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Letras (Lima)

Print version ISSN 0378-4878On-line version ISSN 2071-5072

Letras vol.92 no.135 Lima Jan./Jun 2021

http://dx.doi.org/10.30920/letras.92.135.14 

Estudios

El saber psi y el campo de la salud: la circulación del discurso psicoanalítico en revistas especializadas argentinas (1946-1955)

The psy Knowledge and the Field of Health: The Circulation of Psychoanalytic Discourse in Argentinian Specialized Journals (1946-1955)

1Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Buenos Aires, Argentina. Contacto: karinasavio@fibertel.com.ar

Resumen

Se sugiere la recepción de lo sublime kantiano como un sentimiento inopinadamente religioso, en otras palabras, como una estética teológica. De cara a la tercera Crítica, y con la precisión de un relojero, el viejo Kant parece equilibrar las nuevas condiciones cosmológicas, religiosas y metafísicas a las que se enfrenta el hombre barroco con la necesidad propiamente teológica de no excluir a Dios de su proyecto filosófico. De este modo, la estética kantiana se revela como fuente de lo religioso, precisamente, a partir del contacto práctico del sujeto con la idea de la divinidad. En esta región, el sujeto pensante encuentra un más allá indeterminado en el que alcanza a tocar, o, si se quiere, sentir la omnipotencia e inmensidad de Dios. Mediante la labor propedéutica de la Analítica de lo sublime, la Crítica de la facultad de juzgar vendría a completar el camino teológico trazado en la segunda Crítica por la razón pura práctica. De manera subrepticia, lo sublime teológico expondría, por un lado, la insistencia de Kant en no abjurar de su férreo puritanismo, y, por otro, su decisión de no ceder ni a la desesperación intelectual ni al terror metafísico que supone la expulsión de Dios del ámbito de la razón.

Palabras clave: Psicoanálisis; Ciencias Médicas; Estudios del lenguaje; Discurso; Publicación Periódica

Abstract

It suggests the reception of the Kantian sublime as an unexpectedly religious sentiment, in other words, as a theological aesthetics. In the face of the third Critique, and with the precision of a watchmaker, the old Kant seems to balance the new cosmological, religious and metaphysical conditions confronting baroque man with the properly theological need not to exclude God from his philosophical project. In this way, Kantian aesthetics is revealed as the source of the religious, precisely, from the practical contact of the subject with the idea of divinity. In this region, the thinking subject finds an indeterminate beyond in which he is able to touch, or, if you will, to feel the omnipotence and immensity of God. Through the propaedeutic work of the Analytic of the Sublime, the Critique of Judgment would complete the theological path traced in the second Critique by pure practical reason. Surreptitiously, the theological sublime would expose, on the one hand, Kant’s insistence on not renouncing his ironclad puritanism, and, on the other, his decision not to give in to either the intellectual despair or the metaphysical terror that the expulsion of God entails from the realm of reason.

Keywords: Psychoanalysis; Medical Sciences; Language studies; Discourse; Periodical Press

1. Introducción

Ubicar las huellas del psicoanálisis en la Argentina no es tarea sencilla. A medida que se buscan localizar los rastros del saber psi en los discursos que circulan en el país, se abren nuevos caminos para explorar. De allí que no sea posible armar una construcción lineal de su ingreso ni de su posterior recorrido. En efecto, no se instala con la creación de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) ni su difusión se reduce a la década de 1960. Su aparición no se restringe tampoco a un único ámbito social. Por el contrario, una lectura minuciosa de diversas revistas argentinas editadas en las décadas del cuarenta y del cincuenta del siglo XX permite vislumbrar, aunque desde posiciones disímiles y con valores diferentes, su centralidad en los años previos a la llamada “explosión” del psicoanálisis.

En trabajos anteriores (Savio, 2017a; 2017b) hemos puesto el foco en el lugar que este saber ocupa tanto en revistas culturales prestigiosas y populares como en la revista de la APA -la Revista de Psicoanálisis- durante los años del primer peronismo (1946-1955). El estudio que hemos realizado nos ha permitido comprobar, entre otros puntos, la fuerza que adquiere este discurso en dichos años; ello se refleja, por ejemplo, en revistas como Sur, Imago Mundi, El Hogar, Para ti e Idilio.

En líneas generales, se suele sostener que durante este gobierno el psicoanálisis “oficial” permanece al margen de los sucesos políticos que atraviesan el país (Dagfal, 2009). No obstante, para ser rigurosos es necesario recordar, en primer lugar, que -en el Primer Congreso Argentino de Psicología de 1954, respaldado desde el Estado-, el psicoanálisis se hace presente a través de la participación de varios psicoanalistas (Gentile, 1997). En segundo lugar, es preciso marcar que el ministro Ramón Carrillo solicitó a diversos psiquiatras de la época -entre ellos, Eduardo Krapf, psicoanalista de la APA- confeccionar una guía de clasificación sanitaria de enfermos mentales (Argañaraz, 2007; Carofile, 2001).

