Serviços Personalizados
Journal
Artigo
Indicadores
- Citado por SciELO
Links relacionados
- Similares em SciELO
Compartilhar
Revista Digital de Investigación en Docencia Universitaria
versão On-line ISSN 2223-2516
Rev. Digit. Invest. Docencia Univ. vol.10 no.2 Lima jul./dic. 2016
http://dx.doi.org/10.19083/ridu.10.494
http://dx.doi.org/10.19083/ridu.10.494
ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN
Indicadores de adicción a las redes sociales en universitarios de Lima
Indicators of Social Networking Addiction in College Students from Lima
Indicadores de vício a redes sociais nos estudantes universitários de Lima
Elizabeth Dany Araujo Robles
Facultad de Psicología, Universidad Peruana Cayetano Heredia, Lima, Perú
E-mail: elizadany@hotmail.com
RESUMEN
Se realizó un estudio en 200 estudiantes de una universidad privada de Lima (150 mujeres), pertenecientes a cuatro carreras: psicología, administración y negocios internacionales, farmacia y bioquímica y obstetricia, con el objetivo de evaluar la intensidad de tres dimensiones de adicción a las redes sociales: obsesión por las redes sociales; falta de control personal en el uso de las redes sociales y uso excesivo de las redes sociales. Se utilizó el Cuestionario de Adicción a las Redes Sociales de Escurra y Salas (2014). Los resultados indican bajos niveles en todos los indicadores evaluados. Los varones puntuaron significativamente más alto que las mujeres sólo en los indicadores de obsesión por las redes sociales. Asimismo, los estudiantes de la carrera de administración tuvieron las puntuaciones más altas y los de psicología y obstetricia las más bajas en las tres dimensiones. Se discuten las implicancias de los resultados hallados.
Palabras clave: adicciones, adicción a las redes sociales, estudiantes universitarios, género.
ABSTRACT
The study was conducted on 200 students from a private university in Lima (150 female), who belong to four academic programs: Psychology, Administration and International Business, Pharmacy and Biochemistry, and Obstetrics. The objective of the study is to assess the intensity of three social networking addiction dimensions: obsession for social networking, lack of personal control about using social networks, and excessive use of social networks. The Social Networking Addiction Questionnaire from Escurra and Salas (2014) was used. Results show low levels for all indicators assessed. Males’ scores were significantly higher than females’ only in the obsession for social networking indicators. In addition, for all three dimensions, the Administration program students obtained the highest scores, and the Psychology and Obstetrics program students obtained the lowest. The implications of the results found are discussed.
Keywords: addictions, social networking addiction, college students, gender
RESUMO
É realizado um estudo em 200 estudantes de uma universidade privada de Lima (150 mulheres), pertencentes a quatro carreiras: psicologia, administração e negócios internacionais, farmácia e bioquímica e obstetrícia, com o objetivo de avaliar a intensidade das três dimensões do vício em redes sociais: obsessão pelas redes sociais; falta de controle pessoal no uso das redes sociais e uso excessivo das redes sociais. Usamos o Questionário de Vício de Redes Sociais de Escurra e Salas (2014). Os resultados indicam níveis baixos em todos os indicadores avaliados. Os homens marcaram significativamente mais alto do que as mulheres apenas nos indicadores de obsessão pelas redes sociais. Além disso, os alunos na carreira de administração tiveram escores mais altos e os de psicologia e obstetrícia as mais baixas nas três dimensões. São discutidas as implicações dos resultados encontrados.
Palavras-chave: vício, vício em redes sociais, estudantes universitários, sexo
El término redes sociales online, redes sociales virtuales o simplemente, redes sociales, se halla actualmente vinculado, según Kuss y Griffiths (2011), a aquellos espacios virtuales donde los usuarios pueden crear un perfil, interactuar con amigos reales y conocer personas con quienes compartir determinados intereses. El más conocido (y utilizado) de dichos espacios es Facebook, el cual, para el 2015 ya tenía 1300 millones de usuarios (Arnaboldi, Passarella, Conti & Dunbar, 2015).
Andreassen (2015) observa que el conectarse a las redes sociales puede considerarse una conducta normal de la vida moderna. Las redes sociales satisfacen necesidades humanas: sirven para atender el carácter social del ser humano y ello puede explicar su rápida popularización (Pérez, 2013). La necesidad de compañía en un mundo en que la vida urbana moderna tiende a separar a los individuos es ampliamente satisfecha por las redes sociales (Griffiths, Kuss & Demetrovics, 2014) y éstas pueden satisfacer también otras dos necesidades muy importantes: seguridad y logro (Kadushin, 2012). Hay ventajas evidentes en la comunicación mediante internet en general y parcialmente en las redes sociales, por ejemplo, la posibilidad de contar con "más tiempo para crear y editar mensajes y un mejor control en la manera de presentarse a otros" (Caplan & High, 2011, p. 36).
