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Letras (Lima)

versión impresa ISSN 0378-4878versión On-line ISSN 2071-5072

Letras vol.93 no.138 Lima jul./dic. 2022  Epub 22-Dic-2022

http://dx.doi.org/10.30920/letras.93.138.4 

Estudios

La construcción del sujeto queer en Eminent Maricones

The construction of a queer identity in Eminent Maricones

1 The University of Alabama, Tuscaloosa, Estados Unidos de América. gdruz@crimson.ua.edu

Resumen

El libro de Jaime Manrique, Eminent Maricones (1999), es un texto autobiográfico en el que se incluyen también las vidas de otros escritores famosos como Manuel Puig, Reinaldo Arenas y Federico García Lorca, porque todos comparten la identidad queer a la que remite el título de la novela. Este texto va más allá de relatar las experiencias que Jaime Manrique tiene con estos famosos escritores de las letras hispánicas: el mismo devela la realidad de la comunidad LGBTQ+ en Latinoamérica y los Estados Unidos y cómo estos escritores, aun siendo famosos, no escapaban de la tiránica sociedad heterocentrada del momento. Al inicio del texto se aprecia una visión heteronormativa de la homosexualidad, aunque el autor admite deliberadamente ser gay. El paso del tiempo y la llegada a la adultez permitieron, en el caso de Manrique, despojarse de esos prejuicios e implantar un discurso subversivo ante la heteronormatividad; este expone su posición dual como escritor latinoamericano y latinoestadounidense. Todas las experiencias mencionadas en el libro llevan a Jaime Manrique a aceptar su sexualidad y el amor sincero hacia los homosexuales. Este artículo analiza este coming-of-age del personaje y su identidad queer, así como los elementos que le permiten liberarse de una homofobia internalizada para apropiarse libremente del sujeto queer.

Palabras clave: Sujeto queer; Estudios de género; Eminent Maricones; LGBTQ+; Homofobia; Jaime Manrique

Abstract

Jaime Manrique’s book, Eminent Maricones (1999), is an autobiographical text that also includes the lives of other famous writers such as Manuel Puig, Reinaldo Arenas and Federico García Lorca, because they all share the queer identity to which the novel’s title refers. This text goes beyond recounting the experiences that Jaime Manrique has with these famous Hispanic writers: it also reveals the reality of the LGBTQ+ community in Latin America and the United States and how they, despite the fact of being famous, did not escape the tyrannical heteronormative society back then. At the beginning of the text, a heteronormative vision of homosexuality is presented, although the author deliberately admits to being gay. Time and maturity allowed Manrique to shed those prejudices and implant a subversive discourse; he also exposes his dual position as a Latin American and Latinx writer. All the experiences throughout his life lead Jaime Manrique to accept his sexuality and sincere love for queer people. This article analyzes this character’s coming-of-age and his queer identity. Likewise, the elements that enable him to free himself from an internalized homophobia and freely appropriate the queer subject as his true identity.

Keywords: Queer Subject; Gender Studies; Eminent Maricones, LGBTQ+; Homophobia; Jaime Manrique

"By doing what they did, being true to who they

were, they opened the path for all Latin homosexuals

who have followed their footsteps… In a way, I can

say that it was because of AIDS that I finally learn

to love gay men as soul mates."

[Haciendo lo que hicieron, siendo fieles a quienes

fueron, abrieron el camino para todos los homosexuales

latinos que han seguido sus pasos… De

alguna manera, puedo decir que fue por el sida que

finalmente aprendí a amar a los homosexuales como

amigos del alma.]

Jaime Manrique

1. Introducción

Eminent Maricones es un texto autobiográfico que se compone de cinco ensayos que abordan las experiencias personales y sexuales de Jaime Manrique (Barranquilla, 1949). Lo particular de este trabajo es la intersección que se señala con las vidas de varios escritores famosos de las letras hispánicas como Manuel Puig, Reinaldo Arenas y Federico García Lorca. Toda la escritura, las experiencias y las vivencias apuntan a la sexualidad homosexual y cómo estas de cierto modo definen la identidad del escritor. El autor pasa por un largo proceso de rechazo donde la escritura funge como un elemento de aceptación de su identidad queer.