Ahora bien, en el presente artículo buscamos profundizar, por un lado, el análisis acerca de los modos que el discurso psicoanalítico adopta en el entramado social durante los años en los que el peronismo ostentó el poder, tomando en cuenta la relación que se establece entre este saber y el campo de la salud. Por el otro, nos interesa relevar el lugar que ocupa la dimensión social en este campo y pensar allí su articulación con el psicoanálisis. Para ello, reunimos y estudiamos diversos artículos publicados en distintas revistas especializadas, que versan sobre psiquiatría, medicina del trabajo, pediatría, kinesiología e higiene mental. Con este objetivo desarrollamos la perspectiva teórica a la que aquí adherimos, la cual nos permitirá enmarcar nuestra investigación. Antes de comenzar con el análisis, desplegamos, por un lado, el panorama de la psiquiatría e higiene mental en Argentina en esos años y las políticas de salud mental diseñadas durante la gestión de Ramón Carrillo, y, por el otro, las revistas que conforman nuestro material de análisis.

2. Perspectiva teórica

La noción que aquí adoptamos y que nos permite orientar la lectura de los materiales es la de objeto discursivo. En efecto, de los artículos analizados se desprende que el psicoanálisis aparece allí como un objeto de(l) discurso, un saber sobre el que se predica.

Como ya hemos expuesto en trabajos anteriores, Savio (2017a, 2017b) el término objeto fue planteado, por primera vez, por Michel Foucault (2005, p. 73) en La arqueología del saber. En este texto el autor define la formación discursiva como el sistema de reglas que forman los objetos, las modalidades enunciativas, los conceptos y las estrategias presentes en los enunciados. De allí que, para el francés, los objetos no están dados de antemano, sino que se construyen a partir de ciertas “reglas de formación”. Foucault señala, además, que estos objetos no pueden formarse en cualquier momento de la historia, sino que son necesarias ciertas condiciones para que puedan surgir. Otro punto indispensable para entender estos objetos es que están inmersos en un haz complejo de relaciones establecidas entre instituciones, procesos económicos y sociales.

El análisis del discurso recupera esta noción de objeto, al que entiende en términos de interdiscurso; en efecto, plantea que los objetos discursivos se forman en el espacio interdiscursivo. Si bien en Las verdades evidentes (2016) Michel Pechêux no nombra esta noción, afirma que el interdiscurso conecta y articula elementos discursivos constituidos por él como preconstruidos, es decir, como elementos anteriores a lo construido en y por el enunciado. Estos elementos pueden leerse, en verdad, como objetos. Así lo hace Jean-Jacques Courtine (1981), quien aclara que es el interdiscurso el lugar en el que se constituyen, para un sujeto hablante productor de una secuencia discursiva dominada por una formación discursiva dada, los objetos de los que el sujeto enunciador se apropia para hacerlos objetos de su discurso1.

En este trabajo nos proponemos estudiar, entonces, los modos en que se forma el objeto discursivo psicoanálisis. Con esta finalidad, ubicamos en los artículos publicados en las revistas Amka (1953), Hygieia (1946), Archivos Argentinos de Pediatría (1947, 1951), Medicina del Deporte y del Trabajo (1952), Revista Latinoamericana de Psiquiatría (1951) y Acta Neuropsiquiátrica Argentina (1954, 1955) los enunciados en los que aparece el término psicoanálisis, para observar cuáles son los sentidos que se construyen discursivamente en torno a este objeto.

3. El psicoanálisis y el campo de la salud durante el primer peronismo

Antes de comenzar con el análisis, es preciso recordar -al menos de manera concisa- el panorama de la psiquiatría, la higiene mental y las políticas de Estado en materia de salud mental en la década de 1940 y principios del siguiente decenio, así como su articulación con el psicoanálisis en Argentina. La fundación de la APA puede ubicarse a fines de 1942. En aquel entonces el acta fundacional fue firmada por seis médicos: Garma, Cárcamo, Rascovsky, Pichón Riviere, Langer y Ferrari Hardoy. Su primer estatuto, que regía las actividades de la institución y la formación de sus integrantes, siguió los lineamientos de la IPA (International Psychoanalytical Association), por lo que se estableció que solo los médicos podían ejercer el psicoanálisis; aunque en la práctica varios analistas miembros no lo eran2.

La relación entre el psicoanálisis y la medicina, no obstante, no puede atribuirse a la creación de esta institución “oficial”. A pesar de que este saber estaba por fuera de los claustros académicos, ya transitaba por varios círculos médicos en los años previos a la década de 1940 (Plotkin, 2006). Antonio S. Gentile (2003) señala, en este sentido, que la difusión del discurso freudiano en el circuito médico en el país significó la difusión de la obra de Freud. El freudismo médico permite así comunicar la palabra -en muchos casos, distorsionada- del fundador del psicoanálisis.

Dentro de la medicina, la psiquiatría ocupa un lugar destacado en sus vínculos con el psicoanálisis. En efecto, a lo largo de estos años, la psiquiatría atravesó grandes cambios que dieron inicio a un proceso de mayor autonomía. La creación del primer programa de formación en psiquiatría de la Universidad de Buenos Aires, en 1942, es un reflejo de esta nueva situación. Mariano Ben Plotkin (1996, 2003, 2006) afirma que el psicoanálisis fue penetrando lentamente en la psiquiatría, sin que los paradigmas anteriores se vieran desplazados. Mientras que la línea “somática” sobre las enfermedades mentales comenzó a perder fuerza, el campo psiquiátrico empezó a emplear un conjunto de teorías heteróclitas -entre ellas, el saber psicoanalítico- para dar cuenta de la etiología y del tratamiento de tales enfermedades.

