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Lengua y Sociedad

versión impresa ISSN 1729-9721versión On-line ISSN 2413-2659

Leng. Soc. vol.22 no.1 Lima ene./jun. 2023  Epub 12-Mayo-2023

http://dx.doi.org/10.15381/lengsoc.v22i1.23845 

Artículos académicos

Comunicación intercultural y racismo en contexto turístico. Observación participante de prácticas raciolingüísticas

Intercultural communication and racism in a tourist context. Participant observation of raciolinguistic practices

A comunicação intercultural e o racismo num contexto turístico. Observação participativa das práticas raciolinguísticas

Ígor Rodríguez-Iglesias1 
http://orcid.org/0000-0003-3585-2724

1 Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, España. igor.rodriguez@uam.es

Resumen

Este artículo aborda la comunicación intercultural a partir de las prácticas discursivas observadas in situ en un contexto turístico. El estudio se centra en las diferencias interaccionales respecto del color de la piel y el origen geográfico y cultural asumido por el interlocutor local. La metodología utilizada es cualitativa, basada principalmente en la observación participante con un análisis decolonial dentro de los estudios de sociolingüística etnográfica crítica y comunicación intercultural. El texto problematiza las categorías que construyen la extranjería. En concreto, utiliza el marco fanoniano que dicotomiza entre zonas del Ser y zonas del no-Ser, que diferencia entre los privilegios y la subalternidad. La microviolencia discursiva se hace explícita en las prácticas observadas. El autor sostiene que los estudios de comunicación intercultural deben observar el hecho diferencial de la colonialidad del ser y del poder. Los resultados del estudio ponen de manifiesto cómo el racismo media en las prácticas discursivas.

Palabras clave: comunicación intercultural; discurso; turismo; inmigración; racismo

Abstract

This article deals with intercultural communication on the basis of discursive practices observed in situ in a tourist context. The study focuses on interactional differences with respect to skin colour and the geographical and cultural origin assumed by the local interlocutor. The methodology used is qualitative, based mainly on participant observation with a decolonial analysis within the studies of critical ethnographic sociolinguistics and intercultural communication. The text problematises the categories that construct foreignness. Specifically, it uses the Fanonian framework that dichotomises between zones of Being and zones of non-Being, which differentiates between privileges and subalternity. The discursive microviolence is made explicit in the observed practices. The author argues that intercultural communication studies must observe the differential fact of the coloniality of being and power. The results of the study reveal how racism mediates discursive practices.

Keywords: intercultural communication; discourse; tourism; immigration; racism

Resumo

Este artigo trata da comunicação intercultural com base em práticas discursivas observadas in situ num contexto turístico. O estudo centra-se nas diferenças interaccionais no que respeita à cor da pele e à origem geográfica e cultural assumida pelo interlocutor local. A metodologia utilizada é qualitativa, baseada principalmente na observação dos participantes com uma análise descolonial no âmbito dos estudos de sociolinguística etnográfica crítica e de comunicação intercultural. O texto problematiza as categorias que constroem a estrangeirização. Especificamente, utiliza o quadro fanoniano que dicotomiza entre zonas de Ser e zonas de não-Being, o que diferencia entre os privilégios e a subalternidade. A microviolência discursiva é explicitada nas práticas observadas. O autor argumenta que os estudos de comunicação intercultural devem observar o facto diferencial da colonialidade do ser e do poder. Os resultados do estudo revelam como o racismo medeia as práticas discursivas.

Palavras-chave: comunicação intercultural; discurso; turismo; imigração; racismo

1. Introducción

Las nuevas formas de movilidad de principios del siglo XXI han generado un mapa multilingüe en estados constituidos políticamente como monolingües, una especie de contradicción que, lejos de ser una ironía del destino, es un mero efecto del colonialismo, la última modernidad y el propio capitalismo tardío (Duchêne et al., 2013; Blacklegde y Creese, 2012). Las relaciones de desigualdad y la corpo-política del poder en el sistema-mundo actual han generado movilidades que informan de la división internacional del trabajo, esto es, de una división social a escala mundial de las condiciones sociales de las personas y los pueblos. El territorio resultante y, por tanto, su mapa son dos tipos de movilidades, que distribuyen, a su vez, lenguas diferentes y, lo más importante, prácticas discursivas disímiles, en virtud de las posicionalidades en las relaciones de poder social de las personas implicadas en estas interacciones. Tales tipos de movilidades son el turismo y la migración, explicitados en dos tipos de subjetividades abstractas que, en la investigación se denominan prototípicamente, y no sin problematizar, turista y migrante (o inmigrante).

Este trabajo presenta resultados de una investigación situada e interaccional en una ciudad turística mediterránea, en Málaga, capital de la Costa del Sol, y expone, a partir de los datos recolectados, una discusión sobre cómo el uso de la lengua sirve a los intereses de posiciones de dominación, a partir de categorizaciones corpo-políticas que se refuerzan con prácticas discursivas de exclusión social implícitas.

El sistema mundo actual se caracteriza por una crisis de su sistema económico, el capitalismo tardío, la fase financiera y especulativa de una totalidad informada por lógicas civilizatorias de vida o muerte, dualista cartesiano, constituidas desde las prácticas racistas de inferiorización de los pueblos colonizados en la premodernidad y la modernidad misma (Grosfoguel, 2022). Sistema-mundo es una conceptuación usada al interior de la teoría crítica sociológica norteamericana, especialmente por parte de Wallerstein (2006), para dar cuenta de la realidad social de manera mundializada, como diría Dussel (2007), evitando los compartimentos estancos de las disciplinas científicas, "construcciones de nuestra imaginación más que de la realidad" (Wallerstein, 2006, p. 10). Esta ruptura permite poner a dialogar las aproximaciones categoriales, es decir, no nocionales, que el ser humano en esto que se denomina ciencia ha puesto sobre la mesa para comprender el continuum realidad. De este modo, advertir la relación entre economía, política, sociedad, racismo y lengua no se constituye en un discurso al margen, sino central de la cuestión, pues da cuenta de manera más aproximada de la realidad que la compartimentación ilusoria disciplinar. Esto, además, permite relacionar, no desconocer y problematizar diferentes trayectorias intelectuales intradisciplinares.

El artículo hace interseccionar el ámbito de estudios de la comunicación intercultural, la sociolingüística crítica, los estudios sobre el racismo y los migratorios, girando todos en torno al primero: la comunicación intercultural. La colonialidad del ser implica una ruptura evidente en la comunicación, evidenciando la limitación y pobreza del marco clásico de la teoría comunicativa jakobsoniana, así como una cuestión fundamental que se ha supuesto unívoca, pero que evidencia lógicas complejas respecto de la relación de fuerzas disímil entre las fanonianas zonas del Ser y zonas del no-Ser: la categoría turista y sus diferentes legitimidades respecto de las posicionalidades de poder social y racial de las diferentes simultaneidades contemporáneas.

Para este propósito, el artículo se estructura en cuatro partes: el marco conceptual, un apartado dedicado a la metodología, los resultados del trabajo de campo, el análisis y, para finalizar, las conclusiones.

2. Marco conceptual

En el sistema mundo actual se globaliza el capital y también la exclusión de los pueblos (Dussel, 1998), lo que tendrá repercusiones directas en las prácticas cotidianas que, en este artículo, se analizan. Es decir, en las interacciones comunicativas en las que están implicadas diversas subjetividades se va a establecer unas relaciones de fuerzas intergrupales, a partir de marcadores racistas, donde la lengua se va a constituir en un elemento explícito y primordial conductor de las ideologías implicadas en tales prácticas. Dicho de otro modo, con la lengua se construye la interacción diferencial, es decir, la relación de la diferencia (Duchêne et al., 2013; Gumperz, 1971, 1982; Bourdieu, 1982).

