fernández y González, 2008, p. 145). Su estilo se acerca más a la escala diatónica de la música criolla cubana que a la escala pentatónica propia de la Suona tradicional china. La original Suona fue introducida en Cuba por inmigrantes chinos en el año 1915. Es un instrumento de viento que se toca principalmente en la música cubana del carnaval, empleado especialmente en la música folclórico-popular cubana, sobre todo, en la región oriental de la isla, en Santiago de Cuba, siendo el alma de los carnavales santiagueros. Sin embargo, los que tocan la corneta china son los negros cubanos, y no los cubanos de ascendencia china. Este instrumento entró primero a Santiago de Cuba y posteriormente a las demás provincias orientales. También ha sido incorporado para ejecutar algunas formas del son, aunque los músicos tampoco suelen ser de origen chino. La corneta china fue utilizada en la conga La chambelona, tema típico de las campañas electorales del Partido Liberal.

Imagen 4 Imagen de la corneta china 

4.5.2. La cajita china

En cuanto a la influencia de la música china en la cubana, no puede dejarse de mencionar la “cajita china”, un instrumento empleado en la música folclórica-popular cubana. Llegó a la isla a través de la inmigración procedente de Manila y China meridional a mediados del siglo XIX. Es un bloque de madera oblongo de unos veinte centímetros de largo, el cual es golpeado con un palillo de tambor y produce un sonido fuerte (Cajita China, s/f.).

Imagen 5 Imagen de la cajita china  

Dentro de la música folklórica-popular cubana, la cajita china se ha empleado de manera ocasional en la interpretación de géneros musicales propiciadores del baile, participando en el esparcimiento de amplios sectores de la población. Además, puede encontrarse entre los instrumentos de algunas agrupaciones de música cubana en ejecuciones de son y rumba. En algunas agrupaciones de rumba, la percusión con cajita china lleva la función de línea rítmica complementaria del conjunto instrumental, igual que las claves, pero con mayor volumen. En los conjuntos de son, a veces se usa en las pailitas cubanas o se toca junto con patrones de cencerro. Se aplica dentro del montuno, pero junto con su función rítmico-tímbrica se le explota para lograr contrastes tímbricos en mitad de una actuación improvisada (cfr. Casanaova, 1997).

4.5.3. Obras con temas y ritmos chinos

De todos los músicos cubanos, Ernesto Lecuona (1896-1963) es el compositor que crea más obras con temas y ritmos chinos. Entre estas piezas están: Rosa la China, la danza Ahí viene el chino, la romanza Chinita linda, así como El pavo real y Porcelana china. Dentro de los hábitos auditivos del cubano se incluye una noción clara de las escalas pentatónicas chinas, entre las que destacan, por ejemplo, Los chinos, de Raimundo Valenzuela; Espabílate, de Eliseo Grenet; y El Dios Chino, de José Urfé. Amadeo Roldán (1900-1939) también compuso dos obras para piano con tema chino: Bajo la pagoda y Campanitas chinas (Crespo, 2016, p. 81).

La influencia de la música china en la sociedad cubana se manifiesta principalmente mediante los instrumentos musicales, sobre todo la corneta china, que se ha incorporado plenamente a la cultura popular cubana, convirtiéndose en un elemento consustancial e inseparable que caracteriza la particular música carnavalesca de Santiago de Cuba. Así, aún hay muchos chinos que conservan sus propios instrumentos y con ellos participan en algunas actividades. En el Museo Nacional de la Música existe una pequeña colección de instrumentos musicales chinos que incluye: un órgano de boca; varias flautas (xiāo, 箫); cinco violines de distintas formas y tamaños (èrhú, 二胡); un tambor pequeño (xiǎogǔ, 小鼓); un violín de caja circular plana, de cuatro clavijas (cantonés: kan-chun); y una corneta china (suǒnà, 唢呐) (Ferrer, 2009, p. 24).

4.6. Deportes

El deporte cubano también tiene deudas con la comunidad china. Las sociedades deportivas conformadas por chinos tuvieron gran importancia en el cultivo de la práctica del deporte y muy especialmente en el entrenamiento de wushu (Ferrer, 2009, p. 21). En tal sentido destacaron la desaparecida asociación Chi Mut Hai You Wut7, que fue un ejemplo de este tipo de organización, dedicada especialmente al wushu y la danza del león (Hun, s/f). Durante los años 40 y 50 del siglo XX, las actividades deportivas se vieron reforzadas con el Club Atlético, que promovía prácticas de diversos deportes. En la actualidad, lo más conocido del deporte en el barrio chino es el wushu, que es uno de los deportes milenarios de China que, además de favorecer la autodefensa, también mejora la salud, mientras se cultiva la conciencia moral y ética (Crespo, 2016, p. 144).