En los años cuarenta del siglo XX, por otra parte, el movimiento de higiene mental, que nació en Estados Unidos por el impulso de Clifford Beers, alcanzó una amplia repercusión dentro del área de la salud3. Este movimiento se preocupó, en sus orígenes, por las condiciones ambientales de la enfermedad mental y por la necesidad de prevención. Como describe Alejandro Dagfal (2009), agrupó en su seno un conjunto de posiciones disímiles. En la Argentina, los higienistas se interesaron por las reformas sociales preventivas mediante la intervención del Estado (Carpintero y Vainer, 2004).

Así, en 1929 se fundó la Liga Argentina de Higiene Mental, cuyo primer presidente fue Gonzalo Bosch (Dovio, 2017). Entre sus múltiples y diversos campos de acción se encontraban: la asistencia a psicópatas, la inmigración, la patología regional, la higiene industrial y profesional, la psiquiatría infantil, la organización científica del trabajo y psicotécnica de la infancia, al igual que la higiene social (Klappenbach, 1999; 2006). Uno de sus propósitos fue el de plantear una práctica hospitalaria abierta como recurso para el tratamiento de los “alienados”. Plotkin (2003) relata que, al proponer métodos renovados en el campo psiquiátrico, atrajo a psiquiatras jóvenes intrigados por los nuevos abordajes de la enfermedad mental. Este fue el caso, por ejemplo, de psicoanalistas como Enrique Pichon Rivière y Eduardo Krapf.

En este somero recorrido no puede omitirse, finalmente, una breve mención a las políticas públicas impulsadas desde el Estado en torno a las enfermedades mentales durante el peronismo. Es en la primera presidencia de Perón -puntualmente, en 1949- que se crea el Ministerio de Salud de la República Argentina a cargo del Dr. Ramón Carrillo, quien ya había sido nombrado secretario de Salud Pública en 1946. Desde un comienzo, Carrillo articuló la política social con la política sanitaria y se interesó, fundamentalmente, por la medicina social, la medicina preventiva4 y la atención materno-infantil5.

De acuerdo con Karina Ramacciotti (2004), la política sanitaria de aquellos años consistió en desarrollar dispositivos para promover la integración de determinados grupos poblacionales, en particular, aquellos con potencial productivo y reproductor. Se orientó, así, a una medicina dirigida hacia una función social. Entre los diversos logros se destaca el cambio en la estructura sanitaria del país, que incrementó notablemente el número de camas hospitalarias.

Respecto de la salud mental, Carrillo también promovió una psiquiatría preventiva. El Plan Sintético de Salud Pública (1952-1958) estableció la realización de campañas de prevención contra las “enfermedades mentales y neurológicas”. Incluso, se describió allí la higiene mental como educación sanitaria aplicada a la psiquiatría. Con el fin de organizar la clasificación de las enfermedades mentales -en ese entonces cada hospital contaba con una clasificación diferente- propuso homogeneizar los criterios diagnósticos a partir del establecimiento de una nueva nomenclatura (Carpintero y Vainer, 2004). Por otra parte, impulsó el uso de camas de hospitales generales para las internaciones psiquiátricas, al argumentar que no existía una incompatibilidad funcional en este tipo de hospitales para alojar pacientes con problemas psiquiátricos. Planteó, en dicho contexto, sustituir la denominación “alienados mentales” por “enfermos mentales”, para desarticular la asociación de estos pacientes con los hospicios (D’Agostino, 2016).

En este escenario, el saber psicoanalítico permaneció por fuera de las políticas públicas. No obstante, es interesante rescatar que no era un saber desconocido por el médico. En efecto, Carrillo (2018) lo cita en el texto “El problema de la prostitución”, escrito en colaboración con la Dirección de Código y Legislación Sanitaria en 1948. Al intentar dar cuenta de esta problemática desde una perspectiva sociológica, el ministro sostuvo que la psiquiatría puede ser eficaz en algunos casos determinados, al igual que la psicología individual y el psicoanálisis, pero que no podrían ser empleados para “explicar y combatir un fenómeno social” (Carrillo, 2018, p. 290). El psicoanálisis es entendido, así, desde el tratamiento individual y no como herramienta que pueda intervenir para producir cambios en el ámbito social.

4. Sobre los materiales de análisis

En este apartado nos dedicamos a presentar someramente algunas características de las revistas que conforman nuestro material de trabajo -Amka, Hygieia, Archivos Argentinos de Pediatría, Medicina del Deporte y del Trabajo, Revista Latinoamericana de Psiquiatría y Acta Neuropsiquiátrica Argentina-, que facilitarán la lectura de los artículos seleccionados.

En primer lugar, la revista Amka: una revista para todos, editada por la Agrupación Mutualista Kinésica Argentina, fue una publicación dedicada a la kinesiología. Su primer número salió en 1947 con una periodicidad trimestral. Su director fue el kinesiólogo Antonio Caifano.

Hygieia, en segundo lugar, es la revista de la Asociación Argentina de Higiene, fundada en Buenos Aires en 1941, y se publicó con una frecuencia irregular entre 1946 y 1949. Según Carolina Biernat, Karina Ramacciotti y Federico Rayes (2018), sus integrantes eran, en su mayoría, médicos que mantuvieron vínculos fluidos con la gestión peronista. En efecto, ellos señalan que miembros de la Asociación participaban en reparticiones del gobierno nacional, por lo que incidieron en el diseño de las políticas sanitarias desarrolladas en los años cuarenta.

