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Letras (Lima)

versión impresa ISSN 0378-4878versión On-line ISSN 2071-5072

Letras vol.94 no.139 Lima ene./jun. 2023  Epub 29-Mayo-2023

http://dx.doi.org/10.30920/letras.94.139.5 

Estudios

José Carlos Mariátegui: entre las políticas culturales y la gestión cultural

José Carlos Mariátegui: Between cultural policies and cultural management

Víctor Vich1 
http://orcid.org/0000-0003-4192-6873

José-Carlos Mariátegui E.2 
http://orcid.org/0000-0003-4538-2551

1 Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú. vvich@pucp.pe

2 Archivo José Carlos Mariátegui, Lima, Perú. jcm@mariategui.org

RESUMEN

Este ensayo explora la faceta de José Carlos Mariátegui como observador de las políticas culturales del Estado y como gestor cultural desde la sociedad civil. Mariátegui fue un incansable fundador de periódicos y revistas, y promovió un tipo de producción editorial que estuvo marcada por novedosos modelos de sostenibilidad y difusión. Su objetivo consistió tanto en contribuir a transformar la cultura entendida como "modo de vida" como en proponer proyectos editoriales destinados a formar ciudadanos más informados, con nuevas ideas y con una sensibilidad distinta de la propuesta por la sociedad capitalista. Por ello, este artículo explora esta faceta poco estudiada del trabajo de José Carlos Mariátegui a partir de su práctica periodística, de su labor en el campo editorial -que abarcó la creación de la editorial Minerva y los modelos de sostenibilidad de Amauta y Labor-, y de su incesante preocupación por las políticas culturales en el Perú (entendidas como instancias de democratización de la cultura). Debido a ello, organizó una extensa red de contactos que aseguraran un eficiente sistema de difusión. Argumentamos que Mariátegui no solo fue quien produjo el pensamiento más original de la modernidad peruana, sino que, además, él fue un dinámico agente cultural en búsqueda de significativas transformaciones en el país.

Palabras clave: José Carlos Mariátegui; Políticas culturales; Gestión cultural; Industria editorial; Revista Amauta; Socialismo

ABSTRACT

This essay explores José Carlos Mariátegui's facet as an observer of state cultural policies and as a cultural manager from civil society. Mariátegui was a tireless founder of newspapers and magazines, and promoted a type of editorial production that was marked by novel models of sustainability and dissemination. His aim was both to contribute to transforming culture understood as a "way of life" and to propose editorial projects aimed at forming more informed citizens, with new ideas and a different sensibility from that proposed by capitalist society. For this reason, this article explores this little-studied facet of José Carlos Mariátegui's work based on his journalistic practice, his work in the publishing field -which included the creation of the Minerva publishing house and the sustainability models of Amauta and Labor-, and his incessant concern for cultural policies in Peru (understood as instances of democratization of culture). As a result, he organized an extensive network of contacts to ensure an efficient system of dissemination. We argue that Mariátegui was not only the one who produced the most original thought of Peruvian modernity, but he was also a dynamic cultural agent in search of significant transformations in the country.

Keywords: José Carlos Mariátegui; Cultural Policies; Cultural Management; Publishing Industry; Amauta Magazine; Socialism

El Perú es un país de rótulos y etiquetas; hagamos

algo con contenido, con espíritu.

José Carlos Mariátegui

1. Introducción

Mariátegui fue un incansable gestor cultural y esta faceta ha sido poco referida en la bibliografía académica. Es más, salvo excepciones, ha sido poco integrada al interior de sus propuestas sobre la necesidad de construir el socialismo. En sus escritos, sin embargo, le asignó siempre un papel decisivo a lo que hoy llamamos "políticas culturales". Por un lado, Mariátegui buscaba construir nuevos modelos de gestión a fin de democratizar el acceso a los objetos culturales y, por otro, sostenía que un verdadero cambio social no era posible sin una verdadera transformación en los hábitos heredados, en la sensibilidad y en los imaginarios sociales. Mariátegui sabía bien que "todo cambio político que no arraigara en los sentimientos y percepciones de la gente -vale decir, que no garantizara su aprobación y que no se engranara con sus deseosera poco probable que durara mucho tiempo" (Eagleton, 2005, p. 58). Por eso, en uno de sus ensayos, afirmó lo siguiente: "Marx entendió siempre, como condición previa de un nuevo orden, la capacitación espiritual e intelectual de la sociedad en su conjunto" (Mariátegui, 1974a, p. 67).

Como sabemos, el Amauta fue simultáneamente un pensador y un activista. Su opción no solo fue interpretar el mundo, sino contribuir a transformarlo. En él se combina el pensador con el militante, el intelectual con el editor y el crítico de arte con el fundador de sindicatos. Desde un marxismo heterodoxo, Mariátegui siempre le asignó un papel fundamental a la cultura y a las ideas. En muchos de sus escritos, la rígida oposición entre "base económica" y "superestructura ideológica" (categorías -valga la aclaraciónque Mariátegui nunca usó) quedó desestabilizada por la importancia que les asignó a las prácticas del arte como una estrategia decisiva hacia el cambio social. Mariátegui siempre sostuvo que buena parte del trabajo político consistía en proponer nuevas prácticas culturales capaces de transformar los

modos de pensar, de sentir y de actuar de la sociedad. No se trataba, por tanto, de cambiar únicamente el "modo de producción" (Mariátegui tampoco usa esta categoría), sino de intervenir en las representaciones existentes y en los hábitos culturales.

Al interior de su proyecto político, el papel que cumplió la labor editorial fue decisivo. Mariátegui la entendió como una intervención en la esfera pública. Tanto la acción editorial como el periodismo fueron las prácticas fundamentales de su proyecto cultural. Entendía que las publicaciones estaban destinadas a enriquecer el pensamiento, generar ideas nuevas y articularse con las organizaciones sociales. Como veremos más adelante, diseñó un modelo integral de gestión a través de la incorporación de nuevas estrategias de producción y circulación acordes con el proceso de modernización del país (Castillo, 2019, p. 54).

2. Cambiar el periodismo

El periodismo no solo fue la práctica formativa en Mariátegui, sino también una opción fundamental en su proyecto político y cultural. Con tan solo quince años, en 1910 Mariátegui ingresó de "alcanza-rejones" en la imprenta del diario La Prensa, donde trabajó luego como ayudante de linotipista y corrector de pruebas1. Estas labores, que podrían ser consideradas menores, le permitieron adquirir un conocimiento empírico de los procesos de impresión, hecho que resultó invalorable para sus futuros proyectos editoriales. Primero se encargaba de recoger los artículos de los redactores para entregarlos a la imprenta, de llevar los cables de agencias de noticias a la redacción, ocasión que aprovechaba para leerlos y, en muchos casos, traducirlos del francés, idioma que conocía bien y era la lingua franca de aquella época. En 1913, Alberto Ulloa Cisneros, director de La Prensa, identificó sus capacidades y ordenó que pasase a redacción. En 1915, se crea el Círculo de Cronistas en el que Mariátegui participó como secretario y luego como vicepresidente de la Junta Directiva2. Su temprano involucramiento en la gestación de dicha agremiación evidencia su verdadero interés en la formación de cuadros profesionales que activaron nuevas formas de participación en la vida pública (Thissen, 2017, pp. 92-96).

En 1916, Mariátegui ingresó al recientemente fundado periódico El Tiempo como cronista parlamentario con la columna "Voces", dedicada a reseñar los avatares de la política nacional. Este trabajo le permitió formarse como "escritor político, discutido e influyente" (Tauro, 1992, p. XII). En paralelo, en 1917, inició su primer intento por fundar un periódico propio como fue el diario La Noche en contraposición al diario El Día, este último vinculado al gobierno de José Pardo. Fue desde ahí que comenzó a definir una postura nada complaciente con la convicción de que el periodismo era un lugar de crítica al poder y un dispositivo para difundir la verdad. A Mariátegui, no le interesaba el periodismo orientado a defender intereses particulares, sino aquel capaz de describir la realidad desde el punto de vista de los actores sociales y sus organizaciones directas.

