INTRODUCCIÓN
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son psicológicos y se manifiestan por una mayor preocupación por el peso, imagen corporal y alimentación, lo que podría provocar problemas de salud graves y hasta provocar la muerte en casos extremos; los más usuales son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón, entre otros1. Estos trastornos se encuentran clasificados en el Manual Diagnóstico de Desórdenes Mentales en su 5ta. edición (DMS-5) y en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10)1.
Al inicio del año 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró como pandemia a la enfermedad provocada por el virus SARS-COV-22, lo que provocó que los países, incluido Chile, implementaran medidas sanitarias de aislamiento social y cuarentenas3. Según la evidencia, durante la pandemia, las conductas de riesgo y factores asociados a TCA se han visto alterados por las condiciones de confinamiento4y tienen un efecto en las conductas alimentarias de las personas5.
Estudios han revelado que el cambio en la rutina de una persona, en las que las estructuras creadas en una vida “normal” se ven removidas, puede aumentar el riesgo de TCA6,7y se manifiesta de distintas maneras, entre las cuales se mencionan cambios en la apreciación de la imagen corporal, conductas alimentarias de atracón o ingesta descontrolada de alimentos y privación de la alimentación8.
Por estas condiciones, las conductas alimentarias se pueden ver afectadas, debido a diferentes factores como la actividad física (AF) y el estado nutricional (EN). En relación a la AF, se ha visto una reducción, debido a las medidas de confinamiento9, lo cual podría ser un factor presente en los trastornos de la conducta alimentaria10.
Con respecto al EN, por una parte se asume que una persona delgada o bajo peso tiene un riesgo más elevado de desarrollar un TCA; sin embargo, hay evidencia11,12que indica una tendencia inversa entre el índice de masa corporal (IMC) y la insatisfacción corporal, con mayor riesgo a padecer TCA13.
En la presente investigación, se tuvo por objetivo analizar las conductas alimentarias de riesgo, en relación al estado nutricional y actividad física en jóvenes adultos durante la pandemia COVID-19, en las comunas de Chillán y Chillán Viejo. La evidencia demuestra que, en este grupo etario, este fenómeno, tanto a nivel nacional como regional, es poco investigado, al contrario de las investigaciones hechas en la población adolescente14,15, por lo que se hace necesario indagar en esa población en específico en contexto de pandemia.
Participantes
Estuvo conformada por jóvenes adultos que habitan las comunas de Chillán y Chillán Viejo (región de Ñuble, Chile). Se obtuvo una muestra de 184 sujetos, quienes permiten estimar una prevalencia de riesgo de TCA (específicamente anorexia y bulimia nerviosa), en torno a un P0 = 0,12 (14) y con una precisión de 0,05 (1 - alfa = 0,95). Fueron seleccionados por el método no probabilístico de tipo casual16.
Fueron incluidos adultos con las edades de 18 a 25 años, de ambos sexos, que viven en cualquiera de las dos comunas descritas anteriormente por al menos dos meses. Fueron excluidos sujetos con diagnóstico autorreportado de TCA.
Este estudio fue autorizado por el Comité Ético Científico de la Universidad Adventista de Chile (N.° 2021-20). La participación fue totalmente voluntaria y firmaron un consentimiento informado, de acuerdo a las pautas de la declaración de Helsinki17.
Instrumentos
Se aplicaron dos instrumentos:
1. Cuestionario de datos personales. Diseñado por los mismos autores de este estudio, permitió recopilar información general y de salud autorreportada con datos como sexo (mujer, hombre), edad (fecha de nacimiento), estudios actuales (enseñanza media, técnico en nivel superior, universitaria, posgrado u otro), ocupación (estudiante, trabajador, ambas), lugar de residencia (Chillán, Chillán Viejo), patología o diagnóstico actual de enfermedad autorreportados (para el criterio de exclusión: TCA), percepción de actividad física (realiza, no realiza) y tiempo estimado (30, 60, 120 minutos o más).
2. Cuestionario de riesgo de conducta alimentaria SCOFF. Utilizado para el tamizaje de riesgos de TCA, consta de cinco preguntas de respuesta dicotómica (Sí: 1 punto - No: 0 punto) que evalúan los siguientes aspectos: vómitos autoinducidos (sick), temor a la ingesta descontrolada (control), pérdida de peso (out weight), alteraciones de la imagen corporal (fat) y dependencia de la comida (food). Todas las preguntas están diseñadas con respuestas de una sola dirección. Resultados de una suma mayor o igual a 2 puntos se clasifica con riesgo a padecer un TCA específicamente anorexia o bulimia nerviosa18. La versión utilizada fue traducida al español y validada en hombres y mujeres19-21, con sensibilidad del 78% y una especificidad del 84%21.
Recopilación de datos
El levantamiento de los datos fue implementado con la plataforma Google Forms, difundido a través de correo electrónico y en redes sociales (Facebook e Instagram). Estuvo disponible entre el 1 de septiembre y el 13 de octubre de 2021.
Análisis estadístico
Se realizó la descripción de variables cualitativas con frecuencias absolutas y relativas. Se utilizó la prueba Ji2 y la magnitud de las asociaciones fue con la razón de prevalencia (RP) e intervalos de confianza de 95%. Se usó R-Studio con las paqueterías “epiR”, “forcats”, “ggplot2” y “gridExtra”.
RESULTADOS
A continuación, se presentan los resultados de los jóvenes y adultos seleccionados en la muestra quiénes corresponden a 184 encuestas elegibles para análisis (Tabla 1).
Variables independientes | n | % | Intervalos de confianza 95% |
Sexo | |||
Mujer | 138 | 75,41 | 68,40 - 81,33 |
Hombre | 45 | 24,59 | 18,67 - 31,60 |
Edad | |||
18-21 | 84 | 45,90 | 38,58 - 53,40 |
22-25 | 99 | 54,10 | 46,60 - 61,42 |
Estudios actuales | |||
Enseñanza media | 9 | 6,52 | 3,22 - 12,38 |
Enseñanza universitaria | 159 | 86,89 | 80,92 - 91,25 |
Técnico en nivel superior | 7 | 3,83 | 1,69 - 8,04 |
Posgrado u otro | 8 | 4,37 | 2,05 - 8,73 |
Ocupación | |||
Estudiante | 136 | 74,32 | 67,24 - 80,35 |
Trabajador(a) | 28 | 15,30 | 10,57 - 21,53 |
Ambas | 19 | 10,38 | 6,53 - 15,96 |
Lugar de residencia | |||
Chillán | 170 | 92,90 | 87,90 - 96,01 |
Chillán Viejo | 13 | 7,10 | 3,99 - 12,10 |
Basado en la escala SCOFF, se encontró que el 37,16% (n = 68) de la muestra tiene riesgo de TCA (IC 95%: 30,23 - 44,63%). La distribución de las proporciones por sexo y grupo etario no mostraron diferencias estadísticamente significativas (p=0,1862 y p=0,3923, respectivamente), aun cuando las estimaciones puntuales de las proporciones de TCA fueron mayores en mujeres (39,86%) que en hombres (28,89%) y en el grupo etario de menor edad (40,47%) versus el de mayor edad (34,34%), según lo muestra la (Figura 1).
Al evaluar la potencial asociación entre el riesgo de TCA y las variables independientes estudiadas (Figura 2), se encontró que no ejecutar actividad física aumenta en 1,59 veces más el riesgo de tamizar un TCA (IC 95%: 1,10 - 2,30).
LaTabla 2muestra la regresión de Poisson entre el riesgo o no de TCA y estado nutricional (eutrófico y sobrepeso/obesidad), ajustado por sexo, edad y actividad física. Se encontró una asociación estadísticamente significativa (p = 0,044), donde sujetos con sobrepeso y obesidad autorreportados presentan 1,41 veces más riesgo a ser tamizados con riesgo de TCA.
DISCUSIÓN
En la presente investigación, se estudió el riesgo de TCA en una muestra de jóvenes residentes en dos comunas de la región de Ñuble y se encontró una proporción superior de un 37,16% a las estimaciones puntuales, en comparación con la de otros países: Brasil22, España23,24, Libia25y China26, muestras recogidas previas a 2020. Este valor de prevalencia de TCA obtenida en nuestro estudio podría explicarse en parte por el contexto de pandemia, ya que al ser un evento estresor que modificó las rutinas habituales de vida y de alimentación pudo predisponer a un mayor riesgo de conductas alimentarias alteradas en esta población en particular.
En segundo lugar, se planificó evaluar posibles variables que se asocian a un mayor riesgo de TCA. Una vez despejado por algunos confusores, se halló que el sobrepeso y obesidad, en conjunto, presentaron un aumento de manera significativa de riesgo a presentar un TCA. Este hallazgo es similar a lo publicado por Castejón et al.13, quien, en sus resultados, mostró que las personas con sobrepeso presentaban una obsesión por la delgadez e insatisfacción corporal, lo que se asocia a estados de ansiedad con respecto a la apariencia física, lo que podría llevar a un mayor riesgo de TCA.
Zapata et al.27. realizaron un estudio en población adolescente chilena y encontraron que el 27,7% y el 16,9% de las mujeres con sobrepeso y obesidad respectivamente, presentaron mayor riesgo a desarrollar TCA28. A su vez, la mal nutrición por exceso se ha exacerbado por el aumento de la ingesta alimentaria emocional producida por el estrés al confinamiento y el miedo a contraer la enfermedad de COVID-1929por lo que se puede suponer mayor riesgo a iniciar eventos vinculados a TCA.
Solo de manera bivariante, se encontró una asociación estadísticamente significativa entre no realizar AF y TCA. Esto condice con el estudio de Nurkkala et al.30, en el que se señala que el rasgo de impulso por la delgadez medida en hombres jóvenes estuvo asociado con el mayor tiempo sedentario. En efecto, la evidencia muestra que la AF puede reducir la ansiedad, y que, a su vez, disminuye el riesgo de TCA31. Esta ansiedad se ha visto incrementada por la medida de confinamiento por la pandemia declarada32, por cuanto la estrategia de la AF cobra vital importancia en este contexto.
No obstante, en la relación inversa que se observa entre AF y TCA, también existe evidencia que plantea lo contrario, tal como un estudio publicado en 202033, el cual muestra que una AF moderada-intensa está correlacionada con los atracones (r = 0,302; p < 0,001) y alimentación descontrolada (r = 0,346; p < 0,001). Esto puede ser explicado, porque existen variadas motivaciones para realizar AF, entre las cuales pueden ser de orden estético (apariencia), de beneficios a la salud, de aceptación social, o de disfrute. Por ejemplo, Nurkkala et al.30encontraron que jóvenes con comportamientos alimentarios no adecuados fueron asociados con AF relacionados con el cuerpo; es decir, vinculados más al mejoramiento de la imagen corporal; mientras que los sujetos con rasgos bulímicos fueron asociados inversamente con la motivación de hacer ejercicio vinculado a un beneficio de la salud.
Nuestro estudio no estuvo exento de limitaciones. La primera que destacamos es en relación con la muestra, la que fue obtenida con un método no probabilístico. En segundo lugar, la aplicación de instrumentos con la modalidad de un autorreporte, por lo que está expuesta a sesgo de deseabilidad social34. En tercer lugar, dado que es de tipo transversal, no se puede establecer relación causal entre las variables independientes y dependiente. En cuarto lugar, la esta última fue medida con un instrumento que sirve como tamizaje de TCA y, por tanto, no hubo diagnóstico clínico de la patología con que contaría los sujetos de esta muestra. No obstante, este estudio pretende mostrar evidencia concreta en un contexto de confinamiento general, situación poca vez vista, y con las herramientas disponibles para lograr un acercamiento lo más fiel posible a la realidad de esta vivencia.
CONCLUSIONES
En conclusión, se encontró porcentajes de TCA superiores a estimaciones previamente disponibles. De los factores asociados al riesgo de TCA, la edad, sexo, ocupación y tiempo de actividad física no fueron significativos. Sí fueron estadísticamente asociados el sobrepeso con obesidad (en conjunto) y no realizar AF.