Sr. Editor:
La violencia de pareja y la depresión son problemas graves y generalizados en todo el mundo. Según un análisis de los datos sobre su prevalencia en 161 países entre 2000 y 2018, por la OMS, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física y/o sexual por su pareja o violencia sexual por alguien que no era su pareja, o ambas. En el Pacífico Occidental hay un 20% de prevalencia y un 22% en la Región de Europa y países de ingresos elevados1.
En lo que respecta a las Américas, estudios realizados en 24 de 35 países, sugieren que la violencia contra la mujer sigue latente en todo el continente. En general, un tercio de las mujeres en América Latina y el Caribe han sufrido violencia por parte de una pareja íntima2.
En nuestro país, según los resultados de Endes 2018, 63,2 % de las mujeres de 15 a 49 años fueron víctimas de violencia familiar alguna vez en su vida por parte del esposo o compañero. De acuerdo con el tipo de violencia ejercida, el 30,7 % de las víctimas sufrió violencia física, 58,9 %, psicológica o verbal y el 6,8 %, violencia sexual3.
Pero ¿cuál es su relación con la depresión? La violencia de pareja desencadena consecuentemente cuadros de depresión, en mujeres que han sido víctimas de ello, a lo largo de sus vidas. Los hallazgos de Shen S. y Kusunoki Y.4indican que las mujeres con antecedentes de violencia física (OR=3,33) y psicológica (OR=1,66) por parte de su pareja tenían más probabilidades de experimentar depresión posteriormente. No obstante, las mujeres que informaron depresión tenían más probabilidades de experimentar posteriormente violencia psicológica (OR=5,06) y física (OR=4,41)4.
En la misma línea, Casas J.5realizó un estudio en la población peruana, donde indica que las mujeres víctimas denunciaron maltrato por parte de su pareja teniendo consecuencias psicológicas muy superiores frente a las que no sufrieron violencia. Este trabajo muestra que los síntomas depresivos como preocupación, llanto, decaimiento, pérdida de energía, sentimientos de soledad y culpa fueron los más frecuentes (Frecuencia=1.81 y desviación estándar= 0,95)5.
Del mismo modo Kopčavar Guček N, Selič P6encontraron que la prevalencia de depresión estuvo asociada con la exposición a la violencia en cualquier momento de su vida. Un 40,4% de la población estuvo expuesta a violencia de pareja en algún momento de su edad adulta, y de ellos, el 37% fueron diagnosticados como deprimidos.
Se encontró que la exposición a la violencia emocional (aOR 3.04, IC 95%, p = 0.029) y violencia física (aOR 4.69, IC 95%, p = 0.011) son un factor de riesgo estadísticamente significativo para la depresión. Un dato adicional de este estudio es que, las relaciones familiares disfuncionales estaban significativamente asociadas con la prevalencia de depresión en aquellos expuestos a violencia de pareja6.
Se concluye que la violencia de pareja y la depresión son graves problemas de salud pública, interconectados y prevalentes a nivel mundial. Los estudios demuestran no sólo que las víctimas de violencia de pareja presentan severas secuelas psicológicas, sino también la existencia de una relación bidireccional: La violencia aumenta el riesgo de depresión y viceversa.
En base a esto, es indispensable la identificación temprana de aquellas personas que viven en ambientes violentos, así como la detección de depresión en etapas incipientes. Una posible solución a la problemática sería la implementación de un protocolo estándar de tamizaje para optimizar la detección de nuevos casos.
Finalmente, el desafío actual debe incluir a la población masculina en investigaciones futuras, ya que hoy en día estos suelen centrarse en mujeres y podrían sesgar la estadística actual.