Por su parte, los Archivos Argentinos de Pediatría fueron publicados por la Sociedad Argentina de Pediatría, institución fundada en 1911. Los Archivos aparecieron en 1930 con una frecuencia mensual. Esta revista, de alto prestigio en el ámbito de la pediatría, continúa siendo editada en la actualidad.

En cuarto lugar, la revista Medicina del Deporte y del Trabajo (MDT) fue publicada por la Sociedad de Medicina del Deporte y del Trabajo, la Unión Sudamericana de Médicos del Deporte y la Unión Americana de Medicina del Trabajo. Presentó una frecuencia mensual y circuló entre 1946 y 1956. La Sociedad de Medicina del Deporte y del Trabajo nació de la Sociedad Argentina de Medicina del Deporte fundada en 1934. De acuerdo con Roque Ricardo Rivas (2007), la actividad fecunda de esta sociedad se desarrolló entre 1934 y 1975.

En quinto lugar y respecto de las revistas de psiquiatría, la Revista Latinoamericana de Psiquiatría (RLP) nació en 1951 de la mano de Gregorio Bermann y se publicó trimestralmente hasta 1954. Esta publicación, codirigida por un psiquiatra brasileño, Claudio de Araujo Lima, fue presentada como una revista plural y abierta al debate6. Siguiendo a Hugo Vezzetti (2006), la revista se acercó a la psiquiatría social y difundió las posiciones del núcleo de psiquiatras y psicólogos franceses ligados al Partido Comunista Francés. Según este autor, la dimensión social quedó ubicada en el nivel de las causas y condiciones de los trastornos psiquiátricos y se hizo allí una crítica ideológica al psicoanálisis (Vezzetti, 2006).

Finalmente, y en sexto lugar, la revista Acta Neuropsiquiátrica Argentina, fundada en 1954 por Guillermo Vidal, nació cuando desapareció la RLP y expuso un proyecto más moderado y ecléctico. De esta forma, se definió por ser una revista científica, sin compromisos con ninguna escuela y sin influencias ideológicas ni políticas. Como recuerda Plotkin (2003), el comité editorial original incluyó a psiquiatras progresistas cercanos al psicoanálisis y se convirtió en la revista psiquiátrica más prestigiosa de América Latina.

5. Lo social y el campo de la salud

La relevancia que adquiere la dimensión social en el campo de la salud durante este período quedó reflejada en las publicaciones que conforman nuestro material de estudio. En todas ellas, con excepción de los Archivos de Pediatría Argentina, la pregunta por lo social y su importancia en el modo en que se concibe la salud queda explícitamente manifestada.

En concordancia con la descripción que hemos realizado respecto de la publicación, en el primer número de la RLP, en el que se incluyó un “Programa” de la revista, se destaca que la psiquiatría se ubica en el foco del interés médico y social. Se señala que la salud mental es un problema médico y también “social, político y de Estado” (RLP, 1951, p. 1). Lo social no queda, sin embargo, reducido a las fronteras del país, sino que aspira a abarcar toda la región latinoamericana. De esta forma, se critica a la medicina individual, que considera al hombre separadamente de la sociedad: “el individuo es siempre un miembro de su familia, ambiente, trabajo, colectividad, nación, mundo” (RLP, 1951, p. 3).

En Acta, por su parte, la vinculación con lo social se presenta en relación con la psicología. En el volumen de abril de 1955 se escribe una síntesis del Segundo Congreso de Psicología realizado en México en la que se resalta, por un lado, el lugar de preeminencia que ocupa esta disciplina y, por el otro, la necesidad de concebir al hombre como ser social. De allí que se plantee que es importante que la psicología “incursione por lo social” (Acta, 1955, p. 323) y que no se reduzca, entonces, al tratamiento puramente individual.

En MDT se publica el artículo “Higiene mental del trabajador” (MDT, 1952, pp. 4666-4677) en el que -como se deduce del título- se plantea un enfoque social respecto de la enfermedad mental y se lo asocia con el trabajador. De esta manera, se hace un breve recorrido histórico sobre la relación entre psiquiatría y la problemática social: “los síndromes psiconeuróticos [...] representan la reacción a condiciones ambientales inadecuadas en individuos cuya maturidad emotiva y conducta fueron anormales” (MDT, 1952, p. 4670). En estas páginas se recupera la referencia a Beers y se desarrolla la vinculación entre la patología mental y las condiciones económicas del individuo.

Finalmente, en Amka y en Hygieia lo social se presenta articulado particularmente con el saber psicoanalítico. En la revista de kinesiología, la dimensión social aparece, en primer lugar, a partir de la asociación entre el trabajo del kinesiólogo y la sociedad. En efecto, en diciembre de 1953 se afirma que esta profesión

[...] cuida los intereses económicos de la sociedad, contribuyendo con su acción, a una mayor producción [...], devolviendo al individuo toda la autonomía que necesita para contribuir a la felicidad del núcleo7 a que pertenece. [Amka, 1953, 31, p. 1]

En segundo lugar, en el artículo “El psicoanálisis y el kinesiólogo” (Amka, 1953, 31, pp. 6-8; Amka, 1953, 32-33, p. 2) esta felicidad queda ligada con el saber psicoanalítico. En este trabajo se enuncia que el psicoanálisis puede encarrilar “al ser humano dentro de los principios del bien para la obtención de la mayor felicidad social” (Amka, 1953, 31, p. 6).

