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Lengua y Sociedad

versión impresa ISSN 1729-9721versión On-line ISSN 2413-2659

Leng. Soc. vol.22 no.1 Lima ene./jun. 2023  Epub 12-Mayo-2023

http://dx.doi.org/10.15381/lengsoc.v22i1.23667 

Artículos académicos

Actores y comunidades de debate social

Actors and communities of social debate

Atores e comunidades de debate social

1 Universidad de Almería (CySOC), Almería, España. amhernan@ual.es

2 Universidad de Almería (CySOC), Almería, España. aai957@ual.es

Resumen

El debate social es un hipergénero que permite abordar el intercambio de discursos públicos sobre temas socialmente relevantes, tal y como se ha venido desarrollando, desde hace años, con relación a la salud y la enfermedad, o a los procesos migratorios. Se destaca la necesaria interrelación de elementos superestructurales (actores, géneros y elementos contextuales), macroestructurales (dinámica temática), mesoestructurales (argumentación) y microestructurales (elementos fónicos, grafémicos, morfológicos o léxico-semánticos que regulan la intensidad del discurso) si se pretende, desde el análisis del discurso, brindar una respuesta ambiciosa a problemas sociales muy complejos. Hay categorías que, en esos modelos anteriores, reclamaban un análisis más detallado. Los tipos de actores que se comunican y sus agrupaciones constituyen buenos ejemplos. En este artículo, se ofrece una nueva sistematización de actores (y acciones) y se propone una nueva unidad de análisis: la comunidad de debate social. Al respecto, se plantea y ejemplifica los siguientes tipos de actores sociales: hipoactores, microactores, mesoactores, macroactores, superactores e hiperactores. Asimismo, se presentan los tipos de agrupaciones comunitarias de debate social: precomunidad, subcomunidad, comunidad, mancomunidad, supracomunidad e hipercomunidad. Por último, se amplía la descripción de las acciones asociadas a la intervención directa en los problemas de los que se habla y en su posible solución.

Palabras clave: análisis crítico del discurso; debate social; comunidad de debate; actores sociales; discurso político

Abstract

Social debate is a hypergenre that allows for the exchange of public discourses on socially relevant topics, as it has been developing for years in relation to health and illness, including migration processes. The necessary interrelation of superstructural (actors, genres and contextual elements), macrostructural (thematic dynamics), mesostructural (argumentation) and microstructural (phonic, graphemic, morphological or lexical-semantic elements that regulate the intensity of discourse) elements is highlighted if discourse analysis is to provide an ambitious response to very complex social problems. There are categories which, in these earlier models, called for a more detailed analysis. The types of actors who communicate and their groupings are good examples. This article offers a new systematisation of actors (and actions) and proposes a new unit of analysis: the social discussion community. The following types of social actors are presented and exemplified: hypoactors, microactors, mesoactors, macroactors, superactors and hyperactors. It also presents types of social discussion community groupings: precommunity, subcommunity, community, commonwealth, supracommunity and hypercommunity. Finally, the description of actions associated with direct intervention in the problems discussed and their possible solution is expanded.

Keywords: critical discourse analysis; social debate; community of debate; social actors; political discourse

Resumo

O debate social é um hipergénero que permite o intercâmbio de discursos públicos sobre temas socialmente relevantes, como tem vindo a desenvolver-se há anos em relação à saúde e à doença, incluindo os processos de migração. A necessária inter-relação de elementos superestruturais (actores, géneros e elementos contextuais), macroestruturais (dinâmica temática), mesoestruturais (argumentação) e microestruturais (elementos fónicos, grafémicos, morfológicos ou lexicais-semânticos que regulam a intensidade do discurso) é destacada se a análise do discurso quiser dar uma resposta ambiciosa a problemas sociais muito complexos. Há categorias que, nestes modelos anteriores, exigiam uma análise mais detalhada. Os tipos de actores que comunicam e os seus agrupamentos são bons exemplos. Este artigo oferece uma nova sistematização de actores (e acções) e propõe uma nova unidade de análise: a comunidade de discussão social. Os seguintes tipos de actores sociais são apresentados e exemplificados: hipoactores, microactores, mesoactores, macroactores, superactores e hiperactores. Apresenta também tipos de agrupamentos comunitários de discussão social: pré-comunidade, subcomunidade, comunidade, commonwealth, supra-comunidade e hipercomunidade. Finalmente, a descrição das acções associadas à intervenção directa nos problemas discutidos e a sua possível solução é alargada.

Palavras-chave: análise crítica do discurso; debate social; comunidade de debate; actores sociais; discurso político

1. Introducción

Uno de los principales objetivos que presentan los estudios críticos del discurso es el análisis de la expresión semiotextual de la compleja dinámica de debate que los seres humanos utilizamos para abordar problemas sociales relevantes. Así se propuso en torno al discurso sobre la inmigración (Bañón, 2002, por ejemplo) y también para el discurso sobre la salud y la enfermedad (Bañón, 2018). La unidad de referencia para el análisis fue el hipergénero debate social. Se sostiene que el debate social es un marco adecuado para "esclarecer la complejidad de la operación verbal en su integridad decidora" (Ramón, 2010, p. 159). En este sentido, se destacaba en trabajos anteriores, la necesaria interrelación de elementos superestructurales (actores, géneros y elementos contextuales), macroestructurales (dinámica temática), mesoestructurales (argumentación) y microestructurales (elementos fónicos, grafémicos, morfológicos o léxico-semánticos que regulan la intensidad del discurso) para un mejor conocimiento del intercambio de discursos públicos sobre un determinado objeto de estudio.

En lo que respecta a los actores, se utilizaba tres categorías esenciales, según su menor o mayor grado de explicitud textual: actores, agentes y actantes. Y se ofrecía, igualmente, tres grandes tipos de actores: macroactores (políticos y medios de comunicación), mesoactores (colectivos empresariales, sociales y profesionales) y microactores (individuos y familia). Además, se propuso tres posibles funciones asociadas a esos actores: proactores (quienes defienden lo dicho o hecho por un determinado colectivo), retractores (quienes se muestran en contra de ese colectivo) y refractores (quienes no se implican en los problemas de ese colectivo). Se planteó, igualmente, una caracterización de los actores a partir de las siguientes variables: identidad (edad, nacionalidad, formación o adscripción a un grupo, por ejemplo), responsabilidad (posición y funciones desempeñadas en un colectivo, fundamentalmente), extensión (experiencia o productividad, entre otras), estilo (empatía o compromiso social) y proyección (expectativas o capacidad de traslación a la sociedad) (Bañón, 2018).

El propósito del estudio es ofrecer un marco teórico más amplio en relación con los modelos anteriores. Más concretamente, se busca ampliar sustancialmente los tipos de actores y de acciones e incorporar la noción de comunidad de debate social, a partir de la cual se establecen nuevas categorías que reflejan más adecuadamente las agrupaciones de actores que se expresan en los foros que se ocupan de esos problemas socialmente relevantes, así como las intervenciones que se realizan para buscarles soluciones convenientes. Así, por ejemplo, se establece una separación entre actores con responsabilidad política y actores relacionados con los medios de comunicación. Los primeros pasarán a ser considerados, junto con los actores del ámbito jurídico, como superactores. Los segundos ocuparán la posición de hiperactores por su importancia en la generación y transmisión de discursos. Estas y otras categorías facilitarán, además, analizar conjuntos de empresas o de entidades que coinciden en un objetivo, en un evento o accidente; por ejemplo, en el desastre del Exxon Valdez.

El apartado 2 estará dedicado, pues, a la descripción de las agrupaciones de actores: precomunidades y subcomunidades de debate social (2.1), comunidades de debate social (2.2), mancomunidades de debate social (2.3), supracomunidades de debate social (2.4) e hipercomunidades de debate social (2.5). El apartado 3 ofrecerá herramientas para el estudio de las acciones y de los grupos de acciones. Por último, el artículo finaliza con un apartado de conclusiones (4).

2. Identidades y agrupaciones de actores

La movilización comunitaria "es una de las características esenciales de los actores sociales" (Touraine, 1987, p. 88). Además, se sabe que "no existen actores sociales que puedan ser definidos por una sola dimensión (…) Todos los actores sociales son a la vez segmentados, multidimensionales y heterónomos" (Touraine, 1987, p. 84). Esta es la base para el desarrollo del análisis. La identidad es un concepto clave para el estudio del intercambio público de discursos sobre temas socialmente relevantes (Benwell y Stokoe, 2006). Esas identidades pueden ser próximas, en ocasiones, a la mitificación de actores (Pfleger, 2022). De forma continua, vamos sumando círculos identitarios que nos acaban convirtiendo, muy pronto, en actores con identidades múltiples, que se interrelacionan en comunidades (Knoke et al., 2021). Lemke (2001) afirma que la actividad cooperativa entre los seres humanos solo es posible gracias a que crecemos y vivimos dentro de amplias organizaciones sociales y de instituciones que nos proporcionan una cultura de comunidad (p. 296). Es importante recordar por otro lado, la tradicional presencia de la comunidad de habla en el trabajo de etnolingüistas y sociolingüistas (Gumperz, 1972); no es, pues, ajeno, ni mucho menos, al análisis del discurso. Tampoco lo es el concepto de comunidad de práctica (Lave y Wenger, 1991). Comunidad también se ha utilizado en la teoría de redes de actores, siendo interpretada como un conjunto de nodos interconectados y estructurados alrededor de una idea o de un interés común (no es casualidad que se hable, en el debate público, precisamente, de grupos de interés). Esto genera, igualmente, un sentimiento de pertenencia a un mismo colectivo (Knoke et al., 2021).

Se propone incorporar el concepto comunidad de debate al análisis discursivo de la realidad social. En las siguientes páginas, se indagará en torno a la descripción de precomunidades, subcomunidades, comunidades, mancomunidades, supracomunidades y, en un plano diferente, hipercomunidades de debate social.

2.1. Precomunidades y subcomunidades de debate social

Aun reconociendo que las identidades incluyen no únicamente lo que percibimos que somos, sino también la percepción que los demás tienen de nosotros, se puede hablar de un primer círculo identitario, que incluye la caracterización individual básica de ese actor desde el punto de vista de la edad, el sexo, la nacionalidad o el nivel educativo y socioeconómico. Este círculo cubriría, de forma preferente, la esfera de la privacidad del individuo. Es la precomunidad de debate social y los individuos son hipoactores sociales. Se habla de precomunidad de debate porque se entiende, como Knoke et al. (2021), que hay que valorar también el potencial de participación en debates sobre cuestiones sociales. Ellos lo indican en relación con los debates sobre políticas públicas.

