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Lengua y Sociedad

Print version ISSN 1729-9721On-line version ISSN 2413-2659

Leng. Soc. vol.21 no.1 Lima Jan./Jun. 2022  Epub June 30, 2022

http://dx.doi.org/10.15381/lengsoc.v21i1.22518 

Artículos académicos

Discriminación y racismo en tiempo de coronavirus: El discurso de la desigualdad social de la ‘pituquería’ en el Perú

Discrimination and racism in times of coronavirus: The discourse on the social inequality of ‘pituqueria’ in Peru

Discriminação e racismo em tempos de coronavírus: O discurso da desigualdade social na “pituqueria” do Peru

Marco Antonio Lovón Cueva1 
http://orcid.org/0000-0002-9182-6072

María Mercedes Palomino Gonzales2 
http://orcid.org/0000-0002-4876-2755

1 Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú. mlovonc@unmsm.edu.pe

2 Universidad de San Martín de Porres, Lima, Perú. mpalominog@usmp.pe

Resumen

No hay población ni país en el mundo que no haya sido afectado por el COVID-19, por lo que, como medida para contener los contagios, los países decidieron establecer cuarentenas parciales o totales. En el Perú, a partir del 16 de marzo de 2020, y por más de cien días, los ciudadanos tuvieron que cumplir un aislamiento social obligatorio. Los policías, los militares y el personal de salud eran los únicos permitidos en movilizarse con el fin de salvaguardar vidas. Los servicios domésticos, de comida preparada y de comercio en general se detuvieron. En el contexto de la pandemia, algunos ciudadanos discriminaron y racializaron a otros por no ser considerados de la misma condición social. En el caso de las trabajadoras del hogar, con un régimen de “cama adentro”, por ir a ver a sus familias, y, en el caso de los policías, por aplicar la norma, fueron maltratados por sectores sociales mejor posicionados. El objetivo de este trabajo es analizar los discursos de discriminación y racialización en tiempo de coronavirus en el Perú, generados por lo que se conoce en el país como pituquería, es decir, por la élite social peruana, sobre todo limeña. Para alcanzar el propósito del trabajo, se han escogido dos discursos que explicitan prácticas sociales de racismo: el escrito ‘Cómo pasar la cuarentena’ de la columna periodística After party de la escritora y exembajadora peruana en Argentina Maki Miró Quesada, y las agresiones verbales de ‘cholificación’ realizadas por el empresario y abogado Carlos Wiesse Aserjo. Para el análisis de los datos, recurrimos a las estrategias metodológicas del Análisis Crítico del Discurso (ACD). El artículo concluye que la cuarentena visibiliza ideologías asimétricas de pensar hacia la población peruana desde el poder.

Palabras clave: COVID-19; coronavirus; discurso; racismo; élite social

Abstract

There is no population or country in the world that has not been affected by COVID-19, so, as a measure to contain contagions, countries decided to establish partial or total quarantines. In Peru, as of March 16, 2020, and for more than 100 days, citizens had to comply with a mandatory social isolation. Police, military and health personnel were the only ones allowed to move around in order to safeguard lives. Domestic services, food preparation and commerce in general were stopped. In the context of the pandemic, some citizens discriminated and racialized others for not being considered of the same social status. In the case of domestic workers, with a "bed-in" regime, for going to see their families, and, in the case of policemen, for enforcing the rule, they were mistreated by better positioned social sectors. The aim of this paper is to analyze the discourses of discrimination and racialization in times of coronavirus in Peru, generated by what is known in the country as pituquería, that is, by the Peruvian social elite, especially in Lima. To achieve the purpose of the study, two discourses have been chosen that make explicit social practices of racism: the writing ‘How to pass the quarantine’ in the After party newspaper column by the writer and former Peruvian ambassador to Argentina Maki Miró Quesada, and the verbal aggressions of ‘cholification’ made by the businessman and lawyer Carlos Wiesse Aserjo. For the analysis of the data, we resorted to the methodological strategies of Critical Discourse Analysis (CDA). The article concludes that the quarantine makes visible asymmetrical ideologies of thinking towards the Peruvian population from the power.

Keywords: COVID-19; coronavirus; discourse; racism; social elite

Resumo

Não há população ou país no mundo que não tenha sido afetado pela COVID-19, portanto, como medida para conter o contágio, os países decidiram estabelecer quarentenas parciais ou totais. No Peru, a partir de 16 de março de 2020, e por mais de 100 dias, os cidadãos tiveram que cumprir com o isolamento social obrigatório. A polícia, os militares e o pessoal de saúde eram os únicos autorizados a se deslocar para salvaguardar vidas. Os serviços domésticos, a restauração e o comércio em geral foram interrompidos. No contexto da pandemia, alguns cidadãos discriminaram e racializaram outros por não serem considerados do mesmo status social. No caso dos trabalhadores domésticos, sob um regime de "bed-in", por irem ver suas famílias e, no caso dos policiais, por fazerem cumprir a regra, eles foram maltratados por setores sociais mais abastados. O objetivo deste trabalho é analisar os discursos de discriminação e racialização em tempos de coronavírus no Peru, gerados pelo que é conhecido no país como pituquería, ou seja, pela elite social peruana, especialmente em Lima. Para atingir o objetivo do estudo, foram escolhidos dois discursos que explicitam práticas sociais de racismo: o artigo "Cómo pasar la cuarentena" na coluna do jornal After party do escritor e ex-embaixador peruano na Argentina Maki Miró Quesada, e as agressões verbais de "cholificación" feitas pelo empresário e advogado Carlos Wiesse Aserjo. Para a análise dos dados, recorremos às estratégias metodológicas da Análise do Discurso Crítico (CDA). O artigo conclui que a quarentena torna visíveis as ideologias assimétricas de pensamento para com a população peruana em relação aos que estão no poder.

Palavras-chave: COVID-19; coronavírus; discurso; racismo; elite social

1. Introducción

El Perú, como casi todos los países del mundo, se vio fuertemente afectado por la pandemia del COVID-19 que causó, sobre todo en el primer año, no solo una crisis sanitaria, sino también económica y social. El presidente peruano de entonces Martín Vizcarra (2018-2020), tomó la decisión de aislar a la población para evitar una rápida propagación del virus o una acumulación simultánea de casos de pacientes con coronavirus que pudieran hacer colapsar prontamente el débil sistema de salud peruano. Por ello, el 16 de marzo de 2020 se dirigió a la población y la exhortó a permanecer en casa. De esta manera, priorizó la vida de las personas por encima del desempeño económico. Incluso, su Gobierno anunció que su plan económico para la recuperación del país alcanzaría 25.000 millones de dólares, equivalente al 12 % del PBI. La población en general tenía que acatar la decisión, pese a que sus empleos, la mayoría de ellos informales (73 %), según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), se pudieran ver perjudicados. Así, se paralizaron las actividades laborales y académicas (El Comercio, 2019). Los negocios de comida y las instituciones educativas se vieron obligados a cerrar sus locales, e incluso los trabajos independientes debían suspenderse, por seguridad. El gobierno inició su plan de acción para contener la pandemia. Desplegó a las fuerzas del orden y al personal de salud para atender a los ciudadanos. Los policías y militares resguardaron las calles, detuvieron a las personas que no acataron la cuarentena y acudieron a zonas de auxilio. Los médicos y enfermeros se encargaron de los temas sanitarios. El Ejecutivo, incluso, recurrió a solicitar voluntarios, convocó a promociones de militares que estaban fuera de servicio para que colaboren y pidió el apoyo de universitarios de los últimos ciclos en carrera de Medicina. La administración del Estado recurrió a todas las estrategias para evitar el contagio. Extendió los periodos de cuarentena cada quince días, estableció restricciones de movilidad, también el toque de queda nocturno y dominical; además, separó las salidas de la población por géneros, las mujeres y los hombres estaban permitidos salir por determinados días, lo que se conoció como el pico y placa de género. La enseñanza escolar y universitaria se fue adaptando a la modalidad a distancia a través de videoconferencias, radio, televisión, WhatsApp, según las disposiciones estatales y según las indicaciones de cada institución privada. Los establecimientos de salud de primer nivel fueron suspendidos por aproximadamente dos meses y se instauró la telemedicina.

En este contexto, de coyuntura internacional y nacional, no solo se desplegaron discursos nuevos sobre el virus (de temor, contención o conspiración, se pensó incluso en una Tercera Guerra Mundial), sino también se generaron y reprodujeron, o se regeneraron y se re-reprodujeron, discursos segregadores relacionados con raza y clase, en tiempo de coronavirus. Los policías fueron discriminados por un sector de la sociedad que los considera inferiores desde la lógica de pensar que no han ido a la universidad o no forman parte de una clase social pudiente. Las trabajadoras del hogar que han dejado los hogares de sus empleadoras por ir a cuidar a los suyos en tiempo de cuarentena son maltratadas, e incluso amenazadas si intentaban regresar a trabajar. Esas formas de percibir al Otro devienen de ideologías de superioridad insertas en la élite social peruana, y que se impregnan en la sociedad, una vez que son asimiladas o aceptadas (Lovón y Quispe, 2020). Los peruanos que asumen esas ideologías se sienten superiores a otros y empoderados socialmente frente a otros. Muchas veces sin reconocer que se posicionan socialmente. A través de sus discursos se naturaliza o normaliza la creencia de supremacía, que está alimentada por los círculos sociales y familiares, el tipo de educación recibida e impartida, la clase de burocracia que los respalda y el sistema laboral del grupo. Las personas que piensan de manera asimétrica han aprendido patrones, consciente o inconscientemente, de interacción social. De forma inocente o no, conciben que pueden dominar y despreciar al Otro inferiorizado.

En el Perú, a fines de marzo de 2020, e inicios de la primera cuarentena, la escritora peruana Maki Miró Quesada, en una de sus columnas, hizo una alusión hacia su empleada doméstica por dejarla al cuidado de la casa. En su escrito, además, mostró poca empatía para dar recomendaciones a la población peruana de cómo pasar la cuarentena. Ella trabajó por muchos años como columnista del grupo El Comercio, empresa de su familia que concentra alrededor del 80 % de los medios impresos del país (Maldonado, 2013). En esta empresa, algunos miembros de la familia, escritores o de otras profesiones, tienen la posibilidad de escribir permanente o eventualmente columnas de opinión o noticias en las diferentes marcas de periódicos que agrupan. Sobre Maki Miró Quesada, se añade que recibió educación en el extranjero; actualmente vive en la Patagonia, y está casada con un ciudadano extranjero. El gobierno del expresidente Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018) la nombró embajadora en Argentina en febrero de 2017, sin haber ejercido la carrera diplomática.

En el segundo periodo del primer año de la pandemia, se produjo otra situación de maltrato. Carlos Wiesse Aserjo, un ciudadano que reside en el distrito limeño de San Isidro, considerado uno de los más acomodados, lanzó insultos a los policías que patrullaban la zona, al considerarlos que son ‘cholos’ y ‘no han estudiado en una universidad’, pues el trabajo o accionar que realizaban era supuestamente mínimo. Él, en un video que fue difundido en redes sociales, se identificaba como abogado y empresario en una institución muy prestigiosa del país. Sus vecinos reconocían su falta de sensibilidad por lo que decidieron hacer público sus discursos en aplicaciones como el Instagram, el mismo que fue después recogido a modo de denuncia en los noticieros locales.

Ambos fueron criticados por diversos sectores de la sociedad, especialmente por personas que contradicen los discursos de segregación social, quienes consideraron que se trataban de actores ‘pitucos’, como se indicará más adelante.

El objetivo de esta investigación consiste en analizar dos discursos de discriminación y racialización que ocurrieron en el Perú, generados por quienes forman parte de la ‘pituquería’ peruana, es decir, por la elite social peruana, en la coyuntura del COVID-19. Pocos son las investigaciones de Lingüística y Sociología que prestan atención a temas de clasismo contemporáneo en urbes. Los estudios del discurso sirven para explorar y comprender las formas en que se piensa al grupo exógeno con el que se contrasta el grupo privilegiado.

El artículo se ordena de la siguiente manera. Se presenta un marco teórico que encause los temas de discriminación y racismo; luego, se presenta la metodología; después el análisis; finalmente, las conclusiones.

2. Del racismo al discurso

2.1. Racismo en el Perú

La discriminación y el racismo suelen presentarse en sociedades jerarquizadas. De acuerdo con Alerta Contra el Racismo (2017, párr. 1), la discriminación étnico-racial es

"todo trato diferenciado, excluyente o restrictivo basado en el origen étnico-cultural (hábitos, costumbres, indumentaria, símbolos, formas de vida, sentido de pertenencia, idioma y creencias de un grupo social determinado) y/o en las características físicas de las personas (como el color de piel, facciones, estatura, color de cabello, etc.) que tenga como objetivo o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos y libertades fundamentales de las personas en la esfera política, económica, social y cultural".

Por su lado, el racismo es "una ideología basada en que los seres humanos podemos ser categorizados en razas, esta categorización se fundamenta únicamente en características físicas y/o biológicas de los seres, y postula que dentro de esta categorización existen algunas razas que son superiores a otras" (Alerta Contra el Racismo, 2017, párr. 2). En otras palabras, la discriminación se refiere a cualquier acto de desprecio hacia las personas vistas como inferiormente diferentes y de las que se suele privar de un derecho, y el racismo es la ideología que sostiene la creencia que los seres humanos se pueden clasificar por razas. En la práctica, la discriminación y el racismo se solapan. Las fronteras son infranqueables, sobre todo, porque los sujetos racistas son discriminadores y los discriminadores recurren a prácticas raciales. En la actualidad, el racismo se articula con otras esferas. Como las personas no se declaran abiertamente racistas o no explicitan su racismo usando categorías étnico-raciales, entonces estos la realizan a través de otras variables como la clase social, el tipo de educación, la reputación de la familia, incluso a través de la belleza. Las personas que estudian en colegios menos prestigiosos o no cuentan con un apellido reconocido suelen ser poco valorados frente a quienes se posicionan desde el poder (Alejandría et al., 2018, p. 135). Según Zavala y Back (2017, p. 12), la raza es una construcción social que depende de la práctica social. No corresponde con diferencias biológicas significativas, sino con lo que la gente hace o construye de los otros a partir de lo que percibe por el color. En sus palabras, "El color suele percibirse de otra manera si la persona tiene dinero, habla de cierta forma o lleva un tipo particular de ropa" (2017, p. 13). En este sentido, el racismo es una práctica regulada socialmente que presenta una diversidad de maneras según los diferentes contextos históricos.