Al igual que en las demás revistas, en Hygieia (1946, pp. 39-40) también se hace hincapié en la medicina social. Se considera que la neuropsiquiatría debe ponerse en forma activa al servicio “de la acción que el Estado reclama de los médicos” (Hygieia, 1946, p. 39), ya que la función estatal contribuye a la salud del pueblo. En este horizonte, el psicoanálisis es pensado desde su dimensión social:

Mientras por una parte remoza las teorías psicoanalíticas, para buscar con ellas la explicación de numerosos complejos psicológicos y síndromes mentales, por la otra, en su afán preventivo, remonta a los comienzos de la formación de la mentalidad infantil, en sus ansias de evitar las causales que llegarán a configurar más tarde nítidas deficiencias psíquicas. (Hygieia, 1946, p. 39)

El psicoanálisis aparece, entonces, desde el lugar de la prevención.

6. El objeto discursivo psicoanálisis

Que el psicoanálisis es un saber conocido dentro del campo de la salud es un hecho que se evidencia en los artículos que conforman nuestro material de estudio a partir de que en estas páginas se presenta como un saber ya sabido. En efecto, en los diferentes trabajos, el psicoanálisis -su cuerpo teórico- no es explicado, sino que, por el contrario, es referido sin una introducción que medie. De esta forma, se elabora una escena discursiva en la que se concibe un destinatario familiarizado previamente con la teoría del inconsciente. Nociones como complejo de Edipo, represión, fijación oral, inconsciente, libido, entre otros, circulan en estas revistas sin ser definidos ni desarrollados en particular8.

Ahora bien, un análisis minucioso de estos artículos revela que el sentido que se construye en torno al objeto discursivo psicoanálisis no es siempre homogéneo ni uniforme. Por el contrario, el psicoanálisis aparece asociado aquí con tres sentidos diversos que no deben ser entendidos como excluyentes: el psicoanálisis como saber cuestionable, el psicoanálisis como saber teórico y el psicoanálisis como saber revolucionario.

6.1. El psicoanálisis como saber cuestionable

La mirada crítica respecto del psicoanálisis puede ubicarse solamente en tres artículos: dos de ellos están publicados en la RLP por Mira y López, y Sorin; y uno, escrito por Dalma, Knobel y Fox, en Acta.

A pesar de que la RLP es descrita como contraria al saber psicoanalítico, se advierte que en el artículo de Mira y López se pone de manifiesto una crítica parcial a esta teoría. El psiquiatra, incluso, define la resistencia del psicoanálisis como “obstinada oposición” (RLP, 1951, p. 9). El reparo que este autor plantea en este texto está en función del modo en que el psicoanálisis interpreta la conducta del individuo, a la que se le atribuye siempre una raíz infantil. Establece, de esta manera, una analogía entre este saber y el dogmatismo de la religión que conlleva un carácter indiscutible:

la teoría psicoanalítica demanda que cualquier conducta actual sea interpretada por el investigador a la luz de sus conocimientos previos, exactamente como hace cualquier sacerdote, cuyo dogma es el patrón al que precisa ajustar cualquier tipo de razonamiento o de acción9. (RLP, 1951, p. 10)

Podría leerse con este sentido las construcciones que se emplean para nombrar a los psicoanalistas: “cultores” y “partidario[s]” del psicoanálisis (RLP, 1951, p. 10). Mientras que el término “cultor” reenvía semánticamente a “adoración”, “partidario” puede pensarse con relación a “partido” o “bando” y estos, a su vez, con la idea de “defensa”.

No obstante, a pesar de esta crítica el artículo revaloriza el método freudiano. De allí que se afirme que los investigadores han aceptado “con admiración” (RLP, 1951, p. 10) los resultados de las técnicas empleadas por el psicoanalista vienés y que han surgido voces que han flexibilizado los principios freudianos.

Por su parte, el artículo “Casos Psicosomáticos Enfocados no Psicoanalíticamente”, escrito por Miguel Sorin (RLP, 1951, pp. 83-87), introduce ya desde el título un abordaje no psicoanalítico de la medicina psicosomática. En este texto se aboga por un tratamiento general del paciente, que incluya lo somático y lo psíquico, sin que este deba reducirse al enfoque del inconsciente. La crítica al saber psi queda focalizada, fundamentalmente, en tres aspectos. En primer lugar, se hace referencia a la dificultad de acceder al psicoanálisis:

ha sido el psicoanálisis lo que inauguró e impulsó la sistematización de la psicosomática; pero lo ha hecho al precio de una casi excluyente tiranía por la cual aparece la psicosomática como una técnica esotérica que amilana al ya intimidado médico general. (RLP, 1951, p. 83)

En este fragmento el psicoanálisis se presenta con un carácter amenazante y “tiránico” y se asocia con una práctica “oscura” y “oculta”, sin asidero científico.

En segundo lugar, se cuestiona, por un lado, su eficacia, a la que se describe como “limitada” (RLP, 1951, p. 83), y, por el otro, su practicidad.

