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Comuni@cción

Print version ISSN 2219-7168

Comuni@cción vol.7 no.1 Puno June 2016

 

 

LA TEORÍA CRÍTICA DE JOSÉ JOAQUÍN BRUNNER: APORTES A LA CONSTRUCCIÓN DEL CAMPO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA DE LA COMUNICACIÓN Y LA CULTURA EN CHILE

BRUNNER´S CRITICAL THEORY: CONTRIBUTIONS TO BUILDING THE FIELD OF POLITICAL ECONOMY OF COMMUNICATIONS AND CULTURE IN CHILE

 

Carlos Reyes Velásquez1, Claudio Maldonado Rivera2, Andrea Corvalán Nazal3

1 Candidato a Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Pablo de Olavide. DEA en Comunicación y Crítica de la Cultura por la Universidad de Sevilla. Docente e investigador de la Universidad de La Frontera (Temuco-Chile). E-mail reyesvelasquezc@gmail.com
2 Doctor en Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona. Docente e investigador de la Universidad Católica de Temuco (Temuco-Chile) E-mail cmaldonado@ciespal.org
3 Socióloga y Magíster en Ciencias Sociales Aplicadas por la Universidad de La Frontera (Temuco-Chile). Investigadora independiente, construye problemas asociados a migraciones internacionales en Chile, medio ambiente y desastres naturales desde enfoques cualitativos. E-mail avcn2908@gmail.com

 


RESUMEN

El artículo presenta una revisión y una sistematización de la literatura de José Joaquín Brunner, de las décadas de los años ochenta y noventa, que releva su interés por construir una crítica a la organización de la cultura dominante en Chile problematizando los fenómenos comunicológicos como elementos de centralidad para comprender el poder y los procesos de modernización capitalista asociados a la producción y circulación simbólica. La estrategia metodológica organizada es de carácter interpretativo y deja claro los criterios de pesquisa en bases de datos definidas, y los procedimientos utilizados para analizar la información desde las propias perspectivas teóricas y metodológicas de la literatura revisada. El objetivo general del documento es sumar bibliografía que aporte a la configuración de la agenda de investigación en comunicación y cultura en Chile, aportando saberes outsiders dentro del repertorio comunicológico actual que se articularían en dos dimensiones: 1) como insumos útiles para las nuevas generaciones de investigadores del ámbito de las Ciencias Sociales y las Humanidades que construyan objetos desde la crítica, en general; y, 2) como aporte a la construcción de una memoria de la infraestructura intelectual y los saberes críticos en comunicación producidos en Chile y Latinoamérica, en particular.

Palabras clave: Teoría crítica, Economía política de la comunicación, Sociología cultural, J.J. Brunner, Comunicología latinoamericana

 


ABSTRACT

The article presents a review and systematization of literature Jose Joaquin Brunner, the decades of the eighties and nineties, relieving their interest in building a criticism of the organization of the dominant culture in Chile by questioning the phenomena as elements comunicológicos centrality to understand the power and capitalist modernization processes associated with the production and symbolic circulation. The methodological strategy is organized and makes it clear interpretive criteria defined research data bases, and the procedures used to analyze the data from their own theoretical and methodological perspectives of the literature reviewed. The overall objective of the document is to add literature on the research agenda in communication and culture in Chile, bringing outsiders into the repertoire knowledge comunicológico current national who is articulate in two dimensions: 1) as useful input for the new generations of researchers in the field of Social Sciences and Humanities to build objects from criticism, in general; and 2) as a contribution to building a memory of the intellectual infrastructure and critical knowledge in communication produced in Chile and Latin America in particular

Key words: Criticism theory, Political economy of communication, Sociology of culture, J.J. Brunner, Latinoamerican communication

 


I.         INTRODUCCIÓN

Raúl Fuentes (2004) señala que la investigación de la Comunicación en Latinoamérica no debe ser sino la reconstrucción crítica de todos los elementos específicos que constituyen el proceso sociocultural general, a través del análisis del papel que la comunicación juega como marco conceptual básico que crea y explica la producción de sentido de la realidad social.

Lo anterior, como ya se ha señalado en trabajos anteriores (Reyes, 2013), erige la problematización de los planos teórico y práctico de la investigación comunicacional, bajo una variable histórica que reivindica la comprensión de los objetos de estudio y sus modos de construcción (Bourdieu, 2008), arraigada en la interpretación necesaria de los contextos y fenómenos políticos, económicos y sociales nacionales y transnacionales que determinan su configuración, para aportar desde ahí a la producción y reproducción histórica de la Comunicación como Campo Comunicológico.

En esta línea, acá se presenta un artículo que sistematiza y discute literatura crítica adscrita a los dominios de la Sociología de la Cultura y la Economía Política de la Comunicación, cuya estructura se organizó del siguiente modo: Primero, se desarrolla un Marco teórico-conceptual que discute elementos generales sobre lo que se concibe como campo de la Economía Política de la Comunicación y la Cultura; luego, se articula un apartado metodológico que explicita en detalle los aspectos procedimentales para la selección del corpus y el procedimiento de análisis de la información; posteriormente, se entregan resultados de carácter descriptivo e interpretativo en un capítulo titulado La Sociología Crítica de Brunner; se continúa con un ítem de Consideraciones finales y se cierra el documento con el apéndice de Referencias.

Con aquello, hay que señalar que de los intereses cognitivos acá sistematizados, Brunner (1981, 1989, 1993, 1998) arremete sobre el análisis de los procesos históricos, las estructuras políticas y la transformación económica global de la sociedad y las comunicaciones, como base contextual esencial para su problematización de la cultura en Chile, en los ámbitos de la productividad y el uso del conocimiento científico-tecnológico. De este modo, con el autor se recorrerán problemáticas sobre la organización cultural y comunicativa en Chile desde lo que denomina como "revolución capitalista", impulsada por la instauración de la dictadura militar en nuestro país en 1973, hasta su original ´diagrama de la globalización cultural´, analizando algunos tópicos que, con Ramón Zallo (2011), se consideran clave en el ámbito de la Crítica de la Economía Política de la Comunicación contemporánea, como son: a) la división del trabajo intelectual en un sistema de producción científico estandarizado; b) el análisis de las formas de producción, distribución y consumo de mercancías simbólicas; c) las variables de la agenda pública y las políticas de control y regulación cultural de la vida cotidiana de los chilenos; d) la crítica de la información como nuevo motor productivo de la economía global, sobre las especificidades de la formación de capital humano y el uso de las infraestructuras tecnológicas; y, e) la crítica de las industrias culturales como complejo industrial massmediático que configura la nueva estructuración de conciencia en el mundo (Brunner, 1998).

