SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.12 número2Elaboración y pertinencia de la matriz de consistencia cualitativa para las investigaciones en ciencias socialesEl desempeño docente y la práctica inclusiva en el nivel superior1 índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

  • Não possue artigos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Desde el Sur

versão impressa ISSN 2076-2674versão On-line ISSN 2415-0959

Desde el Sur vol.12 no.2 Lima jul-dez 2020

http://dx.doi.org/10.21142/des-1202-2020-0024 

Estudios de investigación

La metáfora y su aporte para el estudio de la melancolía como confrontación de la cultura política en Ni pan ni circo (2005)

Metaphor and its contribution to the study of melancholy as a confrontation of political culture in Ni pan ni circo (2005)

Tamara Paloma Pequeño Saco1
http://orcid.org/0000-0003-2233-7598

1Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, Perú tamara.pequeno@unmsm.edu.pe

RESUMEN

Este trabajo reflexiona, en primer término, desde la perspectiva de la cultura, sobre el concepto de melancolía, como consecuencia del fracaso de la utopía de izquierda nacida de la ética de los sectores subalternos. Luego analiza la posibilidad de examinar los discursos literarios no hegemónicos para obtener información sobre la subjetividad con que sus creadores perciben el contexto a partir de la memoria afectada por la derrota política. Para este propósito analizamos el papel que cumple la metáfora en los poemas de Alejandro Romualdo de su libro Ni pan ni circo (2005). Empleamos como marco teórico las propuestas de Roger Bartra (2001) en su Cultura y melancolía. Las enfermedades del alma en la España del Siglo de Oro, además de los aportes de Raymond Williams (2000), Robert Burton (2015), Enzo Traverso (2019) y Walter Benjamin (2008).

PALABRAS CLAVE: Melancolía; metáfora; memoria; ética; utopía

ABSTRACT

This paper begins by reflecting, from the perspective of Culture, upon the concept of melancholy, as a consequence of the failure of the left-wing utopia born of the ethics of subaltern sectors. It then goes on to analyze the possibility of examining non-hegemonic literary discourses in order to obtain information about the subjectivity with which their creators perceive context from a memory affected by political defeat. To this end, we analyze the role that metaphor plays in the poems contained in Alejandro Romualdo's book Ni pan ni circo (2005). As a theoretical framework, we employ the proposals contained in Roger Bartra’s Culture and Melancholy (2001), as well as the contributions of Raymond Williams (2000), Robert Burton (2015), Enzo Traverso (2019), and Walter Benjamin (2008).

KEYWORDS: Melancholy; metaphor; memory; ethics; utopia

Introducción

La melancolía ha sido estudiada, ampliamente, desde diversas perspectivas en el tiempo. Durante la Edad Media se le conocía como la enfermedad de la bilis negra. Los médicos y otros estudiosos2 de ese periodo, hasta mediados de la Edad Moderna, consideraban que podía ser producto del consumo de algunos alimentos que ocasionaban inflamaciones al estómago, pero también podía ser provocada por la influencia de los astros, la falta de consumación del deseo amoroso a través del sexo, la entrega excesiva al estudio sin equilibrar la vida con otras actividades o intereses, la pérdida de seres queridos, la soledad, o por estar bajo el influjo de hechizos o posesión demoniaca (Burton, 2015, pp. 80-121).

A inicios del siglo XX, con el aporte de los estudios de psicoanálisis, Freud describe la melancolía como una degeneración del duelo, que podría definirse como una reacción ante la pérdida trascendental de un objeto amado y que tenía incidencia en sujetos con «predisposición morbosa» (Freud, 1988, p. 2091).

Hasta entonces, la melancolía había sido considerada como una enfermedad que hacía que el sufriente sea visto como un ser extraño3 o como un individuo que, por su estado patológico, no lograba tener una conducta normal y perdía, además, su interés por el mundo exterior (Freud, 1988, p. 2091).

Es con Roger Bartra (2001, pp. 9-15), hacia finales del siglo XX, que se plantea la posibilidad de estudiar la melancolía como una condición de la cultura, entendiéndose esto como una condición que surge en un colectivo como consecuencia de su relación desesperanzadora con el entorno.

Bartra denomina a la melancolía como el «mal de fronteras», fronteras que pueden ser reales o simbólicas. Con este calificativo explica que la melancolía puede surgir por las migraciones forzadas o en las sociedades en transición que deben sobrellevar el llamado «progreso», incompatible con las tradiciones de las que la comunidad no puede desligarse porque los tiempos se han superpuesto abruptamente, sin consideraciones, a sus temporalidades particulares que le impiden desligarse del pasado. Sobre la melancolía, también, afirma Bartra que: «Es un mal que ataca a quienes han perdido algo o no han encontrado lo que buscan y, en ese sentido, afecta tanto a vencidos como conquistadores» (Bartra, 2001, p. 31).

