Introducción
La obesidad es una de las condiciones más comunes en la población general. El balance energético humano está regulado por factores genéticos y aún se desconocen los mecanismos genéticos precisos. No obstante, a menudo es considerada una condición secundaria a hábitos alimentarios de los pacientes, prevenible con autocontrol y disciplina1).
El peso bajo o la obesidad pueden causar problemas potenciales durante el embarazo. Diferentes estudios han analizado los potenciales efectos del sobrepeso y la obesidad sobre el embarazo y su resultante1). Los sujetos con sobrepeso y obesidad tienen mayor riesgo de desarrollar diabetes, hipertensión, dislipidemia, enfermedad cardiovascular y cerebrovascular, gota, apnea del sueño, osteoartritis, irregularidades menstruales y algunos tipos de cáncer2). La obesidad pregestacional está asociada con complicaciones obstétricas como diabetes gestacional, macrosomía, distocia de hombro y riesgos operatorios que incluyen complicaciones anestésicas y dehiscencia e infección de la herida quirúrgica3). También puede asociarse con mayor riesgo de cesárea4-6). El aumento del peso tanto pregestacional como gestacional está asociado con aumento de la frecuencia de macrosomía fetal, anomalías del parto y de la frecuencia cardíaca fetal, embarazos prolongados, tinción con meconio del líquido amniótico y cesárea5).
El objetivo de este estudio fue establecer la asociación entre la obesidad pregestacional con las alteraciones del parto.
Métodos
Los datos para este estudio fueron obtenidos de las historias clínicas de gestantes atendidas en el Hospital Central “Dr. Urquinaona”, Maracaibo, Venezuela, entre enero y diciembre de 2021. Se incluyeron mujeres con embarazos simples a término y sin complicaciones médicas ni obstétricas, como diabetes, hipertensión, preeclampsia, placenta previa y/o cesárea previa.
El peso y la talla pregestacional de las embarazadas fueron obtenidos y verificados de los datos de la historia clínica. Para realizar el cálculo del índice de masa corporal (IMC) se utilizó la fórmula de peso en kilogramos dividido entre la talla en metros cuadrados7,8). Las pacientes fueron catalogadas según el IMC pregestacional como obesas (IMC mayor de 30 kg/m2; grupo A) y aquellas con sobrepeso (IMC entre 25 y 30 kg/ m2; grupo B) y fueron comparadas con las gestantes de peso normal (IMC entre 20 y 25 kg/m2; grupo C). Las variables evaluadas fueron: tipo de parto, duración del trabajo de parto, frecuencia de embarazos prolongados y macrosomía fetal. La información detallada de las complicaciones del parto y la resultante neonatal fue obtenida mediante la revisión de las historias clínicas.
Los datos fueron analizados mediante el software estadístico SPSS®, versión 22.0. El análisis de datos también incluyó regresión logística, prueba t para muestras independientes y prueba de chi cuadrado. El análisis de regresión fue realizado para controlar las potenciales variables de confusión. La razón de probabilidad (RP) con un intervalo de confianza del 95% (IC95%) fue utilizada para establecer el riesgo en las variables de estudio sobre las resultantes obstétricas y perinatales. Un valor de p < 0,05 fue considerado como estadísticamente significativo.
RESULTADOS
Para el estudio se seleccionó 206 gestantes con un promedio de edad de 27,8 +/7,1 años, paridad de 3,2 +/1,8 partos y edad gestacional al momento del parto de 39,1 +/1,8 semanas. De este grupo de pacientes, 138 gestantes (61,1%) fueron asignadas al grupo A, 47 mujeres (20,8%) al grupo B y 41 (18,1%) al grupo C. Las características de cada uno de los grupos se muestran en la tabla 1. No se encontraron diferencias significativas en la edad materna, paridad y edad gestacional al momento del parto entre los grupos. El índice de masa corporal fue significativamente más elevado en los grupos B y C comparado con el grupo A (p < 0,001).
En la tabla 2 se muestra la resultante obstétrica en cada uno de los grupos de estudio. Las embarazadas del grupo A presentaron mayor probabilidad de cesárea (RP 1,76; IC95%, 1,03 a 2,98), de parto prolongado (RP 2,09; IC95%, 1,23 a 3,53) y de embarazo prolongado (RP 2,30; IC95%, 1,32 a 4,01) comparado con las embarazadas del grupo C (p < 0,05). Las gestantes del grupo B no mostraron diferencias estadísticamente significativas en la probabilidad de resultantes obstétricas y perinatales comparadas con las embarazadas del grupo A (p = ns). Al ajustar las variables de confusión (edad y paridad), no se encontraron cambios significativos en la razón de probabilidad en cada uno de los análisis. Solo se encontraron dos casos de macrosomía fetal que correspondieron al grupo A.
DISCUSIÓN
Factores como la obesidad pregestacional, aumento del peso durante el embarazo, edad materna, aumento de la paridad y antecedentes de cesárea están asociados con aumento de partos distócicos6). Este estudio analizó la asociación potencial entre el índice de masa corporal pregestacional y las resultantes obstétricas y perinatales, demostrando que el riesgo de cesárea y parto prolongado (> 12 horas) eran mayores en las pacientes obesas. Aunque inicialmente las diferencias entre embarazadas obesas y no obesas pregestacionales fueron significativas, luego de controlar las variables de confusión, estas diferencias continuaron siendo significativas. La posible explicación a este hallazgo es que ambas complicaciones obstétricas pueden estar asociadas al aumento de volumen de los tejidos blandos tanto en el periné como en la pelvis materna7,8). Por otra parte, una investigación que analizó diferentes datos de antropometría materna confirmó el valor del peso, talla e índice de masa corporal materna pregestacional como predictor de la resultante materna y perinatal9).
Las complicaciones perinatales, como prematuridad, peso bajo al nacer y muerte, generalmente están asociadas con peso bajo pregestacional, escaso aumento ponderal, embarazo adolescente, nuliparidad y tabaquismo10,11). Las consecuencias de las variaciones en el IMC previas al embarazo pueden variar ampliamente entre diferentes grupos poblacionales. Como uno de los marcadores del estado nutricional, el IMC bajo puede reflejar deficiencias nutricionales crónicas y/o falta aguda de ingesta de alimentos. Por otra parte, los valores elevados pueden reflejar el grado de adiposidad resultante del desequilibrio entre ingesta de alimentos y gasto energético por actividad física3).
En la presente investigación, la frecuencia de embarazos prolongados fue significativamente más alta en las gestantes obesas antes de la gestación (25%) comparada con las embarazadas no obesas (10%). Estudios previos han mostrado una fuerte asociación entre obesidad y embarazo prolongado, cesárea y macrosomía5). No obstante, entre nuestros datos solo se encontraron 2 recién nacidos con diagnóstico de macrosomía, ambos de gestantes no obesas.
La mayoría de los estudios previos han mostrado aumento en el riesgo de hipertensión crónica, preeclampsia y diabetes gestacional en embarazadas con exceso de peso y/o aumento excesivo de peso antes y durante el embarazo. Existe evidencia que muestra que los recién nacidos de mujeres obesas son más grandes para su edad gestacional y las tasas de cesáreas son más elevadas. Un mayor peso del recién nacido al nacer está asociado con mayor riesgo de distocia de hombro, trauma y asfixia perinatal. También existe aumento en el riesgo de hemorragia posparto, infección puerperal y trombosis venosa profunda. Además, la morbimortalidad quirúrgica aumenta y se presentan más complicaciones post-anestésicas5).
Existen numerosas morbilidades y complicaciones obstétricas asociadas con la obesidad pregestacional12-14), por ejemplo, el riesgo de cesárea (5 veces mayor), aparición y desarrollo de hipertensión (9 veces mayor), preeclampsia (12 veces mayor) y diabetes gestacional (24 veces mayor) en las pacientes con distintos grados de obesidad comparada con las pacientes con peso normal15). Estos datos son respaldados por diferentes análisis que muestran aumentos marcados en los riesgos de estas y otras condiciones como tromboembolismo, corioamnionitis, infección de la herida y necesidad de cuidados intensivos16).
La obesidad pregestacional no es una contraindicación para el embarazo, pero la atención prenatal y educación por nutricionistas-dietistas expertos es fundamental para lograr un embarazo sin complicaciones. Las mujeres obesas deben recibir asesoramiento preconcepcional sobre estilo de vida y modificaciones conductuales para alcanzar el peso corporal ideal antes del embarazo. Durante el embarazo, es necesario seguir una dieta adecuada y llevar una vida activa. Por lo tanto, la disminución de la obesidad antes y durante el embarazo debería conducir a disminución en la tasa de alteraciones en el parto y reducción de la morbilidad quirúrgica12).
La asociación de la obesidad pregestacional con las complicaciones del parto es apoyada por otros estudios. La evidencia indica que las medidas de prevención primaria y secundaria de la obesidad previas al embarazo pueden mejorar la resultante perinatal17-19). El mayor riesgo de complicaciones en gestantes obesas aporta evidencia a la necesidad de revertir las tendencias actuales de nutrición. La prevalencia de obesidad sigue en aumento en todos los países, en especial en aquellos en vías de desarrollo. Todo esto a pesar de los esfuerzos para evitarla. La mayoría de los esfuerzos han sido enfocados a mujeres en forma individual o a pequeños grupos, lo cual ha mostrado ser ineficiente, ya que las mujeres en edad fértil están rodeadas cada vez más por estímulos que las llevan a tener una mayor ingesta calórica20).
Existe evidencia que señala que los riesgos de la cesárea son mayores y más complejos en las embarazadas obesas. Aparte de presentar mayores probabilidades de indicación de interrupción del embarazo por vía abdominal, también tienen mayor riesgo de complicaciones postoperatorias asociadas a la obesidad (por ejemplo, preeclampsia)21-23). Aunque la cesárea es un buen indicador de los posibles efectos de la obesidad sobre las alteraciones del parto, la información que puede suministrar debe ser analizada cuidadosamente, ya que puede ser afectada por múltiples factores. En esta investigación se trató de limitar el conocimiento que suministra este indicador a solo las pacientes que tenían una indicación asociada a la obesidad pregestacional, para evitar confusiones. Los resultados de esta investigación sugieren el papel de la obesidad en el aumento de la tasa de cesárea, hallazgo que puede ayudar a los profesionales a optimizar la atención de las embarazadas con obesidad pregestacional24,25).
Los inquietantes aumentos de los riesgos y probabilidades apuntan a que la situación pueda llegar aun a ser más preocupante a medida que la prevalencia de la obesidad continúe aumentando13). La prevalencia de diabetes pregestacional y gestacional está aumentando. Además, muchas mujeres retrasan el embarazo y la tasa de embarazos múltiples aumentan como resultado del uso generalizado de procedimientos de fertilización in vitro. Cada uno de estos factores interactúa con la obesidad materna, conduciendo a embarazos de riesgo alto. La prevención del aumento de peso excesivo en adolescentes y mujeres jóvenes sería la intervención más efectiva posible. Sin embargo, son necesarias estrategias para lograr esto, ya que los beneficios económicos para reducir las complicaciones de la obesidad durante y fuera del embarazo serían sustanciales.