Las artes marciales fueron la actividad principal convocada por las sociedades chinas. Otros términos utilizados actualmente para referirse a las artes marciales chinas son wushu (武术) o kung fu (功夫). En China existe constancia de tratados antiguos de lucha y táctica militar desde hace miles de años, y el más conocido es “El arte de la guerra” (Sūn Zǐ Bīngfǎ, 孙子兵法) del siglo VI a. C. Con respecto al origen del kung fu, existen diversas leyendas, pero la más conocida es la de un monje hindú conocido como Bodhidharma que llegó al monasterio de Shaolin. Bodhidharma desarrolló un sistema de movimiento basado en 12 animales, que luego se extendió a 18 en combinación con las leyes del universo, de la naturaleza y de diversos sistemas taoístas y budistas. Dicho kung fu consistía en la meditación y diferentes técnicas de defensa personal, de golpes y esquivas imitadas de los animales que permitían fortalecer el cuerpo, curar y prevenir las enfermedades, así como defenderse de las agresiones de los asaltantes (Cruz, 2014). El wushu fue el primer arte marcial practicado en Cuba, en el barrio chino de La Habana, por los inmigrantes chinos y sus descendientes, sin discípulos cubanos.

4.7. Juegos de azar

Aparte del deporte, algunos juegos de azar chinos también se introdujeron en la isla en la segunda mitad del siglo XIX con las primeras poblaciones de migrantes que llegaron a Cuba. Con el tiempo, estos juegos de azar de inspiración china formaron parte de la cultura del cubano. Sobre todo, la charada china se convirtió en un juego popular entre los más pobres, que se ilusionaban con un golpe de suerte y forrarse de plata para salir de la indigencia.

4.7.1. Charada china

La charada china ha sido un juego de apuesta muy popular en Cuba. En 1873 se inició el primer banco de los juegos fantán (番摊) y chiffá (字花) en la isla, con un capital de 15.000 pesos (Chuffat, 1927). El chiffá (o charada china) fue introducido en Cuba por los primeros culíes, procedentes del sur de China, en la segunda mitad del siglo XIX. Por aquel entonces estaba muy de moda en el país oriental. Inicialmente la charada estaba formada por 36 signos de la dinastía Qing y la partícula chi (字) se refería a los personajes, mientras que ffa (花) representaba las flores. Este juego es bastante simple y consiste en apostar por el número ganador (Crespo, 2016, p. 36). Más tarde, los cubanos agregaron otros 64 signos basándose en la imaginación y cultura popular a lo largo del tiempo.

De tal forma, la charada china se amplió a la charada cubana, con una lista de números consecutivos del 1 al 100. Además, cada número se fue enriqueciendo con el paso de los años, pues a cada uno se le fueron agregando nuevos elementos más significativos para los cubanos. No obstante, la charada mantuvo sus reglas principales. El juego se extendió con gran rapidez por toda la isla. Se volvió tan popular que en determinados lugares de La Habana los billetes se conocían por los nombres de la charada. Por ejemplo, el de diez pesos se denominaba “pescado”. Pero, sobre todo, la charada cubana se recuerda con gran cariño por todos los habitantes mayores de La Habana. Para ellos forma parte inolvidable de la cultura tradicional, y muchos de los recuerdos de su infancia se relacionan con este juego (La Charada, 2020).

Imagen 6 Imagen de la charada china.  

4.7.2. El mahjong

Desde el siglo XIX se creó en China un juego denominado mahjong (má jiàng, 麻将) o machek (má què, 麻雀) y que se ha practicado en la isla. Este comenzó en Cuba en el barrio chino, donde se le llama “dominó chino”. Tiene 144 fichas, aunque al principio solo contaba con 136, más tarde se le agregaron las 8 flores (Crespo, 2016, p. 148).

Imagen 7 Juego del mahjong.  

4.7.3. El dominó

Según la Enciclopedia Británica, los primeros registros que se tienen del dominó se remontan a China, en el siglo X. Con cambios respecto al original chino, el dominó se expandió por la isla y se convirtió en un juego que goza de popularidad, con sus respectivas variantes (BBC Mundo, 2014). Cabe señalar que los cubanos juegan una variante peculiar de “doble nueve”, que para unos es un deporte y para otros un entretenimiento. El investigador cubano Migdonio Torres Romero (2019) afirma en su libro El dominó del doble nueve que la modalidad es muy popular sobre en las zonas occidental y central de la isla: La Habana, Pinar del Río, Matanzas, Cienfuegos y Camagüey, entre otras ciudades. Sin embargo, Ernesto Antón (BBC Mundo, 2014) aclara que en la isla también el doble seis es muy popular (según Torres Romero el dominó tradicional se juega más en la zona oriental: Santiago, Guantánamo, Holguín).

Imagen 8 Imagen del dominó cubano (doble nueve).  