Con Félix del Valle y César Falcón fundan la revista Nuestra Época, publicada en junio de 1918. Aunque de corta existencia -tan solo dos números-, su primer artículo, contra las malas prácticas militaristas, ocasionó que un grupo de jóvenes militares lo golpearan abusivamente. Luego, en 1919, fundó La Razón, que buscó ser un portavoz de las nuevas demandas obreras y universitarias. Esta fue una empresa compleja, pues al no contar con medios de producción propios, dependían de la imprenta del Arzobispado de Lima. Finalmente, el diario fue clausurado por la presión del gobierno de Leguía y Mariátegui, junto con Falcón, fueron enviados a Europa en una sutil deportación. A su regreso, luego de haber observado los periódicos y las revistas europeas del momento, dirigió la revista Claridad (1923-1924) y fundó Amauta (1926-1930), que fue uno de sus legados más importantes. Todas estas experiencias le proporcionaron un gran conocimiento de la labor periodística, del proceso editorial y de su importancia en la esfera pública del momento.

3. Cambiar la producción editorial

La estadía de Mariátegui en Europa (1919-1923) fue determinante y le sirvió para conocer otro tipo de experiencias (políticas, artísticas, editoriales) y para establecer una red de contactos hacia futuros proyectos. En Europa, admiró publicaciones como Clarté (fundada por Henri Barbusse), L’Ordine Nuovo (fundada por Antonio Gramsci) y La Rivoluzione Liberale (fundada por Piero Gobetti). Estos proyectos eran plataformas concebidas como foros para articular las luchas de los trabajadores y definir un nuevo proyecto de sociedad.

Mariátegui regresó al Perú en 1923 con la intención de proponer un proyecto de transformación social y cultural de gran envergadura. Pronto se unió a la Universidad Popular González Prada, donde dictó 23 conferencias abiertas al público en general3. Su interés era ilustrar los cambios políticos, económicos y culturales que estaban teniendo lugar en el mundo en ese momento. Entre ellos, Mariátegui percibió transformaciones en las tecnologías y buscó aprovecharlas al máximo, ya que creía que desde ahí se podría mejorar "el tejido nervioso de esta humanidad internacionalizada y solidaria". (Mariátegui, 1985a, p. 164).

Una de las características de nuestra época es la rapidez, la velocidad con que se propagan las ideas, con que se trasmiten las corrientes del pensamiento y la cultura. Una idea nueva, brotada en Inglaterra, no es una idea inglesa, sino el tiempo necesario para que sea impresa. Una vez lanzada al espacio por el periódico esa idea, si traduce alguna verdad universal, puede transformarse instantáneamente en una idea universal también. (Mariátegui, 1985a, p. 165)

Por eso, a poco tiempo de regresar a Lima, le escribió a Pedro Ruiz Bravo, director de El Tiempo, para manifestarle las razones que lo impulsaban a volver a participar en la compleja vida política nacional, pero sobre todo por su interés en adquirir este medio, en el que había trabajado antes de partir a Europa:

Piensan todos que la situación política es complicada y difícil. Y yo no lo pongo en duda. Pero a mí, precisamente, me atraen las situaciones difíciles y complicadas.

Tengo el proyecto de publicar un diario y tengo, sobre todo, los capitalistas necesarios para esta empresa. Pero encuentro preferible por varias razones -ahorro de tiempo, de esfuerzo, etc.adquirir un diario existente. Y pienso que a Ud. tal vez le convenga enajenar sus derechos en "El Tiempo" y que, en este caso, Ud. y la empresa que represento podrían entenderse y hacer un buen negocio. (Mariátegui, 1923)

Pese a que esta adquisición no pudo concretarse, Mariátegui no se dio por vencido. En octubre de 1925, junto con su hermano Julio César, fundó la Editorial Minerva, dedicada a la publicación y venta de libros (Pinamonti, Mariátegui y Escobar, 2009). Fue el pintor Emilio Goyburu Baca el encargado de diseñar el logotipo de esa diosa de la sabiduría, las artes y de la estrategia militar. La primera gran acción de la editorial fue la adquisición de la imprenta modelo Export 6, de la empresa turinesa Società Nebiolo. Podemos decir que esta máquina, -que se expone hoy de forma permanente en la Casa de la Literatura Peruanadio un giro tecnológico en la producción del libro en el Perú y, gracias a ella, y permitió iniciar un ambicioso plan de publicaciones4. En 1925, en la serie Biblioteca Moderna, Mariátegui publicó su primer libro La escena contemporánea y lanzó al mercado publicaciones de autores peruanos y extranjeros como Manuel Beingolea, José María Eguren, Alcides Espelucín, Luis Guillén, Mariano Iberico, Serafín del Mar, Antenor Orrego, Magda Portal, Luis E. Valcárcel, Máximo Gorki, entre otros.

Es claro que Minerva, gracias al gran conocimiento que Mariátegui tenía, estableció un vuelco tecnológico sin precedentes en la historia editorial peruana. Antes de ella, las condiciones materiales de impresión eran incipientes, lo que no permitía un nivel alto de calidad. Los escritores debían fungir de editores y no existía en el Perú la capacidad técnica para la producción gráfica del libro. Sin embargo, en su papel como director literario y artístico de la Editorial Minerva, Mariátegui se convirtió en un editor cuidadoso preocupandose por los detalles, desde la impresión hasta la distribución. Más allá de establecer un sólido plan de publicaciones, estuvo siempre preocupado por la composición de textos, en particular de los libros de poesía, que requerían de un cuidado especial en la edición, como el libro Poesías, de José María Eguren y, sobre todo, como los 5 metros de poemas, de Carlos Oquendo de Amat, cuya complejidad técnica requería mucha pericia debido al uso de diez tipos distintos de tipografía y un formato largo especial. (Castillo, 2019, p. 77)5.

El gran conocimiento editorial que Mariátegui tenía puede notarse también en la elaboración del llamado Catálogo de tipos, orlas y viñetas, donde se muestran 62 variantes de fuentes tipográficas que había adquirido en Italia tomando como referencia los estilos gráficos de las revistas de vanguardia6. Para elaborarlo, Mariátegui compuso una serie de "frases modelo" (del tipo, La vida es un Paraíso…… Perdido) en las que se aplicó las distintas fuentes y variantes tipográficas en altas y bajas, y en diferentes estilos (cursivas y negritas). Las frases, si bien tenían como función presentar la variedad de tipos, muestran sutilmente las preocupaciones políticas de la editorial:

QUEREMOS ABARATAR EL LIBRO, ES NUESTRO FIN; Nuestra Imprenta ha sido montada con especial ESMERO TECNICO; TODAS LAS PERSONAS CULTAS, y en particular los hombres de ciencia y arte, SON INVITADOS

Dicho de otra manera: la editorial no solo exhibía conocimiento y dominio técnico, sino que siempre propiciaba un ambiente intelectual que hizo posible que el trabajo sobre los aspectos materiales del libro pudiera fomentar nuevas formas de experiencia estética (Castillo, 2019, p. 71). De hecho, entre 1928 y 1929, seis libros de la editorial fueron premiados en concursos convocados por el Concejo Provincial de Lima: Tempestad en los Andes, de Luis E. Valcárcel (1927); Una esperanza i el mar, de Magda Portal (1927); 5 metros de poemas, de Carlos Oquendo de Amat (1927); 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, de José Carlos Mariátegui (1928); Historia de Jauja, de Abelardo Solís (1928); y El hombre del Ande que asesinó su esperanza. Poemas unilaterales, de José Varallanos (1928). Se tiene identificado que se publicaron cerca de 50 obras, muchas de las cuales han tenido hasta hoy una influencia central en la escena cultural del país7.