El marcador lingüístico como indicador diferencial recibe diversos nombres en otras autorías, como raciolingüismo (Corona y Block, 2020), ideologías raciolingüísticas (Flores y Rosa, 2015) o lingüicismo (Skutnabb-Kangas, 2015), o sin terminología específica es nombrado como un índice (pierceano) que construye jerarquía metapragmáticamente (Silverstein, 2012).

Este tipo de estudios pone su foco sobre la intersección entre la categoría social de raza y el racismo mismo, examinando cómo atraviesan las relaciones interaccionales y discursivas en relaciones de poder desiguales. Este examen enfatiza el interés en los procesos colonialistas y de construcción del Estado nación, presentes en las ideologías y las prácticas lingüísticas donde la cuestión racial está implicada (Corona y Block, 2020; Alim et al., 2016; Flores y Rosa, 2015).

El sociolingüista belga Blommaert (2010) sostiene, respecto de la sociolingüística y en general, lo siguiente:

if the processes we call globalization are not new in substance, they are new in intensity, scope and scale. The novelty transpires in the labels we use for them: one of the main features of globalization is that it has spawned its own discourseson-globalization, thus making it into a self-conscious and seemingly autonomous political, economic, cultural and intellectual project. […] The world has not become a village, but rather a tremendously complex web of villages, towns, neighbourhoods, settlements connected by material and symbolic ties in often unpredictable ways. That complexity needs to be examined and understood. (Blommaert, 2010, p. 1)

Tal y como se argumenta en este artículo, para alcanzar esta comprensión la sociolingüística y, en general, las ciencias del lenguaje, no pueden manejarse con las herramientas conceptuales con las que se constituyeron como disciplinas, basadas en sociologías y otros análisis sociales que formaban parte de una etapa prematura de aquellas otras áreas de estudio (algunas conceptuadas en el siglo XIX, como la noción de consenso de Durkheim asumida por la filología y buena parte de la lingüística general del siglo XX). En un mundo globalizado, caracterizado por relaciones de fuerzas sociales e interculturales, donde la división internacional del trabajo y del ser humano se traduce en relaciones sociolingüísticas e interculturales desiguales, incorporar análisis que hoy se pueden denominar descoloniales o anticoloniales es necesario, pues supone considerar lo que Dussel (1998) da en llamar una analéctica: escuchar a la otredad desde su experiencia y no desde la interpretación colonialista del investigador eurocentrado. Esta está siendo la línea adoptada por los estudios de comunicación intercultural críticos actuales (Ferri, 2022; Stanley y Vass, 2018; Kubota, 2019; Macedo, 2019).

Tal analéctica no desecha tajantemente el estudio hecho desde lo que en antropología denominan perspectivas etic.

El enfoque etic (orientado a los científicos) se centra en las observaciones, categorías, explicaciones e interpretaciones del antropólogo. Tiene en cuenta que los miembros de una cultura a menudo están demasiado involucrados en lo que están haciendo para interpretar su propia cultura de manera imparcial. Al actuar de esa manera, el etnógrafo (el observador) enfatiza lo que percibe y considera importante. (Kottak, 2019, p. 47)

De lo que se trata es de considerar una diversidad epistémica, una interpretación de la realidad desde otras perspectivas y trayectorias intelectuales, que permitan trascender la interpretación que Europa o el autollamado mundo occidental (cf. Said, 1978) ha hecho y hace de sí (Smith, 1999). En este sentido, Fanon (1952, 1961) y otras autorías serán útiles en la compresión del marcador colonial que, como en otros trabajos (Rodríguez-Iglesias, 2022), se han incorporado al estudio sociolingüístico de estos hechos lingüísticos, discursivos y comunicativos.

En este sentido, el presente marco conceptual es el de una sociolingüística crítica decolonial. Crítica en el sentido de Wodak (2003) para quien "la «crítica» es, en esencia, hacer visible la interacción de las cosas" (p. 19). En este sentido, Fairclough (1995) indica que "adopting critical goals means aiming to elucidate such naturalizations, and more generally to make clear social determinations and effects of discourse which are characteristically opaque to participants" (p. 28). Esto implica situar en el centro de la investigación, desde su diseño hasta su análisis y conclusiones, cuestiones tales como el poder y la desigualdad en relación con los repertorios lingüísticos y los espacios sociales, interaccionales y comunicativos. Cobran especial importancia los recursos dispuestos para ello, el acceso a los mismos y las consecuencias para las personas y los grupos.

La crítica no solo puede considerar las problematizaciones que se han hecho y hacen desde lugares y cosmovisiones eurocéntricas hegemónicas, donde las experiencias sociohistóricas han generado subjetividades concretas que difieren de otros modos de estar en el mundo y de pensarlo, incluyendo las formas en que las interacciones en y con el medio social y en y con el medio natural son llevadas a cabo. De ahí que la crítica deba ser decolonial y así se establece el presente marco dentro de una sociolingüística crítica etnográfica decolonial.

Esta descolonización de las prácticas y del saber sociolingüístico ya estaba prevista en la agenda sociolingüística de los primeros años de la segunda década del siglo XXI. Así, Codó et al. (2012) expresaban este hallazgo deconstructivo ante trayectorias críticas eurocéntricas:

la agenda de la sociolingüística actual se enfrenta al reto de dar cuenta del papel del lenguaje en, por un lado, los procesos identitarios actuales, que revelan múltiples tensiones entre lo local y lo global, lo nacional y lo supranacional y, por otro, los procesos de colonialidad global que caracterizan las relaciones centro-periferia en la época actual (Castro-Gómez y Grosfoguel 2007). En consecuencia, se hace necesario revisar las clásicas concepciones sobre agentividad en los procesos sociolingüísticos, para así incorporar al análisis las nuevas formas de agencia individual que hacen posible negociar y renegociar espacios de contestación de las estructuras de poder y las ideologías dominantes. (pp. 168-169)

Para la sociolingüística crítica lengua es una práctica social (Pujolar, 2012), en línea con Fairclough y Wodak (1997). Esta perspectiva de investigación y análisis estudia las ideologías lingüísticas (junto a las sociales, culturales y ontológicas) y las reproducciones y/o transformaciones de las relaciones de poder con la lengua como marcador y su imbricación con otros marcadores como el color de piel, el origen geográfico, la clase social, la religión, etc. (cf. Pujolar, 2012; Rodríguez-Iglesias, 2022).