Roger Bartra (2001) es uno de nuestros principales referentes para la realización de esta investigación. Sus estudios nos brindan las bases teóricas sobre la melancolía y amplias referencias de casos desde la perspectiva social. Entre otros autores que nos han proporcionado información imprescindible para comprender conceptos relacionados, resaltamos a Raymond Williams (2000), Michael Löwy (1992), Enzo Traverso (2019), Robert Burton (2015), Walter Benjamin (2008) y George Lakoff y Mark Johnson (1995).

Tras explorar las diversas investigaciones realizadas acerca de la melancolía, encontramos que el común denominador hallado es el estado persistente de profunda tristeza por un objeto de amor (o, como diría Freud, una abstracción equivalente) perdido por el sufriente.

Con este criterio establecido, entonces, podemos empezar a reflexionar con mayor claridad sobre una situación clave en la discusión, que nos hará conectar los principales tópicos usados para este trabajo: melancolía y metáfora.

El objetivo de este estudio es reflexionar sobre las posibilidades que nos brindan los contenidos de la producción poética, principalmente, para examinar los procesos sociales vividos en periodos, sobre todo, de control y totalitarismo político o económico, para hallar información que no solo no se encontrará, en definitiva, en la historia oficial de los pueblos, sino que no se logrará obtener en búsquedas de información directa con métodos más convencionales.

Las conclusiones que presentaremos en este artículo las hemos logrado a partir de la aplicación de la lógica deductiva, basándonos en el análisis y la síntesis de la información teórica reunida y de la interpretación de una selección de poemas del libro Ni pan y ni circo de Romualdo (2005).

La batalla por el predominio

Al interior de la sociedad se producen relaciones de poder en búsqueda del predominio. A partir de estas relaciones de poder que se construyen y que son relaciones en constante movimiento, Raymond Williams clasificó la sociedad (2000, pp. 137-149) en dos grandes bloques: el hegemónico y el residual.

El primer bloque contiene lo que Williams llama lo dominante y lo emergente. Los sujetos sociales no pertenecen de manera inamovible a alguna de estas categorías. Son los procesos culturales que dan lugar a los nuevos saberes los que hacen que lo hegemónico pueda trasformar segmentos residuales en hegemónicos o consolidar emergentes.

El sujeto dominante que llega a serlo es el grupo que marca la pauta dentro de la sociedad, pero para que el grupo dominante mantenga la hegemonía deberá lograr que los imaginarios, que le dan sostenibilidad a su estatus, se institucionalicen (Castoriadis, 2007, pp. 211-212), es decir, sea asimilado como «sentido común» o como aquello que debe ser (el orden establecido) dentro de la sociedad.

Lo que es entendido, comúnmente, como historia no es tal. El discurso histórico es una construcción institucionalizada4 desde la versión del vencedor, el cual deberá arrasar con lo que quede de las ruinas del dominado5 para mantener su hegemonía. Lo que llamamos historia, entonces, es una reconstrucción fragmentaria que se sostiene en nuestra memoria.

Sin embargo, el vencido, en esta lucha de poderes, no será considerado jamás en las versiones oficiales (el orden establecido), de manera que solo le queda revivir y transmitir su memoria a través de espacios subalternos o paralelos a los espacios visibles permitidos por la hegemonía.

El ejemplo de los retablos, en el Perú, resulta muy gráfico para explicar el fenómeno de la memoria fragmentada por el tiempo, la percepción de quien la recuerda, y la estrategia de la que se puede valer el arte para mantener su visión de los hechos, a pesar de los intentos de la hegemonía por desaparecer sus ruinas.

El retablo -cuyo nombre de origen es cajón de San Marcos- es un artefacto artesanal elaborado con pequeños modelados de masilla, caracterizado por tener una estructura dividida en dos pisos. En el piso de arriba se personifican las divinidades y los santos, y en el de abajo se representan las actividades cotidianas de la comunidad, como las faenas diarias o las fiestas locales.

Aunque originalmente llegó desde España, con el correr de los tiempos fue sufriendo una reelaboración en manos de los artesanos peruanos. Las representaciones del piso de abajo dejaron de ser únicamente costumbristas, para expresar elementos propios dictados por la memoria sobre la vida diaria (escenas de oficios, nacimientos, espacios íntimos en el hogar, etc.). Sin embargo, estas representaciones meramente narrativas también llegarían a ser desplazadas por imágenes de denuncia sobre la violencia política en el país, las cuales ocuparían todo el retablo, sin más diferenciaciones de pisos.

El proceso de reconstrucción de la memoria está teñido de melancolía, porque este fuerza al sujeto social a ubicarse en la frontera entre el pasado perdido y el futuro de lo que pudo o podría ser. El vencido, pese a la derrota sufrida, no se conformará con el olvido ni de su memoria ni de su visión ideal del mundo -de otro modo, hubiese aceptado el discurso histórico impuesto- y esperará el momento de su reivindicación (Löwy, 2003, p. 131), porque es la única manera en que puede persistir su identidad y, con ella, sobrevivir a las ruinas.