Desde las primeras páginas del libro, el autor relata sus deseos homosexuales y voyeristas, lo cual indica una expresión y, quizás, una aceptación de su orientación sexual, pero no es lo que en realidad sucede. El autor describe momentos y expresa homosexualidad en ellos; sin embargo, no menciona que haya una aceptación de esta. Uno de los primeros recuerdos que tiene Manrique es su expulsión del Colegio Americano por pedirle a uno de sus compañeros que le mostrara su pene:

My next memory is of being expelled from Colegio Americano. I am in the principal’s office with my mother, a classmate, and his mother. The boy accuses me of asking him to show me his penis in the bathroom. I don’t deny the accusation, although it is hard for me to believe that I’ve done anything wrong. (1999, p. 7)

Aunque no hay ningún contacto sexual y el compañero no mostró su órgano reproductor, el pequeño Manrique empieza, desde una edad muy temprana, a sentir curiosidad por las personas del mismo sexo sin dimensionar lo que ello significa. Es primordial notar que Manrique no se identifica como homosexual en estos momentos de su adolescencia. En los primeros años de su vida, se muestra a Manrique en Colombia y en Estados Unidos como un sujeto LGBTQ+ que no necesariamente es queer, porque sigue prestando atención a la heteronormatividad y/o homonormatividad. Jason Edwards (2008), en su análisis teórico sobre Epistemology of the closet de Sedgwick (1990), explica que, desde el punto de vista queer, se puede ser LGBTQI sin ser queer si los valores políticos y culturales permanecen normativos y, viceversa, se puede ser queer sin la necesidad de ser LGBTQI:

Thus, from a queer theoretical perspective, you might be LGBTQI without being queer if your political and cultural values remain normative, but you could also be queer without being LGBTQI if you were invested in more risqué forms of desire. (p. 64)

Es importante aclarar que no se intenta decir que Manrique no se identifique con su homosexualidad o con el sujeto queer, sino que dicho reconocimiento llega mucho más tarde en su vida. A lo largo de este texto, Manrique asume una visión gay desde los parámetros heteronormativos. De hecho, como adulto, Manrique concibe lo afeminado como un aspecto negativo, hecho que se observa a través de la amistad que desarrolla con el pequeño Stick Luster y, como adulto, su amistad con Manuel Puig quien es descrito como un Drag Queen, con manierismos excesivos.

Manrique, aun cuando crece rodeado de mujeres, no desarrolla una personalidad afeminada. Probablemente este hecho le permitió sobrevivir en una sociedad tan conservadora como la colombiana de aquel entonces. Además, él no era simpatizante de esa clase de comportamientos y ello quizá está relacionado con la aceptación de la sexualidad desde perspectivas heterosexuales, es decir, comportarse como "hombre" y mantenerse en la posición de dominio "activo". Estas características le otorgan una personalidad "masculina". Manrique se enamora de su vecino, Stick Luster, con quien hacía actividades consideradas masculinas; es decir, que aun cuando el escritor se sentía atraído por su mismo sexo no desarrollaba en él la feminización: "Stick was my first love. We would skip school and go into a thick bush behind his house to build traps for rabbits or birds" (Manrique, 1999, p. 11). Manrique ejecuta estas actividades masculinas y su madre vela, en ocasiones, para que actúe como un hombre, cumpliendo con la visión conservadora de la sociedad colombiana del momento. Su madre se encarga de que el hijo realice actividades varoniles como cazar; para ella y para la sociedad es imperante que demuestre unos rasgos culturalmente masculinos: "I was sent to visit my mother’s relatives in the country to make sure that I spent time with my cowboy uncles doing manly things and thus become a ‘man’" (Manrique, 1999, p. 22). Este tipo de acciones reafirman el discurso hegemónico y la necesidad de seguirlo. Este comportamiento forja la identidad gay desde la clandestinidad.

Aunado a esto hay un reforzamiento de los comportamientos considerados culturalmente masculinos por parte de la madre, quien interviene como el ente que vigila el cuerpo o, en palabras de Judith Butler (1999), como esa "matriz heterosexual". Manrique cuenta que Luis Díaz Barrios se convierte en su mejor amigo, pero su madre no aprobaba esta amistad y lo instaba para que dejara de verlo por ser afeminado; por esta razón, se menciona la feminización en el hombre como un aspecto que atenta contra el discurso heteronormativo y la preocupación por mantener una imagen de "macho": "The nature of our friendship made my mother uneasy. She disliked Lui’s effeminate ways and tried to discourage me from spending time with him" (Manrique, 1999, p. 24). La cita anterior confirma el rechazo hacia lo afeminado y la intención de su madre en regular el cuerpo. Al respecto, Judith Butler (1999) señala la "matriz heterosexual" como una máquina cultural que fija los roles del deseo: "Preexiste en nuestra cultura al deseo del individuo y contribuye de manera decisiva a fijar roles, identidades y modalidades del deseo" (p. 363). Es necesario tener en cuenta esta noción para observar cómo el comportamiento de Manrique es vigilado por su madre, quien intenta fijar los roles de identidades del sexo y género. Cuando un individuo se aleja de estas fijaciones culturales, los entes normativos aprovechan para tildar cualquier conducta que no cumpla con la "matriz heterosexual" como ilícita o contranatural. Esto acarrea que Jaime Manrique no se identifique con los sujetos que rompen con las estructuras de esta "matriz heterosexual" y desarrolle una homofobia interna que se ve reflejada con más ahínco en la amistad que desarrolla con el escritor argentino Manuel Puig.