Hay que subrayar además que el objetivo de la creación de la editorial nunca fue el afán de lucro ni el enriquecimiento personal. Todo el trabajo que Mariátegui realizó a lo largo de su corta vida fue siempre propuesto como una contribución al país y no como un simple emprendimiento individualista. Mariátegui entendía que los objetos culturales, portadores de una nueva sensibilidad, debían democratizarse y ser el cimiento de la nueva sociedad. En sus palabras, se trataba de "someter" el dinero a los principios del arte y del bien común para construir una sociedad más justa y solidaria (Mariátegui, 1974b, p. 81). De hecho, en el Boletín Bibliográfico de la Editorial Minerva, se define el enfoque humanista y universalista de su proyecto editorial:

Se ha fundado esta editorial con el objeto de dotar a la cultura peruana de una verdadera y orgánica casa de ediciones científicas, literarias y artísticas, que acerque a los autores al público, que contribuya al intercambio intelectual hispano-americano y que difunda el libro peruano en el Perú y en el Continente. La Editorial Minerva quiere ser un hogar y un órgano de la producción científica, literaria y artística peruana. Publicará un libro mensual, elegido entre los que, originales e inéditos, reciba de escritores de la lengua y entre las traducciones especiales que encargue a sus colaboradores para revelar al público hispano-americano las más recientes producciones del pensamiento occidental. La Editorial Minerva asegurará a los autores la más extensa circulación de sus obras en el Perú, en América y en España. Sostendrá activo intercambio con las principales editoriales y librerías de las capitales ibero-americanas. Todas las personas cultas, -y en particular los hombres de ciencia y de letras-, son invitados a conceder su apoyo a este esfuerzo cultural. (Imprenta y Editorial Minerva, 1926)

4. Cambiar las políticas sobre el libro

Como editor, Mariátegui no solo se convirtió en un agente de la transformación editorial del país, sino que también reflexionó sobre las políticas de Estado en el sector cultural. En diversos escritos, expuso duras críticas a la escasa inversión en cultura por parte del Estado, en años en donde la asignación a las Fuerzas Armadas superaba el 20 % del presupuesto nacional.

Por eso, reflexionó sobre la necesidad de desarrollar una industria editorial sólida, analizando los problemas que conforman la "cadena de valor del libro". Realizó comentarios sobre la forma poco rigurosa en que se llevaban a cabo los concursos en el Perú y subrayó, además, la necesidad de desarrollar ferias de libros ("Concursos y premios literarios"8). Sostuvo que la Biblioteca Nacional era la "Cenicienta del presupuesto de la República" y que no existía en el Perú una sola biblioteca bien abastecida que pudiera contribuir a producir un mejor conocimiento sobre la realidad (Mariátegui, 1974b, p. 123). Además, sustentó que las librerías existentes no tenían una organización técnica y que todo era muy precario y desordenado (Mariátegui, 1974b, p. 142). Al mismo tiempo, escribió sobre el alto precio de la tarifa postal ("El índice del libro", "El problema editorial") y, tomando como referencia la feria organizada por Samuel Glusberg en Mar del Plata, buscó proponer el desarrollo de una industria de libros en América Latina para hacerle frente a la hegemonía de las editoriales españolas: "La circulación del libro americano en el continente, es muy limitada e incipiente [...]. En lo que concierne a su abastecimiento de libros, los países de Sudamérica continúan siendo colonias españolas", aseveró con énfasis (Mariátegui: 1974b, pp. 139-140)9.

Todos estos comentarios demuestran el profundo entendimiento que Mariátegui tenía del funcionamiento de la industria editorial, según lo que hoy podríamos denominar las "industrias culturales". Sus ideas abogaron por gestionarlas en conjunto, promoviendo la articulación del libro con las bibliotecas, ferias, concursos y diversas formas de distribución que pudieran nutrir al sistema de una manera más dinámica. De hecho, para Alberto Tauro (1946), Mariátegui fue un precursor de las políticas culturales en el Perú.

5. El modelo de Amauta

Con Amauta, Mariátegui propuso no solo una revista, sino un proyecto integral más allá de las disciplinas académicas y profundamente innovadora en su forma de circulación. Desde su primer número, se configuró como una revista de vanguardia que convocaba a los nuevos grupos para comenzar a construir un verdadero cambio social. Sin embargo, no es este el lugar para comentar las características de la revista, ya muchas veces estudiada-, pero sí para detenernos en su modelo de gestión y de negocio10.

Mariátegui crea la Sociedad Editora Amauta con el fin de articular un modelo de negocio mixto; es decir, no se trataba solo de crear valor económico, sino también social. Para ello, además de la venta directa de la revista Amauta, se ofrecían diferentes esquemas de suscripción y publicidad comercial. Además, estableció una innovadora estrategia de apoyo mediante un modelo de accionariado difundido, que permitía a personas y organizaciones ser accionistas de la sociedad y de esa forma apoyar al proyecto. Asimismo, se propuso un agresivo plan editorial, con el objetivo de dotar a la cultura peruana de una verdadera y orgánica casa de ediciones científicas, literarias y artísticas. El modelo de negocio incluía la distribución y venta de otros libros y revistas mediante la Oficina del Libro, como se vera más adelante. De hecho, su particular modelo de negocio hizo de Amauta -en un contexto de revistas de poca vida y limitada circulaciónuna de las publicaciones periódicas latinoamericanas más influyentes del momento (Tauro, 1994, p. 10).

En una carta enviada por Mariátegui a Mario Nerval en 1927, explicó lo siguiente: "Su economía está calculada sobre la base de una circulación mínima de 4000 ejemplares, pues queremos mantenerla al alcance del pueblo. Del número 5 hemos hecho un tiraje de 3500 ejemplares". Investigaciones posteriores señalan tirajes de entre 4000 y 5000 ejemplares (Flores Galindo, 1989; Wise, 1978), que, considerando las limitaciones de la época -en términos de comunicación y transportey la población de aquel entonces, podrían ser comparables a publicar hoy entre 30 000 a 60 000 ejemplares. Vale mencionar que entre 1900 y 1930 hubo un incremento del público lector en el país: el consumo de diarios y publicaciones creció en un 265 % y la alfabetización aumentó en un 221 % (García Liendo, 2016).

El modelo de suscripción de Amauta era de dos tipos: dos soles por semestre y cuatro soles por un año. Se editaba, además, una edición en papel snov en tirada numerada del 1 al 100 para los amigos de la revista. En el número 8, con total transparencia, se presentaron los estados financieros al 30 de abril de 1927. Dichos datos muestran que, del total de ingresos, el 52 % provenía de las ventas; el 17 %, de suscripciones; y el 30 %, de anuncios publicitarios.

La Sociedad Editora Amauta se fundó el 12 de marzo de 1928, dos años después de la aparición de la revista11. Aparte de Mariátegui como su director y de Ricardo Martínez de la Torre como su gerente, aparece una larga lista de accionistas iniciales: Antonio Zincopa Pineda, Miguel Adler, Pedro Fausto Posada, Bernardo Regman y Fabio Camacho. En una segunda Junta General, se incluyen los nombres de las personas que integraron el primer directorio: Emilio Romero, Carmen Saco, Avelino Navarro y Julio

César Mariátegui. Como accionistas figuran Teodoro Elmore y Óscar Herrera. Una revisión de los talonarios de los certificados de las acciones emitidas nos permite identificar a los demás miembros de la sociedad donde figuran: Julia Codesido, Nicanor A. de la Fuente, T. Mario Bazán, Ricardo A. Miranda, Mario Nerval, Amadeo Tasa Navarro, Manuel N. Ranello, Isaac Rabinovich, Jacobo Rosenblit, José Lerner, Luis Heraud, Juan Laudi, Teodoro Elmore, Ernesto Reyna, Juan María Merino Vigil, Raúl Porras Barrenechea, Héctor A. Herrera, Octavio Herrera y la Sociedad Obrera Claridad12. Fueron alrededor de 30 los accionistas. Es interesante notar la inclusión de 17 acciones en nombre de la Sociedad Obrera Claridad y la invitación a la Federación Gráfica del Perú a concurrir como accionista a la formación de la Sociedad13, lo cual demuestra cómo Mariátegui buscaba articular relaciones con otras agremiaciones que él consideraba que desarrollaban un trabajo de vanguardia en la organización colectiva y social (Portocarrero, 1981, p. 16).