La rigidez de sus principios es el tercer punto que se discute:

por vías más accesibles y menos rígidas que las del psicoanálisis más o menos ortodoxo. (RLP, 1951, p. 84)

Sin embargo, al igual que en el artículo de Mira y López, se hace referencia al alcance de esta teoría. Se afirma que el psicoanálisis es “la aristócrata de la psicoterapia” (RLP, 1951, p. 83); se recuerda así que ha transformado la psicosomática en dinámica, a lo que se caracteriza como “progreso fundamental” (RLP, 1951, p. 83).

Por último, en el artículo “La presión paterna como causa criminógena” de Dalma, Knobel y Fox (Acta, 1955, pp. 491-499), se introduce un comentario crítico, aunque de manera solapada. En este trabajo, en el que se interpreta la delincuencia a partir del mito de Layo, esto es, del parricidio, se plantea:

las investigaciones más profundas nos acercan al criterio psicoanalítico, aunque no lo compartamos total ni ortodoxamente. (Acta, 1955, p. 493)

En esta cita observamos que quienes enuncian, a pesar de que emplean un enfoque psicoanalítico a lo largo del texto, se distancian de la “ortodoxia” y afirman que no adhieren a las premisas psicoanalíticas en su totalidad. Podría pensarse, en este sentido, que está en relación con la “rigidez” a la que se hace referencia en el artículo de Sorin y al dogmatismo al que se alude en la publicación de Mira y López.

6.2. El psicoanálisis como saber teórico

En la mayoría de los artículos de las revistas seleccionadas, el psicoanálisis circula como un objeto-saber que puede articularse e integrarse con otros enfoques teóricos, por lo que no solo no es una teoría excluyente, sino que tampoco ocupa un lugar de supremacía dentro del campo de la salud.

En el artículo “Sociopsicología del Donjuanismo”, de José Bleger (RLP, 1951, pp. 51-58), se plantea la necesidad de conocer las condiciones sociales y ambientales para entender cómo se conforma esta determinada modalidad de conducta sexual. Con tal finalidad, se realiza un análisis de esta problemática en la que se entrelazan diversas voces pertenecientes a diferentes áreas del saber: medicina, filosofía, psicología, psiquiatría y, también, psicoanálisis. En este sentido, a pesar de que se caracteriza a la RLP como alejada de este discurso, el psicoanálisis se presenta aquí como un saber que puede complementar otras perspectivas teóricas y, por ende, puede arrojar luz a ciertos fenómenos. Se menciona, de esta manera, el psicoanálisis junguiano (RLP, 1951, p. 51) y adleriano (RLP, 1951, p. 54); además, se introduce una referencia textual de Schilder como cita de autoridad (RLP, 1951, p. 56).

Un movimiento discursivo similar se advierte en los trabajos escritos sobre la niñez. El psicoanálisis se constituye como un saber que puede decir algo más sobre las problemáticas infantiles. Por un lado, en el artículo “Úlcera duodenal en la infancia”, escrito por Telma Reca, en colaboración con Carlota Raskovksy, publicado en Acta (1955, pp. 342-356) y, por el otro, en “Sobre la etiopatogenia de los cuadros psicosomáticos en niños pequeños”, de esta misma autora y publicado en los Archivos (1947, pp. 238-250), se constituyen escenas discursivas en las que interviene el decir de médicos, psicólogos, psiquiatras, filósofos y psicoanalistas. Entre los psicoanalistas podemos encontrar a Fenichel, Alexander, Melanie Klein, Freud e, incluso, a Ángel Garma, un psicoanalista español que, para ese entonces, vivía en la Argentina. Asimismo, circulan diversas nociones psicoanalíticas, tales como fijación edípica, formación reactiva, identificación, represión, fijación oral, que se utilizan sin ser explicadas conceptualmente.

De manera análoga, en el trabajo del psiquiatra infantil Narciso Cohen “El juego como factor importante en psicoterapia infantil” (Archivos, 1951, pp. 119-123) se recupera el psicoanálisis, en particular, la clínica de la niñez a través del juego como modalidad del tratamiento:

Desde entonces un sinnúmero de investigaciones y escuelas psicológicas, psiquiátricas o psicoanalíticas crearon y desarrollaron técnicas como medios para la interpretación y solución adecuada de problemas de conducta en la infancia, en las cuales el juego interviene como un elemento de gran ayuda. [Archivos, 1951, p. 119]

En dicho sentido, la teoría psicoanalítica está ubicada en el mismo lugar que las teorías psicológicas y psiquiátricas; enfoques que son caracterizados como “adecuados” como medios de interpretación y solución a la problemática infantil. Es interesante destacar que dentro de la bibliografía de este artículo no solo se incluyen psicoanalistas como Freud o Melanie Klein, sino también se cita un trabajo de la Revista de Psicoanálisis de Arminda Aberastury, psicoanalista argentina pionera en los estudios sobre la niñez en este país.

Finalmente, en las revistas Hygieia y MDT el psicoanálisis también se menciona como un saber que puede articularse con otros saberes. En ambas publicaciones la higiene mental es abordada desde diversas perspectivas, dentro de las que se incluye la teoría del inconsciente.

