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Lengua y Sociedad

versión impresa ISSN 1729-9721versión On-line ISSN 2413-2659

Leng. Soc. vol.21 no.2 Lima jul./dic. 2022  Epub 05-Dic-2022

http://dx.doi.org/10.15381/lengsoc.v21i2.23625 

Artículos académicos

Registros orales del quechua y discriminación en el sur de los Andes

Spoken Registers of Quechua and Discrimination in the Southern Andes

Registros orais quéchua e discriminação no sul dos Andes

1 University of Massachusetts, Dartmouth, MA, EE.UU. mhuayhua@umassd.edu

2 University of Michigan, Ann Arbor, MI, EE.UU. mannheim@umich.edu

Resumen

El idioma quechua sur peruano no solo varía según la ubicación geográfica, sino también en función de los registros socialmente determinados que se asocian a los hablantes de diferentes posiciones sociales; los cuales se distinguen en la fonología, la sintaxis, la semántica léxica y la pragmática. Es especialmente notable la estructura fonética articulatoria. Los hablantes cuya primera y principal lengua es el quechua utilizan una apertura bucal estrecha, mientras que los hablantes cuya primera lengua es el castellano, quienes además hablan quechua, emplean una apertura bucal más amplia. Por tanto, la distinción entre una apertura bucal estrecha o amplia indica distintas posiciones sociales ("raza", profesión, clase social, género) y da lugar a una serie de índices que con cada iteración se incorporan a escalas sociales más amplias que nutren y, a su vez, son nutridas por estereotipos racistas de origen local, regional y nacional. Como afirma Eckert (2014, p. 23), los índices sociolingüísticos son "el resultado de la acumulación de la actividad indexadora a nivel local".

Palabras clave: quechua; raciolingüística; registros lingüísticos; indexicalidad; lingüística sociohistórica

Abstract

The Southern Quechua language, as spoken in the six southeastern departments of Peru varies not only geographically, but also by socially regimented registers associated with differently positioned speakers, distinguished by phonology, syntax, lexical semantics, and pragmatics. Articulatory phonetics is especially salient: Speakers whose first and primary language is Quechua use a narrow buccal aperture, while speakers for whom Spanish is the primary language but who also speak Quechua use a wider buccal aperture. The distinction between narrow and wide aperture indexes distinct social positionalities ("race," occupation, social class, gender), and gives rise to an indexical order, each iteration at larger social scales, which feeds and is fed by local, regional, and national racist stereotype. Here it is critical to keep in mind Eckert’s (2014, p. 23) observation that social indices are not "passively inherited" but "are the results of the accumulation of indexical activity at the local level."

Keywords: quechua; raciolinguistics; enregisterment; indexicality; sociohistorical linguistics

Resumo

A língua quíchua do sul do Peru varia não apenas de acordo com a localização geográfica, mas também de acordo com registros socialmente determinados, que estão associados a falantes de diferentes posições sociais e diferem em fonologia, sintaxe, semântica lexical e pragmática. A estrutura fonética articulatório é especialmente notável: falantes cuja primeira e principal língua é o quíchua usam uma abertura de boca estreita, enquanto falantes que têm o espanhol como primeira língua e também falam quíchua usam uma abertura de boca mais ampla. A distinção entre uma abertura de boca estreita ou larga indica diferentes posições sociais ("raça", profissão, classe social, gênero) e dá origem a uma série de índices que a cada iteração são incorporados a escalas sociais mais amplas que nutrem e por sua vez são alimentadas por estereótipos racistas de origem local, regional e nacional. Como afirma Eckert (2014: 23), os índices sociolinguísticos são "o resultado do acúmulo de atividade de indexação em nível local".

