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Desde el Sur

versão impressa ISSN 2076-2674versão On-line ISSN 2415-0959

Desde el Sur vol.14 no.3 Lima set./dez. 2022  Epub 30-Set-2022

http://dx.doi.org/10.21142/des-1403-2022-0028 

Encuentros y discursos literarios

La negación del tiempo como postulado fantástico en "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" de Jorge Luis Borges

The denial of time as fantastic postulate in "Tlön Uqbar, Orbis Tertius" by Jorge Luis Borges

Jim Alexander Anchante Arias*  1
http://orcid.org/0000-0002-0452-9353

* Universidad Nacional Agraria La Molina. Lima, Perú. janchante@lamolina.edu.pe.

RESUMEN

El presente artículo es un análisis del cuento "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" de Jorge Luis Borges, incluido en su libro Ficciones (1944). Se analiza la concepción del tiempo en este cuento a partir del postulado fantástico de la negación del tiempo. Para ello, se establece un vínculo temático con el ensayo "Nueva refutación del tiempo". Sobre la base de teorías de lo fantástico, se busca sustentar que el mundo imaginario de Tlön es una representación inversa de "nuestra realidad". Con ello, se establece la configuración de una realidad libresca que, si bien es de naturaleza textual, puede afectar y alterar aquello que conocemos como el mundo.

Palabras clave: Borges; postulado fantástico; tiempo; conocimiento; mundo

ABSTRACT

This article is an analysis of the tale "Tlön Uqbar, Orbis Tertius" by Jorge Luis Borges, which is included in his book Ficciones (1944). The conception of time in this story is analyzed from the fantastic postulate of the denial of time. To this end, a thematic link is established with the text "Nueva refutación del tiempo". Based on theories of the fantastic, it is argued that Tlön's imaginary world is an inverse representation of our "reality". With this, the configuration of a bookish reality is established that, although it is textual in nature, can affect and alter what we know as the world.

Keywords: Borges; fantastic postulate; time; knowledge; world

Introducción

En el prólogo que Jorge Luis Borges escribe para la novela de su amigo Adolfo Bioy Casares, La invención de Morel (1940), trata de dilucidar la cuestión esencial en torno del enigma de este libro. Parte del presupuesto del género policial para una novela que, sin duda, también se puede inscribir en la narrativa de ciencia ficción; pero lo curioso es que, al tratar de sintetizar esta cuestión en una frase, emplea el adjetivo fantástico2. ¿Qué implicancias tiene ello? Veamos sus palabras:

Las ficciones de índole policial -otro género épico de este siglo que no puede inventar argumentos- refieren hechos misteriosos que luego justifica e ilustra un hecho razonable; Adolfo Bioy Casares, en estas páginas, resuelve con felicidad un problema acaso más difícil. Despliega una odisea de prodigios que no parecen admitir otra clave que la alucinación o que el símbolo, y plenamente los descifra mediante un solo postulado fantástico, pero no sobrenatural (Bioy, 2002, p. 6; el resaltado es mío).

El desciframiento de una clave a través de un solo "postulado fantástico" pero no sobrenatural... Esta es sin duda una de sus frases más sugerentes -y también más ambiguas- para analizar cómo es que Borges entendía lo fantástico. A continuación, al mencionar a ciertos personajes e incluir versos de Rossetti, observamos que este postulado fantástico estaría vinculado con una propuesta polémica de la metafísica: la del eterno retorno. Con ello, creemos que se cumple lo dicho por Jaime Alazraki acerca de que los cuentos de Borges "están inspirados en esas hipótesis metafísicas acumuladas a lo largo de muchos siglos de la historia de la filosofía y en sistemas teológicos que son el andamiaje de muchas religiones" (Alazraki, 1968, p. 16). Nuestra intención es reflexionar sobre cómo una propuesta metafísica o "postulado fantástico borgeano" se desarrolla en uno de sus cuentos más alucinantes y complejos: "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius": la de la negación del tiempo.

