SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.21 número2La legitimación de la presencia de migrantes bolivianes1 en Argentina en el discurso de la Dirección Nacional de MigracionesEufemismos en el contexto político colombiano índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Lengua y Sociedad

versión impresa ISSN 1729-9721versión On-line ISSN 2413-2659

Leng. Soc. vol.21 no.2 Lima jul./dic. 2022  Epub 05-Dic-2022

http://dx.doi.org/10.15381/lengsoc.v21i2.22554 

Artículos académicos

Comunicación: espacios y memorias colectivas. Estudio de caso

Communication: spaces and collective memories. Case study

Comunicação: espaços e memórias coletivas. Estudo de caso

Neyla Graciela Pardo Abril1 
http://orcid.org/0000-0003-4206-9690

1 Universidad Nacional de Colombia, Colombia. ngpardoa@unal.edu.co

Resumen

En la actual coyuntura sociopolítica en Colombia (2022), y en el escenario del postacuerdo en coexistencia con el conflicto armado interno, se estudia la relación entre memoria y espacio desde los Estudios Críticos del Discurso Multimodal y Multimedial (ECDMM). Esta se formula desde su carácter comunicativo y político, teniendo como punto de partida que la memoria es una construcción social, anclada espaciotemporalmente en la cotidianidad de las comunidades. El objetivo de este artículo es formular una reflexión sobre la construcción sociodiscursiva y político-cultural de la memoria, para abordar la espaciotemporalidad en un lugar de memoria en Bogotá, a partir de su dimensión comunicativa, simbólica y política. En un primer punto, se aborda la relación entre memoria, y las prácticas sociocomunicativas con los procesos de construcción de sentido. En segundo lugar, se explora la relación memoria-espacio-lugar y cómo esta funge como anclaje para la memoria del conflicto armado colombiano, cuya temporalidad supera seis décadas. En este proceso de diseño, producción y socialización se instala la dimensión simbólico-discursiva. Finalmente, en el tercer punto, se analiza semiótico-discursivamente el Centro de Memoria Paz y Reconciliación del Distrito Capital-Bogotá (CMPR) como parte del paisaje simbólico público, cuya concreción material y accional es el sentido de multiculturalidad, heterogeneidad social y política.

Palabras clave: ECDMM; espaciotemporalidad; memoria colectiva; CMPR; paisaje semiótico

Abstract

In the current sociopolitical situation in Colombia (2022), and in the scenario of the post-agreement in coexistence with the internal armed conflict, the relationship between memory and space is studied from tMultimodal and Multimedia Critical Discourse Studies (MMCDS). This is formulated from its communicative and political nature, having as a starting point that memory is a social construction, spatio-temporally anchored in the daily life of communities. The objective of this article is to formulate a reflection on the socio-discursive and political-cultural construction of memory, to address spatio-temporality in a place of memory in Bogotá, based on its communicative, symbolic and political dimension. In a first point, the relationship between memory and socio-communicative practices with the processes of construction of meaning is addressed. Second, the memory-space-place relationship is explored and how it serves as an anchor for the memory of the Colombian armed conflict, whose temporality exceeds six decades. In this process of design, production and socialization, the symbolic-discursive dimension is installed. Finally, in the third point, the Peace and Reconciliation Memory Center of the Capital District-Bogotá (CMPR) is semiotic-discursively analyzed as part of the public symbolic landscape, whose material and actional concretion is the sense of multiculturalism, social and political heterogeneity.

Keywords: MMCDS; space-time; collective memory; CMPR; semiotic landscape

Resumo

Na atual situação sociopolítica da Colômbia (2022), e no cenário pós-acordo em convivência com o conflito armado interno, a relação entre memória e espaço é estudada a partir dos Estudos Críticos do Discurso Multimodal e Multimídia (ECDMM). Esta é formulada a partir de sua natureza comunicativa e política, tendo como ponto de partida que a memória é uma construção social, ancorada espaço-temporalmente no cotidiano das comunidades. O objetivo deste artigo é formular uma reflexão sobre a construção sócio-discursiva e político-cultural da memória, para abordar a espaço-temporalidade em um lugar de memória em Bogotá, a partir de sua dimensão comunicativa, simbólica e política. Em um primeiro ponto, aborda-se a relação entre memória e práticas sociocomunicativas com os processos de construção de sentido. Em segundo lugar, explora-se a relação memória-espaço-lugar e como ela serve de âncora para a memória do conflito armado colombiano, cuja temporalidade ultrapassa seis décadas. Nesse processo de design, produção e socialização, instala-se a dimensão simbólico-discursiva. Finalmente, no terceiro ponto, o Centro de Memória da Paz e Reconciliação do Distrito Capital-Bogotá (CMPR) é analisado semiótico-discursivamente como parte da paisagem simbólica pública, cuja concretização material e acional é o sentido de multiculturalismo, heterogeneidade social e política.

Palavras-chave: ECDMM; espaço-tempo; memória coletiva; CMPR; paisagem semiótica

1. Introducción

Los ECDMM son un desarrollo de los estudios del lenguaje, cuyo propósito es poner en conexión las estructuras semióticas con las discursivas para evidenciar cómo se producen representaciones sobre la realidad social en todas sus dimensiones. Los discursos multimodales y multimediales están transversalizados por los saberes, creencias y actitudes que se encarnan en distintos sistemas de signos apropiados por las comunidades para expresar sus axiologías en el marco de estructuras y prácticas, que orientan la acción humana individual y colectiva. La multimodalidad discursiva implica que en la elaboración de sentido interviene simultáneamente más de un sistema semiótico que, para su distribución social, recurre a tecnologías que sirven de soporte, las cuales le otorgan carácter multimedial. Para el caso del CMPR, la representación es de carácter visual-gráfico y visual-verbal, mientras que el soporte, además del constructo arquitectónico, es el dispositivo que se construye en el paisaje semiótico-urbano; de esta manera se topicalizan las violaciones de los derechos humanos que se enmarcan en el conflicto armado interno.