El segundo círculo determinaría un entorno familiar e incluso, más adelante, en un colectivo de amistades (incluidas las generadas a través de actividades de ocio o de aficiones compartidas), de vecinos o compañeros de estudio. Es una esfera comunicativa semiprivada. En la presente propuesta, estos actores son concebidos como microactores de una subcomunidad de debate social. Las subcomunidades pueden tener una dimensión micro (local o regional, LOC/REG), meso (nacional, NAC) o macro (internacional, INT). Internet ha facilitado el mantenimiento de vínculos familiares o de amistad de carácter transnacional a partir de actores que, voluntaria o involuntariamente, han migrado.

Los microactores establecen una dinámica reticular que puede ser muy compleja: "nuestros padres, los parientes de nuestros padres, que son, a su vez, nuestros parientes, y los amigos de nuestros parientes, que muchas veces son nuestros amigos. Al mismo tiempo, cuando crecemos vamos generando una red personal concreta" (Requena, 1989, p. 146). Las subcomunidades de debate tienen una notable carga emocional y también instrumental. Por ejemplo, son los primeros apoyos a los que se consulta ante problemas domésticos de índole económica.

La mencionada dinámica reticular se refleja en numerosas características. Para fines de la investigación se estima que, en el análisis de subcomunidades de debate (y en los otros tipos de comunidades presentados en los próximos epígrafes), resulta pertinente observar la localización de los actores implicados, la densidad e intensidad de la subcomunidad, la direccionalidad y la accesibilidad de sus componentes, y la duración y frecuencia de los vínculos entre ellos (Requena, 1989). En efecto, los estudios de las redes de actores aluden a la localización o al anclaje para referirse a la posición más central o más periférica que ocupa el actor específico sobre el que se quiere hacer una determinada interpretación social o, para el propósito del estudio sociotextual, en el conjunto de la subcomunidad; sería el actor inicial. Pensemos en una aproximación al estudio de una familia desde el punto de vista de una mujer para el análisis de redes basadas en el matriarcado; esta mujer sería la actora localizada en el punto central del análisis. La densidad expresa el número de actores vinculados (nodos). Se puede establecer, por ejemplo, los vínculos familiares de cuatro generaciones a partir de la mujer localizada anteriormente; una generación compartida con hermanas y hermanos, otra por encima (su padre y su madre) y dos por debajo (sus hijos e hijas, y sus nietas y nietos). La intensidad determina el grado de influencia que tienen unos actores sobre otros. La edad puede resultar relevante para determinar la influencia de unos actores con respecto a otros en un entorno familiar, aunque también pueden influir otras características (el éxito o el carisma, por poner dos ejemplos sencillos). La direccionalidad se ocupa de establecer la reciprocidad o no reciprocidad de los vínculos entre actores, así como la extensión física y la trazabilidad de tales vínculos. Si una parte de la familia tiene más descendencia, aumentará la red en esa dirección. La accesibilidad representa la conexión directa o indirecta (con intermediarios o sin intermediarios) entre actores de la subcomunidad; a ello se complementa los movimientos realizados para acceder al debate social e incluso hacerlo desde grupos más grandes. No es infrecuente, por desgracia, que las disputas hagan que un familiar se desvincule de otro y que puedan llegar a comunicarse a través de un tercer componente de la red y no de forma directa. La duración recuerda el hecho de que los grupos o pregrupos (y los vínculos entre sus actores) pueden tener un largo recorrido o pueden ser coyunturales. Finalmente, la frecuencia confirma la presencia de contactos comunicativos y de acción repetitiva entre actores. Probablemente, la familia más próxima (padres e hijos) tendrán interacciones vinculantes más duraderas y más frecuentes. Habría que recordar estas definiciones ya que son aplicables a los grupos más extensos en los que se indagará más adelante.

Los hipoactores y los microactores, con todo, pueden tener, en ocasiones, una trascendencia pública, siendo simplemente mostrados en discursos socialmente compartidos. O, incluso, expresando, directa o indirectamente, sus opiniones mediante testimonios sobre algo que les afecta (por ejemplo, en personas que han sido desahuciadas, que viven en la calle o que acaban de llegar a nuestro país como solicitantes de asilo y a los que se pide opinión) o mediante su consideración como testigos de algo que ha ocurrido o que está ocurriendo, aunque no les afecte directamente. Al respecto, della Porta y Diani (2011) aluden a los "intentos individuales concretos de frenar el avance de las amenazas, reparar casos de injusticia y promover alternativas a la organización de la vida social y la actividad económica" (p. 23). Ambos también expresan este proceso mediante la referencia a cómo el nivel micro del individuo da lugar a fenómenos macro. Por otro lado, cuando se alude a la opinión pública o a lo que se indica en encuestas electorales, se está concibiendo, en verdad, al ciudadano en tanto que microactor, representado -eso sí- como con capacidad para incidir de forma determinante cada cuatro años en la vida pública.

Los medios de comunicación suelen abonar la presencia de estos hipoactores y microactores en sus noticias o reportajes. Los límites entre lo público y lo privado, pues, no son siempre fijos e inamovibles. Si las familias o los grupos de amistad deciden implicarse en temas socialmente relevantes y hacerse escuchar públicamente, se podría decir que su naturaleza semiprivada trascendería puntualmente hacia el debate público. Pudiera ocurrir que "lo que nace como un lugar de encuentro privado sea capaz de trascender sus límites iniciales (…) aunque, eso sí, aunando lo particular con la referencia global" (Gurrutxaga, 1993, p. 213). Es lo que ocurre cuando, por ejemplo, nos enteramos de que un club de amigos hace una actividad o prepara una campaña para recaudar fondos para una ONG o para ayudar a la investigación de la enfermedad que padece otro amigo, un familiar, un vecino, un desconocido, etc.

Hay que decir también que los círculos familiares, de amistad o de vecindad suelen tener un impacto notable en las decisiones que los microactores puedan tomar con respecto a la vinculación posterior a círculos identitarios mayores (ideológicos o religiosos, entre otros) y, por consiguiente, a la transición hacia la esfera de lo público. La escasez, la ausencia o la desaparición de círculos de amigos, por ejemplo, pueden originar una desconexión con respecto a esas futuras vinculaciones grupales, como sucede con personas mayores, personas con discapacidades severas o con algunas patologías crónicas que pueden pasar por la angustiosa sensación de quedarse (o sentirse) solas e incomunicadas, "sin adscripción a grupos" (von Wiese, 1993, p. 268). Valdría decir que carecen de individuos que actúen como conectores por la ausencia o escasez de canales compartidos, ya sean formales (Diani, 2015) o informales (Knoke et al., 2021).

No es extraño escuchar a importantes representantes políticos que, en sus intervenciones públicas sobre ciertos temas, dicen ser también madres o padres, para pasar por microactores y, así, aproximarse al conjunto de la ciudadanía. Microactor, por tanto, no es, como tampoco lo es el resto de tipos que se describen más adelante, una categoría estática, sino dinámica.

En un modelo ideal, hipoactores y microactores, para conseguir la participación en foros públicos de interacción, entrarían en una fase previa de agrupamiento, que no ha de ser vista como la mera agregación de personas (Knoke et al., 2021). Esta fase está conformada, en lo particular, por cuatro etapas fundamentales. En la primera, se produciría un reconocimiento de las unidades entre sí sobre la base de afinidades o intereses comunes. Ese reconocimiento (de uno mismo hacia los demás y de los demás hacia uno mismo) se puede dar, por ejemplo, en la participación en eventos públicos o en manifestaciones organizadas o espontáneas que se producen alrededor de un problema social determinado, y puede convertirse en la confirmación misma de la pertenencia a ese grupo (Diani, 2015). Sobre esa afinidad de grupo (Diani, 2015) o ese interés, en un segundo momento, se establecerían fórmulas o estrategias de aproximación que, en caso de resultar exitosas, conducirían a una constitución como grupo de interlocución y, finalmente, a un proceso (más o menos abierto) de afiliación y expansión (con o sin herramientas de filtraje de los nuevos miembros interesados en pasar de hipoactores o actores desagrupados a actores sociales agrupados).

La ausencia de respuestas gubernamentales ante los desastres ecológicos surgidos en las costas gallegas (que tuvieron su muestra más significativa en el naufragio del Prestige) se ha indicado como motivo del surgimiento de lo que, en correspondencia con el estudio, se denomina subcomunidad de debate social, que luego pasó a niveles mayores de presencia en el debate público a través del movimiento Nunca Mais. Con cada nuevo agrupamiento, hay, además, una recaracterización al alza de los actores; es como si se fueran añadiendo capas (o círculos) a sus identidades.

2.2 Comunidades de debate social

No siempre es necesaria la presencia de las fases de agrupamiento indicadas anteriormente. Una unidad (microactor), por ejemplo, puede afiliarse directamente a una comunidad ya formada (un partido o una asociación) (Knoke et al., 2021). Normalmente, estas nuevas incorporaciones "in media res" conllevan un bajo nivel de responsabilidad en la comunidad receptora (por ejemplo, afiliado o militante de base), pero puede ser alto en otras circunstancias (por ejemplo, una persona contratada para ocupar un cargo específico de responsabilidad en una empresa). Los conductores son los actores que dirigen a otro u otros hacia un determinado grupo; con sinceridad o de forma engañosa, te allanan el camino para que te vincules a él. Valdría también hablar, en este caso, de atractores.

Constituidos los grupos e iniciada la fase de afiliación a los mismos, estaríamos ante la conversión de las precomunidades y las subcomunidades (actores individuales, familiares, amigos, vecinos y compañeros) en comunidades de debate social. Ha de poder establecerse con claridad sus límites para diferenciar adecuadamente unas comunidades con respecto a otras (Knoke et al., 2021).

En cada una de estas comunidades, se identifican mesoactores, macroactores y superactores. La incorporación al debate social como meso, macro o superactores no anula las características hipoactoriales y microactoriales previas; de hecho, los modelos mentales individuales y colectivos acompañan inevitablemente a todos los actores a lo largo de su proceso de socialización y en sus manifestaciones públicas. El concepto de comunidad cognitiva se orienta en este mismo sentido (Knoke et al., 2021). Los mesoactores se desempeñan en el ámbito de lo social. Se incluye aquí a ONG, movimientos sociales, grupos de voluntariado y asociaciones de apoyo a colectivos sociales. Los macroactores se sitúan en el ámbito económico y laboral. Eso conduce a entidades financieras, empresas y empresarios (incluidas las organizaciones empresariales), colectivos profesionales y sindicatos. La categoría superactor, por su parte, remite al ámbito jurídico y político. Los tribunales de justicia, los partidos políticos, los Gobiernos y los parlamentarios serían ejemplos prototípicos de esta clase de actor. La interacción de estos tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) es clave en la dinámica democrática y tiene, ciertamente, un gran impacto mediático.

El debate social gira, con frecuencia, alrededor de asuntos económicos (disposición de dinero y distribución del mismo). Se puede decir que los macroactores se dividen en subtipos vinculados a los principales sectores económicos (sectores productivos o del tejido productivo, se suele decir también): a) sector primario (extracción y aprovechamiento de recursos naturales); b) sector secundario (transformación de la materia prima extraída o elaborada por el primario); c) sector terciario (o sector servicios; actividades no productoras o transformadoras de materiales)1.

