INTRODUCCIÓN
El tomate (Solanum lycopersicum L.) constituye la hortaliza más difundida en todo el mundo y la de mayor importancia económica (Garzón, 2011; Gerszberg et al., 2015). En el periodo 2012-2021, cuatro países (China, India, Estados Unidos y Turquía) agrupan más del 75% de la producción mundial te tomate fresco (FAO, 2022).
En Cuba, el tomate es la principal hortaliza en superficie y consumo. La producción nacional en el 2021 supera las 300 mil toneladas, pero con un rendimiento agrícola inferior a 12 t/ha (ONEI, 2022). Sin dudas, la realidad del cultivo en la actualidad exhibe resultados contrarios al esce-nario mundial. Esto se debe a diversos factores económicos y ambientales que limitan su produc-ción y rendimiento agrícola.
La amplia demanda de esta hortaliza promueve el desarrollo de numerosas investigaciones enfoca-das a la búsqueda y evaluación de cultivares mejor adaptados en condiciones locales de producción, la respuesta a bioproductos, el manejo de plagas, entre otras (Rodríguez et al., 2012; Molinet y Lescay, 2020; Santana-Baños et al., 2021). Sin embargo, la fase de semillero constituye uno de los elementos fundamentales en este cultivo (Santana et al., 2016) y el tipo de sustrato es determinante para obtener plántulas de calidad (Ortega-Martínez et al., 2010; Liriano et al., 2017).
Las características de los sustratos se han modificado para obtener mejores resultados en la producción, debido a que las plántulas con buen vigor se adaptan mejor al trasplante, sufren menor estrés y, como consecuencia, presentan mejor desarrollo durante su ciclo productivo (Caballero-Salinas et al., 2020).
La turba y el humus constituyen componentes fundamentales de los sustratos de cultivo (Caballero-Salinas et al., 2020; Berilli et al., 2023), sin embargo, en los últimos años existe una importante preocupación medioambiental por el uso intensivo de la turba (Paneque et al., 2022).
En este contexto, explorar sustratos elaborados con materiales orgánicos y subproductos puede favorecer la calidad de las plántulas y la sostenibilidad de la producción. Estos pueden tener una influencia directa en la germinación, el crecimiento y la productividad de las plantas, y esto puede variar según la cantidad la composición química de los sustratos (Ortega-Torres et al., 2020; Paneque et al., 2022; Rangel et al., 2022).
No obstante, es decisivo para investigadores y productores comprender las particularidades del desarrollo vegetativo de los cultivares de tomate recientemente introducidos en la producción. Ello puede servir de base fundamental para el manejo y la eficiencia económica en la fase de semillero.
La presente investigación tuvo como objetivo evaluar la respuesta diferenciada de las plántulas de cuatro cultivares de tomate (Celeste, Desquite, Grandioso y Radiante) a dos sustratos en condiciones de bandejas.
METODOLOGÍA
El experimento se realizó en escenarios de experimentación de la Universidad de Pinar del Río “Hermanos Saíz Montes de Oca”, Cuba (22° 41’ N y 83° 68’ O), a una altura de 61 msnm. La tempe-ratura promedio osciló entre 24,0 y 29,4 °C, con humedad relativa entre 67% y 78%.
Se elaboraron dos sustratos a base de suelo, turba o humus y cascarilla de arroz, con las proporciones y características que se relacionan en la Tabla 1.
En la siembra se emplearon semillas certificadas de cuatro cultivares comerciales de tomate: Celeste, Desquite, Grandioso y Radiante. Esta se realizó de forma manual en bandejas de 40 alvéolos (tubetes) con capacidad de 70 g de sustrato cada uno.
Dos semillas fueron colocadas en cada alvéolo, el sustrato fue humedecido y las bandejas fueron mantenidas en una cámara oscura durante 12 h. Luego, fueron trasladadas al área de experi-mentación y, cinco días después de la germinación, se dejó una sola plántula por alvéolo para asegurar la uniformidad en el desarrollo.
Se empleó un diseño completamente al azar con arreglo factorial (Miranda, 2011). Los factores fueron: sustrato y cultivar. Las mediciones se realizaron en 10 plantas seleccionadas al azar, a los 28 y 35 días después de la germinación.
Para describir el desarrollo morfofisiológico de los cultivares, se ejecutaron medidas de varias variables en las plántulas. Estas incluyeron la longitud del tallo (cm) y el diámetro del tallo (mm), utilizando un pie de rey digital con una precisión de 0,01 mm. Además, se registraron el número de hojas (u), la longitud de la hoja (cm), la longitud del sistema radical (cm) y la biomasa fresca y seca (g). Para obtener la biomasa seca, las plántulas fueron colocadas en una estufa a 70 °C durante 48 h y luego se midieron en una balanza analítica Sartorius con una precisión de 0,1 mg. También se calculó la tasa absoluta de crecimiento (TAC, g/día), a partir de los valores de biomasa seca aérea, siguiendo el método descrito por Vázquez & Torres (2007).
En la valoración económica se realizó una comparación del por ciento de plantas útiles y la necesidad de bandejas y sustrato para garantizar la producción de 10000 plántulas. Las plántulas útiles se seleccionaron de acuerdo con los criterios de calidad establecidos para un ciclo de 30 días (Casanova et al., 2003): altura de la plántula de 12 a 14 cm, diámetro del tallo >3,0 mm y número de hojas entre 3 y 4.
Los datos se procesaron mediante la estadística descriptiva y análisis de varianza (ANOVA). Se empleó la prueba de rangos múltiples de Duncan para la comparación de medias (p ≤ 0,05). También se aplicó la prueba Chi-cuadrado de independencia para el análisis de la calidad de las plántulas en relación con los sustratos empleados. Se utilizó el programa estadístico SPSS ver. 21.0 para Windows.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
A los 28 días después de la germinación, se evidenciaron diferencias significativas entre el factor sustrato para el diámetro del tallo, la longitud del sistema radical y la masa fresca total. La comparación de los cultivares arrojó variaciones altamente significativas en todas las variables, con excepción de la tasa absoluta de crecimiento. Cabe destacar que la interacción sustrato - cultivar no provocó diferencias significativas para las variables analizadas (Tabla 2).
Con relación al efecto de los sustratos evaluados sobre las variables morfofisiológicas de las plántulas de tomate (Tabla 3), solo se encontró diferencias significativas para el diámetro del tallo, la longitud del sistema radical y la masa fresca total. No obstante, al diámetro del tallo, en ambos sustratos, alcanzó el valor mínimo establecido por Casanova et al. (2003). También se encontraron resultados similares con un sustrato a base de turba, en el cultivar ‘PR-92’ (Santana et al., 2016).
Se corrobora que las variables morfofisiológicas de las plántulas de tomate alcanzan los indicadores establecidos para el trasplante, pudiendo emplear-se ambos sustratos con este fin, independien-temente de que S2 arrojó una tendencia a mayor diámetro del tallo y masa fresca total, con diferencias significativas sobre S1. Este resultado puede estar determinado por la presencia de humus en S2, que constituye un componente esencial para el desarrollo vegetativo de las plántulas de tomate (Casanova et al., 2007).
Estudios recientes demostraron que los mejores sustratos para la producción de plántulas de tomate incluyeron humus. Estos tuvieron mayor porcentaje de emergencia, longitud y diámetro del tallo y número de hojas, con incrementos en la biomasa fresca (Caballero-Salinas et al., 2020).
La comparación entre cultivares arrojó diferencia significativa en todas las variables. Se destaca que el cultivar Grandioso alcanza un desarrollo morfológico significativamente superior a los demás cultivares. Este parece más precoz en la fase de semillero y, por tanto, sugiere la posibilidad de diferenciar, en próximos ensayos, los días requeridos para el trasplante en cada cultivar. Profundizar en ello podría tener un impacto positivo en la reducción de gastos de producción. Desquite fue el cultivar con medias inferiores en todas las variables analizadas (Tabla 4).
La tasa absoluta de crecimiento, entre los 28 y 35 días después de la germinación, alcanzó valores superiores a 30 mg/días en todos los cultivares, sin diferencias significativas entre estos. No obstante, en Grandioso se incrementó entre 10% y 30% respecto a los demás cultivares (Figura 1). También se observó una correspondencia entre el desarrollo morfológico y la tasa absoluta de crecimiento.
Estos resultados indican que, en términos de ciclo de desarrollo de las plántulas, es posible considerar que el cultivar Desquite podría permanecer mayor tiempo en la fase de semillero, lo que implica determinados gastos en la producción. Este criterio debe valorarse a la hora de seleccionar los culti-vares para el trasplante o durante su estableci-miento en las condiciones de producción.
También debe destacarse que la caracterización morfofisiología descrita en los cuatro cultivares estudiados sirve de base para ensayos futuros, pues no existen referencias anteriores, en la literatura disponible, que describan el crecimiento y desa-rrollo de estos en la fase de semillero.
La prueba Chi-cuadrado permitió afirmar que el contraste de independencia entre plántulas útiles y sustrato no fue significativo (Tabla 5).
Este resultado indica que ambos sustratos garantizan valores similares de calidad en la producción de plántulas de tomate, aprovechando el empleo de subproductos (cascarilla de arroz) y materiales orgánicos (turba y humus).
Otros autores han demostrado que la composición del sustrato impacta directamente en la calidad de las plántulas de tomate, influyendo en su adaptabilidad al trasplante (Berrospe-Ochoa et al., 2012; Liriano et al., 2017).
Esto se debe al aporte nutrimental de materiales orgánicos empleados como el humus de lombriz. La utilización de este sustrato alternativo puede reemplazar de manera parcial o total los sustratos comerciales y, con ello, disminuir los costos de producción (Caballero-Salinas et al., 2020).
En este sentido, los indicadores productivos demostraron que se puede obtener 85% o más de plántulas útiles con cualquiera de los sustratos, aunque el S1 incrementa en 5% su proporción respecto a S2, elemento que reduciría la necesidad de bandejas y sustratos durante esta etapa del cultivo (Tabla 6).
Este resultado es de gran interés, ya que el sustrato constituye uno de los componentes más importantes en la producción de plántulas para el trasplante. Por lo tanto, la reducción de los volúmenes utilizados puede tener un impacto directo en los costos de producción, así como en términos medioambientales.
En este sentido, algunos autores destacan la importancia de obtener sustratos alternativos con menor costo y disponibles para los productores a nivel local (Caballero-Salinas et al., 2020).
CONCLUSIONES
Los sustratos empleados garantizan un adecuado desarrollo morfofisiológico de las plántulas de tomate, aunque provocan un efecto diferenciado en el diámetro del tallo, la longitud del sistema radical y la biomasa fresa total.
Aunque la tasa absoluta de crecimiento es similar en los cuatro cultivares evaluados, los valores promedios sugieren una tendencia hacia un crecimiento más lento en Desquite y más precoz en Grandioso.
Al emplear el sustrato compuesto por suelo, humus y cascarilla de arroz, se incrementa en 5 % las plántulas útiles para el trasplante. Esto garantiza una reducción tanto en el número de bandejas como en el volumen de sustrato empleado durante esta etapa del cultivo.
En próximos ensayos debe definirse el periodo de crecimiento necesario para que las plántulas alcancen los parámetros de calidad requeridos en cada tipo de sustrato empleado, así como evaluar su supervivencia durante el trasplante.