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Desde el Sur

Print version ISSN 2076-2674On-line version ISSN 2415-0959

Desde el Sur vol.15 no.1 Lima Jan./Apr. 2023

http://dx.doi.org/10.21142/des-1501-2023-0014 

Ensayos

El mapa invertido de Joaquín Torres-García y las ciencias sociales de América Latina. Hacia un símbolo estético del pensar latinoamericano

The inverted map of Joaquín Torres-García and the Social Sciences of Latin America. Towards an aesthetic symbol of Latin American thought

Pablo Mancilla Carrasco1* 
http://orcid.org/0000-0001-8518-5080

* Universidad de Buenos Aires (UBA). Buenos Aires, Argentina. p.mancilla.carrasco@gmail.com.

RESUMEN

El siguiente ensayo indaga en la propuesta estética de invertir el mapa de América del sur de Joaquín Torres-García (artista uruguayo) y sus relaciones con las ciencias sociales de América Latina del siglo XX (1930 en adelante), primordialmente con el pensar decolonial (principalmente en la mirada de Aníbal Quijano y Boaventura de Sousa Santos). ¿Cuáles son las relaciones y cruces entre el arte y las ciencias sociales de América latina del siglo XX? ¿Se buscaba "invertir el mapa" en las ciencias sociales de la época de los 30 y 40 (década de creación de la obra)? ¿Cómo llega a ser un símbolo estético presente en las nuevas posturas de las ciencias sociales de América Latina? Los cuestionamientos buscan abrir reflexiones en relación con las ciencias sociales y el arte del siglo XX, posicionando una mirada histórica de las ideas de "sur" propuestas por las disciplinas.

Palabras clave: Mapa invertido; ciencias sociales en América Latina; pensamiento decolonial; símbolo estético

ABSTRACT

The following essay aims to investigate the aesthetic proposal of inverting the map of South America by Joaquín Torres-García (Uruguayan artist), and its relations and parallelisms with Latin America Social Science in the 20th century (1930 onwards), primarily with decolonial thinking (mainly in the gaze of Anibal Quijano and Boaventura de Sousa Santos). What are the relachionships, parallels and intersections between the art and the social sciences of Latin America in the 20th century? Was it sought to "invert to map" in the social sciences of the 30s and 40s (decade of creation of the work)? How does it become an aesthetic symbol present in the new positions of the social sciences of Latin America? The questions presented seek to open reflections in relation to the social sciences and art of the 20th century, positioning historical view of the ideas of "south" proposed by the disciplines.

Keywords: Inverted map; social sciences of Latin America; decolonial thinking; aesthetic symbol

Introducción

La tesis central del ensayo busca poner en relación histórica las ideas de "sur" en el Arte y las Ciencias Sociales del siglo XX, siguiendo la trayectoria propuesta por Torres-García en su "mapa invertido". El escrito busca poner en valor la propuesta estética de invertir del mapa, e indagar en las ideas de "sur" que proponen la institucionalización y profesionalización de las ciencias sociales, representadas en un ámbito universitario (catedrático), y más tarde por instituciones de carácter de hibridez disciplinaria como la CEPAL, FLACSO y CLACSO. La propuesta de Torres-García emerge como símbolo estético de un pensamiento en el arte, al representar una escuela que vuelve la mirada al continente, sus orígenes y propuestas propias. El cuestionamiento del ensayo es profundizar en lo que sucede en las ciencias sociales de la época, observando un recorrido histórico de sus ideas de "sur".

Se inicia el escrito posicionando al autor, su historia y escuela, y se abre un debate en torno a las ideas de "sur". Posteriormente, se indaga en las ideas que prevalecen en las ciencias sociales de la época del 30 y 40, observando los inicios de profesionalización e institucionalización de la disciplina (mayormente catedrática en universidades), sus relaciones con los pensamientos europeos y norteamericanos, el marxismo y sus influencias en América Latina (creaciones de instituciones de hibridismo disciplinario como la CEPAL, FLACSO y CLACSO). Se finaliza con un encuentro entre la propuesta de Torres-García y el pensar decolonial (principalmente en las miradas de Aníbal Quijano y Boaventura de Sousa Santos), y se aunan reflexiones y visualidad en un reencuentro con lo propio de América Latina.

El artista, su escuela y sus ideas de "sur"

Joaquín Torres-García (1874-1949) fue un artista uruguayo dedicado a la pintura, escultura, investigación, enseñanza y docencia. Vivió en Europa entre 1891 y 1934. A su regreso a Uruguay (1934), presentó conferencias, entrevistas y diversas exposiciones. Una década después inauguró un pensamiento en el arte dedicado a buscar un espacio de común identidad, como propulsor de un nuevo arte en América. En 1942 creó la Escuela del Sur y expandió su pensamiento en diferentes países de América del Sur. La idea que prevalece es un elogio a las artes nativas americanas previas (o posteriores) al contacto con Europa. Declara una proyección del artista americano como:

Aunque no indígenas del todo, somos de aquí. Nueva generación debe ser la nuestra que busque de vincularse a esta tierra queriendo penetrar en sus entrañas [...] también rechazando la familia del coloniaje, del invasor, y la pseudo cultura que produjo [...] Precisamente, si queremos hallar altura, nobleza, mesura, orden, es decir, lo que debe llamarse cultura, podemos hallar eso en la cultura arcaica del continente; todo eso que podría elevarnos, regenerarnos, limpiarnos [...] limpiarnos de vulgaridad y de la herencia de intrigas y procedimientos de leguleyos de los invasores (Torres-García en Murlender, 2014, p. 48).

El camino propuesto es el reencuentro con las "culturas arcaicas de América". El proyecto radica esencialmente en confluir principios de abstracción y elementos indoamericanos en el arte de América. Promulga libros al respecto, como Estructura (1935), Universalismo constructivo: contribución a la unificación del arte y a cultura de América (1943), La obra abstracta (1946) o Universalismo constructivo (1944). En dichos textos, plantea un arte americano que toma aspectos del arte precolombino, un interés creciente por los mitos de origen, un acento en lo simbólico, ritual y colectivo del arte. Sus intenciones buscaban la geometría en el arte (puntos, trazos, líneas, símbolos) que permitiera descubrir estructuras orgánicas de la realidad, al aplicar principios básicos de abstracción, y que fuera reconocible por la cultura popular. La intención geométrica es nombrada por el autor como "universalismo constructivo", y está siempre ligada y fundamentada desde su escuela, la Escuela del Sur.

Sus mapas invertidos nacen en 1936 y 1943 con una clara postura política. La idea de "sur" conlleva un posicionamiento del artista latinoamericano y sus referentes culturales de conocimiento.

FIGURA 1 Mapas invertidos 

Su propuesta estética de invertir el mapa de América del Sur resguarda la convicción de una vuelta a nuestra identidad, dejando el eurocentrismo y fijando nuestra atención en los referentes de Latinoamérica. Su idea proporciona un acercamiento a un determinado "simbolismo cósmico", referido a la utilización de formas geométricas inspiradas en el arte precolombino. Son estas formas las que proponen visualmente un reencuentro con América. No imitan los símbolos, sino, más bien, utilizan las formas geométricas de origen común (principios básicos de abstracción) que sean fácilmente reconocibles por la cultura popular. Para Christian Pageau (2010) el mapa de Torres-García enuncia poder y derecho:

El Sur está visto a la vez como sujeto y objeto de enunciación. Es decir, un sujeto con poder y de derecho que enuncia desde su locus natural de enunciación y de manera autónoma e independiente sus nuevos paradigmas culturales (Pageau, 2010, p. 22).

De acuerdo con sus mapas invertidos, biografía e ideas propuestas, nos preguntamos: ¿dónde nace la inquietud del autor por la idea de "sur" en los años 40? ¿Qué pasa en las décadas de 1930 y 1940, cuando surge esta intención de buscar una identidad propia en el arte? ¿Qué pasaba con las ciencias sociales en aquella época? ¿Cómo resurge uno de aquellos mapas invertidos como símbolo representativo de nuevas perspectivas? Son estas las inquietudes que guían el siguiente escrito, mediante un análisis apresurado del contexto histórico donde nacen los mapas, en especial el último, y su posicionamiento como símbolo insurgente de nuevas perspectivas que se forjaban en América Latina.