Se relevan estos elementos analíticos pues se cree, en la línea de Armand Mattelart (2010), que configuran una perspectiva no reduccionista que superó la mera denuncia ideológica de la teoría crítica del imperialismo y la dependencia cultural, que predominó entre los enfoques comunicativos de las décadas de los años setenta y ochenta en Chile y Latinoamérica; y porque se articulan sobre una epistemología crítica que aporta elementos de conocimiento teórico para discutir nociones básicas sobre organización y democratización cultural. En esta línea, sin embargo, hay que aclarar que esta sistematización teórica no se produce para hacer un relevo acrítico de la teoría crítica de Brunner, sino que por el contrario, se produce para luego disponer su uso como insumo de problematización y deconstrucción metateórica, que aporte a la configuración de una agenda de investigación sobre saberes críticos en comunicación producidos en la región chilena y latinoamericana. Del mismo modo, no se puede obviar que actualmente se conoce a J.J. Brunner como uno de los intelectuales precursores en el proceso de desregulación de la educación pública y la configuración de la educación neoliberal en Chile, y por lo mismo, por su alejamiento del pensamiento crítico. Este aspecto va de la mano, sin duda, con el desconocimiento y cierta "invisibilización" de la literatura que convoca este documento, y frente a aquello, se hace parte activa de uno de los supuestos epistemológicos clave en la sociología de Emile Durkheim (1986), tendiente a qu­e la superación de la prenoción es el elemento fundacional para la producción de toda obra de conocimiento.

Elementos generales sobre el campo de la Economía Política de la Comunicación y la Cultura

Antes de acudir al desarrollo, conviene señalar qué se entiende por Economía Política de la Comunicación y por qué motivo se releva la sociología de Brunner como aporte a su construcción. Al respecto, Mosco señala que la Economía Política de la Comunicación (EPC) no sería sino "el estudio de las relaciones sociales, particularmente las relaciones de poder, que mutuamente constituyen la producción, distribución y consumo de recursos, incluidos los recursos de comunicación" (Mosco 2009, p. 59). Con lo anterior, el autor entiende que la EPC es un campo académico cimentado sobre una epistemología realista, inclusiva, constitutiva y crítica(Mosco, 2009), que en líneas generales plantea un análisis social que tiene al proceso de mercantilización como eje angular para su configuración, y que aun cuando reivindica el valor de la investigación histórica asume un planteamiento filosófico abierto al relevo de la subjetividad. Sin embargo, entre los académicos del área no hay unanimidad sobre la definición del campo, y autores como Fernando Quirós  proponen que antes que hablar de una Escuela de Economía Política de la Comunicación lo que conviene es referirse simplemente a "varias generaciones de investigadores repartidos a uno y otro lado del mundo"(Quirós 2001, p. 26).

Como sea, parece más adecuada la sistematización que realiza Ramón Zallo (2011), quien propone que el campo de la Economía Política de la Comunicación —o de la Economía Crítica de la Cultura y la Comunicación, como lo prefiere llamar— entrega una mirada crítica para el análisis social de la comunicación y la cultura, que aunque resulta fundamental es sólo una dentro de muchas otras compartidas por disciplinas como la economía, la sociología, la ciencia política o la antropología. Con lo anterior, Zallo (1992) explicita dos cosas: una, que la mirada de este campo no es onmicomprensiva; y otra, que no hay una sola teoría que lo articule sino que distintas tradiciones de pensamiento cohabitan en su construcción, identificando ahí dos grandes enfoques teóricos:

  1. el posicionado en la Escuela de Investigación Neoclásica, que se define como Economía de la Información e identifica el "valor" de la información en las condiciones de los precios y la demanda del mercado, como recurso escaso y no como capital, producto de lo que algunos investigadores consideran a la información y las nuevas tecnologías como objetos neutros y no como mercancía, sin ubicarlos necesariamente en el sistema económico; y,

  2. el posicionado en la Escuela de Investigación Crítica, que se caracteriza por la transversalidad interdisciplinaria y que propone no uno, sino un conjunto de objetos de estudio abocados a comprender un "sistema real" de comunicaciones sobre los procesos, formas y contenidos comunicativos que desborda la comprensión unívoca y generalizada de la comunicación. Y precisamente, sobre la construcción del objeto de estudio, Zallo objetiva:

    Los analistas económicos han heredado de la sociología tradicional de la comunicación un objeto de estudio global medios de comunicación social-, que resulta restrictivo respecto al enfoque tradicional de la Economía. Esta define su estudio sobre las actividades económicas a partir de las nociones de sector o ramas económicas. Si se aplica ese parámetro a las actividades de comunicación, el objeto de estudio pertinente es el del sector de comunicación y cultura, o de actividades culturales y de comunicación. Este enfoque, sin embargo, no es aceptado pacíficamente ni por la tradición neoclásica ni por buena parte de las escuelas marxistas (Zallo 1992, p. 37)

Lo que interesa a este trabajo son algunas particularidades de la Escuela de investigación crítica. Así, hay que señalar que ésta se define como Escuela de Economía Política Crítica y es una tradición de pensamiento comunicológico que propone diferentes enfoques que, en su conjunto, sitúan los problemas de la comunicación aprehendiendo parcialmente los problemas reales del sistema de comunicaciones, como explicita el autor:

    Quizás no puede ser de otro modo. Un ámbito real que sólo es abordable desde distintos ángulos y objetos de estudio, mal puede dar lugar a una omnicomprensiva Teoría General de la Comunicación, cuyo primer problema sería clarificar al mismo tiempo, por una parte el conjunto de procesos sociales, políticos, económicos, jurídicos que se entrelazan en los procesos comunicativos y, por otra parte, el análisis de los discursos comunicativos y sus instrumentos (Zallo, 1992, p. 56).