El Perú es ejemplo de una sociedad jerarquizada, donde las prácticas raciales son frecuentes y se cruzan con categorías de clase social y educación (Zavala y Zariquiey, 2007). Para Ramírez (2016, p. 152), "el peruano, en general, emplea una serie de índices diferenciadores para ubicar al ‘otro’". En el 2017, en el país, se elaboró la primera Encuesta Nacional Percepciones y Actitudes sobre Diversidad Cultural y Discriminación Étnico-Racial. Según esta encuesta, el 53% de los encuestados considera que los peruanos son personas muy racistas o racistas. De acuerdo con sus resultados, más de la mitad de los peruanos afirmó sentirse algo discriminado, discriminado o muy discriminado. Las causas indicadas fueron el color de la piel (28%), el nivel de ingresos (20%), los rasgos faciales o físicos (17%), el lugar de procedencia (16%), la forma de hablar (15%), las costumbres (14%), la vestimenta (12%) y el grado de educación (11%) (El Peruano, 2020). Como se evidencia, en el Perú, la discriminación está asociada con condiciones étnicas, sociales y raciales.

El racismo en el país sigue presente. Los académicos han señalado que se trata de una tara heredada desde la Colonia (Manrique, 1999). Según Bruce (2007, p. 58), "La convivencia peruana está organizada, históricamente, en torno a un constante y fulgurante mapeo del otro en términos raciales, vale decir imaginarios, pero no por ello menos operantes". Y añade que "Una vez instaladas las coordenadas, el pensamiento racista comienza a sentirse enraizado en suelo natural". Para De la Cadena (2004, p. 37-38), "la construcción racial del Perú moderno corrió paralelo a un proceso político de construcción espacial, en la medida en que las razas eran asignadas a unos espacios geográficos jerarquizados según los esquemas evolucionistas"; asimismo, señala que "los espacios modernizados de la costa figuraban en mejor posición que la sierra". En el Perú, la población de la Costa es más valorada que la gente andina. Esta autora agrega que, dentro de la misma Costa, los ciudadanos limeños son los más valorados: "Una idea [para la construcción racial] implicaba que, independientemente de sus orígenes sociales, los serranos fueran considerados inferiores a los habitantes de la costa y también el que, entre los costeños, fuesen los limeños los que gozasen de mejor estatus". En el país, la zona andina está representada como un espacio "salvaje" y "de retraso" (Vich, 2010).

Sus manifestaciones se observan en las bromas, los comentarios y los comportamientos de los peruanos, sobre todo en sus discursos, que revelan sus formas de pensar (Indecopi, 2015). A diario es común encontrar casos de racialización. Se discrimina por aquello que se percibe como raza. La intención del racista es "rebajar al congénere a una posición inferior apelando para ello a una supuesta superioridad racial, económica o social" (El Peruano, 2020). Los medios de comunicación y la tecnología en general se convierten, en la actualidad, en instrumentos para difundir actos totalmente repudiables (Turpo y Gutiérrez, 2019). Incluso, se vuelven, también, no solo en canalizadores o reproductores de racismo, sino en productores o promotores (Arcela, 2021). Los periódicos conocidos como sensacionalistas registran titulares en donde recurren a nombrar a la gente con calificativos referidos a raza o color: "negro", "indio", "cholo".

Por ejemplo, el diario peruano Correo, en estos años, a través de su editorial, ha lanzado formas asimétricas de pensar a los demás (Lovón, 2020). En la columna editorial del 21 de febrero de 2008, su editor, Aldo Mariátegui, calificó a la congresista quechuahablante María Sumire de no tener nivel cognitivo superior para plantear una iniciativa legislativa solo por ser indígena y que por eso quizá lo tildarían de "racista": "Sugiero [...] dos minutos de silencio por las neuronas de la congresista Sumire, quien fue la autora de la genial y pertinente iniciativa (vaticino su respuesta: "racista" o alguna sandez así. De eso vive políticamente)". Lo mismo sucedió cuando se refirió en su columna editorial del 23 de abril de 2009 a otra congresista quechuahablante, Hilaria Supa, a quien también catalogó de poco capaz para su rol político: "Y es indiscutible que una persona con una instrucción tan, digamos, elemental -siendo generosos- poco puede aportar en la elaboración de leyes, en la fiscalización de casos complejos, en la reflexión diaria de hacia dónde debe ir la nave del Estado". A él, ella le parecía nociva por cuestionar el tratado de libre comercio entre el Perú y los Estados Unidos, pues se trataba de un tratado que afecta a muchos sectores de la sociedad, entre ellos los agricultores. La prensa, por tanto, puede posicionarse en contra de los sujetos que percibe como inferior, sobre todo si el medio comunicativo está dirigido por un grupo social dominante.

En el ordenamiento legal peruano, la discriminación, por motivos étnicos, raciales, sexuales, políticos o religiosos, está considerada un delito. De acuerdo con el Código Penal, su práctica se castiga con prisión no mayor a tres años. Sin embargo, en la práctica, los casos de discriminación quedan mayoritariamente impunes. La gente sigue maltratando al Otro y la víctima no suele denunciar al perpetrador por temor o represalias o porque asume que es normal que sucedan actos como estos. Para el Ministerio de Cultura se han normalizado los actos racistas, las víctimas sienten vergüenza de hacerlos públicos, se desconoce los mecanismos de denuncia, es difícil contar con medios probatorios y sigue ausente una cultura de sanción (El Peruano, 2020).

Según la Defensoría del Pueblo (s. f.), el Perú es un país multicultural y diverso. Sin embargo, la discriminación y el racismo son males que aquejan a la sociedad y ocasiona que sufran los pobres, los provincianos quechuahablantes y los afroperuanos particularmente. Se discrimina a los indígenas por su forma de emplear su lengua originaria o por supuestamente hablar castellano andino o usar sus ropas tradicionales. La televisión peruana, por ejemplo, transmite programas de humor en el que se burlan de las mujeres hablantes del quechua o del aimara y la sociedad acepta este tipo de discriminación hasta considerar que es un hecho normal (De Los Heros, 2016). Los representantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) visitó el Perú a inicios del 2020 y recomendó a sus autoridades "redoblar sus esfuerzos para poner fin a la discriminación estructural que sufren muchos peruanos de ascendencia africana". Ellos señalan que "El 60% de los peruanos todavía percibe la discriminación racial contra los afroperuanos. Esta discriminación se refleja en las marcadas disparidades en materia de educación, empleo, vivienda y salud; y en el nivel de vida inadecuado que experimentan" (Coronavirus, Pérez de Cuéllar, racismo en Perú, 2020, párr. 2). Los amazónicos también son segregados en el país, no solo se los cataloga de "salvajes" e "ingenuos" (Vigil, 2010), sino también no se les reconoce su ciudadanía (Lovón, 2019).

En el país, se suele tratar mejor a la población extranjera si esta es blanca, generalmente americana, europea y asiática. La superioridad que siente el peruano posicionado lo lleva a pensar que un ciudadano extranjero es más importante y valioso que un ciudadano peruano, más si esa persona responde a la construcción social que se hace en el Perú sobre el color de piel. En esa línea, vemos que los latinoamericanos blancos, pero de escasos recursos económicos, pueden ser discriminados. Desde la llegada masiva de los venezolanos al Perú, por ejemplo, muchos peruanos pasaron de mostrarse xenófilos, a adoptar conductas de racismo y discriminación contra ellos, manifestados a través de casos de xenofobia (Prado et al., 2021, Yalta et.al, 2021, Yalta y Robles, 2021, Lovón et al. 2021). Según una encuesta realizada en abril de 2019 por IPSOS Perú y publicada por el diario El Comercio (2019), el 67 % de limeños manifestó tener una percepción negativa de la migración venezolana.

Los actos de discriminación han sido realizados no solo por peruanos de clases sociales de un nivel alto, sino también y mayoritariamente por peruanos de clase media baja o baja, que ven en ellos un peligro para la preservación de sus empleos, y porque replican conductas de discriminación de las que ellos también pudieron ser víctimas. En sus discursos, sobresalen aquellos que defienden que tienen más derechos que los "extranjeros venezolanos" por ser naturales del país. La discriminación se aprende y genera una cadena de racialización.

2.2. La pituquería peruana

De acuerdo con el Diccionario de peruanismos de la Academia Peruana de la Lengua (2016, pp. 785786), "pituquería" se define como grupo de personas que proceden de la clase social alta y como comportamiento propio de un pituco. El "pituco" para el diccionario es la persona de extracción social alta o la persona que viste con elegancia y cuida mucho de su apariencia. Para Sasaki y Calderón (1999, p. 348) "Lo pituco se relaciona con la pertenencia a la clase alta y la posesión de rasgos físicos blancos; con lo dominante, ostentoso, creído y con aires de superioridad basados en el tener y el consumir". El pituco es quien accede a espacios sociales privados, caros o prestigiosos, cuya familia lleva un apellido de prestigio, tiene poder socioeconómico, percibe que su posición social y trabajo es prestigioso; y su tiempo de ocio descansa en actividades o deportes estimados como inalcanzables por la mayoría de la sociedad. En uno de sus cuentos, Vargas Llosa (1993, 62) ilustra brevemente la pituquería peruana, comúnmente, restringida a los residentes de zonas como San Isidro o Miraflores: "En la playa de Miraflores estaba el club Waikiki, símbolo de la pituquería; sus socios corrían olas con tablas hawaianas, entonces un deporte carísimo, pues las tablas, de madera balsa, se importaban de Estados Unidos, y sólo un puñado podía practicarlo". Para los peruanos, la pituquería se sitúa, principalmente, en Lima. En una de las editoriales de la revista Ojo Zurdo (2019), la "pituquería limeña" es la que "se siente superior y cree justificada su prepotencia". Y se indica que este grupo se caracteriza por su "racismo y ultra centralismo". En el Perú, los pitucos suelen cholear al Otro inferior, porque no los considera de su mismo estatus. Cabe señalar que hay pitucos no solo en Lima, sino también en otras urbes, como Trujillo, Arequipa, Cuzco, por ejemplo.

Según Ramírez (2016, p. 152), la voz pituco se emplea para designar de forma peyorativa a la clase alta, y también, aunque pertenezcan a otros segmentos sociales, a quienes la imitan o se identifican con sus actitudes. Incluye a mestizos menos adinerados y no limeños, pero, prototípicamente, designa a estamentos blancos, adinerados (clases alta y media) y limeños. La pituquería sería el grupo y el modo en que se posiciona el estamento prestigioso. Este autor agrega que la ubicación de una persona en un determinado estamento no es fija, sino situacional o contextual. Encasillar a una persona depende de los ejes riqueza, poder y prestigio. Según Kogan (2014), en el Perú, nadie se reconoce como "pituco": "el pituco siempre es el otro; es decir, nadie se autodenomina pituco" y explica que debe ser porque en la cultura popular el pituco aparece asociado a persona desagradable (prepotente, indiferente o despectivo) y digno de envidia (porque compra lo que quiere y se impone). Para ella, el pituco existe en todas las clases sociales, no necesariamente en las altas: es el que tiene para gastar más dinero que el resto y hacerse notar. Para la autora, con el acceso masivo a las nuevas tecnologías de la comunicación y el crecimiento económico sostenido en el país en los años 2000 a 2010, han aumentado los pitucos, en sus términos, la pituquería se ha democratizado. De acuerdo con Kogan, habría tipos de pitucos en relación con la clase social: "los pitucos de clase alta tienen incorporado el hábito de ser pitucos, pues desde pequeños han aprendido a serlo y ni se dan cuenta de su pituquería. Mientras los pitucos de clase media se debaten entre ser y parecer pitucos". En el caso de la clase media, tiene que esforzarse mucho para mostrar esa condición. Para la autora, entonces, habría pitucos "naturales" y pitucos "imitadores". Aunque los segundos, igualmente, son mal vistos por la clase alta. Kogan no llega a indicar que se trata de una democratización jerárquica, es decir, que mantiene la estructura estamental de valorar lo blanco a lo diverso. Otros académicos han señalado que lo que ocurre es que el dinero blanquea.

De acuerdo con Ramírez (2016, p. 153), "en el marco del léxico clasificatorio, la voz pituco remite a cierto sector social de manera clara, pero su función posiblemente no resulta tan descalificadora como el acto de cholear. El choleo peruano ha sido analizado en ese sentido como una forma de discriminación: se cholea al que se encuentra debajo de nuestro nivel en el imaginario social". El término pituco es despectivo, "sin embargo, su carácter, comparativamente, puede no resultar tan agresivo como, por ejemplo, la voz cholo, que originalmente significa ‘mestizo’, pero que en determinados contextos se emplea como un instrumento insultante".

La pituquería es esencialmente más aceptada en ciertos espacios sociales. En las discotecas, por ejemplo, entre los jóvenes limeños, son quienes no tienen problemas para darles acceso al lugar, en contraste con los jóvenes a quienes se le asocian rasgos que no son valorados, pues los pitucos al ser narcisistas y exhibicionistas, con poder adquisitivo, son considerados poseedores del ideal estético, y, por tanto, son más aceptados (Sasaki y Calderón, 1999, p. 310-311). Para Ramírez (2016, p. 153), la pituquería, incluso, se puede encontrar en el plano de la literatura, en la división entre escritores vistos como "criollos" y otros como andinos, quienes se encuentran en constante tensión. La literatura criolla se identifica con la ideología hegemónica u oficial, en la que se escribe sobre un Perú visible, moderno, representado por la capital y las principales ciudades, mientras que la otra vertiente desarrolla temas no oficiales, subalternos y periféricos, asociados, principalmente, con lo andino o la urbe pobre. Esto ha generado fronteras sobre los prestigios culturales, los cotos de poder, y las formas de distribuir, recibir y consumir los textos. En otras palabras, hay espacios en que aparecen y se imponen. Se escucha hablar de colegios pitucos y universidades pitucas, como centros de formación de personas pitucas. Incluso, se considera que poseen una forma de hablar propia que se conoce como el "habla pituca".

Finalmente, respecto del color fenotípicamente blanco de las personas, debe pensarse que en medio del mestizaje nadie lo es. Según Portocarrero (2007, p. 16) "el racismo coexiste con el mestizaje. En el mundo atomizado de la plebe nadie es enteramente blanco, ni nadie es, tampoco, enteramente indio o negro". Sin embargo, el supuesto color se mezcla con otras categorías como el lugar de procedencia o residencia, la vestimenta, la forma de hablar, por ejemplo, para construir una imagen sociocultural de lo que es ser blanco en el país. Ser "blanco" es una construcción histórica (Wade, 2008). Para Santos (2014, p. 27), "La noción de ‘raza’ está asociada a categorías históricamente constituidas y de origen colonial, tales como ‘negro’, ‘blanco’, ‘indio’, ‘africano’, ‘asiático’".