Otro aspecto importante de mencionar es el acto en que su tío se masturba frente a él y le pide sexo oral; sin embargo, esto no se cuestiona en el libro, no se habla de la percepción de la sociedad sobre ello, lo cual se debe a que esos actos sexuales se llevan a cabo en lo oculto, y además porque su tío no presenta comportamientos femeninos. Además, el rol activo de su pariente en una sociedad heteronormativa no se considera una conducta homosexual, por ser la persona que penetra oralmente:

This is another memory I have of those years: one of my younger uncles masturbated in front of me in an attic of the house and asked me to give him a blow job. Revolted and horrified, I wondered: is that obvious I am a maricon? (Manrique, 1999, p. 18)

El sujeto homosexual -en este caso- es Manrique, porque es el único que se describe con el adjetivo de "maricón". Por el contrario, cada vez que se habla de su tío, quien también desarrolla comportamientos homosexuales, no se le distingue de esta misma manera como "maricón", lo cual proviene de la concepción de que quien domina o ejecuta el acto sexual de forma activa no es considerado homosexual. Al respecto el mismo Foucault (1998b) menciona el análisis de los actos sexuales desde las perspectivas sociales y de rivalidad, donde estar en una posición privilegiada de dominación es totalmente aceptado:

Por tal razón hay que entender que la relación sexual -siempre pensada a partir del actomodelo de la penetración y de una polaridad que opone actividad y pasividad- es percibida como el mismo tipo que la relación entre superior e inferior, el que domina y el que es dominado, el que somete y el que es sometido, el que vence y el que es vencido. A partir de ahí, puede comprenderse que en el comportamiento sexual hay un papel que es intrínsecamente honorable y al que se valora con derecho pleno: es el que consiste en ser activo, en dominar, en penetrar y en ejercer así su superioridad. (p. 198)

El papel sexual de su tío, quien cumple un rol de dominación, no se discute porque este tiene intrínsecamente un aspecto honorable. Al respecto, el crítico David Foster (2017) habla de cómo en los esquemas latinoamericanos, la identificación homosexual va ligada con la penetración: "El modelo latinoamericano identifica como homosexual al hombre que es penetrado o con el sexo insertivo: este puede o no ser identificado por su exterior con signos femeninos convencionales como la vestimenta, los modales y el habla" (p. 191). Aquí subyace entonces esa visión que presenta Manrique en su obra, los hombres presentes en su infancia y adolescencia en Colombia no se cuestionan o problematizan porque están vinculados con el acto de la penetración. De igual manera, el uso de la palabra "maricón" viene con una connotación negativa y Manrique se llama a sí mismo "maricón" (Manrique, 1999, p. 18). Con el uso de esta palabra, como bien dicen Sáez y Carrascosa (2011), existe una carga semántica negativa que abarca el miedo de ser reconocido bajo esa identidad:

Cuando decimos habitualmente estas expresiones, que te follen, vete a tomar por el culo, jodíopolculo [...] no somos conscientes de la realidad que estamos creando o de los valores que estamos transmitiendo. Pero ahí están, en el insulto y, para el que lo recibe, es el miedo de caer bajo la marca, una marca que crea una identidad, ser señalado como "el que hace eso": le gusta que se la metan, se lo han follado, y su corolario habitual: es maricón… esa cadena imaginaria que lleva a identificar la penetración anal con la homosexualidad. (p. 18)

La palabra "maricón", en su infancia, representa esa imposición imaginaria de la penetración. En el caso de Manrique, esta penetración es oral y no anal, por eso intenta huir de todo comportamiento aparente que lo asocie con ella. Entonces surge la necesidad -en Manrique- por maquillar/moldear su proceder con vestimenta y una imagen física más robusta para poder proyectar una imagen de hombre hipermasculino.

