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Desde el Sur

versión impresa ISSN 2076-2674versión On-line ISSN 2415-0959

Desde el Sur vol.15 no.1 Lima ene./abr. 2023

http://dx.doi.org/10.21142/des-1501-2023-0012 

Artículos

Diario de Santa María, una novela heterogénea

Diario de Santa María, a heterogeneity novel

Abraham Vargas Bautista1* 
http://orcid.org/0000-0002-8800-5089

* Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, Perú. avargasba@unmsm.edu.pe.

RESUMEN

El presente artículo analiza la novela Diario de Santa María de Edgardo Rivera Martínez. La crítica ha convenido en resaltar el mestizaje armónico como el gran aporte de su obra. Este concepto refiere la representación de una relación horizontal de las culturas andina y occidental. Entonces, la novela estaría proponiendo una sociedad sin conflictos sociales, donde las sociedades retratadas logran convivir pacífica y simétricamente. El análisis propuesto en este artículo es una crítica a la idea del mestizaje armónico. Nuestra lectura se sustenta en la categoría de heterogeneidad de Cornejo Polar. Este concepto nos ha permitido tener una mirada crítica sobre el mestizaje armónico en Diario de Santa María. Concluimos que si bien el racismo y el clasismo no gobiernan las relaciones interpersonales entre los personajes, sí subyace a la obra un pensamiento colonial, donde la cultura europea goza de mayor prestigio en el imaginario de la protagonista.

Palabras clave: Edgardo Rivera Martínez; narrativa andina; utopía; mestizaje utópico; heterogeneidad

ABSTRACT

This article analyzes the novel Diario de Santa María by Edgardo Rivera Martínez. Critics have agreed to highlight the harmonic miscegenation as the great contribution of his work. This concept refers to the representation of a horizontal relationship between Andean and Western cultures. So, the novel would be proposing a society without social conflicts, where the portrayed societies manage to coexist peacefully and symmetrically. The analysis proposed in this article is a critique of the idea of harmonic miscegenation. Our reading is based on the category of heterogeneity of Cornejo Polar. This concept has allowed us to take a critical look at the harmonic miscegenation in Diario de Santa María. We conclude that although racism and classism do not govern the interpersonal relationships between the characters, a colonial thought does underlie the work, where European culture enjoys greater prestige in the imaginary of the main character.

Keywords: Edgardo Rivera Martínez; Andean narrative; utopia; utopia miscegenation; heterogeneity

Introducción

La obra de Edgardo Rivera Martínez se caracteriza por recurrir al tópico del mestizaje armónico y por algunos aspectos formales constantes, como la predilección por la primera persona y el diario personal como estrategia narrativa. Todas sus novelas, desde País de Jauja (1993) hasta A la luz del amanecer (2012), indagan en cómo lograr una sociedad que valore y reivindique las culturas andina y occidental. Asimismo, todas están narradas desde la perspectiva del protagonista, que emite su voz desde su diario personal. El presente estudio analiza Diario de Santa María, tercera novela de Rivera Martínez, publicada en 2008 bajo el sello editorial Alfaguara. Nuestra lectura es una crítica sobre las diversas interpretaciones de la obra del autor, las cuales coinciden en afirmar que el mestizaje armónico es una de las cualidades más destacadas de su obra, y que esta logra configurar una propuesta de sociedad peruana utópica. Consideramos que tal utopía es algo que persigue la novela del autor, pero que no llega a consolidarse, ya que hay elementos que permiten apreciar una jerarquización entre lo andino y lo no andino, donde lo primero cobra relevancia a partir de que se subordina a lo segundo.