Las heridas del ideal socialista

Enzo Traverso encuentra que la melancolía, específicamente nacida de la pérdida de las utopías de la izquierda, se genera cuando se extiende el sentimiento de desesperación6 por considerar que no existe salida (Traverso, 2019, p. 108).

En efecto, el contexto que dio paso al sentimiento de desesperación fue el que comenzó a suscitarse desde el 11 de setiembre de 1973, cuando un violento golpe de Estado es dado por el general Augusto Pinochet, quien bombardea La Moneda (la casa de gobierno chilena) y asesina al presidente, elegido democráticamente, Salvador Allende, para desatar una ola de persecuciones, torturas, secuestros y deportaciones dirigidas contra organizaciones y dirigentes sociales.

Esta cacería se produjo, incluso, contra ciudadanos, que sin ser parte de ninguna organización política se mostraban a favor de los cambios realizados por el gobierno de Allende, que había logrado transformar el sentido común, abrazando al socialismo de una manera pacífica, lo cual significaba dar un cambio en las relaciones de poder hasta el momento establecidas.

De esta catástrofe -la Comisión de la Verdad en Chile señaló que hubo 598 muertos, 274 detenidos desaparecidos y 19 083 presos políticos y torturados- surgieron muchos héroes y el deseo de revancha se fijaría en las generaciones venideras (Benjamin, 2008, pp. 305-306), con lo que podemos afirmar que, pese a la violencia desatada, la moral latinoamericana de izquierda aún no había llegado a precipitarse en su condición más trágica.

Si bien toda esa violencia era una manera de quebrantar la nueva moral adquirida por quienes nunca habían sido tomados en cuenta, y el único mecanismo para obligar a retornar al viejo orden, desde el espacio del dominio (el golpe chileno se realizó a partir de la alianza entre las Fuerzas Armadas, los grupos de poder económico y, años después, se descubriría que el gobierno de Estados Unidos jugó como la principal pieza política en este hecho); lo que estaría por ocurrir, una vez instalado el gobierno militar, sería la principal condición que terminaría hiriendo contundentemente las pretensiones socialistas de lograr un cambio en busca de un equilibrio justo entre las fuerzas, de forma que ocurre aquello que mencionó Traverso sobre la melancolía.

A través de decretos de urgencia la dictadura chilena impuso los planes neoliberales y recortó derechos, con lo que se facilitó la destrucción del tejido social y se instituyó una nueva moral en la que el individualismo y el éxito como metáfora del crecimiento económico sería el objetivo final al que se desearía llegar como principal meta de la vida.

La dictadura neoliberal de Pinochet se extendió durante 17 años y concluyó en 1990, como consecuencia del plebiscito realizado el 5 de octubre de 1988. Era de esperar, pues ya se había logrado establecer un nuevo sistema de relaciones a nivel mundial.

El estallido social iniciado en Chile en octubre de 2019 y cuyas protestas y movilizaciones ciudadanas continúan hasta hoy está directamente conectado con los abusos iniciados en 1973, y nos da señas no solo de la resistencia frente al sistema neoliberal, sino que le dan vigencia a las afirmaciones de Benjamin (2008, p. 315).

La metáfora y la expresión de lo trágico

Aristóteles, en su Poética, enuncia que la metáfora es un recurso de la retórica con el que se traslada un nombre, especie, género a otro (2015, p. 88), pero esta afirmación no es precisa. La metáfora no es un reemplazo ni caprichoso ni inocente ni, mucho menos, descargado de ideología. La metáfora, aun en el habla cotidiana, es expresión de la experiencia y de la cultura (Lakoff y Johnson, 1995). Por tanto, podemos afirmar que la metáfora está sostenida en las subjetividades de la memoria.

Si bien la metáfora actúa como puente de comunicación entre diversas subjetividades, la intención del usuario (creador) original de la metáfora no necesariamente es comprendida por el receptor, o el conjunto de receptores, porque esta variará su concepto de acuerdo con las diversas sensibilidades.

La metáfora no nos brinda información cuantitativa, sino que es meramente cualitativa y, aunque pueda tener una funcionalidad estética dentro del poema, resulta ser, primordialmente de carácter ético. Y por ese motivo resulta ser, también, polisemántica.

Los hechos que se asumen como tragedia, como es el caso de la muerte del ideal amado, no podrían expresarse con la rigidez del lenguaje que no refleja experiencia (Lakoff y Johnson, 1995, p. 99). El mundo sensible necesita de la metáfora, y, en el caso específico de la melancolía, que, como venimos sosteniendo, expresa el estadio fronterizo entre lo perdido (pasado) y la búsqueda de la reconstrucción de la utopía (futuro ideal) resulta imprescindible. Esto hace que sea la metáfora la manera ideal de comunicar el sentimiento melancólico.