Hay macroactores sectoriales, que inciden sobre el debate a propósito de un sector (transportes, por ejemplo), e intersectoriales, si su incidencia cubre varios sectores (por ejemplo, transporte y pesca o sanidad y agricultura). Los sindicatos de trabajadores también son macroactores intersectoriales en su naturaleza, si bien en su estructura interna establecen, a su vez, secciones (Unión General de Trabajadores-UGT Educación, por ejemplo). Se puede añadir también la dimensión espacial de cada macroactor a su descripción básica; es decir, según su "territorially defined area" (Diani, 2015, p. 24). Así, se distinguen microcomunidades (compuestas por miembros locales y/o regionales), mesocomunidades (miembros nacionales) y macrocomunidades de debate (miembros internacionales). De esta forma, existe también una UGT Educación Andalucía, por ejemplo.

Lo indicado para los macroactores es válido para los mesoactores y los superactores (tanto en el marco de las comunidades de debate como en el de otro tipo de comunidades mayores que serán descritas en epígrafes posteriores).

Una primera ministra o un presidente de gobierno son vistos inevitablemente como actores intersectoriales al máximo nivel, puesto que se conciben como responsables de todas las cuestiones que afectan al desarrollo socioeconómico de un país. En este sentido, queda clara la conexión entre tipo de actor y grado de responsabilidad. En la actual legislatura española (la XIV), la denominación de los ministerios y departamentos principales de las administraciones incluyen igualmente distintos sectores de la actividad socioeconómica, como no puede ser de otra manera: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, etc. Otros, por ser considerados sectores esenciales o por motivos de estrategia política, se orientan hacia sectores concretos: Ministerio de Justicia, Ministerio de Sanidad, Ministerio de Igualdad, Ministerio de Universidades, Ministerio del Interior o Ministerio de Defensa.

Tanto mesoactores como macroactores y superactores encajarían bien en el concepto de comunidades epistémicas, en tanto que este hace referencia a expertos con poder para la toma de decisiones sobre determinados temas relevantes en la vida política y social; "el conocimiento es un aspecto central de poder desde la perspectiva de las comunidades epistémicas" (Maldonado, 2005, p. 108). En ocasiones, estos expertos quedan en un segundo o tercer plano del debate; recuérdese el polémico caso del comité de expertos creado por el Ministerio de Sanidad español para la toma de decisiones durante los momentos más graves de la pandemia de Covid-19 en 2020.

La dinámica del poder comunicativo, económico y sociopolítico puede conducir, en especiales circunstancias, a considerarlos también intercambiables (grandes farmacéuticas, por ejemplo, cuando se discute sobre salud y enfermedad). Se ha dicho que la globalización "ha debilitado el poder de la política sobre la economía" (della Porta y Diani, 2011, p. 71). La incidencia de las decisiones del FMI o del Banco Mundial sobre la política económica de todos los países y sobre el bienestar de sus ciudadanos es reveladora en este sentido.

Hay dos orientaciones de debate en el seno de la comunidad social, una hacia adentro, en la que se intercambian argumentos para defender o atacar fines, estrategias, objetivos y propuestas de organigrama (debate interno) y otra hacia afuera, en la que se habla sobre cómo evitar o subsanar problemas sociales relevantes (debate externo). El debate interno suele mostrar, ya en los primeros momentos, la existencia de bloques en el seno de la comunidad. En 1982, en España, el periodista Sáez (1982) hablaba de "los embates de los disidentes" en el seno de UCD o de "innegables corrientes subterráneas" en el PSOE. Ese debate, por lo demás, puede tener una orientación colaborativa (de diálogo) o conflictiva (de confrontación); esto es, de establecimiento de "fuerzas agregadoras" o "disgregadoras", según von Wiese (1993, p. 260). También en 1982, en ese mismo artículo de ABC, se denunciaba que "la división interna del partido en el Gobierno cristalizaría en los enfrentamientos por la ley del Divorcio, entre democristianos y socialdemócratas" (p. 15). En ocasiones, si esa comunidad, previsiblemente, por el perfil de sus posibles constituyentes, habrá de tener notoriedad o una incidencia en asuntos sociales de especial interés, puede ocurrir que el debate trascienda a la arena pública antes de su constitución, lo que conllevaría la intervención de actores ajenos al grupo que opinarían sobre sus futuras contribuciones, sobre su posible ideario y, en última instancia, sobre su relevancia o irrelevancia. Sería un debate externo o intencionalmente externalizado, con toda probabilidad por filtraciones promovidas desde el interior del propio grupo. Es claro el papel de los medios de comunicación en este contexto.

No siempre es fácil tener protagonismo en estos debates sociales externos. Ni tan siquiera acceder a ellos. Hay, en lo particular, tres etapas: a) preparación para el acceso, lo que requiere convencimiento, conocimiento y capacidad; b) consecución de acceso o no tras la preparación, lo que implica un cierto grado de presencia social; y c) permanencia o no en el debate social, lo que nos conduce al ámbito específico de la influencia social. Desde otra perspectiva, se ha destacado que la pertenencia a ciertos grupos sociales favorece el acceso y la participación también en el debate político, por lo que se puede hablar de una relación directa entre mesoactores, macroactores y superactores (Morales, 2001).

En la fase de reconocimiento y aproximación, se hablaría en el mejor de los casos, de comunidades de debate fundamentalmente interno, en donde el intercambio comunicativo busca determinar objetivos, estrategias y propuestas comunes e incluso diseñar el protagonismo de los actores en un posible organigrama; se alude a roles, funciones, responsabilidades y grados de vinculación, que a veces elegimos y que otras veces se nos asigna (Lemke, 2001). Los roles aluden al menor o mayor grado de explicitud y visibilidad. Téngase en cuenta que, en no pocas ocasiones, el poder de los actores queda latente y los poderosos prefieren no ser identificados; no al menos con claridad (Knoke et al., 2021). Hay tres roles prototípicos: actante, agente y actor propiamente dicho. El actante es el que idea una acción, la propone o la facilita. El agente es el que dispone que la acción se lleve a cabo. El actor es el que ejecuta la acción. Puede haber confluencia de roles en una misma persona o grupo de personas. Cuando se habla de acción, también se refiere al discurso, y dado que se habla de debate, hay que contemplar tanto la acción como la reacción. Aparecen así otras tres categorías: reactante, reagente y reactor. Un ejemplo significativo de la presencia de estos niveles más o menos implícitos de acción en un contexto de debate sociopolítico relevante podría ser el caso del llamado Señor X en relación con lo ocurrido a los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) entre los años 1983 y 1987 en España. Por otro lado, los grupos de presión también tienen, a veces, una naturaleza implícita cuando se habla de ellos como promotores o detractores, por ejemplo, de iniciativas político-parlamentarias.

En cuanto a las funciones, se hablaría de proactores [PRO] (defensores de una causa propia o ajena y de sus protagonistas), retractores [RET] (atacantes de una causa propia o ajena y de sus protagonistas) y refractores [REF] (ni defensores ni atacantes de esa causa o de sus protagonistas). Por ejemplo, un debate sobre el Ingreso Mínimo Vital (IMV) en el que un grupo político se muestra a favor del aumento de la cantidad asignada para mejorar la calidad de vida de las familias con menos recursos (proactores), frente a otro que piense que no hay que subir esa cantidad (retractor). Finalmente, puede haber otro grupo político que proponga retrasar la decisión para seguir evaluando las ventajas y los inconvenientes (refractores). Junto a estas funciones generales, hay otras más específicas que se presentarán al hablar de coherencia e incoherencia, y de determinación e indeterminación de la acción (apartado 3).

Por lo que respecta a las responsabilidades y grados de vinculación, se propone cuatro subtipos de actores. El primero alude a los actores colectivos de referencia (el PSOE, por ejemplo, en el análisis de superactores políticos). Su identificación es esencial para la determinación de los siguientes subtipos. El segundo se refiere a los actores principales, que representan, desde sus cargos de responsabilidad o desde su implicación económica (dueños o accionistas, en caso de empresas), al actor colectivo. Si se continúa con el ejemplo del PSOE, los actores principales serían sus líderes o representantes principales, que pueden ser expresados como actor colectivo (la directiva o la comisión ejecutiva, por ejemplo) o como actor individual (el presidente del partido, el secretario general o Pedro Sánchez, por citar un caso). El tercer subtipo integra a los actores secundarios adscritos oficialmente al actor colectivo y que defienden sus propuestas y sus acciones. Por ejemplo, a los afiliados al PSOE o a las denominadas bases del partido en general o a una persona identificada individualmente como afiliado. Finalmente, el cuarto subtipo, sería el referido a los actores secundarios no adscritos oficialmente, pero que apoyan al actor colectivo o simpatizan con él y con sus actores principales. Votantes (no afiliados) o simpatizantes del PSOE servirían como muestra colectiva. Un intelectual independiente sería actor secundario no adscrito individual.

La responsabilidad va asociada a grados de representatividad al momento de hacer o decir en nombre del colectivo al que se pertenece. Es habitual que la persona que ejerce el liderazgo sea también la que asume una mayor representatividad en lo que se hace y en lo que se dice (portavoz). Los estudios sobre estilos de liderazgo ofrecen información de gran interés sobre esta clase de actor y sobre la importancia de su comportamiento comunicativo (Holmes et al., 2007). Ocurre, a veces, que hay líderes nombrados por su afinidad política como responsables de ministerios o de organismos, siendo estos regidos por trabajadores funcionarios cuya presencia no está vinculada a ninguna afinidad política. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) puede ser un buen ejemplo. Esta mezcla puede generar conflictos internos que en ocasiones salen a la luz.

Son categorías fácilmente exportables, a grandes rasgos y con una terminología adaptada a cada ámbito, a otros muchos grupos y colectivos sociales, profesionales o económicos (CEO, directivos, asesores, accionistas y aliados comerciales, por ejemplo). En numerosos contextos, los líderes coinciden con lo que se denomina actor clave. La identificación del discurso de las élites encajaría bien con esta consideración (van Dijk, 2003), estando como están estas "notoriously better connected to political institutions than are ordinary citizens" (Knoke et al., 2021, p. 11).

No se suele ser líder en términos absolutos, por cierto. Es frecuente serlo con respecto a otros, pero ser liderado, a su vez, por otras personas si se evalúan grupos más amplios y jerárquicamente estructurados. Líderes, a partir de esto, pueden ser, en el ámbito político-institucional una alcaldesa, un jefe de Gobierno, una jefa del Estado, un presidente del Gobierno, una presidenta del Parlamento o de una Comunidad Autónoma, un coordinador general, un secretario general, la presidenta de un partido, el cabeza de cartel en unas elecciones, etc. Un líder en el ámbito social puede ser el secretario general de un sindicato, el presidente de una ONG, la cabeza visible de un movimiento, etc. En educación, un rector de universidad, el director de un instituto o una jefa de estudios. En investigación, el IP (investigador principal) de un proyecto. En deporte, un presidente de club, un entrenador o un director deportivo, etc.