"Tlön" y la "Nueva refutación del tiempo"

La bibliografía crítica sobre "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" es enorme y ha buscado dilucidar la inmensa cantidad de enigmas que yacen en uno de los relatos más ambiciosos de Borges. No hay mucho por descubrir, en apariencia, pero sí nos mueve el fervor a un texto que casi siempre nos obliga a regresar a él. Distintos investigadores han buscado establecer los presupuestos filosóficos para la configuración de Tlön: Platón, los gnósticos, Schopenhauer, Russell y, en especial, Berkeley y Hume. Asimismo, se ha elaborado un análisis intratextual entre esta ficción y otros textos del mismo Borges, a manera de antecedentes o consecuentes: algunas páginas de la revista Sur, la "Fundación mitológica de Buenos Aires", "La espera", etc.3. Marina Martín (2003) sugiere un vínculo con uno de sus ensayos más conocidos: "Nueva refutación del tiempo", incluido en su libro Otras inquisiciones. Nuestra intención es partir de la reflexión realizada en este ensayo y analizar cómo la misma se concreta en el concepto del universo tlöniano.

La primera versión de "Nueva refutación del tiempo" se publica en la revista Sur en 1944, el mismo año en que se publica Ficciones. Este dato no es casual, pues evidencia que Borges escribió dicho artículo y el cuento que nos interesa en épocas muy cercanas. Luego reelabora el artículo y lo vuelve a publicar en 1946. Finalmente, publica ambas versiones con una nota preliminar en su libro Otras inquisiciones de 1952.

Más allá de los referentes bibliográficos (occidentales y orientales) a los que nos tiene acostumbrado Borges, en "Nueva refutación del tiempo" el eje conceptual tiene como protagonistas, en esta secuencia, a George Berkeley y a David Hume. Sobre el primero, la lectura borgeana se podría sintetizar de la siguiente manera: no existe algo fuera de la mente que lo percibe, así como tampoco hay ideas que pueden existir fuera de la mente. En consecuencia, algo no existe cuando no lo pensamos o solo existe en la mente de un "Espíritu Eterno"4 (Borges, 1985, p. 192). Por otro lado, Hume, nuevamente en términos de Borges, señala que lo único existente son las percepciones y que la mente es una mera "especie de teatro, donde las percepciones aparecen, desaparecen, vuelven y se combinan de infinitas maneras" (Borges, 1985, p. 193). A partir de estas dos posturas dialécticamente contrarias, Borges llega a la siguiente conclusión:

Berkeley negó que hubiera un objeto detrás de las impresiones de los sentidos; David Hume, que hubiera un sujeto detrás de la percepción de los cambios. Aquel había negado la materia, este negó el espíritu; aquel no había querido que agregáramos a la sucesión de impresiones la noción metafísica de materia, este no quiso que agregáramos a la sucesión de estados mentales la noción metafísica de un yo (Borges, 1985, p. 193).

Sobre la base de esta dicotomía, el escritor establece su peculiar propuesta: "negadas la materia y el espíritu, que son continuidades, negado también el espacio, no sé con qué derecho retendremos esa continuidad que es el tiempo" (Borges, 1985, p. 194). Consideramos que esta problemática, en mayor o menor medida, se manifiesta en "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", mundo cuyas naciones son "congénitamente idealistas" (y, como recordaremos, "Nueva refutación del tiempo" empieza recordándonos que "de las muchas doctrinas que la historia de la filosofía registra, el idealismo es la más antigua y la más divulgada") y, por eso mismo, eminentemente berkeleianas5.

Estructura o tiempo sospechosos en Tlön

Es cierto que la trama del cuento es harto conocida, pero en aras de la mejor comprensión del análisis, recordémosla un poco. El narrador-personaje (su nombre nunca es mencionado, pero por los datos que van apareciendo se le puede entender como una suerte de alter ego de "Borges"6) se encuentra con su amigo Bioy Casares en un departamento alquilado conversando sobre la propuesta de una novela, cuando el segundo, a partir de la visión de un espejo, parafrasea una sentencia de un heresiarca de Uqbar. El narrador le pregunta por la fuente y buscan en una edición de The Anglo-American Cyclopaedia. No encuentran tal referencia, lo cual sorprende a Bioy Casares, pues recordaba haberla leído en un ejemplar de dicha enciclopedia. Es así como empieza una furtiva investigación bibliografía que busca como resultado el descubrimiento de una sociedad secreta cuyo objetivo era la escritura de una enciclopedia que "creara" un mundo nuevo: Tlön Uqbar.

Tlön es una de las regiones imaginarias de Uqbar (la otra es Mlejnas, de la que nada se dice). Allí su concepción idealista parte de la siguiente premisa: "El mundo para ellos no es un concurso de objetos en el espacio; es una serie heterogénea de actos independientes. Es sucesivo, temporal, no espacial" (Borges, 1956, p. 20); y también: "los hombres de este planeta conciben el universo como una serie de procesos mentales, que no se desenvuelven en el espacio sino de modo sucesivo en el tiempo" (Borges, 1956, p. 22). A partir de ese carácter mentalista en su concepción de mundo se entiende que su ciencia eje sea la psicología y que las demás estén supeditadas a ella. Sin embargo, justamente por esa heterogeneidad en los actos independientes que suponen las sensaciones y por el rechazo a la secuencialidad de experiencias que supondría el conocimiento empírico7, el narrador especula que esto imposibilitaría la existencia de las ciencias, cuando en realidad es al revés: ellas existen en cantidad infinita. Ello tendría su correspondencia con el escepticismo borgeano de suponer que el hombre no puede alcanzar el conocimiento del universo y que, por ende, está imbuido en el caos, motivo que lo ha llevado a construir infinitos sistemas filosóficos que han buscado dar orden a ese universo que no pueden conocer. Entonces, la especulación tlöniana (así como la nuestra) nos podría llevar a la siguiente reducción al absurdo: todo es conocible, nada se puede conocer. Ello, a su vez, nos conduciría a la discusión sobre el tiempo: existen todos los tiempos, no existe el tiempo. Es básicamente la misma reflexión a la que llega Borges en su artículo "Nueva refutación del tiempo".

Las "infinitas" escuelas del conocimiento en Tlön han reflexionado, entre otros temas, sobre el tiempo. Veamos un fragmento en que este tema se vuelve centro de la especulación:

Hasta la frase "todos los aspectos" es rechazable, porque supone la imposible adición del instante presente y de los pretéritos. Tampoco es lícito el plural "los pretéritos", porque supone otra operación imposible... Una de las escuelas de Tlön llegó a negar el tiempo: razona que el presente es indefinido, que el futuro no tiene realidad sino como esperanza presente, que el pasado no tiene realidad sino como recuerdo presente. Otra escuela declara que ha transcurrido ya todo el tiempo y que nuestra vida es apenas el recuerdo o reflejo crepuscular, y sin duda falseado y mutilado, de un proceso irrecuperable8 (Borges, 1956, p. 23).

Aquí se aprecia nítidamente la especulación que lleva a dudar a los habitantes de Tlön sobre la existencia del tiempo. En "Nueva refutación del tiempo", Borges añade:

[Sexto Empírico] niega el pasado que ya fue, y el futuro que no es aún, y arguye que el presente es divisible o indivisible. No es indivisible, pues en tal caso no tendría principio que lo vinculara al pasado ni fin que lo vinculara al futuro, ni siquiera medio, porque no tiene medio lo que carece de principio y de fin; tampoco es divisible, pues en tal caso constaría de una parte que fue y de otra que no es. Ergo, no existe, pero como tampoco no existen el pasado y el porvenir, el tiempo no existe (Borges, 1985, p. 197; el añadido es mío).

Más adelante, señala en este mismo texto que se busca negar "las partes para luego negar el todo". Es en ese sentido que entendemos la propuesta de esta negación del tiempo en "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", el cual tendría su correlato, entre otros, con "Nueva refutación del tiempo". ¿En qué medida se puede entender esta especulación metafísica como "postulado fantástico" de acuerdo con la terminología borgeana? Si contrastamos esta propuesta con la teoría de Tzvetan Todorov (1980), para quien lo fantástico es definido como un efecto, es decir, como una duda o vacilación frente a las leyes lógicas y racionales que configuran lo que entendemos como "la realidad", observamos que, en relación con la ficción borgeana, se van a presentar peculiaridades.

Uqbar es un mundo alucinante donde suceden muchos hechos que podríamos considerar como imposibles en nuestro mundo. Sin embargo, debemos recordar que es un mundo imaginado, es decir, de una realidad libresca, creado en una enciclopedia por "hombres" y no "ángeles", labor de "ajedrecistas" y no de "divinidades". En un libro se puede relatar infinidad de sucesos sobrenaturales sin que por ello se ponga en tela de juicio las leyes lógicas y racionales de nuestro mundo. ¿Cuándo se inserta esta "vacilación" que nos conduciría a lo fantástico en "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius"? Básicamente, en la tercera parte del relato o posdata fechada en 1947, en que se señala la intrusión del mundo fantástico en el mundo real a través de dos hechos: la aparición de una brújula y de un cono de metal que pertenecen al mundo de Uqbar. Con ello se cumple lo que el narrador había manifestado tiempo atrás acerca de la "realidad" en Tlön: "Siglos y siglos de idealismo no han dejado de influir en la realidad" (Borges, 1956, p. 27). Ahora ese idealismo influía en "nuestra realidad" (mundo representado o universo espacio-temporal en el relato) a través de la aparición de objetos que no pertenecen a este mundo. Eso es solo el inicio: con el tiempo el mundo imaginado, el libresco, se apoderará del (supuestamente) real y así todo terminará siendo Tlön.