Dentro de estas consideraciones, y preocupado por su sistematización conceptual, Zallo clasifica los enfoques de dos modos:

  1. Por la diferencia de sus objetos de estudio, donde identifica los enfoques socio-político (en Williams y Baudrillard); el de la economía de los procesos de comunicación (en Mattelart y Herbert Schiller); el de la economía política de las industrias culturales (en Miège y Murdock); y el de la perspectiva Institucional (en Melody); y,

  2. Otro determinado por lo que define como sus orientaciones básicas, como sigue:

    A pesar de algunas exageraciones, la Escuela de Franckfurt (Benjamin, 1973; Adorno, Horkheimer, 1969), acertó al establecer una neta diferenciación entre cultura tradicional e industrializada y comprender esta última como parte del modo de producción capitalista. Desde un ángulo filosófico y sociológico definieron un nuevo objeto de estudio, la industria cultural como rasgo sustantivo de la propia sociedad de masas (Zallo, 1992, p. 49).

A este respecto, Zallo añade que contrariamente al carácter innovador de la Escuela de Franckfurt, la mayoría de las otras perspectivas marxistas adoptaron un enfoque descriptivo similar al de la Escuela neoclásica que en lo económico consideró improductivas las actividades culturales y de información, línea en la que señala:

  1. En el análisis marxista tradicional se caracterizaba la comunicación y la cultura como parte de la superestructura social, entendiéndolas ya como componentes de los aparatos Ideológicos del Estado (Althusser, Harnecker), o como componentes de los mecanismos de la reproducción social (Habermas, O´Connor). Este segundo enfoque que no el primero— ha tenido singulares aportaciones a la comprensión de la sociedad actual. Así por ejemplo, el trabajo cultural era ubicado en una función social, intelectual, de la que se señalaba preferentemente la incidencia social, su rol, sus orígenes de clase o sus estructuras grupales (Williams 1981). Sin embargo, cuando el análisis económico irrumpía, la mayor parte de analistas ubicaba la producción cultural en el limbo de la producción inclasificable o del trabajo improductivo" […] los lazos de la izquierda con los creadores y trabajadores de la cultura ha seguido un proceso cíclico de amor y desamor vinculado a las vicisitudes de los períodos más intensos de crisis social. Los cambios que están teniendo lugar en ese sector social hubieran aconsejado una estrategia de contacto atenta no exclusivamente— a los intereses materiales de la mayoría de los creadores (los trabajadores asalariados y pequeños productores de la cultura) y a sus roles concretos de mediadores sociales;

  2. Abordar ese objeto de estudio desde la Economía Política, será la labor pionera de autores como Murdock, Miège, Garnham, entendiendo las industrias culturales como una parcela de la economía de la comunicación y la cultura, y que tiene importantes especificidades por su función en la reproducción social e ideológica y por su modo de producción y valoración" (Zallo 1992, p. 50 y 51).

Con lo anterior, habría que retomar lo mencionado sobre transversalidad interdisciplinaria y discutir seis nodos propuestos por el autor (Zallo 1992 y 2011) como esfuerzo de homogeneización metodológico y conceptual básico sobre las temáticas en el campo de estudio:

  1. Un análisis teórico del proceso productivo cultural donde se incluyan sus procesos de trabajo y de valorización para permitir tres aproximaciones: una, referida a la determinación de la lógica interna de las industrias y su organización; otra, que permita segmentar las industrias culturales en lo que denomina como sus "ramas" específicas; y una última, que se configure como el punto inicial para analizar los procesos de acumulación y de las estrategias utilizadas para ello de las industrias (Zallo, 1992).

  2. Un análisis de la estructura económica de la comunicación posicionado en cuatro variantes:

    1. una, relativa a la estructura económica internacional, que incorpora la preocupación diferencial de los países en la división internacional del trabajo, cristalizada en estructuras industriales, comerciales y financieras que son a la vez específicas en el campo de la comunicación;

    2. otra, relativa a la clasificación segmentada de las industrias culturales, que remite al análisis de la realidad de los capitales concretos y sus asociaciones;

    3. una tercera, que en propias palabras del autor refiere al "estudio del sector de la comunicación y la cultura como conjunto que define la estructura económica cultural del país sea en la vertiente espacial del Estado nación, ya sea de una nacionalidad con identidad cultural y política, ya sea de una región-, y sus interrelaciones con el resto del entramado industrial y su peso en el PIB" (Zallo, 1992, p. 70); y finalmente,

    4. una cuarta variable, relativa al análisis de la segmentación económica que remite a especificidades sectoriales (Zallo, 1992).

  3. El análisis mesoeconómico de la economía industrial que contextualizaría la acción de los agentes y permitiría el estudio de los procesos de concentración de los capitales del ámbito cultural;

  4. El análisis de los agentes, como las empresas privadas o el Estado, en cuanto a cómo se organizan, cuáles son sus ingresos, gastos y modelos de gestión, para conocer los elementos activos de la realidad comunicativa en su plano estructural;

  5. El análisis de los comportamientos más específicos del mercado ligado al conocimiento de las demandas y audiencias globales; y,

  6. El análisis de los aspectos económicos de una política cultural y comunicativa.

Los elementos de Zallo (1992 y 2011) resultan de suma pertinencia, pues dan cuenta de un panorama general de campo que aportará coherencia a la hora contextualizar la literatura de Brunner con el conjunto general de estas preocupaciones.

II.        METODOLOGÍA

Aspectos procedimentales para la selección del corpus y análisis de la información

Es fundamental señalar que el análisis que presenta este trabajo forma parte de los resultados de la investigación académica "Economía Política de la Comunicación y la Cultura en Chile (1970-2010): Análisis sociológico crítico del campo comunicológico nacional", cuyas especificidades, son:

  1. Se trató de un estudio que partió de tres preguntas de investigación sustanciales: 1) ¿Cuáles son los textos publicados en Chile durante el período 1970-2010 que abordan las principales líneas de investigación que trabaja la Crítica de la Economía Política de la Comunicación y la Cultura contemporánea?; 2) Definidos los "textos" y sus autores: ¿Cuál es la problematización que hacen de la noción conceptual "modos de producción" para comprender los problemas de comunicación y cultura?; y, 3) ¿Cómo problematizan tales estudios la (s) forma (s) "mercancía" en sus dimensiones material y simbólica?

