INTRODUCCIÓN
Los primeros 1000 días de vida comprenden los 270 días de la gestación y los dos primeros años del infante. Durante esta etapa, el desarrollo físico y mental del ser humano puede ser influenciado por diversos factores ambientales1. Por ejemplo, los hábitos nocivos respecto al consumo de azúcar, tabaco, alcohol o exposición a algunos fármacos durante la gestación pueden repercutir en el riesgo a obesidad, diabetes, caries dental y otras enfermedades crónicas en el futuro niño1-3. Por ese motivo, diversas organizaciones o instituciones describen este periodo como la ventana de oportunidades para realizar intervenciones preventivas y que promuevan la salud del bebé y la madre.
Dentro del área odontológica, los protocolos de atención para la gestante y el bebé deben abarcar la detección temprana y tratamiento de patologías bucales y la orientación en adecuados hábitos de higiene bucal y alimenticios4. Esto es debido a que muchos padres no tienen conocimientos adecuados sobre el buen cuidado de la salud bucal del infante5-7. Por este motivo, los servicios de atención primaria son fundamentales para orientar a la gestante y el núcleo familiar sobre un adecuado manejo de las prácticas en salud bucal, con el fin de conservar la salud del niño4,8,9.
Esto integra el mejoramiento de protocolos de atención e instrucción hacia gestantes y madres basados en el contexto biológico, socioeconómico y cultural, en el cual se desarrollen. Por este motivo, el objetivo de la presente revisión de la literatura es brindar una actualización basada en evidencia científica sobre las buenas prácticas de salud bucal dentro del periodo de los primeros 1000 días de vida.
METODOLOGÍA
Se realizó una búsqueda bibliográfica no sistemática con el fin de recolectar información científica publicada en relación a las buenas prácticas de salud bucal durante los primeros 1000 días de vida. La indagación de fuentes se realizó durante febrero y marzo de 2022 e incluyó las bases de datos Pubmed y Scopus. La temporalidad de las fuentes de información se limitó al periodo 2016-2022; ello con el fin de obtener información vigente.
Se utilizaron palabras o términos clave en inglés tomadas del tesauro MeSH, las cuales se conjugaron utilizando los operadores booleanos “AND” y “OR”. Las estrategias de búsqueda utilizadas fueron las siguientes: "prenatal care" AND ("dentistry" OR "oral health") / ("pregnancy" OR "infant") AND ("oral hygiene" OR "toothbrushing" OR "toothpaste") / (“pregnancy” OR “infant”) AND (“prenatal nutrition” OR “child nutrition” OR "breast feeding") / (“pregnancy” OR “infant”) AND “sugar intake” / “infant” AND ("sucking behavior" OR "nail biting") AND "dental occlusion" / (“pregnancy” OR “infant”) AND ("dental care" OR “pediatric dentistry”).
Se incluyeron artículos originales y revisiones sistemáticas con o sin metanálisis. Se excluyeron los artículos repetidos y aquellos que no abarcaron el tema propuesto. Posterior a la exploración de la literatura, la selección de la misma inició con el análisis de títulos y resúmenes. Para ello, se tuvo en cuenta que dichas fuentes de información cubrieran alguno de los siguientes aspectos: Prácticas en salud bucal infantil, higiene bucal infantil, alimentación durante los primeros mil días de vida, hábitos parafuncionales y visita al odontólogo. También, se tomó en cuenta que los artículos aborden la importancia que tiene esta etapa para el desarrollo neural y físico.
Además, se revisó la literatura gris usando la base de datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud del Perú, para definir algunos conceptos clave y proveer recomendaciones basadas en reportes nacionales e internacionales. De esta forma, se incluyeron 72 artículos científicos y cuatro referencias de la literatura gris (una guía de práctica clínica y tres reportes de la OMS).
A continuación, se describirán las prácticas de salud bucal durante los primeros mil días relacionadas a las prácticas de higiene bucal, alimentación, hábitos parafuncionales, y visita al odontólogo.
PRÁCTICAS DE SALUD BUCAL DURANTE LOS PRIMEROS 1000 DÍAS
Las buenas prácticas en salud bucal se definen como todas aquellas acciones que promueven una óptima salud bucal y que podrían prevenir enfermedades como la caries dental, gingivitis, periodontitis, maloclusiones, entre otras. Asimismo, estas acciones varían de acuerdo a cada grupo etario. Durante los primeros 1000 días de vida, estas prácticas están relacionadas con los hábitos de higiene bucal, la alimentación, los hábitos parafuncionales y la visita al odontólogo.
Higiene bucal infantil
La pasta dental fluorada es uno de los insumos esenciales para una correcta higiene bucal desde la erupción del primer diente. Cabe resaltar que la concentración de flúor del dentífrico influirá en la prevención de caries dental. Por este motivo, se recomienda que la cantidad mínima sea de 1000 partes por millón (ppm) de ión flúor10. En algunas revisiones sistemáticas, se han encontrado que cantidades menores no ayudan a la prevención de caries y, además, no reducen el riesgo de fluorosis en comparación con las de más de 1000 ppm de flúor11,12.
Para prevenir la toxicidad del flúor por su consumo, durante el cepillado dental en niños menores de dos años, se recomienda utilizar solo 0,1 ml de pasta dental por cepillado, lo que equivale al tamaño de un grano de arroz10. La frecuencia del cepillado, en estos niños, solo sería dos veces al día13. A partir de los tres años o cuando el niño ya sabe escupir, se recomienda utilizar 0,25 ml, lo que equivale al tamaño de un grano de arveja10. Debido al sabor agradable de las pastas dentales para niños, se podría pensar que esto podría influir en una mayor ingesta al momento del cepillado. Sin embargo, una revisión sistemática concluyó que no es así14. Es importante recalcar que, si el niño llegará a consumir todo el dentífrico al momento del cepillado, esto no causaría toxicidad, ya que la cantidad que se usa es mínima.
Por otro lado, otro insumo importante es el cepillo dental. Este debe ser de cerdas suaves y del tamaño adecuado para el bebé10. Respecto al tipo de cepillo dental, existen manuales y eléctricos. El primero es más accesible por el costo y si la madre es orientada adecuadamente para su uso, no tendrá problemas al higienizar adecuadamente los dientes de su bebé. Sin embargo, se ha encontrado que los cepillos eléctricos remueven mejor la placa bacteriana en niños, ya que es más sencillo de manipular15.
Cabe resaltar, que el tiempo de durabilidad del cepillo tiene un límite. Generalmente, se ha recomendado cambiar el cepillo dental cada tres meses. Sin embargo, esto dependerá de la integridad de sus cerdas y de la exposición a virus, bacterias y hongos. Por este motivo, algunos autores recomiendan cambiarlo incluso después de tres o cuatro semanas16. Esto es debido a que el cepillo de dientes está expuesto a millones de bacterias que habitan en la cavidad oral y en el ambiente en el que se guardan17-19.
De este modo, se recomienda cambiarlo después de contraer infecciones virales o bacterianas que comprometen la cavidad oral (gripe, COVID-19, herpes, entre otras). Cabe resaltar que el uso del cepillo dental es personal. Compartir el cepillo de dientes con otras personas produciría una contaminación cruzada con posibles infecciones bucales o de las vías aéreas superiores.
Además, es importante tener cuidado al guardar el cepillo dental, ya que la humedad y las bacterias propias del ambiente podrían afectar la inocuidad del mismo. Se recomienda eliminar el exceso de agua del cepillo después de su uso y esperar que se seque antes de colocarle el capuchón o almacenarlo en algún estuche, para evitar la proliferación de hongos y bacterias. También, se recomienda desinfectarlo periódicamente con clorhexidina al 0,12% por 30 segundos17,18. Así mismo, el cepillo debe colocarse en un ambiente limpio y de uso personal, de preferencia fuera del baño, especialmente alejado del inodoro y lavadero de manos20.
Alimentación durante los primeros mil días de vida
Alimentación de la gestante
La alimentación de la gestante será fundamental para el adecuado desarrollo del feto y eso incluye la formación de los dientes. Estos empiezan a formarse entre el tercer y sexto mes de gestación, por lo que cualquier factor externo podría interferir en su desarrollo. Por eso, se recomienda un adecuado aporte nutricional con vitaminas A, C y D, proteínas, calcio, y fósforo. Además, se ha encontrado asociación entre bajos niveles de vitamina D y el riesgo de caries de infancia temprana, por lo que se recomienda tomar consciencia de ello en la nutrición durante el embarazo y desde edades tempranas del infante21.
Está demostrado que las preferencias alimenticias del infante están influenciadas por la alimentación de la madre durante el embarazo y la lactancia22-24, por lo que una dieta alta en azúcares añadidos, por parte de la madre, aumenta el riesgo a estas preferencias durante la infancia y, por ende, a malos hábitos alimenticios. Por este motivo, se recomienda a las gestantes y lactantes tener una dieta variada en vegetales y frutas, y así evitar los azúcares añadidos. Así mismo, se recomienda incluir políticas públicas que promuevan y protejan la lactancia, ya que actualmente muchos países tienen políticas inadecuadas que favorecen los intereses económicos de las industrias que a la nutrición infantil25.
Lactancia materna
La OMS recomienda abiertamente la lactancia como método de alimentación exclusiva durante los seis primeros meses de vida, ya que contiene todos los nutrientes que el recién nacido necesita para su desarrollo y crecimiento. Además, está compuesta por inmunoglobulinas que protegen al infante de alergias e infecciones26.
La lactancia materna está influenciada por diversos factores como la edad de la madre, el nivel educativo, y la falta de preparación y conocimientos sobre esto27,28. Además, puede ser influenciada por el uso del biberón28,29. También, se ha encontrado que el destete prematuro está asociado a hábitos de succión no nutritivos, erupción dental antes de los seis meses y empleabilidad de la madre29.
Se sabe que la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses ayuda a prevenir maloclusiones dentales durante la infancia, especialmente la mordida abierta anterior30-32. Además, se ha encontrado que ayuda a prevenir el mal hábito del uso del chupón33,34). Sin embargo, existe aún controversia respecto a la asociación entre la prolongación de la lactancia materna por más de 12 o 24 meses con la presencia de caries de infancia temprana35-38.
No obstante, la mayoría de revisiones sistemáticas indican que la lactancia, después de los dos años de edad, no incrementa el riesgo a caries de infancia temprana, lo que aumenta el riesgo es el consumo de azúcares añadidos cuando empieza la alimentación complementaria12,39. Incluso, algunos estudios indican que la lactancia sería un factor protector contra la caries dental y defectos del esmalte40,41. Cabe resaltar, que desde la aparición de los incisivos se debe limitar la lactancia antes de dormir y cepillar los dientes con pasta dental fluorada42.
Alimentación complementaria
La OMS recomienda que la alimentación complementaria inicie a partir de los seis meses de edad43. Durante esta etapa, el organismo del infante estará preparado para ingerir alimentos y la leche materna no será suficiente para cubrir sus requerimientos nutricionales. Cabe resaltar que la alimentación complementaria no busca reemplazar a la lactancia materna, sino que es un complemento que busca satisfacer el progresivo requerimiento nutricional para el desarrollo físico y neural del niño.
Cuando empieza la alimentación complementaria, se recomienda evitar los azúcares añadidos hasta los dos años de edad. La OMS define a los azúcares libres o añadidos como todos los monosacáridos y disacáridos que los fabricantes, las personas que cocinan o el mismo consumidor agrega a las bebidas y alimentos. Además, el azúcar libre está presente de forma natural en los jugos de frutas, jarabes, miel, entre otros44.
Sin embargo, varios estudios han encontrado que el consumo de azúcar empieza desde edades muy tempranas45,46. Esto es influenciado por la falta de acceso a la lactancia durante las primeras horas de vida, por la edad de la madre, su bajo grado de instrucción, y consumo de tabaco45. Por otro lado, se ha encontrado que la mayoría de productos infantiles a nivel mundial, como la leche en fórmula, tiene altas concentraciones de carbohidratos, azúcar y lactosa, en comparación a la leche materna47.
El consumo de bebidas y alimentos azucarados, durante el primer año de vida, aumenta el riesgo de caries de infancia temprana48,49, especialmente si el infante consume estas bebidas por la noche antes de dormir50. Además, es uno de los factores de riesgo en común para enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes y obesidad51-54. Por este motivo, la OMS recomienda evitar su consumo antes de los dos años de vida y, pasada esta etapa, se debe mantener una ingesta diaria menor a 25 gramos (una cucharada al ras)44. Sin embargo, las altas concentraciones de azúcar contenidas en los productos para niños hacen de este objetivo una difícil labor.
Independientemente de los hábitos de higiene oral, los patrones alimenticios en niños son determinantes para desarrollar caries dental49. Por este motivo, la dieta es un factor tan importante para el mantenimiento de la salud oral. De esta forma, se debe promover la aplicación de este conocimiento en busca de un cuidado integral del niño, guiándolo activamente y con miras a generar hábitos de alimentación saludable.
Hábitos parafuncionales
El término hábito puede entenderse como un comportamiento o práctica ejecutada que ha sido adquirida, debido a la repetición frecuente y prolongada en el tiempo. Los hábitos orales inadecuados, también llamados no fisiológicos o parafuncionales, son aquellos que, después de una repetición constante, se realizan de forma inconsciente y no tienen alguna función específica55.
Dentro de estos hábitos, los más frecuentes son la succión digital, el uso de biberón, uso del chupón, la respiración bucal, la deglución atípica, y masticación de objetos. Aunque también se han encontrado prevalencias importantes a favor de la disfunción lingual, onicofagia, succión labial, y queilofagia55. Se debe recalcar que, durante los dos primeros años de vida, no se puede llegar a un diagnóstico de deglución atípica o infantil. Además, la onicofagia se presenta en etapas más avanzadas como la preescolar e infancia temprana56. Estos hábitos no tienen relación con el sexo ni la edad, pero si se ha observado que existe mayor prevalencia en prescolares55,56.
Durante la infancia, los hábitos parafuncionales se pueden clasificar en que sean o no nutritivos; los primeros hacen referencia al uso del biberón, y los segundos, al uso de chupones y succión digital. El grado de repercusión que tenga un hábito en el crecimiento de las estructuras orofaciales depende de la duración, intensidad y frecuencia con las que se presenten. Estos refieren a la edad de inicio, qué tan marcado es, y cuántas veces se realiza en periodos de tiempo determinados57.
Respecto al uso del biberón, se ha encontrado que su uso constante se relaciona con la presencia de mordida abierta anterior, al igual que con el chupón58. Para prevenir esto, se ha encontrado que los niños que lactan por más de seis meses tienen menos posibilidades de usar chupón59, por lo que se recalca la promoción de la lactancia materna para evitar este tipo de hábito parafuncional. En cuanto a la succión digital, se ha encontrado que los niños que presentan este hábito, por más de un año, tienen mayor riesgo de presentar una relación incisal y canina clase II, ovejet aumentado y mordida abierta anterior59.
Por otro lado, los infantes que usan el chupón todos los días tienen mayor riesgo de presentar mordida abierta anterior y un overbite reducido58,59. No obstante, en el mercado, existen chupones ortopédicos que podrían reducir este riesgo. Esto se debe a que se han encontrado diferencias significativas respecto a la prevalencia de mordida abierta anterior entre niños que usan chupón convencional y chupón ortopédico57. Además, el uso del chupón convencional está asociado a la presencia de mordida cruzada posterior57. Sin embargo, se recomienda evitar el uso constante de cualquier tipo de chupón y promover la lactancia exclusiva durante los seis primeros meses para evitar el apego del bebé a estos hábitos.
Es muy importante tomar consciencia de la prevención de estos hábitos, ya que se ha encontrado una alta prevalencia en América Latina, Centro América y El Caribe, especialmente en países como Cuba, Venezuela, México y Colombia55. Además, generan un desarrollo desequilibrado de los componentes musculares y esqueléticos que conforman la cavidad oral, repercuten negativamente en las características oclusales normales y, por tanto, comprometen la funcionalidad del sistema estomatognático. Esta persistencia hace que el hábito parafuncional genere un compromiso en todo el sistema, que se convierte en un factor de riesgo para maloclusiones.
La intervención direccionada a la corrección de estos hábitos, con repercusión patológica, adquiere mayor importancia en etapas tempranas como durante los primeros 1000 días de vida, cuando aún no se ha generado una alteración estructural definitiva. Además, debido a que la permanencia exagerada de hábitos que involucren al componente oral les brinda un carácter negativo, es relevante entender que la corrección de los mismos, más que mediante una restricción abrupta, debe abordarse mediante un redireccionamiento conductual paulatino.
Visita al odontólogo
Acudir al odontólogo periódicamente, de forma preventiva, es otra de las buenas prácticas en salud bucal, por lo que se recomienda que estas visitas sean, incluso, antes del nacimiento8,9. De esta forma, la odontología intrauterina o prenatal ha tomado gran relevancia, ya que es una estrategia para promover la salud bucal de la gestante y el futuro niño. El embarazo es un período favorable para la educación en salud, no solo a través de un seguimiento clínico, sino también implica la posibilidad de promover la incorporación de hábitos saludables.
Desde el embarazo, los controles odontológicos implican un trabajo multidisciplinario con los ginecólogos, pediatras, obstetras, nutricionistas, entre otros. Por este motivo, es importante que todo el personal de salud sea consciente de la importancia que tiene referir a la gestante al odontólogo8,9,60. Sin embargo, existen algunas barreras como la falta de conocimientos sobre la importancia de la salud bucal durante esta etapa por parte del personal de salud61.
Es importante que se guíe a la gestante en la importancia de tener buenos hábitos alimenticios y de higiene bucal para prevenir enfermedades periodontales, caries dental, candidiasis oral, entre otras, las cuales son muy prevalentes durante la gestación62-64). Además, la madre tendrá mejores conocimientos sobre salud bucal infantil, lo cual le permitirá prevenir patologías bucales frecuentes en su futuro hijo65-67. Por otro lado, cabe resaltar que algunos estudios han encontrado que las enfermedades periodontales de la gestante están relacionadas con un mayor riesgo a complicaciones maternas y del niño, sin embargo, faltan más estudios al respecto con una mejor metodología68-72.
A partir del nacimiento, las acciones preventivas que realiza el odontólogo en cada uno de los controles están el examen clínico odontológico, que busca detectar algún signo o síntoma en el bebé, la limpieza dental y aplicación de flúor barniz y la educación en técnicas de higiene bucal personalizadas. Se recomienda que estos controles sean al nacer y, luego, cada seis meses, lo cual coincide con la erupción dental y desarrollo del bebé10. Cabe resaltar que existen algunas manifestaciones bucales que podrían interferir en la lactancia del recién nacido y que son fácilmente tratables; por ejemplo, la aparición de dientes neonatales, natales, anquiloglosia, frenillo lingual corto, entre otros73-75. Detectar estos problemas a tiempo y tratarlos mejorarán la alimentación y calidad de vida del recién nacido y la madre76.
LIMITACIONES
La utilización de palabras clave en inglés, durante la búsqueda bibliográfica, pudo haber dado lugar a la exclusión de varios artículos relevantes en otros idiomas. Además, debido a limitaciones de acceso a otras fuentes de información, únicamente se incluyeron dos bases de datos en este estudio. Es importante tener en cuenta que esta revisión de la literatura se llevó a cabo durante los primeros meses del año 2022, lo que implica que podría haber artículos relevantes publicados durante el proceso de publicación. Asimismo, es relevante destacar que esta revisión narrativa se centró en la descripción de los hallazgos de la literatura existente y no realizó una evaluación cualitativa detallada de los artículos científicos publicados. En consecuencia, las recomendaciones generales se basaron en dicha descripción y podrían beneficiarse de una evaluación más rigurosa en futuras investigaciones.
CONCLUSIONES
Los primeros 1000 días de vida resultan una etapa clave en la que se deben tomar medidas preventivas en busca de la buena salud oral del infante. La prevención inicia desde la gestación teniendo adecuadas prácticas de higiene bucal, alimentación, y controles odontológicos. Cabe resaltar la importancia de evitar el consumo de azúcares libres tanto en la gestante como en el infante, además de promover la lactancia materna. Respecto a la higiene bucal, el cepillado dental con pasta dental fluorada debe empezar desde la erupción del primer diente. Esto se debe realizar solo dos veces al día usando 0,1ml de pasta dental, lo que equivale al tamaño de un grano de arroz. Además, es importante recibir orientaciones y controles preventivos por parte del odontólogo desde antes del nacimiento. Esto permitirá, también, la detección y corrección de posibles hábitos parafuncionales que puedan llevar a alteraciones estructurales y funcionales del sistema estomatognático del menor.