La imagen invertida de América, su historia y sus relaciones con las ciencias sociales de América Latina

El indagar en la historia de los mapas invertidos nos lleva inevitablemente a su nacimiento en 1936 y, posteriormente, en 1943. El primero de los mapas es publicado en la revista Círculo y Cuadrado, mientras que el segundo es publicado en Universalismo Constructivo de 1943. Su creación se vincula a un pensamiento en el arte guiado por su creador, Joaquín Torres-García, quien expone el universalismo constructivo como perspectiva de un arte americano. Esta perspectiva conlleva un encuentro con el arte precolombino, tomando los mitos de origen, lo simbólico, ritual y colectivo del arte, influenciados por principios del arte contemporáneo. La intención no es detenerse en los fundamentos de esta perspectiva, lo cual nos llevaría extensas páginas. Sin embargo, es necesario indicar la intención de acercar su mirada a los orígenes culturales, el énfasis en las continuidades artísticas en el presente, y el carácter político de su obra.

La llegada del artista Uruguay en los años 30 conlleva un análisis de la situación política, económica y social que explican sus posteriores intenciones. Según Martin Weinstein (1988) existió un legado de José Batlle, presidente de 1911 a 1915, con el desarrollo de una ideología democrática y un Estado intervencionista que enfatizó reformas sociales y económicas, al implementar la educación gratuita. El legado de Batlle se extendió temporalmente, incluso con la llegada de un régimen constitucional (1933-1942), el cual, según el autor, no presentó violencia estatal, pero evidencio ciertas censuras en ámbito artístico y cultural. Pageau (2010) da a conocer una estabilidad económica de Uruguay en 1930, a diferencia de los demás países que cruzaban la crisis económica de la década. Indica que el país se encontraba con un acceso a la cultura nacional excesivamente influenciada por Europa, que evidenciaba importaciones de modelos artísticos. En esta primera mitad del siglo XX se presenta una alta inmigración de Europa, lo que para Buzcio (1992) explica la moda de vivir al modo europeo, pero en América Latina.

En este contexto, Torres-García reacciona a la importación de modelos europeos, a la imitación, a la falta de un arte propio de América Latina, a la deshumanización del modernismo, el progreso y la urbanización acelerada de su país, que estaría provocando un desencuentro con el origen y la identidad. Aprovecha el aislamiento que presentaba Uruguay para indagar en las ideas que confluyen en su propuesta de un nuevo arte en América, y su teoría del universalismo constructivo. Es aquí donde nace la inquietud del autor por el sur, anteponiendo un carácter político a su propuesta visual, e instalando una escuela que otorgue una identidad común a América Latina, la Escuela del Sur, fundada en 1942. La escuela emerge como un laboratorio de ideas en el arte, que posicionan el quehacer del artista en América y dejan el eurocentrismo para construir una nueva forma de arte desde América Latina.

Los mapas invertidos conllevan esta postura política visualmente. Las principales ideas de invertir el mapa estarían enraizadas en posicionar a América Latina como un nuevo horizonte, que fue un punto partida para los nuevos artistas. Desplazar el conocimiento impuesto por Europa es fundamento primordial de la Escuela del Sur, ya que descoloca el centro cultural que representa lo europeo. Torres-García aclara en su primer manifiesto latinoamericano de 1935:

He dicho Escuela del Sur, porque, en realidad, nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro sur. Por eso ahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestra posición, y no como quieren en el resto del mundo. La punta de América, desde ahora, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro norte (Torres-García, 1935, p. 196).

Sin duda, esta imagen visual que propone Torres-García es la idea cúlmine de una visión de mundo que nos lleve a mirar hacia atrás, en donde, con su frase célebre "nuestro norte es el sur", provee a sus seguidores una orientación posicionada en la búsqueda identitaria de nuestro origen en América Latina, sin intervencionismo. La forma que escoge el autor de los mapas es un simbolismo cósmico, que lleva la idea implícita de utilizar formas geométricas con asidero en el arte precolombino. Para Pageau (2010), sería la intención de recuperar un marco de referencia de origen cultural de antiguas civilizaciones de América del Sur.

Ahora bien, los fundamentos estéticos y políticos de Torres-García sobre el "sur" estaban instalados en el continente con los esfuerzos de la Escuela del Sur. No obstante, ¿qué pasaba en las ciencias sociales de aquel entonces con la idea de "sur" que propone Torres-García en sus obras y escritos? ¿Existía un diálogo entre las artes y las ciencias sociales de la época? ¿Cuándo ocurrió este encuentro?

Las ideas imperantes en las ciencias sociales en América Latina de los años 30 y 40 son atribuidas al pensamiento positivista arraigado en las ciencias de la época. Waldo Ansaldi (2015) presenta al pensamiento latinoamericano como un proceso que empezó a gestarse ya desde fines del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, que evidencia referencias europeas acomodadas a la realidad de América Latina. El autor indica que:

Ese pensamiento se produjo preferentemente mediante razonamientos desarrollados a partir del pensamiento europeo, más o menos adaptados a las peculiares condiciones de América Latina [...] estos nuevos saberes fueron perceptibles, ya a fines del siglo XIX, en el campo de la enseñanza universitaria (Ansaldi, 2015, p. 15).

Los nuevos saberes adaptados proliferan en la región y se instalan en la academia como complemento de cátedras dictadas en las universidades de América Latina, mayormente en las Facultades de Derecho y de Filosofía y Letras. Según Ansaldi (2015), las intenciones resguardan la idea explícita de indagar en un "ejercicio del poder" como acción social del Estado hacia la sociedad, en el marco de la conformación y consolidación de los nacientes Estados Naciones de América Latina. Las inclusiones en las disciplinas de historia, ciencia política, economía y sociología se encuentran en diversas universidades del Cono Sur, como en Colombia en 1882, Buenos Aires en 1898, Asunción en 1900, Córdoba en 1907, México en 1907, Montevideo en 1915 o Brasil en 1930. De la misma manera, proliferan institutos de investigación y revistas en sociología, como la Revista Sociología de Brasil y la Revista Mexicana en Sociología en 1939, el Instituto de Investigación Sociológico en México de 1930, el Instituto de Sociología (actual Gino Germani) en Argentina de 1940, el Instituto de Investigación Sociología de la Universidad de Chile en 1946 (refundado en 1951), entre otros. Los ideólogos de estas cátedras serían los que posteriormente en 1950 fundaron la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS).

De acuerdo con Ansaldi (2015), es posible comprender dos planos referidos a las ciencias sociales en América Latina. Un primer momento durante la primera mitad del siglo XX, que funda un pensamiento social latinoamericano a través de intelectuales políticos, cátedras y ensayos políticos que favorecen la consolidación de los nacientes Estados-naciones (en el cual nos hemos detenido con anterioridad). Y una segunda etapa de profesionalización e institucionalización, conformada como un disciplina formada y entrenada en América Latina (indagaremos más adelante para buscar las "ideas de sur" en las ciencias sociales).

Ahora bien, recabado fugazmente un primer momento histórico de las ciencias sociales en América Latina, es posible comprender que la idea de "sur" convenida en el arte americano de Torres-García, pareciera no haber tenido cabida en el ámbito universitario de las ciencias sociales de América Latina de las décadas de 1930 y 1940 (época en la cual se crearon los mapas invertidos), ya que las preocupaciones de las ciencias sociales (historia, ciencias políticas, sociología) radicaban en la conformación de los Estados-naciones. El fundante marco conceptual anglosajón del positivismo y las ciencias científicas permitieron un acomodamiento de los marcos referenciales a las realidades latinoamericanas, aunque no una preocupación por buscar referentes pertenecientes al cono sur del continente. De este modo, la crítica presente permitía una orientación por mirar América Latina, pese a una mirada bajo los lentes de un positivismo "anglosajón flexible" de las ciencias sociales.

Si bien el escrito propone una mirada a lo sucedido con la idea de "sur" en las décadas de 1930 y 1940 en las ciencias sociales de América Latina, la cual indagamos en los párrafos anteriores, es posible seguir preguntándonos: ¿qué sucede con la idea de "sur" después de esta etapa? Más específicamente, ¿cuáles son las ideas imperantes con la profesionalización e institucionalización de las ciencias sociales en América Latina?

La profesionalización e institucionalización de las ciencias sociales en América Latina sucede a mediados del siglo XX (Acosta et al., 2015; Ansaldi, 2015; Blanco, 2010). Los fenómenos sociales inciden en la renovación de las ciencias sociales, y es la sociología una de las disciplinas que lidera estos cambios expresados en un movimiento de renovación intelectual en América Latina (Blanco, 2010). Para Waldo Ansaldi (2015), las transformaciones de las ciencias sociales están vinculadas (no causalmente) a procesos sociales mundiales de la época, referidos principalmente a la descolonización de África, migraciones, concentraciones urbanas en grandes ciudades, el papel dominante de Estados Unidos y la Unión Soviética, desarrollo económico, nuevos órdenes sociales y políticos, entre otros. Estos fenómenos mundializantes impactan a las ciencias sociales, y obligan a los nuevos "agentes científicos" a modificar sus teorías, metodologías, técnicas, enfoques, etc., para abordar dichos problemas atingentes a las realidades de América Latina. La mitad del siglo XX proporciona transformaciones referidas al vínculo entre el conocimiento de la sociedad y la política al interior del quehacer de los nuevos "científicos sociales". Además, se plantea una hibridez disciplinaria para enfrentar el nuevo panorama social de América Latina. En este periodo nacen organizaciones como la CEPAL (1947), FLACSO (1957) y CLACSO (1967), que serían decisivas para la institucionalización de la profesión (Blanco, 2010; Beigel, 2010; Ansaldi, 2015).

Las nuevas formas adquiridas, con la profesionalización e institucionalización de las ciencias sociales, adquieren la idea del positivismo estadounidense (empírico) y aplicado a la realidad social de la región. Según Alejandro Blanco (2010), el principal esfuerzo era una "sociología científica" que buscaba la solución a los problemas que enfrentaban los países del sur. Exponentes de las décadas de 1950 y 1960 como José Medina Echevarría, Gino Germani, Florestan Fernandes, Eduardo Hamuy, entre otros, se comprometen con una ciencia social de métodos empíricos de aplicación a la realidad social. En 1946 Gino Germani aclara las intenciones buscadas en la época exponiendo que:

La sociología no puede dejar de ser una ciencia empírica e inductiva si es que verdaderamente quiere cumplir una función orientadora en una sociedad que se encamina hacia la planificación. (Germani, 1946, en Blanco, 2010, p. 05).

La "sociología científica" de un primer momento declina en la segunda mitad de la década de 1960. El panorama es explicado por Alejandro Blanco (2010) como un efecto a las dificultades que presentaron para "predecir" el desarrollo de América Latina, deslegitimando a los científicos sociales de la época. Otro aspecto que deslegitimó a la "ciencia social de la época" fue el instalado antiimperialismo norteamericano, ya que se identificaba a la "sociología científica" con Estados Unidos. No obstante, el panorama provee a las ciencias sociales de una orientación marxista y radical que caracterizaba a América Latina de la década, y da cabida a la "teoría de la dependencia" impulsada en estos años.

La teoría de la dependencia fue expuesta durante los años 60 y 70 por Raúl Prebisch, André Gunder Frank, Theotônio dos Santos, Fernando Henrique Cardozo, Enzo Faletto, Ruy Mauro Marini, entre otros intelectuales de la época. Es caracterizada como un conjunto de perspectivas y modelos que intenta explicar las principales debilidades estructurales del desarrollo económico de América Latina, incluyendo el modelo centro-periferia para describir la relación entre la economía central autosuficiente y las economías periféricas débiles. Para Fernanda Beigel (2006), la preocupación radicaba en explicar las condiciones de superexplotación de los países de la región, con la finalidad de transformar las condiciones existentes. Los modelos explicativos proponen develar el beneficio de la economía central sobre las periféricas (Dos Santos, 1998; Ansaldi, 2015; Blanco, 2010). Para Theotônio dos Santos (1998), los antecedentes inmediatos de la teoría de la dependencia son el surgimiento de una crítica al eurocentrismo, críticas nacionalistas al imperialismo y la condición de subdesarrollo del continente. El autor indica cuatro postulados importantes:

El subdesarrollo está conectado de manera estrecha con la expansión de los países industrializados; el desarrollo y el subdesarrollo son aspectos diferentes del mismo proceso universal; el subdesarrollo no puede ser considerado como la condición primera para un proceso evolucionista; la dependencia, con todo, no es solamente un fenómeno externo sino que se manifiesta también en diferentes formas en la estructura interna (social, ideológica y política) (Dos Santos, 1998, p. 6).

Los teóricos proponen ideas planteadas a modo de denuncia explícita. Es así que denuncian una dependencia estructurante, no solo económica, sino también social y cultural interna en las sociedades de la región. Además, la teoría permite develar que la condición de subdesarrollo no puede comprenderse como una evolución por etapas, sino más bien como una condición periférica que permite el desarrollo de los países centrales.

Ahora bien, retomamos la pregunta inicial: ¿cuál es la idea de "sur" en las ciencias sociales de América Latina? En primera instancia, la idea de "sur" presentada por los "científicos sociales" no es clara. ¿Qué lo es en las ciencias sociales? Sin embargo, es posible indicar que existen intenciones dirigidas a orientar la mirada hacia la región, al acomodar teorías nuevamente, rechazar el eurocentrismo y aceptar referencias norteamericanas (lo cual provocó más aún su declive). Los teóricos de la dependencia denuncian un eurocentrismo y determinan una dependencia a sistemas económicos centrales; estas ideas permiten descentrar la mirada de esos centros de poder imperantes. Si bien el análisis fue al sistema capitalista mundial, y, por ende, al aspecto económico de la realidad social, no dejan de indicar las repercusiones culturales internas en América Latina. En relación con las ideas de Torres-García, la época de profesionalización no propone un reencuentro con formas propias de América Latina, sino más bien sustentadas en expresiones acomodadas a las realidades de la región, con referencias en el positivismo en una primera etapa, y el marxismo (y sus diversas expresiones) en una segunda etapa de las ciencias sociales en América Latina. Una idea clara de "sur" no se desprende; sin embargo, emerge un lugar crítico propio que es defendido a modo de una denuncia explícita, si bien aún sin marcos de referencia propios, pero con ideas globalizantes que posicionan a América Latina como principal sostenedora del sistema capitalista mundial, pese a las consecuencias.

A fines del siglo XX e inicios del XXI, el mapa invertido es redescubierto como símbolo representativo de las ciencias sociales. La nueva perspectiva es el pensamiento decolonial, que emerge en América Latina como herramienta crítica al conocimiento impuesto por el colonialismo y eurocentrismo presente en la sociedad latinoamericana, desde la llegada europea al continente americano (1492). Según Edgardo Lander (2000), el planteamiento decolonial permite una perspectiva histórica que intenta orientar su mirada a los saberes subalternos, desplazados y oprimidos por los saberes eurocéntricos y colonialistas. La expresión decolonial se enmarca en los esfuerzos globales que anteponen la crítica reflexiva al colonialismo y eurocentrismo, en donde se observan otras tendencias como la crítica al orientalismo, los estudios poscoloniales, la crítica al discurso colonial, los estudios subalternos, el afrocentrismo y el posoccidentalismo (Lander et al., 2000). Los nuevos intelectuales proveen de un replanteamiento de la realidad de América Latina, con énfasis en los efectos de la imposición percibida y la búsqueda de saberes propios que permitan desprender lo impuesto y volver a reconstruir. Sus exponentes son Aníbal Quijano, Pablo González, Edgardo Lander, Walter Mignolo, Boaventura de Sousa Santos, Arturo Escobar, entre otros.

Aníbal Quijano (2000) acuña el concepto de "colonialidad del poder" para denunciar las relaciones intersubjetivas en Latinoamérica, las cuales se establecen como un patrón de dominación colonial en la sociedad. Además, proporcionan una comprensión de eurocentrismo que determina un control hegemónico europeo y occidental de las formas de subjetividades, de cultura, así como de la producción de conocimiento (2000, p. 210). El autor declara al respecto que:

Colonialidad es uno de los elementos constitutivos y específicos del patrón mundial de poder capitalista. Se funda en la imposición de una clasificación racial/étnica de la población del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder y opera en cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales y subjetivas, de existencia social cotidiana y a escala societal (Quijano, 2000, p. 342).

El concepto de "colonialidad del poder" emerge como fundamento oculto de la organización social moderna de América Latina, visibilizando el trasfondo colonial histórico de las relaciones del presente latinoamericano, estableciendo patrones euro-centrados de las subjetividades, la cultura y la producción de conocimiento en la sociedad.

Boaventura de Sousa Santos (2009) presenta la "epistemología del sur" como fundamento del ejercicio en el quehacer de ciencias sociales. Los principios a la base muestran cómo la opresión y explotación excluyen saberes usados por grupos desplazados en sus prácticas cotidianas, buscando una justicia cognitiva en el hacer. Declara la existencia histórica de un colonialismo cultural que no ha desaparecido en América Latina, y posiciona la disciplina como anticapitalista y anticolonialista. Orienta la "epistemología del sur" como una práctica de transformación social, la cual debe identificar relaciones de desigualdad en el poder/saber que develen las "ausencias". En su texto, es interesante cómo define la idea de "sur" (un grato hallazgo que simplifica las intenciones del escrito):

El sur es, pues, usado como metáfora del sufrimiento humano sistemáticamente causado por el colonialismo y el capitalismo (De Sousa Santos, 2009, p. 12).

Es interesante observar un cruce final entre las perspectivas decoloniales con la propuesta de Torres-García. Las ideas de "sur" se presentan como búsqueda de criterios de validez que fundamenten los saberes propios de los pueblos, oprimidos y desplazados por el colonialismo y el capitalismo presentes históricamente en Latinoamérica. Esta idea usada como metáfora por los decoloniales encuentra resonancia en el mapa invertido de Torres-García, y es usada por congresos, ponencias, escritos, programas académicos, etc., para fundamentar su visión e intención de denunciar, develar, "limpiar" y posicionar un continente históricamente invisibilizado.

Conclusiones

Los mapas invertidos de Torres-García nacen en un contexto de fuertes influencias europeas. La obra denuncia el panorama invirtiendo América del Sur, y propone buscar referencias en la región. Las ciencias sociales de América Latina de los años 30 y 40 no se vinculan explícitamente con la obra, pero se relacionan en la preocupación creciente por mirar América Latina. La primera etapa de la formación de un pensamiento latinoamericano de las ciencias sociales propone la inclusión de cátedras y materias relacionadas con América Latina; sin embargo, el periodo se ve influenciado por un positivismo anglosajón que busca el estatus de ciencia social. Los lentes culturales son europeos y dan un eurocentrismo en las ciencias sociales de América Latina. La búsqueda de referencias propias en el continente queda excluida por la intelectualidad de la época.

La emergencia de una institucionalización y profesionalización de la ciencia sociales en América Latina conlleva nuevamente el estatus de ciencia social. Esta vez las referencias son un positivismo empírico norteamericano. La preocupación por América Latina aún estaba presente bajo los lentes del positivismo. El declive de los científicos sociales de los años 50 permite el paso a un marxismo radical característico en América Latina de los años 60 y 70. La nueva teoría de la dependencia causa profundas denuncias del sistema capitalista mundial en América Latina. Es aquí donde se presenta un cruce con las ideas manifestadas por Torres-García, en cuanto a posicionar a América Latina como un espacio crítico de denuncia. Es en esta época de las ciencias sociales de América Latina en que se denuncia el eurocentrismo, el capitalismo y el "subdesarrollo" como condición necesaria para países centrales.

El mapa se vuelve símbolo estético de las ideas presentadas por la mirada decolonial. Las relaciones del pensamiento de Torres-García y la teoría decolonial son estrechas. Los puntos transversales entre ambas son la denuncia al eurocentrismo y capitalismo, al posicionar a América Latina como un lugar crítico y de poder propio. El segundo punto transversal es el referido a la propuesta de buscar referencias propias latinoamericanas, Torres-García en el arte, y los decoloniales en los saberes y poderes desplazados y silenciados. Su marco de referencia, en primera instancia, es América Latina. Es esta la idea de "sur" que promulgan, metáfora y visualidad de un encuentro con lo propio y un posicionamiento político (estético) desde el arte y las ciencias sociales de América Latina.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Fuente de financiamiento: Autofinanciado.

Citar como: Mancilla Carrasco, P. (2023). El mapa invertido de Joaquín Torres-García y las ciencias sociales de América Latina. Hacia un símbolo estético del pensar latinoamericano. Desde el Sur, 15(1), e0014.

1Tesista de la maestría en Estudios Sociales Latinoamericanos de la Universidad de Buenos Aires (MESLA, UBA). Antropólogo de la Universidad Austral de Chile (UACH) y psicólogo de la Universidad Mayor de Temuco (Chile).

Recibido: 30 de Agosto de 2022; Aprobado: 17 de Diciembre de 2022

Contribución de autoría:

Pablo Mancilla Carrasco fue el único autor.

Potenciales conflictos de interés:

Ninguno.

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