Palavras-chave: quéchua; raciolinguística; registro; indexicalidade; linguística sociohistórica

1. Introducción

El idioma quechua del sur del Perú, que actualmente se habla en los seis departamentos de la sierra sur peruana y también por los habitantes originarios de la sierra que se trasladaron a las grandes ciudades, presenta múltiples registros; los cuales permiten diferenciarlo en función de la clase social, la ocupación y el nivel educativo formal. Esta situación es una consecuencia del alcance que sostuvo el modelo de asentamiento colonial ibérico temprano, llevado a cabo mediante un sistema de latifundios en el que un número relativamente limitado de colonizadores del viejo mundo establecía su dominio sobre grandes poblaciones indígenas (Mannheim, 2018). En lugar de que el castellano se estableciera de facto como una lingua franca de uso cotidiano, surgió un registro élite del quechua con una fonología, sintaxis, semántica y pragmática regidas por el castellano, que era utilizado principalmente por los colonos europeos y sus sirvientes: terratenientes y administradores de propiedades rurales, sacerdotes, comerciantes de larga distancia y personalidades de la política; actualmente es usado por trabajadores de las ONG y traductores. Este registro élite que homologó las estructuras léxicas, morfológicas y fonológicas del quechua con la semántica y la pragmática del castellano ("Quechua general"] (Itier, 2000; Taylor, 1978, 2001), surgió con un registro del quechua específico para la religión (Durston, 2007); que se encuentra ampliamente representado en un corpus escrito limitado: obras religiosas (en las postrimerías del siglo xvi y a principios del siglo xvii) diseñadas para facilitar a los sacerdotes hispanófonos hacer proselitismo con hablantes de quechua, poemas dramáticos en el siglo xviii (Mannheim, 1991, pp.147-152) y una tradición continua de obras teatrales en el siglo xix (Itier, 2000, 2001) que proporcionaban entretenimiento a las élites y las arraigaban culturalmente al lugar como herederos de la tierra y de las tradiciones de los incas. Las élites hablaban quechua a sus sirvientes y peones, pero también entre ellos en la mesa familiar. Al mismo tiempo, el castellano se utilizaba para fines administrativos y legales.

El quechua de la élite mantiene la morfología y el léxico quechuas, ambos regidos por las categorías gramaticales y léxico-semánticas del idioma castellano, las cuales favorecen a las estructuras gramaticales en las que el quechua puede alinearse con la forma del castellano y que se traducen fácilmente a esta lengua; en cambio, evita (desfavorece) las estructuras que no pueden traducirse con facilidad. La fonología del registro élite incorpora las distinciones fonémicas del quechua a una configuración del tracto vocal del castellano. Este último es saliente en la actualidad a nivel sociolingüístico, especialmente, con relación a los sonidos eyectivos (en las regiones que tienen sonidos eyectivos característicos. Estos se pronuncian de forma distinta entre hablantes de comunidad que tienen el quechua como primera lengua que entre los hablantes del registro élite), y en los sistemas vocálicos (los hablantes que han crecido hablando el quechua como su primera o única lengua utilizan una configuración bucal más estrecha que los hablantes de la variante élite, con tres vocales distintas, más centralizadas, y procesos fonológicos distintos a los de la variedad élite, en la que el espacio coincide con el sistema del castellano, con cinco vocales diferenciadas) (Pasquale, 2001; Pérez et al., 2009). Los diferentes sistemas vocálicos se han convertido en un indicador social (shibboleth), que se debate con vehemencia y ocasionalmente de forma violenta. Debido a la fuerte tradición preceptiva del mundo hispanohablante, las formas escritas del quechua han suscitado especial atención. A continuación se presenta la afirmación realizada en un seminario web que tuvo lugar en el X Congreso Mundial del Idioma Quechua "Juan Velasco Alvarado", organizado por la Academia Regional del Idioma Quechua de Cajamarca [ARIQC] en Perú, del 9 al 14 de noviembre de 2020:

Inka qheswaqa qhelqakun pisqa (5) hanllallikunawan 1560, 1568 watamanta: leamos a los Frayles Domingo de Santo Tomás y Diego Gonzales Olgín (sic), en sus "Vocabularios del habla general del Perú", ambos escritos con las cinco (5) vocales y consonantes simples y compuestas, ya no se puede ocultar la realidad. (Díaz, 2020)

Según esta afirmación, existe un "quechua inca" específico (Inka Qheswaqa) que data de los años 1560 y 1568, y que es reconocible para toda persona a simple vista. Son particularmente conocidas las cinco vocales que pueden distinguirse en el sistema escrito. Los años son significativos debido al Lexicón y al Arte del sacerdote dominicano (y posteriormente obispo) Domingo de Santo Tomás, de 1560, y del anónimo Arte y vocabulario en la lengua general del Perú, elaborado para el Tercer Concilio Provincial de Lima, normalmente atribuido al impresor Antonio Ricardo. Por tanto, cabe preguntarse si existe realmente un "quechua inca" específico y, en ese caso, ¿quiénes son sus hablantes?

En el contexto del sur de los Andes, el "quechua inca" indica un espacio geográfico que en su día fue la capital del Estado inca: Cuzco (Perú). En este lugar, las élites provinciales aseguran hablar un quechua al que identifican con el habla de los gobernantes incas, y que escriben con las vocales del castellano. Esta afirmación es una forma muy conveniente de entablar relaciones de parentesco entre los hablantes de esta variedad y los incas; sin embargo, establece simbólicamente un límite entre el quechua de las élites provinciales y el de los andinos nativos contemporáneos, muchos de los cuales eran antiguamente los peones esclavizados en los latifundios (Méndez, 1996).

En otras palabras, a pesar de que el idioma quechua es hablado de manera cotidiana por los andinos nativos -quienes desde el punto de vista demográfico constituyen hoy en día el centro neurálgico de la lengua- aquellos que aseguran hablar el "quechua inca," los hablantes del "quechua élite" despojan a los andinos nativos de sus derechos y promueven su exclusión de la historia al eliminar sus vínculos con sus antepasados incas, al mismo tiempo que los oprimen en contextos de la vida cotidiana (Albó, 1973; Mannheim, 1998, 2018; Huayhua, 2010; Mamani, 2012). Las élites remiten a las gramáticas coloniales confeccionadas por Santo Tomás, el Tercer Concilio de Lima y González Holguín como sus fuentes de autoridad, pero omiten el propósito específico de estas obras, a saber, explicar las prácticas verbales del quechua de la forma más transparente posible para los futuros sacerdotes misioneros. Afirmar que el "quechua inca" (esto es, el quechua élite) era el idioma de los incas es una forma de arrebatar el control de su propia lengua a los andinos nativos cuya vida diaria la conducen en este idioma, al mismo tiempo que crea una suerte de nueva marca del "quechua inca" que se comercializa en el Norte Global.

2. Multilingüismo y cifras

Los defensores del "quechua inca" desatienden que, en la época de los incas, la región centro-sur de los Andes era en gran medida multilingüe (Cerrón-Palomino, 2018), una característica que no desapareció durante el régimen colonial español. Mientras que el núcleo del quechua fue homogeneizado lingüísticamente bajo el dominio colonial ibérico (Mannheim, 1991, p. 80-109; Durston, 2014); sin embargo entre las lenguas indígenas el multilingüismo permanece en los márgenes del sur y este de la zona de habla quechua. Si bien el idioma está incluido en los cuestionarios del censo en Perú

-esencialmente autoinformes- no se realizan estudios empíricos sistemáticos sobre la demografía lingüística, que incluyan un criterio fundamental, ¿qué idioma hablan los niños muy pequeños en diferentes entornos comunitarios? Por ejemplo, un modelo de referencia sería realizar biografías lingüísticas sistemáticas basadas en la etnografía de los habitantes de comunidades enteras, tanto rurales como urbanas. Las cifras que se brindan habitualmente acerca del número de hablantes de quechua o, en su caso, de otras lenguas indígenas, son normalmente estimaciones aproximadas y con frecuencia impregnadas de una sociología popular esencialista. Históricamente el multilingüismo se ha considerado como un desafío a superar y las lenguas indígenas como obstáculos para el desarrollo económico, en lugar de considerarlas como formas alternativas y valiosas de vivir en el mundo y cuidar de ellas. Así pues, se destaca la urgencia de repensar el "problema" del multilingüismo en los Andes (Babel, 2018; Zavala, 2019), no solo por razones éticas o políticas abstractas, sino también por motivos económicos.

En el denominado "mundo desarrollado," aproximadamente, el 75% del Producto Interior Bruto (PIB) se destina al consumo interno, y el resto a la exportación. En el Perú, en cambio, las cifras actuales son inversas: el 25% del PIB se dedica al consumo interno y el 75% a la exportación. La exclusión del 45% de la población de la vida política y económica del país condena a los peruanos a vivir en un mundo caracterizado por profundas desigualdades en términos sociales, económicos y políticos. En un momento en que la pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto la desigualdad imperante entre los peruanos, es más urgente que nunca reimaginar el Perú como un país multilingüe y plurinacional, que incorpora a los hablantes de lenguas indígenas en la vida económica y política del país (c.f.. Howard, 2011), sin imponer las condiciones normativas defendidas por los partidarios del "quechua inca" y otros hablantes del registro élite.

3. Variación del quechua

Considerando que se presentan dificultades para entender la demografía del multilingüismo peruano, se continúan citando las mismas estadísticas antiguas, sin haber llevado a cabo el trabajo empírico que constituye la base para una política lingüística más específica. Por ejemplo, hace algunos años se realizó un estudio sobre el desarrollo cognitivo de niños hablantes de quechua en una comunidad agropastoril situada a unas dos horas de Cuzco, en el Valle Sagrado (Mannheim, et al., 2011; Mannheim y Gelman, 2013). En el curso del estudio se recopiló biografías lingüísticas de los niños y sus cuidadores principales y, observándose que el 100% de ellos eran monolingües de quechua hasta que se encuentran expuestos al castellano en la escuela primaria. Por lo tanto, quienes tenían un acceso limitado a la educación primaria también presentaban una exposición limitada al castellano. En esta aldea específica, el quechua se reproduce de una forma completamente natural. Sin embargo, al mismo tiempo existen otras comunidades agropastoriles en donde las familias disuaden a los niños pequeños de usar el quechua y, de este modo, contribuyen a que el idioma desaparezca, prácticamente, de súbito. Aunque está más cerca del Cuzco urbano, la primera de estas comunidades tiene acceso a una variedad más amplia de recursos agrícolas que las comunidades antes aludidas -que se hallan geográficamente más lejanas- asimismo, sus habitantes están más estrechamente ligados a los mercados regionales y globales de subsistencia básica como productores y consumidores. Para entender las perspectivas a largo plazo de supervivencia del idioma y la cultura quechua, se debe comprender el espectro de respuesta comunitaria y las condiciones materiales en las que se apoya. Esto también significa que no se puede tratar el lenguaje como un sistema abstracto de conocimiento que poseen los individuos, sino que se debe observar las prácticas sociales que la constituyen.

4. La formación de registros lingüísticos

Una vez que se abandona "la burbuja" que es la ciudad de Cuzco y se atraviesa la línea imaginaria que delimita el espacio urbano -en donde se habla quechua y castellano- para ingresar al espacio rural que constituye parte de la municipalidad vecina de Santiago, se realiza una transición desde el multilingüismo urbano hacia un espacio social en el que los residentes solo hablan quechua entre sí. Las aldeas incorporadas a Santiago están pobladas por hablantes de quechua y son administradas por forasteros que a lo máximo hablan el quechua élite como segunda lengua, pero que se hallan más cómodos hablando castellano. Aquí es crítica la división entre los registros del quechua. El idioma quechua hablado por las personas que acuden a estos lugares a supervisar -como empleados del Estado o de instituciones no gubernamentales (las ONG)- es diferente al quechua hablado por las personas que viven en esas aldeas (Huayhua, 2016). Una vez más, se presenta el problema de tratar la lengua como un sistema de conocimiento abstracto. En el caso del quechua del sur de Perú, la mayor parte de la investigación lingüística se ha realizado "a través de la mesa", con hablantes bilingües regidos por el castellano y con descripciones "regionales" basadas, en el mejor de los casos, en un puñado de hablantes consultados; por ello, es urgente llevar adelante investigaciones con hablantes monolingües y sobre el uso del idioma.

Las diferencias en el patrón de sonido van acompañadas de diferencias registradas en la sintaxis, la semántica gramatical, el significado léxico y las rutinas de interacción. Por ejemplo, junto con un sistema de alineación nominativo-acusativo (en el que el agente de una acción es el sujeto gramatical, como en español), el quechua de comunidad tiene un sistema de alineación ergativa en cláusulas subordinadas (donde el agente de un verbo transitivo está marcado morfológicamente), y un sistema de alineación semántica (cuyo verbo determina qué o quién es agente). Ambos sistemas amplían en gran medida las opciones para expresar la agencia semántica. El quechua élite, por el contrario, tiene su rango de posibilidades de concordancia limitado a un sistema nominativo-acusativo al estilo español. El quechua de comunidad trata las frases posesivas como islas sintácticas, estrechamente vinculadas el objeto a su poseedor, con el objeto generalmente seguido inmediatamente después del poseedor; mientras que el quechua élite no los tratan como islas sintácticas. En el quechua de comunidad presentarse incluye la mención del lugar de donde uno es, casi siempre antes del prenombre o apellido. En el quechua de élite, en contraste, uno se presenta (como en español) solo por su prenombre o apellido. En el quechua de comunidad, la forma predeterminada de narrativa es conversacional, requiere aportes y al menos el asentimiento de otros participantes en el acto de discurso (Mannheim y Van Vleet, 1998); mientras que en el quechua de élite, es monológico. Expresiones como "Allin p’unchay" (Buenos días), "añay" (gracias) y "allin kawsay" (buena vida) son todas innovaciones en el quechua de élite, en contraste con "allillanchu / allillanmi" (¿Es bueno? / Es bueno), "urpi sunqu" (esencia de paloma, centrándose en la relación social) y "allin ñan" (buen camino, generalmente deseado para los recién casados), respectivamente. En suma, el quechua élite se encuentra alineado con las prácticas lingüísticas y sociales en español, fonológicamente, sintácticamente, léxicamente y pragmáticamente.

El quechua élite hablado por administradores, trabajadores de la salud, profesores de colegios y trabajadores de las ONG en las aldeas es claramente diferente al hablado por los residentes de las aldeas, una diferencia que puede observarse experimentalmente utilizando una prueba de "falsos emparejamientos" (match guise test) (Huayhua, 2010, 2019, pp. 427-433), como se ha expuesto anteriormente para la región en general. Estos registros son índices rígidos de la posición social de los hablantes; son rígidos en el sentido de que se proyectan en tipos de individuos socialmente identificables (de la manera expuesta por Gal e Irvine, 2019, p.124ss); y son índices que no solo vinculan la práctica lingüística con el hablante, sino que originan una jerarquía de estereotipos - índices de segundo orden (Silverstein, 2003) - cuyo estudio queda a disposición de antropólogos, lingüistas, caricaturistas, políticos y comediantes. Las interacciones cotidianas se basan en los índices de registro que sirven para posicionar socialmente a los interlocutores. Así, las discusiones sobre la diferenciación de los registros, incluso entre académicos, suelen basarse en estereotipos.

El eje más destacado del sistema de registros (y el que originó la discusión acerca del "quechua inca" con la que se realiza la introducción en este artículo) es la variabilidad en el uso del tracto vocal. Los hablantes cuya primera y principal lengua es el quechua usan una apertura bucal relativamente estrecha, mientras que los hablantes que tienen en el castellano como lengua principal pero que también hablan quechua usan una apertura bucal más amplia. En ambos idiomas el tracto vocal y la apertura bucal estrecha o amplia se desarrollan como parte de la "hexis corporal" (Bourdieu, 1977, p. 661; 1982), los cuales quedan firmemente fijados en la temprana infancia a través de un proceso de habituación. Al aprender el quechua como primera lengua de comunicación, los andinos nativos utilizan una apertura bucal relativamente estrecha.

En contraste, cuando los hablantes de castellano aprenden su primera lengua utilizan una apertura bucal relativamente amplia. Una apertura bucal relativamente estrecha es comúnmente caracterizada por los hablantes de castellano como habla motosa -poco clara, tosca, ruda, defectuosa-, palabra que proviene de la misma raíz latina mute (Cerrón-Palomino, 1975; Pérez Silva et al., 2009) y caracteriza el habla de los andinos nativos por su (llamada) motosidad. El término en sí mismo no es descriptivo, sino que es más bien una caracterización racista que surge de la interacción entre el uso del quechua y el castellano, y es percibida principalmente en el castellano. Al escuchar a hablantes de quechua como primera lengua hablar castellano con su apertura bucal nativa (esto es, con un "acento" quechua), muchos hablantes de castellano juzgan la producción lingüística como fisonómicamente deficiente; de modo similar a cuando en el siglo XIX imperaba el estereotipo de que los nativos norteamericanos padecían una deficiencia fisonómica en su habla, idea célebremente refutada por Boas (1889) hace más de un siglo.

Tal vez, debido a la frecuente fusión entre lenguaje y escritura (como en la anterior discusión en torno al "quechua inca"), el foco ideológico de la idea de motosidad y los estereotipos que lleva aparejados ha sido la producción de las vocales. Las vocales del quechua están más centralizadas que las vocales del castellano; esto significa que las vocales del quechua se producen con una apertura bucal estrecha. Entonces, si las vocales castellanas se producen con una apertura bucal estrecha, esta producción será "percibida" como incorrecta por los oyentes castellanohablantes. Cabe señalar que la motosidad no es una característica de la producción fonética de los hablantes del quechua como primera lengua, sino más bien una percepción de su producción del castellano, en la que se frustran las expectativas acústicas de los hablantes de castellano como primera lengua. Estas implicancias van más allá de la interacción interpersonal; puede incluso ser prejuicioso en el ámbito nacional a nivel político (Lovón, 2020; Huayhua, 2022, ch. 7).

Al respecto, si consideramos la situación inversa y observamos a los hablantes de castellano como primera lengua cuando hablan el quechua -como es el caso de los hablantes del quechua élite actual- se notará que producen el quechua con una apertura bucal amplia propia del castellano. Esto significa que producen un quechua fonéticamente diferente al de la mayoría de los hablantes de quechua como lengua materna, quienes usan una apertura bucal estrecha -ciertamente, no se trata meramente de diferentes implementaciones fonéticas de un sistema fonológico común, sino que existen diferencias sustanciales en los respectivos sistemas fonológicos en general-. A pesar de que hablan quechua con fluidez, su forma de hablar es audiblemente diferente a la que producen los hablantes de quechua como primera lengua. Así, incluso si hablan quechua, los hablantes de castellano como primera lengua -las élites provinciales- se han constituido históricamente como los guardianes de los puestos profesionales, especialmente, en las universidades. Por ello, los hablantes de quechua como primera lengua que han recibido educación superior deben aprender a emular un registro del quechua con acento castellano para poder acceder a determinados bienes o recursos, por ejemplo, puestos como docentes en la universidad. Al respecto, cabe precisar que se conoce el caso de un hablante de cuna, cuya habilidad de hablar quechua no fue acreditada por no haberlo estudiado formalmente como segundo idioma. Aquí, es fundamental la observación realizada por Eckert (2014, p. 23), quien señala que los índices sociales no son "heredados pasivamente, sino que son el resultado de la acumulación de la actividad indexadora a nivel local".

La existencia del registro de apertura estrecha del quechua (esto es, la variante dominante demográficamente) fue señalada por varios investigadores, aunque con menor precisión (Rowe, 1950; Cusihuamán, 1976; Mannheim, 1991). Sin embargo, los recientes estudios instrumentales realizados por Pasquale (2003) y Pérez et al. (2009) ofrecen datos más precisos sobre la variación de la fonética de las vocales en el registro del quechua del sur, cuyas investigaciones llevadas a cabo por Pérez et al. (2009) lograron identificar tres patrones de vocales diferentes entre sus informantes. El primer patrón pertenece a los hablantes monolingües de quechua: tres vocales centralizadas producidas dentro de una apertura bucal estrecha. Las tres vocales [ɪ, ʊ, æ] (nótese que ninguna de ellas se corresponde con una vocal castellana) se pronuncian aproximando a la parte posterior de la cavidad bucal cuando están cerca de un sonido uvular (q, q’ y qh). El segundo patrón corresponde a los hablantes bilingües cuya primera lengua es el quechua, quienes suelen articular las vocales con una apertura bucal estrecha, pero a bajarlas -en lugar de aproximarlas hacia la parte posterior de la cavidad bucal- cuando están cerca de un sonido uvular. Estos hablantes -que pronuncian el castellano con una apertura bucal estrecha, esto es, con "acento" quechua- son percibidos como motosos por los hablantes de castellano. El tercer patrón corresponde a aquellos que imponen exclusivamente la hexis corporal del castellano al quechua. Pues utilizan la apertura bucal amplia del castellano para producir las vocales del quechua, cuyo efecto es que producen las cinco vocales del castellano y son incapaces de evadir del patrón de producción vocálica de su lengua materna; es decir el castellano. Aprenden la distribución de las vocales de memoria, palabra por palabra.

Huayhua (2019) analiza este fenómeno en una aldea rural situada en la municipalidad de Santiago utilizando una prueba de "falsos emparejamientos" (matched-guise-test [MGT]). El MGT, concebido originalmente por Lambert et al. (1966), puede describirse de la siguiente manera: una única persona graba diversas variantes de su lengua hablada en diferentes registros. Los participantes en la prueba escuchan estas variantes y a continuación se les pide que identifiquen las cualidades personales y el estatus social del hablante de cada variante: agricultor o trabajador urbano, persona con educación formal, persona honesta, potencial amigo, etc. Una mujer de 35 años, con experiencia en la imitación de los distintos registros, grabó dos pasajes, uno en quechua y otro en castellano. Uno era la traducción del otro, y cada uno de ellos fue pronunciado con la apertura bucal amplia- característica de los hablantes de castellano como primera lengua- y con la apertura estrecha de los hablantes de quechua como primera lengua. Las cuatro variantes fueron grabadas por la misma locutora y con el mismo contenido (en la medida en que la traducción lo permitía).

Los participantes, incluyendo hablantes del quechua y hablantes de castellano (ambos como primera lengua), escucharon las cuatro variantes. El estudio reveló que los hablantes de quechua son capaces de distinguir el origen social de los hablantes de las distintas variantes con una precisión del 100%. Cada uno de los hablantes de quechua reconoció el origen social del hablante en todas las instancias, independientemente del idioma que hablara en cada una de las variantes. Prácticamente lo mismo se puede decir de los hablantes de castellano quienes son empleados de organismos estatales y de las ONG, ya que fueron capaces de identificar el origen social de las variantes con una precisión del 93%, indistintamente de que se hablara quechua o castellano.

La apertura bucal -ya sea la estrecha, propia de los hablantes de quechua como primera lengua, o la amplia, característica de los hablantes de castellano como primera lengua- es una línea muy clara que distingue el origen social de los hablantes de quechua; así como el origen social de los hablantes de castellano, sin importar el idioma que estén hablando. De este modo, la forma de hablar sobresale frente a cualquier otro rasgo social, como la vestimenta, el color de la piel o el apellido. En las interacciones habituales, y con raras excepciones (como el caso de la mujer que grabó las variantes), los hablantes no pueden falsear el espacio acústico que utilizan, delatando así su origen social. A pesar de que la mayoría de lingüistas populares y algunos lingüistas profesionales tratan el quechua del sur de Perú como un todo monolítico, en realidad, está dividido en al menos dos registros orales extremadamente diferentes y claramente identificables: un registro utilizado por hablantes de castellano como primera lengua y otro registro utilizado por hablantes de quechua como primera lengua. Pero además de insertarse en prácticas cotidianas que dividen a los hablantes, los dos registros separan en relación con los fines sociales que pueden alcanzarse en cada uno de ellos en el ámbito pragmático, en el significado léxico y en las prestaciones gramaticales (Mannheim, 2015).

También se puede decir que la diferenciación de registros exige un repensar sobre la tarea de reunir contenidos para los cursos y material de aprendizaje del idioma quechua. Razón por la que debería comprometerse a elaborar material -tanto descriptivo como pedagógico- que se base en el quechua hablado en las aldeas; esto es, a base del registro de apertura estrecha. También es crucial usar este registro al entrenar intérpretes, como los intérpretes judiciales, con el fin de impedir que aquellos que están siendo entrenados se identifiquen a sí mismos inconscientemente con el registro de los hacendados (que hablan el quechua élite), quienes integraban la clase social dominante para sus padres y abuelos. Por tanto, el "quechua inca" es un ejemplo patente de cómo el registro de la clase de los antiguos colonizadores y luego establecidos en lo que hoy es el Perú es defendido por instituciones tales como la Academia Mayor del Quechua del Cusco y por algunos profesores de quechua bienintencionados. Entonces, si se elimina el registro de apertura estrecha hablado por los andinos nativos de ámbito rural, las mejores intenciones de contribuir al respeto y a la igualdad de los hablantes de quechua se quedan en la nada.

5. Conclusiones

El idioma quechua del sur, tal como es hablado en los seis departamentos del sureste de Perú - Apurímac, Arequipa, Ayacucho, Cuzco, Huancavelica, Puno- no solo varía según la ubicación geográfica, sino también en función de los registros socialmente determinados que se asocian a los hablantes de diferentes posiciones sociales y se distinguen en la fonética, la fonología, la sintaxis, la semántica léxica y la pragmática. Es especialmente notable la estructura fonética, pues los hablantes cuya primera y principal lengua es el quechua utilizan una apertura bucal estrecha; mientras que los hablantes que tienen el castellano como primera lengua y además hablan quechua, utilizan una apertura bucal más amplia. En la lingüística popular local (y también entre los lingüistas que se han basado en ella) los hablantes de quechua son caracterizados como motosos (del latín mute, mudos; ‘defectuoso’), y el uso de una apertura estrecha -tanto en su quechua nativo como en el castellano como segunda lengua- se designa como motosidad, una ideología racial que es usado para caracterizar a los hablantes de quechua como personas con deficiencias fisonómicas que les impiden producir los sonidos de un castellano "correcto" (Huayhua, 2019; Mannheim, 2018; Pérez et al., 2009). La producción del idioma castellano es objeto de un constante monitoreo mutuo en busca de indicios de clase, origen regional y nivel educativo; del mismo modo y, quizá especialmente el castellano -e incluso el quechua- producido por hablantes bilingües es mutuamente monitorizado y evaluado socialmente. Mientras que la distinción entre una apertura bucal estrecha o amplia indica distintas posiciones sociales ("raza", profesión, clase social, género) y origina una serie de índices que con cada iteración se incorporan a escalas sociales más amplias que nutren y a su vez son nutridas por estereotipos racistas de origen local, regional y nacional.

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2Agradecimientos: Agradecimiento a Virginia Pita Gussoni por la traducción del inglés, que fue revisada por los autores.

Financiamiento: La investigación se realizó sin financiamiento.

Recibido: 30 de Marzo de 2022; Aprobado: 05 de Agosto de 2022; : 05 de Diciembre de 2022

Correspondencia: mannheim@umich.edu

Contribución del autor: Margarita Huayhua y Bruce Mannheim han participado en forma conjunta en el desarrollo del análisis, en la elaboración, el recojo de datos y la redacción del artículo. Los autores aprueban la versión que se publica en la revista.

Conflicto de intereses: Los autores no presentan conflicto de interés.

Margarita Huayhua es doctora en Antropología en la Universidad de Michigan (2010). Actualmente, es profesora asociada en la Universidad de Massachusetts en Dartmouth. Estudia los mecanismos sociales por los cuales se establecen las relaciones de dominación social, sobre todo con respecto a la gente indígena de los países andinos. Su trabajo es distintivo, ya que, en lugar de comenzar con categorías sociales abstractas, muestra cómo las categorías y la discriminación racial se producen en las interacciones cara a cara que afectan de manera unívoca a personas quechuahablantes de áreas rurales. Su objetivo es mostrar que la producción de relaciones sociales opresivas no es sólo un reflejo del pasado colonial, sino también un sistema de prácticas sociales en el presente, prácticas que mantienen el privilegio. Es autora de una docena de artículos científicos y un libro por publicarse, On The Road of Life: Social Interaction and Social Domination in the Southern Andes.

Bruce Mannheim es doctor en Antropología y en Lingüística en la Universidad de Chicago (1983). Es profesor principal de antropología en la Universidad de Michigan. Es antropólogo lingüístico que estudia los lazos entre lengua, cultura e historia, sobre todo en América del sur. Sus aportes cruzan distintas disciplinas, incluyendo la historia lingüística del quechua sureño desde el siglo XVI-y su ecología social cambiante (The Language of the Inka since the European Invasion); la narrativa; la poética del canto; las prácticas rituales; y el relativismo ontológico. Sus publicaciones combinan las disciplinas de la antropología, la lingüística y la historia colonial latinoamericana; asimismo sus colaboraciones también incluyen la ciencia cognitiva, la bioarqueología y la historia del arte. Es editor, con Dennis Tedlock, de The Dialogic Emergence of Culture; y con Alan Durston de Authority, Hierarchy, and the Indigenous Languages of Latin America. Además, el Dr. Mannheim está en el proceso de desarrollar una teoría de la replicación cultural -los mecanismos por los cuales las formas culturales se estabilizan a través del tiempo-.

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