En el artículo “El psiquiatra en la medicina moderna” de Américo Montenegro (Hygieia, 1946, pp. 39-40) se incorpora el psicoanálisis dentro de un conjunto de enfoques provenientes del campo de la salud:

Forman un nexo indisoluble la neuro-psiquiatría, la higiene mental, la medicina psico-analítica, la psicología médica, la psicoterapia y la medicina higiénica en general, afianzando cada vez más la concepción de encarar al ser humano como un ser social. (Hygieia, 1946, p. 39)

De esta cita se desprende que el psicoanálisis está estrechamente asociado a la medicina, por lo que queda definido como un tipo de saber médico.

En el caso de MDT, en el artículo “Higiene mental del trabajador” (MDT, 1952, pp. 4666-4677), escrito por el médico Donato Boccia, se desarrolla -como ya hemos señalado- la problemática de la psicohigiene del trabajador. Aquí se apela también a diferentes campos del saber para analizar esta área de estudio, tales como la medicina psicosomática, la biotipología, la psicología, la psiquiatría y el psicoanálisis:

Las doctrinas psicológicas (De Santis, etc.), psicoanalíticas (Freud, Alexander, etc.) y biológicas (Meyer, A.) han estudiado el desarrollo emocional del niño paralelamente al intelectual. (MDT, 1952, p. 4672)

En este fragmento se puede observar que el término “psicoanalítico” se presenta en la misma posición que “psicológico” y “biológico”. De allí que se puede inferir que las tres disciplinas son centrales para la comprensión del desarrollo del niño.

6.3. El psicoanálisis como un saber revolucionario

Por último, el análisis del material evidencia que un grupo reducido de artículos -tres para ser precisos- enaltece las cualidades del saber psicoanalítico. Dos artículos de Acta y uno de Amka destacan, de esta manera, las bondades de la teoría del inconsciente y, en particular, magnifican la figura de Sigmund Freud, su creador. El interés por la obra freudiana se plasma en la revista Acta al publicar una sinopsis de los trabajos científicos de Freud publicados entre 1877 y 1897 (Acta, 1955, pp. 380-391). Se recuperan treinta y ocho textos del psicoanalista vienés y se escribe una breve síntesis de cada uno de ellos. Esta sinopsis, primera versión realizada en lengua española, está traducida del alemán por Ludovico Rosenthal. La incorporación de este material refleja la disposición de la revista por profundizar en los desarrollos freudianos.

Respecto a los artículos, en 1954 aparece un trabajo escrito por un psicoanalista argentino, Emilio Rodrigué, bajo el título “Bion y la psicoterapia de grupo” (Acta, 1954, pp. 108-113) en el que se elabora una lectura crítica sobre algunas nociones que propone el enfoque bioniano de la psicología del grupo. Recordemos que Wilfred Bion es un médico psiquiatra y psicoanalista que articula el psicoanálisis con el trabajo grupal. El autor inglés define tres suposiciones básicas relacionadas con los grupos que son cuestionadas en este trabajo. En dicho marco discursivo se menciona la figura de Freud:

Uno de los motivos que permitió a Freud revolucionar la psicología fue que creó un campo de relaciones. (Acta, 1954, p. 108)

El padre del psicoanálisis es caracterizado, aquí, como un revolucionario.

En segundo lugar, en esta misma revista, en el trabajo “La presión paterna como causa criminógena”, de Dalma, Knobel y Fox, al que ya nos hemos referido, si bien se establece una distancia con cierto modo de entender el psicoanálisis, Freud es considerado un “maestro austríaco” (Acta, 1955, p. 491). En tal sentido, se destaca la relevancia e incluso la admiración hacia su figura.

Finalmente, en la revista Amka se publica un breve artículo con el nombre de “El psicoanálisis y el kinesiólogo” (Amka, 1953, 31, pp. 6-8; Amka, 1953, 32-33, p. 2) del Dr. Aristóbulo Soldano. La originalidad de este texto reside en que promueve una articulación novedosa entre el saber psicoanalítico y la kinesiología. Aquí se afirma que el kinesiólogo puede ser un excelente psicoanalista.

El comienzo de este texto es singular. Al igual que en los artículos precedentes, la figura de Freud está rodeada de un discurso laudatorio:

Un hombre genial apareció en el siglo pasado que conmovió profundamente las entrañas de la humanidad, engendrando de un lado una repulsa completa de sus ideales ya que al parecer hervían las sensibilidades más exquisitas de la sociedad, y, del otro lado aparecieron una serie de admiradores del extraño genio. Ese hombre se llamaba Freud. [Amka, 1953, 31, p. 6]

Se introduce allí la imagen de Freud a partir de una narrativa épica y a través del empleo de términos asociados con el campo semántico ‘nacimiento’. Incluso, se resalta su “genialidad”, atributo en el que se insistirá a lo largo de todo el artículo y que se reforzará con sustantivos como “maestro” (Amka, 1953, 31, p. 7) o “sabio” (Amka, 1953, 31, p. 8).

Es interesante mencionar que la genialidad a la que se hace referencia en torno a la imagen de Freud es replicada en la figura de Perón:

Hoy que en nuestro país, gracias a la proverbial sabiduría de nuestro genial Perón. (Amka, 1953, 31, p. 6)

La figura del padre del psicoanálisis queda, pues, duplicada en la del líder del peronismo.