Resulta imposible reunir toda la emoción, la indignación, la frustración provocada por la tragedia actual de la izquierda latinoamericana que, consideramos, se inicia con el golpe de Estado chileno en 1973, y el irrecuperable daño que produjo contra los derechos humanos, a partir de donde se inicia el control de la región para sumarse al sistema neoliberal, lo cual significó una derrota moral para la izquierda, cuyo principio era la utopía socialista de la construcción del Hombre Nuevo7, como metáfora de un estado de libertad sin individuos cosificados por los mecanismos de producción.

Aunque es cierto que la literatura está traspasada, también, por la ideología y, en algunos casos, prefiere continuar con lo hegemónico, no solo por el contenido (productos estándar) sino por el estilo (Adorno y Horkheimer, 1998, p. 175) y porque también demanda para su existencia material el uso de fuerzas productivas. También es cierto que la creación surge como una expresión que nace de la inconformidad (Urco, 1994, p. 64), enfrentándose a su propia herencia, más aún en el caso de la poesía política, que de manera frecuente usa el discurso metafórico sostenido en la experiencia, para manifestar su posición de resistencia a la moral del sistema actual basado en lo pragmático, lo utilitario y la producción en masa, y suma a esto la dedicación de tiempo a su elaboración artesanal (como modo para referirnos a lo antiindustrializado); no podemos negar que es también una declaración de confrontación frente a la moral hegemónica (Adorno y Horkheimer, 1998, pp. 165-212).

La metáfora y la confrontación de la cultura política

Hemos hablado de la múltiple posibilidad de interpretación que tiene una metáfora. En estas no siempre el poeta dice todo lo que tiene por expresar, ni siquiera se logra descubrir en las lecturas de un receptor o varios todas las implicancias de lo dicho en el discurso. La metáfora siempre velará parte de su significado integral, porque la interpretación que se haga de ella dependerá de la mirada cultural del sujeto social (Lakoff y Johnson, 1995, p. 115).

Las metáforas pueden cambiar sus interpretaciones dependiendo del contexto (los tiempos y los colectivos) a los que lleguen.

El sistema de conceptos está ligado al sistema de relaciones que se establecen, porque a través de estos sistemas de relaciones, a su vez, se establecen los nuevos saberes (el sentido común o el pensamiento generalizado, hegemónico).

Con el rescate y la investigación de las metáforas usadas en los discursos de un colectivo no solo se puede analizar la historia moral de un pueblo, es decir, de la memoria y, con ello, también de aquellos estados latentes en la sociedad, como son los potenciales estallidos colectivos, sino que en ellas se manifestará, aunque de manera velada, los reales significados. La metáfora expresa más con lo no evidente.

La metáfora reconstruye la memoria no solo desde su creación original, sino que va completando sus posibilidades de significado conforme va siendo recepcionada por la diversidad de los destinatarios que se constituyen en coautores. Este ejercicio de rescate, aunque se tengan diferentes lecturas sobre las metáforas usadas, ya constituye en sí mismo una afrenta contra la moral del orden actual, pues esa conexión es contraria al individualismo y a la anulación del pensamiento creativo y crítico, que son estrategias políticas dirigidas a mantener la destrucción del tejido social para evitar la impugnación organizada de lo hegemónico.

El caso de Alejandro Romualdo: las metáforas políticas

Un poeta como Alejandro Romualdo, de la generación peruana del 50, que construye una poesía política de protesta, puede ser comprendido, hoy, por un joven posmilenium, siempre que en el poema se mantenga presente alguna de las condiciones como: 1) la comprensión de la materialidad histórica referida y 2) la emoción impulsada por la imagen creada.

Sobre la primera condición, podemos decir que un hecho común, tanto en los tiempos del poeta como en el del joven posmilenium, va a generar una coincidencia. Si en el poema nos referimos al abuso del poderoso y su deseo de aparentar -en un contexto de campaña política- un altruismo que no tiene, y ello es una circunstancia vivenciada también por el receptor (el joven posmilenium), entonces este y el poeta se conectarán a través de la metáfora, aunque en el mundo de facto estén separados por el espacio temporal.

La segunda condición mencionada se refiere a la conexión emocional que genera la metáfora, aun si el receptor no compartiera su ética. La sobrecarga de significado que emite la metáfora haría comprender al destinatario la subjetividad del discurso.

Pero veamos el poema que ha motivado la explicación, «Miseria de la ideología»:

Los mismos que las piernas te cortaron, en estricto privado,

hoy te regalan las muletas en acto público.

Oh Publio,

agradece a Magnanimus la gracia.

No lo pienses dos veces: solo una cabeza tienes.

Mas no la inclines. No sea que mañana te la cercenen (Romualdo, 2005, p. 71).

Un caso distinto podemos apreciar en el poema del mismo autor «Ni pan ni circo»8, en el cual Alejandro Romualdo hace referencia a la promesa de un cambio, a la llegada de la utopía. El poeta compara el tiempo actual (del sujeto poético) con el pasado ligado a esta misma circunstancia, y se proyecta al futuro; entonces descubre a un poderoso que ya no lo es más, porque ya no le es posible seguir escondiendo sus crímenes, la sangre derramada que antes podía ocultar, y que, hoy, por haber perdido o debilitado su poder, corre el riesgo de perder lo que era símbolo de sus ventajas y supremacía.