Este marco se completa decolonialmente con algunas precisiones que se recopilan de Grosfoguel (2021):

[1)] Una teoría descolonial tiene que distinguir las diferencias cualitativas entre las opresiones en una zona donde los sujetos viven opresiones con privilegio racial de la zona donde los sujetos viven opresiones con inferioridad racial. Esto tiene que ver con el racismo como un principio organizador de la economía política en la modernidad occidental capitalista. […] [2)] Cuando hablamos de ‘zona de ser’ y ‘zona de no ser’ nos referimos a una jerarquía de superioridad e inferioridad sobre la línea de lo humano con la que la modernidad occidental organiza las relaciones de dominación incluida la división internacional del trabajo y la acumulación de capital a escala mundial. […] [3)] Cuando se habla de una lucha por la descolonización, hay que precisar de cual zona se está hablando […] para no negar ni trivializar opresiones a los que las viven, sea desde la zona del no ser o sea desde la zona del ser. […] [4)] Debemos reconocer que hubo formas de dominación colonial en el pasado premoderno y hay formas de dominación colonial en las zonas del ser en el presente. Pero matizando que son formas coloniales internas sin dominación racial, y estas no son iguales al colonialismo con racismo. Hay colonialidad, relaciones coloniales sin administraciones coloniales o lógicas de dominación colonial en el mundo moderno, con racismo y sin racismo. […] [5)] Una consecuencia fundamental de esta discusión teórica es reconocer la ‘doble colonialidad’ que viven las naciones sin soberanía: son oprimidos frente al estado […] y son al mismo tiempo opresores frente a grupos inferiorizados racialmente dentro de sus propias naciones. (Grosfoguel, 2021, pp. 34-37)

Este marco, donde es central la práctica social que supone la lengua y las relaciones de poder, en tanto "relaciones de fuerzas" (Bourdieu, 2008, p. 50) o "formas de dominación" (Foucault, 2014, p. 55), toman en cuenta como centralidad también no solo las opresiones de clase, género y sexualidad, sino el marcador de opresión racial y el del colonialismo interno dentro de la zona del no ser tanto de la zona del ser y de la zona del no ser globales. En este sentido, el Sur global y el Norte global no son respectivamente el sur geográfico del hemisferio meridional y el hemisferio septentrional del planeta, sino el no ser y el ser locales, de modo respectivo, tanto del ser y no ser globales. Es decir, hay un sur dentro del norte y un norte dentro del sur.

En este sentido, la comunicación intercultural, entendida como "comunicación interpersonal entre pueblos con diferentes sistemas socioculturales, y/o comunicación entre miembros de diferentes subsistemas -por ejemplo grupos étnicos- dentro del mismo sistema sociocultural" (Rodrigo, 2012, p. 25), es problematizada, poniendo el acento, desde un punto de vista crítico, en el sufijo inter-. Este genera una ficción en la práctica más peligrosa que descriptiva, porque naturaliza la virtualidad de la ecuanimidad comunicativa, como si los dos sujetos implicados en la interacción gozaran de los mismos privilegios y posicionalidades (Ferri, 2022; Leeds-Hurwitz, 2014; Chen, 2017; Jackson, 2014; Hua, 2013; Moon, 2013), que trascienden la categoría clase, sustituida por dos categorías sociales claves en este estudio: la raza -hecho social, no biológico, fundamentando las jerarquías etnoraciales y la experiencia corpo-política- y el origen nacional -donde el nacionalismo-hegemónico metodológico (Wimmer y Schiller, 2002) e ideológico, explicitado en representaciones y prácticas racistas, juega un papel fundamental-. A estos dos marcadores hay que añadir el lingüístico, respecto de lo que, con más frecuencia allí que aquí, en el ámbito anglosajón han nombrado técnicamente accent (Lippi-Green, 1997; Chambers y Trudgill, 1998; Milroy, 2000), con el que se construye la extranjeridad (Giorgis, 2018; Neagu, 2017).

En este artículo, se entiende por racismo toda lógica institucionalizada de inferiorización de grupos humanos sin hegemonía por parte de otro grupo con capacidad hegemónica para hacerlo e imponerlo. Los marcadores usados para el funcionamiento del racismo son múltiples: el color de piel es uno de los marcadores más conocidos, pero no el único. También son marcadores la lengua, la religión, el origen geográfico, etc., imbricados con otros marcadores de otras lógicas institucionalizadas de inferiorización y dominación, como el sexo y la identidad de género. Grosfoguel (2022, p. 199), desarrollando a Fanon, indica que esta jerarquía es global, "de superioridad e inferioridad" (y he aquí un matiz importante) "sobre la línea de lo humano" (Grosfoguel, 2022, p. 199). Produce, pues, seres humanos que se consideran plenos frente a sub-humanos y no-humanos. La jerarquía conoce diferentes jerarquías de inferiorización. En ambas se cuestiona la humanidad plena (que implica las diferentes esferas de la vida). En el caso más extremo, "su humanidad está cuestionada y, por tanto, negada" (Grosfoguel, 2022, p. 199).

La interculturalidad no se entiende aquí como una mera relación entre culturas. Tampoco la comunicación intercultural como la mera comunicación entre las culturas o sujetos de culturas interpretadas, subjetiva u objetivamente, como diferentes. Interculturalidad y comunicación intercultural deben incorporar en su conceptualización y análisis la concepción de racismo que acabamos de ver. La razón principal estriba en que las culturas no se relacionan en términos de igualdad y como pares iguales, sino en el contexto de una colonialidad sistémica y estructural. Como se dirá más adelante, la colonialidad es la estructura resultante de la colonización. Las relaciones interculturales, a nivel mundial, se manifiestan de dos modos: entre antiguas colonias y sus metrópolis y entre los centros de poder de unas y otras y el colonialismo interno, una subalternidad que también es histórica e invisibilizada a la vez. Hoy en día, por ejemplo, el primer tipo se da en dominicanos, marroquíes o senegaleses en Madrid y la población (históricamente) local, y el segundo entre población limeña blanca (concepto social y no tanto epigenético) y quechuas, aimaras o shipibos (sobre racismo y lenguaje en Perú se puede leer a Zavala, 2020; Yataco, 2012; Benavides y Cabel, 2022; Lovón, 2021).

En este sentido, Walsh (2012) ha llamado la atención sobre el "problema" (p. 63) que implica la definición de interculturalidad basada en la idea de "relación" (p. 63), pues "típicamente, oculta o minimiza la conflictividad y los contextos de poder, dominación y colonialidad continua en que se lleva a cabo la relación" (p. 63). Esta invisibilización, en el grado en que se produzca, también "limita la interculturalidad al contacto y a la relación muchas veces a nivel individual" (p. 63). Es imprescindible poner de relieve la estructura de dominación implicada, según hemos expuesto más arriba. Así, la autora también entiende que la discutida idea de interculturalidad como relación entre culturas encubre o deja de lado "las estructuras de la sociedad -sociales, políticas, económicas y también epistémicas- que posicionan la diferencia cultural en términos de superioridad e inferioridad" (p. 63).

Por último, dado que el estudio se ha llevado a cabo en contexto turístico, se hace pertinente aclarar qué se entiende aquí por turismo. De acuerdo con la Organización Mundial del Turismo (OMT), organismo de las Naciones Unidas:

el turismo es un fenómeno social, cultural y económico que supone el desplazamiento de personas a países o lugares fuera de su entorno habitual por motivos personales, profesionales o de negocios. Esas personas se denominan viajeros (que pueden ser o bien turistas o excursionistas; residentes o no residentes) y el turismo abarca sus actividades, algunas de las cuales suponen un gasto turístico. (OMT, s.f.)

En este sentido, la actividad humana en la que se enmarca esta investigación es la turística, en un contexto de visitantes internacionales. Respecto de la relación intercultural en términos de colonialidad, es importante observar que, dadas las disímiles relaciones entre personas sujetas a diferentes posicionalidades de poder social en la estructura de la señalada jerarquía global racista, y que "la división internacional del trabajo capitalista y las relaciones de clase están imbricadas con y son al mismo tiempo relaciones etno/raciales" (Grosfoguel, 2022, p. 94), no existe como tal la categoría social turista frente a la persona local. Esta relación ya está condicionada por la jerarquía etnorracial de cada país.

