Sr. Editor:
La pandemia de COVID-19, reveló una amplia gama de problemas en la formación académica y atención quirúrgica especializada, como la Neurocirugía1. Las enfermedades neuroquirúrgicas son estimadas en 13,8 millones de casos nuevos y 22,6 millones de consultas externas cada año a nivel mundial , esto sumado a la pandemia representó un déficit profundo en la atención2. El volumen operatorio de cirugías programadas y de emergencia fue reducido más del 50%, siendo una de las limitantes la disponibilidad de camas de cuidados intensivos y ventiladores mecánicos. Además de un déficit significativo en la atención neuroqurirugica, la educación se vio mermada una vez más3.
Las restricciones impuestas por esta pandemia interrumpieron e intensificaron la desigualdad hacia el rumbo de una neurocirugía global4. Se detuvo la circulación de conocimiento y habilidades, incluso llegando al cierre de los programas de residencia por el estado de emergencia. Los países en vías de desarrollo presentaron mayores complicaciones, debido a la fragilidad de sus sistemas de salud, múltiples deficiencias estructurales y falta de fondos económicos5. Así mismo la neurocirugía peruana presentó un problema mayor, al no contar con laboratorios de entrenamiento, siendo casi exclusivo el desarrollo de la técnica quirúrgica en sala de operaciones. El laboratorio es esencial para desarrollar y perfeccionar las habilidades quirúrgicas, especialmente la microcirugía. Hasta el año 2020 nuestro país no registra ningún uso de simuladores como las impresiones tridimensionales (3D) o llamada también tecnología de clonación 3D en neurocirugía6.
Ante este escenario la Neurocirugía Global, definida como un área de estudio, investigación, practica y promoción; brindó herramientas para adoptar soluciones tecnológicas accesibles, que permitan continuar con la educación y formación neuroquirurgica de calidad1. La creación del primer “Laboratorio de Neuro-Microcirugía e Impresiones 3D” en el Hospital Central de la Policía “Luis N. Sáenz” en el Perú (figura 1), marca el inicia de la revolución neuroquirúrgica hacia un cambio de paradigma “tridimensional”, asumiendo como objetivo principal el fortalecimiento de la atención neuroquirúrgica a todo nivel.
El Departamento de Neurocirugía del Hospital Central de la Policía, respondió rápidamente a esta pandemia, en función de la solidez de su infraestructura y de numerosas donaciones, que permitieron la creación de un centro de entrenamiento. Además, se logró la adquisión de dos impresoras 3D de resina, creando modelos neuro-microquirúrgicos a escala real, precisos y personalizados. El desarrollo de clases académicas teórico-prácticas mediante un proyector 3D, permitieron continuar con la formación y perfeccionamiento neuroquirúrgico, perpetuando el continuo aprendizaje de sus estudiantes, residentes y neurocirujanos.
La adopción de métodos novedosos como la tecnología de clonación 3D o impresiones tridimensionales, hizo experimentar un crecimiento exponencial en la habilidad teorico-técnica y garantizar una equidad hacia una neurocirugía global7. La impresión 3D (figura 2) ha revolucionado la práctica, a partir de diseños creados por computadora para luego pasar a una fabricación aditiva por capas, obteniendo prototipos anatómicamente exactos a escala real y personalizados de modelos específicos de pacientes y sus enfermedades. El impacto ha generado mejores resultados a nivel académico y quirúrgico, al realizar prácticas en escenarios reales8.
El uso amplio de los modelos 3D permiten una planificación y entrenamiento quirúrgico pre-operatorio. Con estos modelos, la capacitación del estudiante, residente y neurocirujano permite cambiar los paradigmas del “tercer mundo” o “país subdesarrollado”, al cambiar una neurocirugía basada en prácticas en sala de operaciones al de reproducirlos en laboratorios especializados, para plasmarlo posteriormente en la cirugía en vivo, mejorando la experiencia de su formación9.
Los modelos de entrenamiento de laboratorio son prioridad para desarrollar y perfeccionar las técnicas y habilidades10, la combinación de los prototipos 3D en combinación con las piezas cadavéricas, nos llevan a una nueva generación de neurocirujanos de calidad mundial.
La neurocirugía ha sido siempre una especialidad pionera, que aprovecha las tecnologías en desarrollo para potenciarse, a pesar que la pandemia continúa teniendo un impacto significativo en el mundo. Por ello, esta innovación del “Laboratorio de Nauro-Microcirugía e impresiones 3D” impulsa y representa actualmente un hito para optimizar la enseñanza y atención neuroquirúrgicas del país, superando nuestras fronteras hacia una Neurocirugía Global.