¿Está imaginando el poeta una revolución del oprimido en este discurso? ¿La metáfora de revolución que está en este poema podría ser interpretada como tal por un sujeto o una comunidad cuyos paradigmas le impidan considerar o imaginar la revolución como un mecanismo de liberación?

¿Sería posible, por ejemplo, que un ateo interprete la intención comunicativa de las metáforas usadas por un colectivo religioso? Posiblemente, de manera intuitiva, comprenderá parte del discurso, pero también podría interpretarlo desde su perspectiva de no creyente y terminará dándole otro sentido a la intención original de la metáfora entregada.

Aun sin que exista una coincidencia moral entre el emisor y el receptor, ambos podrán comprender el significante de la metáfora si la emoción logra transmitir lo deseado.

El poemario Ni pan ni circo está constituido por cinco secciones: «Fragmentos», «Tres poemas con poemas italianos», «Tu quoque, fili?», «El retorno del cometa Halley» y «Otros poemas». Esta fue la última obra publicada del poeta en 2002, en idioma italiano, después de un largo lapso en «silencio», que tres años después, en 2005, se reeditaría en español.

La obra nos remite, constantemente a los asesinatos violentos, a las desapariciones forzadas, a los crímenes de naturaleza política, a la desesperanza y, al mismo tiempo, a la energía latente para enfrentar al «viejo régimen» contra un nuevo orden. Examinemos algunos de los poemas que con más claridad nos brindan un discurso político con los contenidos expuestos a través de la metáfora de Romualdo.

En el poema que está a continuación, perteneciente a la sección «Fragmentos», el uso de las figuras no es inocente ni tiene una simple utilidad estética. Referirse a las «[dulces flores del mediodía] tan leves acribilladas en los muros» es aludir a un tipo de vida vulnerable, cuya liviandad, pureza y dulzura puede interpretarse como juventud, idea que se refuerza cuando se involucra a la madre que las llora por su muerte. El poema nos dice en su discurso que las baña, no el rocío, sino el llanto de las madres en un contexto que causa horror. La violencia de un genocidio se descubre cuando las flores, protagonistas de este discurso poético, son acribilladas en los muros (lo que sugiere un paredón de fusilamiento). Hacia el final del poema, en los últimos tres versos, el contenido da un giro, pues pasa del sufrimiento y del allanamiento frente al abuso, a una representación del caos violento, de una insurgencia que nace de la ira del violentado.

Livianas, dulces flores del mediodía más puras que nunca en los sepulcros andinos,

y tan leves, acribilladas en los muros de la maleza crispada de horror.

No es el rocío el que cae y las baña sino el llanto de las madres frágiles como la lluvia

corolas de harapos

en un ramo de violencia

donde se agitan irritados capullos/negras banderas y cálices insurrectos (2005, p. 29).

En el siguiente poema, Romualdo vuelve a los tópicos que estarán presentes durante todo el poemario: el asesinato y el terror, fundado por el abuso de un sector con poder sobre el sujeto vulnerable. El sujeto poético se sabe realista porque ve lo que está sucediendo. Es testigo de las muertes y las desapariciones que no le pueden ser ocultadas aunque tengan la intención, los pueblos arrasados son elocuentes, como es el dolor y como lo son los cadáveres que se hallan en el camino. Una sutil idea de urgencia de cambio, de utopía lejana, se deja entrever cuando el poema nos dice: «hay una estrella fugaz en todo sueño», una idea que podría parecer un ruego más que una premonición o una resolución, como abiertamente se puede intuir en el poema anterior.

No extraterrestre ni subterráneo sino sobre la tierra, comprendo con los ojos

como balcones hundido en el firmamento que hay una estrella fugaz en todo

sueño

y horribles huellas en las estaciones que cruzan por el rostro de los desaparecidos.

Labran los pueblos fantasmas el estremecimiento y el terror, el llanto oscuro

y el deseo como un camino que no llegó

cuando empieza la aurora

con los dedos ensangrentados y acaricia las tumbas, y todo termina

con un grito, como los muertos en los caminos (2005, pp. 33-34).

Los poemas de Alejandro Romualdo nos muestran una lectura política de un sector, en evidente estado de subyugación involuntaria y con una manera de sentir, frente a condiciones de abuso, que parecen ser ignoradas o superadas por una aparente paz (tras la etapa de conflicto armado interno) en el Perú, y nos ofrecen, además, un diagnóstico y un ensayo de los riesgos sociales. Esta afirmación podrá ser percibida con mayor claridad en el poema que es interpretado a continuación.