La epistemología adoptada en la investigación incluye la triada cognición, discurso y sociedad (van Dijk, 2016). El reconocimiento de las estructuras discursivas explicita, en clave de la cognición social, cómo las unidades sociocomunicativas son capaces de articular semántico-pragmáticamente las condiciones sociales, políticas, históricas y culturales de una sociedad. La unidad semiótico-discursiva que se materializa como narrativa en el CMPR permite entender cómo la sociedad colombiana modela el significado construido a través de coordenadas espacio-temporales, determina trayectorias, ubica seres y eventos, que se transversalizan en el carácter identitario. En las narrativas, además, se construyen memorias individuales y colectivas. La memoria colectiva en el paisaje semióticourbano articula, a través de marcos socioculturales, recuerdos, olvidos y silencios que se socializan dialógicamente por medio de diversas formas de interactividad; así se conectan eventos traumáticos con factores socioculturales y político-económicos, dentro de una multiplicidad de unidades semiótico-discursivas que se diseñan, producen y distribuyen para actualizar y recontextualizar las diversas formas de victimización con sus memorias.

En el caso colombiano, la narrativa encarnada en el CMPR comprende los hechos de victimización a los que han sido sometido distintos sectores sociales, especialmente campesinos, indígenas y afrodescendientes. De acuerdo con la Unidad de Víctimas (2022), en Colombia, los crímenes han sido cometidos por diferentes actores como el Estado, los paramilitares, la guerrilla, las multinacionales, las bandas criminales, los narcotraficantes, entre otros. En Bogotá, la violencia se hace presente en razón del desplazamiento forzado en los territorios periféricos del país; según el SIVIC (2020), el hecho victimizante que más ha afectado a las víctimas residentes en Bogotá es el desplazamiento forzado, con 383 927 casos a diciembre de 2020.

La violencia en el país sigue vigente debido a las acciones legislativo-administrativas del Gobierno entre 2018 y 2022, las cuales han ido en detrimento de la implementación del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera (2016) y la construcción de memoria colectiva, al negar la existencia del conflicto armado y al descentralizar del eje del relato nacional a las víctimas. Se elide el carácter identitario, pluriétnico y pluricultural de la ciudad y el país, con la pretensión de establecer y formalizar una narrativa única sobre lo que ha significado el conflicto en Colombia. En este marco, se reconoce el valor comunicativo, cultural, político y social del CMPR; se entiende que la violencia sigue vigente y se extiende espaciotemporalmente.

2. Memoria y prácticas comunicativas

Los procesos de memoria son formas de construir saber, y sus representaciones propenden a orientar la acción colectiva. La memoria es un proceso que implica relaciones de poder, subjetividad, prácticas sociales, conflicto y espacio-temporalidades, en constante tensión entre la permanencia y la transformación, en procesos semiótico-discursivos como narrativas-relatos (Ricoeur, 2010). A través de estos se formula el propósito comunicativo de comprender y explicar cómo las violencias del pasado-presente se visibilizan por medio de tejidos sígnicos, que superan las subjetividades para construir-transformar el pensamiento social mediante procesos de memoria. En este sentido, tiene vigencia la idea de que la memoria está en permanente evolución, es múltiple y atiende comunidades diversas y heterogéneas, además, está determinada por las relaciones entre las expresiones sígnicas apropiadas por las comunidades, y articuladas a los condicionamientos espacio-temporales en los que se producen y socializan. Desde esta perspectiva, los estudios semióticos se encuentran en el eje de los procesos analítico-interpretativos de los ECDMM. Las bases conceptuales de los estudios semióticos pueden ser revisadas en Escobar (2014), donde se evidencia que el signo recupera las maneras como los seres humanos percibimos la realidad y la representamos para otros en el marco sociohistórico y cultural de cada sociedad. Los sistemas de signos funcionan anclados a las formas de proceder de los grupos humanos.

Siguiendo a Ramírez y López (2015, p. 18), se puede entender "que el espacio implica una serie de relaciones de coexistencia explicadas desde diferentes perspectivas, en donde se dan los vínculos e interacciones que llevan a la construcción, transformación, percepción y representación de la realidad". El espacio con sus relaciones se expresa a través de diversos factores: "localización, ubicación, distancia, superficies o zonas, dirección, rumbo, áreas de influencia, responsabilidad, dominio, resistencia, forma, tamaño, posición, distribución, vecindad, accesibilidad, procesos de aglomeración y dispersión, patrones, nodos, flujos y rutas" (Ramírez y López, 2015, p. 19). Estas relaciones son de orden social, cultural y físico en interacción. El carácter multirrelacional se construye desde lo más general o global hasta lo local; espacio y tiempo son co-constitutivos.

Massey (como se citó en Ramírez y López, 2005) señala que la unidad espaciotemporal es el ámbito de múltiples rutas de existencia y de posibilidades, fundamentadas en la inclusión de diferentes "trayectorias que pueden aparecer como independientes, pero que se entretejen en entrecruzamientos complejos que pueden llevar a conflictos o a desconexiones" (p. 59). La unidad espaciotemporal es, además, un sistema abierto en proceso de transformación y movimiento sin fronteras. Por su condición de elaboración permanente es dinámica multidimensional y móvil: "está en continuo movimiento y es resultado de la conjunción de co-presencias y coexistencias, que se encuentran a partir de las múltiples trayectorias que adoptan los agentes sociales" (Massey, como se citó en Ramírez y López, 2005, p. 59).

La relación espacio-memoria (Figura 1) está determinada por la experiencia individual y colectiva, esto hace posible recordar, olvidar y dialógicamente contribuir a construir memorias colectivas en interacción, con propósitos e intereses definidos. La memoria colectiva procede de los tejidos de sentidos que se articulan simbólico-discursivamente, en donde se materializan ideologías, puntos de vista, axiologías e identidad. La memoria colectiva implica los actores sociales, sus prácticas y acciones, las violencias ⸺que son el núcleo de lo que se propone visibilizar⸺ y la capacidad de interacción mediada simbólicamente. En consecuencia, los procesos de memoria son construcciones sociales, culturales y políticas nucleadas en la intersubjetividad, y con determinaciones espacio-temporales.

Nota. Elaboración propia

Figura 1 Dimensiones de la memoria 

El carácter recursivo de la memoria se evidencia cuando se establece que es una práctica social, expresada simbólico-discursivamente como narrativa, en cuya complejidad se producen y reproducen prácticas sociales portadoras de significación, propósitos e intereses comunicativos. Los discursos de la memoria constituyen un dispositivo para distribuir conocimiento, valores y actitudes, con el objetivo de contribuir a orientar las relaciones individuales y colectivas en la vida de los sujetos y las comunidades, de activar emocionalidades y expresar identidades, como cuando se producen y socializan rituales como las prácticas de memorialización.

Desde la reflexión de Berger y Luckmann (2001), se conoce que el mundo social articula la objetivación y la subjetivación: toda expresión y materialización de la memoria, desde la obra de arte hasta un objeto, se llena de significado y sentido en un proceso interactivo, capaz de transformar la realidad social que origina el recuerdo. La relación espacio-memoria se presenta como condición constitutiva del mundo: la representación social del pasado define el presente y gesta la expectativa de un futuro abierto, en el que los actores sociales y políticos crean o resignifican la vida en sus expresiones culturales.

Como cualquier otra expresión semiótico-discursiva, el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR) se propone como una narrativa visual que integra relatos individuales y colectivos, experiencias traumáticas y anécdotas o relatos testimoniales a través de los cuales se propone legitimar los argumentos capaces de orientar y transformar la acción y el saber colectivo sobre el conflicto armado colombiano. Es un espacio comprometido con "una cultura de paz y respeto por los derechos humanos a partir de la memoria y la verdad […], que contribuye a la reconciliación y la profundización de la democracia" (CMPR, 2022, p. 1). De este modo, permite la organización de la experiencia y la memoria de los acontecimientos de violencias, y la reestructuración de los tejidos sociales para un conjunto de colectivos, con frecuencia obligados a vivir en Bogotá. El CMPR se estructura como una narrativa, la cual cohesiona el valor simbólico y material del Centro y, como todo discurso, es una narración que representa un evento o una serie de acontecimientos que se definen en términos de pasados, presentes y futuros, construidos a través de la presencia de seres, acciones y procesos con sus ubicaciones espacio-temporales.

El CMPR es la expresión de una narrativa que se recontextualiza en un entorno dialógico, por lo tanto interactivo, que gestiona referencialmente el contexto en el que ocurrieron las violencias narradas; así, se define el carácter del lugar de memoria. El Centro crea, posibilita y promueve relaciones comunitarias, reduce distancias conceptuales entre sus múltiples interlocutores, y contribuye a la aceptación colectiva de sus reivindicaciones. Las narraciones se socializan a través de las múltiples expresiones sígnicas, mediante las cuales se diseñan y crean discursos que no solo representan eventos o acontecimientos con significado, sino que constituyen y determinan la realidad social (Hodges, 2011).

La memoria y el espacio-tiempo son construcciones sociales en las que se encarnan estructuras simbólico-discursivas atravesadas por relaciones de poder, procesos culturales y relaciones de interacción, estos factores proyectan el acontecer histórico. La relación memoria-espacio-tiempo posee una dimensión material y una dimensión simbólica interrelacionada, vinculada a la forma en que los actores sociales se comunican e interactúan para construir experiencias y construir su vida colectiva. Los sentidos de los espacios en los procesos sociales, cuya función pragmática o de uso está determinada por el hacer social, involucran el carácter espacio-temporal, simbólico-discursivo y político.

3. Memoria-espacio-lugar en el territorio

Las memorias como prácticas sociales y comunicativas en su ineludible relación espacio-temporal implican al ser humano, el cual percibe las representaciones que se materializan en diversas expresiones a través del cuerpo, especialmente por medio del sistema perceptual; esta es una práctica que se actualiza en la vida cotidiana. Ricoeur (2010) señala que la memoria es corporal: es local y específica. Esta condición ontológicamente asociada al ser humano da sentido a concebir y construir lugares de memoria. Es un dispositivo que garantiza la presencia permanente de acontecimientos en lugares que son simultáneamente íconos, índices y símbolos para la formación del recuerdo que se estabiliza como parte del paisaje semiótico de una sociedad.

La conceptualización del paisaje semiótico para dar cuenta del espacio posibilita identificar y explicar signos y significados que se articulan al proceso de la interacción comunicativa. La materialidad sígnica y su ausencia permiten reconocer las relaciones de poder que elaboran quienes producen, interpretan y resignifican las expresiones de la memoria. El paisaje semiótico hace posible establecer cómo se generan los significados en el mundo que el ser humano habita y experimenta como un paisaje tejido sígnicamente. Al analizar este paisaje se explicitan e interpretan sus funciones, los procesos y el contexto cultural que se implican con el fin de recuperar, desde los espacios de memoria, los saberes que anteceden al sentido de la historia (Lindström et al., 2018).

La noción de paisaje comprende, siguiendo los postulados de Peirce (1986), un vínculo estrecho entre los signos y los objetos, y entre la significación y la comunicación; esto deriva en reconocer a los interlocutores como productores e intérpretes dialógicos de tejidos sígnicos y dispositivos simbólicos (Cárdenas, 2016). En el caso del CMPR, significa reconocerlo como espacio-lugar de memoria en su dimensión simbólico-material, que los diversos colectivos sociales apropian como portador de múltiples relaciones de significado encarnadas en discursos de memoria.

Los símbolos son producto de un consenso social que forma parte esencial de la cognición social o conocimientos comunes a un grupo humano; así, contribuyen a formular la identidad de las colectividades que los producen y los hacen circular. El símbolo, en la heurística, tiene una relación muy directa con la deducción, lo cual supone que está respaldado por premisas sociales que son validadas en el hacer-decir propio de una sociedad (Gorlée, 2020). En consecuencia, la labor en el proceso de interacción comunicativa es actualizar símbolos para poner en tensión sentidos y sus transformaciones para contribuir a reformular normas sociales y promover cambios con sus consecuencias socioculturales.

El símbolo tiene valor normativo y se construye ideológicamente, con lo cual implica orientación del hacer y decir social y de las maneras de expresar obligatoriedad. Las propuestas semióticodiscursivas alrededor del CMPR buscan reconocer el sentido que producen los símbolos con sus articulaciones. A través de estos se gestionan procesos de socialización de idearios, expectativas, deseos y actitudes, desde un punto de vista atravesado por la búsqueda del reconocimiento efectivo de los distintos grupos sociales, constituyentes de un país largamente victimizado como Colombia.

La relación del sujeto con el espacio, tanto en el orden individual como colectivo, es una dinámica en la que las interrelaciones ocurren desde el cuerpo, el cual se percibe como espacio. Huffschmid (2013), a este respecto, indica que cada cuerpo es un lugar que se materializa y en el que se rotulan la temporalidad y la experiencia. Por lo tanto, las huellas de las memorias se inscriben en todo aquello que se dimensiona como lugar. La interrelación memoria-espacio-lugar implica la coexistencia de las dimensiones simbólica y material. Espacio y memoria son privilegiadamente dispositivos representacionales complejos, mientras que la relación lugar-memoria se estructura como soporte para el diseño, la creación, reproducción y transformación de todo lo que colectivamente se decide insertar en el dispositivo de memoria de una sociedad en una coyuntura sociopolítica determinada.

Los lugares de memoria han sido considerados como dispositivos, en los que coexiste coherentemente lo tangible y lo intangible; lo material y lo simbólico. Esto hace posible elaborar dialógicamente, desde el presente, las versiones sobre los hechos pasados que se instalan semántico-pragmáticamente en el lugar de memoria. El propósito es organizar y explicitar las experiencias de victimización y, desde la potencialidad de la agencia colectiva, proyectar una forma de conocer y reconocer la realidad traumática, y gestionar nuevos espacios de convivencia, solidaridad, dignidad y paz.

4. Espacios de memoria: explorando sus abordajes

Los ECDMM analizan la comunicación materializada en unidades semiótico-discursivas que se socializan a través de soportes tecnológicos, ubicados socio-históricamente. En este estudio se abordan unidades visual-gráficas y visual-verbales para explicar los distintos ejes de significación presentes en la construcción del CMPR como discurso, que representa realidades de orden sociopolítico. El espacio de memoria al estar materializado a través de sistemas de signos, puede ser abordado a través de sus distintas dimensiones, para reconocer trayectorias, espacio-temporalidades, seres, objetos y eventos. Las narrativas definen y determinan cómo se concibe el dispositivo de la memoria en coexistencia con el paisaje semiótico urbano.

La relación entre los ECDMM con el paradigma cualitativo permite establecer las fases que incluyen descripción, análisis e interpretación del objeto semiótico-discursivo. En esta línea es posible explicitar los sentidos que se construyen, especialmente a partir de la forma en que está proyectado el CMPR y su nexo con la representación sociopolítica del paisaje semiótico-urbano.

La aproximación a la significación se hace, en primer lugar, desde lo espacio-temporal, lo identitario y lo axiológico, desde lo cual se entiende contextualmente el conocimiento y los marcadores emocionales que se construyen con su carácter dialógico y persuasivo. Para esto, se observa la composición visual y el punto de vista desde el cual se construyen las trayectorias que son recuperadas por medio de la imagen. Los ejes se ponen en conexión para poder establecer hechos de la vida social, histórica y política que están siendo representados.

En segundo lugar, se analizan los marcos de referencia que se activan arquitectónicamente para determinar la relación simbólica del espacio de memoria con la sociedad, lo cual solo es posible cuando se establecen el carácter interactivo y socio-comunicativo que el Centro propone. Finalmente, se relacionan la descripción y las inferencias realizadas con el contexto, para determinar su relevancia en la vida social. El conflicto armado colombiano, el cual funciona como marco global de las violencias del país, supera seis décadas y sus consecuencias están vigentes en el territorio nacional.

5. Representación del paisaje semiótico-urbano de memoria: espacios, tiempos y axiologías

La representación de la narrativa visual se formula a través de ejes centrales en los procesos de narrar: espacio, tiempo y axiologías, mediante los cuales se expresa legitimación y autorización, además de la potencialidad de evocar emocionalidad. Se hace así explícita su capacidad para diseñar la ruta que conduce de la subjetividad a la meta socializadora de la realidad, y para elaborar representaciones persuasivas.

Nota. Fotografía de Rodrigo Dávila (2015), adaptada de, https://www.revistaaxxis.com.co/arquitectura/centro-de-memoria-paz-y-reconciliacion/

Figura 2 Representación espacial, temporal y axiológica de la narrativa visual del lugar de memoria CMPR 

La perspectiva adoptada asume inferencialmente y con carácter amplificativo los planteamientos de Chilton (2004), quien plantea pragmática y cognitivamente, desde la teoría de los mundos discursivos, que las narrativas inducen en los procesos interpretativos a conceptualizar sentidos de identidad, colectividad, solidaridad y coaliciones, tanto en el orden individual como colectivo. Este autor parte del principio de que el discurso implica, en su proceso de diseño, producción e interpretación, expresiones de distancia espacial-temporalaxiológica, a la vez que construye un punto focal. Se basa en el supuesto de que, en el universo discursivo, los interlocutores están en permanente negociación con el propósito de posicionar sus identidades.

La construcción de la identidad en el discurso se produce a través de actores y eventos en relación con ejes espaciales, temporales y axiológicos. En la Figura 2 se propone una manera de observar y analizar hipotéticamente una narrativa visual de la memoria. Se entiende que el eje o vector espacial permite verificar categorías del tipo centro/periferia, cerca/lejos, arriba/abajo, lo dado/lo nuevo, lo real/lo ideal, entre otras categorías, con la temporalidad proyectada al carácter histórico de los acontecimientos representados. El eje o vector axiológico, en coexistencia con el vector de fuerza, permite establecer las relaciones intrae intergrupales, así como recuperar sus expresiones ideológicas (Cap, 2010) y las pretensiones del querer-saber.

En la Figura 2, el vector espacial captura icónicamente dos estilos arquitectónicos: neoclásico (columbarios) y racionalista (CMPR) que evidencian dos espacio-temporalidades nucleadas en la muerte como expresión de la victimización. El CMPR es parte del complejo tradicional del Cementerio Central de Bogotá (Ortiz, 2013), es un espacio funerario con dos siglos de memoria y violencias vigentes. El vector temporal permite recorrer y actualizar las violencias ancladas a finales de la década de 1940, hasta el presente signado por las violencias del conflicto armado, recrudecido en el gobierno actual.

El vector axiológico permite verificar, a través de víctimas, perpetradores, testigos, familiares de las víctimas o sobrevivientes, sistemas de ideas que circulan en el espacio-lugar de memoria, potenciando la agencialidad de las víctimas y de sus entornos, para establecer acciones colectivas e individuales de resistencia, en coexistencia con los discursos de la guerra y la muerte. El eje de la axiología implica estados afectivos y sentimientos como la vinculación, la simpatía por la víctima, el aprecio y la confianza en el Centro, la esperanza, y la organización colectiva y solidaria como expresión de la potencialidad para resistir; esta última contribuye a los intentos de construcción y legitimación de la imagen del CMPR.

(1) El programa del edificio se implantó bajo tierra, y con ello se generó un mínimo impacto medioambiental. Las cubiertas del edificio se inundan de agua y entran a formar parte del paisaje del parque. De esta manera, las cubiertas del edificio son una serie de reflejos inmateriales que permiten que los columbarios existentes no sean apocados por la nueva construcción, más bien la nueva construcción los realza. El edificio es un umbral sin barreras, es un espacio público democrático y abierto. (Ortiz, 2013, párr. 4)

El discurso (1) produce un acercamiento geométrico al significado, aunque la dimensión espacial es preponderante sobre los otros dos vectores. Se entiende que la coexistencia espacio-tiempo y la axiología permiten posicionar los idearios de la narrativa a través de sus entidades constitutivas (Tenbrink, 2011). Las tres dimensiones se representan en términos de ejes que, al cruzarse, posicionan espacialmente el "aquí"; temporalmente, el "ahora"; y, axiológicamente, los seres que se expresan en "yo-él-nosotros", "paz-reparación-justicia", y "no repetición-transformación-vida". En (2) se formula la expresión "se convocaron" a través de la cual las axiologías crean relación con el vector espacial; el referente deíctico es el CMPR, donde "nosotros" relaciona físico-espacialmente el Centro con la temporalidad del proceso de construcción y el diseño del guion de memoria. Se actualizan de esta manera los ejes nucleares de la narrativa.

(2) Desde el proyecto arquitectónico se propone crear relaciones empáticas con los usuarios del edificio; las víctimas de la violencia en Colombia. Para tejer relaciones afectivas y de significado con la comunidad, se convocaron durante la construcción del edificio a las asociaciones de víctimas en el país; con ellas se realizaron 15 ceremonias simbólicas, donde más de 2000 personas fueron hasta la obra e hicieron aportes personales en tierra traída de su lugar de origen, junto con memorias y voluntades de paz escritas. Estos aportes se encapsularon en tubos de vidrio que se custodiaron en una estructura especialmente diseñada para este fin al lado de la obra durante 15 meses. Una vez se finalizó la construcción, estos 2012 tubos con sus respectivos aportes, fueron llevados al hall del edificio y se depositaron en los orificios que había dejado la cimbra con la cual se levantaron los muros de un metro de espesor. (Ortiz, 2013, párr. 6)

La interrelación memoria-espacio-lugar pone en tensión su carácter simbólico y político, dado que en el proceso de memoria se activan tensiones: se producen escenarios donde el territorio, el lugar y el espacio posibilitan convergencias y divergencias. Se da paso a conflictos sociopolíticos y culturales que señalan actos de injusticia, revictimización, abuso de poder y otras formas de marginalización que incluyen crímenes selectivos, negación de las violaciones de los derechos humanos sufridas por las víctimas, y otras expresiones que mantienen o promueven estados de guerra y opresión (Sánchez, 2019).

En la actual coyuntura de Colombia (2022), a más de seis años de la firma del Acuerdo Final para la Paz (2016) suscrito entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (FARC-EP), hay una clara ruptura entre el cumplimiento y la implementación del Acuerdo, y las consecuencias sociopolíticas y culturales de carecer o eliminar las condiciones que son parte del proceso para consolidar la paz en el país. Estrada (2019) señala que la desestructuración sistemática del Acuerdo de Paz tiene como consecuencia la intensificación de la violencia política armada de carácter paramilitar y de acciones de la fuerza del Estado, que se concretan en el asesinato sistemático de líderes sociales, defensores de derechos humanos, y exintegrantes de las FARC-EP y sus familias.

[…] la lucha por la implementación del Acuerdo de paz transcurre de manera simultánea en dos sentidos. Por una parte, como necesidad de superar y derrotar en forma definitiva las resistencias de los sectores que liderados por las expresiones más extremistas de la derecha política buscan desconocer la realidad históricoconcreta del Acuerdo de paz, en cuanto posibilidad de tramitar el conflicto social y de clase por la vía exclusivamente política. […], por la otra, como necesidad también de una implementación integral, de construir la legitimidad de una concepción de la paz que trascienda la visión meramente pacificadora […], es decir, que apunte a una paz que efectivamente posea los contenidos propios de la democracia verdadera y la justicia social en camino hacia las transformaciones más profundas de la sociedad colombiana. (Estrada, 2019, p. 16)

Colombia experimenta una tensión sociopolítica y económica que conecta el espacio y el territorio con las memorias del conflicto armado interno: en el caso del Museo Nacional de Memoria, se convierte en un proyecto tergiversado y manipulado para funcionalizar a una memoria institucionalizada, al servicio de los perpetradores, que excluye a las víctimas mayoritaria y largamente marginalizadas en las regiones del país (Lleras, 10 de febrero de 2020). En esta disputa por la memoria del conflicto armado, se implican distintos ámbitos de la vida socioeconómica y cultural, en los que diversos agentes pretenden marcar una visión del pasado desde los requerimientos del presente, articulados a intereses y pretensiones por mantener el poder sociopolítico.

Otra prueba de la carencia de una política de memoria en el país es el intento de la administración distrital de Enrique Peñalosa (2016-2019), exalcalde de Bogotá, de demoler los columbarios del Cementerio Central y, con esto, la obra "Auras anónimas" de Beatriz González, ubicada en un conjunto arquitectónico neoclásico de dicho cementerio (Badawi, 26 de junio de 2018). La acción de algunos artistas que se centran en la relación arte, arquitectura y memoria ha hecho posible la defensa de este lugar que conserva la inscripción "La vida es sagrada", sobre los cuatro columbarios que ahora existen.

6. Construyendo el proyecto semiótico-discursivo de la memoria, su espacio y sus lugares en Colombia

El Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR) es un lugar de memoria que se materializa en un monumento y se autoconceptualiza de la siguiente manera: "un lugar para la dignificación de la memoria de las víctimas como un aporte a la cultura de paz" (CMPR, 2018, párr. 1). En este espacio, construido antes de la firma del Acuerdo Final para la Paz (2016), se convocó y vinculó a miles de víctimas que crearon la narrativa de las memorias con sus relatos, testimonios y el aporte de tierra que procede de los lugares de origen de las víctimas. La construcción del Centro sobre el Eje de la Memoria en la ciudad capital tiene como misión:

(4) […] contribuir a la construcción de paz, con la participación de los distintos sectores de Bogotá, a través de la promoción y el fortalecimiento de procesos de memoria que visibilicen experiencias relacionadas con el conflicto armado y aporten a la transformación de imaginarios y apropiación de los Derechos Humanos. (CMPR, 2008, párr. 1)

Desde su creación se le otorga a este acto simbólico el sentido de "Memorial de la vida". El recorrido por el Centro es concebido como un acto simbólico con el sentido de "Memorial de la vida", el cual se propone descendiendo por el lugar, acción que ocurre sistemáticamente por cualquiera de sus rutas. Se produce la construcción experiencial de estar inmerso en el lugar que ritualiza el sentido de la vida y la muerte:

(5) Al descender el cuerpo se funde con el espacio, pues al tomar las escaleras, este se debe inclinar hacia adelante, y en consecuencia, los músculos, el cerebelo y el oído, deben recalcular los movimientos corporales para dar el paso de acceso al edificio y prepararse para el descenso, con ello se logra una marcada conciencia física, que también podría definirse como un sentimiento de presencia intensificada, donde el visitante se prepara para ingresar a un lugar único dotado de una atmósfera solemne de meditación y silencio. (Ortiz, 2013, párr. 3)

Nota. Fotografía de Archivo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (2012)

Figura 3 Relación memoria-espacio-lugar en el CMPR 

Siguiendo a Jelin (2020), el lugar de memoria está pensado para dignificar a las víctimas. Se incluyen aspectos como la representación de todos los tipos de violaciones de los derechos humanos sufridos por la población más marginada en Colombia, la presencia de todos los actores sociales, y la configuración de un tejido de alianzas para construir un lugar que sintetice arquitectónicamente el dolor del conflicto armado interno. En este proceso, el CMPR apropia y usa una parte del Cementerio Central de la ciudad para habitar el sentido funerario del monumento. El Centro asume, por lo tanto, un conjunto de acciones que dan cuenta de la voluntad de visibilizar, desde la capital del país, la memoria de acontecimientos traumáticos que dan sentido a la lucha en contra del olvido, la negación y la manipulación de la realidad social colombiana, vigente y fortalecida por la política gubernamental (2018-2022).

En el caso de Colombia, los procesos de memoria han sido promovidos, mayoritariamente, por las comunidades, los testigos, los familiares de las víctimas y las organizaciones sociales. Sin embargo, el gobierno local intervino con diversos agentes políticos y sociales, para lo que se involucraron racionalidades, sistemas axiológicos, expectativas y necesidades múltiples, en ocasiones en tensión, que puede desestructurar propósitos e intereses. Esto conlleva que las formas de apropiación y uso del lugar ⸺cuyo núcleo vital son siempre los actores sociales comprometidos con la memoria del conflicto armado en Colombia⸺ hagan énfasis en la producción de significados que, aunque condicionados por el horizonte político e ideológico, encarnen y visibilicen las necesidades de memoria para el presente y la expectativa en las transformaciones que el país requiere para hacer posible una paz duradera. En esta tensión de intereses y necesidades se articula el carácter plural y polisémico del Centro como parte del paisaje semiótico-urbano de la memoria.

El Centro colinda hacia el oriente con los columbarios del Cementerio Central, constituidos en el 2007 como un lugar de memoria enmarcado en la obra de la artista colombiana Beatriz González. El contexto y el carácter dialógico de estos dos lugares de memoria tienen como eje histórico dos momentos de victimización en Colombia. Por una parte, el Bogotazo (9 de abril de 1948), suceso de violencia política en el que fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán. Las víctimas de este acontecimiento, muchas de ellas anónimas, han sido enterradas en los columbarios del Cementerio Central. Por otra parte, el Centro de Memoria sintetiza y dignifica la presencia de las víctimas del conflicto armado colombiano desde 1950, sin discriminar su procedencia o tipo de victimización. La ubicación espacial de los columbarios forma vectorialmente una ruta que proporciona el sentido de temporalidad (Figura 4).

La ruta que conecta los columbarios es coherente al evidenciar un eje axiológico que incluye los requerimientos de verdad y justicia con el sentido integral de reparación. Aunque estos monumentos representan arquitectónicamente dos momentos históricos, son en realidad una unidad que posibilita su interpretación o lectura como dispositivos espaciales de reparación simbólica. La ruta propuesta en estos lugares de memoria incluye componentes axiológicos como el esclarecimiento de la verdad y el restablecimiento de la dignidad de las víctimas, en cuyo proceso es clave la participación de los victimarios; para el caso colombiano el Estado; los paramilitares; las guerrillas; el narcotráfico y las alianzas criminales donde se cohesionaron intereses financieros de multinacionales, empresarios nacionales, funcionarios públicos, entre otros. Todos estos factores se correlacionan con otro plano de carácter simbólico que recupera y hace evidente la emocionalidad y la afectividad humanas.

Nota. Fotografía de Rodrigo Dávila (2015), adaptada de, https://www.revistaaxxis.com.co/arquitectura/centro-de-memoria-paz-y-reconciliacion/

Figura 4 Ruta espacial, temporal y axiológica de la memoria 

El Centro, en diálogo con el columbario y la obra "Auras anónimas" de Beatriz González, permite verificar cómo se consolidan los rituales de la vida cotidiana (Goffman, 2006), en los que el objeto sagrado, el "sí mismo" (self ), se representa en rituales realizados en escenarios. Esas representaciones que se localizan, en este caso, en dos monumentos de memoria recuperan la acción social colectiva en un cuerpo fusionado que resemantiza el sentido de víctima. Las acciones de quienes han sido objeto de violaciones de sus derechos fundamentales potencian su agencialidad al preparar su visibilización, planificación y reflexión desde sus propósitos e intereses; las representaciones desde el presente; y su recuerdo del pasado, en conexión con la puesta en escena que proyecta futuro.

El resultado de este ritual es la creación y representación de una realidad social compartida que consiste en la materialización de narrativas ancladas al "yo" y a la experiencialidad. Así, surge una realidad simbólica, autónoma del ambiente circundante, la cual es el eje de una interacción comunicada y visible. Las expresiones del sí mismo y del otro en la situación de interacción están orientadas por códigos rituales, a través de los cuales el "yo" y el "otro" conservan sus rostros y producen su sentido de existencia. La ritualidad de la interacción cotidiana tiene el propósito comunicativo de proteger la definición del sí mismo y de la otredad. Se trata de un concepto utilizado para explicar lo que hacemos y lo que hacen otras personas: es una ideología de la vida cotidiana, apropiada y usada para atribuir, en el caso de las memorias, responsabilidad, causalidad, y atribuciones morales, éticas y sociopolíticas, como punto de partida para formular la necesidad de justicia.

Goffman (2006) señala que las interacciones-rituales gestionan formas de orientar los comportamientos de los actores sociales en comunidades concretas. El ritual produce y reproduce, en quienes participan de la interacción, emociones y sentimientos de orden moral. En el caso que se analiza del CMPR, este es el lugar donde se concreta la interacción entre los grupos de tejedoras, los teatreros, los jóvenes desplazados, los artistas y, en general, quienes participan de las prácticas culturales de las comunidades en la construcción de memoria ⸺como la música popular, las artesanías o el trenzado-, todos los cuales fomentan y consolidan espacios de transformación social centrados en la agencialidad y potencialidad de "nosotrosyo-otro"; se crean mundos material-simbólicos que se nutren de objetos. Estos símbolos son dispositivos de la memoria capaces de orientar a su comunidad, a la vez que generan un sentido de identidad. La simbología construida y portadora de sentidos involucra formas de sentir, de dirigirse y ubicarse frente a los centros de poder. Estas rutas simbólicamente permiten gestionar pertenencias, percibir presencias y determinar las afinidades y rupturas frente a los hechos victimizantes.

Los dos lugares de memoria que se referencian están signados por las luchas políticas y simbólicas, donde la tensión por las memorias es una búsqueda por la legitimidad. Pese a esto, el CMPR ha gestado un proceso donde algunos movimientos sociales, organizaciones de víctimas y sectores subalternizados agencian y se apropian de discursos, imágenes, signos y símbolos que dan espacio a la resistencia social, cuya consecuencia es convertir la hegemonía en una forma de organización de la experiencia de orden material y simbólico, para afrontar creativamente la marginalización, la discriminación y la injusticia. Las memorias de las víctimas, los testigos, los sobrevivientes, sus familias, entre otros sectores sociales, concretizan la memoria en expresiones de arte, narrativas, monumentos, jardines, etc., de manera que se insertan activamente en la lucha por la memoria, enfrentando o negociando perspectivas sobre los pasados violentos.

Los lugares de memoria, con sus tensiones, son prácticas sociopolíticas que objetivan la memoria en el espacio. Esto garantiza a las comunidades victimizadas y a la sociedad civil, formular sentidos y significados que parten de un proceso de subjetivación, en cuya ruta de construir memoria colectiva e intersubjetiva resemantiza los eventos del pasado, con la potencialidad de ser multisígnico y de insertar múltiples puntos de vista que consoliden el proceso de memoria.

En este proceso de objetivación-subjetivación, las memorias del conflicto armado colombiano y la larga historia de victimización y violación de los derechos humanos se articulan socialmente a la realidad. La memoria objetivada, en este caso en dos monumentos, le otorga al conflicto armado colombiano y a la larga secuencia de violencias un cierto sentido de evidencialidad que se ancla a la materialidad del lugar y su ineludible conexión con la espaciotemporalidad. Berger y Luckmann (2001) señalan la relevancia del proceso de visibilizar la memoria, no solo por el valor simbólico y de construcción de sentido social, sino también por sus implicaciones socioculturales y políticas. La socialización colectiva permite consolidar intersubjetivamente los conocimientos de lo que define y brinda identidad a un grupo social, expresado y materializado en tejidos sígnicos o que se ha plasmado como objetivaciones reiteradas que condensan las experiencias compartidas. En esta ruta de acciones, la agencialidad social colectiva garantiza, en alguna medida, que las experiencias sean parte de la cognición social intergeneracional y se constituyan en fuente de orientación entre colectividades que se conectan temporalmente del pasado al futuro.

Los lugares de memoria en Colombia, y en general en América Latina, pierden el sentido de formas de expresión petrificadas, pese a las racionalidades e intereses de grupos foráneos y de grupos dominantes vigentes, para ser propuestos como lugares vitales, con presencia de diversos actores sociopolíticos vinculados a los procesos de memoria con capacidad de resignificar y apropiarse de los recursos materiales, políticos y simbólicos que dan sentido a los monumentos de las víctimas de las violencias en el país.

7. Conclusiones

Se ha formulado una reflexión desde los ECDMM sobre la construcción sociodiscursiva y político-cultural de la memoria, para lo cual se abordó la espaciotemporalidad y axiología del Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Bogotá. Se analizaron las dimensiones comunicativa, simbólica y política del lugar, y su relación con el espacio-tiempo. Asimismo, se verificó que el lugar y los procesos de memoria crean un vínculo indisoluble con las categorías que lo definen semiótica e interactivamente. La construcción social de la memoria se fundamenta en la asociación que procede de las prácticas sociocomunicativas en las cuales se instalan la experiencia, la intersubjetividad y los procesos de construcción de significados. En este marco de interactividad y colectivización se define la relación espacio-memoria-lugar, en donde se entrecruzan y tejen las dimensiones simbólica, política y cultural.

La representación visual del proceso de memoria narrativizada permite abrir una discusión sobre el proceso analítico de las maneras como se expresa, en este caso, una forma estratégica de construir la imagen institucional, para legitimarla como lugar de memoria. La coexistencia de la presencia de las víctimas como actores centrales en el proceso de memoria y su manera de apropiar el lugar se puede entender como un constructo socio-histórico y como una praxis social que contribuye a definir y articular identidades, lo cual da sentido a los espacios apropiados, como condiciones para expresar el lugar de memoria. En este marco, se revisó cómo en la articulación espacio-lugar-territorio la diversidad y multiplicidad de voces dan paso a la tensión simbólica y política, con el propósito de recontextualizar y resignificar una visión del pasado.

Se ponen en tensión posiciones e idearios políticos materializados simbólicamente para visibilizar y reconocer visiones sobre el pasado y el presente violentos para verificar las responsabilidades de los diversos actores de los crímenes y las violencias contra 9 263 826 personas reconocidas como víctimas en el Registro Único de Víctimas, RUV (Unidad de Víctimas, 2022). Se formula, así, un proyecto de país en transformación donde las violaciones a los derechos humanos son acontecimientos que se deben rememorar, y, donde a través del conocimiento de sus causas estructurales, se deben desarrollar procesos de memoria entendidos como un campo de tensiones sociopolíticas en donde se disputan la legitimidad y la hegemonía con sus axiologías, articuladas al sentido de construir verdad, dignidad y justicia para las víctimas.

La memoria y los procesos que subyacen a su creación y circulación constituyen una unidad de significaciones complejas y entrecruzadas en donde se sintetiza la interacción dialógica, el espaciotiempo, poder y cultura. La memoria colectivizada llena de sentido el hacer sociopolítico y cultural de la sociedad, y circula como un discurso que contribuye a crear la realidad social de las comunidades que rememoran las comunidades. La relación memoria-espacio-lugar-territorio, expresada a través de sistemas de signos, crea un discurso que abre paso a otras acciones sociales y gesta resistencias articuladas a luchas sociopolíticas por la dignidad, la paz y el futuro.

Referencias bibliográficas

Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, 12 de noviembre de 2016. https://www.jep.gov.co/Normativa/Paginas/Acuerdo-Final.aspxLinks ]

Badawi, H. (26 de junio de 2018). La obra de Beatriz González en el Cementerio Central estaría en riesgo. Revista Arcadia. https://www.revistaarcadia.com/periodismo-cultural---revistaarcadia/articulo/obra-sobre-el-bogotazo-de-beatriz-gonzalez-en-peligro-en-administracion-depenalosa/69793Links ]

Berger, P. y Luckmann, T. (2001). La construcción social de la realidad. Amorrortu Editores. [ Links ]

Cap, P. (2010). Axiological aspects of proximization. Journal of Pragmatics, 42(2), 392-407. doi: 10.1016/j.pragma.2009.06.008 [ Links ]

Cárdenas, F. (2016). El signo paisaje cultural desde los horizontes de la antropología semiótica. AIBR: Revista de Antropología Iberoamericana, 11(1), 105-129. https://www.redalyc.org/pdf/623/62345164006.pdfLinks ]

Chilton, P. (2004). Analysing political discourse: Theory and practice. Routledge. [ Links ]

CMPR. (2022). Información general. http://centromemoria.gov.co/informacion-general/Links ]

CMPR. (2008). Centro de Memoria Paz y Reconciliación. http://centromemoria.gov.co/que-es/Links ]

Dávila, R. (2015). CMPR [Fotografía]. AXXIS. https://www.revistaaxxis.com.co/arquitectura/ centro-de-memoria-paz-y-reconciliacion/Links ]

Escobar, E. (2014). Semiótica y comunicación. Teoría de los signos y los códigos. Lengua y Sociedad, 14(1), 175-204. doi: 10.15381/lengsoc.v14i1.22613 [ Links ]

Estrada, J. (2019). El Acuerdo de paz en Colombia. Entre la perfidia y la potencia transformadora. CLACSO. [ Links ]

Goffman, E. (2006). The presentation of the self. En D. Brissett y C. Edgley (Eds.), Life As Theater: A Dramaturgical Sourcebook (pp. 129-139). Aldine Transaction. [ Links ]

Gorlée, D. (2020). Paraphrase or parasite? Chinese Semiotic Studies, 16(1), 1-46. doi: 10.1515/css-2020-0001 [ Links ]

Hodges, A. (2011). The "War on Terror" Narrative: Discourse and Intertextuality in the Construction and Contestation of Sociopolitical Reality. Oxford University Press. [ Links ]

Huffschmid, A. (2013). La otra materialidad: cuerpos y memoria en la vía pública. En M. Aguilar y P. Soto (Coords.), Cuerpos, espacios y emociones. Aproximaciones desde las ciencias sociales (pp. 111-138). Porrúa-Universidad Autónoma Metropolitana. [ Links ]

Jelin, E. (2020). La historicidad de las memorias. Mélanges de la Casa de Velázquez. Nouvelle série, 50(1), 285-290. doi: 10.4000/mcv.12902 [ Links ]

Lindström, K., Palang, H. y Kull, K. (2018). Landscape semiotics. En P. Howard et. al (Eds.), The Routledge Companion to Landscape Studies (pp. 74-90). Routledge. [ Links ]

Lleras, C. (10 de febrero de 2020). Sería fácil llamarlo censura. Detrás de los cambios del guion del Museo de Memoria de Colombia. Revista Semana. https://www.semana.com/arte/articulo/seria-facil-lla marlo-censura-detras-de-los-cambios-del-guion-del-museo-de-memoria-decolombia/80568/Links ]

Ortiz, J. P. Arquitectos. (2013). Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. ArchDaily. https://www.archdaily.co/co/760956/centro-de-memoria-paz-y-reconciliacion-juan-pablo-ortiz-arquitectosLinks ]

Peirce, Ch. (1986). La ciencia de la semiótica. Nueva Visión. [ Links ]

Ramírez, B. y López, L. (2015). Espacio, paisaje, región, territorio y lugar: la diversidad en el pensamiento contemporáneo. Universidad Nacional Autónoma de México. [ Links ]

Ricoeur, P. (2010). La memoria, la historia, el olvido. FCE. [ Links ]

Sánchez, G. (2019). Memorias, subjetividades y política. Planeta. [ Links ]

SIVIC. (2020). Víctimas residentes en Bogotá. Observatorio Distrital de Víctimas. https://observatorio.victimasbogota.gov.co/sites/default/files/documentos/2020.07%20BoletinVBC%20%281Julio%29.pdfLinks ]

Tenbrink, T. (2011). Reference frames of space and time in language. Journal of Pragmatics , 43(3), 704-722. doi: 10.1016/j.pragma.2010.06.020 [ Links ]

Unidad de Víctimas. (2022). Reportes. https://www.unidadvictimas.gov.co/es/registro-unico-devictimas-ruv/37394Links ]

van Dijk, T. (2016). Discurso y conocimiento. Gedisa. [ Links ]

Agradecimientos: La autora agradece las observaciones y sugerencias señaladas por los miembros del Grupo de Análisis del Discurso Mediático y del grupo de jóvenes investigadores del Observatorio Nacional de Memoria (ONALME-UNAL), así como los aportes de otros colegas y estudiantes a través de largas conversaciones.

Financiamiento: La investigación se realizó sin financiamiento. Este artículo se ha elaborado en el marco del proyecto de investigación SPEME Horizon 2020 (Questioning Traumatic Heritage in Spaces of Memory in Europe, Argentina and Colombia). Project ID: 778044. Código Hermes: 39463 de la Universidad Nacional de Colombia.

Recibido: 12 de Marzo de 2022; Aprobado: 27 de Julio de 2022; : 05 de Diciembre de 2022

Correspondencia: ngpardoa@unal.edu.co

Contribución del autor: Neyla Pardo participó en la concepción y diseño del artículo. Neyla Pardo y Camilo Rodríguez contribuyeron en el análisis y en la interpretación de los datos. Los autores aprueban la versión que se publica en la revista.

Conflicto de intereses: La autora no presenta conflicto de interés.

Neyla Graciela Pardo Abril es doctora en Lingüística Hispánica. Profesora titular e investigadora del Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura (IECO) y Departamento de Lingüística de la Universidad Nacional de Colombia. Investigadora emérita (Minciencias-UNAL) y líder del Grupo Colombiano de Análisis del Discurso Mediático y del Observatorio Nacional de Memoria (ONALME). Actual vicepresidente para las Américas IASS-AIS.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons