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Desde el Sur

versão impressa ISSN 2076-2674versão On-line ISSN 2415-0959

Desde el Sur vol.12 no.2 Lima jul-dez 2020

http://dx.doi.org/10.21142/des-1202-2020-0020ed 

Editorial

«Las noticias ahora las damos nosotros»: movilización ciudadana y culturas políticas emergentes

Raúl Castro Pérez1 

1Universidad Científica del Sur. ccastroperez@cientifica.edu.pe

En 2019 y 2020 hemos tenido protestas en cada rincón del planeta: Estados Unidos, Francia, Tailandia, Líbano, Colombia, Bolivia, Chile, Perú, etc.1. En América Latina, multitudinarias movilizaciones de ciudadanos obligaron a profundos cambios políticos sin precedentes, como ha ocurrido en Chile, en donde está en marcha una nueva Constitución tras casi un año de «estallido social», y como se ha visto en el Perú, recientemente, cuyas protestas derrumbaron un régimen cuestionado masivamente y con el que no estaban de acuerdo más del 90% de peruanos2 .

¿Qué está pasando en el mundo? ¿Qué produce este malestar y qué propicia estas crisis políticas generalizadas? Las primeras reflexiones apuntan al fin de una era, en la que el poder de las instituciones soberanas (presidentes y gabinetes de ministros, Parlamentos o partidos) cede a renovadas formas de democracia radical -un concepto de la década de 1980 que tendría que actualizarse a la luz de los actuales acontecimientos-3 y que se están ejerciendo en la práctica, en las calles y en las plataformas digitales, por parte de asociaciones y grupos de ciudadanos que devienen en grupos de presión. Moisés Naim, en un libro bastante difundido, lo califica como «el fin del poder», es decir, un momento en el que los grandes poderes institucionalizados desde la Revolución francesa, los poderes de la democracia, ven socavadas sus bases autoafirmativas, y son permanente y frontalmente escrutados por micropoderes de ciudadanos organizados que los ponen en jaque (Naim, 2013). Es pues la legitimidad de la democracia delegativa y representativa la que está en crisis, en tanto que el establishment político mencionado se ve descubierto en sus juegos de intereses particulares, lejos de su verdadero significado de interés público, y mientras queda de manifiesto la forma en que hacen uso de versiones sesgadas de los hechos para sustentar sus posiciones. En un escenario de «mediatización de la política» (Bennet, 2000), en la que los escenarios primordiales de la democracia dejaron de estar en los Parlamentos y pasaron a estructurar campos de contienda mediáticos, una demanda clara y directa de los actores emergentes -estudiantes, gremios profesionales, asociaciones cívicas- es la transparencia. Todo ello en un estado emocional de indignación y de exigencias a devolver moralidad a la gestión pública (Gerbaudo, 2017).

¿Cómo están cambiando las esferas públicas y las culturas políticas en este escenario de estallido social y democracias radicalizadas? ¿Qué nuevos actores sociales se aprecian y cómo participan en la vida pública de sus sociedades? Con tantas voces diversas, con tantos intereses divergentes, ¿cómo se afronta la profusión de relatos intencional e instrumentalmente sesgados por maquinarias de gestión desinformativa, provenientes de embistes de nuevos grupos de poder?

La reflexión actual tendría que situarse en este escenario convulso y plantear las primeras respuestas. Ello necesariamente implica el colocar en el centro de la discusión de hoy los vínculos entre los escenarios de poder mencionados y su incrustación característica en los medios de comunicación, en particular los de los medios sociales de plataformas. Y es que, en el mismo escenario de la deliberación, de la movilización y la participación, se emiten también distintos regímenes de posverdad propiciados conscientemente. Es en ese contexto de desconfianza generalizado a lo que se accede, en estos regímenes de permanente sospecha de conspiración informativa, que en las movilizaciones ciudadanas emergentes se ejerce el derecho a la autoemisión y la información directa, y se da lugar a afirmaciones, casi manifiestos, como los del eslogan «Ahora nosotros damos las noticias».

La primera constatación es, entonces, la demográfica. Solo en el Perú, la población en edad de votar, entre los 18 y 29 años, suma ya 27% del padrón. Casi uno de cada tres peruanos entonces es un joven nacido en un país que hasta hace poco nomás gozaba de estabilidad social y económica, gracias a 15 años de continuo crecimiento, ciertamente, pero también de continua decepción con respecto a sus líderes políticos. Vieron el escándalo Lavajato afectar radicalmente a todos, sí, todos los gobiernos del siglo XXI. Uno tras otro expresidente, así como sus allegados, fueron descubiertos en presuntas prácticas corruptas, al igual que los principales candidatos del sistema de partidos. La paradoja de estabilidad con corrupción minó toda confianza en la sostenibilidad del sistema, lo cual se agrava con la plena conciencia de la transparencia necesaria que da el pertenecer a la generación que nació en condición de conectividad digital (Van Dijck, 2016).

En esas circunstancias, de culturas de la conectividad, de diálogo horizontal resultado de la facilidad agregativa de las plataformas, pero también dentro de las llamadas «cámaras de eco» -en las que las burbujas de nuestras redes sociales nos pueden cobijar cómodamente en nuestras creencias más arraigadas (ver Jamieson y Capella, 2008)- es que nos sorprendió la realidad de la pandemia. De todas maneras, esta realidad ya extendida desde inicios de 2020 intensificó prácticas de aprendizaje colaborativo, de culturas agregativas en pos de causas públicas sostenibles, pero también alimentó a las teorías conspirativas más extendidas. Confluyentemente, la desconfianza marca actualmente el panorama.

Es este el clima en que se publica el presente número de Desde el Sur, y la forma en que reportan el momento algunos de sus artículos, con aproximaciones académicas y ensayísticas, son elocuentes de ello. Andrea Murillo lo hace patente en el texto «Desconfianza, regímenes de verdad, conspiraciones y montajes en el contexto de la covid-19 en México». Por otro lado, José Gabriel Chueca ofrece una interpretación del momento que viven ciudades saturadas de información con su ensayo «Fotografías de lo que no está en NYC. La noción de ruina en representaciones visuales de la ciudad de Nueva York durante la pandemia de la covid-19». Y de algún modo Alfredo Dillon ofrece un retrato de estas características de la vida política de hoy, mediatizada y espectacularizada, en su texto «Miradas recientes sobre/desde el peronismo en el cine argentino de ficción».

En un tiempo en el que asistimos a un estallido social de ciudadanos comunes, no militantes en política, cuyo grado de indignación por el uso tan instrumentalizado de lo público para sus intereses particulares es mayúsculo, la voluntad de movilización ha prendido expresamente, sobre todo en grupos de jóvenes estructurados en tejidos sociales previos, que se reunían para asuntos propios de sus intereses, sus aficiones. En cada grupo de aficionados, en cada «tribu» de intereses comunes, en cada reunión de compañeros de clase y de trabajo, se gestan prácticas colaborativas propiciadas por insatisfacciones que se embalsan desde hace muchos años. Quizás por ello, en el Perú, en las movilizaciones recientes de noviembre de 2020, el hashtag más aglutinador fue «No nos representan». Se están activando socialidades ya constituidas, y pronto apreciaremos, seguramente, nuevos estilos de participación y gobernanza. Tras los experimentos controvertidos como los de Podemos en España, por ejemplo, podemos esperar que haya corrección y mejores performances. Es una generación nueva, por cierto, la que seguramente saludará el porvenir con otras esperanzas, y también otras prácticas. Ahí nos encontramos.

Referencias bibliográficas

Bennett, L. y Entman, R. (2012). Mediated politics. Communication in the future of democracy. Cambridge: Cambridge University Press. [ Links ]

Gerbaudo, P. (2017). The mask and flag. Populism, citizenism and global pro-test. Londres: Hurst. [ Links ]

Jamieson, K. H. y Cappella, J. (2008). Echo chamber: Rush Limbaugh and the conservative media establishment. Oxford: Oxford University Press. [ Links ]

Naim, M. (2013). El fin del poder. Madrid: Debate. [ Links ]

Van Dijck, J. (2016). La cultura de la conectividad. Una historia crítica de las redes sociales. Buenos Aires: Siglo XXI. [ Links ]

1La columnista de The New Yorker Robin Wright resumió 2019 con un artículo de fin de año denominado «Protests in every corner of the world».

2Encuesta especial: crisis política (noviembre de 2020), Instituto de Opinión Pública del Instituto de Estudios Peruanos.

3La idea inicial proviene de reflexiones de Chantal Mouffe y Ernesto Laclau, en su obra Hegemonía y política socialista. Hacia una política democrática radical (1985), así como en reflexiones de Jürgen Habermas acerca de la «democracia deliberativa», basada en negociación y búsqueda de consensos. Estamos más cerca de lo que propone Habermas a la luz de los hechos.

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