La red de contactos articulada por Mariátegui -que discutiremos más adelantele permitió concebir novedosas iniciativas, como la Oficina del Libro, un servicio de distribución y venta de libros tanto nacionales como de editoriales extranjeras con las que Amauta había establecido convenio, así como una selección de periódicos y revistas como Monde, El Trabajador Latino Americano y La Correspondencia Sudamericana. La Oficina del Libro perseguía también un objetivo social: difundir de manera activa "varios miles de ejemplares del boletín bibliográfico Libros y Revistas", publicando en cada número de Amauta una lista completa de novedades extranjeras y nacionales, con el especial objetivo de difundir los libros en provincias "ofreciéndolo al lector al mismo precio a que se vende en la capital y sin más recargo que el diez por ciento de gastos de correo certificado"14.

Sin embargo, las limitaciones económicas poco a poco se fueron manifestando, por lo que se hizo necesario acudir a enfáticos (y emocionales) llamados de apoyo: "La vida de Amauta depende absolutamente de la cooperación de los hombres honrados e idealistas del Perú", se dijo varias veces15. La permanente invocación "Ayude Ud. a Amauta" implicaba que la revista solo podía mantenerse si era capaz de convertirse en un verdadero proyecto colectivo.

Como veremos más adelante, la diversidad de lugares en los que se distribuía era amplia, pero también originaba demoras en las remesas y hacía que el modelo, a pesar de los esfuerzos por diversificarlo, dependiera principalmente de la venta corriente y presentara problemas de viabilidad. Es así que en 1927, Mariátegui planteó un plan de crecimiento que permitiera mejores condiciones y reducción de costos. Propuso entonces que "la gestión de Amauta no puede ya ser individual, sino colectiva" e invitó a los lectores a suscribir acciones, implementando un esquema de accionariado difundido en forma de contribuciones, lo que se convirtió, junto con la publicidad y el grupo de suscriptores, en la base de su economía (Sociedad Editora Amauta, 1927).

6. Una extensa red de contactos

Mariátegui siempre buscó construir un proyecto cultural basado en una fluida comunicación entre Lima y provincias, y entre el Perú y el mundo. La correspondencia administrativa de la Sociedad Editora Amauta muestra que, si bien Lima era el punto principal de intercambio, la revista llegó a entrar en contacto con prácticamente todas las provincias del Perú, con excepción del Oriente, donde solo llegó a Iquitos16. Además, se han identificado más de quince centros poblados donde llegó la revista, como Shorey (La Libertad), Chicla (Huarochirí, Lima), Carhuaz (Áncash) y Goyllarisquizga (Pasco), lo que pone en evidencia su amplia circulación nacional. De hecho, en el "Primer Encuentro de Narradores Peruanos", José María Arguedas afirmó lo siguiente: "Cuando tenía 20 años, yo encontraba Amauta en todas partes: la encontré en Pampas, en Huaytará, en Yauyos, en Coracora, en Puquio: nunca una revista se distribuyó tan profusamente, tan hondamente como Amauta". Y concluyó con esta afirmación radical: "Yo declaro con todo júbilo que, sin Amauta, la revista dirigida por Mariátegui, no sería nada" (Alegría et al., 1986, p. 235).

Esta intensa difusión fue producto de una extensa red de articulaciones con proyectos editoriales e intelectuales diversos a lo largo del Perú. La lista es enorme, pero de manera sucinta podemos resaltar los siguientes contactos: en Puno (con Gamaliel Churata y el Boletín Titikaka); en Arequipa (con César Atahualpa Rodríguez y el Seminario de Cultura Peruana); en Cusco (con el grupo Resurgimiento, la librería Los Andes y las revistas Kosko y Kuntur); en Trujillo (con

Antenor Orrego, Alcides Spelucín y el diario El norte); en Chiclayo (con Carlos Arbulú y Nicanor A. de la Fuente); en Piura (con Luis Carranza, Carlos Chávez, Hildebrando Castro Pozo y el diario el Tiempo); en Jauja con el incansable trabajo de Moisés Arroyo.

En el ámbito internacional, Beigel (2006, p. 227) contó con al menos doce agencias latinoamericanas de la red mariateguiana. En América, los contactos fueron: en Estados Unidos (con Waldo Frank, Earle James, la agencia Tass, el periódico The Nation); en Cuba (con Emilio Roig, el grupo Minorista y las revistas Avance y Atuei); en Puerto Rico (con Emilio Delgado); en Costa Rica (con Joaquín García Monge y la revista Repertorio Americano); en México (con las revistas Cox, Letras mexicanas, La Revista de Revistas, La revista de Economía y Contemporáneos); en Colombia (con Germán Arciniegas y la revista Universidad); en Bolivia (con las redes de Gamaliel Churata); en Chile (con Blanca del Prado y las revistas Educación y Atenea); en Uruguay (con Jaime Morenza y la revista La Cruz de Sur); y en Argentina (múltiples contactos -Carlos Américo Amaya, Antonio Zamora, Alejandro Korn y, sobre todo, Samuel Glusbergy múltiples revistas como Sagitario, Claridad, Martín Fierro, Valoraciones y Revista del Oriente).

Por si fuera poco, en Europa los contactos fueron: en España (con las revistas Alfar, El Estudiante, El Consultor bibliográfico y con las editoriales Cenit e Historia Nueva que había sido fundada por su amigo César Falcón); en Francia (con Henri Barbusse y las revistas Clarté y Monde); en Italia (con las revistas Index, Futurismp, L’Artisti plastiche y Il dramma) y en Alemania (con las revistas Der Sturm, Die Kommunistische Internationale, Sozialistique Monatshefte. Theorie und Praxis des Sozialismus)17.

Hay que añadir que los directorios personales de Mariátegui, en muchos casos escritos de puño y letra, contienen datos de unos doscientos contactos entre personas e instituciones con las que había establecido vínculo y de las que recibía algunas de sus publicaciones18. En dichas listas, figuran los nombres de personajes como Miguel de Unamuno, Jorge Luis Borges, F. T. Marinetti, Henri Barbusse, Luis Araquistáin, Azorín, Ramón del Valle Inclán, Gabriela Mistral, Pablo Picasso, Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Bernard Shaw, entre otros. Y figuran también direcciones de revistas, librerías y asociaciones en el exterior19.

Además, en estos directorios aparecen muchos peruanos exiliados en el extranjero, como Enrique Bustamante Ballivián, Alberto Hidalgo, César Vallejo, Manuel Seoane, Enrique Cornejo, César Miró, Fernán Cisneros, Blanca Luz Brum, Magda Portal, Serafín del Mar, Manuel Cox y muchos más. La lista no solo demuestra la amplitud y diversidad de personas, sino también el orden y la sistematicidad para tenerlos actualizados. Melis anota que "la capacidad de Mariátegui en mantener contactos desde el lejano Perú era verdaderamente prodigiosa, única en su tiempo. Revela, además, una atención dirigida a los problemas de organización, insólita en su ambiente y en su tiempo" (1981, p. 116).

En suma, las redes de colaboradores de Amauta sumaban alrededor de 1446 contactos distribuidos en 126 ciudades a escala nacional e internacional20. Todo ello demuestra que Mariátegui fue un asombroso gestor cultural capaz de producir una rizomática red de articulación cultural.

7. Los vínculos con los jóvenes

Para llevar a cabo todos sus proyectos era imprescindible convocar a talentos promisorios. Como sabemos, Mariátegui desarrolló un vínculo con intelectuales muy jóvenes, como Estuardo Núñez, Martín Adán, Jorge Basadre, César Miró o Jorge del Prado, quienes entonces tenían entre 18 y 23 años. Posiblemente veía en ellos la voracidad intelectual que tuvo él mismo cuando entró a trabajar en La Prensa con tan solo 15 años. Por ejemplo, Martín Adán (seudónimo de Rafael de la Fuente Benavides), con tan solo 19 años, comenzó a colaborar en Amauta luego de que Mariátegui leyera el manuscrito de La casa de cartón y quedara inmensamente impresionado. Lo mismo ocurrió con Carlos Oquendo de Amat, autor del famoso 5 metros de poemas y comprometido combatiente durante la guerra civil española.