5. Conclusiones

Desde su llegada a Cuba, los inmigrantes chinos se mantuvieron fieles a sus tradiciones para mantener vivo el recuerdo de la lejana patria y como un medio de responder a una cultura nueva. Durante su convivencia con los cubanos nativos, su cultura ha penetrado en Cuba en diversas áreas. Aunque nunca concurrió tanto como los españoles, los africanos y las mulatas, la presencia de los chinos exhibía su peso histórico-social en la nación cubana. Las costumbres y creencias de la cultura china se han desarrollado a lo largo de la historia y se han conservado en cierta medida. Este fenómeno merece especial atención en cuanto a la profusión y cantidad de estudios desde diferentes perspectivas.

Para responder las preguntas planteadas, se ha realizado una investigación desde la perspectiva sociocultural. Al llevarla a cabo, hemos identificado y observado algunos principales elementos culturales aportados por la presencia china en Cuba, dando una interpretación detallada en las áreas como la cocina, la medicina, la religión, las festividades, la música, los deportes y juegos de azar. Se observa que los elementos que han dejado más huella son justamente los que están estrechamente relacionados con la vida cotidiana. Además, los elementos que han heredado en Cuba, una tierra lejana y distinta de China, se caracterizan tanto por su historia como por su peculiaridad; por ejemplo: arroz, mentol chino, San Fan Con, Guan Yin, kung fu, Fiesta de Primavera, danza de dragón y león, entre otros.

La incorporación de la cultura china en la isla cubana en gran medida se atribuye a las grandes contribuciones históricas fruto de la inmigración. Desde finales del siglo XIX, la civilización china se ha integrado a la sociedad cubana en varios aspectos, teniendo una influencia de gran alcance. En general, estas influencias se han producido de forma natural, inconsciente y gradual. Además, se tratan principalmente de la cultura popular. Dicho esto, se debe señalar que los inmigrantes chinos en Cuba eran la comunidad con el estatus más bajo, incluso con respecto a la discriminación y desprecio; sin embargo, sus costumbres y culturas lograron penetrar en la sociedad del país que los recibió. Ello muestra, en cierta medida, un cambio de estatus social de esta comunidad. De tal manera, la comunidad china y varios elementos de su cultura han logrado la aceptación por la sociedad cubana.

Es, en este sentido, innegable que la cultura china ha dejado una huella imborrable en Cuba, aunque muchos de sus elementos culturales han sufrido algunas modificaciones durante el proceso de transmisión influenciados por la cultura nativa cubana, como en el caso del arroz frito, San Fan Con, el chiffá, el dominó y la corneta china. El barrio chino es un recuerdo de la huella asiática en lo cubano, de la comida fusionada y hasta de creencias religiosas.

Agradecimientos

Agradecemos al Dr. Antonio Zapata Velasco, al Dr. Antonio Pamies y a la Dra. Miriam Castillo por sus valiosos comentarios y sugerencias en la preparación de este artículo. Todos los errores que subsistan son de exclusiva responsabilidad de la autora.

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Notas

1Aquí se aplica la noción científica de “hibridez”, acuñada en el siglo XIX, que describe la mezcla de dos entidades separadas. En el caso de “hibridez cultural” se define como la mezcla, combinación o mestizaje de culturas provenientes de diversos territorios, y a la heterogeneidad como la composición de un todo con partes de distinta naturaleza. (“Hibridez cultural”, https://bit.ly/3p6Wt3Z).

2Los culíes chinos lograron emanciparse de su esclavitud en 1877 mediante la firma del Tratado chino-español, cuando el mandarín Chin Lan Pin visitó Cuba. El tratado suspendió legalmente la contratación.

3Fue inaugurado en el año 1947, situado en el quinto piso del edificio de la calle Cuchillo esquina a San Nicolás, # 516, en el mismo corazón del barrio chino habanero. Actualmente ya está desalojado para ser transformarlo en una escuela de idiomas.

4kowchoi (韭菜): Alliumtuberosum es una verdura relacionada con la cebolla. Se utiliza como un sustituto para el ajo y la cebolla en la cocina.

5Los hakka (kè jiā rén, 客家人) es un subgrupo de chinos Han. A diferencia de otros, ellos no reciben el nombre de una región geográfica, sino que se identifican generalmente por Hakka, que significa “la familia invitada” o “los huéspedes”, un nombre dado a un pueblo que fue el colono más entusiasta de China. Viven principalmente en las provincias de Cantón, Jiangxi y Fujian.

6La asociación Chung Wah Yin Lock Kou Se es la primera en emplear descendientes para actuar en la ópera cantonesa.

7La asociación Chi Mut Hai You Wut estaba ubicada en la esquina de Zanja y Campanario, en el centro del barrio chino de La Habana, tuvo su significación en la historia y desarrollo ulterior de las Artes Marciales en Cuba (Ferrer, 2009, p. 21).

Notas

8wǔshù 武术 (literalmente, 武 = “marcial”, shù 术 = “arte”) significa “arte marcial”.

9gōngfu功夫 (literalmente, gōng功 = “mérito”, fu夫 = “maestro”) en conjunto significa “habilidad o maestría”, aquí se usa para hacer referencia a “arte marcial”.

Recibido: 11 de Febrero de 2021; Aprobado: 19 de Abril de 2021

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