  2. Para entregar satisfacción a las preguntas y explicitar el objeto de la pesquisa, posteriormente se procedió a dos acciones:

    1. Primero, se construyó una lista con las "principales líneas de interés" desarrolladas por la Crítica de la Economía Política de la Comunicación y la Cultura Iberoamericana, delimitando las siguientes: 1) Comunicación y lucha de clases; 2) Imperialismo Cultural; 3) Globalización y Cultura; 4) Comunicación Alternativa; 5) Comunicación Participativa; 6) Comunicación para el Desarrollo; 7) Comunicación para el Cambio Social; 8) Industrias Culturales; 9) Concentración económica y estructuras de propiedad de los medios de comunicación; 10) Trabajo inmaterial e intelectual; 11) Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación; y, 12) Estudios genealógicos de reconstrucción histórica  sobre dispositivos de poder; y,

    2. Luego se transformaron tales líneas de interés en "palabras clave" que se sometieron a búsqueda en los Catálogos Electrónicos de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, la Biblioteca Nacional de Chile, y las ocho universidades públicas chilenas integrantes del Grupo A según el Informe 2010 de la División de Educación Superior de Chile (que incluía a la Universidad de Chile, la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidad de Concepción, la Universidad de Talca, la Universidad de Santiago, la Universidad Austral, la Universidad Santa María y la Universidad de La Frontera), cuya categorización clasificó a todas las universidades del país -tanto públicas como privadas- en cuatro grupos de excelencia (A, B, C y D) según cinco indicadores objetivos de productividad: 1) alto número de académicos jornada completa con Grados de Magíster y Doctor; 2) aumento de proyectos de investigación Fondecyt y Fondef; 3) incremento de publicaciones científicas de indexación ISI y Scielo; 4) tasas de titulación; y, 5) tasas de retención (para mayor información sobre la institución patrocinadora de la información véase: www.divesup.cl).

  3. Producto de la estrategia anterior, emergió un conjunto de textos y autores (como Armand Mattelart, Fernando Reyes Matta, Diego Portales, Carlos Ossa o Guillermo Sunkel y Esteban Geoffroy, entre otros), cuyo corpus de análisis se delimitó por las siguientes condiciones:   

    1. De disponibilidad y accesibilidad: pues no todos los textos que emergieron de la pesquisa electrónica poseían disponibilidad "real" en las bibliotecas de consulta;

    2. De publicabilidad y temporalidad: pues sólo se incorporó textos publicados en Chile, en formato libro impreso y en la periodificación 1970-2010;

    3. De tipo y carácter: pues tales textos debían ser, explícitamente, publicaciones académicas y de carácter no-gubernamental; y finalmente,

    4. Temáticas: Pues debía tratarse de bibliografía que compartiera las "líneas de interés" centrales del campo, definidas previamente.

  4. Con todo, la literatura de José Joaquín Brunner que emergió como corpus de estudio, fue:

    BRUNNER, José Joaquín (1998): Globalización cultural y posmodernidad. Editorial Fondo de Cultura Económica. Santiago.

    BRUNNER, José Joaquín y SUNKEL, Guillermo (1993): Conocimiento, sociedad y política. Libros FLACSO. Santiago.

    BRUNNER, José Joaquín, BARRIOS, Alicia y CATALÁN, Carlos (1989): Chile: Transformaciones culturales y modernidad. FLACSO. Santiago.

    BRUNNER, José Joaquín (1981): La cultura autoritaria en Chile. Editorial Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Santiago.

Finalmente, el análisis se desarrolló integrando un nivel descriptivo y otro interpretativo, en los que de acuerdo a Del Valle (2006), se incorporaron las siguientes categorías y procedimientos:

  1. Sobre las categorías del nivel descriptivo: a) Marco institucional (y económico-político); b) Marco socio-histórico; c) Problemáticas; d) Marco epistemológico, teórico y conceptual; e) Aportes significativos al campo de estudio; f) Fuentes principales y secundarias; g) Metodologías utilizadas; y,

  2. Sobre los procedimientos del nivel interpretativo: Acá los textos fueron interpretados desde las propias perspectivas metodológicas y teórico-conceptuales encontradas en el nivel descriptivo, y luego aquello se puso en discusión con los saberes críticos de la Economía Política de la Comunicación Iberoamericana.

III.      RESULTADOS Y ANÁLISIS

La sociología crítica de Brunner

En La cultura autoritaria en Chile (1981), Brunner —en calidad de miembro de FLACSO—, entrega una investigación cuyo objeto es la organización de la cultura en Chile derivada del análisis de las transformaciones experimentadas por ella a partir del Golpe de Estado de septiembre de 1973, y sus problematizaciones parten de la afirmación que la cultura es un producto histórico que posee las siguientes condiciones:

    …no es independiente de las luchas sociales y de las maneras cómo los hombres y las mujeres se representan en esas luchas, y toman posiciones en ellas. De allí, igualmente, que la cultura sea estudiada tanto por sus "contenidos" como por sus procesos, y siempre en estrecha relación con la política y la economía. (Brunner 1981 p. 14).   

A los dictámenes anteriores, el autor suma la explicitación de que, detrás de tal aproximación al estudio de la cultura, se hace presente la comprensión de la sociedad como una totalidad histórica que posee como piedras angulares las dimensiones del trabajo, del poder y del lenguaje. Con ello se reivindica una perspectiva más amplia y compleja para comprender las transformaciones culturales ocurridas en el país a partir del hito mencionado, y se hace evidente una crítica a los reduccionismos sociológicos que, en boga por aquel entonces, intentaron comprender su organización sólo desde una de esas tres dimensiones, con excusa explícita aun el autor— de los estudios de propaganda (Brunner, 1981).