El "rincón rojo", en su casa del jirón Washington Izquierda, fue un espacio de tertulia diaria que luego todos recordarían con admiración (Miró, 1994). A esas reuniones, se integraron dos jóvenes judíos provenientes de la zona fronteriza entre Besarabia y Ucrania: Miguel Ben-Tzvi Adler y su novia Noemí Milstein que en ese entonces tenían 21 y 16 años respectivamente. Ellos se dedicaron a traducir del ruso y alemán artículos para Amauta21, como el ensayo de Sigmund Freud, "Resistencias al psicoanálisis", que apareció nada menos que en el primer número, un hito para el campo cultural peruano. Por lo demás, ambos jóvenes recibieron el apoyo de Mariátegui para la publicación de la revista Repertorio Hebreo, anunciada como mensual, que apareció en 1929 y se imprimió en los talleres de la Editorial Minerva y que convocó la adhesión de figuras prominentes del judaísmo (Lomnitz, 2019). Mariátegui contribuyó en su primer número con un artículo titulado "Israel y Occidente, Israel y el mundo" (1929).

8. La articulación entre Amauta y Labor

Mariátegui tenía una gran capacidad como organizador preocupado por la democratización de la cultura. Sus diferentes proyectos buscaron dotar al movimiento popular de un instrumento de formación educativa. Al regresar al Perú, en una de sus conferencias en la Universidad Popular González Prada, afirmó lo siguiente:

[...] el proletariado necesita, ahora como nunca, saber lo que pasa en el mundo. Y no puede saberlo a través de las informaciones fragmentarias, episódicas, homeopáticas del cable cotidiano, mal traducidas y peor redactadas en la mayoría de los casos, y provenientes siempre de agencias reaccionarias. (1985a, p. 16)

Fue en el diario Labor donde Mariátegui buscó crear un órgano al servicio de la comunidad obrera y campesina. De la misma manera que Clarté y Monde, fundadas por Barbusse, Mariátegui definió a Amauta como una revista de doctrina y polémica, mientras que Labor debía servir como un periódico de información destinado a un público mucho más amplio (Mariátegui, 1928b, p. 2). En su número introductorio lo explica enfatizando la importancia de lograr un mínimo tiraje para hacerlo sostenible, buscando el compromiso de las organizaciones obreras -quienes también serían las que definan su formato futuro-:

"LABOR" se transformará en un semanario apenas su economía se lo consienta. Para esto no necesitamos, sino que todos nuestros agentes sean solícitos y exactos en el envío de sus remesas, que todas las organizaciones obreras se suscriban a una cantidad fija de ejemplares y que todos nuestros lectores nos ayuden en la difusión del periódico, reclutándonos subscriptores, pidiéndolo en los puestos, haciéndolo conocer por sus amigos. Necesitamos alcanzar un tiraje estable de 6,000 ejemplares, íntegramente absorbidos en la República e inmediatamente pagados. Cuando nuestra circulación alcance esta cifra, estaremos en condición de considerar una de estas dos medidas: reducir el precio del periódico a 5 centavos conservando su formato y número de páginas o aumentar éste y mejorar su presentación y contenido. El público de "LABOR" será el que decida cuál de estas medidas debe ser preferida. Desde ahora abrimos, al respecto, una encuesta entre nuestros amigos y simpatizantes. (Mariátegui, 1928a, p. 1)

Labor fue un medio para generar una mayor unidad entre los trabajadores, pero se diferenció notablemente de las clásicas publicaciones del sindicalismo del momento (Casetta, 1981, p. 116). En Labor, los artículos sobre arte y literatura eran paralelos a los escritos sobre las luchas sociales y los asuntos campesinos. En el primer número, por ejemplo, se combinan artículos sobre la política mexicana con una encuesta sobre el valor de la literatura proletaria. Un artículo del propio Mariátegui sobre el problema indígena es antecedido por un relato de Gamaliel Churata. Además, se informó de la exposición en Lima del pintor argentino José Malanca y se comentaron diversos aspectos de la vida sindical.

Hay que notar que los años de la publicación de Labor (1928-1929) representaron el momento de mayor articulación simultánea de todos los proyectos de Mariátegui. A razón de la ruptura con el APRA y del permanente hostigamiento del gobierno de Leguía (la intervención a su casa, la detención por unos días, la permanente "pérdida" de su correspondencia y libros), Mariátegui no solo buscó proponer intervenciones de mayor envergadura, sino articularlas unas con otras. Si la revista Amauta generó Labor, con Labor se sentaron las bases materiales que luego permitieron la creación del Partido Socialista (1928) y de la Confederación General de Trabajadores del Perú-CGTP (1929).

La articulación entre Amauta y Labor refleja el esfuerzo para sentar las bases de una futura cultura común entre trabajadores, intelectuales y campesinos. Mientras que la mayoría de los intelectuales peruanos veían al campesino como "otro" casi inaccesible,

Mariátegui identificó que la cultura impresa podía ser puesta al servicio de una nueva estrategia de comunicación popular. Es más, el truncado proyecto de convertir la columna "El Ayllu" en un periódico destinado solo al mundo campesino es un nuevo ejemplo de la permanente búsqueda de ampliación de un proyecto cultural muy sólido y de su articulación con diversos actores sociales.

9. Cambiar la educación, cambiar la cultura

Mariátegui se dio cuenta de que las primeras décadas del siglo XX no solo traían consigo un gran conjunto de cambios económicos y políticos, sino que también las observó cómo un momento de crisis generalizada. Por eso subrayó la necesidad de transformar "un estado de ánimo en un estado de conciencia" (1974b, p. 66), y, para lograrlo, propuso que no había otra receta que acompañar los cambios políticos y económicos con verdaderas reformas educativas.

¿Cómo educar a la población? Para Mariátegui, el periodismo, el arte y la promoción cultural cumplían una función decisiva al respecto. De hecho, sus emocionados artículos sobre Lunatcharsky -el comisario de la educación pública de los sóvietsy José Vasconcelos -el secretario de educación pública en Méxicoson relevantes para subrayar las potencialidades que una educación popular podría traer consigo. Solo desde ahí se podría "modelar una humanidad nueva e incubar un nuevo porvenir" (Mariátegui, 1985b, p. 102).

Para Mariátegui, en efecto, la escuela no podía ser entendida como el único lugar educativo. Una verdadera mejora en la calidad educativa requería de mejores medios de comunicación y de una real democratización de la producción cultural. Mariátegui entendió las políticas culturales siempre al interior de políticas educativas. De hecho, la escuela, el periodismo, el sindicato, las organizaciones obreras y los propios partidos políticos eran entendidos, -por él-, como instancias destinadas a cumplir una función educativa en la sociedad. Es decir, Mariátegui no se refería a ellos como simples instancias de reclamo coyuntural, sino que las veía, sobre todo, como "centros culturales", vale decir, como lugares para articular un proyecto de transformación diferente al de la sociedad hegemónica. Estas organizaciones debían ser capaces de proponer cambios en las ideas y en la sensibilidad para contribuir la construcción de una nueva cultura socialista. Rochabrún (s/f) ha señalado que Mariátegui nunca "vivió la política como búsqueda y ejercicio inmediato de poder, sino como aprendizaje y pedagogía de la vida colectiva"22.

El cambio social con el que Mariátegui se sentía comprometido necesitaba de la construcción de una sensibilidad nueva destinada a gestar una nueva cultura. En sus ideas, difundir el arte era, por tanto, una tarea esencial para la reforma educativa y para producir ciudadanos más informados ante la realidad social (Mariátegui, 1985b, pp. 93-96). Al igual que Trotsky, Mariátegui entendió el arte "como el más alto testimonio de la vitalidad y del valor de una época" (1985b, p. 92). El arte -afirmó tambiéndebe tener la capacidad de "encender en muchas almas la llama de una fe y crispar muchos puños en un gesto de rebeldía" (Mariátegui, 1985b, p. 164).

El proyecto educativo implicaba un trabajo en la difusión crítica del conocimiento y en la formación de nuevas estéticas. "Las botellas, los vasos y las manzanas no han variado en cinco siglos; pero la sensibilidad de los hombres sí" (Mariátegui, 1986b, pp. 61-62), sostuvo en un momento. Mariátegui sabía bien que el arte se descubre y se aprende en continua relación con él y, por lo tanto, la construcción de nuevos públicos fue siempre un objetivo central en su propuesta. "El gusto no es sino el resultado de un largo proceso de educación", sostuvo además (Mariátegui, 1974b, p. 147).

