Sr. Editor:
La farmacodependencia es una condición médica y psicológica compleja que se asocia con una variedad de riesgos para la salud mental y física. Sin embargo, uno de los riesgos más alarmantes es el aumento significativo del comportamiento suicida entre aquellos que luchan contra la adicción a sustancias1. Según datos del 2018, los pacientes farmacodependientes enfrentan un riesgo hasta seis veces mayor de intento de suicidio en comparación con la población general, este aumento dramático en la vulnerabilidad se ve exacerbado por la presencia de trastornos psiquiátricos coexistentes, el aislamiento social y el fácil acceso a medios letales2. La intersección entre la farmacodependencia y el riesgo de suicidio es una realidad preocupante que exige atención inmediata.
El suicidio a nivel global es la tercera causa de muerte violenta entre las edades de 10 a 24 años y representa aproximadamente un 1.5% de todas las muertes, asi mismo la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en el año 2020, calculo que 284 millones de personas en el mundo de entre 14 a 64 años consumieron al menos una droga en los ultimos 12 meses, lo que significo un aumento del 26% comparado con el año 20103,4. Armoon et al., encontraron que los principales factores de riesgo para la conducta suicida en pacientes farmacodependientes son los antecedentes de abuso sexual, ideas suicidas previas, sexo femenino, depresión concomitante y el consumo de tabaco5. Según Stone et al., en Estados Unidos la tasa de suicidio aumento un 35% entre los años 2000 y 2018. En este mismo estudio se observó que de una muestra de 20,446 personas con intentos de suicidio, un 48.48% consume o consumió al menos una droga, donde las principales fueron el alcohol, los opiáceos y las benzodiacepinas6.
Según EUROSTAT el 7.8% de la población europea presentó alguna vez conducta suicida7. A su vez Hesse et al., encontró que de una muestra de 27,492 pacientes farmacodependientes en Dinamarca, el 2.3% intento autolesionarse como mínimo una vez en el último año y que el 0.6% de los pacientes completaron el acto suicida; en dicho estudio los principales factores de riesgo encontrados fueron los trastornos psiquiátricos concomitantes, intentos previos de suicidio, adolescencia, uso de cannabis y uso de alcohol8
En chile, se analizó una muestra de 550 adolescentes, dentro de los cuales el 39% refirió consumir alcohol, un 32.9% tabaco y un 30.9% marihuana en el último mes; así mismo se encontró que el 27.5% presento ideación suicida, un 23.1% planificación suicida y un 20.9% tuvo al menos un intento de suicidio; los factores de riesgo encontrados a la conducta suicida fueron el sexo femenino, depresión, desesperanza, ansiedad, percepción deficiente del bienestar físico, mala relación con los padres y amigos, poco apoyo social y un mal entorno escolar9.
Por lo pronto en el Perú, un interesante estudio observacional, analítico, transversal cuyo objetivo fue determinar los factores asociados a ideación suicida en pacientes del área de psiquiatría del hospital María Auxiliadora, se analizó una población de 201 pacientes, donde se encontró que el 22.9% de los pacientes tenían ideación suicida, de la población total un 46.3% refirió consumir alcohol, un 26.4% tabaco y un 9% drogas psicoactivas. Los principales factores de riesgo asociados a la conducta suicida fueron el sexo femenino, la ausencia de pareja, tratamiento psicofarmacológico mayor a un año y mala relación familiar10.
En resumen, los datos indican que la farmacodependencia y la ideación suicida, son problemáticas que generan severas consecuencias tanto a nivel nacional como internacional. Si bien es cierto, muchos de los factores de riesgo asociados a la conducta suicida son ya conocidos, dichos factores en el contexto de pacientes farmacodependientes son aún un tema no tan investigado. Esto toma mayor relevancia cuando entendemos que el Perú es un país pluricultural, por lo que factores de riesgo como las creencias mágico religiosas, el reemplazo del tratamiento tradicional por un tratamiento alternativo, niveles socioeconómicos entre muchos otros, no son tomados en cuenta en las literaturas más relevantes. Así mismo, en base a los resultados observamos cambios en los factores de riesgo y la correlación que estos tienen con la conducta suicida, cuando comparamos diversos países. Siguiendo este razonamiento los factores de riesgo podrían ser heterogéneos en función de en qué región natural de nuestro país se investigue, por lo que una investigación exhaustiva permitirá una adecuada capacitación del personal médico específico de cada región, permitiendo así desarrollar campañas de prevención y tratamiento para los pacientes farmacodependientes y con conducta suicida.
Se recomienda que se asigne más presupuesto y personal a la investigación de esta problemática, enfocada en contextualizar los factores de riesgo por regiones naturales, para así mejorar la prevención, tratamiento y pronóstico de la conducta suicida asociado a la farmacodependencia como problemática conjunta. Ignorar esta crisis es negar la realidad de miles de personas que luchan diariamente contra la adicción y enfrentan un futuro incierto marcado por la desesperación y la desesperanza.