INTRODUCCIÓN
La promoción de la salud se aborda a partir del monismo dual (Wallace, 1988) integrando la salud física y mental. Desde este planteamiento, bajo la perspectiva del enfoque salutogénico y desde un marco biopsicosocial (Antonovsky, 1996; George & Engel, 1980; Borrell-Carrió, Suchman & Epstein, 2004) se formuló este proyecto. Se consideró desde la evidencia, al bienestar eudaimónico propuesto por Ryff (1989, 1995, 2008, 2017, 2018), y entendido como la percepción que tiene el individuo de sus capacidades y limitaciones, y como a partir de ellas se orienta al cumplimiento de objetivos personales y a su alcance considerando para ello las relaciones positivas con el entorno social. Este bienestar está compuesto por las dimensiones de: autonomía, autoaceptación, propósito en la vida, crecimiento personal, relaciones positivas y propósito en la vida; el cual, desde su modelo multidimensional, ha evidenciado que mejora la salud, desde la prevención. De otro lado, se consideraron los beneficios de los hábitos de vida saludable, que según lo propuesto por Pender (1996), entendidos como el conjunto de comportamientos encaminados a la realización de actividad física, cuidado del sueño, comportamiento alimentario saludable a partir del monitoreo por parte del individuo, compuesto por las dimensiones de: nutrición, ejercicio, responsabilidad en salud, manejo del estrés, soporte interpersonal y autoactualización; tienen implicaciones positivas en la salud, desde la prevención (Cobb-Clark, Kassenboehmer & Schurer, 2014; Nielsen et al, 2014; Ruiz-Palomino, Giménez-García, Ballester-Arnal & Gil-Llario, 2020).
A partir de la revisión de investigaciones acerca del análisis de variables psicosociales predictoras de la salud, se identificó un vacío en la inclusión de variables de naturaleza autómata o “primitiva”, que reducen la salud, al representar disminución en el control, pérdida de voluntad y déficit en la inhibición de conductas de riesgo, como ocurre en la impulsividad, definida como la irreversibilidad y deseo intenso y repetitivo de realizar un acto incluso cuando este tiene consecuencias negativas, compuesto por: la tendencia a tomar decisiones rápidamente (Impulsividad cognitiva), actuar sin pensar (Impulsividad motora), e involucrarse en conductas riesgosas (Impulsividad no planeada), se constituye así en una predisposición generalizada y autónoma a reaccionar sin considerar las consecuencias, debido a la falta de voluntad, que afecta el control de la conducta de forma negativa, (Moeller et al, 2001; Patton, Stanford & Barratt, 1995; Forrest, Widdowson & Rocque, 2019). Así mismo, variables, que, por el contrario, aunque igualmente emocionales, la incrementen, como ocurre con la inteligencia emocional. Se define a la inteligencia emocional a partir de la capacidad de regular emociones y sentimientos propios y de los demás, a partir de una adecuada percepción de los estados emocionales (Boyatzis, Goleman y Rhee, 2000)
En este trabajo se consideran a la impulsividad y la inteligencia emocional como variables que anteceden la conducta. A partir de lo planteado en varios antecedentes, como por ejemplo en los trabajos de Arends et al (2019), Coryell et al (2018), Hejase et al (2018), McHugh. Et al (2019), Merchán-Clavellino et al (2020), en los que se evidencia su vínculo con comportamientos específicos que afectan la salud de adolescentes y jovenes adultos, tales como el aumento o reducción del consumo de sustancias psicoactivas entre otros.
Específicamente en el caso de la impulsividad, esta variable antecede conductas de riesgo como la práctica sexual ausente de protección mediante el uso de métodos de barrera (Hayaki, Anderson & Stein, 2006; Black, Serowik & Rosen, 2009; Patt et al, 2020), la addición al consumo de alcohol y de metanfetaminas (Semple et al, 2005; Coskunpinar, Dir & Cyders, 2013; Rømer-Thomsen et al, 2018), estas últimas, con implicaciones en el incremento del riesgo suicida (Costanza, 2020); el riesgo al conducir (Barati et al, 2020; Mirón-Juarez, 2020) y la adicción a la comida (Maxwell, Mardinel & Loxton, 2020); explicados por la influencia negativa de la impulsividad en la función ejecutiva y por lo tanto en los procesos de planeación (Reynolds et al, 2019), fortaleciendo las decisiones orientadas por la búsqueda de satisfacción en el corto plazo, la falta de premeditación y la búsqueda urgente de sensaciones positivas, incrementando la aparición de enfermedades cardiovasculares (Rogers, Kelley & McKinney, 2020; Van Den Berk Clark. 2020). Todas estas conductas de riesgo, reflejan la incidencia negativa que se presume en este estudio, puede tener en la reducción del bienestar psicológico y los hábitos de vida saludable, todas vez que estas últimas, tal y como se mencionó, se ha evidenciado que tienen implicaciones positivas en la prevención del riesgo (Cobb-Clark, Kassenboehmer & Schurer, 2014; Nielsen et al, 2014; Ruiz-Palomino, Giménez-García, Ballester-Arnal & Gil-Llario, 2020), mientras que la impulsividad incrementa el riesgo, por lo que se presume una relación significativa y negativa.
La inteligencia emocional, participa en el control de las emociones, la reducción del estrés y de la enfermedad (Keefer, Parker & Saklofske, 2009), con efectos positivos en la salud, al incrementar las evaluaciones positivas de funcionamiento físico, baja percepción de dolor físico, incremento en la vitalidad, en el funcionamiento social, en el control de las emociones y la percepción generalizada de salud mental (Fernández-Abascal & Martín Díaz, 2015; Sarrionandia & Mikolajczak, 2020), reduciendo los comportamientos de riesgo (Lana et al, 2015) y aumentando el comportamiento saludable (Andrei et al, 2018; Malinauskas et al, 2018).
La impulsividad y la inteligencia emocional podrían predecirse (de forma negativa en el caso de la impulsividad y positiva en el caso de la inteligencia emocional) a partir del comportamiento de variables que favorecen la salud, como la metacognición, entendida como un proceso cognitivo superior caracterizado por la reflexión sobre los propios pensamientos, que implica el control de la atención y la memoria para regular las emociones, evidenciado a partir de las dimensiones de: conocimiento y regulación de la cognición (Cartwright-Hatton, &Wells, 1997; Dimaggio, Hermans & Lysaker, 2010); y de variables como la autodeterminación, de naturaleza motivacional, entendida como la agencia deliberada del sujeto para dirigir sus acciones, y su toma de decisiones (Ryan & Deci, 2000). Ambas incrementan los hábitos de vida saludables, aumentando el nivel de regulación por parte del individuo en la promoción de su salud física (Ferriz et al, 2016; González-Cutre, 2018), e influyen en la prevención efectiva de conductas de riesgo (Sheeran et al, 2020). También influyen en la ejecución de prácticas orientadas a la preservación de la propia vida (Gardner & Lally, 2013; Trigueros et al, 2019; Kadhim, Amiot & Louis, 2020). Representan la consciencia sobre la propia salud (Espinosa & Kadic-Maglajlic, 2018). Contrario a lo que la evidencia, como se mencionó previamente ha identificado para el caso de la impulsividad. Recientemente se ha evidenciado que la metacognición se relaciona significativa y negativamente con la impulsividad, contribuyendo positivamente a controlar sesgos cognitivos mientras que la impulsividad los aumenta (Mirzaee et al, 2021), y así mismo la metacognición, se asocia positivamente con el mejoramiento de la salud e incremento en la percepción de bienestar (Heydapour & Zeinali, 2021; Heydapour, Zeinali & Hamednia, 2021; Chatterjee, Damodar & Hema, 2021). Sobre la autodeterminación por su parte, existe evidencia de que se relaciona negativamente con procesos impulsivos, debido a que corresponde con un constructo de naturaleza motivacional, aunque se diferencia porque compromete procesos reflexivos y de planeación, con implicaciones en el control de conductas de riesgo (Churchill & Jessop, 2011; Keatley, 2013; Keatley, Clarke & Hagger, 2013; Keatley et al, 2014). También sobre la autodeterminación, y su relación con la presencia de hábitos de vida saludable, se ha identificado que esta incrementa la percepción positiva de los beneficios de la actividad física en adultos sedentarios (Puigarnau et al, 2017), y en general en el mantenimiento de cambios conductuales (Ryan et al, 2008), específicamente con efectos positivos para el mejoramiento del bienestar y la salud, aunque con tamaños de efectos moderados en el caso de las intervenciones basadas en el fomento de la autodeterminación (Ntoumanis et al, 2021).
En este proyecto se buscó responder a la pregunta de investigación, acerca de si ¿la metacognición y la autodeterminación se relacionan con la impulsividad y la inteligencia emocional, y éstas a su vez con el bienestar psicológico y la presencia de hábitos de vida saludable?
Objetivo general
Describir si existe una relación significativa entre la metacognición y la autodeterminación con la impulsividad y la inteligencia emocional, y de estas con el bienestar psicológico y los hábitos de vida saludable
Hipótesis de trabajo de la investigación
H1: Existe una relación significativa y negativa entre la metacognición y la impulsividad
H2: Existe una relación significativa y positiva entre la metacognición y la inteligencia emocional
H3: Existe una relación significativa y negativa entre la autodeterminación y la impulsividad
H4: Existe una relación significativa y positiva entre la autodeterminación y la inteligencia emocional
H5: Existe una relación significativa y negativa entre la impulsividad y el bienestar psicológico
H6: Existe una relación significativa y negativa entre la impulsividad y los hábitos de vida saludable
H7: Existe una relación significativa y positiva entre la inteligencia emocional y el bienestar psicológico
H8: Existe una relación significativa y positiva entre la inteligencia emocional y los hábitos de vida saludable
A continuación se presenta el diagrama del modelo conceptual de variables propuesto. Corresponde con la representación visual de las relaciones significativas esperadas (ver figura 1).
MÉTODO
Diseño
Está fue una investigación enmarcada dentro del paradigma empírico analítico, por lo tanto, con enfoque cuantitativo, descriptiva, correlacional y con metodología de análisis explicativo mediante el uso de los modelos de regresiones lineales empleados al usar la técnica de modelado de ecuaciones estructurales mediante el uso de mínimos cuadrados parciales, orientado a establecer la capacidad de predicción a partir de las relaciones significativas entre las variables del modelo propuesto (Hair Jr, 2021). En este sentido, las variables latentes, (cuya posible relación establece las hipótesis) resultan de la sumatoria de las dimensiones o variables observadas, a partir de ello, en esta investigación las hipótesis que le orientan se establecieron - coherentemente con el modelo de análisis estadistico y su alcance - a partir de verificar o no las posibles relaciones significativas entre las variables latentes.
Respecto al número de mediciones, corresponde con una investigación de corte transversal, además es prospectiva, observacional, no experimental, de acuerdo con Hernandez-Sampieri y Mendoza, (2018).
Participantes y procedimientos
El tipo de muestreo fue no probabilístico a disponibilidad, de acuerdo con los criterios de inclusión, siendo requisito, ser adulto joven con edades entre los 18 y 30 años, con un nivel de formación superior a la educación básica secundaria para garantizar la compresión de los cuestionarios, de ambos sexos u otra forma de identidad con el sexo y género, y sin tener en cuenta el nivel socioeconómico. Como criterio de exclusión, se consideró, no encontrarse en el intervalo de edad, o reportar dificultades para la comprensión de los instrumentos de evaluación. Para la participación, los cuestionarios, junto con el respectivo consentimiento informado fueron entregados de forma presencial para responderse en formato impreso, durante un periodo aproximado de dos meses. Se contó con una tasa de respuesta del 89,2% sobre los 250 cuestionarios entregados. La muestra estuvo conformada por 41 hombres (18,4%, M=24.24; DE=3.32) y 182 mujeres (81,6; M=24.37; DE=3.28). Las edades estuvieron en el intervalo entre 18 a 30 años (µ= 24,26 y σ=±3,30).
Instrumentos
Inicialmente se indagó por las características demográficas de sexo y solo participaron estudiantes en nivel de formación de pregrado o licenciatura. Para la evaluación de las variables se emplearon diferentes escalas de medición con evidencias de validez y confiabilidad. La aplicación de los cuestionarios se realizó durante 2 meses. A continuación se incluyen las definiciones e instrumentos empleados para cada variable (ver Tabla 1).
Plan de análisis
Para evaluar las relaciones entre las variables de acuerdo con las hipótesis, los datos fueron analizados utilizando el software Smart PLS versión 3.3.2 (Smart PLS - GmbH - 2014 - 2021). Para validar el modelo teórico se elaboró un modelo de ecuaciones estructurales sobre la base del algoritmo denominado “Cuadrados Mínimos Parciales” CPM - PLS (Partial Least Square) técnica de análisis de mínimos cuadrados parciales - PLS (Partial Least Square). Propuesta por Wold (1985) y Lohmöller, (1989) citados por Barahona et al (2020) se centra en maximizar la varianza explicada de las variables dependientes del modelo y estimar los parámetros del modelo, siguiendo el modelo de los CMP. Es un método no paramétrico, por ello, no requiere que los datos se ajusten a una distribución normal o de otro tipo. (Barahona et al, 2020B). Este procedimiento incluye: el análisis del modelo, posteriormente el análisis de la validez de constructo, discriminante, y finalmente el resultado de la contrastación de hipótesis.
Aspectos éticos
Todos los participantes respondieron el consentimiento informado en el cual se explicaron las características de la investigación, el respeto a la confidencialidad y anonimato en el manejo de la información dentro del marco ético legal, considerando con lo estipulado en la ley 1090 del código deontológico del colegio colombiano de psicólogos, y lo establecido en el artículo 11 de la resolución 8430 de 1993 del ministerio de salud de Colombia que regula la investigación con seres humanos, siendo esta una investigación de bajo riesgo, al no incluir ninguna intervención. El protocolo fue aprobado por el comité de ética de la Fundación Universitaria Sanitas bajo comunicado CEIFUS - 270-18.
RESULTADOS
Validación del modelo de ecuaciones estructurales
En la figura 2el resultado del análisis del modelo, posteriormente, el análisis de la validez de constructo, discriminante, y finalmente el resultado de la contrastación de hipótesis.
Validez de constructo
Se realizó el análisis de la validez de constructo de las variables latentes determinando su dimensionalidad y confiabilidad, empleando el análisis factorial confirmatorio - AFC. Se estableció, a partir del procedimiento sugerido por Martinez-Ávila y Fierro-Moreno (2018) según en el cual en la evaluación de un modelo de relación entre variables puesto a prueba mediante el modelado de ecuaciones estructurales mediante la técnica de análisis no paramétrica de mínimos cuadrados parciales, se debe evaluar el “modelo de medida reflectivo” mediante tres pasos: la consistencia interna calculada a través del índice de consistencia interna Alfa y fiabilidad compuesta, la validez convergente que incluye igualmente la fiabilidad del indicador o fiabilidad compuesta y la varianza media extraída, y la validez discriminante dentro de la que se incluyen como alternativa el análisis de cargas cruzadas entre indicadores y variables latentes. En la Tabla 2 se presentan los resultados de la validez convergente.
El modelo cuenta con una validez convergente determinada por valores en las cargas factoriales externas superiores a 0,6 en todos los casos de acuerdo a lo sugerido por Henseler et al (2009). También se tuvo en cuenta la varianza promedio extraída (AVE) que representa el total de las varianzas acumuladas en cada variable latente, con valores mayores a 0,5 de acuerdo con el criterio de Becker et al (2018). Los valores de consistencia interna fueron adicionalmente evaluados, a partir del alfa de cronbach y la fiabilidad compuesta, ambos con valores superiores a 0,7 en todos los casos. Lo anterior permite corroborar la validez convergente de los instrumentos.
Validez discriminante
Se calculó la validez discriminante, que determina el nivel de diferenciación de los constructos, adicionalmente de acuerdo con Leyva y Trinidad (2014), mediante el análisis de las cargas cruzadas de los indicadores. En todos los casos se obtuvieron valores aceptables para estos parámetros, tal como se muestra en la Tabla 3.
Contrastación de hipótesis
Se llevó a cabo el procedimiento de arranque, realizado con 500 iteraciones como sugiere Hair et al, (2017). En la Tabla 4se presentan los resultados. En estos, los valores de los coeficientes Path representados en la primera columna mediante el coeficiente de ruta, cuyos valores van entre -1 y +1, entre mayor sea el valor, mayor la relación entre constructos. El valor de la significación se determina por el valor del estadístico t (t de student), que se derivan del proceso de remuestreo - bootstrapping - y que evalúa la precisión de las estimaciones. La relación es significativa con un nivel de confianza del 90% cuando los valores son superiores a 1,64, con un nivel de confianza del 95% cuando los valores son superiores a 1,96.
A partir de esta evidencia estadística la primera hipótesis, referida a la existencia de relaciones significativas y negativas entre la metacognición y la impulsividad, resultó no-significativa. De la hipótesis 2 a la 8 sí. Para la H1, aunque la dirección como se esperaba fue negativa (β= -0,024), el valor p de 0,311, no cumple con el criterio, y no es significativo (p=0,756). Para la H2 (β= 0,124) con un valor t que cumple el criterio de relación significativa con un nivel de confianza del 90% (t=1,661), y significativo al 90% (p=0,097), la relación significativa existe. Sobre la primera hipótesis, los procesos encaminados al conocimiento y regulación de la cognición, no se relacionan significativa y negativamente con la impulsividad. Sobre la segunda hipótesis, la metacognición sí se relaciona significativa y positivamente con la inteligencia emocional. Las hipótesis de la 3 a la 8 todos los valores t superan el cumpliento con un nivel de confianza del 95% que exige valores superiores a 1,96, todas evidencian valores p significativos superiores al 95% (p<0,05)
A partir de estos resultados, es posible evidenciar, respecto a la H3 que la autodeterminación, se relaciona significativa y negativamente con la impulsividad y significativa y positivamente con la inteligencia emocional. Respecto a su relacion con la inteligencia emocional, la dirección del uso de las emociones propias y de los demás, acorde a los objetivos del individuo estaría determinado por la motivación intrínseca. Ambos hallazgos resaltan la relevancia de este tipo de motivación en variables de naturaleza emocional.
De otro lado, la relación significativa y negativa entre la impulsividad y la percepción de bienestar psicológico eudaimónico, implica que la toma de decisiones de forma primitiva y basado en las emociones se relaciona negativamente con el bienestar orientado hacia la autorrealización; sin embargo, se relaciona significativa y positivamente con el cuidado de la salud mediante la presencia de hábitos vida saludable. Sobre este hallazgo se profundiza en la discusión.
Respecto a la relación significativa y positiva entre la inteligencia emocional tanto con el bienestar como en los hábitos de vida saludable, implica que el manejo de las propias emociones y aquellas de los procesos de interacción incide en la percepción de bienestar eudaimónico, que por lo tanto podria potencializarse con un mejor manejo de las emociones. Para el caso de los hábitos de vida saludable, el control de las emociones implementando los recursos del entorno, podría potenciar la realización de prácticas de cuidado de la salud.
Finalmente, respecto al valor del residuo estandarizado cuadrático medio (SRMR) el cual fue de 0,096, podría considerarse aceptable, de acuerdo con Chin, (1998) debe estar entre <0,08, y <0,05 para ser óptimo. De otro lado, el NFI - Normed Fit Index con un valor de 0,74; de acuerdo con Bentler (1992) valores superiores a 0,9 indican modelos excelentes de covarianza, aunque el valor es menor no es excesivamente lejano. Adicionalmente, se han interpretado de acuerdo con Henser, Rubona y Ray (2016) los ajustes de medida locales, referidos a las relaciones especificas entre cada uno de los componentes del modelo, específicamente entre las variables latentes, examinadas una por una como se presentó en la Tabla 4 para verificar el cumplimiento o no de las hipótesis.
DISCUSIÓN
El ajuste de la estructura del modelo externo - la relación entre las variables latentes y sus constructos - (Hair, Ringle & Sarstedt, 2013) evidencia que las variables latentes representan de forma válida y confiable las medidas de las variables observadas, de acuerdo a lo reportado por el análisis de la validez convergente y discriminante.
Respecto a la hipótesis que no se cumplió (H1); la relación significativa y negativa entre la metacognición y la impulsividad, quizás, sea porque la capacidad de regulación y de control de estos procesos varía según las creencias del sujeto sobre sus procesos cognitivos, retroalimentados a partir de la ejecución (Fernandez-Duque, Baird & Posner, 2000). Se sugiere considerar en futuras investigaciones, el funcionamiento específico de los procesos del control inhibitorio, al ser estos, los implicados en la regulación del curso de acción (Hofmann, Friese & Roefs, 2009; Houben, 2011; Schroder et al, 2020). En la H2 acerca de la relación significativa y positiva entre la metacognición y la inteligencia emocional, los resultados son consistentes con las asociaciones encontradas entre las estrategias metacognitivas, la inteligencia emocional y el desempeño académico en diferentes niveles de formación en educación superior (Taeromi & Parandin, 2017), y con lo encontrado por Ghafoor et al, (2019) quienes identificaron que los procesos metacognitivos junto con la inteligencia emocional mejoran las estrategias de afrontamiento para el cuidado de la salud. Para la H3, referida a la relación significativa y negativa entre la autodeterminación y la impulsividad, se confirma lo sugerido desde el estudio de la motivación intrínseca, que ha encontrado una fuerte conexión entre esta motivación y la impulsividad, la cual, pese a su componente emocional distanciado de un proceso explícito de raciocinio, se orienta por los objetivos en los que el individuo se percibe a sí mismo como altamente competente (Anderman, Cupp & Lane, 2009; Miksza, 2011; Suher & Hoyer, 2020). Respecto a la H4, acerca de la relación significativa y positiva entre la autodeterminación y la inteligencia emocional, el resultado refleja la sinergia en la internalización de las emociones orientadas por el cumplimiento de objetivos interpuestos por el individuo (Perreault et al, 2014; Lumpkin & Achen, 2018), relacionado con la reducción de comportamientos de riesgo como el consumo de alcohol, de cigarrillo y el sedentarismo (Sheeran et al, 2020). El cumplimiento de la H5, sobre la relación significativa y negativa entre la impulsividad y el bienestar psicológico eudaimónico, reafirma lo propuesto por Ryff (2018), debido a que la impulsividad reduce la capacidad de regular las emociones para la autorrealización. Coincide con los hallazgos de Ravert & Donnellan, (2020). En el caso contrario, habría una relación significativa y positiva con la salud, cuando aumenta el nivel de conciencia (Espinosa & Kadic-Maglajlic, 2018) tal y como lo sugiere el bienestar eudamónico, incrementando las prácticas saludables y la calidad de vida (Kimiecik, 2011; Matranga et al, 2020), reduciendo el estrés y la aparición de enfermedades cardiovasculares (Kubzansky, 2018). En el cumplimiento de la H6, respecto a la relación significativa y negativa entre la impulsividad y los hábitos de vida saludable, la relación significativa pero positiva, podría explicarse desde lo observado en el cuidado compulsivo de la salud, como la actividad física “adicta” para seguir modelos de belleza (Holland & Tiggermann 2017). La relación entre la impulsividad y el comportamiento compulsivo, ha sido ampliamente abordada. En el meta análisis realizado por Lee, Hoppenbrouwers & Franken (2019) sugieren que, con leves diferencias respecto al tipo de conducta, ambos procesos son centrales en la explicación de conductas adictivas, muchas de las cuales pueden resultar de la adquisición de hábitos por exposición prolongada a las conductas, antecedidas por procesos autorregulatorios (Overmeyer, 2019), como los procedentes por ejemplo, desde la autodeterminación (H3). En este mismo sentido Tiego et al (2019) agrupan a la impulsividad y la compulsión como factores de una única dimensión denominada como “Conducta desinhibida”. Al respecto, Ersche et al (2019) concluyen que impulsividad y compulsividad contribuyen a la generación de hábitos por sobre exposición, pero solo la compulsión, se asocia con hábitos encaminados al alcance de objetivos específicos no automatizados. En este sentido, los hábitos de vida saludable, podrían desde el autorreporte, comprenderse como conductas, quizás automatizadas y no como comportamientos dirigidos a una meta específica; es decir, como rutinas inmersas en un estilo de vida y en esa medida estimuladas por la impulsividad. Se requeriría sin embargo un análisis más específico sobre cada conducta involucrada en los hábitos de vida saludable, entre los cuales, la evidencia reciente, reporta que, por ejemplo, en el caso de la actividad física o adicción al ejercicio, esta podría ser una de las que corresponda a una de las adicciones conductuales, vinculadas con la sobre exposición, que requiere de más exploración y análisis (Chen, 2016). Respecto a la H7 acerca de la relación significativa y positiva entre la inteligencia emocional y el bienestar psicológico eudaimónico, esta es una de las asociaciones mejor respaldada. Con frecuencia se ha encontrado que un mayor nivel de inteligencia emocional favorece el bienestar psicológico (Extermera, Ruiz-Aranda, Pineda-Galan y Salguero, 2011; Di fabio & Kenny, 2016; Salavera, Usán, Turuel & Antoñanzas, 2020). Finalmente, sobre la H8 acerca de la relación significativa y positiva entre la inteligencia emocional y los hábitos de vida saludable, el resultado valida los hallazgos de Trigueros et al, (2019) quienes identificaron relaciones positivas de la inteligencia emocional con los estilos de vida saludable; y el meta-análisis de Sarrionandia & Mikolajczak (2020) que confirmaron esta relación, la cual favorece varios indicadores conductuales y biológicos que incrementan la salud, entre ellos el apoyo social, la calidad del sueño, el eje hipótalamo - hipófisis - glándula suprarrenal (responsable de las respuestas autoinmunes y foco de análisis de la psiconeuroendocrinoinmunología), comportamiento alimentario y actividad física.
Finalmente es posible afirmar que resultado del modelo de análisis de ecuaciones estructurales a través del análisis de mínimos cuadrado parciales, las hipótesis confirmadas representan hallazgos soportados por la evidencia reciente. En aquella que no se cumplió se sugiere incluir otras variables que permitan predecir mejor el comportamiento de los dos indicadores en salud, relacionadas quizás con la evaluación específica de los procesos metacognitivos, cuyo aporte puede influir sobre el control del componente emocional, que en el caso de la impulsividad particularmente podría representar riesgo para la salud. Se sugiere en futuras investigaciones incluir una muestra más grande, o contar con una mejor representación de la población mediante un muestreo probabilístico.