Bajo esas coordenadas, Brunner considera que las interpretaciones críticas que intentaron dar cuenta del cambio cultural nacional luego del Golpe de Estado, se posicionaron por mucho sobre el terreno de la denuncia, pero que a pesar de las complicaciones que implicó para el trabajo académico un régimen político de libertades restringidas como el chileno, se logró avanzar hacia el año 1981 aún sobre el estudio de fenómenos, como: a) El quiebre de la democracia y los factores que lo produjeron; b) la emergencia del Estado autoritario y su carácter social; c) la dinámica represiva de ese Estado y el funcionamiento de una institucionalidad política de emergencia; d) las transformaciones de la economía nacional en la especificidad del surgimiento de grupos económicos y las políticas que facilitaron su concentración; y, e) los efectos de tales políticas en los ámbitos de la industria, del empleo y de la  distribución del ingreso, entre otros (Brunner, 1981).

El trabajo del autor se inscribe, sin duda, dentro de esos esfuerzos de interpretación colectiva, pero complementa con el supuesto de que, tales transformaciones no son producto sólo de los campos de la economía, de la política ni de la intervención de la fuerza, sino que expresan un proceso histórico con un nuevo y particular tipo de dominación, según Brunner constituido por:

    i) una drástica reorganización del modo de producción, que ha hecho posible cambiar las bases materiales de sustentación de la dominación; ii) una radical transformación del Estado, que permite expresar esa dominación aún en ausencia de mecanismos que legitimen el poder por vía de su racionalización formal, su apoyo en tradiciones o su sustento carismático; iii) un completo cambio en la organización de la cultura nacional, que debe expresar esa nueva dominación y volverla sentido del orden, principio de integración social regulador de nuestras interacciones cotidianas. (Brunner 1981, p. 16)

Lo anterior, para Brunner no era sino la emergencia de una hegemonía vinculada a una revolución capitalista tardía y un proyecto burgués, en que paralelamente, se manifestó un tipo de dominación en los planos de la economía, la política y la constitución de una clase social dirigente en el ámbito de la cultura, aspecto que no es más que el control sobre los procesos de producción, del mercado, de los aparatos ideológicos y de la regulación de la vida cotidiana privada e institucional en general (Brunner, 1981; 1998). Con ello, emerge una problematización de la política cultural del autoritarismo ligada fundamentalmente a la objetivación de las estructuras materiales y simbólicas que articulan la especificidad de las políticas de exclusión, las políticas de control, las políticas de regulación y las políticas de producción, y en ese afán, el interés por analizar los marcos institucionales que determinan las relaciones de poder que crean las condiciones de exclusión cultural y de desigualdad económica, apropiando una interpretación de clase que identifica a la burguesía con el control totalitario de la producción de la sociedad chilena reordenando los procesos de acumulación y de comunicación, a través de cuatro estrategias que considera recurrentes, y que son: 

  1. la imposición de "la estabilización" como piedra angular del "reordenamiento" económico;

  2. el aseguramiento de la concentración de capitales a través de la privatización de un conjunto de actividades previamente desarrolladas por el Estado;

  3. derivado de lo anterior), ceder al mercado el papel de regulador de las intervenciones antes reservadas al Estado; y,

  4. la apertura de la economía local hacia el exterior, insertando al país en el capitalismo internacional y ofreciendo garantías de estabilidad al capital extranjero presente en Chile (Brunner, 1981). 

Bajo estas coordenadas, los orígenes de las nuevas lógicas reaccionarias de la dominación autoritaria de la cultura chilena hacia el año 1981, son identificados por Brunner en problemas asociados al dislocamiento del Estado democrático-representativo, emergentes con el proyecto político de la Unidad Popular y el debilitamiento de un Estado de compromiso en que, las masas y su acción política, se manifestaron caóticamente produciendo una crisis de orden que determinó que la sociedad chilena sólo se reconociera a través de los enfrentamientos políticos e ideológicos, ocasionando una crisis de integración social y estatal (Brunner, 1981).

José Joaquín Brunner dedicó, además, parte de su obra al estudio y contextualización de las condiciones de producción y consumo de conocimiento en la economía nacional de Chile, arraigado en los marcos y mercados específicos de circulación simbólica. En esa línea publicó, junto al profesor Guillermo Sunkel, Conocimiento, Sociedad y Política (1993), texto en el que parten problematizando el estado de la investigación social en Chile desde una matriz de contexto que, sobre la especificidad de la producción de ese tipo particular de conocimiento, explicitan del siguiente modo:

    …conjunto de condiciones más generales que marcan la orientación de una sociedad a través de su sistema político, la organización y funcionamiento de su economía, y las ideas, creencias y valores predominantes de su cultura (Brunner & Sunkel 1993, p. 20).

Los autores reivindican esas grandes líneas como elementos básicos para iniciar un análisis crítico sobre los problemas de la producción de conocimiento generado por las prácticas de investigación social, y su matriz, incluye tres grandes dinámicas:

  1. Que el contexto (sea éste modernización, revolución, autoritarismo, anti-autoritarismo, etc.), la "metagenda" (desarrollo, socialismo, modernización, etc.) y otras instancias rectoras (como Estado, gobierno, partidos políticos, etc.) inciden en el campo de las ciencias determinando sus orientaciones fundamentales y sus marcos de institucionalización;

  2. Que estas dinámicas incidirán sobre los enfoques predominantes que asuman los investigadores puestos al servicio de esa orientación del campo, y que se traducirá en la selección de los objetivos (transdisciplinarios) de la investigación, y en la selección de los paradigmas (intradisciplinarios), que determinan ese uso de los instrumentos de producción de conocimientos (cuerpos de conceptos y métodos); y

  3. Que la orientación de campo y el enfoque predominante determinan las especificidades en que la producción de conocimiento se orientará en la empresa de los investigadores (Brunner & Sunkel, 1993).

Lo interesante de esta matriz, que los mismos autores consideran insuficiente, es que proyecta sus elementos sobre un intento genealógico de reconstrucción histórica. De este modo, cuando problematizan el "contexto modernización" emplean una periodización que inician en los años 1950/1960 y que corresponde al momento de instalación de las ciencias sociales en Chile, desde una acepción moderna que liga su organización disciplinaria en torno a la alta especialización de grupos profesionales y a la pretensión de cientificidad de su producción. Así, el "contexto modernización" es estudiado desde la orientación desarrollista como metagenda rectora de la sociedad pues esta promovía modernización y desarrollo como ejes angulares desde los cuales derivaron asuntos públicos clave para aquel período histórico ligados a industrialización, la reforma agraria o la ampliación de la educación.