Desde una opción verdaderamente cosmopolita, promovió las traducciones de obras en otros idiomas y fue un entusiasta divulgador "en la trama de conexiones transculturales que daban cuerpo a una esfera global de intercambios literarios" (Bergel, 2016, p. 173). Hay en él siempre una voluntad universalista. Mariátegui, por ejemplo, reseñó a los nuevos novelistas rusos, escribió sobre el poeta bengalí Rabindranath Tagore y comentó con emoción la novela Manhattan Transfer, de John Dos Passos. Su vocación por elevar el nivel educativo, por democratizar el acceso a la cultura, por construir nuevos públicos, por reforzar la práctica de leer y por intervenir en la esfera pública, puede notarse en la decisión de publicar el boletín llamado "Libros y revistas" que aparecía en todos los números de Amauta. En el primer número, a modo de presentación, Mariátegui escribió lo siguiente:

Cumplimos uno de los puntos de programa editorial Minerva iniciando la publicación de esta revista bibliográfica, que aspira a llenar una función animada por el espíritu de la época en el desarrollo de la cultura peruana. "Libros y Revistas" estudiará y reseñará el movimiento literario contemporáneo. En sus comentarios y en sus noticias, reflejará, con toda la amplitud posible, el movimiento bibliográfico nacional y extranjero. Se esforzará por ser una verdadera guía del lector peruano [...]. En esta revista no nos limitaremos a una labor meramente bibliográfica. No lograríamos, si nos impusiésemos ese límite, ofrecer a nuestros lectores una imagen viva del mundo de las letras en nuestro tiempo. "Libros y Revistas" informará a su público sobre todas las instituciones, movimientos, corrientes, tendencias y grupos que constituyan una expresión interesante del trabajo, o de la crisis, de la inteligencia. Y publicará fragmentos escogidos de las otras de escritores de otros idiomas que, no obstante, su valor representativo o su interés polémico, no sean aún bien conocidos en nuestro idioma. (1926, pp. 2-3)

No solo ello. Mariátegui se dio cuenta, además, de que no había ni un espacio ni un mercado para las artes visuales en aquellos años. Para Majluf y Kusunoki (2021), Mariátegui fue "el gran articulador de un espacio para la plástica peruana" y Amauta fue también pensada como una especie de vitrina para que los artistas plásticos puedan exponer sus trabajos. A contracorriente de lo que existía, Mariátegui siempre se propuso abrir nuevos espacios para las artes en general.

Digamos, entonces, que su concepción de cultura no se limitaba a subrayar la importancia de los objetos simbólicos, sino que además proponía un conjunto de intervenciones para alimentar la esfera pública, para proponer nuevas estéticas y para neutralizar las relaciones de poder dentro del propio campo cultural. De sus escritos y su labor editorial se desprende una imagen de la cultura como un poder simbólico, pero también una forma de vida, que debía ser transformada. El debate sobre libros e ideas podía, en efecto, contribuir a comenzar a cambiar la sociedad.

10. Combatir el racismo

Cambiar la cultura implicaba transformar los estereotipos frente a las identidades existentes. De hecho, Mariátegui siempre abogó por desjerarquizar las relaciones culturales y rechazó todo biologismo. Su propuesta subrayó el carácter social de la diferencia cultural y de la desigualdad económica. Cuestionó los patrones de poder que reproducían la racialización del trabajo y la subalternización de identidades, saberes y formas de vivir23. Heredero de las lecciones de Manuel González Prada, Mariátegui estaba convencido de que "el pecado de la República fue nacer sin y contra el indio" (1984, p. 243).

En sus 7 ensayos sostuvo claramente que el mestizaje "necesita ser analizado no como cuestión étnica, sino sociológica" (1984, p. 273) y anotemos que, en ese entonces, "raza" no era una categoría exactamente biológica y estaba mucho más asociada a lo que hoy entendemos por "diferencia cultural". Más bien, y en contraposición a los usos de hoy, la palabra "etnia" era la que hacía referencia a lo biológico y, por eso mismo, Mariátegui la descartó rápidamente (Manrique, 1999). Para él, los seres humanos son siempre seres históricos y, por tanto, las relaciones que se han creado entre ellos responden, sobre todo, a sistemas de poder y dominación social. Dos citas suyas son muy claras al respecto: "El concepto de razas inferiores sirvió a occidente blanco para su obra de expansión y conquista" (1984, p. 34) y "Partiendo del concepto de la inferioridad de la raza, para llevar a cabo una explotación intensa, los poderes coloniales han buscado una serie de pretextos jurídicos y religiosos para legitimar su actitud" (Mariátegui,1987, p. 56).

Con títulos como el "problema de las razas" y el "problema del indio", Mariátegui intentó discutir el lugar de las culturas subalternas en el marco de la herencia colonial y de la constitución del Estado-nación. Mariátegui nunca dejó de preguntarse cómo y por qué los pueblos indígenas, que habían llegado a un grado muy avanzado de organización social antes de la conquista, "se estancaron bajo el régimen colonial" (Mariátegui, 1987, p. 22). Siguiendo esta lógica, un verdadero proyecto de transformación social no tendría como objetivo "integrarlos" en el marco del Estado nacional ya existente, sino de reconstruir el Estado nacional desde nuevos paradigmas (Quijano, 2014).

De hecho, Mariátegui cuestionó la idea de que la nación deba ser algo homogéneo, y puso en jaque a todas aquellas políticas que negaban la heterogeneidad y la diferencia cultural. Hoy llamaríamos a esta propuesta "interculturalidad". En sus ensayos, sostuvo que en el Perú, las diversas culturas no se encontraban en igualdad de condiciones, sino que estaban bajo rígidos sistemas de dominación social. Sostuvo que "Un país políticamente independiente puede ser económicamente colonial" (Mariátegui, 1985a, p.130). Su proyecto apuntó entonces a desjerarquizar lo que había sido excluido para comenzar a construir una nueva cultura y una nueva sociedad.

Como marxista, Mariátegui proponía profundas transformaciones en el sistema económico, pero a su vez entendía que el problema de las culturas excluidas no podía ser resuelto sin un verdadero cambio cultural. Mariátegui entendió que la marginación del mundo indígena no era solo un problema económico relativo a la propiedad, sino también de una sociedad que producía identidades y relaciones sociales basadas en la desigualdad y la jerarquización. Para él, el llamado "problema indígena" necesitaba de una solución económica, pero igualmente de la liquidación de la servidumbre entendida como "un desarrollo mental de la economía" (Mariátegui, 1984, p. 28), vale decir, como una práctica económico-cultural que construía identidades y roles diferenciados entre las personas. "Se trata al peón como una cosa y no como una persona", afirmó (Mariátegui, 1984, p. 32).

Sin embargo, es preciso subrayar que su interés por la heterogeneidad cultural y por las culturas subalternizadas nunca cayó en una idealización chauvinista o en la propuesta por un aislamiento autónomo. Mariátegui fue siempre un pensador universalista ajeno a todo tipo de inmanentismo cultural: "El Perú es un fragmento de un mundo que sigue una trayectoria solidaria" (1970, p. 27) escribió firmemente, para luego sostener sin miedo que:

Del prejuicio de la inferioridad de la raza indígena, empieza a pasarse al extremo opuesto: el de que la creación de una nueva cultura americana será esencialmente obra de las fuerzas autóctonas. Suscribir esta tesis es caer en el más ingenuo y absurdo misticismo. (1987, p. 30)

Es decir, a pesar de ser uno de los más importantes activistas del indigenismo, Mariátegui defendió siempre la mejor herencia del pensamiento occidental y promovió su difusión. Alentó la lectura de los "clásicos" y fue un promotor de las vanguardias que remecieron la escena artística en Europa desde principios de siglo. De hecho, fue en Europa donde se hizo marxista y donde optó por pensar el Perú no desde un particularismo autosuficiente, sino como parte de un gran proyecto de emancipación universal. Para Mariátegui, el capitalismo era uno solo (con singularidades locales, sin duda) y, por lo tanto, había que combatirlo mundialmente.

Mariátegui fue, sin duda, un cosmopolita y un indigenista. Su propuesta apuntaba a reconstruir la cultura peruana desde su propia historia, pero sin dejar de insertarla en las complejas dinámicas del mundo contemporáneo. Su proyecto cultural apuntó a reconciliar el país con su propio pasado, -un pasado que había sido negadopara articularlo con las más fértiles experiencias (occidentales y orientales) de la historia humana.

11. Cambiar las relaciones de género

Desde la década de 1920, la observación de las relaciones de género comenzó a ocupar un papel central en el pensamiento de Mariátegui. El cambio con respecto a su producción anterior -vale decir, en la etapa en que firmaba con el seudónimo de Juan Croniqueur24 - es notable y podemos hallarlo, por ejemplo, en afirmaciones como la siguiente: "La revolución francesa inauguró un régimen de igualdad política para los hombres [...] los derechos del hombre podrían haberse llamado los derechos del varón" (Mariátegui, 1974b, p. 162). Esta cita es decisiva porque en ella puede notarse que Mariátegui reconoció los mecanismos ideológicos mediante los cuales el discurso moderno se instaló en Occidente. Notó, en efecto, que se trataba de una ideología que, por un lado, apelaba a contenidos supuestamente "universales", pero que no podía dejar de privilegiar lugares centrales de dominio social. De hecho, hoy sabemos que el discurso moderno sobre la igualdad de todos los seres humanos se refería básicamente a la igualdad de los hombres blancos, burgueses, propietarios y heterosexuales. Mariátegui se dio perfecta cuenta de este problema y, por eso, comenzó a cuestionar uno de los fundamentos de la modernidad occidental: "Al movimiento feminista no deben ni pueden sentirse extraños ni indiferentes los hombres sensibles a las grandes emociones de la época", señaló con énfasis (1974b, p. 172).

A diferencia de muchos intelectuales de su época, Mariátegui atribuyó a las relaciones de género una dimensión central en la constitución del mundo social. En un contexto donde el pensamiento político no había integrado de manera significativa esta dimensión, llegó a sostener que el género permite visibilizar un conjunto de relaciones de exclusión y desigualdad: "La sociedad no se dividía únicamente en clases sino en sexos. El sexo confería o negaba derechos políticos", sostuvo (1974b, p. 163).

Propuso entonces desnaturalizar las relaciones de género. Mariátegui se preguntó por las formas de socialización y subrayó la arbitrariedad de los roles, haciendo notar que lo supuestamente "biológico" pertenece, más bien, a prácticas culturales, arbitrarias y siempre funcionales a la mantención del poder. Por eso, contra cualquier ideología naturalista, llegó a afirmar que "la mujer es algo más que una madre" (1974b, p. 171). En varios artículos, Mariátegui opinó -con ideas muy adelantadassobre el divorcio, el control de natalidad, el aborto y la prostitución25.

De hecho, al historizar y desencializar las relaciones de género, no tuvo reparos en considerar que "el feminismo es esencialmente revolucionario" (Mariátegui, 1974b, p. 169) y sostuvo que el futuro Estado comunista no deberá "distinguir ni diferenciar los sexos ni las nacionalidades" (1974b, p. 160). Más aún, Mariátegui se interesó mucho por la escritura femenina y escribió varios artículos subrayando la agencia de las mujeres a lo largo de la historia. Son muy importantes sus artículos dedicados a Juana de Arco, Margarita Bondfield, Alejandra Kollontai, Magdeleine Marx, Rosa Luxemburgo, Ada Negri e Isadora Duncan. En el Perú, destacó la obra de Clorinda Matto de Turner, Julia Codesido y Magda Portal, a quienes admiró muchísimo.

Además de ello, convirtió la revista Amauta en un lugar abierto para los artículos escritos por mujeres, las cuales también colaboraron con imágenes y carátulas. Para Sara Beatriz Guardia, Amauta fue un importantísimo espacio donde "las mujeres pudieron publicar y levantar la voz para decir lo que pensaban sobre hechos diversos" (2006, p. 61). Esta investigadora notó algo sumamente relevante. Como sabemos, Amauta tuvo 32 números, pero Mariátegui solo pudo dirigir 29, que fue el último número antes de morir. En todos ellos, la participación de mujeres fue constante. En el primer número fueron siete los artículos escritos por mujeres y en el segundo son cinco. Al final, sumarían treinta y ocho mujeres, entre artistas y escritoras, tanto peruanas como extranjeras, las que participaron en la revista. Luego de su muerte, Amauta cambió radicalmente y, en los dos últimos números, no volvió a figurar ningún artículo escrito por una mujer26.

12. Conclusiones

Como hemos visto, Mariátegui fue un intelectual atento de las políticas culturales del Estado, pero fue además un gestor cultural absolutamente involucrado en un proyecto de transformación social. No solo produjo nuevos contenidos para la cultura peruana, sino también nuevas formas de gestión desde lo que hoy llamamos la "sociedad civil". Mariátegui entendió las políticas culturales como una profunda articulación de iniciativas del Estado, la sociedad civil y el mercado. Para él, los objetos culturales nunca debían proponerse como productos aislados, sino incorporados dentro de un proyecto político mayor. Las nuevas tecnologías y el establecimiento de una red de contactos tuvieron, en su propuesta, una función central en la difusión de todos sus proyectos, tanto a escala nacional como internacional.

Mariátegui siempre desconfió del pensamiento alejado de la acción y por eso no se cansó de subrayar que su época reclamaba "un idealismo más práctico, una actitud beligerante" y que, por lo mismo, se trataba mucho más "de la lucha que de la contemplación" (1985c, p. 81). Por eso, realizó una apología de aquellos gestores que sabían planificar, administrar y obtener resultados en el marco de un trabajo siempre involucrado con la justicia social. Así, fue un gran admirador de la capacidad de gestión de Trotsky, Lunatcharsky y de Dzerzhinsky, piezas claves en la revolución bolchevique. También celebró el trabajo de Luther en Alemania, de Eugenio Debs en los Estados Unidos, de Katayama en el Japón y de Krassin en la Rusia soviética. De este último dijo lo siguiente: "A los Soviets no les hace falta literatos ampulosamente elocuentes ni pisaverdes encantadoramente imbéciles. Les hacen falta técnicos de comercio y finanzas como Krassin" (Mariátegui, 1986a, p. 126). Y luego añadió algo muy importante:

En el ambiente de los negocios, es raro que un hombre conserve un amplio horizonte humano, un vasto panorama mental. Por lo general, muy pronto lo aprisionan y lo encierran los muros de un profesionalismo tubular o de un egoísmo utilitario y calculador. Para saltar estas barreras, hay que ser un espíritu de excepción. Krassin lo era incontestablemente. (Mariátegui, 1986a, pp. 127-128)

Mariátegui, en suma, fue un intelectual que percibió las condiciones materiales e ideológicas de su tiempo y diseñó novedosas formas de intervención en ellas. Fue, sin duda, un intelectual que supo hacerle frente al advenimiento de la cultura de masas en la medida en que se propuso democratizar viejos paradigmas de producción cultural (García Liendo, 2017, pp. 4 y 167). En su búsqueda de audiencias cada vez más amplias, procuró articular sus proyectos editoriales con diversas organizaciones sociales.

Coincidimos con Beigel en afirmar que fueron entonces cinco las áreas donde Mariátegui desplegó todo su proyecto editorial: la revista Amauta, el periódico Labor, las ediciones de autores nacionales y extranjeros, la Biblioteca Amauta y la Oficina del Libro (2006, pp. 215-216). En cada una de ellas buscó concatenar la creación de nuevos contenidos con una amplia distribución nacional e internacional, que permitiera sostenibilidad y cumpliera con un objetivo social. Por si fuera poco, en el cuidado de todas las ediciones Mariátegui siguió apostando por la producción de un trabajo que conservara su dimensión artesanal, creativa y no alienada.