Algunos estudiosos han reflexionado acerca de que el problema de la temporalidad no solo es debatido en la ficción, sino que además forma parte de la compleja organización y entramado del relato mismo. Por ejemplo, Cristina Parodi señala lo siguiente:

En "Tlön", la desestructuración espacio-temporal afecta, mezclándolos, los niveles de los hechos y los de las enunciaciones, de tal manera que ni siquiera se llega a poder discernir un yo narrativo coherentemente situado frente a cada acontecimiento y frente a cada proceso enunciativo (Parodi, 2004, p. 82).

Este estudio es por demás interesante, ya que analiza las aparentes contradicciones o trampas de que se vale esta ficción (tanto en el plano de la temporalidad como en otros) para que muy pocos lectores puedan adivinar "otra realidad". Esto, a nuestro parecer, puede entrar en correspondencia con el estudio de Horacio Lona (2003) en que se busca establecer una suerte de orden temporal tanto en el interior del mundo representado del relato como en su proceso de difusión (aparato paratextual). Quisiéramos destacar las siguientes fechas:

  • 1940. Publicación de las dos primeras partes de la narración en Sur o bien Antología de la literatura fantástica.

  • 1941. Descubrimiento de una carta que elucida enteramente el misterio de Tlön.

  • 1942. Aparecen los primeros indicios "de la intrusión del mundo fantástico en el mundo real".

  • 1944. En una biblioteca de Memphis se descubren los 40 volúmenes de la Primera Enciclopedia de Tlön.

  • 1947. El autor, a quien nada de esto parece tocarlo de cerca, concluye la posdata en un hotel de Adrogué (Lona, 2003, pp.142-143).

Si observamos detenidamente estas fechas, se corrobora el "juego" que realiza Borges en relación con el tiempo: el relato aparece en forma completa por primera vez en mayo de 1940 (Blanco, 2003, p. 22), es decir, con la inclusión de la posdata de 1947. Este elemento lúdico (así como otro tipo de "trampas" estudiadas por Lona) nos evidencia que la problematización del tiempo en "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" no solo se manifiesta en la reflexión sobre este tema, sino en la estructuración misma del relato e incluso en la forma como este fue difundido.

Ana María Barrenechea (1967), quien también problematiza esta separación entre pasado, presente y futuro, alude a ciertos relatos con "clave" en Borges y nos recuerda que el narrador del relato, al inicio del texto, nos menciona lo siguiente:

Bioy Casares había cenado conmigo esa noche y nos demoró una vasta polémica sobre la ejecución de una novela en primera persona, cuyo narrador omitiera o desfigurara los hechos e incurriera en diversas contradicciones, que permitieran a unos pocos lectores -a muy pocos lectores- la adivinación de una realidad atroz o banal (Borges, 1956, p. 13).

Si asociamos esto con la afirmación dada en el prólogo de El jardín de senderos que se bifurcan (1941) en que se inclina por el cuento (relato corto, en todo caso) en detrimento de la novela: "Desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos. Mejor procedimiento es simular que esos libros ya existen y ofrecer un resumen un comentario" (Borges, 1956, p. 11); y si, sumado a todo ello, el narrador define "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" como un artículo ("Reproduzco el artículo anterior...", señala la posdata), llegamos a la conclusión de que el presente relato no solo es un artículo, sino que posiblemente sería la "novela" (novella en italiano es el relato corto que tuvo como base aquellos que conforman el Decamerón de Boccaccio) que se alude al inicio, ejecutada en primera persona (como justamente sucede) y en que conscientemente el narrador omitiera o desfigurara los hechos, e incurriera en contradicciones, como justamente hace ver Cristina Parodi acerca de los datos cronológicos, los acontecimientos y los tiempos de enunciación. Sería una especie de "vuelta de tuerca" (una de las tantas que podríamos hallar en esta ficción) o "inversión", utilizando la terminología de Alazraki. ¿El motivo? Es incierto, aunque podríamos conjeturar lo que viene a continuación.

"Yo no hago caso": Schopenhauer y la vindicación del presente

Conscientemente, hemos obviado la cita de "Nueva refutación del tiempo" en que, comentando a Sexto Empírico y a F. H. Bradley, Borges establece la siguiente afirmación: "Tales razonamientos, como se ve, niegan las partes para luego negar el todo; yo rechazo el todo para exaltar cada una de las partes" (Borges, 1985, p. 196). Sin embargo, a continuación señala que, sobre la base de las ideas de Berkeley y de Hume, ha arribado a una de Schopenhauer (el "apasionado" y "lúcido" Schopenhauer, adjetivos con que lo caracteriza en "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius"):

Por la dialéctica de Berkeley y de Hume he arribado al dictamen de Schopenhauer: "La forma de la aparición de la voluntad es solo el presente no el pasado ni el porvenir, estos no existen más que para el concepto y por el encadenamiento de la conciencia sometida al principio de razón. Nadie ha vivido en el pasado, nadie vivirá en el futuro: el presente es la forma de toda vida, es una posesión que ningún mal puede arrebatarle... El tiempo es como un círculo que gira infinitamente; el arco que desciende es el pasado el que asciende es el porvenir; arriba, hay un punto indivisible que toca la tangente y es el ahora. Inmóvil la tangente, ese inextenso punto marca el contacto del objeto, cuya forma es el tiempo, con el sujeto, que carece de forma, porque no pertenece a lo conocible y es previa condición de conocimiento" (Borges, 1985, p. 196).

Esta vindicación del presente podría entrar en contradicción con una visión de escepticismo en cuanto a la capacidad humana para conocer la esencia del mundo, visión representada a lo largo de sus textos. Sin embargo, vemos que su conclusión sobre el tiempo (el tiempo presente, el único que existe) difiere plausiblemente de ello, tal y como se corrobora en el final de la "Nueva refutación del tiempo":

El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo desgraciadamente es real; yo, desgraciadamente, soy Borges (Borges, 1985, p. 197).

Como nos recuerda Selene Fallas (2016), el "hablante borgeano" (sea narrador en un cuento o locutor en un poema) se posiciona muchas veces como lector, pues en su obra "lectura y escritura son actos complementarios" (Fallas, 2016, p. 409). El Borges articulista de "Nueva refutación del tiempo" y el "narrador-Borges" de "Tlön Uqbar, Orbis Tertius" son básicamente ello: lectores voraces que repiensan el mundo y el tiempo. Para ello acometen una revisión profusa de la historia de la metafísica. Sus consecuencias, como en el desenlace fantástico del cuento que nos compete, pueden ser peligrosos: "Una dispersa dinastía de solitarios ha cambiado la faz del mundo. [...] Entonces desaparecerán del planeta el inglés y el francés y el mero español. El mundo será Tlön" (Borges, 1956, p. 34).

El mundo es real como el tiempo (presente) y como Borges. La experiencia de "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" ha servido para problematizar todo ello, pero no lo ha eliminado. Es en ese sentido que podemos entender el postulado fantástico pero no sobrenatural que Borges señala en su prólogo de La invención de Morel y que se cumple en su mismo relato: el mundo imaginario de Tlön no es otra cosa que una inversión de nuestra propia realidad ("una imagen paródica de nuestro planeta" en términos de Marina Martín). Quizá por eso, ante la inexorable invasión de Tlön en todo y en todos, el narrador no hace caso y sigue con lo suyo, que es el conocimiento del mundo y toda la polémica que ello pueda generar: "Yo no hago caso, yo sigo revisando en los quietos días del hotel de Adrogué una indecisa traducción quevediana (que no pienso dar a la imprenta) del Urn Burial de Browne" (Borges, 1956, p. 34). El narrador, que empezó con una mención libresca que es el enigma de una fuente en una enciclopedia, termina con otro enigma como es una traducción.

Conclusiones

"Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" es uno de los cuentos más complejos y a la vez más estudiados de Jorge Luis Borges. La bibliografía sobre este relato es abundante. En el presente artículo, hemos querido basarnos en algunas de las fuentes más autorizadas sobre el tema en cuestión con el objetivo de postular la noción de un tiempo y mundo inversos al nuestro como postulado fantástico. La reflexión metafísica en Borges llega en este cuento a su extremo: así como construcciones discursivas como el marxismo o el psicoanálisis han transformado el mundo tal y como lo conocemos, el mundo de Tlön busca ser una fina representación lúdica de la influencia de la imaginación discursiva sobre la realidad.

Ahora bien, hemos buscado analizar este cuento a partir de la noción de "postulado fantástico" propuesto por el mismo autor en el prólogo de La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares, así como de la teoría sobre lo fantástico de Tzvetan Todorov. De la misma manera, se le ha cotejado con un artículo contemporáneo a su publicación como es "Nueva refutación del tiempo", incluido en su libro Otras inquisiciones. En ambos textos se reflexiona sobre la negación del tiempo como una consecuencia de la filosofía idealista de Berkeley y del empirismo de Hume. En el caso del cuento, a partir de la creación de un mundo imaginado por una sociedad secreta de intelectuales, quienes llevan al límite el conocimiento del mundo y del tiempo, entendidos ambos como realidades textuales (la Enciclopedia), pero que crean el efecto de incidir en el mundo real. En el caso del ensayo, se parte de las mismas premisas, para llegar a una suerte de negación del tiempo; sin embargo, al final el autor busca reafirmarse en la existencia del presente, más como un acto de conformismo que como consuelo.

"Tlön Uqbar, Orbis Tertius", señalado por el narrador en un momento como una "nota" y en otro como un "artículo", relativiza de forma lúdica las clasificaciones de género y de especie. Las acciones en este texto son básicamente investigaciones bibliográficas e interpretaciones tanto estéticas como gnoseológicas. El objetivo es brindarnos una magistral muestra de ficción: desde el comienzo sabemos que nos estamos moviendo en el intrincado mundo de lo fantástico. Sin embargo, a veces llegamos a preguntarnos si este universo imaginario terminará por influirnos y, finalmente, absorbernos.

Agradecimientos

A Susana Reisz.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Fuente de financiamiento: Autofinanciado.

Citar como: Anchante, J. (2022). La negación del tiempo como postulado fantástico en "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" de Jorge Luis Borges. Desde el Sur, 14(3), e0028.

1Doctor en Estudios Iberoamericanos por la Université Bordeaux Montaigne (Francia) y doctor en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Docente asociado del Departamento de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Agraria La Molina. Docente a tiempo parcial de la Universidad San Ignacio de Loyola. Director de la revista de investigación Tierra Nuestra.

2Sin olvidar, obviamente, el vínculo íntimo o entrecruzamiento que existe en el desarrollo de estos tres géneros (lo policial, lo fantástico y la ciencia ficción).

3Se sugiere revisar el libro La expresión de la irrealidad en la obra de Borges de Ana María Barrenechea, así como los diferentes artículos del número 15 de la revista Variaciones Borges, dedicado exclusivamente a "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius".

4Borges define el Dios de Berkeley como "un ubicuo espectador cuyo fin es dar coherencia al mundo" (Borges, 1985, p. 192).

5El narrador de "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" nos recuerda que Berkeley fue uno de los primeros integrantes de la sociedad secreta que "creó" este mundo.

6En este punto es necesario recordar las diferencias entre "autor real" y "autor virtual"; este último también debe distinguirse del "narrador".

7"... no conciben que lo espacial perdure en el tiempo. La percepción de una humareda en el horizonte y después del campo incendiado y después del cigarro a medio apagar que produjo la quemazón es considerada un ejemplo de asociación de ideas" (Borges, 1956, p. 22)

8A continuación, el narrador, en nota a pie de página, inserta una supuesta afirmación de Bertrand Russell en The analysis of mind. El artículo de Marina Martín, incluido en la bibliografía, reflexiona sobre la influencia de la filosofía de Russell en la concepción de Tlön: "Estas consideraciones de Russell no le impiden reconocer que sigue siendo lo más razonable creer en la realidad del pasado, pero implican que no estamos lógicamente obligados a ello. Nada veda imaginar un sistema doctrinal científicamente viable, o al menos lógicamente viable, en que semejante creencia aparezca como superstición, y en el que sea lícito inventar el pasado que mejor nos convenga" (Martín, 2003, p. 36).

Recibido: 25 de Abril de 2022; Aprobado: 12 de Agosto de 2022

Contribución de autoría:

Jim Alexander Anchante Arias fue el único autor.

Potenciales conflictos de interés:

Ninguno.

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