Con ello en cuenta, la genealogía crítica del "contexto modernización" de las Ciencias Sociales en Chile propuesta por Brunner y Sunkel (1993), sitúa al Estado como instancia rectora protagónica pues era el principal promotor de la racionalidad desarrollista y, fundamentalmente, se concebía como un instrumento para iniciar los procesos de modernización en tanto agente de producción, distribución de beneficios, fomento y protección de las dinámicas de industrialización del país. En esta dimensión, los autores destacan la relación entre los esfuerzos de cooperación internacional para la formación de las primeras instituciones de investigación social en el país —como CEPAL, FLACSO, DESAL, CELAP, el Instituto de Sociología de la Universidad de Chile y el Instituto de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile— y la publicación de los primeros artículos de sociología que utilizaba instrumental reconocido como válido para producir conocimientos verdaderos para la sociedad. Y este punto es sumamente relevante, pues desde ahí inician su problematización, por un lado, sobre la nueva división del trabajo intelectual, el nuevo monopolio de producción de conocimiento válido para la sociedad y el segundo plano al que pasaron otras formas de investigación y reflexión social no reguladas disciplinariamente; y por otro lado, sobre el estudio y crítica de la utilización del conocimiento, los circuitos específicos de ese uso basado en análisis de casos, y las particularidades de los mercados de cambio en sus micro y macro dimensiones (Brunner y Sunkel, 1993).

En 1989, junto a Alicia Barrios y Carlos Catalán, Brunner publica otra interesante colaboración académica titulada, Chile: Transformaciones culturales y modernidad, que los autores definen de modo explícito como una empresa propia de la sociología de la cultura. Desde el punto de vista de los problemas comunicativos, sus aportaciones se centran en la comprensión de una "fuerza de época" que operaría en la modernidad condicionando la autonomización del campo cultural, específicamente, en las esferas de la profesionalización de los productores, en los medios de comunicación emergentes, y en los procesos de masificación segmentada de distribución y consumo de bienes simbólicos que la flexibilización de los nuevos modos de producción cultural traerían consigo. Y así, de entrada, clarifican: 

    Entenderemos por cultura, en el contexto de nuestro análisis, los procesos de producción y transmisión de sentidos que construyen el mundo simbólico de los individuos y la sociedad. Esos procesos comprenden la producción organizada de bienes simbólicos ("textos" en general; conocimiento, informaciones, imágenes, modas, ídolos, currícula, "bienes de salvación", interpretaciones, concepciones de mundo, etc.) y la continua producción de sentidos a nivel de las relaciones cotidianas mediante las interacciones situadas en que los individuos se ven y envuelven con otros y consigo mismos (Brunner, Barrios & Catalán, 1989, p. 16). 

Para ello, el trabajo articula los siguientes puntos:

  1. La incorporación de la variable modernidad en el análisis de la cultura chilena, donde se le considera como el proceso determinante de la evolución cultural contemporánea marcada por su producción diferenciada; por la industria cultural como principio de organización de la vida cotidiana; por el desplazamiento del centro de la cultura de la esfera privada a la esfera pública; por las transformaciones de la cultura "nacional"; por los fenómenos de la internacionalización cultural, en las esferas de campo y de la vida cotidiana, marcada por situaciones como la dependencia y la recepción de modelos, prácticas y bienes culturales en la periferia; y finalmente, por las condiciones de contexto exteriores al campo que determinan la cultura;

  2. La cultura chilena bajo el régimen autoritario de la Dictadura Militar (que tuvo el primer acercamiento en la investigación para FLACSO del año 1981 que describimos antes en sus ejes angulares), relacionando ahí el impacto cultural de tal régimen administrativo con sus políticas específicas sobre la materia, y que incluye, además, un análisis sobre los efectos culturales de la crisis económica de inicio de la década de 1980;

  3. La cultura chilena actual (al año 1989), que describe sus dinámicas centrales y caracteriza los elementos principales en la producción de campo, en los fenómenos de consumo y distribución cultural, y en la operación de la vida cotidiana de la cultura de masas ligada fundamentalmente a la producción industrializada de mensajes. Acá, es fundamental mencionar que tal abordaje a los fenómenos culturales se realiza sobre sus dimensiones cuantitativas, centrándose principalmente, sobre las políticas de modernización del mercado aplicadas por el Gobierno Militar desde el año 1980, bajo la determinación conceptual cultura-modernidad, y sobre diferentes producciones de campo, como son: a) la educación formal y no-formal en sus varios niveles y subsectores, como ciencia y tecnología; y, b) sobre la industria cultural y los subsectores de la televisión, radio, la prensa diaria y revistas, más la industria fonográfica y del cine, entre otras; y,

  4. Las tendencias productivas que los autores prevén como las que marcarían el año 1989— el futuro del desarrollo cultural en Chile, con la incorporación de la variable modernidad desde la articulación de elementos centrales como la diversificación de la producción cultural, su especialización cuantificada y la división del trabajo en la producción de bienes simbólicos, todo, de la mano del contexto político autoritario específico del país, que definían como una refundación del sistema capitalista constituida por elementos disciplinarios y por la modernización del mercado (Brunner, Barrios & Catalán, 1989).

Aparte, la contradicción del proceso productivo es otro elemento relevante dentro de los intereses cognitivos con que José Joaquín Brunner erigió su economía crítica comunicacional. Así, en Globalización Cultural y Posmodernidad, trabajo publicado en 1998, centra los problemas en el contexto capitalista global de producción flexible y la centralidad de la producción y circulación de las mercancías simbólicas. Con ello, el contexto su modo de construcción descrito antes- es la globalización, y las instancias rectoras el mercado, la expansión del capitalismo y la revolución de las comunicaciones, junto con la emergencia de un orden pos-tradicional que basa su innovación en el avance científico-técnico, donde la misma línea de Mattelart (2013, 2010); Sierra (2011); Chomsky y Ramonet (1996) — la instantaneidad y la reiteración permanente supera la historia (Brunner, 1998). En este plano, las comunicaciones son exaltadas en el marco político que configura su escenario de actuación en la democracia de los públicos, determinada por los sondeos y las encuestas de opinión que impulsan una redefinición interna del Estado y que también modifica su naturaleza de comportamiento externo, en función de las condiciones de la economía global a las que debe adaptarse.

Con todo, Globalización Cultural y Posmodernidad es un estudio crítico de la economía capitalista y sus modos de auto-organización y auto-regulación, que con el concurso de las comunicaciones da paso a un nuevo tipo de sociedad: la denominada Sociedad de la Información y el Conocimiento, en que la industria de servicios y de bienes simbólicos transforma los ejes centrales de la economía y la política (Lazzarato, 2006). Punto inicial para comprender estos fenómenos, es la identificación básica que Brunner hace de cuatro elementos:

    i) la universalización de los mercados y el avance del capitalismo posindustrial; ii) la difusión del modelo democrático como forma ideal de organización de la polis; iii) la revolución de las comunicaciones que lleva a la sociedad de la información; y, iv) la creación de un clima cultural de época, usualmente llamado de la posmodernidad (Brunner 1998, p. 27).

Tales elementos, son organizados en un diagrama que sitúa en discusión cuatro macro-fenómenos desde los cuales el autor explica las tensiones y contradicciones de la globalización de la cultura (que son el Capitalismo Posindustrial, la Posmodernidad, la Revolución de las Comunicaciones y la Democracia), y que gráficamente, posee dos ejes: uno vertical (A/B) donde se manifiestan las relaciones entre cultura y economía; y otro horizontal (C/D), donde se relaciona comunicación y política. Para describir brevemente las relaciones que Brunner establece sobre los cuatro macro-fenómenos de globalización cultural, a continuación se presenta un apoyo gráfico de su diagrama.

 

 

Según Brunner, las dinámicas principales de la globalización cultural ocurren básicamente entre los cuadrantes (1) y (4) del diagrama, y en la posición número (1), existe la relación entre economía industrial, mercados y comunicaciones (y con ello, los fenómenos de la industria de los medios). En el cuadrante (2), se cristalizan las relaciones entre capitalismo (en diversas fases de desarrollo) y democracia. El cuadrante (3), es la posición en la que se adscriben las relaciones de la democracia de los públicos y, en palabras del mismo autor, la transformación de la política bajo el influjo de la posmodernidad (Brunner, 1998, p.31). Por último, el cuadrante (4) es el espacio en que tensionan las diferentes relaciones entre la revolución de las comunicaciones y el clima de la posmodernidad.

En este clima, establece dos procesos explícitos de la globalización: uno sombrío y destructivo predominante; y otro creativo y alumbrador. Y sobre el lado sombrío, este hace referencia a las mismas contradicciones económico-culturales que sobre el capitalismo global explicita Albrecht Wellmer:

    La economía capitalista, la burocracia moderna, el progreso técnico, y finalmente las formas de "disciplinamiento" del cuerpo estudiadas por Foucault, han adquirido las dimensiones de un violento proceso de destrucción: En primer lugar, destrucción de las tradiciones, después, destrucción del entorno ecológico, y finalmente, destrucción del sentido, junto con la de aquél sí mismo unitario que antaño fuera tanto producto como motor del proceso de ilustración (Wellmer 1993, p. 104).

Con todo, y para concluir esta breve sistematización descriptiva-interpretativa sobre las contradicciones comunicativas de la cultura contemporánea analizadas por José Joaquín Brunner, no está de más complementar con que tales problematizaciones las erige sobre tópicos clásicos de la sociología como son el poder, la estructura y la esfera simbólica, desde los cuales se preocupa también por las relaciones centro/periferia y la formación de identidad en contextos de diferenciación valórica.

CONSIDERACIONES FINALES

Jesús Galindo (2008) señala que las Ciencias de la Comunicación, a partir de la denominación sociológica crítica de las industrias culturales, viene desarrollando, dentro de la generalidad del pensamiento crítico y la especificidad del campo de la Economía Política Crítica, "una propuesta sobre la cultura que poco a poco se ha convetido en el centro del discurso académico sobre el tema" (Galindo 2008, p. 118) .

Dentro de este panorama epistémico se instala este trabajo. Y se cree que aquello -que por cierto es muy general-, tiene asidero pues revisó literatura en la que Brunner planteó recuerda, en las décadas de 1980 y 1990 en Chile—, algunos de los problemas que hoy son centrales en el campo de la Economía Política Crítica de la Comunicación y la Cultura, cuya coherencia cristaliza en puntos, como: a) El análisis que el autor hace de los procesos de producción, circulación y consumo de mercancías simbólicas; b) la primacía que entrega al estudio de los problemas de la división y cuantificación del trabajo intelectual en Chile; c) la problematización del nuevo paradigma de producción flexible y diferenciado que asiste a la revolución de las comunicaciones en una dimensión global; y, d) la reflexividad crítica sobre un clima de época posmoderno, el concurso de las industrias culturales y la segmentación de los públicos puestos a disposición de los intereses del Estado y los agentes del capital.

Esto es relevante pues con ello Brunner situó, al igual que hoy lo hacen autores de renombre mundial muy diferentes entre sí —como Vattimo con la idea de "sociedad de la comunicación" (1990); Octavio Ianni y sus aportes sobre "el paradigma de la globalización" (1998); o Mattelart y su Comunicación-mundo (2013)—, a la comunicación como elemento de centralidad en el modo de organización de la sociedad contemporánea, entendiéndola como operador clave en las lógicas internas del funcionamiento del sistema social (Vasallo de López & Fuentes Navarro, 2005). En efecto, se considera que la teoría crítica de Brunner da un paso adelante respecto de las preocupaciones comunicativas que, en el Chile de los años ´70 y ochenta, se produjeron en un incipiente ámbito económico-político más interesado en el estudio de la relación ideología imperialista-medios de comunicación de masas o problemas vinculados con las estructuras de propiedad y la concentración económica (y de contenido) de las empresas periodísticas en el país (Garretón, 1974; Reyes Matta & Somavia, 1979; Reyes Matta, 1989; Portales, 1981 y 1989; Sunkel, 1984; Sunkel & Catalán, 1991; Sunkel & Tironi, 1993), aportando una perspectiva original que entrega sentido a un panorama que Armand Mattelart  describe del siguiente modo:

Durante los años 1960 y 1970, los economistas y los sociólogos que ponen los cimientos de una economía política crítica de la comunicación y de la cultura, en las dos Américas y en varios países europeos, piensan también que no se puede abordar el nivel ideológico, sin preguntarse sobre los contextos y sobre las condiciones sociales de producción de la cultura y de los medios de comunicación, así como su relación con las estructuras de poder (Mattelart 2013, p. 199).

Mattelart es categórico, no obstante, también señala que no ocurre lo mismo en los decenios posteriores y que la deriva crítica se produce principalmente por disociar los niveles de la comunicación y la cultura, considerando únicamente uno de los dos y excluyendo casi de modo inevitable al otro. Y en este plano parece justificable reivindicar el conjunto de textos de J.J. Brunner (1981, 1989, 1993 y 1998), pues conciben la comunicación como medio de producción de conocimiento, de trabajo y de participación-exclusión en la cultura y la política contemporánea, y porque desde ahí configura un mapeo socio-crítico sobre las condiciones de organización cultural global y su operatividad local, problematizando fenómenos comunicativos desde el "uso no restrictivo" de registros clásicos como posmodernos de la sociología y la filosofía occidental. En otras y breves palabras: la literatura acá sistematizada plantea un examen socio-cultural como crítica a la organización del Estado, al neoliberalismo imperante y los distintos procesos de globalización, pero no subordinando sus niveles de análisis al marco de una racionalización totalizadora, sino que más bien estudiando racionalidades específicas para ver ahí sus múltiples interrelaciones y la complejidad de los fenómenos de comunicación y poder. En efecto, la crítica de Brunner no es sólo una crítica a problemas "materiales" y ello precisamente emergería como uno de sus aportes clave a la configuración del campo de la economía política de la comunicación, pues como señala Sierra (2011, p. 353), "esta disciplina debe pensar hoy la relación entre trabajo y valor a partir del reconocimiento del carácter común y colectivo de toda producción inmaterial [pero] la constatación de esta idea exige, en consecuencia, una reformulación de nuestra perspectiva de estudio". Con todo, queda claro que el trabajo de Brunner no se adscribe a una pertenencia marxista, que nunca lo define como una empresa económico-política y antes bien lo reclama como un esfuerzo de aplicación de conocimiento crítico útil para la construcción de teoría social, tal y como señala Bourdieu (2008, p. 20):

    El problema de la filiación de una investigación sociológica a una teoría particular acerca de lo social, la de Marx, la de Weber o la de Durkheim, por ejemplo, es siempre secundario respecto del problema de la pertenencia de esta investigación a la ciencia sociológica.  

Por otra parte, y como se indicó en el capítulo introductorio, la elaboración de este documento forma parte de un incipiente proyecto colaborativo que se propone como esfuerzo por sistematizar la agenda de investigación comunicativo-cultural crítica en Chile para sumar masa bibliográfica que aporte a la construcción de la generalidad del pensamiento crítico latinoamericano. Con ello, al análisis literario de Brunner se sumará el de otros investigadores y pensadores locales, para situarlos en diálogo y discutir ahí los aportes y problemas de su legado. Sin embargo, es oportuno establecer algunas cuestiones relacionadas con los debates actuales sobre la consolidación del campo comunicológico con una mirada del Sur. Y es que, si bien Brunner forma parte de la Escuela Crítica Latinoamericana y su literatura configura una "caja de herramientas" muy importante para la crítica comunicológica, no es menos cierto que sus planteamientos están insertos dentro de una matriz epistemológica procedente de coordenadas geopolíticas no siempre arraigadas en el pensamiento local. Aquí debe quedar claro que en ningún caso esta empresa promueve un purismo epistemológico, no, pero sí reivindica formas de conocer e imaginar la realidad arraigadas en perspectivas geopolíticamente situadas y corporalizadas, con lo que también se asumirá, como eje estratégico, toda articulación epistémica no-autoritaria que posibilite la emergencia de una epistemología insumisa a la racionalidad con que actualmente domina el poder en la región y el norte occidental. Brunner entrega indicios clave para ello, pero como se ha señalado en trabajos anteriores (Reyes Velásquez 2015), una crítica económico-cultural debiera incorporar los problemas de la subjetividad para co-construir conocimiento en conjunto con los actores heterotópicos; y esto es: como práctica de saber común y horizontal con los actores protagónicos de las prácticas que resisten el poder y la cultura dominante, pues, como bien apuntó Luis Ramiro Beltrán (2005, p. 6): "la práctica, ciertamente, antecedió a la teoría".

Esta reflexión final brinda apertura rizomática para seguir problematizando, ahora, el campo comunicológico desde la planificación del intelecto general, en tanto dispositivo cooperativo antagónico al capitalismo cognitivo y los diseños que el Norte global impone como norma universal para comprender y actuar en el mundo, la actividad sin obra que, desde Paulo Virno (en Boutang et al, 2004, p. 34), entendemos "como aptitudes generales del espíritu —facultad de lenguaje, disposición al aprendizaje, capacidad de abstracción y de puesta en relación, acceso a la autorreflexión—, que deviene acción en concierto". En suma, este artículo sistematiza literatura porque su relectura construye memoria y reescribe la historia potenciando el valor heurístico de la teoría (Sierra, 2011), pero también defiende un compromiso ético con una investigación comunicativa crítica en/con la subjetividad y la vida cotidiana, que con Raúl Zibechi (2006, p.191) se prevé como afán por "deconstruir y dispersar el afuera opresor sin convertirse en calco y copia del mismo", como se cree ocurre en la academia y la mercantilización hegemónica de su conocimiento y la construcción de sus objetos de estudio en general. Conocimiento ni como calco ni como copia, como dijera Mariátegui (2007) a inicios de la centuria pasada, sino como creación arraigada en la propia realidad, motivos, deseos y lenguaje de quienes quieran construir una nueva sociedad.

 

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Recibido el 14/12/2015
Aprobado el 10/03/2016