Este artículo se centra en la que tiene lugar en el Estado español. Sin embargo, esta puede y debe ponerse en relación con realidades económicas y sociales en que entren en interacción el privilegio y la ausencia de este (el turismo y el racismo en Perú o en otras partes de Latinoamérica y del mundo).

3. Metodología

La investigación se ha llevado a cabo en una ciudad turística de la cuenca mediterránea, en Málaga, cuya provincia lidera el turismo en Andalucía (comunidad autónoma del Estado español), rozando el tercio del total andaluz (Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía, 2022). La elección de esta ciudad guarda tras de sí un hecho práctico: durante el periodo investigativo etnográfico el autor era profesor de Sociolingüística de la Universidad de Málaga.

La metodología utilizada ha sido principalmente la observación participante. Se llevó a cabo a lo largo del curso académico 2019-2020 hasta marzo de este último año, momento en el que comenzó el confinamiento en España y, en prácticamente, todo el planeta, por la pandemia del coronavirus), prolongándose hasta octubre de este último año, por motivos relacionados con la propia investigación (en resumen, constatar que los datos saturaban, desde un punto de vista etnográfico, adecuadamente). Esta metodología tiene un largo recorrido en la sociolingüística interaccional y situada (Bodó et al., 2022). Desde principios de la década de 1970, en los primeros años de la fundación de la sociolingüística (se suele citar el curso 1963/1964; cf. Fernández, 1996; Rodríguez-Iglesias, 2022), John Gumperz (1971, p. 226), uno de sus fundadores, apunta a los métodos usados en la antropología para su aplicación en sociolingüística, como él mismo utilizó y, posteriormente, la rama crítica de este campo de estudios (Heller et al., 2018).

La observación participante ha supuesto un diálogo entre mi percepción, en tanto investigador, y la realidad estudiada. Así es como lo entiende Ruiz (2012):

La observación establece una comunicación deliberada entre el observador y el fenómeno observado. Comunicación que, normalmente, procede a nivel no verbal, en la que el investigador-observador está alerta a las claves que va captando y a través de las cuales interpreta lo que ocurre, obteniendo así un conocimiento más sistemático, profundo y completo de la realidad que observa (p. 125).

Se trata, pues, de un acercamiento a la realidad, pisando el suelo de esta, tomándole el pulso de manera privilegiada.

La observación participante es un método interactivo de recogida de información que requiere de la implicación del observador en los acontecimientos observados, ya que permite obtener percepciones de la realidad estudiada, que difícilmente podríamos lograr sin implicarnos de una manera afectiva. (Rekalde et al., 2014, p. 207)

De lo que se trata es de ser un investigador "socialmente situado" (Ruiz, 2012, p. 121) y "comprometido" (Fals, 1987, p. 16). Es importante tener en cuenta las ventajas de la observación para acceder al conocimiento de cómo funciona la lengua, la comunicación y, en general, todo el entramado del lenguaje en su contexto social y discursivo:

La observación se diferencia del experimento básicamente por su política de no injerencia, de no interferir en el desarrollo de un fenómeno social. El experimento, por su naturaleza, controla el acontecimiento, lo somete a una serie de condiciones, lo manipula para ver cómo varía o evoluciona, y, con todo ello, lo somete a una especie de operación invernadero que lo transforma sustancialmente. El fenómeno examinado en el experimento es un hecho artificial que, si en los fenómenos de las ciencias físicas, puede mantener su validez como reflejo de la realidad, en las sociales presenta unas dificultades y dudas prácticamente irremontables. La observación pretende evitar esta hibernación de la realidad y examinarla tal como ocurre sin ningún tipo de interferencia, modificación o manipulación. (Ruiz, 2012, p. 121)

Así, Kottak (2011) considera "la observación directa" entre las técnicas etnográficas: "Es de primera mano, se hace sobre el comportamiento e incluye la observación participante", al "registrar todo lo que ven [las personas estudiadas], y tal como lo observan. [...] participar de la vida comunitaria mientras se las estudia" (Kottak, 2011, p. 55-56), En términos similares se expresa Shah (2017).

Por su parte, la entrevista, otra herramienta etnográfica de uso común en sociolingüística crítica, estaba dentro de los planes iniciales de esta investigación, pero pasó a un segundo plano, pues era patente la asimetría entre la imagen propia de la persona entrevistada y la realidad de los hechos. Pocas personas se tienen por racistas, aun cuando las interacciones lo sean. Este segundo plano de la entrevista no relega de por sí este hecho a un ámbito secundario, pues es de vital importancia en general en el análisis de los hechos, aunque no sea fructífero aquí.

Esta adecuación de los métodos de investigación a la realidad objetivada para su estudio es de suma trascendencia, ya que supedita el mapa al territorio y no al revés. Esto pone de relieve, pues, como hecho epistemológico, que la observación participante adquiere mayor peso frente a la entrevista en unos casos y la entrevista frente a la observación en otros. O ambos por igual, en virtud de las circunstancias estudiadas.

La investigación etnográfica, en este sentido, debe adaptarse a las circunstancias y contexto en que se produce. Por tanto, no se trata de diseñar mecánicamente una investigación donde se tengan que dar como requisito sine qua non observación con entrevista. En el caso concreto de lo estudiado en este artículo, no se trataba de estudiar si los camareros veían sus propias prácticas como racistas, sino de poner en relación sus prácticas discursivas con la historia e imaginario colonial, que construye representaciones ideológicas lingüísticas, sociales, culturales y ontológicas coloniales, así como, una jerarquía etnorracial (Grosfoguel y Maldonado-Torres, 2008). En último término, esta relación debe ser observada con respecto a la igualdad y la justicia social, explicitadas en el orden jurídico: Constitución Española, Declaración de los Derechos Humanos o Declaración Universal de la Unesco sobre Diversidad Cultural.

En este artículo se presentan casos tipo, a partir de situaciones reales, que dan cuenta de la jerarquización de seres humanos a través de la lengua como práctica discursiva, interaccional y social, donde los sujetos inferiorizadores usan una serie de elementos lingüísticos en virtud de su ideología respecto de la persona que tienen ante sí. Se trata no solo de ver esa relación interpersonal en términos microinteraccionales, en el sentido, de anecdóticos o pasajeros, es decir, supeditados a esa mera comunicación interpersonal, sino de ver cómo se actualizan relaciones de fuerzas intergrupales, en el sentido expresado por Bourdieu, a la hora de entender la comunicación lingüística no solo como un "hecho intelectivo y de intercambio simbólico, sino de poder" (cf. Bourdieu, 2008, pp. 11-12). La lengua se constituye en un artefacto político, constituida en lo político del hecho discursivo, donde la "desigual distribución del poder" (Joseph, 2006, p. 20) de las interacciones comunicativas, de cada práctica discursiva, "reflects the play of power, or is guided (or maybe even determined) by it" (Joseph, 2006, p. 20).

3.1. El trabajo de campo y su contexto

El trabajo de campo se ha llevado a cabo en dos establecimientos de comida rápida y autoservicio franquiciados del grupo Restalia: The Good Burger (TGB) y 100 Montaditos, situados en el Centro de Málaga en zonas masificadas turísticamente. El primero está situado junto a la calle Larios y el segundo entre la plaza de la Merced, en la que se encuentra la casa natal de Picasso, y el teatro romano y la Alcazaba de Málaga, por lo que se trata de una zona altamente transitada peatonalmente, así como bastante cara en términos económicos. La duración del trabajo de campo abarca el periodo indicado líneas más arriba.

El informe Main Streets Across the World 2019, elaborado por Cushman & Wakefield, sitúa estas arterias malagueñas entre las primeras del Estado español en el precio del metro cuadrado. Son zonas caras, con establecimientos destinados al turismo y próximas al muelle de Cruceros del Puerto de Málaga, por lo que el perfil de transeúntes de esta zona suele ser -especialmente, antes de la pandemia del coronavirus- de mediana edad, lo que se traduce en un perfil de cliente en ambos restaurantes muy diferentes a otros (como Burger King, que se encuentra justo enfrente de este 100 Montaditos). A un lado de la calle, jóvenes, muchos de ellos y ellas menores de edad, abarrotan las mesas. Al otro, personas que rondan y sobrepasan los 30 años de edad suponen la clientela de este último restaurante. Es el mismo perfil de cliente que hemos encontrado en TGB. Es importante explicitar que no se trata de que en estas franquicias se dé un tipo de clientela, sino de particularizar prácticas discursivas en circunstancias específicas, con independencia de que se hayan producido en 100 Montaditos y TGB o en otros restaurantes de otros grupos y cadenas de restauración. Lo que interesa aquí, por decirlo de otro modo, es correlacionar los parámetros sociales, situacionales e interaccionales que hemos encontrado en estos establecimientos en concreto con prácticas discursivas microrracistas, generalizadas socialmente.

El perfil de edad y el hecho de ser restaurantes que se tienen por accesibles económicamente, dados los precios en los restaurantes de lujo o turísticos, en general, de la zona, han sido dos parámetros determinantes para la elección de estos dos locales en particular. En otros restaurantes de la zona, las relaciones discursivas están muy mediadas por la consideración de restaurantes económicamente caros, lo que invisibiliza la explicitud de la ideología lingüística, social, cultural y ontológica que está muy presente, como expondré a continuación, en estos bares seleccionados. La correlación, pues, entre el marcador económico, el marcador racismo, el discurso explícito y lo invisibilizado es un asunto de trascendental importancia en este estudio, tal como se discutirá en el análisis.

3.2. El trabajo de campo y sus datos

El trabajo de campo se llevó a cabo en sesiones de una hora a dos de duración aproximadamente, entre septiembre de 2019 y octubre de 2020. La mayor parte de las sesiones transcurrieron entre el 13 de septiembre y el 29 de noviembre de 2019, siendo completadas en febrero y octubre de 2020. El número total de interacciones observadas fue de 76, de las que un tercio corresponden a interacciones con personas racializadas. Las sesiones fueron espaciadas en el tiempo, con objeto de que la presencia del investigador no condicionara las interacciones. De lo que se trataba no era de establecer una estrecha relación con las personas investigadas, por dos motivos: solo podía ser establecida con los camareros, ya que la clientela era de paso, por las características turísticas del lugar y la tipología del local, asimilable a bares de comida rápida. El otro motivo, como ya se ha indicado, es que no se consideró relevante cómo los camareros ven sus prácticas discursivas, dado el objetivo de la investigación que, en último término, era determinar cómo son las interacciones entre estos y la clientela, especialmente, cuando es racializada por quien atiende al público, en contraste con el resto de interacciones (con personas que no sean objeto de racialización).

Las prácticas discursivas observadas fueron transcritas in situ en el cuaderno de campo del investigador. Esto no es problemático cuando las intervenciones son cortas y escasas y, prácticamente, ritualizadas. Las frases no eran espontáneas dada la naturaleza del contexto comunicativo, un bar, en el que lo esperable es que el camarero o la camarera pregunten qué se va a consumir, como así sucede. Por tanto, junto a estas frases ritualizadas o tipo, fue determinante el tono y el uso de un repertorio léxico correlacionado con la representación racializada o no racializada que se hiciera de la persona clienta. Esta cuestión fue convenientemente anotada en el citado cuaderno de campo.

Uno de los problemas que presentó esta investigación fue el uso de la grabadora. Se constituyó en un elemento altamente intrusivo y distorsionante respecto de los objetivos. Para no perder la naturalidad y, dado que no se perseguía la entrevista, sino la observación de cómo suceden los hechos observados, por los motivos expuestos más arriba, se prescindió de ella. El uso de la grabadora en contextos y situaciones como las que se estudian aquí, según mi experiencia de campo, hace que se invisibilicen las prácticas cotidianas. Por otro lado, es éticamente relevante que las personas sometidas a grabación sepan que están siendo grabadas.

En Rodríguez-Iglesias (2022) se narra cómo en contexto de investigación sociolingüística etnográfica, los interlocutores expresaban ante la grabadora cuestiones contradictorias a lo que exponían una vez que ya no se estaba grabando, asegurando que esto último era lo que realmente pensaban y que durante la grabación me contaban lo que creían que yo quería escuchar o lo que, por imagen, les convenía contar en un contexto en el que se registraba en audio todo lo que se decía. Hay que tener en cuenta que esa investigación del libro al que se alude se llevó a cabo con periodistas que se desempeñan en radio como locutores en una emisora que emite para toda España y algunos de estos interlocutores tendían a proteger de algún modo su imagen ante afirmaciones glotopolíticamente problemáticas.

En cuanto a la categoría racializado esta no se toma a priori, sino en virtud del tipo de interacción del camarero con el cliente, esto es, cuándo este se dirige de un modo (micro)racista al cliente y cuándo no. Esto requirió por parte del observador (investigador) poner en relación el tipo de interacción con elementos de diversa naturaleza (color de piel y fisonomía esteriotipada de extranjeridad o etnicidad, acento, ropa, etc.) con los que se construye la Otredad en este contexto.

En el contexto en el que se ha llevado a cabo la investigación, el color de piel no blanco, junto con la fisionomía estereotipada como no europea, resultó determinante, así como el acento cuando este no es anglosajón o francés. En cuanto a la ropa, el elemento que construyó la extranjeridad es el velo o hiyab, ya que fue determinante en el trato diferenciado, a veces, con mayor determinación que el color de piel en el caso de interacciones con clientas.

Las historias, pues, acontecen entre camareros de una cadena de restaurantes de comida rápida y autoservicio y los clientes del local, cuya clientela abarca todas las edades, pero muy especialmente edades por encima de los treinta años, siendo el perfil de esta clientela, al menos, en este local, grupos de familias. Ambos establecimientos, se ha indicado, se encuentran en una zona turística y se nutre principalmente de estos visitantes ocasionales de la ciudad, junto a la calle Larios, una vía peatonal, comercial y de paseo cuyo tránsito de personas cuantitativamente es similar al de la Rambla de Barcelona o la calle Preciados de Madrid.

Las interacciones han sido agrupadas en virtud del uso diferenciado de la cortesía por parte del camarero según racializara o no a la clientela. En este sentido, se toman en consideración conceptos básicos de la pragmática relativos a la cortesía. Lakoff (1973) estableció una serie de reglas de competencia pragmática, entre las que destaca be polite (sea cortés). En este sentido, para Leech (1983) los principios de cortesía pasan por "minimize (other things being equal) the expression of impolite beliefs" (p. 81) e insiste sobre esta necesidad de "minimize the expression of beliefs which express or imply cost to other" (p. 132). Asimismo, el hablante debe "minimize dispraise of other", diferenciando entre "expression of polite rather than impolite beliefs" (p. 132).

Está claro que para estas (y otras) autorías que han abordado en profundidad la eficacia comunicativa y la interacción interpersonal, es importante la amabilidad o el respeto, cuyo valor social ha sido abordado recientemente por Hernández (2020).

Con relación a los datos de la observación participante, se han agrupado las frases en dos tipos. La agrupación responde a que las frases o eran las mismas o similares en este contexto en el que, como se ha indicado, todo está relativamente ritualizado. Por su parte, la tipología responde al tratamiento cortés o respetuoso frente al descortés o irrespetuoso.

La primera tipología agrupa, pues, interacciones entre camareros y clientes con un trato de respeto de aquellos a estos. La segunda tipología, por el contrario, agrupa a estos camareros y clientes cuando el trato de aquellos a estos era diferente e inadecuado. Del respeto y la cortesía del primer tipo se pasa a un tratamiento paternalista y lingüísticamente transgresor o abusivo en el segundo, de descortesía. Ambas tipologías serán nombradas, respectivamente, como Tipo 1 y Tipo 2.

Tipo 1. Respeto. Interacción entre el camarero y el cliente basada en el respeto. A continuación, se destacan las frases paradigmáticas recogidas in situ durante la observación participante. Se trata, en cualquier caso, de frases extraídas de interacciones particulares:

Camarero de TGB:

(1) Siguiente. Buenas, ¿qué desea tomar el caballero?

(2) Hola, ¿qué le pongo?

(3) Hola, ¿qué va a tomar?

Camarero de 100 Montaditos:

(4) Buenas tardes, dígame.

(5) Hola, ¿qué le sirvo?

(6) Hola, buenas noches, ¿qué vamos a tomar?

Tipo 2. Falta de respeto. Interacción entre el camarero y el cliente basada en la falta de respeto de aquel a este. Al igual que en el caso anterior, se destacan aquí las frases paradigmáticas recogidas in situ durante la observación participante. Se trata, como antes, de frases pertenecientes a interacciones particulares.

Camarero de TGB:

(7) Amigo, ¿qué vas a tomar?

(8) Vamos, tú, ¿qué es lo que quieres?

(9) Amigo, venga, dime qué quieres, rápido.

Camarero de 100 Montaditos:

(10) Vamos, ¿qué te pongo, amigo?

(11) Venga, vamos. ¿Qué vas a tomar?

(12) Siguiente. ¿Qué te pongo?

La correlación entre ambos tipos y el marcador epigenético resultó evidente durante el proceso de la investigación sobre el terreno. Las personas racializadas recibían un trato de tipo 2, mientras que aquellas personas no racializadas recibían el trato tipo 1.

4. Análisis y discusión

La correlación entre el marcador económico, el marcador racismo, el discurso explícito y lo invisibilizado es un asunto de trascendental importancia. Se tiende a considerar que la aporofobia se impone sobre el racismo entre las relaciones, al solo considerar lo explícito, pero no la microfísica del poder (Foucault, 1970) o lo que es in-corporado "por interiorización o, mejor dicho, por epidermización de esta inferioridad" (Fanon, 2009, p. 44), presente siempre, aun cuando esté invisible al ojo de quien investiga e interacciona.

Ese punto de vista donde la aporofobia predominaría sobre el racismo es el de Cortina (2017), que considera que "el problema no es entonces de raza, de etnia ni tampoco de extranjería. El problema es la pobreza. Y lo más sensible en este caso es que hay muchos racistas y xenófobos, pero aporófobos, casi todos" (p. 21). El razonamiento de la autora es el siguiente:

no repugnan los orientales capaces de comprar equipos de fútbol o de traer lo que en algún tiempo se llamaban «petrodólares», ni los futbolistas de cualquier etnia o raza, que cobran cantidades millonarias pero son decisivos a la hora de ganar competiciones. Ni molestan los gitanos triunfadores en el mundo del flamenco, ni rechazamos a los inversores extranjeros que montan en nuestro país fábricas de automóviles, capaces de generar empleo, centros de ocio, a los que se da el permiso de fumar en sus locales y bastantes privilegios más. Y todo ese largo etcétera de aportaciones extranjeras que aumentan el PIB. (Cortina, 2017, p. 21)

Es importante observar este tipo de razonamiento que basa sus deducciones en lo superficial de las relaciones de poder intergrupales sin observar las estructuras de dominación intrínsecas constitutivas de la modernidad y del racismo en los términos descritos por Fanon (1952, 1961) o Grosfoguel (2022). Cortina (2017) sigue diciendo:

Por el contrario, lo cierto es que las puertas se cierran ante los refugiados políticos, ante los inmigrantes pobres, que no tienen que perder más que sus cadenas, ante los gitanos que venden papelinas en barrios marginales y rebuscan en los contenedores, cuando en realidad en nuestro país son tan autóctonos como los payos, aunque no pertenezcan a la cultura mayoritaria. Las puertas de la conciencia se cierran ante los mendigos sin hogar, condenados mundialmente a la invisibilidad (p. 21).

Este razonamiento se establece en un nivel superficial, como decimos, dejando de observar que la atenuación de las opresiones que experimentan personas cuyas experiencias histórico-sociales se insertan en lo que Fanon (1952) denomina simbólicamente zonas del no-Ser no acaban con las opresiones en sí. Las experiencias de opresión se atenúan cuando hay una imbricación entre la opresión y algún privilegio propio del grupo o sobrevenido individualmente (como el económico, cuyo marcador sirve a Cortina (2017) para negar el resto de marcadores). Aquello supondría pensar -usando otros marcadores- que mujeres con alto poder adquisitivo no sufren opresión de género, al no observar dicha atenuación, que no aplica para mujeres donde las opresiones económicas, de color de piel, lingüística, etc., son explícitas y sus efectos más gravemente soportados en relación con aquellas.

Así pues, la premisa fundamental en el presente estudio es que el sistema-mundo de la modernidad y, por tanto, el actual, está fundamentalmente atravesado por el racismo, entendido como lógica global, producto del colonialismo e imperialismo occidental, de jerarquización que produce privilegios y opresiones y, por tanto, grupos dominantes y grupos dominados. Es el punto de vista de Grosfoguel (2006) cuando indica, citando a Aníbal Quijano, que "la idea de raza y racismo se convierte en el principio organizador que estructura todas las múltiples jerarquías del sistema mundial" (p. 26), incluyendo el capitalismo y, por tanto, las relaciones económicas disímiles de exclusión/apropiación.

En el caso concreto de ambos restaurantes, no estamos ante espacios de alto poder adquisitivo, ya que estos locales de restauración se caracterizan por ofrecer precios asequibles, es decir, bebidas y alimentos baratos a través de "su política de precios bajos" (García, 2019, p. 39). Es por ello que "su cliente principal es la gente joven" (García, 2019, p. 38), en lo que concierne a 100 Montaditos. En el caso específico de estos dos bares, por su situación estratégica en pleno centro de Málaga, este perfil varía desde personas jóvenes a turistas de mediana edad, según el perfil de clientes observado durante la investigación.

Los hechos anotados, observados e investigados fueron agrupados en dos tipos, debido a lo paradigmático del asunto, a partir de un parámetro diferenciador que es tratado aquí como marcador discursivo indicial de la relación y distribución del poder: respeto y falta de respeto, materializado en fórmulas discursivas lingüísticas y paralingüísticas de cortesía. Tal como lo desarrolla Fuentes (2014), "más que centrarse en el efecto que la comunicación tiene en esa imagen social del otro (Brown-Levinson, 1987) nos centramos en cómo se construye la imagen propia (autoimagen) y ajena (heteroimagen) para redefinir los parámetros comunicativos" (p. 100).

Lo que interesa es situar en el centro del análisis el punto de vista, pues, de quien construye la diferencia. El camarero no conoce la nacionalidad de su clientela. Sus prácticas están mediadas por marcadores que aquí se constituyen en fundamentales: el color de la piel u otras características epigenéticas y la variedad lingüística usada. Secundariamente, a partir de los hechos observados y recogidos, el sexo y la edad. En este sentido, se consideró importante tomar grupos de edad superiores a la del camarero, para hacer más explícito el trato de cortesía o la carencia de esta cuando mediaban los marcadores citados como fundamentales, en relación con las historias objetivadas.

Todas las interacciones que se han presentado anteriormente, en que se apelaba a los clientes, se producían ante personas cuya edad se situaba en el rango 30-50 años. La palabra amigo se convierte, aquí, en un vocativo paradigmático cuando media la diferencia racio-colonial o, dicho de otro modo, cuando se hace una construcción representacional por parte del camarero de la extranjeridad del cliente, sea o no extranjero.

En pragmática, ha sido habitual el estudio de la cooperación conversacional (Grice, 1975) y las máximas de cortesía (Leech, 1983), con aportes importantes por parte de Brown y Levinson (1987) sobre la cortesía y la eficacia comunicativa, subsidiaria de aquella, hasta el punto de ser sacrificada en favor de la cortesía. El concepto de imagen a preservar, del modelo de estos dos últimos autores, se erige en fundamental en su teoría. No obstante, hay una correlación entre la ruptura de tal cooperación, cortesía e imagen y la relación de fuerzas raciolingüísticas (Flores y Rosa, 2015; Corona y Block, 2020). Así, el parámetro relativizador es la disimilitud que se establece en la comunicación intercultural, mediada por la colonialidad del ser (Maldonado-Torres, 2007).

Si bien las razas como hecho biológico no existen (Cavalli-Sforza, 1992), la racialización, como hecho social, se enfoca sobre la persona que identifica y construye la diferencia. Por decirlo de otro modo y en terminología ya clásica al interior de los estudios lingüísticos de corte estructuralista, lo que interesa es el punto de vista del emisor: cómo este construye una imagen de la otredad a partir de su color de piel, de su lengua, de su vestimenta, de su posible nacionalidad, etc., interseccionando o imbricándose ideologías lingüísticas, sociales, culturales y ontológicas.

Es importante problematizar esta cuestión de lo racializado y entender bien qué es tal cosa. Tal y como advierte Martínez (2019):

existe un uso cada vez más común de la categoría racializado o racializada, sobre todo en espacios académicos y políticos, para referirse de manera exclusiva a las "personas que son oprimidas por el racismo", pero esta categorización es imprecisa si tenemos en cuenta que el racismo no sólo provee marcas de opresión, sino que también otorga privilegios. De esta forma, la relación jerárquica entre blancos y no blancos dentro del sistema de dominación generado por la clasificación racial es intrínsecamente un producto de la racialización de blancos y de los grupos y personas consideradas noblancas. (p. 187)

Efectivamente, esta relación colonial no solo genera la categoría del colonizado y la colonizada, sino también su reverso. Así, la autora establece lo siguiente:

hablar de racialización debe reflejar la referencia a un proceso de dominación en donde se encuentran en relación vertical, tensionante y violenta, un grupo humano privilegiado por el ejercicio hegemónico del poder, considerados blancos, el cual oprime sistemáticamente a otros grupos calificados como no blancos y negros. Ubicar el término "racializado/a" sólo en referencia al grupo o personas oprimidas, podría desvirtuar la existencia de un opresor que se beneficia de una estructura política, social y cultural determinada por la existencia de la raza como categoría sociohistórica, política y económica. (Martínez, 2019, p. 187)

Esta cuestión es muy importante para la comprensión del fenómeno que atraviesa las relaciones interaccionales estudiadas en este artículo. Martínez (2019) desarrolla esta idea en línea con Nadi (como se citó en Martinez, 2019, p. 187), investigador del Centre d’histoire de Sciences Po de París e integrante del Partido de los Indígenas por la República (PIR) en Francia:

El hecho de que utilicemos el término "racializados" para designar únicamente a los sujetos post-coloniales demuestra que la raza es a menudo concebida fuera de cualquier relación social. Por lo que, si los sujetos post-coloniales son racializados, los blancos lo son igualmente. Ellos representan una raza social, dotada de privilegios sociales. En consecuencia, no hay racializados, sino más bien un proceso de racialización que constituye a los sujetos post-coloniales y los blancos. (Nadi, como se citó en Martínez, 2019, p. 187)

Es por ello que la "condición racial es inseparable de la cuestión del poder" (Nadi, como se citó en Martínez, 2019, p. 187). En este sentido, desempeñan un rol fundamental las representaciones sociales sobre la extranjeridad, que amplifica y complejiza las relaciones de alteridad. En concreto, la extranjeridad cuando se dirimen relaciones de fuerzas en la interacción comunicativa y, por tanto, social, actualiza ideologías sociales explicitadas en esta en modos específicos de discurso y la forma en que estos son comunicados. Estas ideologías sociales pasan de la dicotomía endo-/exogrupal, precisadas en la práctica en nacional/extranjero, a diversas categorías de extranjeridad, donde los privilegios raciales, sexuales, lingüísticos, sociales, culturales y ontológicos, exponen una función importante tanto en la representación de la otredad y endogrupal como en las relaciones efectivas entre los sujetos implicados.

En las categorías de extranjeridad, dos etiquetas presentan ideológica y prácticamente hechos experienciales disímiles: ser extranjero/a, con el que se asocia la condición de turista o la ciudadanía (legítima), y ser inmigrante (Sayad, 1998).

São principalmente e antes de mais nada a relação desigual (relação política, econômica, cultural etc.), a relação de forças entre os dois países, as duas sociedades, as duas culturas. Considerando as coisas desse modo, pode-se dizer e o mundo está dividido em dois: de um lado, um mundo dominante (política e economicamente) que produziria apenas turistas e todo estrangeiro oriundo desse mundo poderoso, mesmo se residir em país estrangeiro durante toda a sua vida, seria tratado com o respeito devido a sua qualidade de "estrangeiro" -; de outro lado, um mundo dominado que só forneceria imigrantes, e todo estrangeiro proveniente desse mundo, mesmo se vier como turista e só permanecer durante o tempo autorizado ou o tempo atribuído aos turistas, é considerado como um imigrante virtual ou um "clandestino" virtual. A lei que deseja estabalacer, nos fatos, essa distinção, que se quer simples, entre os verdadeiros turistas e os "falsos turistas" sob os quais se escondem os falsos imigrantes, adota esta filosofia social (e política) de um mundo bipolarizado, de um mundo cindido em duas metades assimétricas e antitéticas. (Sayad, 1998, pp. 244-245)

Aún se complejiza más cuando en las experiencias migrantes, consideradas como trayectorias sociohistóricas y políticas, las categorías se tricotomizan, como lo realiza Grosfoguel (2003), ante la historia colonial, el racismo y la realidad migrante en los EE.UU. Así, se diferencia entre "los sujetos coloniales raciales del imperio (negros, pueblos originarios, chicanos, etc.), los inmigrantes (blancos europeos que migran a América) y los inmigrantes coloniales (los latinos que migran actualmente a EEUU desde sus países)" (Grosfoguel y Maldonado-Torres, 2008, pp. 122-123). Como se adelantó líneas más arriba, estos autores indican que:

es fundamental considerar que los migrantes no arriban a un espacio neutral o vacío. Antes bien, los migrantes arriban a espacios metropolitanos que están ya «contaminados» por una historia colonial, un imaginario colonial, conocimientos coloniales, una jerarquía racial étnica vinculada a la historia del imperio. Es decir, los migrantes arriban a un espacio de relaciones de poder que ya está informado y constituido por la colonialidad. No existe un espacio neutral de incorporación para la migración. (Grosfoguel y Maldonado-Torres, 2008, p. 122)

Los turistas no escapan a estas jerarquías. Con relación a las frases recogidas durante la observación participante, el turista-cliente racializado y etiquetado como inmigrante (o, dicho de otro modo que procura ser técnico, racializado sin privilegios) es tratado en los términos del tipo 2, donde mediaban el tuteo, tonos elevados, la apelación microrracista de amigo, amén de otros elementos interaccionales de carácter paralingüístico, como las miradas, la postura corporal, los gestos e, incluso, la velocidad y la intensidad de sonido (volumen) de los mensajes. En el tipo 1 (denominado en este estudio como respeto) la velocidad era más pausada y el volumen más bajo que en el tipo 2, donde la velocidad aumentaba, así como la intensidad de la voz. La relación entre los camareros de ambos bares con los clientes era guiada por la construcción de una otredad en términos de superior/inferior, del Ser y NoSer de Fanon (1952), entre quienes quedan incluidos y quienes quedan excluidos.

Se construye, pues, en terminología de Sayad (1998), al turista, que bien podría ser falso turista, frente al inmigrante virtual, siendo un verdadero turista. Y, más específicamente, estas prácticas construyen, contribuyen y reproducen representaciones de jerarquía etnorracial que perpetúan el racismo, problemáticamente, invisibilizado bajo el tratamiento de cercanía y familiaridad, que, por otro lado, es indicio y reflejo de tal lógica de inferiorización institucionalizada socialmente.

5. Resultados y conclusiones

Los datos analizados confirman cómo la colonialidad del ser, en tanto estructura de dominación corpo-política normalizada a partir de la herencia colonial, atraviesa las relaciones interpersonales e intergrupales, condicionadas por una relación de fuerzas que bien podemos llamar colonial o, sencillamente, racista.

Estos datos y su análisis desvelan la ya anunciada inadecuación de los esquemas comunicativos manejados habitualmente en los estudios de lingüística. Los importantes hallazgos del filósofo Pierce (1986) sobre el emisor y el intérprete, en lo que al signo y su praxis comunicativa conciernen, abrieron un importante camino en los estudios del lenguaje, continuados por el lingüista suizo Ferdinand de Saussure (1916) y, posteriormente, por el psicólogo austriaco Bühler y el lingüista ruso Jakobson (1960). Sin embargo, el giro discursivo de la década de 1960 destacó la complejidad de factores implicados en las interacciones y prácticas comunicativas (Bourdieu, 1982) y, muy especialmente, en lo concerniente a la relación con otros pueblos del mundo (Calvet, 1974). No obstante, la disímil relación entre los pueblos de las (¿antiguas?) metrópolis y los pueblos colonizados no siempre ha sido observada al momento de definir y fundamentar lo que se ha constituido como comunicación intercultural.

Los estudios de corte weberiano habían asumido (y aún lo hacen) que, junto a la clase social, es el supuesto prestigio, entendido en el sociólogo Max Weber en términos de honor social, el marcador deliberador de la desigualdad en las relaciones sociales y comunicativas. Sin embargo, como los datos sugieren, ni clase social ni prestigio son relevantes para el continuo "exceso ontológico" -término del antropólogo colombiano Escobar (2003, p. 62) para designar la situación en que un ser humano se impone a otro- de los camareros sobre los clientes turistas racializados (véase Rodríguez-Iglesias, 2022).

Tales categorías weberianas (la primera discutida por Weber y la segunda, de su cosecha) son desplazadas por las categorías sociales implicadas en la configuración de la jerarquía etno-racial que estructura las relaciones interculturales en el Estado español: el color de la piel, el origen geográfico y el acento/lengua.

A un lado de la línea quedan los sujetos con privilegio racial y colonial, frente a quienes son construidos como sujetos del otro lado de la línea (lo sean o no) que, aun viviendo en el privilegio económico y social, son construidos como sujetos subalternizados por el color de piel, un origen geográfico ubicado en el Sur global y un acento/una lengua desvalorizado/a. Estos tres elementos se constituyen en marcadores de desvalorización, exclusión y descapitalización.

Esto muestra que la comunicación intercultural no es una mera interacción entre sujetos de diferentes culturas, sino una relación de desigualdad per se, donde la cultura dominante desempeña un rol colonial de privilegio frente a la cultura subalternizada. Esta relación intergrupal de colonialidad se explicita, de manera velada o no, en la comunicación interpersonal. Así, los estudios de comunicación interpersonal deben observar estos hechos que, por otra parte, enseñan cómo funciona la comunicación más allá de los planteamientos clásicos y posmodernos.

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2Agradecimientos: A mis socias y socios epistémicos.

Financiamiento: El artículo no ha recibido financiamiento para su elaboración.

5Trayectoria académica del autor: Ígor Rodríguez-Iglesias (Huelva, Andalucía, 1980) es profesor del Área de Lingüística General de la Universidad Autónoma de Madrid. Es doctor por las universidades de Huelva, Córdoba, Jaén y Extremadura en Lingüística y lengua española, con una tesis sobre sociolingüística crítica que recibió el primer premio Tesis Doctoral Andalucía, galardón otorgado por el Centro de Estudios Andaluces de la Junta de Andalucía. Anteriormente, fue profesor de las universidades de Málaga y Huelva. Ha sido investigador visitante en las universidades de La Habana (Cuba), Coimbra (Portugal) y Alcalá (España). Ha impartido conferencias y seminarios de investigación en las universidades de Maryland (EEUU), Plovdiv (Bulgaria), Kiel (Alemania), Autónoma Metropolitana (México), Guadalajara (México), Granada (España), Málaga (España) y Autónoma de Madrid (España), estas dos últimas cuando no era profesor de ambas. Además de doctor en Lingüística, posee un máster en Ciencia del Lenguaje y Lingüística Hispánica, la licenciatura en Lingüística y la licenciatura en Humanidades. Es autor de los libros La lógica de inferiorización de las variedades lingüísticas no dominantes. Etnografía sociolingüística crítica del andaluz (2022) y Aspectos de lingüística histórica española en el contexto europeo (2018), además de decenas de artículos científicos y capítulos de libros académicos sobre sociolingüística crítica y comunicación intercultural. Es coordinador de la Comisión de Discurso y Justicia Social de EDiSo (Asociación de Estudios de Discurso y Sociedad).

Recibido: 09 de Septiembre de 2022; Aprobado: 08 de Diciembre de 2022; : 12 de Mayo de 2023

Correspondencia: igor.rodriguez@uam.es

Contribución del autor: El autor es responsable de toda la investigación y redacción del artículo; por lo tanto, aprueba la versión que se publica en la revista.

Conflicto de intereses: El autor no presenta conflicto de interés.

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