Sr. Editor
Hemos leído con sumo interés el artículo “Un nuevo coronavirus, una nueva enfermedad: COVID-19” de Pareja, et. al. donde observamos que las repercusiones que trae la pandemia, dejan en clara evidencia la limitada experiencia que se tiene1. La telemedicina (TM) se ha convertido en una herramienta tecnológica para llevar atención médica y que tiene mucho potencial en escenarios donde la infraestructura se encuentra intacta y los médicos están disponibles a la atención2. De esta manera, se minimiza la exposición, teniendo en cuenta que gran parte de los contagios se produjeron en los hospitales1.
Inclusive, antes de la llegada del COVID-19, en varios países y sobre todo en Estados Unidos, la TM se utilizaba para llevar cuidados paliativos a hogares de pacientes con enfermedades crónicas y estables3, asociada a una alta satisfacción de los pacientes y el personal médico4. Debido al actual estado de emergencia, son una herramienta esencial para apoyar las necesidades clínicas de los sistema de salud5. Existe una disposición de los pacientes al uso de la TM, sin embargo, aún existen barreras tanto como, la falta de alfabetización digital y la falta de voluntad del médico para adoptar la TM, como se vio en Australia6.
La TM permite realizar una historia clínica exhaustiva, pero también presenta limitaciones como el examen físico y exámenes auxiliares7.El médico debe tener el juicio de determinar quiénes necesitan las pruebas de hisopado, dando prioridad a población de riesgo. Sin embargo, la mayoría de los países carecen de un marco regulatorio para autorizar, integrar y reembolsar los servicios de telemedicina, incluso en situaciones de emergencia8.
En el Perú no se ha implementado una estrategia o plan operativo que guíe a sus proveedores de servicio al cambio de sistema como es el de teleconsultas, ni un mecanismo de intercambio de datos con vigilancia epidemiológica descentralizada.
El COVID-19 es un llamado a adoptar cambios graduales en la implementación de TM en nuestro país, ya que demuestra una importante utilidad en casos de desastres y emergencias. Se tiene que abordar este desafío y colaborar para promover su uso seguro y basado en evidencia.