El artículo desarrolla la polémica sobre el ejercicio profesional del psicoanálisis, al que se refiere como una ciencia y como arte de curar. Por esta razón, recuerda la discusión, que se remonta a los orígenes de esta práctica, respecto de quién puede ser psicoanalista. Siguiendo a Freud, se afirma que los médicos no son los que están más preparados para oficiar de analistas, ya que durante la formación no reciben ninguna instrucción específica. Por este motivo, se señala que se debe crear una Escuela de Psicoanálisis Freudiana en la universidad para expedir títulos de capacitación a médicos y kinesiólogos, pero también a otros estudiantes que pudieran hacer tal “capacitación” [Amka, 1953, 31, p. 7]. Se sostiene aquí que este pedido se realiza desde varias asociaciones psicoanalíticas que existen en el país. Es interesante detenernos en la justificación de tal fundación:

Establecer con carácter oficial una Escuela Psicoanalítica Freudiana pienso que es una necesidad imperiosa y poderoso factor de prosperidad, grandeza y embellecimiento de las necesidades espirituales tan descuidada hasta el presente y que puede traer como consecuencia un gran beneficio para la humanidad sufriente. (Amka, 1953, 31, p. 7)

Se argumenta, entonces, que la prosperidad del país se corresponde con la creación de la escuela. En este sentido, el psicoanálisis no solo se reduce a un tratamiento individual, sino que sus frutos benefician a la sociedad en su totalidad.

El artículo, a su vez, incluye un diseño de plan de estudio. En efecto, se proponen aquí los cursos que se deberían dictar y los cursos previos que los interesados deberían realizar tanto en la Facultad de Ciencias Médicas como en la de Filosofía. También, la duración de la cursada y las condiciones de aprobación de las materias. Se toman como guía los cursos que se desarrollan en el Instituto Psicoterapéutico de Nueva York. Para ello, se solicita convocar una asamblea de psicoanalistas argentinos.

7. Conclusiones

En este trabajo hemos profundizado respecto de los modos en que se construye el objeto discursivo psicoanálisis dentro del campo de la salud durante el primer peronismo y el lugar que ocupa la dimensión social en estos años, a partir de un análisis de seis revistas relacionadas con este campo: Amka, Hygieia, Archivos Argentinos de Pediatría, Medicina del Deporte y del Trabajo, Revista Latinoamericana de Psiquiatría y Acta Neuropsiquiátrica Argentina.

A pesar de que el vínculo entre el psicoanálisis y el peronismo ha sido, por lo general, relegado en las investigaciones que buscan rastrear las huellas del devenir de este saber en la Argentina, en este artículo hemos comprobado el alcance que adquiere este discurso en el campo de la salud. Se ha evidenciado que su circulación no se reduce al saber psiquiátrico, sino que también se encuentran ecos en espacios discursivos que abordan problemáticas disímiles: la niñez, la higiene mental, la kinesiología, el trabajo. Mientras que en la mayoría de los casos se presenta como un saber teórico, un saber más entre los otros saberes que confluyen en este vasto campo, en otros se manifiesta como un saber cuestionable y también como un saber revolucionario.

Por otra parte, hemos evidenciado, por un lado, el valor que adquiere el componente social en la mayoría de las publicaciones y, por el otro, su articulación con el psicoanálisis en dos de ellas. En efecto, si bien en las revistas culturales o en la Revista del Psicoanálisis este saber es concebido a partir del tratamiento individual, en dos de los artículos analizados se vislumbra su entrecruzamiento con la dimensión social. En el artículo del Dr. Soldano, en el que se enaltece la figura de Perón, incluso, se promueve la creación de una escuela de psicoanálisis que queda asociada al bienestar del pueblo argentino.

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Notas

1Para una ampliación sobre objetos del discurso, se puede leer a Elvira Narvaja de Arnoux (2006,2008).

2Este es el caso, por ejemplo, de Arminda Aberastury (1910-1972).

3Para una ampliación del tema, véanse los trabajos de Enrique Carpintero y Alejandro Vainer (2004), Alejandro Dagfal (2009), Ana María Talak (2005), Mariana Ángela Dovio (2017).

4La importancia en la prevención puede observarse en la revista Archivos de la Secretaría de Salud Pública publicados entre 1946 y 1950. Véase el trabajo de Karina Ramacciotti (2014).

5Este interés puede evidenciarse en la elaboración del Plan Sintético de Salud Pública (1952-1958) en el que se incorporan estas tres áreas.

6Para una ampliación, véase los trabajos de Mariano Ben Plotkin (2003), Claudio Miceli (2005) y Hugo Vezzetti (2006).

7A menos que se aclare, los destacados son nuestros.

8El único caso en el que se despliega un resumen sobre el psicoanálisis es en un artículo de Mira y López “Dispositivos de Integración y Síntesis de la Conducta Personal” (RLP, 1951, pp. 8-15) que trata sobre la conducta. Aquí, bajo el subtítulo de “Las teorías psicoanalíticas”, este psiquiatra español sintetiza cuál es la concepción de conducta desde un enfoque psicoanalítico a partir del empleo de estrategias como la definición, la caracterización, la paráfrasis, la comparación.

9El primer destacado pertenece al original.

Recibido: 18 de Julio de 2020; Aprobado: 25 de Marzo de 2021

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