Todo ello ocurre durante la juventud del escritor que, incluso sabiendo que tiene atracciones sexuales por los hombres, no consigue asumirlo completamente. La aceptación sucede en sus veintes gracias a la literatura; por esto es relevante mencionar el comportamiento afeminado del hombre, porque Manrique desarrolla una homofobia y, aun cuando acepta su homosexualidad, sigue manifestando este rechazo interno del que no se percata: "I came to terms with my homosexuality slowly. I did not come out of the closet until I was mid-twenties (But I was full of internalized homophobia until I was in my midthirties)" (Manrique, 1999, p. 27). Incluso, cuando el autor admite salir del clóset en sus veintes, todavía existe en él una serie de prejuicios sobre la homosexualidad debido a la cultura heteronormativa donde creció y el miedo por aquello que les sucedía a los homosexuales afeminados en la Colombia conservadora. También internalizó la realidad de Oscar Wilde y su destino en la cárcel como una consecuencia de la homosexualidad. Jonathan Dollimore (2018), manifiesta que: "Even in the first case, where homophobia is the expression of repressed desire, we should neither overestimate its destabilizing effects, nor regard its homophobic projection as an always ultimately futile effort to avoid the crippling effects of repression" (p. 284). Aunque la homofobia expresa una represión sexual del deseo, no deja de ser peligrosa; con el propósito de esconder ese deseo reprimido, esta desestabiliza el entorno y por miedo a no sufrir los efectos se vuelve violenta. Existe un Manrique que, aun siendo adulto, no logra deshacerse de sus temores y los proyecta en sus amigos de la infancia y en el propio Manuel Puig. Jaime Manrique expresa una comodidad con los comportamientos heteronormativos más que con los queer.

Todas estas experiencias desde la "matriz heterosexual" funcionan como afectos (cfr. Ahmed, 2014) en la vida de Manrique que moldean su forma de interactuar con otros y su visión del mundo desde una perspectiva heteronormativa. La influencia de su familia y de la sociedad colombiana de aquel entonces permiten que Manrique desarrolle una especie de comodidad por los comportamientos heteronormativos y cierta incomodidad ante comportamientos netamente queer. Sarah Ahmed, en su libro Fenomenología queer (2019), aborda este aspecto de zona de comodidad o zona de confort. La comodidad heterosexual dicta la manera de comportarse culturalmente y quienes siguen dichos comportamientos gozan de tal comodidad: "La comodidad tiene que ver con un encuentro entre más de un cuerpo, que es la promesa de un sentimiento ‘de acomodación’" (p. 188). Aun con su orientación homoerótica, Manrique se siente cómodo en este entorno; por ello, con el paso del tiempo, los comportamientos afeminados queer de Manuel Puig le causan incomodidad, ya que desestabilizan la orientación del cuerpo y su relación con lo heteronormativo.

Es importante observar las primeras páginas del texto en donde el autor menciona al escritor argentino Manuel Puig, pues según Manrique, este era una persona exageradamente femenina: "The Argentine expatriate writer Manuel Puig was one of the most effeminate men I’ve ever known" (Manrique, 1999, p. 39). El autor lo señala para contrastarlo con su propia identidad y mostrar a Puig como el otro, ya que Manrique no es partícipe de la feminidad y por esta razón trata de esconderla. No es que él fuese un hombre exageradamente masculino de manera espontánea: "I had decided early on to cultivate a butch appearance" (p. 40), es un acto consciente que hace al cultivar una apariencia que lo mostrará más masculino y esconder todo rasgo que revele su orientación sexual; él desarrolla una personalidad hipermasculina por miedo a convertirse en el estereotipo homosexual latinoamericano, es decir, en Puig:

In those years I hadn’t yet come out to my family or to many of my friends. Because in Colombian society there was only one kind of homosexual -la loca (the queen)- I had decided early on to cultivate a butch appearance. I was determined not to be a stereotype of Latin Culture. (Manrique, 1999, p. 40)

Manrique decide cultivar una hipermasculinidad para esconder su orientación sexual. Se puede observar en él una identificación gay, pero permanece una homofobia interna. El autor hasta este momento expresa ser un gay escondido tras la imagen masculina impuesta por la sociedad heteronormativa latinoamericana, específicamente la colombiana. Un miedo inminente a ser visto como gay lo conduce al desarrollo de dicha masculinidad. Michael Kimmel (1994) argumenta que "Homophobia, the fear of being perceived gay, as not a real man, keeps men exaggerating all the traditional rules of masculinity" (p. 144). Por este motivo, Manrique se desenvuelve socialmente detrás de una fachada aparentemente masculina y así deja de ser percibido como el estereotipo latinoamericano de "la loca", como su amigo Manuel Puig.

Manuel Puig, como se mencionó anteriormente, representa lo opuesto a Manrique. Este, deliberadamente, admite haber aceptado a Manuel Puig por su obsesión con las novelas del escritor argentino:

Puig, with his heightened drag queen mannerisms, aroused my worst fears; he represented everything in my adolescence I dreaded I would become. I did have a few effeminate friends back then, but I secretly felt ashamed to be seen with them in the heterosexual world. If I hadn’t been obsessively drawn to Puig’s novel, I might have been totally repelled by him. (Manrique, 1999, p. 40)

Manrique expresa sentimientos homofóbicos, rechaza por completo comportamientos afeminados y deliberadamente admite que la única razón para estar cerca de Puig es su obsesión por los libros. De esta forma, él manifiesta ser homosexual desde una perspectiva heteronormativa debido a la homofobia que experimenta; la "matriz heterosexual" continua regulando el cuerpo, la presencia de una "biopolítica" como menciona Michel Foucault:

Finalmente, la noción de sexo permitió invertir la representación de las relaciones del poder con la sexualidad, y hacer que ésta aparezca no en su relación esencial y positiva con el poder, sino como anclada en una instancia específica e irreducible que el poder intenta dominar como puede. (1998a, p. 188)

Es así como se manipula el cuerpo, ya que tanto el entorno como el propio Manrique actúan como entes biopolíticos que intentan mantenerse al margen de lo diferente.

Manrique se asume como un hombre propiamente masculino, de allí la necesidad de recargar una hipermasculinidad para no ser considerado gay en el mundo heterosexual. Esta visión de lo homosexual es intrínseca a la cultura latinoamericana. El trabajo de Manrique es fundamental porque logra exponer la visión queer de la cultura latina dentro del debate estadounidense en términos de sexualidad. Al respecto, Foster (2000) puntualiza que el discurso de Manrique se combina con la posición tradicional colombiana/latinoamericana y el movimiento gay estadounidense:

El discurso de Manrique se entreteje tanto con la configuración tradicional colombiana latinoamericana de homosexual (captada en la palabra maricón en español) y con el uso del "gay" del movimiento norteamericano/europeo, en el cual las categorías restringidas, limitadas al binarismo heterosexista de este último, son revisadas por reformulaciones altamente autorreflexivas que se captan en el uso de la palabra queer. (p. 190)

Así, por medio de esta obra se resemantiza la palabra "maricón", gracias a las reformulaciones reflexivas de Jaime Manrique. Es precisamente la amistad con Puig la que da pie a la aceptación de esa identidad queer. Ese vínculo le permite despojarse de los prejuicios y experimentar un sentimiento de liberación. Manuel Puig introduce a Manrique al nuevo mundo de las letras de escritores gais y le presenta al escritor cubano Severo Sarduy en un congreso en las Canarias:

Those ten days in the Canary Islands we were inseparable, and Manuel introduced me to Severo Sarduy and other prominent novelists and critics from the Spanish-speaking world. I was a newcomer to that world, and he presented me as "my daughter, the debutante." Whereas a few years earlier I would have offended by his feminization of me, he had had a liberating influence, freeing me from my robotic butch ideas and making me more relaxed about my sexuality. (Manrique, 1999, pp. 42-43)

La influencia de Puig fue trascendental en la vida de Manrique ya que le ayudó a aceptarse por completo y a sentirse cómodo con su sexualidad, hasta el punto de terminar escribiendo sobre esta temática. De tal forma, a lo largo de esta obra se presenta una identidad que se va ajustando a los reglamentos heteronormativos, pero que años más tarde se quita de encima todo aquello para poder reconciliarse con su verdadera identidad queer. El mundo literario, el mundo de la escritura, supone un medio de salvación para el escritor y para la aceptación de su verdadero ser. Todo este mundo normativo y violento lo lleva a refugiarse en las letras, así se encuentra con la escritura y esta se convierte en un escape para él, aun cuando era consciente de los riesgos que corría por escribir:

I started to write more earnestly. My first literary efforts were about rain, fog, meaningless, suicide, nothingness, la nada. I was faced with this dilemma: how to write about my deepest feelings without persecution. Writing therefore became a terrible struggle to express and censor at the same time. I realized that writing was, in my case, a risky activity because of what I might expose about me. (Manrique, 1999, p. 28)

La escritura representa un puente de escape para Manrique. A través de esta autobiografía el autor devela sus secretos y experiencias más profundas por medio de la literatura, creando un contra discurso. Por este medio expresa lo que otros no y también crea un discurso subversivo que rompe la normativa. El trabajo de Manrique es muy valioso porque usa su propia historia para abogar por los sujetos queer, en el amplio significado de la palabra; escribe desde el yo personal sin generalizar, su discurso es propio y efectivo. Bien lo resalta Jason Edwards (2008):

Writing from the I has the effect of locating our point of view securely in the potential queer particularity of our experiences rather than the empirical neutrality of a one or in the presumed consensus and populism of a we or you. (p. 64)

Es efectiva y significativa porque remarca la visión personal que se exhibe ante un discurso híbrido de lo queer.

El tipo de discurso que logra desarrollar Manrique se debe a la influencia literaria que recibió, especialmente de escritores gais como Gabriela Mistral, Manuel Puig, Oscar Wilde, entre otros. De hecho, menciona a un profesor de literatura de su país, quien le regaló un libro de André Gide. Todos estos escritores contribuyeron para que Manrique pudiese aceptar su homosexualidad y crear un contradiscurso que respaldase esta realidad: "But I understood why he had given me the book to read: he knew about my love of men. And this was his way to saying, ‘look, these great writers were like you. It is okay’" (Manrique, 1999, p. 32). Así, el escritor colombiano logra reconciliarse consigo mismo y decide abogar por las minorías.

En otro orden de ideas, Jaime Manrique aborda otro tema importante en su escritura que, al final, también le permitirá abrirse a otro mundo de oportunidades y expresar un amor genuino por los homosexuales: el sida. Esta enfermedad causó estragos en la población homosexual en los años ochenta del siglo XX. Lo que mueve realmente a Manrique a hablar de dicha temática es la cercanía inmediata con la enfermedad. Esta trastocó la vida de muchos de sus amigos cercanos y, como consecuencia, el autor logró apropiarse de su identidad queer, sin prejuicios:

I came to terms with my own internalized homophobia only after Manuel and Reinaldo and other close friends died of AIDS. In a way, I can say that it was because of AIDS that I finally learn to love gay men as soul mates. (Manrique, 1999, p. 70)

Hablar de su sexualidad cuando niño, de sus amigos y del sida no es simple casualidad: este conjunto hace que Manrique se acepte a sí mismo y acepte a los demás libre de predisposiciones y juicios, construyendo así la identidad queer que le abre camino a la multiplicidad de identidades, dejando de un lado el binarismo heteronormativo.

Aunque el tema del sida no se toca con profundidad -como lo hace el escritor chileno Pedro Lemebel-, Manrique, de forma escueta, menciona la enfermedad que se volvía síntoma de aquella época para relacionarla con Manuel Puig. Aunque oficialmente Puig muere de un ataque al corazón, se corrieron rumores de que había muerto de sida; por ello, Manrique emprende una investigación para saber la verdad:

Although he officially died of a heart attack brought about by a gall bladder operation, I began to hear stories that he had been ill with AIDS. Some people close to him reluctantly began to acknowledge it, whereas others denied it vehemently, as if having the disease would somehow make him a lesser man and tarnish his achievements… I decided I would travel to Mexico to try to find out what happened to Manuel. (Manrique, 1999, pp. 51-52)

Es fundamental que Manrique hable de este tema; aunque muchos pueden decir que se difama la memoria de Puig, la intención de Manrique es mostrar que independientemente de que hubiese muerto de sida o de un ataque al corazón, Puig había sido un gran hombre y escritor, esto no le quitaba ningún mérito. La importancia de hablar del sida y romper con el estigma que se tiene de dicha enfermedad hace de la obra de Manrique una que rompe con el canon literario. Así, hablar del sida en este texto resquebraja todo paradigma porque, como el mismo Manrique afirma, este tema era inmencionable: "after all, if homosexuality is the greatest taboo in Hispanic culture, AIDS is the unspeakable. (Even many openly gay intellectuals have an attitude of denial toward the disease)" (1999, p. 51). Más allá de hablar de la homosexualidad, también se trata de traer a colación esta enfermedad que afectó a muchos en la década de los ochenta, pero que nadie se atrevía a abordar.

El sida se transforma en un elemento importante porque durante las últimas décadas del siglo XX se asociaba en su mayoría solo con los homosexuales. Por ello Manrique menciona que Reinaldo Arenas, escritor cubano, muere por esta enfermedad. Se supone que también fue la causa del fallecimiento de Severo Sarduy, quien partiría años más tarde:

[...] by the mid-eighties many of my friends had died of AIDS that it wasn’t a surprised when I realized Reinaldo was ill. His sexual appetite was voracious. Coming late at night I would see him prowling Times Square or walking out of the sleaziest sex joints. (Manrique, 1999, p. 65)

Aunque Manrique no era muy buen amigo de Reinaldo Arenas, no menciona su muerte para difamarlo; al contrario, como se señaló anteriormente, lo hace con la firme intención de acabar con el estigma negativo que se tenía de estas personas y de la propia enfermedad. El hecho de ser escritor no lo exceptúa de sufrirla, porque es ante todo un ser humano. En otras palabras, la enfermedad no quita mérito a los logros alcanzados en vida, ni tampoco lo minimiza como hombre.

Como bien es sabido, Reinaldo Arenas se exilió en Estados Unidos huyendo de la represión del gobierno de Fidel Castro. Sin embargo, en ese país de acogida, específicamente en la ciudad de Nueva York, es donde el escritor cubano contrae la enfermedad del sida. Entonces, la ciudad pasa a convertirse en otro tipo de cárcel, donde la libertad que siempre anheló el escritor se disipó a causa de esta enfermedad que se convirtió en síntoma de esa época:

"Jaime," he cut me off… "Finally, I leave that hell, and come here full of hopes. And this turns out to be another hell; the worship of money is as bad as the worst in Cuba. All these years, I’ve felt Manhattan was just another island-jail. A bigger jail with more distractions but a jail, nonetheless. It just goes to show that there are more than two hells. I left one kind of hell behind and fell into another kind. I never thought I would live to see us plunge again into the dark ages. This plague -AIDS- is but a symptom of the sickness of our age". (Manrique, 1999, pp. 67-68)

Precisamente, él no logra esa libertad tan anhelada. Sabiendo que la enfermedad lo condenaba a la muerte, pero también al rechazo y al aislamiento, Reinaldo Arenas ve a Nueva York como otra Cuba, otra isla-cárcel, que lo lleva a suicidarse por poseer esta enfermedad. Pero más que sentirse preso en la ciudad de Nueva York, es la enfermedad quien lo condena a dicha soledad y aislamiento.

Nueva York, como espacio físico urbano, cobra relevancia debido a que en esta ciudad muchos escritores llegan a reconectarse con ellos mismos y a aceptar su homosexualidad. No es precisamente Nueva York la que propicia esto per se, es la representación como el lugar lejos de casa que permite la liberación, ese espacio que Michel Maffesoli (1996) llama "tribus afectivas" o que también lo podríamos analizar como los afectos propuestos por Sarah Ahmed, donde el espacio, visto como un afecto, moldea el cuerpo queer. Nueva York como un espacio queer: "queer spaces may extend some bodies more than other" (Ahmed, 2014, p. 151). La ciudad de Nueva York les permite a los escritores mencionados asumir la homosexualidad, es decir, dejar de esconder su verdadera orientación sexual. La metrópolis norteamericana es el sitio que brinda a los escritores la posibilidad de experimentar y liberar su sexualidad.

Esta idea del espacio como medio liberador de la sexualidad se reafirma cuando Manrique relata:

In Cuba Federico had come out of the closet both as a man and as an artist. Manuel Puig once said that many Latin American writers lived abroad so that they would not have to self-censor their work. It seems that Federico had to leave Spain in order to free himself from its morality. (1999, p. 86)

Dicha característica está presente en los escritores, como en Puig que deja Argentina, Manrique que sale de Colombia y Arenas que abandona Cuba. Todos llegan a Nueva York, ciudad que les permite ser y expresarse en libertad plena.

Estos escritores logran quebrar el paradigma literario y a través de su escritura denuncian la opresión de la cual fueron objeto. La exploración de la sexualidad les otorga poder: "Like Puig, feminist led Lorca to a rejection if hierarchical thinking -both the patriarchy and the matriarchy represented oppression- and to an exploration the power of sexuality" (Manrique, 1999, p. 91). Este es el poder de la escritura, es la herramienta que permite revelarse ante el discurso hegemónico. En el caso de Puig, en su novela El beso de la mujer araña (1976), relata la historia de dos presos que desarrollan una relación homosexual. Puig, a través de la escritura, rompe con la temática literaria de aquel entonces:

People used Kiss of the Spider Woman to mock Puig and to make disparaging remarks about him. It became obvious what was happening: the literary establishment could not forgive a major author of the "boom" for coming out with a gay novel. Many heterosexuals and closeted writers (especially the latter) did not want to be associated with a well-known "loca". (Manrique, 1999, pp. 43-44)