Todos los tipos de actores mencionados hasta ahora deben ser interpretados, en realidad, como prototipos de acción individual o colectiva. Luego habría que atender, como se ha realizado en párrafos anteriores, a la discursivización de esos tipos. Identificando superactores, no es igual hablar del Gobierno de izquierdas que del Gobierno de coalición, del Gobierno de Sánchez o del Gobierno Frankestein (término utilizado varias veces por el portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, durante su intervención en la moción de censura contra Pedro Sánchez en octubre de 2020). Europa podía ser Bruselas, Europa, Unión Europea, las Administraciones europeas, los políticos europeos o el continente del bienestar. Y los partidos de extrema derecha se etiquetan en el debate público como los ultras, la extrema derecha, los partidos populistas o los partidos de ultraderecha.

Sobre las estructuras formadas por las comunidades de debate, como ocurría ya con la subcomunidad, habría que analizar la localización de los actores implicados, la densidad e intensidad de la comunidad, la direccionalidad y la accesibilidad de sus componentes, y la duración y frecuencia de los vínculos entre ellos. En verdad, a partir de este ámbito comunitario, los procesos reticulares se observan más complejos y habrán de tener mayor protagonismo en el análisis. El PSOE se fundó en 1879 y el PCE en 1921. También se puede medir la duración, por ejemplo, de sus líderes. Con el fundador Pablo Iglesias a la cabeza o con Felipe González, más recientemente, en el caso del PSOE, o con Santiago Carrillo, en el caso del PCE.

Es importante recordar, por otro lado, que los actores suelen tener un perfil híbrido o polifacético , y que mostrarán un tipo u otro de identidad dependiendo de lo que el contexto sociocomunicativo reclame (von Wiese, 1993). De entrada, se identifica a actores que actúan a caballo entre lo micro y lo súper. Al respecto, se puede pensar en la denominada asamblea ciudadana, que "consiste en reunir a un grupo de personas al azar sin tener en cuenta sus conocimientos para que lleguen a decisiones comunes en asuntos de gran relevancia para todos" como, por ejemplo, la crisis climática (Álvarez, 2020). En realidad, la asamblea ciudadana está en la base del nuevo proyecto político Sumar, liderado (aunque ella no quiera que se conciba así) por la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social Yolanda Díaz. Los círculos de Podemos, con un tono diferente, también pivotaban alrededor de este concepto que pondera a los hipoactores, los microactores y los vínculos horizontales entre ellos. En una línea similar se encuentran las plataformas de reivindicación territorial, aunque también han ido mutando a lo largo del tiempo e institucionalizando su actividad. No puede ser casualidad que este proceso se haya observado, de forma preferente, en el máximo nivel de proximidad política: el municipal.

Por otro lado, cuando se habla de Europa, de España, de Madrid, etc., se está aludiendo a actores híbridos (micro, meso y macro, al mismo tiempo), salvo que sea una sinécdoque mediante la que se quiere hacer referencia, en verdad, al Gobierno europeo, al Gobierno español, al Gobierno de la Comunidad de Madrid, etc.

De gran interés resulta la observación del proceso mediante el cual se puede pasar de actuar como superactor político a hacerlo como macroactor empresarial con altas responsabilidades. Es lo que suele describirse como puertas giratorias. También sucede, a la inversa, que macroactores relevantes acaben participando en gobiernos o partidos políticos. Otro ejemplo interesante sería el caso de superactores políticos que son accionistas de empresas sobre las que ellos mismos toman o podrían tomar decisiones. En todos los casos apuntados, el discurso se observa de una u otra forma éticamente afectado por estas transiciones o combinaciones identitarias.

Especialmente interesante es el caso de hipoactores y microactores que llegan a ocupar altos niveles de responsabilidad mesoactorial; es lo ocurrido con la activista Greta Thunberg, quien inició sus reivindicaciones de forma individual y su mera presencia en la puerta del Parlamento de Suecia con un cartel reivindicativo favoreció la adhesión paulatina de otros jóvenes suecos y posteriormente de otros jóvenes de todo el mundo en comunidades de debate sobre el cambio climático. La contribución de los medios en su consolidación pública parece incuestionable, como también lo es el uso de Internet para deteriorar su imagen.

El 8 de julio de 2022, elDiario.es, con el patrocinio de European Climate Foundation y la colaboración del Círculo de Bellas Artes de Madrid, organizó el evento titulado La descarbonización de la economía. ¿Secuestrada por los combustibles fósiles? Una de las actividades incluidas en el evento fue el Diálogo (así aparecía en el programa oficial), moderado por Gumersindo Lafuente (director de Opinión de elDiario.es), entre Teresa Ribera (vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico) y Laurence Tubiana (presidenta y CEO de la European Climate Foundation)2. El título de este diálogo fue "¿Se puede acelerar la transición energética y hacerlo de forma eficiente y justa?".

El microgénero Presentación es propicio a la aparición de datos sobre los actores y sobre la pertenencia a comunidades de debate, dado que el currículum vitae o la biografía de una persona es, en buena medida, el reflejo de sus identidades pasadas y presentes. Lafuente indica, en esa presentación, que la biografía de ambas invitadas estaba salpicada de esta preocupación por el cambio climático y por las consecuencias sobre las vidas de las personas y que, en el caso de Tubiana, no solo había estado personalmente preocupada por este tema, sino que también había convocado a otros a compartir esa preocupación; esto es, ha sido una promotora de comunidades colaborativas de debate social. Luego, insiste en la amistad entre ellas (una amistad surgida, probablemente, en sus actividades de defensa del clima). Es una representación de ambas a partir de un dato que forma parte de la esfera semiprivada, pero que puede resultar relevante para entender el tono y el contenido de ese diálogo. Y para aproximar a las invitadas a su auditorio; ya se destacó la predisposición de los medios de comunicación a incluir referencias de las personas que hablan o sobre las que se habla en tanto que microactoras. De Tubiana también se dice que siempre ha estado próxima a los gobiernos progresistas de Francia; de Ribera, se recuerda (en varias ocasiones) su pertenencia al actual gobierno de España.

La presidenta de la European Climate Foundation, pues, aparece como activista y simpatizante de partidos con una determinada ideología. La vicepresidenta se nos presenta como líder (o como representante del "cuadro intermedio") del PSOE. De especial interés es el hecho de que la española sea reconocida y representada como una actora con perfil híbrido (doble condición, se dice), de forma que se recuerda su pasada actividad militante frente al cambio climático (exmilitante).

Todas las comunidades pasan por esas fases de agrupación mencionadas anteriormente con posibles procesos de filtraje también; por ejemplo, para formar parte de comunidades políticas (Knoke et al., 2021). Piénsese en el caso prototípico de los departamentos de Recursos Humanos en el terreno empresarial. Y, como también se indicaba antes, se establecen debates internos (entre sectores o bloques) y externos (o externalizados). Estos subgrupos internos, en el ámbito político, son denominados, a veces, con expresiones genéricas tales como sensibilidades, tendencias, familias, corrientes e incluso tribus, y discuten o llegan a acuerdos sobre fines, roles, funciones, responsabilidades, vínculos y representatividades. Las comunidades de debate fuertes (por tradición, por interés ideológico o por nivel de apoyo económico o social) suelen preferir que el debate interno se resuelva en casa o que las voces disidentes se expresen de puertas adentro. Las comunidades "organize themselves through conflict as well as through cooperation" (Lemke, 2001, p. 297).

2.3. Mancomunidades de debate social

Una vez constituidas, las comunidades de debate inician un inevitable y complejo proceso de vinculación a otras comunidades. Muy pocas organizaciones pueden pretender objetivos ambiciosos desde la autonomía más absoluta (Diani, 2015). Con este proceso se busca acceder con más intensidad a la comunicación a las actividades y a los proyectos que se desarrollan en la esfera pública, conformando mancomunidades de debate o accediendo a ellas. Son las que más presencia tienen en noticias e informaciones en medios y redes sociales. La mancomunidad es una unidad de análisis que podemos encontrar en investigaciones políticas, por ejemplo (Aceros y Domènech, 2010). Las agrupaciones fundamentales que constituyen una mancomunidad, si se excluye la presencia de hipoactores y microactores, son estas: i) [n] comunidades de mesoactores + [n] comunidades de macroactores; ii) [n] comunidades de mesoactores + [n] comunidades de superactores; iii) [n] comunidades de mesoactores + [n] comunidades de superactores; iv) [n] comunidades de macroactores + [n] comunidades de superactores; v) [n] comunidades de mesoactores + [n] comunidades de macroactores + [n] comunidades de superactores.

La externalización del debate constituye el ejemplo más claro de participación oficial en la esfera de lo público. En esencia, la colaboración se expresa mediante procesos de conjunción, de coalición o de coalescencia. Y la confrontación se manifiesta a través de la colisión, la escisión o la disolución. He aquí la definición que se propone en torno a estos procesos: a) conjunción: dos o más actores o grupos de actores se unen coyunturalmente; b) coalición o alianza: dos o más actores o grupos de actores se unen estructuralmente; c) coalescencia: dos o más actores o grupos de actores se fusionan definitivamente porque pueden coincidir plenamente en sus objetivos o en sus estrategias; d) colisión: un actor o grupo de actores discrepan de forma evidente y se distancian; puede ser un distanciamiento coyuntural; e) escisión: un actor o grupo minoritario de actores se separa de otro que tiene una fuerza claramente mayor; y f) disolución: un actor o grupo de actores desaparece, pudiéndose reconvertir en actor o grupo nuevo en el espacio público, conjuntándose o coalesciendo con otro para seguir teniendo influencia pública.

Tanto la colaboración como el conflicto ocurren en debates en los que participan grupos de actores de un mismo tipo (macroactores, por ejemplo), o de tipos diferentes (macroactores y mesoactores, por ejemplo). En el primer caso, estaríamos ante debates simétricos y, en el segundo, ante debates asimétricos. También existe una asimetría funcional. Cuando los grupos de actores no coinciden en una de sus funciones básicas (por ejemplo, proactor, retractor o refractor), estaríamos ante debates asimétricos. La simetría o asimetría también se aprecia en términos de responsabilidad. Por ejemplo, trabajadores que debaten entre sí sobre la posibilidad de hacer una huelga (simétrico), líderes de un partido que debaten públicamente con alguno de sus dirigentes, o jefes de empresas que debaten con sus trabajadores sobre un convenio laboral (asimétricos en ambos casos). Puede haber asimetría tipológica, pero simetría funcional: una mancomunidad de políticos y de empresarios, o de empresas y colectivos sociales, por ejemplo, pueden coincidir en sus objetivos favorables o desfavorables con respecto a algo o alguien. Esas sumas de comunidades están en ocasiones muy reguladas ya que el objetivo común puede ser relativo o estar convenido de forma más bien difusa; piénsese en las reuniones entre empresas farmacéuticas y asociaciones de pacientes o las actividades de pacientes patrocinadas por estas empresas o instituciones sanitarias. La simetría y la asimetría también afectan al ámbito cuantitativo. No es igual que una mancomunidad que debate sobre, por ejemplo, el cambio climático presente más comunidades empresariales que sociales, o más políticas que periodísticas, etc.