La imagen breve de un paraje natural tranquilo y solitario es interrumpida abruptamente por asesinatos de inocentes, por la degeneración política sostenida en los círculos de poder del viejo orden (de lo hegemónico) que se califica como momificado, y por la intolerancia que da paso a consignas y castigo mortal para el que no acepta ser sometido. Todo esto resulta ser, para el poeta observador, una corrupción de lo que debía ser, quizás el sueño de lo que se entendía como una patria libre. Sin embargo, esta decadencia está encendiendo una indignación que se puede convertir en ira, en una ira que no se ve porque permanece, como el fuego oculto, dentro de un volcán en aparente calma, hasta que, llegado el momento de la erupción, se dibuja incontrolable. Esta última imagen nos remite a los últimos acontecimientos en Chile y en otros países latinoamericanos.

Nada sino la luz: otro asombro meridiano y luminoso

en el campo desierto cuchillo que atraviesas con dulce filo

el cielo estival y perfecto.

Nada sino la sombra: otra espada clavada en el paraíso

como un hacha

en el árbol de las vidas cercenadas

a mitad del camino

sin abandonar la esperanza

al entrar en los círculos podridos argollas de mierda con momias políticamente enjoyadas disfraces polvorientos, máscaras y corderos degollados.

Profanas escrituras:

genitales en los muros sagrados chorreaban consignas

de sangre y lamentos.

Lo viejo bajo el sol

y el volcán de lo nuevo encendido como un cráter en la luna

fría y neutral (2005, pp. 35-36).

En párrafos anteriores comentamos que la metáfora dice más de lo que podría expresarse con un lenguaje meramente informativo. Y, en efecto, en el poema de Romualdo que comentaremos a continuación, las metáforas nos ayudan a sentir el ambiente dramático y escabroso, producto del dolor por la pérdida violenta que le da contexto a la historia no oficial de los que no resultaron vencedores.

Lo que oscurece no es la noche, sino las sombras, los fantasmas, el recuerdo de los asesinados, reflexiona el poeta. Han sido tantos años de crueldad y de abuso, que el país completo ha quedado manchado de sangre y se lleva a cuestas el trauma del terror que nos muestra en imágenes metafóricas. El poema va concluyendo con un ruego que clama por la reconstrucción, la vida y el fin de la tragedia, y, a su vez, parece afirmar a través de la figura que: «Nunca es más clara la noche que en las fosas donde descansa el sol», donde parecería referirse a que son los mártires de un abuso quienes, de alguna manera, iluminan o señalan el camino de los seguidores en busca del cambio.

No es la noche, en la altura enjoyada, la que cae en la oscura contienda,

ni el rayo. Son otras sombras abatidas

las que fueron fulminadas. Tantos años

de crueldad bañaban los rostros de las mujeres.

La piel de los mapas estaba manchada

con rastros de sangre y luces marcadas,

trazos de horror, puntos muertos, incrustaciones.

Rama sin árbol, florece y sostén a las aves;

tranqueras sin camino, detén las catástrofes.

Nunca es más clara la noche que en las fosas

donde descansa el sol. Víctimas del rebaño,

los balidos, las ramas,

las espinas y las piedras, tiemblan (2005, pp. 42-43).

El último poema analizado en esta selección resulta interesante porque nos da una muestra sobre cómo las interpretaciones de las metáforas pueden cambiar según el contexto en que sean recibidas.

En primer término, y en una primera lectura, este poema está compuesto por dos momentos presentados como un paralelo. El primero, referido a la naturaleza, específicamente al estado climatológico, frente al segundo, referido a los estados políticos del país, donde el poeta denuncia la actitud indolente del Estado, que forma parte del abuso contra los derechos, y que generan en el pueblo una indignación que puede llegar a ser tan devastadora como el accionar de la naturaleza.

Sin embargo, el poema también puede leerse como una situación cuya intensidad va creciendo. «Vientos del sur soplan con fuerza», nos dice el poema. Volvemos nuevamente a los últimos acontecimientos en Latinoamérica, donde una ola de levantamientos sociales de gran impacto político, y que han tenido su referente más grave en Chile (desde el sur vienen los vientos del pueblo que soplan con furia). Esta segunda lectura interpretativa no podría haber surgido sin tener como contexto los nuevos conflictos en la región. La metáfora, justamente, por salir del corsé del lenguaje informativo, logra acondicionarse en diversos contextos y comprenderse por diversas sensibilidades.

Estado del tiempo... Días nublados ligeramente fríos con tendencia

a empeorar. (Vientos del Sur soplan

con fuerza)...

Y el tiempo del Estado Burócratas nublados frígidamente fríos

con tendencia a torturar.

(Vientos del pueblo soplan

con furia) (2005, pp. 106-107).

Es una constante encontrar en los poemas de Alejandro Romualdo un escenario de trágica pérdida que el poeta sufre melancólicamente, a través de los protagonistas, pero, sobre todo, ofrece una imagen de redención para recuperar de alguna manera lo perdido, siempre a través del sueño de la revolución, como lo hace también en el conocido poema «Canto coral a Túpac Amaru, que es la libertad», publicado en el poemario Edición extraordinaria de 1958, a pesar de la distancia temporal entre ambas producciones.