Internet y las redes sociales en particular, son importantes para los más jóvenes. En principio, los jóvenes se conectan a las redes sociales en busca de comunicación, soporte y entretenimiento (Ross, Orr, Sisic, Arsenault, Simmering & Orr, 2006). Señalan Echeburúa y Requesens (2012) que "las redes sociales cubren necesidades psicológicas básicas de los adolescentes: hacerse visibles, reafirmar la identidad ante el grupo, divertirse o estar conectados a los amigos" (p. 23). Usualmente, las redes sociales son utilizadas para mantenerse en contacto con personas con las que ya se ha iniciado una relación fuera de internet (Kuss & Griffiths, 2011; Pempek, Yermolayeva & Calvert, 2009). Todas estas observaciones explican la alta popularidad de las redes sociales entre los adolescentes y los adultos jóvenes: Colás, González y de Pablos (2013), por ejemplo, reportan que entre adolescentes andaluces, el 90% presenta un "uso habitual" (diario o algunos días a la semana) de las redes sociales, cifra cercana a la obtenida en otros estudios citados por dichos autores.
Las redes sociales facilitan muchos modos de socialización: desde el intercambio de mensajes en texto hasta el intercambio de fotos y videos. Todas las características que hacen atractivas a las redes sociales son particularmente valoradas por los usuarios más jóvenes, "que buscan reconocimiento y popularidad" (Echeburúa & Requesens, 2012, p. 24). Además, las redes sociales como "Facebook proporcionan una vía a los adultos jóvenes para expresarse e interactuar entre ellos" (Thompson & Lougheed, 2012, p. 97). A ello debe agregarse la gran afinidad, casi natural, entre los jóvenes y las nuevas tecnologías. Todo ello implica un riesgo mayor para el desarrollo de una adicción a las redes sociales en el caso de los adolescentes y adultos jóvenes.
¿Se puede hablar de adicción a las redes sociales? Como West y Brown (2013) señalan, los indicadores fundamentales de que una actividad se ha convertido en adicción para un individuo son la pérdida de control sobre dicha actividad y que ésta se repita a pesar de sus consecuencias adversas. Estos dos criterios son aceptados por Andreassen (2015) para hablar de adicción a las redes sociales, a diferencia de lo que sería un uso ocasional de éstas. Por otro lado, varios autores (e. g., Chóliz & Marco, 2012; Echeburúa & Corral, 2010; Kuss & Griffiths, 2011) consideran apropiado hablar de adicción a las redes sociales en casos en que el problema de conducta comparte rasgos importantes con las adicciones a sustancias. Señalan, por ejemplo, que algunas de las personas que utilizan excesivamente las redes sociales presentan signos tales como el descuido de otras actividades importantes, preocupaciones sobre el uso de las redes, tolerancia y cambios de humor durante períodos de abstinencia (incluso el craving o ansias por la actividad adictiva), todos ellos signos considerados indicativos de adicción.
El uso excesivo de las redes sociales y, de ahí, la adicción a ellas, surge, como sucede con otras adicciones, a partir de factores individuales, socioculturales y de reforzamiento (Andreassen, 2015). En primer lugar, el individuo percibe que las redes sociales son un medio importante para disminuir el estrés, la soledad o la depresión o compensar la baja autoestima y la falta de éxito social (Caplan & High, 2011; Griffiths, Kuss & Demetrovics, 2014). Young (2007) ha señalado que ciertos factores situacionales, conducentes a un episodio agudo de estrés (divorcio, muerte de un ser querido, etc.) también pueden contribuir a que un individuo, si es vulnerable, desarrolle esta adicción. Sin embargo, existen casos en que el uso excesivo de las redes sociales puede esconder otro tipo de adicción como el juego compulsivo, el cual puede realizarse a través de algunas redes sociales especializadas (Griffiths, Parke & Derevensky, 2011). Por ello, es necesario distinguir claramente entre la adicción a las redes sociales y la adicción a alguna actividad que puede llevarse a cabo dentro de una red social, como participar en un juego, lo cual contaría más bien como adicción a juegos on line.
Los factores de personalidad son importantes como factores de riesgo, por ejemplo, individuos más extravertidos y con mayor puntuación en neuroticismo son más propensos a la adicción a Facebook (Andreassen, Torsheim, Brunborg & Pallesen, 2012). En el caso de los extravertidos esa propensión quizá se deba a su necesidad de socializar y en el caso de los individuos con alta puntuación en neuroticismo, es posible que el factor predominante sea la búsqueda de apoyo emocional. Se ha encontrado en individuos adictos a Facebook indicadores más pronunciados de baja autoestima, depresión y falta de habilidades sociales que en usuarios no adictos (Herrera, Pacheco, Palomar & Zavala, 2010). Por supuesto, la importancia de cada una de estas variables puede depender de factores culturales y de características particulares de las muestras investigadas. Por ejemplo, Jelenchick, Eickhoff & Moreno (2013) no hallaron ninguna relación entre la cantidad de tiempo dedicado a Facebook y el nivel de depresión en universitarios, aunque las autoras también admitieron que "un único estudio no puede aprobar o refutar una asociación" (p. 129).