La crítica sobre la obra de Rivera Martínez se ha concentrado en País de Jauja y en su obra cuentística. Sin embargo, podemos encontrar algunos estudios relevantes sobre Diario de Santa María. Por ejemplo, la reseña que Giovanna Pollarolo publicó en Hueso Húmero en 2009, que establece una comparación entre los proyectos escriturales de Claudio (País de Jauja) y Felicia (Diario de Santa María). Destaca, sobre el primero, que tiene una intención de registrar los acontecimientos de su ciudad; y en relación con Felicia, enfatiza el hecho de que su diario tiende hacia la introspección. La reseña de Pollarolo se centra en las semejanzas y particularidades de los programas de escritura de los protagonistas de ambas obras.

En 2015, en la revista Letras se publicó un estudio sobre Diario de Santa María que aborda la vocación literaria como un mecanismo de lucha contra la opresión. En el artículo se evidencia la relación asimétrica y de enfrentamiento entre las religiosas y las alumnas. De forma acertada, Lis Arévalo, la autora del estudio, indica que la escuela se constituye como un espacio de rechazo a la lectura, debido a que esta, si no está normada por la institución, puede producir jóvenes autónomas o "contagiarlas de malas costumbres" (2015, p. 250). Entonces, la escritura es un proceso liberador, un mecanismo de rebeldía y purgativo, ya que dicho acto es un rechazo simbólico al autoritarismo de las monjas y también la única forma que tiene Felicia para hacerles frente, aunque de forma anónima, oculta y simbólica.

Françoise Aubès, en 2016, publicó un artículo que pretende dar una mirada global sobre la novelística de Rivera Martínez, aunque enfatiza más en País de Jauja y en Libro del amor y de las profecías. El estudio cuenta con dos referencias a Diario de Santa María, básicamente sobre al argumento de la novela y su similitud con las obras mencionadas. La lectura de Aubès se centra en el tópico de la confluencia entre el mundo andino y el occidental. Pese a que no analiza la obra de nuestro interés, hacemos mención de este estudio ya que, según la visión de Aubès, todas las novelas de Rivera Martínez se pueden leer como una sola obra, debido a las relaciones intertextuales: el diario como estrategia narrativa, la armonía de lo andino con lo universal, la formación del artista, etc.

El artículo más reciente sobre Diario de Santa María del que tenemos noticia data del presente año (2022). El texto en cuestión es de autoría de Regina Martínez y Kathiuska Jazmín Torres, quienes hacen una lectura desde la perspectiva de género y analizan las jerarquías sociales determinadas a partir de la condición de "mujer". Este artículo retoma o complementa los postulados del texto de Lis Arévalo que hemos comentado. Uno de los aportes destacables del texto de Martínez y Torres es su lectura sobre el amor lésbico presente entre Felicia y Solange. La relación entre las adolescentes no solo es un desafío a la heterosexualidad como norma social, sino también a la moral cristiana, ya que las expresiones amorosas se dan al interior del plantel, el cual es regido por monjas.

Para cumplir con nuestro objetivo hemos considerado pertinente realizar la lectura de Diario de Santa María a la luz de la categoría de heterogeneidad propuesta por Cornejo Polar. El teórico peruano define el carácter literario heterogéneo como un "proceso que tiene por lo menos un elemento que no coincide con la filiación de los otros y crea, necesariamente, una zona de ambigüedad y conflicto" (Cornejo Polar, 1978, p. 12). En el estudio que realiza sobre el episodio del "diálogo de Cajamarca" en Escribir en el aire ([1994], 2003), deja en claro las diferentes procedencias de los elementos de la producción discursiva de las crónicas. Estos textos coloniales han sido redactados por españoles y tienen como referente el espacio y la sociedad incaica. El conflicto en estos discursos está en la incapacidad de los cronistas de dar una adecuada interpretación de los hechos. Una sociedad ágrafa y politeísta es juzgada por no conocer la escritura y por no aceptar la religión cristiana. Por otro lado, queda claro que el público destinatario de la obra no es el sujeto indígena, ni mucho menos el occidental promedio, ya que ellos tampoco tenían acceso a la letra (hay que recordar que la alfabetización en Europa estaba destinada a la clase dominante).

Para Cornejo Polar, el diálogo entre Atahualpa y Valverde es el punto cero de la literatura latinoamericana, y se va actualizando a través del arte verbal, representaciones teatrales y otras manifestaciones culturales. De forma análoga, podemos decir que la alianza hispano-huanca es el punto cero de la narrativa de Rivera Martínez. En Imagen de Jauja (1534-1880), Rivera Martínez expone los conflictos entre incas y huancas, así como la alianza que sostuvieron estos últimos con los españoles. Sustentamos esta interpretación -la actualización de las relaciones horizontales entre huancas y españoles- en el hecho de que la novela de Rivera Martínez se organiza desde la perspectiva de un narrador-protagonista que se caracteriza por estar vinculado al arte y la cultura, revalorizando lo andino y lo occidental. Todos los protagonistas de las novelas de Rivera Martínez se asumen como mestizos; saben que pertenecen al mundo andino, pero consideran que pueden incorporar otras culturas y hacerlas suyas.

Continuando con lo referido en el párrafo anterior, citamos algunas líneas donde el autor da su hipótesis sobre cómo esto afectó al alma2 nacional; el fragmento corresponde al ensayo Imagen de Jauja, publicado en 1969 y que César Ferreira e Ismael P. Márquez rescataron e incluyeron en un libro en homenaje al novelista:

En realidad el traslado no afectó solamente a Jauja, sino a todo el destino del Perú, como lo han entendido varios historiadores. [...] [E] s innegable que la decisión de Pizarro y el Cabildo de Jauja significó, desde múltiples puntos de vista, la reafirmación definitiva de la voluntad de romper totalmente con la historia y la cultura de los antiguos peruanos, y reveló la intención de relegarlas a un pasado abolido. La permanencia de la capital en Jauja habría comportado, por muchas razones -geopolíticas, históricas, telúricas, humanas-, una participación más activa, fecunda y enérgica del indio en la elaboración de lo que iría a ser más tarde nuestra nacionalidad, así como la elección, en cierto modo, de un destino más verdadero para el Perú. [...] [C]arecemos en cambio, por ahora, de una conciencia realmente viva y firme de nuestra vocación, de nuestros valores, de nuestra propia dignidad cultural (Ferreira y Márquez, 1999, pp. 28-29).

Desde su primera novela (1993) hasta la última (2012), el autor no ha dejado de exaltar el mestizaje, al que la crítica y el propio autor definen como armónico. Rivera Martínez intenta, a través de sus protagonistas, establecer un balance entre las culturas andina y occidental, postulando que la convivencia feliz entre ambos mundos es posible. La sociedad jaujina que nos presenta es la de su infancia3, en la primera mitad del siglo XX, un espacio donde esta convivencia feliz se concreta4. Por el contrario, Lima es vista como una ciudad que no ofrece las condiciones adecuadas para ese mestizaje armónico, según se colige de la configuración que de la capital expresara hacia 1981 en Hombres, paisajes, ciudades, compilación de artículos del autor. En este volumen, los textos que se refieren a la capital peruana se agrupan bajo el nombre de "Lima: la ciudad y los días", y nos muestran una ciudad sombría de un clima húmedo y tan frío como el alma de sus habitantes.

Diario de Santa María no escapa a ese calificativo de mestizaje armónico que se le atribuye a su narrativa; asimismo, retrata muy bien esa tensión generada en el imaginario del autor entre Jauja y Lima, y a la cual hemos aludido en el parágrafo anterior. Pareciera, entonces, que esa herida histórica5 que el autor enunció en Imagen de Jauja se ha actualizado, más notoriamente, en esta novela. La lectura que realizaremos sobre Diario de Santa María se centrará en los conflictos socioculturales que subyacen a ese mestizaje armónico que, de acuerdo con la crítica de la novela del autor, encarnaría Felicia, la protagonista de la obra.

Felicia es una adolescente culta y sensible, amante de la cultura andina, de la cual siente profundo orgullo, disfruta de los bailes y canciones tradicionales de su tierra (Jauja). La historia se desarrolla, básicamente, en el colegio Nuestra Señora de Santa María (cerca de Jauja), un internado religioso al que llegará la protagonista por falta de opciones educativas en su ciudad natal. El relato está constituido por el diario de Felicia, que fue escrito durante su último año de vida escolar (1935), cuando comparte su habitación con Solange, una alumna francesa amante de la literatura, la música europea y en especial del arte de la pintura. Estas dos adolescentes establecerán una estrecha relación de amistad, matizada con un fuerte componente erótico, y en la que ambas descubren asombradas el universo cultural de la otra.

Heterogeneidad en debate

El concepto de heterogeneidad fue acuñado por Antonio Cornejo Polar para señalar los conflictos socioculturales presentes en la narrativa indigenista. Dicha categoría hace saber sobre la convergencia de dos o más realidades distintas inclusive en un solo espacio, expresando lo conflictivo y heteróclito de estas literaturas (Cornejo Polar y Paoli, 1980).

Si bien los conceptos de transculturación e hibridez, propuestos por Rama y Canclini, respectivamente, también dan cuenta de una mezcla de culturas, consideramos que la categoría del crítico peruano es la más adecuada para ingresar al universo novelístico de Rivera Martínez. Para nuestra lectura, el uso de esta categoría pensada con base en la narrativa indigenista no ha sido de ningún modo arbitraria, sino que corresponde al énfasis sobre algunos aspectos que la diferencian de las categorías de Rama y Canclini. La categoría de heterogeneidad centra su mirada sobre las contradicciones socioculturales (García-Bedoya, 2011), haciendo referencia a una identidad latinoamericana fragmentada (Szurmuk y McKee, 2009).

Tras establecer el marco teórico sobre el cual se sustenta nuestra lectura, pasaremos a analizar Diario de Santa María. Centraremos nuestra atención en dos aspectos puntuales: a) el problema oralidad/escritura, y b) el antagonismo entre la región andina peruana y Lima.

Tradición oral y cultura letrada en Diario de Santa María

Postulamos que Diario de Santa María es un texto heterogéneo, aunque quizá su autor haya pensado más en universo armónico, que conflictivo o contradictorio, tal como lo sugiere el fragmento que a continuación reproducimos:

Matilde es casi un año mayor que yo. Un tanto baja, con lindos ojos negros, parece dulce y tranquila. Le pregunté si habla quechua, y me dijo ruborizándose, que sí, que en su tierra todo el mundo lo hace. No pude dejar de responderle: "Yo solo conozco palabras y frases sueltas... ¡Me gustaría tanto hablar nuestra lengua!". Ella me miró de una manera singular y me preguntó: "¿Por qué dices eso?", "Porque soy jaujina y mi madre tiene como apellido materno el de Minaya, y por lo tanto soy serrana como tú, y porque simpatizo tanto con nuestra gente del campo, porque hemos tenido un cerco de alisos en un sitio que se llama Pancán, y porque me gustan los huaynos y yaravíes, y las fiestas de nuestros pueblos" (Rivera Martínez, 2008, p. 33).

Lo primero que llama la atención en el fragmento citado es el uso de un español culto, lo cual resulta paradójico, pues dicho extracto es una alabanza al mundo andino, a su lengua, a sus tradiciones, a su paisaje, a su folclore. Los protagonistas de las novelas de Rivera Martínez se caracterizan por usar un lenguaje culto, no hay una búsqueda por la oralidad, ni por capturar los modismos regionales. Felicia afirma pertenecer al mundo andino, pero al mismo tiempo sostiene que no habla quechua. Si bien la identidad andina va más allá de la lengua, no podemos negar que esta es un elemento relevante al pensar la identidad cultural, principalmente porque el lenguaje sirve para expresar la cosmovisión de una comunidad. Por otro lado, resulta significativo el uso de la expresión "simpatizo tanto con nuestra gente del campo", ya que el verbo simpatizar no implica un sentido de pertenencia, y quizá, hasta cierto punto, lo excluye. Asimismo, la palabra nuestra, en la expresión referida, no garantiza pertenencia, pues la frase completa ("nuestra gente del campo") parece hacer alusión a un nosotros en tanto peruanos.

El mestizo en la literatura peruana ha sido recreado en la ambigüedad, con frustraciones y traumas (Mendívil, 2011, p. 143); por ello, resulta paradójico que la protagonista de Diario de Santa María se asuma únicamente como serrana, y no se cuestione sobre su mestizaje. Sin embargo, el español culto en que se expresa y su referencia a los yaravíes confirman que su condición de mestiza no excluye su identidad "serrana". Sobre su identidad mestiza, ella misma la evidenciará páginas después, al relatar las primeras impresiones sobre sus condiscípulas:

En su gran mayoría serranas, algunas hablan con fuerte acento andino, y por lo que dicen y por lo que razonan, deduzco que casi no tienen libros en sus casas. Sus temas de conversación son los del internado, de sus pueblos, de sus familias, de sus amigas, y a veces, y con cautela, de sus enamorados, reales o imaginarios. Yo, en cambio, presuntuosa señorita de antepasados mestizos, soy hija de una familia de cierta instrucción, nieta de un abuelo que fue abogado y nos dejó esa pequeña y para mí valiosa biblioteca (Rivera Martínez, 2008, p. 35).

Lo significativo de este pasaje es que la protagonista, quien páginas atrás se emocionó por encontrar a una compañera de estudios que hablaba quechua, ahora se posiciona en un nivel de superioridad por ser de la cultura letrada. Esto resulta paradójico, pues el quechua y la letra son las representantes máximas de dos culturas que por siglos han estado en conflicto. La mirada sancionadora de Felicia encuentra su apoyo en un lugar por demás simbólico, la biblioteca, que, tal como lo afirmara Cornejo Polar en Escribir en el aire (2003) en alusión a las crónicas de Indias, sería un símbolo de poder y que ayuda a la segregación.

Siguiendo con los postulados del crítico peruano ([1994], 2003), se percibe que aún está vigente aquello que enunciara en relación con el "diálogo de Cajamarca". La literatura latinoamericana encuentra su punto cero en dicho episodio histórico, el cual se actualiza a lo largo de los siglos en la literatura peruana y da cuenta de los distintos conflictos de los cuales la comarca andina no puede escapar hasta el día de hoy, aquellos conflictos que nos definen como una sociedad heterogénea. Asimismo, Rivera Martínez está reproduciendo dicho conflicto, tal como lo sugiere el último extracto citado.

Otro episodio en el cual el problema del lenguaje se convierte en un conflicto lo vuelve a protagonizar Felicia, quien por su cercanía a Solange, la alumna francesa con la que divide el dormitorio, despertó los celos de sus otras compañeras:

"Tú y la gringuita se llevan muy bien, será porque tienen muchas cosas en común. Se nota que a las dos les gusta leer, y hasta pueden hablar un poco en francés, porque tú has estudiado francés en ese colegio de Lima, ¿no?". "Sí, es cierto que ella y yo tenemos cosas en común, y es cierto que sé un poquito de francés, pero también tengo temas que charlar contigo, como el amor a nuestros paisajes, a nuestros apus, a nuestra música. Y a propósito, ¿por qué no nos reunimos una noche en tu cuarto para que me enseñes algunos de esos yaravíes que te he oído?" (Rivera Martínez, 2008, p.123).

La compañera de Felicia, que con cierta ironía y celos le reclama de su amistad con Solange, a quien denomina con desdén "la gringuita", se llama Isabel y es natural de Apurímac (región de la sierra peruana); y en sus palabras sugiere que la lengua (francés) es un elemento que ayuda a la unión de Felicia y Solange, además de los intereses comunes que tienen, como el gusto por la lectura y la música. También es importante destacar que la protagonista de la novela busca encontrar lazos con su interlocutora y apela a la identidad andina al referirse a "nuestros apus, a nuestra música". Sin embargo, aquel intento de identificarse como andina tambalea al hablar de los yaravíes, género musical mestizo. Se va percibiendo, entonces, una resistencia a la pérdida de su identidad original por parte de Felicia, una identidad, por cierto, muy transformada (Cornejo Polar, 1989).

No hay que olvidar que la novela en cuestión corresponde al diario que la protagonista escribió durante su estancia en el colegio monjil, y, por ello, se dedica, principalmente a contar anécdotas o hechos dignos de recordar, tal como lo enuncia hacia el inicio del texto: "Aquí daré cuenta de sucesos, pensamientos y deseos cuando lo merezcan, o sienta yo la necesidad de hacerlo" (Rivera Martínez, 2008, p. 16). Los sucesos cotidianos que narra la autora del diario se mezclan con cuantiosas referencias a autores peruanos, todos ellos pertenecientes al canon literario, lo cual reafirma la identidad mestiza de la protagonista y su visión erudita, que se contradice cuando intenta reafirmar su identidad andina, aproximándose al quechua a través de sus condiscípulas. También es preciso acotar que su identidad mestiza se reafirma con el uso de la escritura para armonizar el universo andino con el occidental (Cornejo Polar, 2003); armonía que se expresa en el placer por la lectura de autores peruanos y alabanzas al paisaje serrano, así como al folclore de su tierra.

Este universo ficcional heterogéneo se ve más afectado con la presencia de Solange, pues si ya lo occidental6 y lo andino están entrando en conflicto, la cultura francesa desestabiliza aquel orgullo que siente la protagonista por sus raíces serranas y su bagaje cultural proveniente de la letra, tal como lo expresa el siguiente fragmento:

Mas no dejo de sentirme -¿cómo diría?- un poco intimidada. ¡Tiene tanto mundo en comparación conmigo, y mucho más en relación con las demás chicas! Me dio luego las "buenas noches" y no tardó en dormirse. Yo me quedé pensando en las semejanzas que parecían haber entre nuestros gustos, a pesar de que tiene mucha más educación que yo, en la similitud que podría haber entre nuestras situaciones familiares, y en otras cosas. Sí, pero quizá no tanto en el carácter, aunque adivino en ella uno bastante más independiente y decidido que el mío (Rivera Martínez, 2008, p. 43).

Del extracto citado se percibe que la protagonista, amparada en su propio nivel cultural, emite juicios sobre las personas; por tal motivo, mira con asombro a Solange, y con cierto desdén a las otras alumnas, las cuales, todas, son de la sierra. A razón de este punto, podemos traer a mención una afirmación de Gracia María Morales Ortiz, en relación con la obra ficcional de Arguedas vista desde la teoría de Cornejo Polar (1999): "[l]a lengua en la cual se expresa una comunidad representa y estructura su manera de entender el mundo" (p. 193). Tomando como verdadera la proposición citada, es lógico que la protagonista de Diario de Santa María se asuma superior a sus condiscípulas oriundas de la sierra, pues su español culto, lo cual expresaría que su condición de mestiza, orienta su identidad más hacia la cultura occidental.

Jauja y Lima en conflicto

Tal como lo anunciamos en la introducción del presente trabajo, Diario de Santa María da cuenta de un desencuentro entre la ciudad andina y la costeña, que se articula desde Felicia, pues ella ha vivido en ambas ciudades y ello justifica sus juicios de valor o comparativos. Dicho conflicto entre la armonía y la apacibilidad de los Andes y el caos limeño, con su cruel clima y sus moradores indolentes y racistas, según lo postula la propia protagonista, parece reafirmar la hipótesis que el autor enunciara en Imagen de Jauja y que también ha sido señalada en las primeras páginas de este trabajo7.

Hombres, ciudades, paisajes, tal como mencionamos páginas atrás, es un conjunto de artículos de Edgardo Rivera Martínez, en el cual encontramos el capítulo "Lima: la ciudad y los días", del que reproduciremos un fragmento que manifiesta ese rechazo que el autor siente por la capital:

Y el cielo invernal de esta ciudad es en cambio blando, inasible, plomizo. Cielo de una sensualidad desvaída, casi mortuoria. Y objeto, como sabemos, del corrosivo humor de los moradores -que en ello muestran sí mucha garra-, felices de precisar la tonalidad de su cielo con esa expresión tan guasa como irremplazable: color "panza de burro" (Rivera Martínez, 1981, p. 45).

No subyace a nuestro análisis una intención deliberada de realizar un ejercicio de intertextualidad entre distintas obras de Rivera Martínez, que son, además, de géneros distintos; sino que con el fragmento citado queremos dejar en claro que su antipatía hacia Lima debido a aquella herida histórica que encuentra su origen en 1534, se va actualizando constantemente a lo largo de su obra, del mismo modo que el "diálogo de Caja-marca" lo ha hecho por siglos y lo sigue haciendo, como se ha tratado de demostrar en la primera parte de nuestro análisis de Diario de Santa María, pues hay una pretensión de la protagonista de afirmar su superioridad por ser parte de la cultura letrada.

En razón de los paisajes o ciudades, este conflicto se invierte y se produce un enaltecimiento de lo andino frente a lo costeño, tal como lo demuestran las miradas de la protagonista sobre Lima y los Andes:

[A]llá en Lima las chicas eran muy bullangueras y presuntuosas, a las que no les hacía mucha gracia una provinciana inteligente, sin apellido sonoro, y por añadidura guapa. [...] Y por todo eso, y aunque me compadecían por mis problemas de resfrío, me decían, refiriéndose a la humedad de Lima: "Es que tú eres serrana, Felicia, y no estás acostumbrada al clima de la capital". Y cuando decían serrana lo hacían con un mohín claramente desdeñoso, por no decir racista. Y Rosa de las Casas orgullosa de su apellido, de su dinero y de su limeño modo de ser, se empeñaba, con ironía, en señalar en mi manera de hablar un acento que no era de gente como ella: "No, tú no hablas como nosotras", me decía, y sonreía condescendientemente (Rivera Martínez, 2008, p. 36).

Frente a esta imagen negativa de Lima, valdría la pena citar un fragmento donde la protagonista se refiere a Soray, pueblo cercano a Jauja, donde se ubica el colegio monjil en que cursa el último año escolar:

Tan lindo el paisaje, con todo el verdor de los sembríos, los eucaliptos, las retamas. Y la luz tan diáfana, en estos días en que los aguaceros han escampado. No demoramos mucho en llegar a Soray, pueblo rodeado por encantadores rincones de alisos y eucaliptos, razón por la cual, y por la cercanía a Santa Rosa de Ocopa, fue elegido para construir en él, o más exactamente en sus inmediaciones, el Colegio de Educandas (Rivera Martínez, 2008, p. 24).

La capital peruana contrasta así con los pueblos andinos, los cuales son, según la protagonista, de un paisaje y clima agradables, de una naturaleza viva, todo lo opuesto a esa ciudad del litoral de clima ruin que merma la salud de quienes la habitan, como ocurrió con Solange:

El invierno limeño no me sentaba porque tengo principios de asma, así que por consejo de mi médico tuve que dejar la costa, y como en el asiento minero donde mi papá trabaja no hay sino el campamento, y Cerro de Pasco es muy frío, y en Tarma el único colegio que allí hay no tiene internado, elegimos este plantel, aunque está muy aislado". [...] "¿Y qué te pareció?". "El sitio es bonito, y aún más el valle, y en cuanto al plantel, bueno, no es gran cosa, aparte de su claustro, pero ¿qué otra alternativa me quedaba?" (Rivera Martínez, 2008, pp. 40-41).

Destacamos aquí que la protagonista refuerza su mirada peyorativa sobre la capital, a través del discurso de Solange, y deja en claro que ambas ciudades se repelen, básicamente, por dos aspectos, el clima, y el alma de sus moradores. Estamos frente a un universo ficcional que presenta espacios que se envuelven en una dinámica conflictiva y de alteridad, donde el concepto de mestizaje pierde sentido, pues su acepción primera remite a la ansiada unidad (Cornejo Polar, 1994, p. 369).

Conclusiones

Para concluir, debemos indicar que el muestrario de episodios que hemos vertido en estas páginas nos lleva a reformularnos ese mestizaje feliz o armónico que se le atribuye a la obra de Rivera Martínez, pues la identidad de la protagonista es más occidental que andina, así ella exprese lo contrario.

Si bien la sociedad retratada no ha sido gobernada por el racismo o el clasismo, esto no impide que un pensamiento colonial subyaga en la obra y en la visión de la protagonista, pues la cultura occidental se impone sobre la oral, y ese tan ansiado mestizaje o sociedad utópica que Rivera Martínez planteó desde País de Jauja, su primera novela (1993), parece no concretarse.

El traslado de la capital de la gobernación de la sierra a la costa se actualiza en Diario de Santa María. Edgardo Rivera Martínez, en Imagen de Jauja, lanza la hipótesis de que este hecho afectó la dignidad nacional peruana, y la indagación o exploración sobre dicha hipótesis es lo que subyace cuando se observan las diferencias que establece Felicia entre Lima y Jauja, así como de los valles circundantes.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Fuente de financiamiento: Autofinanciado.

Potenciales conflictos de interés: Ninguno.

Citar como: Vargas Bautista, A. (2023). Diario de Santa María, una novela heterogénea. Desde el Sur, 15(1), e0012.

1Graduado en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), y magíster por la Universidad Federal de Integración Latinoamericana (Brasil). Cursa estudios de doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid (España). Docente de Redacción e Introducción a la Investigación en la UNMSM.

2Rivera Martínez utiliza esta expresión para referirse a la identidad cultural, las costumbres, y el sentido de pertenencia y amor al lugar de origen.

3Es preciso anotar que las cuatro novelas del autor, si bien fueron escritas entre 1993 y 2012, narran historias correspondientes a las dos últimas décadas de la primera mitad del siglo XX. Además, todas se ambientan en Jauja, su ciudad natal.

4Sobre la fusión feliz de lo andino y lo occidental pueden consultarse las opiniones del propio autor en una entrevista realizada con motivos de los 20 años de publicación de País de Jauja: http://elcomercio.pe/luces/arte/entrevista-edgardo-rivera-martinez-amaru-universalnoticia-1575544.

5Rivera Martínez ha sostenido, en distintos ensayos y entrevistas, que si la capital del Perú se hubiera mantenido en Jauja, nuestra sociedad sería más auténtica, más unida y, posiblemente, mucho menos racista y clasista. Asimismo, considera que cuando se decidió el traslado de la capital a Lima, el alma andina dejó de ser el eje de nuestra sociedad.

6Entiéndase "universo occidental" como el producto del mestizaje de lo andino con lo español.

7Desde la perspectiva de Rivera Martínez la ubicación de la capital peruana afecta, para bien o para mal, nuestra identidad cultural y también influye en la fragmentación social que podamos, o no, padecer. Entonces, una ciudad como Lima, frívola y de habitantes individualistas, de alguna manera establece una relación desigual y de dominación entre el Estado (centralizado en Lima) y la ciudad y los pueblos andinos.

Recibido: 02 de Julio de 2022; Aprobado: 03 de Noviembre de 2022

Contribución de autoría:

Abraham Vargas Bautista fue el único autor.

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