Asimismo, Reinaldo Arenas publica un texto titulado Antes que anochezca (1992) donde afronta la temática del sida. Finalmente, el texto de Manrique también aborda la sexualidad disidente, que cobra relevancia porque, como bien afirma Alma Alarcón Negy (2022):

A pesar de este gran debate, el interés de los críticos por el tema de la sexualidad homoerótica en autobiografías de escritores hispanos ha sido casi nulo y, hay que tener en cuenta la arraigada homofobia, especialmente en cuanto a la visibilidad pública del homoerotismo, que ha contribuido a que mucho del material literario homoerótico haya sido descartado, denigrado, o que, al haber sido forzadamente silenciado, no ha dejado más alternativa que su huida. (p. 8)

Es precisamente esto lo que se observa a lo largo de la autobiografía que nos ocupa, el proceso doloroso de los escritores queer que han sido denigrados y rechazados. Ello revela Manrique con la experiencia traumática de Puig cuando publicó la novela El beso de la mujer araña y la crítica que recibió en aquel entonces por publicar una novela con dicha temática. Hay una intención de buscar visibilidad y representación en la literatura latinoamericana, como bien mencionan Preciado y Bourcier (2001): "la visibilización constante de zona de exclusión" (p. 37). La homosexualidad y el sida son, pues, esos aspectos de exclusión.

Hasta este punto se ha hablado de la sexualidad de Manrique, de escritores como Puig, Arenas y Lorca, y de la enfermedad del sida. ¿Por qué toda esta temática? Ya se había mencionado que Manrique logra internalizar su sexualidad durante la época en que fue amigo de Puig. Sin embargo, este proceso se consolida finalmente en su vida una vez que muere a causa del sida; este suceso le enseña realmente a amar a los gais desde su esencia, desde lo que son. Al igual que Lorca, Manrique logra sumergirse en el amor que sentía por los hombres, pero es toda esta experiencia la que lo conduce a reflexionar sobre la comunidad LGBTQ+ a la que pertenece (Manrique, 1999, p. 70).

En la literatura, Manrique encuentra un renacimiento y una manera honesta de hablar de su homosexualidad y, al mismo tiempo, crea un contradiscurso para conseguir que se valore al ser humano por lo que es:

I became a college teacher and, after years of producing stillborn stories and novels, I began to write about my homosexuality and found a new, more honest vein from which came my novel Latin Moon in Manhattan… My poetry too experienced a rebirth. (Manrique, 1999, p. 71)

Es importante mencionar que al principio del libro se hace alusión a los encuentros sexuales de Manrique, la idea machista opuesta a lo afeminado y la concepción negativa relacionada con la palabra "maricón". Todos los escritores aquí mencionados son homosexuales, pero toda esta descripción de lo sexual -los deseos, las enfermedades, etc.- se hace para destacar el maravilloso trabajo producido por dichos escritores, y demostrar que estos mal llamados "maricones" son dignos de admirar. Ellos abrieron el camino a muchos otros autores y sentaron el mensaje de que ser "maricón" no es un pecado, que se debe seguir siendo fiel a la esencia del ser y que se puede subvertir el discurso oficial siendo diferentes:

Now, in retrospect, as this book comes to its conclusion, Puig, Arenas, and Lorca, by virtue of the life they led, the nature of their achievements, and the substantial contributions they made to altering, and expanding, the consciousness of our culture, seem to me to be just the opposite of what maricon is supposed to be and is supposed to do [...] by doing what they did, being true to who they were, they opened the path for all Latin homosexuals who have followed their footsteps. (Manrique, 1999, p. 112)

Es decir, que debe existir una apropiación liberadora en la sexualidad de la persona y que romper con los paradigmas establecidos por la sociedad heteronormativa está bien. Con este trabajo Manrique disminuye la connotación negativa de la palabra "maricón" y se apodera de la misma para cambiar su significante. Aunado a ello, con este trabajo biográfico se busca una visibilidad y representación del sujeto queer que ha sido escasa en las últimas décadas del siglo XX. Lo queer toma relevancia porque aún no hay suficiente representación y visibilidad del sujeto queer en la literatura latinoamericana contemporánea por el miedo al rechazo: "many gay Latinos at the end of the twentieth century, had been silenced by fear after a lifetime of rejection" (Manrique, 1999, p. 110). De igual forma, los prejuicios sobre la homosexualidad y el estigma negativo sobre el sida siguen latentes en nuestra sociedad.

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Recibido: 20 de Marzo de 2022; Revisado: 05 de Agosto de 2022; Aprobado: 24 de Septiembre de 2022

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