Conclusiones

Durante el transcurso de este trabajo nos hemos referido exclusivamente a la metáfora poética como mecanismo para rescatar la memoria del vencido, afianzar la moralidad de grupo y fortalecer el colectivo. Todas ellas, condiciones trascendentales en la persistencia de la identidad y potenciales causas de la melancolía en los sectores identificados con la moral de izquierda, después de la grave herida a la utopía.

Puede, entonces, ser la práctica de la poesía, tanto en el papel de autor, lector u oyente, un ejercicio pedagógico en el campo del pensamiento crítico, no a partir del análisis del discurso desde el campo racional, sino una ejercitación de nuestras subjetividades y la posterior reflexión sobre el rescate de la memoria y la ética desde el mundo sensible que nos ofrece la literatura.

La melancolía conecta al sufriente con el pasado perdido y con la utopía imposible de alcanzar, es decir, la melancolía obliga al ejercicio de la memoria, generando que la intensidad del dolor se acreciente y el deseo de la utopía perdida adquiera una condición urgente de alcanzar, lo que posibilita que el sujeto social se transforme desde un estado de pasividad melancólica hasta el de una melancolía creadora o revolucionaria, que puede dibujarse desde un estado embrionario de deseo hasta ser pieza fundamental de la acción revolucionaria más allá del simple idealismo. La producción poética puede dar pistas del desarrollo de las condiciones del mundo sensible del colectivo.

El discurso poético de Alejandro Romualdo rescata la memoria de los vencidos y nos da un referente del estado del mundo sensible de este sector, que él demanda merecedor de una revancha por los ultrajes sufridos desde lo hegemónico.

Romualdo también nos confiere posibles escenarios políticos que podrían ser la consecuencia frente a la indignación de los vencidos en una lucha desigual de poderes.

La obra de Alejandro Romualdo nos entrega, a través de sus metáforas, denuncias de la violencia política, tanto de las cometidas por el Estado como por los grupos subversivos atentando contra los segmentos más vulnerables de la sociedad y cuya memoria no resulta formar parte de la historia oficial de nuestra nación.

Las metáforas en los poemas de Romualdo comunican una atmósfera que nos facilitan conectarnos con el dolor de los sufrientes y la violencia de los hechos contados.

El poemario Ni pan ni circo es el conjunto de reflexiones sobre «el drama peruano de las últimas décadas y un libro de balance del siglo XX» (Romualdo, 2005, p. 18) que resulta vigente no solo en el tiempo en que fue publicado, sino en la actualidad y más allá de las fronteras de nuestro país y, probablemente, lo siga siendo, porque las luchas por la hegemonía ideológica resultan inagotables y porque la metáfora tiene la cualidad de ser flexible en sus interpretaciones, según las experiencias de los lectores.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Adorno, T. y M. Horkheimer (1998). Dialéctica de la ilustración. Madrid: Trotta. [ Links ]

Alejandro Romualdo (2005). Ni pan ni circo. Lima: Instituto Nacional de Cultura. [ Links ]

Aristóteles (2015) Poética. Madrid: Alianza Editorial. [ Links ]

Bartra, R. (2001). Cultura y melancolía. Las enfermedades del alma en la España del Siglo de Oro. Barcelona: Anagrama. [ Links ]

Benjamin, W. (2008). Sobre el concepto de historia. En J. Barja, F. Duque y F. Guerrero (Eds.), Obras. Madrid: Abada Editores. [ Links ]

Burton, R. (2015). Anatomía de la melancolía. Madrid: Alianza Editorial. [ Links ]

Castoriadis, C. (2007). La institución imaginaria de la sociedad. Buenos Aires: Tusquets. [ Links ]

Foucault, M. (2002). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. [ Links ]

Freud, S. (1988). Duelo y melancolía. En V. Ortega (Ed.), Obras completas. Buenos Aires: Orbis. [ Links ]

Lakoff, G. y Johnson, M. (1995). Metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Cátedra. [ Links ]

Löwy, M. (2003). Walter Benjamin: aviso de incendio. Una lectura de las tesis «Sobre el concepto de historia». Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

Stendhal (1969). Del amor. En C. Rivas y G. Lafuerza (Trads.), Obras inmortales. Madrid: EDAF. [ Links ]

Traverso, E. (2019). Melancolía de izquierda. Después de las utopías. Barcelona: Galaxia Gutenberg. [ Links ]

Urco, J. (1994). Carlos López Degregori: Las grandes conmociones interiores. Lienzo, 15, pp. 55-66. Recuperado de http://revistas.ulima.edu.pe/index.php/lienzo/article/view/3784/3712Links ]

Williams, R. (2000). Marxismo y literatura. Barcelona: Península. [ Links ]

1Tamara Pequeño Saco (Lima, 1974) es periodista, con estudios completos de maestría en Comunicación y Creación Cultural (Fundación Walter Benjamin, Buenos Aires) y Escritura Creativa (Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima). Desde hace 18 años se dedica a la investigación y escritura por encargo. Ha publicado los libros colectivos Mundos en tinieblas (Buenos Aires, 2009) y la antología de ensayos Buenos Aires, la otra ciudad. Una mirada del extranjero en tránsito (Buenos Aires, 2009). En 2019 publicó el poemario El otoño de las horas muertas (Lima, 2019). En 2020 obtuvo una mención honrosa en el Concurso de Microrrelatos Bibliotecuento de la Casa de la Literatura Peruana. Prepara un proyecto editorial sobre haikus y microcuentos.

2Nos referimos a los que Burton menciona en su revisión histórica Anatomía de la melancolía: Paracelso, Ruland, Leonardo Fucsio, Felix Plater, Hércules de Sajonia, Fernelio, Arculano, Levino Lemnio, Marsilio Ficino, Trincavelio y Festo.

3Sobre esto, Roger Bartra da como referencia el libro de Pedro Mercado llamado Los diálogos, donde se comenta que los melancólicos siempre están desconfiando de todo (2001, p. 54). Por su parte, Robert Burton, en su Anatomía de la melancolía, nos relata un caso reunido por Ruland, que cuenta sobre un melancólico que fue embrujado por una mujer a través de pasteles y que ello lo llevó a hablar lenguas extrañas y a vomitar hierro y plomo (2015, p. 106). Esto último resulta interesante, porque si bien se trata de material reunido de la narración oral, podríamos considerar la experiencia como una metáfora de la violencia con que se expresa un melancólico (desde la percepción de quien no lo es), quien muchas veces se expresará con blasfemias, insultos y frases tan hirientes como el hierro expulsado por la boca. El uso de lenguas extrañas podría ser una representación de la dificultad del melancólico para ser comprendido por la comunidad hegemónica.

4Factores naturales (biológicos) y sociohistóricos son los que determinan que se establezcan normas funcionales para que un grupo social pueda subsistir como tal y mantenerse en condiciones adecuadas, principalmente para conservar el orden del dominante. Estas normas se establecen como paradigmas dentro del grupo, cuya explicación sobre la razón o la necesidad del cumplimiento fomentan un imaginario del que se termina perdiendo el recuerdo sobre su origen y sobre la funcionalidad de las normas, lo que produce la autonomización de la institución y la aceptación sin dudas de lo instituido por parte de la sociedad que calificará como adecuado lo que existe, porque siempre fue de esa manera: en alguna época, hace recordar Castoriadis, el esclavo fue considerado un animal y esta concepción aceptada (institucionalizada) por la sociedad era una significación imaginaria (2007, pp. 183-228).

5Este concepto lo trata Benjamin en su VII tesis de su Sobre el concepto de historia, cuando afirma que «No hay documento de cultura que no lo sea al tiempo de barbarie» (2008, p. 309).

6Podríamos estar refiriéndonos a dos posibles variables de melancolía. En una de ellas, efectivamente, como afirma Traverso, no se encuentra más salida; y en la otra, se espera la oportunidad para buscar la reivindicación, como afirma Benjamin en su Sobre el concepto de historia (2008). El primer tipo de melancolía es la que muestra Julien Sorel en el transcurso de casi toda la novela Rojo y negro (1969); mientras que en la del segundo tipo podríamos estar refiriéndonos a una melancolía activa, creadora, de la que se constituyen los ánimos revolucionarios. Estas reflexiones, sin embargo, deben ser motivo de una investigación más profunda.

7Michael Löwy refiere en su artículo «La filosofía del Che» (s. f., pp. 49-61) que Guevara rescata el concepto Hombre Nuevo usado por Aníbal Ponce en Humanismo burgués y humanismo proletario (1932) y lo difunde en el libro El socialismo y el hombre en Cuba.

8El poema «Ni pan ni circo» pertenece al libro del mismo nombre y dice: «Cómo cambian los tiempos, / Magnanimus, / ya no existen ni el pan ni el circo / que sobre el carro recorrías / triunfante / ni tu purpúrea túnica alcanza ya a / cubrir /tanta ensangrentada arena. / La Rueda de la Fortuna se detuvo / aquí / y el fiel de la balanza te traiciona. / Fuera del circo se devoran, sacan / las garras: "Non est piscis: / homo est..." (Marco Valerio Marcial) / Escucha, oh Magnanimus, al esclavo / que ayer sostuvo tu corona / y hoy te murmura a la oreja / piadosamente: / "Proteged a los leones, proteged a / los leones"» (Romualdo, 2005, pp. 74-75).

Fuente de financiamiento: Autofinanciado.

Citar como: Pequeño, T. (2020). La metáfora y su aporte para el estudio de la melan- colía como confrontación de la cultura política en Ni pan ni circo (2005). Desde el Sur, 12(2), pp. 419-436

Recibido: 14 de Abril de 2020; Aprobado: 02 de Junio de 2020

Contribución de la autora Tamara Paloma Pequeño Saco ha participado en la elaboración, la compilación de datos, la redacción y el consentimiento de la versión final del presente artículo.

Conflictos de interés Ninguno.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons