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Lengua y Sociedad

versión impresa ISSN 1729-9721versión On-line ISSN 2413-2659

Leng. Soc. vol.21 no.2 Lima jul./dic. 2022  Epub 05-Dic-2022

http://dx.doi.org/10.15381/lengsoc.v21i2.24203 

Reseñas

Deleuze Gilles y Guattari Féliz. (2004). Mil mesetas: Capitalismo y esquizofrenia. España: Pre-textos Editorial. ISBN 84-8508195-1

1 Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Colombia. diana.granados@uptc.edu.co

El lenguaje no es ni informativo ni comunicativo, no es comunicación de información, sino algo muy distinto, transmisión de consignas (p.84).

Deleuze, problematizador del concepto de representación, la dualidad entre el sujeto-objeto y Guattari, fundador de la ecosofía (búsqueda de una sabiduría para habitar en el planeta), en el capítulo cuarto del libro Mil Mesetas, presentan una crítica a la lingüística, en la que arguye el camino ideológico por el que se edificaron el estructuralismo y la pragmática, al comprender el lenguaje como un ser universal disipado por variables que lo transforman. Para los autores, el lenguaje es, en sí, un cuerpo heterogéneo en constante cambio, un rizoma y el enunciado, una consigna.

El lenguaje sería informativo y comunicativo

Deleuze y Guattari (2004) proponen cuestionar cómo la función informativa se cumple en la comunicación dada en la escuela. Para el caso, los autores no objetan los mecanismos de sujeción en los cuales se ve el educando sometido a informarse, a obedecer, es decir, "la orden siempre está basada en órdenes, por eso es redundancia" (p.81). La redundancia se presenta en este texto como el significante que se "extrapola más allá del signo", la cual tiene dos formas, a saber, "frecuencia y resonancia". La primera concierne a la significancia de la información, la segunda (YO=YO) la cual hace referencia a la subjetividad de la información" (p. 85). Esa provocación es conducida posteriormente a cuestionar la división que se hace a las funciones del lenguaje, al fraccionar la unidad entre la enunciación y el acto performativo del enunciante, desconociendo la relación del acto perlocutivo (los efectos) de la expresión para determinar un sentido discursivo. La lingüística había separado la enunciación de la acción del sujeto, por ejemplo, las acciones de suplicar, implorar, imponer frente al otro, hacen parte del enunciado, y determinan el modo y sentido del mismo. Esa focalización de la lingüística cae en el error de ver al lenguaje como una expresión fonética desarticulada de la acción y del cuerpo.

Otro contraargumento para demostrar el carácter no informativo del lenguaje, ya que consideran que informar remite a la posibilidad de transmitir lo que se ve y plasmarlo en lo decible; sin embargo, el lenguaje más que tomar esa dirección, se mueve en la dimensión de lo invisible. Lo anterior, se ve ejemplificado en el análisis del lenguaje de las abejas: estas señalan que existe miel en un lugar mediante un movimiento circular a las otras, sin embargo, aunque lo indiquen, no comunican, pues les está impedido decir a las otras abejas la ausencia de miel; esa invisibilidad, además, implica otro tipo de ausencia en la comunicación, que es comunicarse para un tercero. Obsérvese la forma en que los autores incluyen este argumento en su ensayo:

Benveniste niega que la abeja tenga un lenguaje, aunque disponga de una codificación orgánica, e incluso utilice tropos. La abeja no tiene lenguaje, porque aunque es capaz de comunicar lo que ha visto, es incapaz de transmitir lo que le han comunicado. La abeja que ha percibido un botín puede comunicar el mensaje a las que no lo han percibido; pero la que no lo ha percibido no puede transmitirlo a otras que tampoco lo hayan percibido. El lenguaje no se contenta con ir de un primero a un segundo, de alguien que ha visto a alguien que no ha visto, sino que va necesariamente de un segundo a un tercero (Deleuze y Guattari, 2004, pp. 83-84).

En el argumento anterior, Deleuze y Guattari (2004) al fijar su posición sobre el concepto de información, están explícitamente desarticulando el concepto de verdad dentro de la comunicación, debido a que la pretensión de informar es consagrar que un enunciado pueda mostrar los hechos sin interferencias ideológicas. Además, conlleva a comprender el lenguaje como un duplicado de la realidad, en vez de considerarlo como un mapa en el que transitan los sujetos, es decir, "el lenguaje es transmisión de palabra que funciona como consigna1, y no comunicación de un signo como información. El lenguaje es un mapa, no un calco" (p. 83). Al considerarlo como un mapa, el lenguaje dejaría de cumplir la función de informar, pues no sería una articulación de lo visible a lo decible, sino un sentido construido socialmente dentro un contexto. Un enunciado cambia de sentido dentro de un contexto a otro, encasillar dentro de una constante un enunciado es concebirlo fuera de su enunciación, es sacarlo de su contexto, y por ello, quitarle su sentido:

Cualquiera puede gritar ―decretó la movilización general, pero es un acto de infantilismo o de demencia, y no un acto de enunciación, si no hay una variable efectuada que da derecho a enunciar. Y lo mismo puede decirse de -te amo-, que no tiene ni sentido ni sujeto, ni destinatario, al margen de las circunstancias que no se contentan con hacerlo creíble, sino que lo convierten en un verdadero agenciamiento, un marcador de poder, incluso en el caso de un amor desgraciado (también por voluntad de poder se obedece...). Ahora bien, el término general de circunstancias no debe hacernos creer que se trata únicamente de circunstancias externas: -Lo jurono es lo mismo si se dice en familia, que si se dice en la escuela, en un amor, en el seno de una sociedad secreta, al tribunal: no es lo mismo, pero tampoco es el mismo enunciado; no es la misma situación de cuerpos, pero tampoco es la misma transformación incorporal (Deleuze y Guattari, 2004, p. 87).

Teniendo en cuenta lo anterior, el discurso cambia de sentido según el mapa en que transita, entre los agenciamientos colectivos de enunciación2. Obsérvese cómo el concepto de clase se ha transformado en la época contemporánea, pues se entiende que la clase obrera, también es un cuerpo heterogéneo donde confluyen unos trabajos en los que se aliena el cuerpo y por consiguiente la mente en cambio de otros, en los que la mente puede lograr con mayor facilidad su emancipación. Sin ir más lejos, se puede tomar como ejemplo la frase, " proletarios de todos los países, uníos", por consiguiente, fue catapultada por la primera internacional, comprendiendo que el comunismo no podía triunfar, pues la economía es una relación no solo interna dentro de una nación sino internacional. El capitalismo se había consolidado bajo el imperialismo, y ahora el comunismo no debía ganar de forma local, sino mundial. Pero esa consigna puede modificarse históricamente y tomar otros rumbos, asimismo perder todo el sentido y posteriormente desaparecer para ser reemplazada por otras. De este modo, se puede inferir que la compresión del lenguaje va más allá de la mirada microscópica en la que se analiza un enunciado en el contexto, al ser vista a la luz de los avatares de la historia. Según afirma Meneses (2019):

La relación lenguaje-cultura-sociedad es una relación intrínseca que particulariza la mente y el comportamiento sociocultural de una persona, sin negar por ello la dimensión universal del pensamiento y el comportamiento del ser humano, por un lado, ni la dimensión individual de ambos procesos, por el otro (p. 142).

Lo anterior, relaciona el lenguaje desde un contexto cultural que marca al individuo y le da identidad. Asimismo, se alimenta, según los autores, de la pragmática y a la vez de la semántica y afirman sobre una mirada en la que las dos quedan obtusas, ya que, si bien se han liberado de la visión morfológica y sintáctica de la lingüística tradicional, están limitadas o por el análisis coyuntural del enunciado o por la búsqueda de reglas en la organización del sentido, sin comprender que este se configura dentro del conjunto social e histórico. Así, concluyen en contra de la visión comunicativa e informativa de la pragmática afirmando que: "La verdadera intuición no es el juicio de gramaticalidad, sino la evaluación de las variables internas de enunciación relacionadas con el conjunto de las circunstancias" (p. 88). Un enunciado implica comprender varias variables del contexto que se tejen en la enunciación, pues dicho sentido se descubre como una intención comunicativa bajo ciertas circunstancias.

Luego de la crítica a las funciones de lenguaje, los autores discuten de forma contundente la relación entre los estudios lingüísticos y las relaciones hegemónicas e ideológicas, al cuestionar tanto los estudios estructuralistas como los de la pragmática, afirmando que los primeros incurren en el error de considerar la lengua como un cuerpo sólido inmutable, y los segundos, conciben el lenguaje como un movimiento entre la solidificación de estructuras y el movimiento alterno de variables. "Las variables de expresión son inseparables de las variables de contenido en constante interacción" (p.95). En esa medida, la pragmática es una continuidad del estructuralismo, pues al buscar los estados de fuga de las modificaciones lingüísticas está admitiendo el imperio de un lenguaje dominante.

Ese problema se observa en la dicotomía entre estructura (sistema) y variable (fónica, léxica, gramatical, discursiva), cuando estas son un calificativo que se mide en relación con la modificación de la estructura. En concordancia con ello, el lenguaje se observa bajo un doblez en el que existe una homogeneidad imperante tergiversada por derivaciones heterogéneas, perspectivas y postulados que subyacen en la pragmática al continuar con una visión y definición del lenguaje estructuralista:

Ni el contenido es un significado, ni la expresión un significante, sino que los dos son variables de agenciamiento. Nada se avanza mientras que no se relacione directamente las determinaciones pragmáticas, pero también semánticas, sintácticas y fonológicas, con los agenciamientos de enunciación de los que dependen (Deleuze y Guattari, 2004, p.95).

Las teorías chomskianas, entonces, al tener en cuenta los valores pragmáticos en funciones de discurso intervienen en "modelos de rizoma", es decir, no pueden seguir con las líneas de subordinación jerárquica. "Desde ese punto de vista, la interpenetración de la lengua con el campo social y los problemas políticos están en lo más profundo de la máquina abstracta, y no en la superficie" (p.95). En una puesta del nuevo marxismo, los conceptos de base y superestructura generan en los individuos formas de pensar que son sociales, pero también son elementos individuales que representan formas de sentir y de ver el mundo.

Los autores arguyen en favor de su tesis, la división entre idioma y dialecto, mostrando cómo el patrón de la lengua inglesa es contrastado con algunas formas dialectales en países africanos o en guetos. Analizar el dialecto como algo periférico al idioma, demuestra una concepción ideológica a favor de un imperialismo lingüístico. La razón se debe a que siempre el lenguaje se está modificando, es decir, es dinámico, en esa medida la división homogeneidad/ heterogeneidad es una consagración de poder. El lenguaje se comporta como un cuerpo heterogéneo sin corresponder a esa dualidad.

Por ello, para los autores estudiar las variables, es un síntoma ideológico en el que se ve reflejado la aceptación de patrones homogeneizantes. El lenguaje por esencia es heterogéneo. Nuestros autores conciben el estructuralismo y la consecución de su forma de comprender el lenguaje de manera ideológica del siguiente modo:

Formar frases gramaticalmente correctas es, para el individuo normal, la condición previa a toda sumisión a las leyes sociales. Nadie puede ignorar la gramaticalidad, los que la ignoran dependen de instituciones especiales. La unidad de una lengua es fundamentalmente política. No hay lengua madre, sino toma de poder por una lengua dominante, que unas veces avanza sobre un amplio frente, y otras se abate simultáneamente sobre diversos centros. Se pueden concebir distintas maneras de homogeneizar una lengua, de centralizarse: la manera republicana no es forzosamente la misma que la real, y no es la menos dura. (Deleuze y Guattari, 2004, p. 104).

El dialecto se termina viendo como la "enfermedad" que sale del patrón, esto es, la totalidad es la normalización y la heterogeneidad una deformidad. Pero, además, ideológicamente Deleuze y Guattari (2004), muestran otras consecuencias que tiene esta perspectiva lingüística: que al agrupar un cuerpo totalizante y unos minoritarios, se está reafirmando el concepto de dominación, ¿quiénes son las minorías, sino cuerpos desobedientes que no han aceptado ajustarse a los patrones?

Estudiar los grupos minoritarios como una heterogeneidad que emana del patrón es indirectamente reafirmar el poder de la homogeneidad y la búsqueda de la totalización en alusión a la sociedad. Podría decirse, entonces, que es lo más antidemocrático, y que la defensa de la diferencia puede convertirse en una legitimación del totalitarismo lingüístico:

La noción de minoría, con sus referencias musicales, literarias, lingüísticas, pero también jurídicas, políticas, es una noción muy compleja. Minoría y mayoría no sólo se oponen de forma cuantitativa. La mayoría implica una constante, de expresión o de contenido, como un metro-patrón con relación al cual se evalúa. Supongamos que la constante o el patrón sea Hombre-blanco-macho-adultourbano-hablando una lengua standard-europeo-heterosexual cualquiera (el Ulises de Joyce o de Ezra Pound). Es evidente que ―el hombre tiene la mayoría, incluso si es menos numeroso que los mosquitos, los niños, las mujeres, los negros, los campesinos, los homosexuales..., etc. Y la tiene porque aparece dos veces, una vez en la constante, otra en la variable de la que se extrae la constante (Deleuze y Guattari, 2004, p. 103).

Entonces, así como el concepto de heterogeneidad quedaba subyugado al concepto de patrón homogéneo, el concepto de minoritario queda subyugado al concepto de mayoritario y el concepto de variable al de constante. Esa analogía en la exposición de los autores permite comprender que la lingüística se ha adelantado a comprender lo diferente dentro de lo universal, sin todavía comprender que la realidad del lenguaje responde a un rizoma, a un cuerpo heterogéneo siempre cambiante. El estudio entre constante y variable sigue permeado por una ideología totalizante, lo anterior se ve reflejado en varios apartados del texto, pues, "cualquier determinación distinta de la constante será, pues, considerada como minoritaria, por naturaleza y cualquiera que sea su número será considerado como un subsistema o como fuera del sistema" (p.108).

El lenguaje no es un sistema fijo que tiene variaciones que atraviesan de un sistema a otro, sino que es un sistema mismo de variación, es decir, el lenguaje es todo lo contrario a un sistema. Así, el cambio lingüístico no es producido por una ruptura sino por una modificación gradual de frecuencia, por coexistencia y continuidad de usos diferentes "pero la pragmática ha venido interna a la lengua, inmanente, e incluye la variación de todo tipo de elementos lingüísticos" (p. 98). Los registros pueden ser diferentes, y en un enunciado de acuerdo al uso, pueden variar según sus efectuaciones que podrían ser ilimitadas.

La escuela y el sistema nos aboca a pensar en la estructura, a "formar frases gramaticalmente correctas" que llevan al individuo a una sumisión de formas estándar. Por tanto, "la unidad de la lengua es fundamentalmente política" (p.104) ¿acaso no fueron los imperios y las conquistas una muestra clave del poder que subyace en el lenguaje? Unificar el idioma es permitir, entonces, que el imperio se extienda. Lo homogéneo sigue siendo el centro y lo heterogéneo la periferia, y en ese orden la constante se opone a la variable. En suma, "la cuestión no es reterritorializarse en un dialecto, sino desterritorializar la lengua mayor" (p. 107). Las lenguas subestándar no existen "en sí mismas", solo existen en relación con una lengua mayor. El individuo es el encargado de encontrar su idiolecto "en el cual convertirá en menor su propia lengua mayor" y "utilizar la lengua menor para hacer huir a la lengua mayor".

Al final, existe una lucha lingüística contra la muerte, las personas mueren, pero se hereda la lengua la cual permanece, sin embargo, al mismo tiempo muta. Así como buscamos la inmortalidad, tal vez busquemos ante la muerte de la lengua una constante, o una estructura como si buscásemos permanecer vivos.

Referencias bibliográficas

Deleuze, G. y Guattari, F. (2004). Postulados de la lingüística, en Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-textos Editorial. [ Links ]

Meneses, N. (2019). Dos postulados lingüísticos del quechua: certidumbre y calidez. Lengua y Sociedad, 18(2), pp. 139-154. doi: 10.15381/lengsoc.v18i2.22333 [ Links ]

Notas:

1Delueze y Guattari (2004) proponen el término de consigna como la relación de cualquier palabra o enunciado con presupuestos implícitos, es decir, con actos de palabra que se realizan en el enunciado, y que sólo pueden realizarse en él. Las consignas no remiten, pues, únicamente a mandatos, sino a todos los actos que están ligados a enunciados por una obligación social (p.84).

2Para los autores mencionados los agenciamientos incluyen dos segmentos, uno de contenido y otro de expresión. El agenciamiento colectivo de enunciación refiere a los actos y enunciados que tienen transformaciones incorporales que se atribuyen a los cuerpos.

Aprobado: 13 de Agosto de 2022; : 05 de Diciembre de 2022

Diana Carolina Granados Robles es candidata a doctora en Lenguaje y Cultura de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC). Pertenece al grupo de investigación Lenguaje y Educación de la Universidad Tecnológica de Colombia (UTP). Se desempeña como docente de la Facultad de Estudios a Distancia (FESAD) de la UPTC y tutora del Programa Todos a Aprender del Ministerio de Educación Nacional (MEN). Sus principales campos de interés son la sociolingüística, la pragmática y la educación.

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