Se puede establecer ejemplos de materialización de mancomunidades simétricas (entre partidos) formadas en el contexto político español y de expresión de los distintos tipos de colaboración o de confrontación. Conjunción sería la estrategia seguida por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) para aprobar leyes o normativas puntuales durante la XIV Legislatura. Coalición sería la estrategia prevista, pongamos por caso, para el desarrollo de gobiernos de distintos partidos, tal y como ocurrió con el de PSOE y Podemos a nivel nacional en la misma legislatura antes mencionada, o como durante tantos años pudimos ver entre Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) y Unión Democrática de Cataluña (UDC), organizaciones que se presentaban bajo una misma denominación: Convergencia i Unió (CiU). Evidentemente, también pueden tener una finalidad electoral, como el último caso mencionado o como ha sucedido, en repetidas ocasiones, con el Partido Comunista e Izquierda Unida, Izquierda Unida y los Verdes o, más recientemente, Izquierda Unida y Podemos. Las corrientes internas de los partidos también pueden difuminarse parcialmente bajo una misma marca con intereses políticos; la Unión de Centro Democrático (UCD) puede ser el ejemplo más significativo de la transición española (socialdemócratas, democristianos y liberales, fundamentalmente), aunque todos los partidos cuentan con este tipo de situaciones estructurales internas. Algunos medios pidieron a UCD precisamente que optasen por "un proceso de coaliciones entre afines, con renuncias mutuas a esos matices diferenciadores de cara a plantear batalla a la izquierda socialista" (Editorial, 1982). Coalescencia sería lo ocurrido con el PSOE y el Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván en 1978.

Por otro lado, colisión fue lo ocurrido en el seno del Partido Nacionalista Vasco (PNV), cuando Carlos Garaikoetxea y su bloque de seguidores se enfrentaron a la mayor parte de su hasta entonces partido. Más recientemente, hubo ejemplos también de colisión en el panorama político catalán. Escisión es el proceso vivido, por ejemplo, en UCD con la aparición del CDS (de Adolfo Suárez) o del Partido Demócrata Popular (PDP, de Óscar Alzaga): "El agotamiento de la legislatura se hacía prácticamente imposible, dadas las escisiones producidas por el partido en el Poder" (Editorial, 1982). Otro ejemplo de escisión se produjo en el PNV con el surgimiento de Eusko Alkartasuna (EA), fruto de la colisión de Garaikoetxea antes mencionada. La fragmentación de Podemos con la aparición de Más Madrid o Movimiento por Madrid es otra muestra más reciente, a nivel nacional, de lo que se está comentando. En un ámbito local y con respecto al PP, la escisión fue lo que provocó la constitución del GIAL (Grupo Independiente de Almería), el cual, transcurrido un tiempo, hizo el viaje de vuelta al PP. Valdría hablar de (des)vinculaciones intermitentes en estos casos. Ejemplo de disolución es CiU (Convergencia y Unión), reconvertida en Partit Demòcrata (PDCat). El transfuguismo es la expresión de una escisión igualmente, aunque muy asimétrica y generalmente individualizadora. En Unión de Centro Democrático se habló de transfuguismo y de tránsfugas, de transmigración, de estampida de ucedistas, de políticos que transbordan a otro partido y hasta de cambia-chaquetas o trepadores (Blanco, 1982). La refundación suele ser una disolución vendida como continuación y fortalecimiento (recuérdese lo ocurrido con Alianza Popular en España en 1989).

Las mancomunidades, como las comunidades y las subcomunidades, pueden tener una dimensión local o regional (micromancomunidad), nacional (mesomancomunidad) o internacional (macromancomunidad). Estas categorías no pueden dejar de lado, evidentemente, el valor de conceptos que remiten a la combinación de lo local y de lo global: glocalización (Poncini, 2013). Además, los movimientos por una justicia global tienen en su propia naturaleza reivindicativa tanto el carácter macromancomunitario, por la amplia coalición de organizaciones, normalmente de naturaleza transnacional, como la finalidad hipertemática, dada la combinación de "preocupaciones del movimiento obrero con otras de los nuevos movimientos sociales como la ecología y la igualdad de género" frente a la "globalización neoliberal" (della Porta y Diani, 2011). También valdría como ejemplo las "grandes coaliciones de organizaciones benéficas y asociaciones de voluntarios movilizándose en materia de solidaridad" (della Porta y Diani, 2011, p. 45).

De igual manera, hay que diferenciar las macromancomunidades estables (estructurales) de las inestables (coyunturales) (Knoke et al., 2021). Una muestra de las primeras son los Centros de Investigación Biomédica en Red (CIBER) que acogen la actividad de grupos de investigación españoles implicados en la búsqueda de mejoras en diagnósticos y tratamientos para distintos tipos de enfermedades. Las mancomunidades coyunturales, por su parte, encuentran un lugar muy propicio para su desarrollo en géneros tales como eventos, congresos, reuniones, etc., como ha demostrado, en sus análisis discursivos, Poncini (2013).

Las mancomunidades pueden ser bilaterales [BIL], trilaterales [TRI] o, a partir de ahí, multilaterales [MUL], dependiendo del número de comunidades vinculadas (Knoke et al., 2021). Un ejemplo de macromancomunidad bilateral puede ser la conferencia de prensa que habitualmente escenifica y rubrica la visita del líder de un país a otro país (Bhatia, 2011). La expresión reunión bilateral, de hecho, está muy presente en el debate político internacional. Un ejemplo de multilateralidad es el constituido por el movimiento de los indignados y el 15M, una "iniciativa de más de cuatrocientas pequeñas organizaciones creadas con muy poca antelación que se coordinaron, fundamentalmente, a través de Internet" (Casas et al., 2016, p. 74). El protagonismo de Internet, además, es lo que convierte esta iniciativa en un ejemplo de movimiento social conectivo, como también lo fue Occupy Wall Street. La conducción de este tipo de movimientos hacia su institucionalización política es un proceso complejo (Diani, 2015). Y, cuando se intenta, como ocurrió con Podemos, normalmente ha de salvar numerosos debates internos de confrontación. En el ámbito preferentemente empresarial, aunque también se aplica a instituciones y entidades políticas, la palabra clúster refleja bien el sentido de mancomunidad generadora de debate social. Añade, además, el valor de la proximidad como elemento propiciador y fortalecedor de la mancomunidad. La Fundéu ofrece esta definición: conglomerado de empresas de ámbito o actividad comunes y generalmente ubicadas en la misma zona. Las Ofertas Públicas de Adquisición (OPA) entre empresas es otro modelo de ampliación del debate social, pudiendo ser hostil en algunos casos.

En las mancomunidades hay debate interno, previa identificación, por lo normal, de bloques de afinidad, que, con frecuencia también, pueden tener una relación jerárquica entre sí, con unas comunidades que lideran esas mancomunidades por disponer de recursos humanos o económicos superiores, y externo, colaborativo o conflictivo, simétrico o asimétrico, estructural o coyuntural. Los debates internos de las comunidades y las mancomunidades suscitan mucho interés público. En junio y julio de 2022, asistimos a debates funcionalmente asimétricos en el seno de coaliciones europeas de gobierno (mancomunidades de debate tipológicamente simétricas, en principio) que han abordado cuestiones tan relevantes como la energía nuclear o, más recientemente, la pertenencia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

2.4. Supracomunidades de debate social

La incorporación de mancomunidades a grupos más amplios nos conduce a un nuevo nivel de análisis de actores: la supracomunidad de debate social. Supracomunidad es un concepto utilizado normalmente para describir la gestión compartida de ciertos servicios por parte de amplias comunidades de propietarios en barrios y conjuntos inmobiliarios. Se ha adaptado la idea al propósito de la investigación. La red de emergencia multiorganizativa diseñada como respuesta a problemas tales como los ocasionados por un huracán, es un ejemplo de supracomunidad. Esa misma respuesta se vio en el desastre del Exxon Valdez o en el desastre del World Trade Center. Para su identificación ha de tenerse en cuenta no únicamente los nódulos en contacto (cantidad), sino también los tipos (calidad e intensidad). Las empresas multinacionales son otro ejemplo de supracomunidad de debate social (socioeconómico, si se quiere). Hace más de veinte años, Coller et al. (1999) calculaban que había "45.000 multinacionales en todo el mundo que controlaban unas 280.000 subsidiarias y que empleaban alrededor de 73 millones de personas" (pp. 79-80).

Las principales opciones estructurales de agrupación supracomunitaria son, para los fines del estudio, las que se ofrecen a continuación: i) [n] mancomunidades de mesoactores + [n] mancomunidades de macroactores; ii) [n] mancomunidades de mesoactores + [n] mancomunidades de superactores; iii) [n] mancomunidades de macroactores + [n] mancomunidades de superactores; iv) [n] mancomunidades de mesoactores + [n] comunidades de mesoactores; v) [n] mancomunidades de mesoactores + [n] comunidades de macroactores; vi) [n] mancomunidades de mesoactores + [n] comunidades de superactores; vii) [n] mancomunidades de macroactores + [n] comunidades de mesoactores; viii) [n] mancomunidades de macroactores + [n] comunidades de macroactores; ix) [n] mancomunidades de superactores + [n] comunidades de superactores.

Así pues, bastaría con la presencia de una mancomunidad en contacto con otros grupos (comunidades o mancomunidades) para hablar de supracomunidad, si bien, en el caso de que se tratase de una única mancomunidad asociada estructural o coyunturalmente a otras comunidades, se estaría ante una supracomunidad parcial. Si todos los nodos en contacto son, a su vez, mancomunidades, sería considerada total. Se mantiene aquí la importancia del análisis dimensional, de forma que una supracomunidad puede ser local o regional (microsupracomunidad), nacional (mesosupracomunidad) o internacional (macrosupracomunidad). Términos como federación o confederación son usados para identificar mancomunidades que, como se observará a continuación, pueden formar parte de supracomunidades. Las supracomunidades multilaterales propenden más a la asimetría que las que se conforman con dos o tres grupos (bilaterales o trilaterales). Cuanto mayor es la supracomunidad establecida mayores serán, en principio, los objetivos que habrán de cumplirse y las presiones sufridas o ejercidas (hacia adentro y hacia afuera), pero también aumenta la probabilidad de que los verdaderos responsables de esas presiones queden difuminados o solapados en el complejo entramado de actores, agentes y actantes. Es lo que sucede con las "corporaciones", según indica von Wiese (1993, p. 274). La globalización de las interacciones ha ido asociada, por ejemplo, al desarrollo de movimientos sociales transnacionales o globales, ejemplo evidente de supracomunidad internacional de mesoactores que participan en el debate social. Estos "movimientos globales operan así como agentes de persuasión, que tratan de modificar los marcos dominantes de interpretación social y de generar nuevas normas de comportamiento para los actores transnacionales" (Arias, 2008, p. 18).

Un ejemplo de mesosupracomunidad asimétrica estructural se puede encontrar en las frecuentes mesas de diálogo entre sindicatos y administraciones. En realidad, hay géneros que son etiquetados públicamente como de diálogo cuando en verdad suelen ser ejemplos también (y a veces, fundamentalmente) de confrontación. Así ocurre con las mesas de diálogo por el empleo o por la educación. En la nota de prensa institucional titulada Celaá impulsa la creación de la Mesa de Diálogo Social para la Formación Profesional 3, se informa que esta supracomunidad de debate social estaba constituida por la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME), Comisiones Obreras (CC.OO.), Unión General de Trabajadores (UGT) y el Ministerio de Educación y Formación Profesional. En su página digital, la CEOE (2022) afirma representar a las empresas "a través de 4.500 asociaciones de base, integradas en 225 federaciones y confederaciones, de las cuales 64 son territoriales autonómicas y provinciales" (párr.1)4. Y en la página de la CEPYME (2022) se puede leer que representa a 3.000 organizaciones de base, 49 organizaciones territoriales de ámbito nacional y 57 organizaciones territoriales de ámbito provincial y autonómico5.

Los eventos públicos pueden generar múltiples implicaciones de distintas organizaciones e interorganizaciones (Diani, 2015). Un ejemplo de macrosupracomunidad asimétrica coyuntural puede ser el encuentro denominado Ecosistema Ahora (7 y 8 de julio de 2022), organizado por el diario El País, impulsado por Banco Santander, y patrocinado por EY, Ferrovial, Redeia, Familia Torres, Veolia, COAM (Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid) y Felicidad. Contó con la participación, como ponentes, de líderes vinculados a empresas (T-Neutral, Heura Foods, Koiki, Ferrovial, Menta Energía, Too Good To Go, Creatives for the Future, Green Building Council España, AECOC, IKEA-España, Banco Santander, Gea21, C40, BooBoo, CargaTuCoche, Stratageeb, Trucksters, Fych, sAtt, Empresas por la Movilidad Sostenible, Familia Torres, Recovo.co, Mobile World Capital Barcelona, Fundación SERES), a colectivos profesionales y de investigación (CSIC, Universidad de París-Sorbona), a colectivos sociales y ONG (SEO/BirdLife), a gobiernos e instituciones (UNESCO, IPCC-ONU, Gobierno de España, Generalitat Valenciana, Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales) y a medios o redes sociales (Climabar). En este listado, por destacar solo los casos más evidentes, están presentes la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC), con más de 31.000 empresas asociadas; la Fundación SERES (Sociedad y Empresa Responsable) está compuesta por 150 empresas. Por otro lado, son más de cincuenta los miembros de Empresas por la Movilidad Sostenible.

Habría que explorar, por cierto, la existencia de otras agrupaciones o comunidades que no han sido invitadas a las comunidades, mancomunidades y supracomunidades de debate social descritas arriba, pero que hubiesen tenido un rol importante en la conformación de soluciones o en la presentación de disensos. Desde este punto de vista, se valora muy positivamente la inclusión en el análisis de posibles actores y comunidades (vinculados a teorías como la de los modelos mentales o la de los mundos posibles); es decir, de "miembros potenciales" y "vínculos potenciales" de una red (Requena, 1989, pp. 146-147). Se sabe que la selección de actores y grupos de actores, como la de palabras, tiene una fuerte carga intencional.

2.5. Hipercomunidades de debate social

En un plano superior de análisis se exponen las hipercomunidades de debate social. Se hacen presentes siempre que hay hiperactores que intervienen para representar a los actores que debaten en los otros tipos de comunidades y para hacerse eco de sus palabras y de sus acciones. Estos hiperactores son los profesionales de los medios, los influenciadores que utilizan las redes sociales y los artistas. Como se ha visto, se ha considerado necesario tenerlos en cuenta al momento de establecer las estructuras comunitarias básicas de las comunidades, ya que se considera que, en el desarrollo del presente estudio, siempre han de estar presentes.

A lo largo de las páginas anteriores, ya se ha ido mencionando el caso de los medios de comunicación como elementos importantes en la visibilización del debate interno y externo de las comunidades o entre ellas, así como en la transmisión de una imagen positiva o negativa de ciertas personas con impacto en el debate público. Además, cuando se habla de subgrupos y de luchas internas, luchas intestinas o, de forma más impactante aún, luchas fratricidas, dentro de los distintos tipos de comunidades, hay que recordar que estos asuntos suscitan gran interés por parte de la prensa (especialmente, la política y la económica) y, en ocasiones, de los ciudadanos mismos. El concepto de espectacularización de la política encaja bien con la representación desmesurada y descontextualizada de estos enfrentamientos. Todo puede complicarse aún más, por ejemplo, si se habla de espectacularización de la judicialización de la política.

Hipoactores, microactores, mesoactores, macroactores y superactores desarrollan, a veces, interacciones que no trascienden a los medios. En esos casos, tales interacciones (en el marco de precomunidades, subcomunidades, comunidades, mancomunidades o supracomunidades) no contemplan, pues, la presencia de hiperactores, por lo que no se puede decir que sea parte de una hipercomunidad de debate social. El periodista Fernando Ónega afirmaba, por ejemplo, que podía asegurar que el noventa por ciento de las reuniones que mantiene un presidente de Gobierno no se conocen públicamente. E incluso llamaba la atención sobre este tipo de encuentros durante la transición española a la democracia; trabajos en la sombra, los denominaba (Ónega, 2013).

Si esto ocurre en el ámbito de los superactores, parece lógico pensar que también ocurrirá, y con más frecuencia, en las interacciones de hipoactores, microactores, mesoactores y macroactores. O de los superactores con este otro tipo de actores. Economía Digital hablaba, recientemente, de una reunión ‘secreta’ definida oficialmente como una reunión de trabajo fuera de agenda entre el Gobierno y Endesa (Rodríguez, 2022).

En las páginas anteriores ya ha sido mencionada, en distintas ocasiones, la fuerza reticular de Internet. En este contexto, lo normal es que los vínculos entre actores pasen a ser hipervínculos. Las subcomunidades, comunidades , mancomunidades y supracomunidades de carácter virtual o digital (cibercomunidades) han transformado, de hecho, el concepto mismo de debate social. Tres han sido los elementos claves de esa transformación (Bañón, 2017): a) los ajustes espacio-temporales en la manera de generar y consumir mensajes; b) los procesos de cambio a la hora de identificar actores relevantes de los procesos comunicativos; y c) las nuevas maneras de abordar sociocognitivamente los discursos. Este nuevo marco comunicativo ha generado, a su vez, nuevas comunidades de debate y ha consolidado o ampliado comunidades ya existentes. En este sentido, se debe destacar su valiosa aportación en el agrupamiento de personas con discapacidad o enfermedades crónicas que antes se ha referenciado. Se añadiría ahora, también su contribución al desarrollo de lo que se denominaría comunidades alternativas de debate social (o comunidades de paradebate social). Los actores que protagonizan ese paradebate pueden tender a la búsqueda de un espacio en el debate nuclear, pero también pueden encontrar su identidad al margen del mismo, intentando, de hecho, desarrollar debates paralelos. Con frecuencia, no buscan esa transición en bloque, sino que, cuando se produce este movimiento, quedan fuera grupos que se escinden porque piensan, por ejemplo, que se puede desvirtuar, en mayor o menor medida, el ideario original. Esos actores protagonistas de los paradebates sociales son, además de los ya mencionados, jóvenes, mayores, personas inmigradas o personas sin recursos económicos e incluso sin hogar.

Hay una relación directa entre comunidades de debate y comunidades de acción (siguiendo la estela teórica de las comunidades de práctica presentadas al comienzo). Por ejemplo, en relación al medioambiente, se ha indicado que hay que fomentar las comunidades energéticas; incluso se proyecta la idea microdimensionalmente cuando se habla de comunidades energéticas locales (Asunción, 2022).

A continuación, en la Tabla 1, se resumen las principales categorías descritas en este apartado.

Tabla 1 Debate social: actores y comunidades 

3. Acciones y grupos de acciones

La agentividad de los distintos tipos de actantes, agentes o actores ha suscitado un gran interés por parte de lingüistas interesados en el análisis sintáctico-semántico de los enunciados (Menéndez, 2021). Valdría definirla como "an individual or collective capacity to decide and act toward advancing their interests and goals" (Knoke et al., 2021, p. 8).

Y la acción y su relación con el discurso y la comunicación han sido abordadas, además, con gran acierto por investigadores como Scollon (2001), y, antes, por la pragmática de los actos de habla. Junto a la agentividad se propone incluir como un elemento clave en el análisis de la acción, la agenda, ya que esta determina lo que hay que hacer, el hacer programado para un día, una semana, un mes, un semestre o uno o varios años. No es casualidad que el Gobierno español de la XIV Legislatura haya incluido un Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. La agenda de unos actores, de hecho, puede llegar a marcar incluso la de otros. La conocida noción comunicativa de agenda setting o teoría del establecimiento de la agenda muestra bien la capacidad de los superactores e hiperactores (en este caso, sobre todo los medios y las redes) para fijar el interés del público en determinados asuntos y, además, mantener ese interés durante un tiempo (McCombs, 2006). Los agendadores son los actores que establecen la agenda y, además de los medios, se ha hablado igualmente de personas dedicadas a la política o a la educación. De todas formas, los movimientos sociales también pueden influir en el ámbito político introduciendo temas en la agenda.

No menos interesante es el estudio de la "agenda alternativa" (della Porta y Diani, 2011, p. 24), diseñada por los nuevos movimientos sociales que reclaman una justicia global y presentada en foros sociales mundiales (Porto Alegre, 2001; Barcelona, 2020, por ejemplo), europeos (Florencia, 2002; Londres, 2004; Malmö, 2008, por ejemplo) o africanos (Bamako, 2002). No es irrelevante, para este trabajo, decir que el foro se definía como "un espacio de debate democrático de ideas, reflexión, formulación de propuestas, intercambio de experiencias y articulación de movimientos sociales que trabajan por un modelo de desarrollo humano sostenible" (Agencias, 2006).

Hay dos clases esenciales de acciones representadas en un debate social. La primera está asociada con la intervención directa sobre los problemas de los que se habla; y también sobre las soluciones de los mismos. La segunda tiene que ver con la interacción misma de los grupos de actores descrita en apartados anteriores. Esto es, con el establecimiento y la consolidación o no de los grupos, así como con las marcas discursivas que aluden a la relación entre grupos de actores; por ejemplo, para indicar la acción orientada a prolongar la vinculación de un actor a un mesogrupo. En cierta manera, se podría hablar de un componente de autodebate dentro del debate social. En él, los actores mencionan su propia actividad en el seno de la dinámica de grupos. Se sabe que es normal que los actores sociales, en su intercambio semiocomunicativo, conviertan la relación entre ellos en uno de los fines de sus acciones. La "acción colectiva" o nociones con gran tradición en el análisis de los movimientos sociales, como el "activismo", reflejan bien la proyección de estas dos clases de actividades (della Porta y Diani, 2011, p. 21).

Las modalidades básicas de la identidad y del comportamiento humano (+/-ser y +/-hacer) marcan el núcleo para el estudio de las acciones de intervención y de interacción. Sobre ellas, además, queda demostrado "el rol excepcional que tienen, para la organización semiótica de los discursos, los valores modales de querer, deber, poder y saber" (Greimas y Courtés, 1982, p. 263); es decir, la voluntad (+/-querer), la obligación (+/-deber), la capacidad (+/-poder) y el conocimiento (+/-saber), respectivamente. Deber y querer son modalidades virtualizantes, poder y saber son actualizantes y el hacer y el ser son realizantes. Por otro lado, deber, poder y hacer son modalidades exotácticas y querer, saber y ser son endotácticas (Greimas y Courtés, 1982).

Si se añade, además, el tiempo como un elemento clave para el análisis de lo que se es, lo que se hace o lo que se dice antes, ahora o, previsiblemente, después, se llegaría a este nuevo nivel de agrupación: a) [+/-] querer [+/-] ser, hacer o decir; [+/-] poder [+/-] ser, hacer o decir; [+/-] saber [+/-] ser, hacer o decir; [+/-] deber [+/-] ser, hacer o decir; b) [+/-] ser, hacer o decir; c) [+/-] querer [+/-] haber sido, hecho o dicho; [+/-] poder [+/-] haber sido, hecho o dicho; [+/-] saber [+/-] haber sido, hecho o dicho; [+/-] deber [+/-] haber sido, hecho o dicho.

Situados, por ejemplo, en el debate social que, a través de los medios, retrata el comportamiento de los superactores políticos (Unión Europea, países o líderes concretos) en relación a las personas desplazadas de sus países y que buscaban refugio y asilo como consecuencia de la guerra en Siria (2015-2017), se hallan expresiones como demagogia y esclerotización burocrática [de Europa] o la inoperancia hipócrita occidental 6. La primera determina una clara falta de sintonía entre lo que se dice y lo que se hace o se quiere hacer, a la que se une un no poder hacer, una incapacidad estructural. La segunda mantiene esa misma falta de sintonía (descrita ahora como hipocresía y no como demagogia), proyectada sobre el no hacer, a través de la palabra inoperancia. Conduce a falta de capacidad, pero también a falta de voluntad. Las inercias de las administraciones europeas es otra manera de hablar de esa incapacidad estructural.

Las modalidades identificadas anteriormente se agrupan de forma más compleja si las combinamos a partir de conceptos como el de adjunción o el de contraste. A continuación se presenta un ejemplo de posibles combinaciones frecuentes entre querer y deber proyectadas sobre el hacer localizado en el presente: a) querer hacer [y/pero] deber hacer; b) querer hacer [y/pero] no deber hacer; c) querer hacer [y/pero] deber no hacer; d) querer hacer [y/pero] no deber no hacer; e) no querer hacer [y/pero] deber hacer; f) no querer hacer [y/pero] no deber hacer; g) no querer hacer [y/pero] deber no hacer; h) no querer hacer [y/pero] no deber no hacer; i) querer no hacer [y/pero] deber hacer; j) querer no hacer [y/pero] no deber hacer; k) querer no hacer [y/pero] deber no hacer; l) querer no hacer [y/pero] no deber no hacer. Son agrupaciones aplicables al resto de combinaciones entre modalidades y procesos básicos mencionadas con anterioridad. Naturalmente, las combinaciones pueden ser de más de dos elementos (querer ser, pero no querer hacer ni decir, por ejemplo).

Siguiendo con el tema del comportamiento de Europa hacia las personas refugiadas, las palabras desidia y laxitud en los siguientes fragmentos reflejan bien el no querer hacer, pero deber hacer: España sobresale por su desidia a la hora de cumplir con los ya modestos compromisos adquiridos para acoger a refugiados; laxitud [europea] en el respeto a los derechos humanos. Otra manera de presentar la misma combinación modal se encuentra cuando se habla de una respuesta tímida [de Bruselas]. Las promesas políticas son indicadoras de un deseo de hacer, un querer hacer y, en el mejor escenario, ese deseo es visto como un deber en caso de disponer de los medios para cumplirlo: [El primer ministro canadiense, Justin Trudeau] ganó por mayoría y cumplió. ¿Se imaginan algo parecido aquí? El no querer hacer (comprometerse con las personas) incide directamente sobre el ser (insensible). Así, es frecuente en este debate sobre las migraciones internacionales aludir a la gran insensibilidad y miopía política [de París y Londres] o, directamente, a la insensibilidad de nuestros gobernantes. Algunas expresiones estereotipadas insisten en la idea de no querer hacer; es el caso de mirar hacia otro lado, algo que hace Europa ante el drama de los refugiados sirios. Ese insolidario no querer hacer, pese a la obligación ética de hacer, aparece a veces de forma directa: Falta de voluntad de los gobiernos para adoptar una solución que en la actual emergencia ha de ser necesariamente política.

Junto a la falta de voluntad se indica, naturalmente, la obligación de hacer. Es lo que se hace cuando se dice que Sería muy bueno que los europeos arriesgaran sus cargos defendiendo lo que les parece más justo. El proceso contrario, el no deber hacer, también es valioso y se aplica igualmente en términos de (ausencia de) valentía (miedo) a la hora de reaccionar ante el populismo creciente. La obligación se expresa, por un lado, en la urgencia, la exigencia o la obligación de tomar conciencia, cumplir con los cupos, elaborar un plan o auxiliar y amparar a las personas que huyen. Y, por otro lado, no desoír su grito, no cerrar los ojos, no poner más excusas o no buscar coartadas.

Es relevante también pensar, por ejemplo, en las combinaciones entre hacer y decir, incluyendo ahora también la relación expresada mediante la preposición sobre: a) decir [sobre] hacer; b) decir [sobre] decir; c) no decir [sobre] decir; d) no decir [sobre] no decir; e) no hacer [sobre] hacer; f) no hacer [sobre] no hacer; g) hacer [sobre] hacer; h) hacer [sobre] decir; i) no hacer [sobre] decir; j) no hacer [sobre] no decir. La identificación, la descripción y la interpretación de estas combinaciones en el marco de un análisis crítico y constructivo de textos resultan de especial relevancia La mancomunidad internacional Covering Climate Now (formada por 530 medios y 46 instituciones) acoge varias de estas combinaciones que pivotan alrededor del decir sobre el cambio climático7. Naturalmente, también ahora las combinaciones pueden ser de más de dos elementos (ser, pero hacer y no decir; o ser, pero no decir y hacer, por ejemplo). En determinados contextos, la ampliación puede ser pertinente. Todo depende del marco narrativo que se quiera establecer con respecto al tema debatido; por ejemplo, el cambio climático (Fløttum y Gjerstad, 2017).

En el debate social, estas combinaciones interesan especialmente cuando tienen una incidencia directa sobre la información o la desinformación; esto es, sobre la coherencia (hacer y decir, no hacer y no decir, por ejemplo) o la incoherencia (no hacer y decir, hacer pero decir, no hacer pero decir, por ejemplo) de los actores implicados en un determinado debate, así como sobre la determinación (decir y decir, hacer y hacer, por ejemplo) o la indeterminación (decir y no decir, hacer y no hacer, hacer pero no hacer, decir pero no decir por ejemplo) de sus acciones.

Coherencia, incoherencia, determinación e indeterminación pueden aplicarse a tres áreas principales: a) las características de los actores [A] (identidad o responsabilidad, por ejemplo); b) los contenidos de los mensajes [C] (son los casos más obvios); y c) los factores contextuales [F] (espacio, tiempo, medio, etc.). En este sentido, hay, al menos, tres grandes parejas de procesos (Durandín, 1995). La primera es la ocultación, frente a la mostración o transparencia. Se esconde lo que se dice o lo que se hace para que otros no conozcan una realidad que, de forma inmediata o no, el ocultador piensa que puede ser perjudicial, en mayor o menor grado, para él o para los suyos. Las principales estrategias de ocultación o mostración son las siguientes: a) la presencia o la ausencia de supresión de actores, contenidos o factores contextuales; b) la presencia o la ausencia de segmentación de esos mismos elementos; y c) la presencia o la ausencia de desviación de responsabilidades o identidades de actores, o de contenidos e indicadores espacio-temporales. Se toma, como se puede observar, las estrategias de incoherencia e indeterminación como los elementos marcados de la pareja. Estas estrategias permiten identificar, además, nuevos subtipos de actores, agentes o actantes según las funciones desempeñadas: supresores, segmentadores y desviadores.

La ocultación, justamente, es un proceso que representa bien la clara interrelación de las tres áreas citadas. Así, por ejemplo, un ocultador de contenidos puede no querer que se conozca su identidad (actores), aunque en otro contexto espacial o temporal puede estar más dispuesto a que se sepa. De hecho, las biografías más exitosas se caracterizan por la inclusión de contenidos y de actores ocultados durante años por parte de los protagonistas. Por otro lado, merece la pena interrogarse sobre la posibilidad de que haya exceso de mostración o transparencia comunicativa.

La segunda pareja de procesos es la difuminación, frente a la clarificación. Las características de los actores, el mensaje o el contexto llegan completas a su destinatario, pero con estrategias asociadas que dificultan su localización o su interpretación. Entre esas estrategias, se considera que estas son las más importantes: a) la saturación, que conlleva la acumulación de actores, la sobreinformación o la diversificación excesiva de referentes contextuales; b) la alteración del ritmo adecuado de acción o de comunicación, por ejemplo adelantando o posponiendo la presencia o la ausencia de actores, la presentación de contenidos o los espacios y tiempos en los que se desarrolla una interacción; y c) la desacomodación, que consiste en el uso de un estilo semiocomunicativo parafrástico o poco accesible, útil para desdibujar responsabilidades o identidades, contenidos o el mismo marco espaciotemporal. Actantes, agentes y actores pueden ser difuminadores y, por lo tanto, saturadores, alteradores o desacomodadores.

La tercera pareja es la que enfrenta la invención a la verificación. En cuanto a las estrategias asociadas a la invención, se considera que las principales son estas: a) la suplantación de identidades y responsabilidades, o de contenidos y elementos espacio-temporales; b) la incorporación de actores que no habrían de estar presentes, así como de temas o factores contextuales; y c) la transformación de características de los actores, del mensaje o del contexto, falsificadas sobre una base real. Agentes, actantes y actores pueden ser, pues, suplantadores, incorporadores o transformadores (Bañón, 2021).

A continuación, en la Tabla 2, se ofrece un resumen de las propuestas realizadas, hasta ahora, en este apartado del capítulo.

Tabla 2 Procesos y estrategias de desinformación, ámbitos de aplicación y actores resultantes 

Junto a procesos y estrategias, habría un último nivel relevante: los mecanismos verbales, paraverbales y no verbales utilizados para materializar multimodalmente la información o la desinformación. Especial atención merecen los mecanismos que sirven para atenuar o intensificar tanto la imagen de actores y de acciones, como los argumentos y sus partes esenciales. Se hace manipulando o no opiniones y valoraciones, justificaciones o demostraciones. De forma más específica, y a modo de ejemplo, se diría que la alteración se refleja en el adelantamiento o en la posposición de citas, de iniciativas o de conclusiones. Se aprecia la desacomodación mediante mecanismos de confusión, de ambigüedad o de exageración. Se detecta supresión cuando se excluyen actores que no son informados o a los que no se hace partícipes de un determinado evento, y también cuando se interrumpe el flujo informativo. La segmentación se observa en la escisión de identidades o en la división de actores, así como en la separación de funciones. Y un ejemplo claro de desviación es la cesión de responsabilidades.

Cada proceso puede ser analizado como un macroacto, cada estrategia, como un mesoacto, y cada mecanismo, como un microacto. Se pueden vincular en forma de sucesión o en forma de constelación de prácticas alrededor de un actor considerado principal (Scollon, 2003). Es importante detenerse un momento en el macroacto "ocultación". El debate público incorpora, con frecuencia, expresiones del tipo topo, cloacas del Estado, espías, fuentes autorizadas, informe confidencial o fondos reservados que, con un grado diferente de intensidad y con intenciones diferentes, aluden al acto de ocultar. Recuérdese lo dicho antes con respecto a la categoría que se denominó agente. A veces se entiende el derecho justamente a no tener que dar explicación como algo que hay que aceptar por seguridad colectiva (seguridad nacional, se llega a decir). Se puede ocultar a la sociedad (a la opinión pública, se suele decir) u otras personas de la misma comunidad, mancomunidad o supracomunidad de debate (especialmente si se tiene una relación de confrontación con ellas). Gran impacto mediático tuvo la denuncia del Partido Popular hacia el Gobierno cuando indicó que este había ocultado información muy importante sobre la pandemia de la Covid-19. En la nota de prensa titulada Casado pide diligencias a la Fiscalía por ocultar información de la Covid (Europa Press, 2021), se lee que el entonces líder del PP afirmaba que el Gobierno era plenamente consciente de la gravedad, lo que han estado negando hasta el día de ayer (saber, pero no decir). Y, en otro momento, que el Ejecutivo tomó decisiones para que nada obstaculizara la manifestación del 8 de marzo, día de la mujer trabajadora (saber, pero no hacer). Idénticas denuncias por ocultación hizo el presidente de la Junta de Andalucía, del PP. Se lee en Juanma Moreno acusa a Sánchez de ocultar información a las autonomías sobre la pandemia (García, 2020).

4. Conclusiones

El debate social es un hipergénero muy útil para el análisis crítico y constructivo de temas sociales relevantes y muy complejos en su materialización discursiva. Al respecto, se cree haberlo demostrado en investigaciones anteriores sobre procesos migratorios o salud y enfermedad (Bañón, 2002, 2018). El análisis combinado de diferentes niveles estructurales permite abordar la representación pública de esos temas de la mejor manera posible. Es decir, el nivel superestructural (actores sociales, géneros y factores contextuales), el nivel macroestructural (selección y disposición textual de los temas), el nivel mesoestructural (procesos argumentativos) y el nivel microestructural (fórmulas y mecanismos de intensificación y de atenuación semiolingüísticas).

Ahora bien, en esos modelos anteriores, había mucho margen de mejora en la descripción de conceptos tan importantes como el de actor social. Se hablaba entonces, de macroactores, mesoactores y microactores, pero en este artículo se ha reordenado y ampliado la tipología, de manera que, en nuestra opinión, el analista habrá de estar atento al discurso de (o sobre) hipoactores (individuos sin adscripción a grupos sociales), microactores (familia, amigos, vecinos o compañeros), mesoactores (colectivos sociales), macroactores (grupos económico-financieros y laborales), superactores (representantes político-institucionales y judiciales) e hiperactores (periodistas, influenciadores y artistas).

Además, se ha incluido en el análisis una categoría ausente en esos modelos anteriores: la agrupación comunitaria de debate social. Así, los hipoactores conforman la subcomunidad de debate social, los microactores constituyen subcomunidades de debate social, y mesoactores, macroactores y superactores interaccionan en contextos más amplios, que se han denominado, comunidades de debate social, mancomunidades de debate social y supracomunidades de debate social. De igual manera, la hiperacción reclama un espacio propio por su función determinante en la representación del intercambio de discursos públicos sobre temas de especial interés social; de ahí que se haya hablado, finalmente, de hipercomunidades de debate social. A lo largo del artículo, se ha brindado una consideración especial, en los ejemplos, a los actores políticos y a la expresión de sus roles (actantes, agentes y actores propiamente dichos), sus funciones (proactores, retractores y refractores) o sus responsabilidades (actores colectivos de referencia, actores principales, actores secundarios adscritos oficialmente y actores secundarios no adscritos).

De la misma forma, se ha considerado importante profundizar en las acciones de estos tipos de actores y en cómo estas se combinan estratégicamente para identificar problemas sociales o para describirlos, así como para ofrecer soluciones a los mismos. También, que la actividad comunicativa en el interior de los grupos o en relación con grupos externos tiene un valor estratégico que se resuelve en acciones concretas de gran interés en la descripción e interpretación de los debates públicos. Las modalidades semióticas son de gran ayuda en la identificación, la descripción y la interpretación de voluntades, obligaciones, capacidades y conocimientos de identidades y acciones.

Estos debates pueden tener, además de esa proyección interna o externa, una dimensión local, regional, nacional o internacional. En las distintas agrupaciones comunitarias e intercomunitarias se genera una dinámica reticular a la que siempre habremos de estar atentos y que se resuelve en procesos tales como localización, densidad, intensidad, direccionalidad, accesibilidad, duración y frecuencia. Los debates pueden ser colaborativos o conflictivos y, en el ámbito intercomunitario especialmente, se materializan en interacciones basadas, por un lado, en la conjunción, la coalición o la coalescencia, y, por otro, en la colisión, la escisión o la disolución.

Se tiene el convencimiento de la interdisciplinariedad crítica y constructiva como modo de aproximación al debate público sobre temas socialmente relevantes y, en este sentido, la propuesta presentada en el estudio puede encajar bien con las actuales investigaciones de análisis crítico del discurso desarrolladas tanto en Latinoamérica como en Europa.

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Notas:

1Para una revisión completa de sectores y actividades, puede visitarse la Clasificación de Actividades Económicas (CNAE, 2009). https://www.cnae.com.es/lista-actividades.php

2elDiario es. (8 de julio de 2022). Descarbonización de la economía: librarnos de la dependencia de los combustibles fósiles [Vídeo]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=6IV9TW_rfAI

3Ministerio de Educación y Formación Profesional. (15 de julio de 2020). Celaá impulsa la creación de la Mesa de Diálogo Social para la Formación Profesional [Nota de prensa]. https://www.educacionyfp.gob.es/prensa/actualidad/2020/07/20200715-reunioninterlocutoresociales.html

4Confederación Española de Organizaciones Empresariales. (10 de octubre de 2022). Organizaciones territoriales. https://www.ceoe.es/es/asociados/ miembros-actuales/organizaciones-territoriales

5Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa. (20 de diciembre de 2022). Quiénes somos. https://cepyme.es/quienes-somos/

6Todos estos términos han sido extraídos del corpus DIPURE (Discurso Público sobre los Refugiados en España. FFI2017-89147. Ministerio de Economía y Competitividad. Fondos FEDER). La relación completa de textos que forman el corpus está accesible en https://dipureproyecto.wixsite.com/inicio

7Covering Climate Now. (s. f.). Ritmo climático. https://coveringclimatenow.org/

9Agradecimientos: Los autores quieren agradecer al profesor Josep Solves Almela, de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, por sus observaciones y revisiones para la confección del presente manuscrito. También queremos agradecer las oportunas sugerencias de los evaluadores anónimos de la primera versión de esta investigación.

Financiamiento: La investigación se realizó sin financiamiento

12Trayectoria académica de los autores: Antonio Bañón es catedrático de Lengua Española en la Universidad de Almería y director del grupo de Investigación ECCO (Estudios Críticos sobre la Comunicación. HUM-852). Ha participado en un centenar y medio de publicaciones científicas. En ellas, ha tratado aspectos relacionados con sus dos líneas principales de investigación: el análisis del discurso oral y el análisis crítico del discurso. Buena parte de sus trabajos, en esa segunda línea, han estado dirigidos a conocer mejor la representación de los actores sociales implicados en el debate público sobre la salud y la enfermedad, por un lado, y sobre los procesos migratorios, por otro. En este sentido, pueden consultarse, por ejemplo, los libros titulados Discurso e inmigración. Propuestas para un debate social (Universidad de Murcia, 2002), Discurso lingüístico y migraciones (Arco/Libros, 2021), y Discurso y salud. Análisis de un debate social (EUNSA, 2018). Alberto Asencio es profesor de Lengua y Literatura en el máster de profesorado de la Universidad de Almería. Es también docente de Análisis Crítico del Discurso en secundaria y bachillerato. Miembro del Centro de Investigación Comunicación y Sociedad (CySOC) e investigador del grupo ECCO (Estudios Críticos sobre la Comunicación HUM-852) en la Universidad de Almería. Su tesis lleva por título Análisis crítico del discurso político-parlamentario en España sobre las enfermedades poco frecuentes: actores y agrupaciones valorativas.

Recibido: 30 de Noviembre de 2022; Aprobado: 25 de Febrero de 2023; : 12 de Mayo de 2023

Correspondencia: amhernan@ual.es

Contribución del autor: Antonio M. Bañón Hernández y Alberto D. Asencio Ibáñez han participado de forma conjunta en el desarrollo del análisis, en la elaboración, el recojo de datos y la redacción del artículo. Los autores aprueban la versión que se publica en la revista.

Conflicto de intereses: Los autores no presentan conflicto de interés

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