2.3. Análisis del discurso crítico

El Análisis Crítico del Discurso (ACD) es una propuesta teórica que permite estudiar los discursos. Para el ACD, los discursos son entendidos como prácticas sociales, pues se crean y difunden para legitimar formas de pensar, sobre todo desde el poder, en contra de grupos minoritarios o socialmente vulnerables. Para van Dijk (2009, p. 22), el discurso se analiza como una interacción situada, es decir, como una práctica social que se produce en una situación social. El discurso no es un objeto ‘verbal’ autónomo. Según este análisis, los grupos sociales gestan discursos ideológicos (Guerrero y Muller, 2012). En este sentido, a través de los usos del lenguaje se transmiten significados sociales convincentes.

Siguiendo a Fairclough, el lenguaje es un instrumento que construye identidades, representaciones y relaciones. Como herramienta de construcción de representaciones, los generadores de discursos pueden crear imágenes de una persona, de un grupo de personas, de un servicio, de una institución. Y es por medio del lenguaje, el terreno donde tienen lugar las diversas luchas por poseer el poder (1989, p. 15), donde se comunican esas representaciones. Los discursos son posicionados por los grupos sociales. Hay grupos de interés que colocan sus discursos por encima de los Otros. Los grupos económicos y el Estado producen discursos sobre el crecimiento económico como importantes, por ejemplo, por encima de otros discursos como el de la educación o la salud. Y esos discursos son aceptados y consumidos socialmente. Los productores imponen sus formas de representar la realidad. De acuerdo con Fairclough (1995), todo lenguaje textual en uso colabora simultáneamente en la configuración de identidades sociales, de relaciones sociales, y al de un sistema de creencias y conocimientos.

El ACD postula que los discursos son analizables a través de una serie de estrategias discursivas (van Dijk y Kintsch, 1983, Wodak y Meyer, 2003). Los generadores del discurso usan mecanismos lingüísticos, de forma consciente, que han sido internalizados, para posicionar sus significados (2011: 142). Y el Análisis Crítico del Discurso ofrece un marco metodológico que busca evidenciar dichas estrategias (Fairclough, 1995, van Dijk, 2010). Los discursos se estructuran sobre el empleo de mecanismos léxicos-retóricos y sirven para sostener argumentaciones (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1994).

Para el ACD, asimismo, los discursos no son producciones individuales, sino más bien son producciones compartidas. Estos reproducen ideologías insertadas en los grupos sociales o en la sociedad, que son manifestadas a través de sus portavoces. Los individuos actualizan o ponen de manifiesto esas formas de pensar cuando escriben o hablan. Se trata, entonces, de prácticas sociales. Las declaraciones de una persona en sí son las declaraciones de varias otras que comparten sus ideas, experiencias, convivencias y posiciones sociales.

Para Zavala y Back (2010, p. 20), a través del lenguaje en uso se representa la realidad social y se construye las identidades: "Cuando interactuamos por medio del lenguaje, siempre nos posicionamos a nosotros mismos y a otros sobre la base de categorías identitarias vinculadas con el género, la clase, la raza, la cultura, entre muchas otras". Por eso, importa estudiar la dimensión discursiva, pues a través de los discursos se construyen identidades racializadas progresiva y dinámicamente. Para ellas, "el discurso será racista por lo que hace y no necesariamente por lo que dice" (2010, p. 22). Para ellas, hay que prestar más atención a la práctica ideológica porque de esta manera se asume que el racismo trae una serie de efectos ideológicos sobre la base de un contenido variado o flexible, y no sobre un contenido fijo. Dicho de otro modo, sustentan que el discurso racista no radica en su contenido, sino sobre todo en el poder que este ejerce. Con este tipo de discursos, se refuerzan relaciones de poder opresivas que se suscitan entre los diferentes grupos sociales. Las autoras señalan que "identificar prácticas racistas se ha vuelto cada vez más difícil, pues la gente ya no expresa sentimientos racistas de forma directa, sino que muestra un discurso ambivalente y contradictorio que más bien intenta ocultarlos" (2010, p. 22). Y una forma es analizando la manera en que la racialización se oculta en los discursos.

3. Metodología

Este es un estudio interpretativo, centrado en la comprensión discursiva e ideológica de dos estudios de caso. Básicamente, se analizan dos discursos: uno producido de forma escrita y publicado en el diario Perú21, del conglomerado de medios peruano Grupo El Comercio, titulado ‘Cómo pasar la cuarentena…’, registrado en la columna After party, donde se califica despectivamente a una empleada del hogar; y el otro producido de forma oral, y que fue grabado en un video que posteriormente fue difundido primero en redes sociales y luego en noticieros. Este registra una serie de agresiones verbales realizadas contra agentes de la policía y militares, especialmente con referencia a su ‘tipo’ de raza y formación educativa.

El primer discurso corresponde al escrito de la columnista Maki Miró Quesada del día 29 de marzo de 2020, mientras que el segundo pertenece a las manifestaciones verbales de Carlos Wiesse del día 03 de abril de 2020. Ambos actores son considerados en esta investigación parte de la élite social por sus posiciones y condiciones sociales, pero sobre todo por su forma de expresarse sobre los Otros, menos favorecidos social y racialmente, como evidencian los comentarios críticos de la población que se verán en el análisis.

Por un lado, ella, en aquel entonces, era una columnista del principal consorcio de la prensa peruana, el Grupo El Comercio, que a su vez pertenece a su familia. Ella ha escrito en la sección de cultura y espectáculos del diario El Comercio y entre 2019 y 2020 mantenía una columna en el diario Perú21. Ha estudiado en el colegio Villa María, uno de los más caros y exclusivos de Lima. Se formó universitariamente en Francia y Suiza. Se dedicó a la decoración de interiores y estudió Literatura en la Universidad de Nancy (Francia). Además de su lengua materna, domina el francés, el inglés y el italiano. Por su cercanía con el expresidente Pedro Pablo Kuczynski, fue designada como embajadora de Argentina entre el 2017 y el 2018, sin tener carrera diplomática, en reemplazo del diplomático de carrera, abogado y escritor José Luis Pérez Sánchez-Cerro (Mori, 2017). Ha publicado algunos libros basados en pasajes de su vida, como "De París a la Patagonia", "Social Climbing" y su autobiografía "Memorias de una transgresora".

Por otro lado, Carlos Wiesse Aserjo es abogado y empresario. En su página web declaraba lo siguiente: "Soy un profesional con más de 10 años de experiencia en el Sistema Financiero Peruano. Cuento con una Maestría en Derecho Empresarial, Certificación Internacional de la ISO 31000. Además, soy expositor nacional e internacional en temas de Gestión de Riesgos Legales y Compliance". Y añadía: "Actualmente tengo el cargo de vicepresidente de OC en ASBANC - Asociación de Bancos del Perú" (Paucar, 2020). Él, tanto como Maki, eliminaron sus cuentas de Facebook y otros espacios de redes sociales donde se hallaban más datos sobre sus hojas de vida, dado que muchos peruanos, a partir de los hechos que serán analizados, empezaron a averiguar más sobre sus vidas y a buscar hacerles llegar sus reclamos por las actitudes que manifestaron.

En los dos discursos, se analizan las representaciones sociales que tienen sobre el Otro inferior. Para ello, se examinan las estrategias léxicas y retóricas usadas. La unidad de análisis son los enunciados. Hemos procedido, por tanto, a segmentar los discursos enumerando los enunciados.

Asimismo, para dar cuenta que los discursos traen consecuencias ideológicas, se analizan los discursos de los receptores, que son el público, a través de los comentarios realizados en redes sociales como Facebook y Youtube, o Twitter (los cuales se transcriben como se hallaron), así como las críticas realizadas en televisión por conductoras o periodistas de política y espectáculos, que confirman que son discursos de pituquería. Por último, se da cuenta de las respuestas de los implicados, incluida las instituciones involucradas, para conocer sus reacciones después de acontecido los hechos o acciones sociales. Cabe precisar que si bien receptores de la información, también son productores de discursos en tanto los crean, por lo que se consideran prosumidores, al mismo tiempo que recepcionan formas de pensar, también producen las suyas como reacciones. Finalmente, dado que se abordan dos estudios de caso, el estudio es amplio. Amerita hacer un análisis en conjunto para ilustrar la manera en que los discursos se interrelacionan y repiten.

4. Análisis

4.1. El discurso contra las empleadas domésticas en pandemia

Primero se presenta el escrito de Maki Miro Quesada y luego se procede al análisis del caso:

Columna: After Party

Cómo pasar la cuarentena…

Por Maki Miró Quesada

(1) Sin morir ni matar a nadie en el intento. (2) Circulan mil tips. (3) Todos somos expertos en el tema (4) o por lo menos vamos acumulando experiencia, (5) pero como a la larga nadie aprende en cabeza ajena, (6) aquí va mi granito de arena.

(7) Tres consejos. (8) Rutina, rutina y rutina. (9) Inventarse una y cumplirla como colimbo. (10) A nosotros el lockdown nos agarró en el campo. (11) Suerte dirán algunos. (12) Pó darse. (13) Salvo que al segundo día (14) la hdp del ama de llaves

(16) -15 años con nosotros, (17) tratada como familia (18) con salario de ministro- (19)

se zurró en la cuarentena (20) "porque es mi franco y mi derecho nadie me lo va a quitar", (21) sabiendo que luego no podía volver. (22) Evita vive. (23) Me quedé con la casa de tres pisos, (24) el parque de veinte hectáreas, (25) los 3 perros (26) y el marido de 80 años. (27) Solución: (28) empezar a atacar el stock de champagne del cumple que no fue. (29) Beber en serio. (30) Quizás zafe del corona (31) pero termino border alcohólica.

(32) Regla 1. Juntarse con el marido solo durante las comidas.

(33) Levantarse a las 8:30 a.m., (34) sacar los perros al jardín (35) -chequear si alguien se hizo pichi-caca durante la noche-; (36) la Lab es vieja e incontinente,

(37) el Jack lo hace solo por jorobar. (38) Limpiar pichi-caca. (39) Hacer desayuno.

(40) Lavar las ollas del día anterior (41) mientras marido levanta la mesa. (42) Time out. (43) Subir al ático a caminar (44) -ya no estoy para trotar y menos correr-

(45) sobre la cinta una hora (46) mientras veo cualquier película. (47) Abrazar mi cinta adorada (48) porque en esta montaña no hay quien camine más de 50 metros en plano. (49) Una hora de baja policía en closets botando papeles. (50) Back to the future. (51) Leer todo antes. (52) Libreta de primer grado del Villa María, (53) invitaciones a mil eventos en París, (54) cartas del amor muerto. (55) Tirar todo. (56) Medallas de primaria, (57) París y amor. (58) "Viajaría más liviano", dixit Borges.

(59) Sabio. (60) Buena terapia.

(61) Regla 2. Nunca quedarse el día entero en pijama.

(62) Hacer la cama y ducharse. (63) Maquillarse cada dos días, (64) cambiar de ropa

(65) -¡ojo, que combine!- (66) mínimo cada tres. (67) Hacer el almuerzo. (69) Ensayar recetas de Google. (70) Platos al lavaplatos. (71) Marido a la siesta. (72) Recorrer el jardín y el invernadero. (73) Podar y sacar malas hierbas. (74) Recoger tomates y frambuesas.

(75) Regla 3. Nadie te debe quitar tus tareas.

(76) Unas horas de compu. (77) Contestar WhatssApps, (78) chatear con amigos urbi et orbe, (79) mirar lo último de Megan en Youtube. (80) Entrar al Face, (81) tratar de no pelearse con nadie. (82) Leer posteos sobre la solidaridad en el Perú y el mundo. (83) (84) Extasiarse sobre las cualidades del ser humano. (85) Derramar unos lagrimones. (86) Escribir/corregir columna. (87) Juntarse con el marido (88) y entrarle en serio al champagne (89) -hay suficiente champagne para el sitio de Estalingrado-. (90) Darse gusto (91) y comer burundanga. (92) Brie, jamón crudo, palitos de queso. (93) Ver una película por cable. (94) Marido escoge. (95) Dejar marido abajo (96) y meterse a la cama con Netflix.

(97) Regla 4. Dedicar solo 15 minutos al día a preocuparse cómo será el mundo de mañana (98) porque no tenemos ni la más pálida idea.

4.1.1. Uso de estrategias lingüísticas

En el escrito de Maki Miró Quesada, las empleadas domésticas estarían siendo representadas como sujetos ‘abominables’. Ella, aparentemente, se decepciona de que la empleada la haya dejado sola con la casa en tiempo de cuarentena. O mejor dicho la casa de ‘campo’ (línea 10), pues se trata de una casa de tres pisos (línea 23) con un jardín inmenso, de veinte hectáreas (línea 24), que supuestamente requiere mayor cuidado y limpieza. No está feliz de que se haya ido a cuidar a su familia o a protegerse, más bien le reprocha no estar presente para que se ocupe del servicio. La empleada se fue al segundo día del confinamiento (línea 13). Y para Maki todo fue un caos: cuidar a los tres perros (línea 25) y al marido de ochenta años (línea 26), hacer el mantenimiento a una casa tan amplia se le hacía una tarea difícil. La empleada, en cambio, sí puede hacerse cargo de todo ello, es lo que da a entender la autora. Su salida causó en Maki disgusto, por lo que pone en manifiesto su escasa empatía con su trabajadora. Ella, más bien, le insulta e increpa por los beneficios que goza, y lo hace a través de su columna, la cual tal vez no es leída ni por la empleada ni por personas menos favorecidas en el acceso al periódico en cuestión, pero se convierte para la autora en un contenedor de desahogo. En este espacio se materializaba la representación que tiene sobre la empleada del hogar. Para Maki, su trabajadora del hogar es literalmente una hdp (una "hija de puta") (línea 14), una contestona (línea 19, línea 20). En este caso, el insulto es una estrategia retórica para denostar a las personas, para rebajarlas a condiciones viles o humillantes, y posicionarse como Yo superior. El insulto lo registra con siglas, pues se trata de la estrategia del eufemismo, que sirve para ocultar un lenguaje fuertemente hiriente y que, al mismo tiempo, oscurece la forma de pensar que posee en un medio o contexto formal. En el lenguaje coloquial peruano, las siglas hdp reemplaza a la agresión ‘hijo de puta’ o ‘hija de puta’, dependiendo de la referencia hacia la persona. Como se ve, las empleadas domésticas son unas hdp. El lector podría darle crédito de duda de que si esa sigla era realmente un insulto o si significaba otra cosa. El mismo diario reconoció que se trató de una expresión vejatoria. Perú21, a través de su directora, Cecilia Valenzuela, horas más tarde, se excusó indicando que se trataba de un insulto (Perú21, 2020). Maki, en su texto, buscaba reprender a su trabajadora y mancillar su imagen. Para hacerla ver como una empleada rebelde, construye una supuesta cita textual. Al respecto, la intertextualidad es una estrategia para reportar las palabras dichas por una persona y para construir su presencia. La empleada, según la referencia de Maki, habría respondido lo siguiente: "porque es mi franco y mi derecho nadie me lo va a quitar" (línea 20). Esto descontentaría a la escritora, pues encuentra a una empleada que sabe sus derechos. Para las élites sociales, el servicio doméstico no debiera enfrentarse y menos contradecir a sus patrones, y cuando lo hacen y cobran agencia son señaladas de aprovechadas. Para Maki, la empleada hizo mal porque se puso en primer lugar a ella y a sus intereses, y no a su empleadora. Y ello lo refuerza con el verbo predicativo "zurrarse": "se zurró en la cuarentena" (línea 19). La desprecia nuevamente. La empleada pedía no ir a trabajar a la casa de campo; le correspondía su día libre para ir a su casa y resguardarse. En este contexto, la escritora le da agencia a la empleada cuando pide ir a su casa ("se zurró"), o cuando es citada (con la estrategia de la intertextualidad), mientras que la columnista se construye, en este contexto, como paciente, se mitiga y se victimiza. Entonces, la villana sería la empleada.

Desde el marco del Análisis Crítico del Discurso, se puede observar que su forma de pensar al Otro reproduce prácticas clasistas y racistas desde el poder. La empleada no puede ir a su propia casa en cuarentena por su función de empleada; en todo caso, su deber es quedarse en la casa de la patrona. Punto seguido señala que "Evita vive" (línea 22), en referencia, aparentemente, a la política argentina y exprimera dama Eva Perón. Bajo la comparación, Maki la presenta en diminutivo, como estrategia de sarcasmo, pues se trata de nada menos que la política que luchó por el derecho al voto de las mujeres argentinas. En otras palabras, hace ver que la empleada no es una tonta, sino parte de un proletariado empoderado. Este hecho decepciona o desencanta a la autora, pues asumió que esta respondería a la voluntad de su jefa, e intereses, quien la necesitaba para limpiar y cuidar a los perros y al marido. Al irse, según Maki, no valora ni agradece el "sueldo de ministro" que su patrona le asigna (línea 18).

En su discurso, la empleada, también, está totalmente cosificada, vista como objeto. Maki emplea la estrategia de la desverbalización ("tratada") y también de la comparación ("como"). El verbo "tratar" en su forma participial muestra la manera en que la escritora ejerce dominación sobre ella (línea 17). El comparativo "como" en la expresión "como familia" muestra que la empleada, sin formar parte de su estatus social (línea 17), recibe el ‘favor’ de su cercanía. Maki no dice "es" familia o parte de la familia, sino, en un grado menor, "como familia". Una proximidad resaltada de manera interesada pues exige de su empleada doméstica un desprendimiento, un sacrificio, que se tiene por la familia. Revela así que sigue viendo a su trabajadora como elemento ajeno o externo. Destaca los 15 años de relación laboral que tiene la empleada del hogar (línea 16) como un vínculo firme, pero que es desagradecido por la empleada cuando decide dejarla en la cuarentena. Por su lado, la autora de la columna se convierte en agente cuando es ella quien controla o "trata" a la empleada. Las patronas son las que tienen injerencia sobre el servicio doméstico. Esta cosificación se vio también con el insulto hiriente de hdp para vejarla.

Como se ve, Maki construye una imagen negativa, particularmente de desprecio sobre la empleada del hogar. Según Bruce (2007, p.58), "Se introyecta lo que es considerado positivo y se proyecta lo que es considerado negativo, para lo cual se buscan depositarios adecuados en el entorno". Estos son "los que facilitan el proceso de expulsión de todo aquello que es internamente clasificado como inadmisible".

En su columna, asimismo, representa la realidad que vive y sobre la cual da tips a sus lectores de qué hacer en tiempo de cuarentena. Ese recetario muestra la posición socioeconómica que posee y de la que la mayoría de los peruanos no gozan. Ella fue leída por varias personas entre las que aceptaron y gustaron de su lectura del mundo, y por quienes rechazaron su escrito, una vez que se difundió la columna por redes y otros espacios, pues dado que no todos consumen el diario Perú21, el texto al ser escandalizante se propagó por diversos sectores que mostraron incomodidad. Su representación de la situación del confinamiento contradecía la realidad de muchas personas en el país. Siguiendo la propuesta del ACD, nuevamente, se encuentran en este caso ejemplos de prácticas asimétricas desde el poder.

En su escrito, los maridos son un impedimento para estar tranquila en casa. Se queja de él. No le gusta pasar, al parecer, mucho tiempo con él. El tiempo reservado para él es el de la comida (línea 32). O se busca que duerma (línea 71). O apartarlo para mirar Netflix (línea 95). Asimismo, los quehaceres de la casa son un problema y una carga. Es un discurso que se repite socialmente entre mujeres, en particular posicionadas o que aparte del cuidado doméstico, se dedican a trabajar. En este caso, se enumeran los supuestos trabajos pesados de casa para Maki, quien trabaja como escritora: tratar con los perros, más si "hacen caca" por fastidiar (línea 37), hacer el desayuno (línea 39), hacer el almuerzo (línea 67), lavar (línea 40), son tareas que al parecer cargan ahora exclusivamente sobre ella. Más que construir una imagen de ama de casa, se esfuerza en construir una imagen de escritora o de princesa en la pesadilla de los quehaceres domésticos. Se construye como personaje de pez fuera del agua. Ella prefiere caminar en el ático (línea 43), abrazar su cinta dorada (línea 47), buscar sus cosas pasadas: libreta de notas (línea 52), invitaciones de París (línea 53), cartas de amores pasados (línea 54), medallas de primaria (línea 56). Lo que hace es usar la estrategia de la enumeración compleja de actividades positivas frente a negativas. Sumar y contrastar para impactar. En este mismo contexto, recurre a la estrategia de nombrar instituciones o ciudades prestigiosas: el colegio Villa María (línea 52) o París (línea 53, línea 57). Para ella, esto es hacer terapia, la que resalta con la colocación del adjetivo calificativo "buena" (línea 60).

La situación que representa sobrevivir al COVID-19 y al confinamiento en casa también tiene relación para la escritora con la vestimenta. No puede uno permanecer en pijama (línea 62), tiene que maquillarse cada dos días (línea 63), cambiar de ropa (65). Utiliza la serialización verbal para armar la rutina. Respecto de la ropa, resalta que esta debe combinar (línea 65) y que se cambien mínimo en tres días (línea 66). Para el tip de la combinación, la remarca con la interjección "¡ojo!" (línea 65). Se convierte, por tanto, en fiscalizadora. Si una mujer en cuarentena no sigue estas pautas, entonces no es socialmente aceptable.

Maki construye un papel de princesa en su "palacio". Sugiere recorrer el jardín y el invernadero (línea 72), podar y sacar malas hierbas (línea 73), recoger tomates y frambuesas (línea 74). Su jardín de veinte hectáreas tiene todas esas bondades para realizar. Puede dedicarse a la jardinería y al paseo. Estratégicamente, utiliza la narración o el cuento. Bosqueja un mundo bello o literaturesco. En medio de la pandemia, no todas las mujeres se encontraban en la misma posición y privilegio.

Como escritora, también construye un mundo de ocio y un mundo de escritura. Su ocio lo acompaña con actividades de relajo, como pasar horas en la computadora, que la nombra con un acortamiento, para mostrarse algo juvenil: unas horas de ‘compu’ (línea 76); cuenta otras actividades como contestar WhatsApps (línea 77); chatear con amigos urbi et orbe (línea 78). Es interesante este latinismo, pues nuevamente da la apariencia de su estatus social y también de la forma en que se comunica por medio de las redes sociales con el mundo; mirar lo último de Megan en Youtube (línea 79), al parecer se refiere a algún programa conocido de algún un canal internacional, no llega a precisarlo; entrar al Face (80). Muchas de estas actividades pueden ser realizadas por las personas en sus casas, si cuentan con esos canales o medios. Lo curioso de recetar estos tips es que están acompañados seguidamente de su papel como escritora. Parece tratar con sarcasmo la realidad peruana y mundial. Leer los casos de solidaridad dados en el país le produce no lágrimas, sino lagrimones (línea 85), utiliza la hipérbole para mostrar su sarcasmo. Extasiarse con las cualidades del ser humano (línea 84), insiste en su tono irónico. Su lectura de la cuarentena que viven los peruanos más vulnerables es frívola, pues se muestra por encima de la crisis. Como escritora, debe escribir y corregir su columna (línea 86). En este sentido, dadas las demás referencias, implica seguir plasmando sus ideologías o sus propias percepciones de la circunstancia en que se pasa la cuarentena. Vale decir que ella trata de indicar que es una tarea que nadie se la debe quitar (línea 75), que para ella es un mérito. Y lo hace con el tuteo: "tus tareas". Su trabajo no es el que hace una ama de casa o una empleada doméstica, sino el de una artista o una escritora. Y precisa que debe acompañar su labor con ciertos gustos (línea 90): entrarle en serio al champagne (línea 88); comer burundanga (línea 91); o brie, jamón crudo, palitos de queso (92). Su público pareciera que no es el Perú, sino un grupo social determinado de peruanos con costumbres específicas y recursos particulares. Para ella, el champagne sobra, como para el sitio de Estalingrado (89). Emplea una metáfora bélica que refiere al estado de emergencia en el que se vive con el fin de señalar a la vez que tiene tal cantidad de bebida que podría alcanzar como para una milicia. La comida que tiene no es tampoco barata. Son deleites que no todos los ciudadanos pueden darse. El brie, por ejemplo, es un queso de pasta blanda que cuesta alrededor de 26 a 30 soles (alrededor de 7 y 8 dólares). Su nombre deriva de la región francesa de la cual procede, que es la Brie. La escritora ha pasado muchos años en Europa y quizá es un hábito acceder al producto.

En el marco contextual de cómo recibe o "pasa" la cuarentena, utiliza un vocabulario de distancia para ser paciente del suceso. Para ella, el confinamiento tiene agencia. Dice "nos agarró" (línea 10). Y, en este mismo contexto, hace una selección léxica para mostrar su conocimiento en inglés. Utiliza la palabra lockdown (‘confinamiento’). Construye de esta manera la terrible situación en la que se encuentra. El inglés para ella es importante para dar cuenta a la vez de su estatus social. Desde ese ángulo cultural, busca nombrar y describir la realidad. Entre otras palabras, selecciona voces como "border" (línea 31), "time out" (línea 42), "Back to the future" (línea 50), incluso, expresiones procedentes del latín, como "dixit" (línea 58), para introducir una cita. Es la segunda intertextualidad que emplea en su texto. En este caso, busca generar una imagen de persona ilustrada, pues cita a un literato o intelectual, Jorge Luis Borges (línea 31). Inclusive, lo halaga (línea 59). Su bagaje internacional también lo ilustra cuando emplea un chilenismo "Pó darse" (línea 12). Es probable que integre de esta manera a sus lectores chilenos. No es clara su intención en este caso, pero sí que evidencia su amplia gama de manejo de registros lingüísticos. Uno de los vocablos que llama la atención es "pálida". Al final de su posteo, ella recomienda preocuparse poco por el futuro porque nadie tiene la "más pálida idea" (línea 97). Decolorar los sustantivos es una estrategia de los escritores para darle mayor atracción al escrito, más aún si se acompaña de expresiones superlativas como "la más".

4.1.2. La crítica del público en redes sociales

La columna de Maki indignó a muchos peruanos, que la criticaron en las redes sociales. Los cibernautas reconocían que despliega sus ideologías en el escrito, pero lamentaban que el diario las publique, sobre todo en una coyuntura de crisis humana, como se ve en (99). Censuraban al diario, pedía que no se vuelva a comprar más, pues reconocían sus prejuicios, como se invoca en (100). Notaban que ella se había equivocado, pero que justamente esas descripciones respondían a su condición social, como refiere (101), donde identifica que sus actos son producto de ser pituca. Es decir, la pituquería limeña es la que procede de esa manera. Su escrito es aceptado en el diario, porque indicaban que era una Miró Quesada; eso significaba que es tolerable y aceptable para el grupo El Comercio, como se evidencia en (102). Otros asumían el peso de su apellido como importante en una sociedad clasista, como se indica en (103). Entre los cibernautas, se rechazó su columna porque era una muestra de clasismo, como se declara en (104). Algunos, incluso, le desearon el mal: sugerían que la COVID-19 le afecte, como se ve en (105).

(99) "Lo triste no es que ella piense de esa forma, lo triste es que el diario lo publique, creo que en estos momentos no estamos para estupideces" (FernandoBenful, 2020).

(100) "Ya no compren ese diario no hay que darle de comer a una persona con ese pensamiento" (Cordova, 2020).

(101) "La pituquería limeña, cuando no haciendo el ridículo" (User Paiche, 2020).

(102) "Cuando el apellido pesa más que el talento" (Cabanillas, 2020).

(103) "tener un apellido tambien es un talento" (sic) (Araneta, 2020).

(104) "Que asco, el clasismo en su más putrida expresión" (sic) (Isaris, 2020).

(105) "Coronavirus que esperas para a hacer tu trabajo" (Mayta, 2020).

Los cibernautas se indignaron porque identificaron en la autora a un tipo de pituco peruano acomplejado, poco solidario, un valor que resaltan de las figuras internacionales más ricas del mundo, como se sostiene en (106). Al respecto, para Martínez (2005), "cholo (lorcho) es vocablo infamante, prejuicioso, racista […] En cambio, el vocablo pituco sólo constituye una burla, una sátira. Por lo tanto, se puede afirmar que no existe racismo al revés, pues éste implica opresión y propósito humillante. En múltiples ocasiones, pituco resulta un piropo […] Pero lorcho jamás es piropo, siempre es escarnio". Otros pensaron que como persona pudiente debió hacer alguna donación en la lucha contra la COVID-19 para mostrar que es realmente de una clase social que se puede respetar y valorar, como se indica en (107). Otros hacían ver que fue funcionaria pública peruana, y los peruanos habían pagado sus sueldos; a pesar de eso, ella se distancia de la mayoría de la población, como se reclama en (108). A los usuarios no les importaba que dijera todo eso en la columna, pues, para ellos, ella no sabe cómo es vivir como pobre en el Perú, incluso la conectan con la élite social ya descrita en los libros de la literatura peruana, como se considera en (109). Otros daban cuenta que la noticia no fue ni comentada por los medios de prensa del grupo El Comercio; las críticas más bien procedían de los periodistas y periódicos independientes, no del consorcio, como se advierte en (110). A los usuarios les pareció que ella estaba equivocada, que fantaseaba, pues la mayoría de los peruanos es ajeno a esa representación que tiene del país, como se ve en (111)..

(106) "Hasta para tener pitucos somos un país subdesarrollado, nada que ver con Bill Gates, Marck Zuckerberg o el Principe Arabe que ayudo al niño de Trujillo que son de países de primer mundo. Hasta de los pitucos que tenemos en Perú me da vergüenza ajena" (sic) (Morán, 2020).

(107) "Debió decir q donará mascarillas o guantes para los doctores enfermeras eso hace una persona con clase" (Ormeño, 2020).

(108) "Fue embajadora de Perú en Argentina, nosotros los peruanos no sabemos a quien ch... ponen de embajadores. Esta señora vive con la plata de los peruanos de todos los trabajadores. Que, indignacion" (sic) (La vida es bella depende como la vivas, 2020).

(109) "así son esas lacras privilegiadas! Nunca en su vida han sufrido o padecido hambre! El libro ‘Un mundo para julius’, de Alfredo Bryce Echenique, muestra muy bien como eran/son esas basuras!" (sic) (Jetonprimero, 2020).

(110) "que RARO que el Comercio, el trome, la República demás diarios mediocres NO PONGAN NADA DE ESTO... obviamente porque son de su Familia LOS MIRO QUESADA bajo esas manos esta el 90% de los medios de comunicación en el Perú UN ASCO su sucio Monopolio" (Magnifique Perou, 2020).

(111) "Tanto estudio y glamour le atrofiado el cerebro....por lo menos un POQUITO de POR FAVOR!!!!! Si estamos en un país donde el 80% de pobreza ....se le ocurre escribir esa huevada.. !!!" (sic) (Zeus arquimedes, 2020).

4.1.3. La crítica en la televisión

En la televisión, también hubo críticas. La periodista Juliana Oxenford (2020), quien también es considerada como parte de la elite social, la cuestionó. Para la periodista, Maki representaría a ese sector de la pituquería altanera, como se ve en (112), que no ve más allá de su entorno. Ella estaba totalmente en desacuerdo con su forma de pensar, no solo con la lisura que había soltado. Criticaba su apellido y su posición social, como se presenta en (113). Para la periodista, le resultaba extraño que en la columna escribiera con expresiones en inglés, como aparece en (114). De algún modo, pensó que se trataba de una columna de humor, pero no lo era, como se registra en (115). La periodista le increpó que Miró Quesada hacía una representación de la realidad peruana cuando no lo es, como lo sostiene en (116). A ella le han dado licencia para manifestar sus discursos asimétricos solo por ser parte de la familia Miró Quesada, como se indica en (117). Esto es lo que finalmente señala la periodista, la práctica de la élite social peruana prestigiosa, que genera cadena de favores, como se declara en (118). Para la periodista es una práctica común el dar cabida a los miembros de una familia reputada.

(112) "Es un relato desafortunado, es una crónica tristemente torpe, triste, que muestra a esta gente que se cree superior al resto de peruanos, que forman parte de una especie de burbuja, incapaz de ver lo que pasa a su alrededor y desgraciadamente, toda esta estupidez humana la vuelca en una columna". (113) "es un medio de comunicación que le da tributa, no la conocen, la están viendo, se llama Maki Miró Quesada, se llama más Maki, bueno esos nombres ¿no? Cocoa, churiu, o sea, por favor, Maki, Maki Miró Quesada, por el apellido claramente, tiene, por el apellido, ¿no?, porque por el talento no tiene para escribir, aunque es escritora y se presenta como escritora" (114) "Qué huachafada esta de hablar en espanglish, habla español, tu columna es para peruanos, en fin" (115) "Qué ridícula, quiso hacer en algún momento una parodia al estilo China Tudela, muchos pensaron que se trataba de una crónica de humor negro, pero ni siquiera tiene suficiente talento para escribir ¿no? Basándose en el humor negro y la ironía, hay que ser muy inteligentes para serlo" (116) "lo más triste es lo que ella considera como una mirada de una situación en la que todos, todos, estamos sufriendo, todos estamos sin saber qué va a pasar con nosotros" (117) "Así que Maki Miró Quesada, está bien que tu apellido te lleve a escribir en Perú21, que es parte del grupo El Comercio y más, pero da vergüenza" (118) "basta a los periódicos de poner a los amigos a los familiares, tú escribes porque eres la enamoradita del hijo del dueño, tú escribes porque eres la prima, no pues, hay mucha gente con talento y una pluma (beso) maravillosa para escribir".

Otra de las periodistas que la criticaron fue Magaly Medina, una periodista de espectáculos procedente de la clase media peruana. Ella tampoco concebía la representación del mundo que tenía la autora en plena cuarentena, como se indica en (119). La situaba en su apellido y en su rango social. La periodista señalaba que creía que ya no había personas que piensen de esa manera al Otro y a la realidad peruana. Da cuenta de su trayectoria social para poder entender sus creencias y percepciones sociales. En (120), la conductora hace notar que la columnista no ha tenido una vida como la mayoría de peruanos: su entorno ha sido otro. Miró Quesada, en contraste con la periodista, ha estudiado en instituciones prestigiosas, como se ve en (121). Da cuenta de los lugares en los que ha vivido, como se enumera en (122). A la vez, construye las relaciones sociales

que supuestamente habría tenido, como se indica en (123). En otras palabras, la periodista busca destacar, estratégicamente, la vivencia y el círculo social de la columnista. De esa manera, puedo entender su discurso asimétrico. A la periodista también le llamó la atención que la insultara de esa manera a la empleada del hogar, como se indica en (124). Pensó, como otros, que se trataba de una crónica irónica, pero realmente le asombra que era el mundo que describe desde el poder. El recurrir a los diversos idiomas le asombraba, como se advierte en (126). Evidenciaba que la columnista mostraba su dominio intelectual por manejar más de una lengua. Dada su condición social, entonces, la periodista encuentra lógica al discurso de cómo pasar la cuarentena sin la empleada. Pero la realidad que describía, como sostiene la periodista, no es la que se vive en el país, como se ve en (127). Para la periodista, se trató de una mirada insensible.

(119) "Todo el fin de semana me he pasado pensando en la vida de esta mujer, Maki Miró Quesada, María del Carmen Miró Quesada Arias, nieta de un Miró Quesada de La Guerra, Alejandro Miró Quesada de La Guerra, no, además, su tío fue un expresidente panameño, o sea, of, la rancia oligarquía que yo pensé que se había terminado en el Perú". Medina indica que se trata finalmente de un discurso propio de la pituquería peruana: "la mujer ha hecho un columna en el diario Perú21 que nos ha hecho a todos, por supuesto, indignarnos, pero es una realidad que existe, hay pituquería, sí, de las más rancia, de la más fina, de la más sobrada, no". (120) "La mujer vive después de haber pasado sus internados porque hay que saber antes de criticarla que esta mujer pues no ha tenido una vida como la de usted, o como la mía". (121) "mientras yo estaba en Huacho dando de criar a los pollos o a los cuyes de mi mamá, ella estudió en el Villa María, y luego, se fue a unos internados en Suiza, donde estudió, no, y luego se fue a estudiar a una universidad, allá en Suiza. Estudió en otra universidad en Francia". (122) "se pasó la vida entre unos apartamentos en Manhattan, un apartamento frente a los Chance en Sells, allá en París, se codeaba en sus vacaciones, mientras yo me iba a la playa pública de Huacho, no, y ustedes se iban a la Costa Verde, bueno pues ella, esquiaba en San Morris" (123) "junto a los hijos del cha de Persia, a Tina Onasis, a Alexander Onasis, esos apellidos que ustedes y yo somos... hemos leído en Vanidades y Hola, nada más". (124) "Por eso, hay que entender que la mujer en tiempo de cuarentena que la persona que la ayuda en su casa se va y la llama hdp, ¡no!, que tenía sueldo de ministro, y que ha dicho unas cosas, unas perlas no". (125) "Yo lo leía y no me lo podía creer, yo decía este es un chiste, esta mujer trató de ironizar seguramente, no, además que habla entre el inglés, el castellano y el francés, y le mete todos los idiomas que ella sabe". (126) "Por eso que el comentario que ella decía que la cuarentena la pobre pues estaba pasando sin ayuda doméstica". (127) "Eran sus tips para que usted y yo leyéramos, con los consejos que ella nos daba a los mortales que con las justas algunos tenemos un departamento de dos habitaciones donde pasamos una familia de cinco o de seis, ella tenía veinte hectáreas".

4.1.4. La respuesta del diario y de la columnista

El diario trató de disculparse por la columna. Sin embargo, su disculpa se redujo al insulto o al equipo de redacción del diario, que se sintió afectado. Pero claramente no censuró su forma de pensar. Su carta iba dirigida más a los redactores de Perú21 y de cierta manera daba licencia al pensamiento de Maki. Para Valenzuela, su equipo se "siente mal" porque no son responsables del escrito en estos tiempos de pandemia, pues están abocados a la redacción de las noticias sobre el COVID-19, el aislamiento social y la inmovilización obligatoria. Valenzuela se dirige solo al insulto, como se ve en (128). No contraviene a la columnista, dice "a veces" y conduce todo al insulto de hdp. La directora del diario construye una imagen de víctima, como se ve en (129). Es decir, trata de crear una imagen de que no es cómplice del agravio. Al mismo tiempo, busca representar al diario en forma positiva; busca recuperar su imagen, como se ve en (130). Sin embargo, no dice nada respecto de la empleada aludida ni de las empleadas domésticas peruanas en específico. Esta estrategia del borrado es prácticamente común cuando no se quiere remarcar el actor social implicado en el discurso. Apenas, se la nombra como "trabajadora"; de esta manera, con este eufemismo, no quiere llamarla empleada del hogar, para hacer ver que se aleja de una mirada asimétrica, pero, al mismo tiempo, su disculpa se diluye porque el destinatario no es una persona concreta, como se indica en (131). Además, sus disculpas no tienen un agente social específico. Reduce sus disculpas a "los que se han sentido", es decir, si nadie leyó o no se percató de lo que decía en el diario, entonces, no requieren recibir disculpas, ni siquiera las empleadas, como se manifiesta en (132). Se trata de unas disculpas generales, poco francas, creadas para una masa abstracta. La directora busca poner fin al asunto "clasista" y hasta "discriminatorio", y retornar al trabajo de redacción que importa: la redacción del impacto del COVID-19. A Valenzuela le importa más la imagen de los ejecutivos de El Comercio, tanto que critica a los periodistas y comentarios de otras redes sociales, como se da en (133).

(128) "Y si me toca jugarme por ideas que a veces no comparto, con mayor razón me toca hoy pedir perdón por haberse publicado en una columna del diario que dirijo, un insulto insensible e imperdonable". (129) "Podría decir que las manos y los ojos a veces no me alcanzan para leer todo". (130) "La línea de Perú21 se fundamenta en la verdad, la libertad y el pluralismo". (131) "El insulto proferido nunca debió ser publicado, peor si está dirigido contra una trabajadora. La falta de sensibilidad social no caracteriza al equipo de periodistas del que formo parte". (132) "Me disculpo con todas las personas que se han sentido agredidas e indignadas por lo publicado". (133) "y con los ejecutivos y directores del Grupo El Comercio que libran una guerra aparte para sostener a la prensa bajo la convicción de que es y seguirá siendo, por siempre, la mejor arma a favor de la verdad y contra las mentiras que circulan en las redes sociales"

La conductora de televisión Magaly Medina (2020) señaló que Valenzuela no debió solo aludir al insulto, sino a todo el escrito, como se indica en (134). Y le increpó una vez más a Miró Quesada sobre la realidad en cuarentena de los peruanos, como se señala en (135). Para Medina, no le cabe que haya sido muy insensible, como se ve en (136). Para Medina, la realidad de muchos peruanos es otra, como se indica en (137). Según Fiske (2011, p.114), como miembros de un grupo, nuestra primera lealtad reside en nuestro propio grupo, porque lo necesitamos mucho.

(134) "Pero creo que [Cecilia Valenzuela] se debió disculpar por toda la columna". (135) "porque en tiempos de cuarentena cuando en nuestro país, señoras y señores, señora Maki Miró Quesada, hay gente que no tiene ni siquiera una botella de agua, usted tiene la refrigeradora, dijo ahí, la refrigeradora que va a ser, la caba, será, llena de champagne dice como para el sitio de Stanligrado" (136) "o sea, puede que su champagne nunca se le vaya a acabar, pero hay gente que acá no tiene la refrigeradora llena, no tiene una botella de agua, ni siquiera para beber lo esencial, porque tiene sed" (137) "se mueren de hambre, y viven en los cerros tan altos, que cuando les llega el agua, tienen que cargar con sus baldes, escaleras tras escaleras, peldaño tras peldaño, o sea para esta señora, nuestra realidad peruana no existe, vive en una realidad diferente".

El caso de Miró Quesada nos hace ver que la manera de posicionar al Otro en el Perú reproduce prácticas sociales de dominación, marginación y racismo basados bajo la ideología de la superioridad, digamos, racial, o social. Estas prácticas y creencias están internalizadas en la sociedad, por lo que no son autocriticables, no siempre los ciudadanos son autocríticos con sus pensamientos y acciones. El Perú es un país con una sociedad jerarquizada. Y no se trata del "lenguaje políticamente correcto". Algunos piensan que quitar un insulto de la columna hubiera sido distinto, pero no. La ideología de superioridad genera otras como las ideologías de la racialización. Se desprecia al otro por su condición social, educativa, color de piel, belleza (Kogan, 2012). Estas formas de pensar no solo son de Maki, sino que responden a prácticas histórico-socioculturales insertas en los grupos sociales peruanos socialmente bien posicionados y que se difunden entre otros que luego sienten que alcanzaron el poder de menospreciar al Otro o imponer su propia lectura de la realidad. Miró Quesada a los días renunció a su labor de columnista. Quizá a Valenzuela le era imposible despedirla o sancionarla o censurarla porque era parte de la familia dueña del medio, Miró Quesada. La columnista trató de hacer un descargo, pero el diario prefirió silenciarla para no generar más polémica. En su carta renuncia al periódico. No obstante, no se disculpa por su forma de tratar a las personas ni por la ideología que asume. Está preocupada por el diario de la familia, como se ve en (140). Se preocupa, al igual que Cecilia Valenzuela por los colegas, pero no por la población, como se evidencia en (141).

(138) "Ha sido un gran honor ser invitada a escribir en el Diario de su dirección, culminando así 22 años de columnista para el Grupo El Comercio. La ola de protestas que desató mi última columna me haría imposible continuar. Y pide disculpas solo al diario minimizando el impacto que causó: (139) "Soy la única responsable de las reacciones provocadas. Asumo y lamento profundamente las reacciones, ya que la intención de la columna nunca fue la de ofender ni herir las sensibilidades de nadie, sino poner una nota ligera en medio de la incertidumbre que ha sumido nuestro mundo". (140) "Quiero aprovechar esta ocasión para agradecer la confianza depositada en mí, lamentando mucho que a causa de ella Perú21 y su digna dirección hayan sufrido maltrato". (141) "Deseo reiterar a toda la planta de Perú21 mi gratitud y mi respeto por la labor que contra viento y marea, en estos tiempos de prueba, realizan a diario".

Según Vásquez (2020), a Miró Quesada se le censuró su versión de los hechos, su réplica expresada en su renuncia y sus disculpas públicas, a pesar de que es accionista del diario. Comenta que Cecilia Valenzuela expresó que "el asunto ya había escalado hasta el directorio del Grupo El Comercio", lo que a él le parece privación de su libertad de expresión. Y, en contraste con lo que ha hecho todo el consorcio, piensa que no es insignificante lo que hizo Maki: "lo que ha hecho Maki Miró Quesada con su columna fallida no es nada en comparación con lo que se ha convertido Perú21 y El Comercio, diarios al servicio de la desinformación del poder de turno, y ávidos de la mermelada estatal de la publicidad. ¡Y encima tienen el desparpajo de pedir rescate financiero!". Para Vásquez, el periódico ha dañado más al país desinformando y entrando en prácticas indebidas del periodismo, y denuncia que en plena cuarentena los medios de este conglomerado mediático solicitan al Estado que los respalde económicamente. Si bien su crítica al consorcio es válida, libera a Maki de las consecuencias causadas. De acuerdo con él, solo se trató de un caso al que prestaron atención los usuarios de las redes sociales a los que llama "metiches" y la gente pudiente que les gusta tratar el tema: "Maki Miró Quesada escribió la ya tristemente célebre columna que causó la comidilla de la gente "bien" de Lima y de aquellos metiches que pululan en las redes sociales". Para Vásquez, no es un tema de preocupación para los académicos, el Estado, y la sociedad en sí misma. Normaliza este tipo de discurso, en tanto su cercanía y familiaridad. En general, los integrantes de un grupo social tienden a solidarizarse entre ellos; generalmente, para protegerse, incluso cuando dentro de un mismo grupo alguien no los cubre. Cabe señalar que el discurso de Maki es un discurso presente en la sociedad limeña. De acuerdo con Lovón, en una entrevista realizada por el diario Wapa: "Lo que ella ha mostrado es una idea compartida con otros ciudadanos, los cuales piensan que hay ‘otros’ que están para que les trabajen las cosas, para que hagan los quehaceres, para que sean maltratados". Y añade que "Hay gente que piensa así. Ella ha aprendido este patrón y uno no se da cuenta porque lo ha naturalizado" (Rojas, 2020, párr.3).

4.2. El discurso contra los policías en pandemia

Primero se presenta el escrito de Carlos Wiesse Asenjo y luego se procede al análisis del caso:

Discurso de Carlos Wiesse Aserjo (1) ¡Qué chucha me vas a cuidar tú!, (2) cholo de mierda, (3) yo me cuido solo, mierda, eres una mierda. (4) Yo me cuido solo, yo, yo, ¡yo!, ¡yo!.... (5) Tú no tienes plata (6) para estudiar en la universidad (7) ni nada. (8) Por eso, eres policía. (9) Ahora pues. (10) Ahora cuídame, mierda. (11) Policía, haz tu trabajo. (12) No sé por qué te aplauden a las siete de la noche, huevón. (13) Si es tu trabajo, no entiendo. (14) Que me aplaudan, a mí carajo. (15) Estamos cagados. (16) Y viene un cholo (17) y pasa por ahí y le aplauden… (18) policía, militares y todos, (19) es su trabajo. (20) No hay una... (21) El Vizcarra no tiene una, un plan estratégico para combatir. (22) Estamos cagados. (23) No pudieron estudiar en una universidad, (24) ya pues mierda anda. (25) Policía, yo soy Carlos Wiesse. (26) Yo soy Carlos Wiesse. (27) Si es tu trabajo huevón. (28) Cholos, son bien feítos. (29) Empresarios como yo (30) que bajen sus sueldos, (31) ahí los quiero ver. (32) Aplauda

4.2.1. Uso de estrategias lingüísticas

En el discurso de Carlos Wiesse, los policías y los militares son despreciados. Él llama a los policías "cholos", tres veces (línea 2, línea 14, línea 32) de forma hiriente. Carlos Wiesse los degrada a través de la estrategia del insulto: los llama "cholo de mierda" (línea 2), "eres una mierda" (línea 3). Opera la estrategia de la basurización simbólica. Trata de evacuarlos e inferiorizarlos a la condición más abyecta de la sociedad. Reniega de que alguien de esa condición pueda cuidarlo, y velar por la ciudad. Les increpa que no serían capaces de protegerlo. Para ello, usa la estrategia de la reprimenda con la expresión exhortativa coloquial "¡Qué chucha!" en "¡Qué chucha me vas a cuidar tú!" (línea 1). Carlos Wiesse tutea a los agentes policiales. Los pone a un nivel en que la jerarquía de la autoridad se ve superada por la jerarquía social (línea 1, línea 5, línea 8). Wiesse, como otros peruanos, considera que un policía peruano no puede protegerlo porque se siente autosuficiente para eso: "yo me cuido solo" (línea 3). En su discurso, el Yo se opone constantemente al Otro inferior. Repite el Yo como siete veces (línea 3, línea 4, línea 23, línea 24). Socialmente, cree que quien puede tener más, por las cuestiones económicas privilegiadas, no requiere el favor del sistema público, pues lo considera ineficiente.

Para Wiesse, un policía carece de una posición económica prestigiosa. Él como abogado y empresario se siente superior. Les enrostra que no tienen dinero (línea 5). Para ello, emplea la estrategia de la negación, con el fin de marcar esa carencia. Sobre la base de la ideología de la superioridad, considera que unos sujetos están por encima de otros, y que aquellos que poseen un buen estatus económico, es decir alguien con un buen apellido, un departamento en una zona residencial, como San Isidro, donde vive, un buen trabajo, son mejor apreciados. Él se representa en el discurso como empresario (línea 29), incluso invoca a los empresarios como él en plural, es decir, sugiere que no es el único que actúa y piensa de esa manera, y los que no, bajo la metáfora del caos, se van a arrepentir, pues una vez que la economía se contraiga y los sueldos disminuyan (línea 30), no se sentirán contentos de aplaudirles a los agentes policiales (línea 31), por su supuesta buena labor. Dicho de otro modo, una vez que los empresarios estén económicamente en la misma escala que los policías sentirán incomodidad y renegarán de haber perdido la superioridad. Para Wiesse, los empresarios aplauden porque ven a los policías como personas que necesitan esa retroalimentación, pero al mismo tiempo hay un recelo porque se ven como intrusos para el espacio socioeconómico empresarial. Si el gobierno les pide que cuiden la calle, entonces deben realizarlo. Y si los empresarios son los que pagan y tributan, entonces tienen el poder sobre ellos. Se aplaude la labor policial, mientras no inviertan los roles sociales y económicos.

Asimismo, infravalora la formación de los policías. Ser policía es cualquier cosa, en cambio ser como él es mejor. Él considera que hay que tener estudios universitarios (línea 6, línea 23) para ser un sujeto aceptado por la sociedad. Les niega que tengan una formación educativa de valor a través de la negación "ni nada" (línea 7). Entrecruza los significados étnicos con los educativos. Un "cholo" peruano no estudia o no tiene los estudios prestigiosos que él posee. Con la estrategia del conector de consecuencia, concluye que una persona sin estudios es un policía: "Por eso, eres policía" (línea 8). En el Perú, un modelo de ascenso social es llegar a ser parte de la Policía. Muchos jóvenes después de terminar la escuela aspiran con ser policías por vocación o interés. Entre sus metas dado el acceso limitado a determinados trabajos formales quieren o buscan ingresar a esta carrera de seguridad. Sin embargo, desde la ideología de la superioridad, se infravalora esta profesión porque se cree que solo los "cholos" son los que la persiguen. Carlos Wiesse, entonces, en su sarcasmo los enfrenta. Construye su imagen de valiente con la expresión retórica de reproche "ahora pues" (línea 9) para ver si ellos realmente pueden cuidarlo (línea 10). En este mismo contexto, los mierdea. Vuelve a expectorarlos (línea 10). En su rechazo, inclusive usa la famosa expresión retórica "ya pues" al lado del insulto "mierda" (línea 23). Para el ciudadano sanisidrino, los policías y los militares son unos cholos "de mierda".

Para Wiesse, resulta extraño que en cuarentena se reconozca la labor loable que tienen los policías. Les niega el mérito. Para ello, usa las estrategias de la negación y la pregunta retórica, y cierra el enunciado con un insulto: "No sé por qué te aplauden a las siete de la noche, huevón" (línea 12). Él no reconoce que los policías están arriesgando sus vidas en las calles. Por ejemplo, para el 12 de abril del 2020 se supo que centenares de policías estuvieron infectados con la COVID-19 y unos ya habían muerto a causa del virus. Los policías estaban muy expuestos en la calle en cumplimiento de su rol de cuidado, con el esfuerzo que implica su ejercicio en un estado de emergencia, pero Wiesse no les otorga valor. No lo entiende. Así, frente al público, genera un enunciado condicional: "Si es tu trabajo, no entiendo" (línea 13). En su lógica, no cabe que los policías sean reconocidos, para él, el que debe recibir los aplausos es la persona que está confinada, sobre todo en un departamento en una zona como San Isidro: Que me aplaudan a mí, carajo (línea 14). Remarca su reclamo con la expresión de lisura "carajo". En general, va construyendo un discurso de decepción y evacuación: "estamos cagados" (línea 15). Para el empresario, un cholo que recorre las calles de San Isidro no es bienvenido (línea 16, línea 17). En este contexto, discute con sus vecinos. Hace ver que ellos están equivocados. Que como también pertenecen a un estatus socioeconómico alto, no debieran aplaudir a la Policía ni a otros agentes del orden (línea 18). La evacuación (línea 22) la vuelve a bosquejar cuando señala que el expresidente Vizcarra no cuenta con un plan que asegure luchar contra la COVID-19 (línea 21). Desde su posición, llama al presidente "el Vizcarra" (línea 21). El respeto por la jerarquía hacia la autoridad otra vez se diluye por la jerarquía social. Despectivamente, nombra al presidente. No le dice "señor presidente" por ejemplo, ni "el presidente", con distancia. No lo aprecia. El uso del artículo antepuesto al nombre evidencia su rechazo. Esto puede asociarse con lo que Nugent (1992) sostiene, que, en la sociedad peruana, se percibe que hay peruanos +1 y peruanos -1. Sobre el caso, los segundos pueden ser vistos como ciudadanos de segunda clase.

Para el empresario, importa mucho su apellido, su procedencia, su estatus. En su discurso, repite dos veces sus nombres completos (línea 25, línea 26). De este modo, rivaliza con la Policía. Yo soy Carlos Wiesse vs. usted Otro, o Tú Otro. El policía es un ser simple, sin nombre. Los huevonea. Llama al policía "huevón" (línea 27). Para empoderar su discurso, recurre fácilmente a la agresión verbal. La mascunilidad peruana se construye con el uso de expresiones soeces y el de la pituquería busca emplear el discurso de la cholificación. Él tiene que estar seguro de su posición, saber que está posicionado, para decir todas esas cosas a una institución del Estado.

Para Wiesse, asimismo, importa la belleza. Un policía tendría que tener rasgos estéticos aceptables por la élite social. Él les dice: "Cholos, son bien feítos" (línea 28). Proyecta su imagen por encima de la de ellos. Se siente bello y aceptado. Se siente que su estética cumple con los estándares de la belleza, la atracción y el porte. La élite social suele normar la vestimenta, pero también el rostro y el cuerpo. Si fueran "bonitos", según el estándar occidental, los policías no serían tan rechazables, piensa el empresario. Es interesante ver que en este caso la estrategia del diminutivo se usa para para infravalorar su apariencia e identidad. Lo racial y lo educativo se mezclan con conceptos de la buena estética o de los rasgos físicos prestigiosos. Como se ve, la pituquería suele tener como tema de agenda el discurso de la belleza. Carlos Wiesse minimiza la labor de los agentes policiales aun cuando ellos intentaron no hacer caso a sus insultos (Espinoza, 2020).

4.2.2. La crítica del público en redes sociales

Carlos Wiesse causó decepción en la población peruana. Un policía indignado por su discurso escribió en su Facebook que él y sus colegas son "agraciados", quizá por buen porte o buena presencia, y buscan superarse y estudiar, además que casi todos estudian en las universidades, y ello lo desconoce Wiesse, como se ve en (33). En el Perú, los policías para ascender de escalafón o trabajar en zonas urbanas persiguen estudios universitarios. Desde que ingresan a la Escuela saben que al final deben llevar una carrera universitaria, generalmente Derecho o Educación. Su rechazo, pues, generó que los ciudadanos lo calificaran de racista, incluso los que se identificaban como sus vecinos, y pedían que lo arrestaran, como se ve en (34). Otros llevaban sus reacciones a que se podía infectar de COVID-19 y que su "belleza" y "dinero" no le iban a servir, como se sostiene en (35). Para los ciudadanos de las redes, el virus ataca a cualquier persona, independientemente de su condición social, como se indica en (36). Los usuarios cuestionaban su actitud, incluso más aún si se trataba de una persona que trabaja para una institución "de prestigio", tanto que lo percibieron como nocivo para la sociedad más que el COVID-19, como lo indica (37). Para los usuarios, una persona con un título universitario no lo posiciona como persona educada, como Wiesse busca representarse; en cambio, para los cibernautas, como señalan, no se requiere de un título para serlo, como se da en (38). Para el público, era evidente que la ideología de la superioridad está alimentada por su rango social, por lo que no podría ponerse en el lugar del policía, quien da su vida por otros, como se sostiene en (39). Para la gente, si Wiesse trata de esa manera a una autoridad del Estado, entonces lo mismo haría con los civiles o personas comunes, como se aclara en (40).

(33) "Todos los efectivos policiales somos personas agraciadas y con muchos deseos de superación y la gran mayoría estudia en muchas universidades de prestigio del país, lástima y pena da esta persona si se puede llamar persona que no tiene el conocimiento suficiente de lo que habla" (Malca, 2020).

(34) "Este es Carlos Wiesse Asenjo, poblador de San Isidro, ajj si es vecino mío por desgracia. Este racista, imbécil y estúpido, dícese ser un profesional de las Ciencias Económicas y Bancarias, pero la verdad que es un tipo triste, de baja autoestima y racista. Ojalá la policía lo detenga alguna vez" (Full Huánuco Noticias, 2020).

(35) "Ke no le vaya a dar el covid-19, porke hay su belleza y su dinero no cuenta. Dios lo bendiga y deseo ke no tarde" (Atoche, 2020).

(36) "Ruegue qué no le llegue la enfermedad porque ese día ni con todo el dinero que tiene se va a curar, ahí recién se dará cuenta que la enfermedad no mide ni raza ni condición social ni ricos pobrecito deben de darle ayuda psicológica debe estar mal por el comportamiento que manifiesta" (Hernández, 2020).

(37) "No quiero ni pensar que este tipo trabaja en una institución de prestigio y como tratará a sus usuarios o a las personas que trabajan con el. De verdad con tan solo escucharlo me aterra saber que este ser humano pueda convivir con gente buena a su alrededor. Siento lo que voy a decir y me disculpo, pero este señor es peor que este virus que estamos viviendo" (sic) (Villavicencio, 2020).

(38) "Queda bastante claro, que el que tiene un título universitario, no es especialmente educado. Una persona sin título puede ser más educado" (Hormaza, 2020).

(39) "Cómo él hay montones que se creen superiores a todos por vivir en distritos exclusivos y tener un trabajo, muy cierto la educación viene de casa eso habla de la familia Wiese Asenjo, Dios lo perdone, Quiero ver haber si tiene la valentía y amor a su país como lo tienen los policías y militares que arriesgan sus vidas en estos momentos por todos los Peruanos" (Roman, 2020).

(40) "Ésta es la clase de personas que se encuentran trabajando arriba en los puestos grandes de Directorios [...] imagínense si maltrata así a un policía cómo nos verá al resto de la población" (Layme, 2020).

Para un usuario de las redes sociales, la COVID-19 afecta a todos las personas sin importar el rango social. El virus ha hecho que ricos y pobres se encuentren en sus casas, como se indica en (41):

(41) "Creo en esta sociedad no hay razón para este tipo de actos, El coronavirus está aclarando las cosas de que todos somos iguales, sea color, sea idioma, sea riqueza, sea grado de instrucción, sea tamaño o en otros casos a todos nos infecta por igual y se tienes que morir también será, pero no depende de los anteriores mencionados, entonces es claro que hay gente acomplejada que está de más en esta sociedad" (Yucra, 2020).

La clase social, según el usuario, no mata, en contraste con el coronavirus. Sin embargo, socialmente, sí. La racialización y la discriminación son formas de expectorar y eliminar al Otro inferior, de crear barreras para su desarrollo humano pleno. Ha sido la base para generar genocidios en el mundo. En el Perú, por ejemplo, las esterilizaciones forzadas fueron aplicadas a los ciudadanos andinos y no a otros. Se intentó disminuir la tasa de natalidad de este grupo, que es infravalorado desde el poder.

4.2.3. La crítica en la televisión

La prensa también criticó el discurso asimétrico de Wiesse. La periodista Oxenford (2020) señaló que los títulos universitarios o las universidades no hacen a la persona, como se indica en (42). Ella criticó que tratara de "cholos" a los policías. Para ella, no era el uso de "cholo" con cariño que se hace en la sociedad peruana para tratar a alguien de amigo; en este caso, se trataba de una expresión peyorativa, como se ve en (43). Para la periodista, es meritorio que los policías recibieran los aplausos, porque exponen sus vidas; contradecía a Wiesse de que para él no era necesario, como se indica en (44). Ella enfatizaba que quedarse en casa no puede compararse con la labor que realizan el personal de salud y las fuerzas del orden, como se manifiesta en (45). Evidenciaba que era injusto el trato del señor Wiesse.

(42) "La gente podrá tener muchos títulos, mucha experiencia, doctorados, maestrías, vivir en las zonas más residenciales del distrito de San Isidro, por ejemplo, pero a la hora de la hora, muestran realmente que no están hechos de eso que creen que los conforman como persona".

(43) "Qué repudiable, ni siquiera es este el uso de la palabra ‘cholo’ con cariño, porque finalmente todos somos cholos, porque el que no tiene de inga, tiene de mandinga, ¡no!; se refiere a los cholos de manera despectiva".

(44) "Los aplausos son un respaldo a la labor difícil que realizan, porque para todos es complicado quedarse en casa, pero mucho más difícil es salir y tener que estar trabajando".

(45) "si para los policías es complicado, si para los militares es complicado, imagínense ustedes también para los médicos, para los enfermeros, pero si salimos, no hacemos ni la décima parte de lo que hacen la fuerza del orden".

Asimismo, la conductora de televisión Magaly Medina (2020) fue quien presentó en su programa la foto de Carlos Wiesse. A través de ella, fue identificado. Ella, incluso, dio a conocer que tiene varias denuncias en su haber, por ejemplo, la de agresión a una señorita. Según ella, recibió la información de los vecinos, pues están cansados de su comportamiento "racista", como se indica en (46). Para Medina (2020), es imposible la convivencia con una persona que actúa de esa manera, más aún, en esta época de crisis sanitaria, como se manifiesta en (47).

(46) "Los vecinos ya están cansados de él porque siempre se cree de una raza superior a los demás por lo que los vecinos del edificio lo están grabando para que las autoridades pongan orden" (Identifican a vecino de San Isidro, 2020).

(47) "Cómo pueden convivir con alguien así, que se cree superior a todas las razas, que tiene que estar fastidiando a los vecinos, y en esta época de colaboración y de solidaridad, este señor se dedica a insultar a los efectivos que están cuidando nuestra calles".

4.2.4. La respuesta de ASBANC, la ley peruana y el empresario

Asimismo, si bien Wiesse construía un discurso que lo posicionaba como una persona importante, fue relativamente desconocido como tal. La Asociación de Bancos del Perú (ASBANC), gremio que agrupa a los bancos y a las instituciones financieras privadas del Perú con el fin de promover el fortalecimiento del sistema financiero privado, aclaró que Carlos Wiesse no es un trabajador de la institución, como se sostiene en (48). Este gremio, más bien, apoyó la labor de la Policía peruana. Dio a conocer que no respalda las ofensas de Wiesse. Por el contrario, reconoció la labor de los efectivos en tiempo de cuarentena, como se indica en (49). El discurso de Wiesse causó malestar en el centro laboral que él declaraba formar parte, como se ve en (50), y ya no lo es. De esta manera, censuraba su forma de pensar.

(48) "El señor Carlos Wiesse Asenjo no forma parte del personal de ASBANC. Hasta diciembre 2019 se desempeñó como colaborador de una de nuestras entidades bancarias asociadas por lo que tuvo participación en actividades gremiales".

(49) "ASBANC mantiene una sólida relación de más de 30 años con la PNP, por lo que rechazamos cualquier tipo de ofensa a sus oficiales y suboficiales. Reiteramos nuestro agradecimiento a la Policía Nacional del Perú (PNP) y a todos los trabajadores que sin desmayo prestan servicios básicos en beneficio de nuestra sociedad".

(50) "luego de difundida esta información, la Asociación de Bancos del Perú (Asbanc) aclaró que este ciudadano fue colaborador en una de las entidades bancarias asociadas hasta diciembre del 2019" (Paucar, 2020).

Wiesse en su hoja de vida declaraba ser abogado. La Junta Directiva del Colegio de Abogados de Lima (CAL) anunció que la Dirección de Ética evaluó su caso y a través de un comunicado condenó las "expresiones racistas y peyorativas" que tuvo Wiesse (Paucar, 2020). Según el diario Expreso ("Colegio de Abogados de Lima le abre proceso a Carlos Wiesse", 2020): "Por haber insultado y discriminado a sacrificados policías que nos cuidan durante la emergencia por el Coronavirus, Carlos Wiesse Asenjo ya no podría ejercer la profesión de Derecho".

Los policías intentaron detenerlo el día del agravio. Él se negó a abrir la puerta ("Coronavirus en San Isidro: hombre lanza insultos racistas a policías", 2020). Aparentemente, y según informó la prensa, habría estado bajo estado de ebriedad. Aun así, el Ministerio del Interior (Mininter) peruano procedió a denunciarlo. En un comunicado difundido en Twitter, esta institución deploró los actos discriminatorios y racistas de Carlos Wiesse contra los efectivos policiales que hacían cumplir el aislamiento social obligatorio en el distrito de San Isidro. A través de su Procuraduría, el Mininter inició acciones legales por violencia y resistencia a la autoridad agravada, actos de discriminación y delito contra la tranquilidad pública contra Wiesse. Al mismo tiempo, la Superintendencia Nacional de Control de Servicios de Seguridad, Armas, Municiones y Explosivos de Uso Civil (Sucamec) suspendió su licencia para portar armas de fuego y procedió a iniciar el internamiento preventivo de su arma, pues a través de los medios de comunicación, en el programa de espectáculos de la periodista Magaly Medina, se dio a conocer que porta una pistola. Así, para Sucamec, tendría que pasar otra evaluación psicológica si quisiera seguir usándola ("Mininter denunciará por tres delitos a sujeto", 2020). De acuerdo con el general de la Policía Máximo Ramírez: "Las expresiones son bien agraviantes, denotan una persona desquiciada. Estas personas dañan a la Policía y a las Fuerzas Armadas. Los trata de ‘cholos’. Es aberrante" ("Hasta 12 años por violencia a la autoridad", 2020). En el Perú, la pena por discriminar es de un mínimo de dos años de prisión.

En una carta enviada por Wiesse a RPP Noticias (Carlos Wiesse a Policías y ciudadanía, 2020), y dirigida a la PNP y los ciudadanos peruanos, señaló estar avergonzado por sus frases que catalogó de incoherentes y las atribuyó literalmente al excesivo alcohol y el estrés que presenta por la pandemia. Indicó que todos los peruanos son iguales y minimizó su accionar al estado supuesto en el que se encontraba, como se manifiesta en (51). Además, expresó su aprecio por las instituciones de las Fuerzas Armadas, como se indica en (52). Wiesse intenta, con sus disculpas, evadir las consecuencias de sus actos, pues le implicó no solo la censura social y laboral, sino también el inicio de una acción legal.

(51) "Luego de este exceso que me causa profunda vergüenza, en pleno uso de mis facultades y en plena conciencia expreso que todos los peruanos somos iguales y que nunca deben darse vergonzosas situaciones como las que dije en estado de ebriedad, situación que he decidido encarar con ayuda profesional".

(52) "la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas son entidades tutelares de la Patria y vienen realizando una labor loable para protegernos de esta pandemia e incluso poniendo en riesgo sus vidas".

En el Perú, los policías suelen ser maltratados y racializados discursivamente. Hay un sector de la población que se siente racialmente distante. En el 2019, los jóvenes peruanos Diego Paolo Alcalá Bozzeta, de 22 años; Renato Arangoitia Zagazeta, de 19 años; Valeria Lucía Alcalá Bozzeta, de 18 años y Giordana Franceska Lostaunau Tragodara, de 22 años fueron detenidos por la Policía, porque ellos iban conduciendo un auto a excesiva velocidad y se encontraban en aparente estado de ebriedad, cerca de la playa La Punta, y al frente de la Comisaría del mismo lugar. Diego Alcalá resultó ser el chofer y dio positivo en el dosaje etílico con 1.05 g/l de alcohol en la sangre (Fiscalía abrió investigación contra jóvenes, 2019). Sin embargo, en vez de reconocer su irresponsabilidad, una de las jovencitas del grupo agredió con insultos racistas y clasistas a los agentes de la Policía en los exteriores de la comisaría. Giordana Franceska Lostaunau se identificó como abogada, como se presenta en (53), y soltó los siguientes insultos, como se ve en (54).

(53) "Qué va a pasar con… (…) soy abogada que ch… dices (…)" (Perú21, 2019).

(54) "¡Qué chucha me vas a denunciar tú!, ¡qué chucha me vas a denunciar tú!, ¡qué chucha me vas a denunciar tú! ¡Qué chucha me vas a denunciar tú (con énfasis)! Oe, tú no sabes huevón, tú no sabes quién soy. Tú no sabes quién soy. Cholo de mierda. Cholo de mierda. Qué chucha me va a decir tú, tú no sabes quién soy yo, huevón, ah" (Confidencial Noticias Huancavelica, 2019).

La otra intervenida intentó huir de la comisaría y cuando fue retenida también insultó a quien la grababa:

(55) "Misio de m..., negro tenías que ser, asqueroso" (Perú21, 2019).

En la intervención, también respondieron agresivamente. Como se ve, es una práctica racial común de sujetos que se posicionan como superiores frente a la autoridad interviniente. La Segunda Fiscalía Provincial Penal Corporativa del Callao les abrió una investigación por el presunto delito de violencia y resistencia a la autoridad en agravio de tres policías (Fiscalía abrió investigación contra jóvenes, 2019). No obstante, fueron liberados y quedaron bajo comparecencia restringida. De acuerdo con el representante de Defensa Legal de la PNP, el general Máximo Ramírez, las penas en el país no son tan drásticas actualmente. Ello ha ocasionado que se "rompa el principio de autoridad", es decir, que no los respeten. Para Ramírez, las sanciones y las penas han cambiado, desde "el 2016, cuando en un acuerdo plenario, los magistrados de entonces determinaron que si insultas o escupes a una autoridad, esto solo sería considerado una falta" (El Comercio, 2019). La prensa también desmintió que Lostaunau fuera abogada.

Ella había mentido. Apenas, había postulado a la carrera, pero no alcanzó vacante en la Universidad Federico Villarreal. Posicionarse frente al policía le costó crear una imagen de abogada para atemorizar y reducir al efectivo policial. Esta es una estrategia más del discurso de la superioridad en el Perú. Nombrar oficios más prestigiosos que la formación policial. Las discriminaciones quedan, entonces, como se ve, impunes. Para el psicólogo Twanama (2008, p. 1), "En el Perú choleamos y nos cholean, y con ello establecemos jerarquías, superioridades e inferioridades". Según Martínez (2016, p. 153), "Todo mundo tiene a quién cholear". Twanama (2008, p. 2) expone que "casi cualquiera puede cholear a algún otro, parecería ser que [...] el ‘cholo’ se crea en la interacción". De acuerdo con Bruce (2007, p. 58), los peruanos se comparan con sus interlocutores y consigo mismos para fijar posiciones jerárquicas en la negociación. Para Ardito (2015), por ejemplo, los policías en el Perú pueden llegar a racializar a las personas de tez negras. Los pueden tratar como delincuentes a pesar de tener un buen puesto laboral. En la escala jerárquica, el negro es infravalorado.

En el 2022, por ejemplo, un joven de 21 años, Stefano Luca Orlandini Regalado, vecino del distrito de Miraflores, otro de los barrios más residenciales en Lima, le increpó a un policía por intervenirlo al estar en la calle recibiendo bebidas de un delivery en horas de toque de queda por la pandemia de la COVID-19 y la propagación del omicrón. El joven humilló a la autoridad, como se ve en (56):

(56) "Te voy a dejar en la calle, ¿tú crees que eres lo mismo que yo?", "no tienes idea de quién es mi familia", "dame tu placa". (Perú21, 2022, párr.4).

La policía había acudido tras los reclamos de los vecinos por la bulla que aparentemente producía una reunión social en su domicilio, en horario de toque de queda que el gobierno había decretado. El joven se resistió y amenazó a uno de los efectivos, haciéndole ver que su familia es más poderosa que el policía, visto como un don nadie. Incluso, sin respeto, el joven le exigía mostrar la placa a la autoridad. Lo tuteaba como si fuera alguien inferior a él. Al final, el joven contuvo su comportamiento frente al pedido y exhortación de su padre, quien le exigió que se callara, quien sí reconoce que la policía es una autoridad. Reacciones como las de Orlandini muchas veces ocurren frente a la incontinencia de la inactividad policial y el desprestigio que han ido ganando en estos últimos años. Dado que algunos efectivos se ven involucrados en escándalos de corrupción, drogas, prostitución, extorsión, violación, violencia familiar, secuestro, los ciudadanos los desconocen como autoridad, les pierden respeto, no los consideran dignos del servicio. Incluso, se observa casos en que no cuidan sus unidades policiales, como autos y motocicletas; cuando estas se malogran, las dejan en abandono frente a las comisarías. También se critica que los comisarios no se encuentran siempre en las comisarías y que los oficiales no están en forma física. El joven por ejemplo al sentirse agredido acusa al policía de corrupto bajo la generalización de que todo el cuerpo policial lo es, como se ve en (57).

(57) "Eres corrupto como los p… policías de este país", "mira la sangre, esto es por tu culpa".

La reputación de la policía lamentablemente se desdibuja toda vez que hay miembros de la institución que desprestigian a otros. Dichas atribuciones negativas parecen no ser atribuidas exclusivamente a los policías, sino que forma parte de la tara social del país. En estos años, la delincuencia, la corrupción y tantos otros delitos y actos inmorales se han extendido sin licencia. Al parecer, bajo la sociedad global del desafío a las normas comunes del status quo.

Cabe señalar que, en el Perú, está extendido el discurso de la "cholificación", que explica que los "cholos" aspiran a ocupar espacios sociales nunca antes conquistados, desde un nivel de individualización a un proceso de masificación social, sobre todo a través del trabajo y la familia. Desde la ideología de la superioridad, los cholos son pocos educados, son poco valorados por sus trabajos y son asociados al concepto de raza inferior. Sin embargo, pese a esta discriminación, su incorporación es ascendente. Para La Cruz, (2010, p. 111), los cholos resumen el conjunto de cambios sociales, políticos, económicos y culturales que se han producido por la migración. Terminan ubicados en el imaginario social dentro del proceso de "cholificación" como el invasor de tierras, el fundador de asentamientos humanos, el sujeto popular, el informal, el emergente, el nuevo rico y el mestizo cultural. Según Mejía (2019, p. 270): "La cholificación era parte de un proceso de conquista de un espacio de formación de la ciudadanía, desarrollo de una comunidad nacional y expansión de una forma de individualización de la sociedad peruana". Para Quijano (1980), el proceso de cholificación refiere al proceso de autonomía política, la búsqueda de derechos sociales y el desarrollo de una identidad por parte de la población de origen andina que llegaba a asentarse en barrios precarios para finalmente integrarse a la ciudad. Este proceso ha sido impulsado incluso con fuerza en ciertos periodos. Por ejemplo, en el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, con Juan Velasco Alvarado de presidente, las poblaciones andinas del Perú fueron integradas al Ejército y ello constituyó un evento primordial que cuestionó el racismo y la discriminación contra ellos. Para Hurtado (2006, p. 72), "esta institución se ha convertido en una de las instituciones depositarias de lo cholo en el Perú, es decir, su oficialidad joven proviene en su mayoría de sectores populares de origen migrante que dos décadas atrás formaban parte de una minoría al interior de esta institución militar en relación a los sectores medios más tradicionales". Los militares del gobierno de Velasco resaltaron lo andino como un elemento de integración nacional. Así, el ejército elaboró un discurso inclusivo para con los sectores populares del país. Se trataba de una retórica nacionalista que cuestionaba el discurso discriminador de la antigua oligarquía peruana. Según Hurtado (2006, p. 72): "La cholificación del ejército implica una democratización en términos sociales que puede traducirse en mayor inclusión y tolerancia a las diferencias". Sin embargo, no todas las instituciones peruanas han aceptado lo "cholo". En algunas se basan en concepciones raciales para determinar quién se incorpora en su institución o quién debe ser socialmente aceptado. El mismo Hurtado (2006, p. 72) señala que: "al comparar la situación de esta institución con la Marina, en donde tal democratización aún es incipiente, vemos las brechas entre algunos peruanos basadas en clase y raza". Esta institución y otras como la Policía fueron espacios de integración social. Pero un sector de la población, herederos de la vieja oligarquía, los rechaza.

5. Conclusiones

Como se ha podido ver, los discursos tradicionales de clasismo y racialización en el Perú también aparecen en situaciones de emergencia, como lo es la pandemia del COVID-19. A través de estos, se manifiestan ideologías que los personas y grupos dominantes mantienen y reproducen en su grupo social, pero, que al mismo tiempo calan en la sociedad, y pese a ser rechazadas o repudiadas, terminan reforzando las barreras divisorias en la población. Si bien la élite social puede sostener esas formas de pensar, estas pueden ser asimiladas por otras personas que creen que se encuentran en una posición superior al Otro. Lo que hacen estos discursos es evidenciar prácticas sociales de racialización a Otros inferiores. Ese Otro puede ser una empleada doméstica, un policía o un militar, incluso un personal sanitario técnico. La profesión y múltiples servicios de primera necesidad están devaluados en la escala social del color y posición económica. A los sujetos inferiorizados se les suele asociar categorías de servil, mediocre, tonto o ineficiente, a través de las concepciones que tienen sobre lo étnico, las cuales finalmente conducen a crear un discurso sobre el asco (Silva-Santisteban, 2008). Desde arriba, se repudia al Otro. Al estar cosificados, pueden ser purgados. No se consideran siempre necesarios. Mientras hagan bien su trabajo, son apreciados como útiles, pero siempre vistos en una posición inferior a ellos, pues bajo su mentalidad pasa que no han sido educados, no han ido a las mismas escuelas que ellos, o sus centros de formación y sus títulos no tienen igual valor. Asimismo, el círculo social en el que se desarrollan no es igualmente estimado. Por último, no tienen un apellido de prestigio que ellos sí heredan y que socialmente es reconocido (Lovón, 2012).

En el discurso de Maki Miró Quesada hemos analizado las formas ideológicas de pensar a la empleada y las maneras en que receta el confinamiento para una élite de peruanos a los que parece dirigirse, y que finalmente tiene un impacto en lectores más diversos. Para Miró Quesada, la empleada, a pesar de que ha trabajado para ella por muchos años, sigue siendo un elemento ajeno y repudiable. La columnista se queja de que la trabajadora del hogar ha decidido no trabajar para ella en la cuarentena y, por ende, su mundo confinado se ha vuelto un caos. Al no estar presente ni en la casa ni en su columna, aprovecha para desahogar su ideología asimétrica, construyéndola como un sujeto inferior. Respecto de sus tips, recomienda un mundo banal ajeno a la realidad de muchos peruanos que se enfrentan a la COVID-19 en situaciones bastante más adversas como autoempleo, trabajos informales o desempleo. Su discurso, nuevamente, reproduce un imaginario de desigualdad. Hace sentir que en cuarentena hay que preocuparse por cosas triviales y al detallar su particular realidad, marca distancia del resto de peruanos que no están en su posición. Ellos no han tenido la educación, el apellido, la familia, el colegio, las relaciones sociales ni el marido extranjero que ella tiene. De haber tenido todo eso no estarían tan preocupados de infectarse, o incluso morir, ni tampoco de preservar sus empleos. Se preocuparían exclusivamente de cosas como escribir columnas o ingresar a las redes sociales y evitar pelearse con alguien. Serían más aceptados. Ella se autoconstruye como un personaje con una circunstancia singular, en la que debe hacerse frente al ‘monstruo’ de las tareas domésticas y a un jardín de dimensión exorbitante.

En el discurso de Carlos Wiesse, se ilustra de forma clara la ideología de la cholificación despectiva, que es comúnmente compartida por un importante grupo de la élite social peruana acomodada y a la que supuestamente pertenece. El Otro inferior es cholo; sea policía o militar, no importa, en el fondo, su oficio. La identidad del Otro se reduce a una única que es la significancia de su color de piel. Incluso, cree que el reconocimiento de la ciudadanía que hace sobre su labor al aplaudirles cada noche es inmerecida. Utiliza la basurización para arrebatarle el reconocimiento especial que su labor tiene en una circunstancia de emergencia nacional y de confinamiento. Lo destruye para dejarle únicamente su identidad chola. Para él, ellos están en la calle cumpliendo la labor de seguridad ciudadana, porque ellos no han estudiado, no han obtenido los grados académicos y tampoco tienen un apellido que los coloque en un mejor nivel en la escala social peruana como sí lo tiene él. La labor no es significativa, puesto que está fuertemente ligada a una categoría étnico-racial y de clase y, por eso, son vistos como repugnantes (Silva-Santisteban, 2008). De ser agentes del orden de tez blanca o miembros de la policía internacional, la reacción pudo haber sido otra. Se revela una ideología del desprecio. A pesar de que la pandemia de la COVID-19 es una emergencia sanitaria que no distingue razas, géneros, religiones, clases sociales, se produce a su alrededor discursos de segregación racial, en el que se asocia lo social con lo étnico y lo educativo, con el fin de legitimar su forma de pensar. Su posición económica, además, para él, lo legitima en su autopercepción de superioridad frente al Otro. En plena cuarentena, vivir en un barrio residencial o trabajar para un prestigioso banco, otorga una sensación de supuesta autoridad para discriminar.

Estas conductas, si bien fueron rechazadas en su momento por diversos usuarios de redes sociales y líderes de opinión en medios de comunicación, no dejan de tener un efecto divisorio y segregacionista, que profundiza y arrastra problemas sociales propios de las sociedades poscoloniales. Más aún, si son compartidas y transmitidas discursivamente por parte de la sociedad, sin reparos. La discriminación y el racismo son problemas estructurales que deben abordarse desde el ámbito académico y aprovechar ese espacio, sobre todo el de las escuelas, en las que es importante la formación ciudadana, para deconstruir discursos y actitudes de superioridad. En los dos estudios de caso expuestos se ve que más que individuos racistas, lo que se presenta son discursos y prácticas racistas latentes en la ciudadanía considerada como más privilegiada. Al respecto, el Perú puede construir su post-Bicentenario hacia actos y prácticas discursivas de igualdad, equidad y respeto social ante la diversidad, las condiciones de género y los tipos de trabajo, tanto de sectores ubicados arriba como de aquellos localizados desde abajo, que también construyen prácticas discriminatorias contra sus vecinos y connacionales, que pueden presentar posiciones sociales diferentes.

Agradecimientos

Los autores agradecen los alcances brindados por la lingüista Carolina Arrunátegui en su evaluación al manuscrito.

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Financiamiento: La presente investigación forma parte del proyecto «Ideologías lingüísticas y decolonialidad sobre las lenguas originarias y las lenguas extranjeras en el Perú» del grupo de investigación Lenguas y Filosofías del Perú, de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (E22031321), financiado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos - RR N.° 005557-2022-R/UNMSM.

Recibido: 15 de Noviembre de 2021; Aprobado: 28 de Marzo de 2022

Contribución del autor: Marco Lovón y Mercedes Palomino han participado en la concepción y diseño del artículo; Marco Lovón en la recolección de datos; Marco Lovón y Mercedes Palomino en el análisis e interpretación de datos; Marco Lovón y Mercedes Palomino en la redacción del artículo; Mercedes Palomino en la revisión crítica del artículo. Los autores dan aprobación a la versión que se publica en la revista.

Conflicto de intereses: Los autores no presentan conflicto de intereses.

Trayectoria académica de la autora:

Marco Antonio Lovón Cueva, Lingüista y politólogo. Es doctor y magíster en Lingüística por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Es licenciado en Lingüística por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Y bachiller en Lingüística y Ciencia Política por la misma universidad. Sus intereses investigativos se centran en las áreas de la Sociolingüística y en temas de Relaciones Internacionales y Diplomacia. Marco Lovón es docente en la UNMSM, la PUCP y la Fundación de la Academia Diplomática del Perú (ADP). Forma parte del grupo de investigación Lenguas y Filosofías del Perú (LFP).

María Mercedes Palomino Gonzales, Periodista y docente universitaria. Es máster en Guion de Cine y TV por la Universidad Carlos III de Madrid y egresada de la Maestría en Comunicaciones por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Sus intereses investigativos se centran en el periodismo, los medios de comunicación y la cultura alimentaria. Actualmente, es catedrática de la Universidad de San Martín de Porres y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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