Entonces, ¿qué era el socialismo para Mariátegui? Podemos decir que lo entendió como una simultaneidad: cambio económico, cambio político y cambio cultural. Para él, una sociedad socialista no podía construirse aplicando solamente nuevas recetas económicas. Se trataba, además, de trabajar en la construcción de una nueva hegemonía basada en nuevos imaginarios y, sobre todo, en una sensibilidad distinta a la capitalista. El proyecto mariateguiano de vincular cultura y política se revela entonces, no solo en todo su dinamismo, sino en su condición ejemplar y asombrosa: "El socialismo tiene que ser el resultado de un tenaz y esforzado trabajo de ascensión", sostuvo sin miedo (Mariátegui, 1974a, p. 88). A Mariátegui lo económico y lo político le parecían decisivos, pero nunca menos que lo simbólico. Pensar y trabajar en el marco de la totalidad social fue siempre su objetivo: "La revolución que será para los pobres no solo la conquista del pan, sino también de la belleza, del arte, del pensamiento y de todas las complacencias del espíritu" (1985b, p. 158).

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Notas

11 Los rejones eran pequeñas barras de metal que usaban los linotipistas para alinear las letras y armar la composición de textos dentro de la caja.

22 A los dos meses de fundado, pasó a llamarse Círculo de Periodistas y luego dio nacimiento, el 21 de julio de 1928, a la Asociación Nacional de Periodistas.

33 Las conferencias, correspondientes a los años 1923 y 1924, fueron publicadas como parte de las obras completas de Mariátegui con el título Historia de la crisis mundial (1985a). Algunas de las notas mecanografiadas para estas conferencias se encuentran disponibles en http://archivo.mariategui.org/index.php/conferencias-2.

44 El documental Minerva: elogio de la máquina, producido en 2017 por el cineasta español Daniel Lagares, da cuenta de la historia de la máquina. Véase el reel en https://www.youtube.com/watch?v=ehJXCQ0_grs.

55 Al respecto, se puede revisar la carta de José María Eguren a Mariátegui con fecha 6 de agosto de 1928 (http://archivo.mariategui.org/index.php/carta-jose-maria-eguren-6-8-1928) y la carta de Mariátegui a José María Eguren con fecha 21 de noviembre de ese mismo año (http://archivo.mariategui.org/index.php/carta-a-josemaria-eguren-21-11-1928).

66 Además de máquinas de imprenta, la empresa Nebiolo creó una gran variedad de fuentes tipográficas, que siguen siendo populares hasta la actualidad.

77 El Archivo José Carlos Mariátegui ha elaborado un listado de publicaciones editadas por la Editorial Minerva entre 1925 y 1930: https://www.mariategui.org/publicaciones-de-la-editorial-minerva-1926-1930/.

88 Los tres textos mencionados en esta parte están incluidos en el libro Temas de educación (1974b): "El índice del libro", pp. 127-132; "El problema editorial", pp. 133-138; "Concursos y premios literarios", pp. 155-158.

99 Tarcus (2001) ha estudiado al detalle las relaciones de Mariátegui con Glusberg. Beigel (2006) no deja de comentar su importancia.

1010 Las principales investigaciones sobre Amauta son: Wise (1978), Tauro (1994), Beigel (2006). Se ha publicado también las actas de dos congresos dedicados exclusivamente a la revista: Amauta y su época (Lima: Minerva, 1997); Amauta: 80 años (Lima: INC, 2009). Thissen (2017) comenta la mayoría de los números de Amauta en su documentada biografía. En 2017, la Casa de la Literatura Peruana organizó una notable exposición titulada "Un espíritu en movimiento: redes culturales de la revista Amauta". Los curadores fueron Diana Amaya y Mauricio Delgado. En 2019, Beverly Adams y Natalia Majluf organizaron otra importante muestra sobre Amauta y las artes visuales que recorrió tres países (España, México y Perú), concluyó con la publicación de un libro-catálogo: Redes de vanguardia: Amauta y América Latina, 1926-1930 (Madrid: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2019). Recientemente, el Museo José Carlos Mariátegui y el Archivo José Carlos Mariátegui organizaron el curso "Amauta: el itinerario de una invención", disponible en: https://www.mariategui.org/recursos/ cursos/amauta-el-itinerario-de-una-invencion/.

1111. Para mayor detalle, se puede revisar el acta de constitución de la Sociedad Editora Amauta en: http://archivo.mariategui.org/index.php/constitucion.

1212. Para conocer con detalle los números de acciones y montos, se puede revisar la serie que corresponde a Certificado de Acciones: http://archivo.mariategui.org/index.php/ certificado-de-acciones.

1313. Carta al Presidente de la Federación Gráfica de la Ciudad, 14/5/1927, en: http://archivo.mariategui.org/index.php/carta-al-presidente-de-la-federacion-grafica-de-la-ciudad-14-5-1927.

1414. En varios ejemplares de Amauta hay páginas dedicadas a la Oficina del Libro. Por ejemplo, véase el número 21: http://hemeroteca.mariategui.org/index.php/Detail/ objects/21.

1515. En los números 2 y 3 de Amauta aparecieron pequeños avisos donde se solicitaba el apoyo para la subsistencia de la revista.

1616. No se tienen datos de correspondencia con San Martín, Madre de Dios y Pucallpa.

1717. La carta con Barbusse se puede revisar en el siguiente enlace: http://archivo.mariategui.org/index.php/carta-de-clarte.

1818. En el Archivo José Carlos Mariátegui se conservan varias hojas, tanto mecanografiadas como manuscritas, de agendas y direcciones utilizadas por Mariátegui: http://archivo. mariategui.org/index.php/agendas-y-direcciones.

1919. En las páginas finales del libro de Beigel (2006) se proporciona una lista más completa y detallada de la red editorial mariateguiana (pp. 287-291).

2020. Estos datos han sido estimados a partir del análisis de documentos del Archivo José Carlos Mariátegui. Para más información, puede verse https://www.mariategui.org/ visualizaciones-de-datos/.

2121. Al respecto, puede verse la siguiente carta de José Carlos Mariátegui al Mensajero de la Literatura Extranjera (Moscú) del 23 de junio de 1928: http://archivo.mariategui. org/index.php/carta-mensajero-de-la-literatura-extranjera-23-6-1928.

2222. Eagleton lo frasea así: "Tomar el poder político es una meta a corto plazo; transformar las costumbres, las instituciones y los hábitos de sentimiento de una sociedad lleva mucho más tiempo. Se puede socializar la industria por decreto, pero la legislación no puede producir por sí sola hombres y mujeres que sientan y se comporten de una manera diferente a sus abuelos y abuelas. Para esto último se necesita un gradual proceso de educación y cambio cultural" (2011, p. 174)

2323. Como se ha hecho notar, sus comentarios sobre la migración china y sobre la cultura afroperuana resultan hoy inaceptables y dolorosos. Mariátegui no dejó de quedar también impregnado de algunos estereotipos de su época. Sin embargo, la siguiente cita -escrita por él mismoparece funcionar como una reflexión autocrítica: "No es raro encontrar en los propios elementos de la ciudad que se proclaman revolucionarios, el prejuicio de inferioridad del indio y sus resistencias a reconocer este prejuicio como una simple herencia o contagio mental del ambiente" (1987, pp. 32-33).

2424. Juan Croniqueur reprodujo los estereotipos más conservadores sobre las mujeres y las relaciones entre géneros. De hecho, en varios de sus artículos, se opuso a las sufragistas inglesas y hasta se burló del movimiento feminista. Sin embargo, años después, es decir, ya como José Carlos Mariátegui, se distanció de ese pasado y sostuvo, de manera autocrítica, que efectivamente había escrito varios "disparates". Mariátegui es también un ejemplo sobre la posibilidad, siempre abierta, de cambio en el pensar.

2525. Son ejemplos de ello los artículos: "La mujer y la política", "Las reivindicaciones feministas", "El III Congreso Internacional de la Reforma Sexual" (incluidos en Temas de educación) y "El divorcio en Italia", "El matrimonio y el aviso económico" (en Cartas de Italia).

2626 La herramienta Amauta Explorada permite analizar cada número de la revista por género: https://www.mariategui.org/vis/amautaexplorada.html.

Agradecimientos

27Agradecemos al Archivo José Carlos Mariátegui, y, de manera especial, a Ana Torres por el trabajo de análisis de algunos de los datos que hemos presentado y el cuidado de las citas bibliográficas

Recibido: 22 de Septiembre de 2021; Revisado: 04 de Noviembre de 2022; Aprobado: 18 de Enero de 2023

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