El mecanismo de la adicción a las redes sociales parece entonces simple y claro: conectarse a las redes reduce el estrés, lo que trae consigo la dependencia psicológica, y por ende la necesidad de volverse a conectar, tal como sucede con el individuo que necesita del alcohol para "sentirse bien". A estos factores personales debe agregarse aquellos de naturaleza sociocultural (por ejemplo, según Andreassen, 2015, observación de modelos, la presión actual por exhibir competencia en el uso de la tecnología contemporánea, búsqueda de estatus). Además, la facilidad de acceso a las redes sociales hace de ellas un potente reforzador inmediato, incrementando con ello la posibilidad de generar adicción (García, 2013). Por tanto, el factor de reforzamiento actúa en su máxima intensidad, ya que conectarse a las redes implica el contacto con eventos inmediatamente recompensantes como "entretenimiento, popularidad, atención, retroalimentación positiva" (Andreassen, 2015, p. 179). De este modo, y en resumen
…un sujeto con una personalidad vulnerable, con una cohesión familiar débil y con unas relaciones sociales pobres corre un gran riesgo de hacerse adicto si cuenta con un hábito de recompensas inmediatas, tiene el objeto de la adicción a mano, se siente presionado por el grupo y está sometido a circunstancias de estrés… o de vacío existencial. (Echeburúa & Corral, 2010, p. 93).
Griffiths, Kuss y Demetrovics (2014) resumen los resultados de varios estudios acerca de los factores que inciden en el uso excesivo de las redes sociales. Por ejemplo, la frecuencia depende de la facilidad de uso percibida, menores preocupaciones respecto de la privacidad y ser más joven; en tanto que la cantidad de tiempo es predicha por factores como el uso de la red social como una manera de escape y la cantidad de experiencia previa con internet. En otros estudios se aprecia que la frecuencia y cantidad de tiempo dedicado a las redes sociales correlaciona con el sentimiento de soledad. Posibilidades como las de tener conversaciones on line y hacer muchos amigos predicen la adicción a las redes sociales.
Andreassen (2015) señala que la adicción a las redes sociales conlleva cuatro tipos de consecuencias adversas: problemas emocionales, problemas en las relaciones, problemas de rendimiento y problemas de salud. Varios de los estudios citados por Griffiths et al. (2014) también informan acerca de algunas de las consecuencias del uso excesivo de las redes: disfunción en las actividades realizadas durante el día como resultado de la privación del sueño, disminución del rendimiento académico y deterioro de las relaciones con los familiares o con la pareja. Kuss y Griffiths (2011) agregan otros efectos negativos como procrastinación, distracción y un pobre manejo del tiempo. La interferencia con otras actividades importantes en la vida de la persona ya indica un riesgo de adicción.
En el presente artículo estamos particularmente interesados en sondear la dinámica de los indicadores de la adicción a las redes sociales en un sub-grupo extraído de la población general, es decir, no en un grupo ya explícitamente referido o identificado como clínico o de adictos. La pregunta que nos planteamos es, dada una población no clínica, de qué forma pueden variar los indicadores de adicción a las redes sociales en función de algunas características sociodemográficas. Es posible que en una población de este tipo, es decir, sin considerar específicamente un grupo de individuos ya identificados como adictos, cada uno de estos indicadores ostente una dinámica propia, presentándose en mayor o menor grado dependiendo de ciertos factores sociodemográficos como el género. Por tanto, nos interesa determinar cómo en función del género se manifiestan indicadores de adicción, como uso excesivo, dependencia, descontrol o descuido de las responsabilidades personales.
Los distintos estudios han enfocado parcialmente esta cuestión, concentrándose básicamente en comparaciones entre géneros en cuanto a la frecuencia de conexión y el tiempo dedicado a la conexión. Por ejemplo, los resultados de un estudio en adolescentes a lo largo de 11 países europeos, conducido por Durkee et al. (2012), indican que son más las mujeres que los hombres quienes hacen uso de las redes sociales. Una investigación en adolescentes norteamericanos también reporta que son las mujeres quienes pasan más tiempo que el previsto en Facebook, y además que pierden más horas de sueño a causa de Facebook, les provoca estrés y les hace a veces sentirse adictas a Facebook (Thompson & Lougheed, 2012). Varios otros estudios también reportan un uso más frecuente y prolongado de Facebook por parte de las chicas (Barker, 2009; Yesil, 2014). En cambio, en un estudio realizado en adolescentes andaluces no se encontró diferencias entre géneros en cuanto a la frecuencia de uso de las redes sociales (Colás et al., 2013). Respecto de otros indicadores de adicción (como descuido de actividades importantes -académicas y del hogar- pasar la noche conectado, pensar en estar conectado "unos minutos" más, intentar sin éxito reducir el tiempo de conexión y "sentirse deprimido, enfadado o mal humorado" si no está conectado a las redes, desapareciendo estas sensaciones tan pronto se conecta), una investigación de Marín, Sampedro y Muñoz (2015), en universitarios españoles, no encontró diferencias entre géneros. Por el contrario, considerando también un rango más amplio de indicadores de adicción a las redes sociales, Cam e Isbulan (2012) hallaron niveles más altos en varones. Sin embargo, precisamos información acerca de cómo se manifiestan estos diferentes tipos de indicadores en los jóvenes peruanos y a ese objetivo va dirigido el presente estudio.
MÉTODO
Participantes
Participaron 200 estudiantes de una universidad privada de Lima (75% mujeres), con edades comprendidas entre 18 y 22 años. Dicha universidad es una de las de mayor alumnado del país y recibe estudiantes generalmente de sectores socioeconómicos medios y bajos. Se eligió esta universidad de manera intencional por considerarse representativa de un segmento socioeconómico mayoritario en la población universitaria del país. Los estudiantes correspondían a las carreras de psicología (31%), administración y negocios internacionales (19%), farmacia y bioquímica (29%) y obstetricia (21%) y cursaban los primeros ciclos de estudio. Se tomó datos únicamente de aquellos estudiantes que tenían asistencia regular y no habían repetido cursos anteriormente. Los estudiantes seleccionados correspondían a un aula elegida al azar y que accedieron voluntariamente a responder al cuestionario.
Instrumento
Se empleó el Cuestionario de Adicción a Redes Sociales de Escurra y Salas (2014). Para la creación de este instrumento los autores se basaron en los indicadores de adicción a sustancias del DSM-IV-TR (American Psychiatric Association, 2008). Después de someter una primera versión del cuestionario a una evaluación por jueces, la versión resultante fue administrada a 48 universitarios de Lima, con el fin de depurar la redacción de los ítems. Esta versión revisada fue luego sometida a análisis factorial exploratorio, evaluación de la confiabilidad y análisis factorial confirmatorio. Escurra y Salas obtuvieron tres factores: (1) Obsesión por las redes sociales (preocupación y fijación constante de la atención en lo que sucede en las redes sociales, incluye también la ansiedad cuando no es posible la conexión); (2) Falta de control personal en el uso de las redes sociales (incapacidad para regular la cantidad de tiempo dedicado a estar conectado y descuido de otras actividades importantes por causa de permanecer conectado) y (3) Uso excesivo de las redes sociales (tiempo excesivo dedicado a estar conectado y dificultad para disminuir ese tiempo). La confiabilidad mediante alfa de Cronbach de las escalas varía de .88 a .92. El cuestionario en su versión final consta de 24 items que se puntúan en una escala tipo Likert cuyas respuestas van de nunca a siempre (0 a 4 puntos, respectivamente). Un mayor puntaje en cada escala revela un nivel más alto en los indicadores de adicción.
Procedimiento
Los estudiantes de cada carrera respondieron el cuestionario de manera grupal en su respectiva aula. Previamente a la aplicación del instrumento, se dio a conocer a los estudiantes los objetivos de la investigación y se les indicó que su participación sería voluntaria y anónima, quedando en el aula solamente aquellos estudiantes que aceptaron participar. Se indicó a los participantes que leyeran con cuidado las instrucciones del cuestionario y que no había un límite de tiempo para completarla. Los datos fueron analizados mediante el SPSS versión 22 y se consideraron las medidas de tendencia central y de desviación, la prueba de normalidad de Kolmogorov-Smirnov para las tres variables (dimensiones) y finalmente la comparación de dichas variables según género (U de Mann-Whitney) y carrera (Kruskal-Wallis).
RESULTADOS
La Tabla 1 presenta las puntuaciones medias, medias por ítems y desviaciones estándar según género y carrera correspondientes a los factores de la adicción a las redes sociales. Se ha visto por conveniente calcular la puntuación media por ítems (puntuación media de la escala entre el número de ítems de la escala), con la finalidad de poder contar con una especie de "perfil" que indique la intensidad de cada factor en la muestra de que se trate. Los datos indican que el factor más intenso, tanto en el grupo total como en los sub-grupos de género y carrera es el del uso excesivo de las redes sociales, y el de menor intensidad es el de obsesión por las mismas. En otras palabras, los indicadores de más impacto en el grupo investigado tienen que ver con estar conectado durante un tiempo considerado excesivo y con la dificultad para disminuir ese tiempo, sin embargo, el factor de menos impacto está relacionado con las respuestas cognitivas y afectivas que ocurren cuando no se está conectado, como la ansiedad que puede existir durante esos momentos, equiparable al síndrome de abstinencia.
Sin embargo, es necesario precisar que las puntuaciones obtenidas en este grupo son relativamente bajas. Teniendo en cuenta que los ítems se puntúan de 0 a 4 y que un mayor puntaje indica una intensidad mayor en cada indicador, el puntaje intermedio 2 (que corresponde a la respuesta a veces) puede considerarse como un punto de referencia para tener alguna idea del grado en que estos indicadores se presentan en el grupo investigado. En todas las escalas y sub-grupos, las puntuaciones medias por ítems son inferiores a 2.. De manera equivalente, se puede considerar como punto de referencia la mitad del puntaje total de cada escala, que en promedio corresponde también a responder a veces a todos los ítems. Desde este punto de vista, se aprecia que en la escala de obsesión por las redes sociales, cuyo puntaje máximo es 40, el 99% de los participantes tiene una puntuación de 20 o menos. En la escala de falta de control, en la que el puntaje máximo es 24, el 89% presenta una puntuación de 12 o menos. Y en la escala de uso excesivo, que puntúa como máximo 32, el 84% tiene una puntuación de 16 o menos. En términos globales puede decirse que ni en el grupo como totalidad, ni en alguno de los sub-grupos en particular, podría describirse un uso problemático de las redes sociales. Sólo tres ítems recibieron una puntuación de 4 (siempre) más de 10 veces, se trató de dos ítems de la escala de falta de control (apenas despierto ya estoy conectándome a las redes sociales y pienso que debo controlar mi actividad de conectarme a las redes sociales) y uno de la escala de uso excesivo (permanezco mucho tiempo conectado a las redes sociales). Aun cuando estos resultados parecen tranquilizadores, deben tenerse en cuenta como punto de partida para acciones preventivas, pues, como ya se ha señalado, un aumento en la dificultad para controlar el tiempo de uso de las redes sociales puede tener consecuencias adversas a nivel familiar, social y académico.
Según los datos de la Tabla 2, en la mayoría de los subgrupos las puntuaciones de las escalas de obsesión las redes sociales y falta de control, se distribuyen de manera no normal, en cambio en el caso del uso excesivo de las redes sociales, la distribución tiende a ser normal. Este resultado corrobora que en las dos primeras escalas predominan las puntuaciones más bajas. La Tabla 3 presenta las comparaciones según género. Aunque en las tres escalas los varones presentan una puntuación más alta, la diferencia sólo es significativa en el caso de la obsesión por las redes sociales y con un tamaño del efecto pequeño (0.20 < d > 0.50). Esto indica más ansiedad y preocupación en los varones que en las mujeres respecto de las redes sociales, pero ambos géneros presentan un nivel similar en cuanto a la posibilidad de descuidar otras actividades importantes a causa de las redes sociales o dedicarse excesivamente a ellas. Es aquí que resalta la importancia de examinar separadamente diferentes grupos de indicadores de adicción y apreciar la dinámica propia de cada uno de esos grupos de indicadores en distintos sub-conjuntos de la población.
Finalmente, en la Tabla 4 se aprecian diferencias significativas en cuanto al uso excesivo de las redes sociales entre los estudiantes de las cuatro carreras consideradas. Los estudiantes de administración y negocios internacionales son quienes puntúan más alto, seguidos por los de farmacia y bioquímica, con quienes las diferencias en la falta de control son pequeñas. Bastante más abajo se encuentran los estudiantes de psicología y de obstetricia, aun cuando las diferencias entre las carreras no llegan a ser significativas en las escalas de obsesión por las redes sociales y en la falta de control personal. Al analizar el tamaño de las diferencias en las cuatro carreras en cuanto al uso excesivo de las redes sociales se encontraron magnitudes elevadas (d > 0.50) entre los estudiantes de administración y negocios internacionales y los otras tres careras: psicología (d = 0.69), obstetricia (d = 0.65) y farmacia y bioquímica (d = 0.55).
DISCUSIÓN
En base a los resultados comparativos obtenidos según género apreciamos que en el grupo de varones existe un nivel más elevado de lo que podría considerarse parte del síndrome de abstinencia, sin embargo, como se ha señalado, la puntuación media es relativamente baja, por lo que, globalmente, no es posible hablar de un riesgo generalizado. No obstante, el hecho de que en el presente estudio los varones puntúen más alto que las mujeres en indicadores de este tipo replica algunas observaciones realizadas en otros países (Cam & Isbulan, 2012).
Por otro lado, la no existencia de diferencias de género en cuando al uso excesivo, contrasta con lo reportado en algunos de los reportes internacionales ya citados que indican que son las chicas las que pasan más tiempo que los hombres conectadas a las redes sociales (Barker, 2009; Thompson & Lougheed, 2012; Yesil, 2014). Sin embargo, la comparación entre estos diversos resultados debe siempre mantener la atención hacia el hecho de que no es posible establecer una equivalencia entre la frecuencia de uso y lo que se podría considerar uso excesivo, es decir, puede o no haber diferencias de género en cuanto a la frecuencia de uso, sin que en todos los casos, esa frecuencia pueda considerarse como excesiva. También es importante considerar que en muchos reportes los datos no diferencian claramente entre uso excesivo de internet en general y uso excesivo en particular de las redes sociales. Al respecto, cabe señalar que algunas investigaciones realizadas en otros contextos culturales indican que no hay diferencias de género en cuando al uso excesivo de internet en adolescentes (Casas, Ruiz-OIivares & Ortega-Ruiz, 2013; Puerta-Cortés & Carbonell, 2013). El estudio ya citado de Marín et al. (2015) en universitarios españoles indica que no hay diferencias de género en indicadores relacionados ni con la falta de control personal ni con el uso excesivo. Asimismo, se debe considerar si estamos hablando de la población en general, o de un grupo en particular. Por ejemplo, en un estudio de Rial, Gómez, Braña y Varela (2014) se apreció que dentro de un grupo que puede considerarse como de riesgo ("uso excesivo"), predominan las chicas. En general, por el momento, y considerando globalmente diversos indicadores de adicción a las redes sociales, los estudios que indagan acerca de diferencias de género no son concluyentes y como señala Andreassen (2015), en gran parte ello se debe a diferencias metodológicas entre dichos estudios. A esas diferencias probablemente hay que agregar también los factores culturales que modulan no sólo la frecuencia de ciertas conductas, sino también el impacto que sobre éstas tienen determinadas variables.
La idea de indagar acerca de posibles diferencias de género en los diferentes indicadores de adicción tiene que ver en gran parte con las diferencias entre varones y mujeres en cuanto a su disposición para incurrir en conductas de riesgo. Existe bastante evidencia de que son los hombres quienes muestran una mayor tendencia hacia dichas conductas que las mujeres (Byrnes, Miller & Schafer, 1999; Courtenay, 2000). Las mujeres muestran más cautela que los hombres, al menos en algunos dominios (Harris, Jenkins & Glasser, 2006). Los varones también muestran niveles más altos de búsqueda de sensaciones (Cross, Copping & Campbell, 2011). Dados estos antecedentes, lo que se esperaría en los varones no es tanto un mayor uso de las redes sociales, sino un uso más riesgoso y problemático, como se manifestaría, por ejemplo, en una exposición a conflictos interpersonales o a un deterioro en la salud o el desempeño académico o laboral, como consecuencia de la excesiva dedicación a las redes sociales. Sin embargo, los resultados mostrados en el presente trabajo sugieren que las diferencias de género en la tendencia al riesgo o la búsqueda de sensaciones, si las hubiera en la presente muestra, no parecen tener un impacto importante en cómo los adolescentes y jóvenes emplean las redes sociales, excepto en lo que se refiere a la preocupación por las redes sociales mientras no se está conectado. Al parecer, al menos en el grupo investigado, otros tipos de factores sociales y afectivos tienen un rol más relevante en la tendencia al uso de las redes sociales y posiblemente en la génesis de un uso problemático. Por ejemplo, se sabe que tanto chicos como chicas ingresan a internet y las redes sociales persiguiendo el logro de objetivos como socialización, estatus y reconocimiento (Park, Kee & Valenzuela, 2009) y es posible que este tipo de motivaciones tengan una mayor intensidad entre los varones que entre las chicas, influyendo en algunos de los indicadores de posible adicción a las redes sociales. Sin embargo, lo que queda claro es que los diversos componentes de esta adicción pueden expresarse de maneras diferentes en función de las características sociodemográficas de la población.
Otra evidencia en favor de dicha conclusión la encontramos en las diferencias entre carreras. Es de notar que los estudiantes de las dos carreras vinculadas con la prestación de servicios de salud en el grupo estudiado ostenten las puntuaciones más bajas. De inmediato, esto sugiere que las variables que determinan la elección de la carrera, o algunas características de los estudios de dichas carreras, tienen un impacto en los indicadores de la adicción a las redes sociales.
En realidad, la elección de carrera puede responder a un variado conjunto de factores psicológicos. Ackerman y Beier (2003) postularon la existencia de un "complejo de rasgos" que incluye factores intelectuales, conativos y de personalidad y que correlaciona significativamente con la elección vocacional. Por otro lado, hay bastante evidencia acerca de cómo intervienen algunos motivos y rasgos aislados de personalidad en la elección de carrera, así por ejemplo, se sabe que los estudiantes de carreras relacionadas con la administración se caracterizan por ser más extravertidos (Sverko & Babarovic, 2016). La cuestión de interés es determinar hasta qué punto esas asociaciones explican la relación entre carrera e intensidad de los indicadores de adicción a las redes sociales. Por el momento, tales relaciones sólo pueden explicarse de manera indirecta, dada la escasez de la evidencia sobre este particular. Podría argumentarse, por ejemplo, que la extraversión está relacionada positivamente con la adicción a Facebook (Andreassen et al., 2012), por tanto, siendo más extravertidos, los individuos que eligen carreras relacionadas con la administración podrían mostrar indicadores más acusados de adicción a las redes sociales. Por otro lado, los estudiantes de psicología, a diferencia, por ejemplo, de los medicina, se caracterizan por actitudes de apertura y flexibilidad y una percepción más intuitiva que objetiva (Bitrán, Zúñiga, Lafuente, Viviani & Mena, 2004). También es frecuente encontrar entre los estudiantes de psicología una importante motivación de superar problemas personales (por ejemplo, Gámez, Marrero, Díaz y Urrutia, 2015). La idea fundamental es que al menos algunos de los factores psicológicos vinculados a la elección vocacional pueden tener también algún impacto en la tendencia a abusar de las redes sociales, de modo que pueda explicarse la relación observada entre ciertos tipos de carreras y los indicadores de adicción a las redes sociales. En suma, queda para la investigación futura, esclarecer la naturaleza de la relación entre carrera y adicción a las redes sociales.
REFERENCIAS
Ackerman, P. L. & Beier, M. E. (2003). Intelligence, personality, and interests in the career choice process. Journal of Career Assessment, 11(2), 205-218. doi: http://dx.doi.org/10.1177/1069072703011002006
American Psychiatric Association (2008). Manual diagnóstico y esta dístico de los trastornos mentales. Barcelona: Masson.
Andreassen, C. S. (2015). Online social network site addiction: A comprehensive review. Current Addiction Reports, 2(2), 175-184. doi: http://dx.doi.org/10.1007/s40429-015-0056-9
Andreassen, C. S., Torsheim, T., Brunborg, G. S., & Pallesen, S. (2012). Development of a Facebook addiction scale. Psychological Reports, 110(2), 501-517. doi: http://dx.doi.org/10.2466/02.09.18.PR0.110.2.501-517
Arnaboldi, V., Passarella, A., Conti, M., & Dunbar, R. I. M. (2015). Online social networks: Human cognitive constrains in Facebook and Twitter personal graphs. Amsterdam: Elsevier.
Barker, V. (2009). Older adolescents´ motivations for social network site use: the influence of gender, group identity, and collective self-esteem. CyberPsychology and Behavior, 12(2), 209-213. doi: http://dx.doi.org/10.1089/cpb.2008.0228
Bitrán, M., Zúñiga, D., Lafuente, M., Viviani, P. & Mena, B. (2004). Características psicológicas y estilos cognitivos de estudiantes de medicina y de otras carreras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Revista Médica de Chile, 132 (7), 809-815. doi: http://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872004000700004
Byrnes, J. P., Miller, D. C., & Schafer, W. D. (1999). Gender differences in risk taking: a meta-analysis. Psychological Bulletin, 125(3), 367-383. doi: http://dx.doi.org/10.1037/0033-2909.125.3.367
Cam, E., & Isbulan, O. (2012). A new addiction for teacher candidates: social networks. The Turkish Online Journal of Educational Technology, 11(3), 14-19.
Caplan, S. E., & High, A. C. (2011). Online social interaction, psychosocial well-being, and problematic internet use. En K. S. Young, & C. Nabuco de Abreu (Eds.), Internet addiction. A handbook and guide to evaluation and treatment (pp. 35-53). Hoboken, NJ: Wiley.
Casas, J. A., Ruiz-Olivares, R., & Ortega-Ruiz, R. (2013). Validation of the Internet and Social Networking Experiences Questionnaire in Spanish adolescents. International Journal of Clinical and Health Psychology, 13(1), 40-48. doi: http://dx.doi.org/10.1016/S1697-2600(13)70006-1
Chóliz, M. & Marco, C. (2012). Adicción a Internet y redes sociales. Tratamiento psicológico. Madrid: Alianza Editorial.
Colás, P., González, T. & de Pablos, J. (2013). Juventud y redes sociales: Motivaciones y usos preferentes. Comunicar, 20(40), 15-23. doi: http://dx.doi.org/10.3916/C40-2013-02-01
Courtenay, W. H. (2000). Behavioral factors associated with disease, injury or death among men: Evidence and implications for prevention. The Journal of Men`s Studies, 9(1), 81-142. doi: http:// dx.doi.org/10.3149/jms.0901.81
Cross, C. P., Copping, L. T., & Campbell, A. (2011). Sex differences in impulsivity: A meta-analysis. Psychological Bulletin, 137(1), 97-130. doi: http://dx.doi.org/10.1037/a0021591
Durkee, T., Kaess, M., Carli, V., Parzer, P., Wasserman, C., …Wasserman, D.(2012). Prevalence of pathological internet use among adolescents in Europe: demographic and social factors. Addiction, 107(12), 2210-2222. doi: http://dx.doi.org/10.1111/j.1360-0443.2012.03946
Echeburúa, E. & Corral, P. (2010). Adicción a las nuevas tecnologías y a las redes sociales en jóvenes: un nuevo reto. Adicciones, 22(2), 91-96. Recuperado de http://www.adicciones.es/index.php/adicciones/article/view/196/186
Echeburúa, E. & Requesens, A. (2012). Adicción a las redes sociales y nuevas tecnologías en niños y adolescentes. Guía para educadores. Madrid: Pirámide.
Escurra, M. & Salas, E. (2014). Construcción y validación del cuestionario de adicción a las redes sociales. Liberabit, 20(1), 73-91.
Gámez, E., Marrero, H., Díaz, J. M. & Urrutia, M. (2015). ¿Qué esperan encontrar los alumnos en los estudios de Psicología? Metas y motivos personales de los estudiantes en su primer año en la universidad. Anales de Psicología, 31(2), 589-599. doi:http://dx.doi.org/10.6018/analesps.31.2.171851
García, J. A. (2013). Adicciones tecnológicas: el auge de las redes sociales. Salud y Drogas, 13(1), 5-14.
Griffiths, M. D., Kuss, D. J. & Demetrovics, Z. (2014). Social networking addiction: An overview and preliminary findings. En K. P. Rosenberg & L. C. Feder (Eds.), Behavioral addictions. Criteria, evidence, and treatment (pp. 119-141). San Diego, CA: Elsevier-Academic Press.
Griffiths, M. D., Parke, J., & Derevensky, J. L. (2011). Remote gambling in adolescence. En J. Derevensky , D. T. Shek, & J. Merrick (Eds.), Youth gambling. The hidden addiction (pp. 125-143). Boston: De Gruyter.
Harris, C. R., Jenkins, M., & Glaser, D. (2006). Gender differences in risk assessment: why do women take fewer risks than men? Judgment and Decision Making, 1, 48-63.
Herrera, M. F., Pacheco, M. P., Palomar, P. & Zavala, D. (2010). La adicción a Facebook relacionada con la baja autoestima, la depresión y la falta de habilidades sociales. Psicología Iberoamericana, 18(1), 6-18.
Jelenchick, L. A., Eickhoff, J. C. & & Moreno, M. A. (2013). "Facebook depression?" Social networking site use and depression in older adolescents. Journal of Adolescent Health, 52(1), 128-130. doi: http://dx.doi.org/10.1016/j.jadohealth.2012.05.008
Kadushin, C. (2012). Understanding social networks. Nueva York: Oxford University Press.
Kuss, D. J., & Griffiths, M. D. (2011). Online social networking and addiction-A review of the psychological literature. International Journal of Environment Research and Public Health, 8(9), 35283552. doi: http://dx.doi.org/10.3390/ijerph8093528
Marín, D., Sampedro, B. E. & Muñoz, J. M. (2015). ¿Son adictos a las redes sociales los estudiantes universitarios? Revista Complutense de Educación, 26, 233-251. doi: http://dx.doi.org/10.5209/rev_RCED.2015.v26.46659
Park, N., Kee, K. F., & Valenzuela, S. (2009). Being immersed in social networking environment: Facebook groups, uses and gratifications, and social outcomes. CyberPsychology and Behavior, 12, 729-733. doi: 10.1089/cpb.2009.0003
Pempek, T. A., Yermolayeva, Y. A. & Calvert, S. L. (2009). College students´ social networking experiences on Facebook. Journal of Applied Developmental Psychology, 30(3), 227-238. doi: http:// dx.doi.org/10.1016/j.appdev.2008.12.010
Pérez, D. (2013). Redes sociales como lugar en la educación. En A. Constante (Coord.), Las redes sociales. Una manera de pensar el mundo (pp. 51-68). México: UNAM-Ediciones Sin Nombre.
Puerta-Cortés, D. X. & Carbonell, X. (2013). Uso problemático de internet en una muestra de estudiantes universitarios colombianos. Avances en Psicología Latinoamericana, 31, 620-631.
Rial, A., Gómez, O., Braña, T. & Varela, J. (2014). Actitudes, percepciones y uso de Internet y las redes sociales entre los adolescentes de la comunicad gallega (España). Anales de Psicología, 30(2), 642-655. doi: http://dx.doi.org/10.6018/analesps.30.2.159111
Ross, C., Orr, E. S., Sisic, M., Arsenault, J. M., Simmering, M. G., & Orr, R. (2006). Personality and motivations associated with Facebook use. Computers in Human Behavior, 25(2), 578-586. doi: http://dx.doi.org/10.1016/j.chb.2008.12.024
Sverko, I., & Babarovic, T. (2016). Integrating personality and career adaptability into vocational interest space. Journal of Vocational Behavior, 94, 89-103. doi: http://dx.doi.org/10.1016/ jvb.2016.02.017
Thompson, S. H., & Lougheed, E. (2012). Frazzled by Facebook? An exploratory study of gender differences in social network communication among undergraduate men and women. College Student Journal, 46(1), 88-98.
Yesil, M. M. (2014). The relationship between Facebook use and personality traits of university students. International Journal of Academic Research, Part B, 6, 75-80. doi: http://dx.doi.org/10.7813/2075-4124.2014/6-2/B.12
Young, K. (2007). Cognitive-behavioral therapy with Internet addicts: Treatment outcomes and implications. CyberPsychology and Behavior, 10(5), 671-679. doi: http://dx.doi.org/10.1089/ cpb.2007.9971
West, R., & Brown, J. (2013). Theory of addiction (2da. Ed.). Chichester, Inglaterra: John Wiley & Sons.
Recibido: 05/09/16
Revisado: 04/10/16
Aceptado: 29/10/16
Publicado: 28/11/16